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Argos

versión impresa ISSN 0254-1637

Argos v.27 n.53 Caracas dic. 2010

 

El cuerpo como soporte de la interacción social: Percepciones y sensibilidades

Pedro Gil Madrona 1, Manuel Jacinto Roblizo Colmenero 2, Onofre R. Contreras Jordán 3

1 Universidad de Castilla-La Mancha. pedro.gil@uclm.es

2 Universidad de Castilla-La Mancha

3 Universidad de Castilla-La Mancha

Resumen

En nuestro artículo analizamos el rol del cuerpo como vehículo de socialización y, consecuentemente, de transmisión de contenidos y discursos entre los miembros de la sociedad. Nuestra idea es tratar de poner de relieve la condición que el desarrollo corporal posee como forma de integrar aspectos tanto puramente físicos –lo que siempre se da por supuesto– como aquéllos otros de vertiente más marcadamente sociológica. En términos de fundamentación teórica, trataremos de observar cómo algo tan inequívocamente corpóreo como la materia remite, en última instancia, a la subjetividad que la sustenta.

Palabras clave Cuerpo; interacción social; socialización; percepción; sensibilidad.

The Body as a Social Interaction Support: Perceptions and Sensitivities

ABSTRACT

In our article we analyze the role of body as a vehicle of socialization and, subsequently, of transmission of contents and discourses among society members. Our idea is to emphasize the reality of corporal development as a means to integrate both purely physical aspects-normally taken for granted- and more sociologically-oriented ones. In theoretical foundation terms, we will try to observe how something as unequivocally corporeal as matter takes us, in the end, to the subjectivity where it is inscribed.

Key words Body; social interaction; socialization; perception; sensitivity.

Le corps comme support de l’interaction social: perceptions et sensibilités

Résumé

Dans notre article nous analisons le rol du corps comme véhicule de socialisation et par conséquent, comme transmisseur de contenus et de discours entre les membres de la société. Notre idée est d’essayer de mettre en relief la condition que le developpement corporel possède comme façon d’intégrer des aspects aussi bien purement physiques-ce qui est presque toujours supposé –comme d’autres plus versés vers la sociologie. En termes de fondamentation théorique nous allons essayer d’observer comme quelque chose d’aussi inéquivoquement corporelle comme la matière nous remet, finallement, à la subjectivité qui la supporte.

Mots clé Corps; interaction sociale; socialization; perception; sensibilité.

1. Introducción

Podemos encontrar en la materialidad una diversidad de significados de utilidad para el análisis del cuerpo como medio y soporte esencial en el proceso de socialización, pero partiremos de la noción que se basa en que la vida social está mediada por la materialidad, en la medida en que aparece indisolublemente inscrita en objetos materiales portadores de significados y condicionantes. Centraremos nuestra atención en el cuerpo, un particular tipo de materia que tiene, como característica intrínseca y altamente definitoria, la posibilidad de pensamiento, sentimiento y sensibilidad –es decir, subjetividad, entendida no como un concepto puramente metafísico sino como algo sólidamente insertado en la corporeidad–.

En nuestro análisis, asumiremos tanto la perspectiva que Nick Crossley (1995) considera propia de la sociología del cuerpo, como la de lo que denomina sociología carnal. Mientras que la primera presta atención a lo que se le hace al cuerpo, la segunda se centra en lo que el cuerpo hace. Aunque no veamos muy claro porque al análisis del rol activo del cuerpo en la vida social se le haya de llamar sociología carnal, sí que es asumible la dualidad que propone Crossley, porque esa doble dirección resulta necesaria para una adecuada percepción de las implicaciones del cuerpo en la vida social. Nos distanciaremos, en consecuencia, de las posiciones que tienden a elaborar teorías de lo social que ignoran el cuerpo –y, a la inversa, teorías del cuerpo para las que no existe lo social–, y plantearemos su indisociable vínculo para la comprensión de la realidad social, como ya se reclamara –un tanto minoritariamente– desde la sociología clásica (Goffman, 1959, 1961, 1963 y 1979; Freud, 1961; Giddens, 1984).

Ilustraremos nuestros análisis con datos primarios, surgidos de la investigación que se presenta, a través de los cuales observaremos como determinadas percepciones y sensibilidades en relación al cuerpo pueden ser consideradas socialmente condicionadas, y como, en consecuencia, el cuerpo difícilmente puede ser reducido a un conjunto de materia biológica ajeno a la incidencia de la vida social en que se inserta.

2. La internalización del mundo social en el cuerpo

Ciertamente, podemos asumir que, como señala Connell con un juego de palabras inglesas muy significativo, "bodies, in their own right as bodies, do matter" [los cuerpos, en su propio derecho como tales, importan] (1995, p. 50). La clave radica en a través de qué medios nosotros, como seres humanos provistos de cuerpos igualmente humanos, podemos establecer el vínculo entre lo material y lo social con la mediación de nuestros cuerpos. El análisis de cómo acontece esto ha sido señalado tanto en lo referente al género humano en su conjunto como en lo que concierne a las circunstancias concretas que pueden estar afectando a un individuo determinado. En la primera acepción, se ha observado que la propia especie humana como tal está sometida a un permanente proceso de reconstrucción corporal en el que es fácil rastrear la influencia de lo social. En este sentido, Lola Salinas ha apreciado que "la influencia de los factores sociales tales como la economía, la educación, la religión, la profesión, etc., no tendría ningún efecto sobre los procesos de construcción de la identidad del individuo a menos que procesos interactivos (v. gr., el proceso cognitivo) y estructuras específicas (v. gr., las funciones cerebrales) favorezcan todo tipo de interacciones entre la realidad ‘externa’ (…) y el propio ‘sujeto’. (…) Las características funcionales del cuerpo humano (…) habrían sido determinadas a lo largo de millones de años de evolución de la cultura social manifestada en los procesos de humanización" (1994, p. 96).

La consecuencia de todo ese amplio flujo de condicionantes sociales sobre cada uno de nosotros como individuos es algo que ha sido expresado de una manera muy intuitiva por Scarry al escribir que "when a man moves across the room, there radiates across his shoulder, head, hips, legs, and arms the history of his early boyhood years of life in Georgia and his young adolescence in Manhattan’ [cuando un hombre se mueve a través de la habitación, a través de su hombro, cabeza, caderas, piernas y brazos irradia la historia de los años de su primera infancia en Georgia y su adolescencia juvenil en Manhattan] (Scarry, 1985, p. 109). Scarry particulariza la influencia social en el caso de un hipotético hombre que recogiera en su corporeidad los efectos de su historia personal. A primera vista, muy probablemente esta frase se considerará excesivamente exagerada, porque hace referencia únicamente a movimientos corporales; la influencia de lo social no podría eclipsar tan radicalmente el potencial altamente condicionante de lo que puede ser pensado como puramente físico –es decir, objetivo o material–. Pero podemos considerar, además, aspectos corporales que, más allá de puros movimientos, son asimismo signos indicativos de la influencia de lo social. De esta manera, las formas que adopta la conducta corporal –los gestos, la postura, las maneras, los estilos de vestir…– pueden ser consideradas como una forma de transmitir o comunicar ciertos significados en mundos sociales diferenciados. La conducta corporal es así, a la vez, mediada por y, también, como pone de relieve el profesor Tomás Miranda, mediadora de lo social:

Cuando al entrar en la sala de profesores mis compañeros me saludan, lo suelen hacer con un educado "¿qué hay?", que me recuerda siempre el artículo de W. Quine. ¡Si supieran que esa pregunta ha dado origen a ríos de tinta producidos por las plumas de insignes filósofos! (…). Lo que hay para el recién nacido es un conjunto asignificativo de estímulos, que va captando conforme se le van despertando los sentidos. (…) Pero no podemos olvidar que al recién nacido la realidad se le va presentando, a su vez, relacionada y relatada por la acción y el discurso de los otros cuerpos que le rodean. El mundo de significado que yo he ido construyendo desde mi nacimiento, y en el que habito, se me ha ido dando (…) interpretado lingüísticamente a través de los gestos, de las caricias, de las sonrisas, de los besos, de las lágrimas y de los relatos (…) de todos aquellos cuerpos que se me han hecho y se me hacen presentes.

(Miranda, 2002, pp. 73-74)

Este mecanismo es expresado en términos sociológicos a través del concepto de habitus. Normalmente asociado a los fértiles trabajos de Pierre Bourdieu, el concepto como tal tiene su origen en las observaciones de Marcel Mauss, que lo diferenciaba de lo que pudiera considerarse como un mero hábito:

‘I have had this notion of the social nature of the "habitus" for many years. Please note that I use the Latin word –it should be understood in France- habitus. The word translates infinitely better than "habitude" (habit or custom), the "exis", the "acquired ability" and "faculty" of Aristotle (…). These "habits" do not vary just with individuals and their imitations; they vary especially between societies, educations, proprieties and fashions (…). In them we should see the techniques and work of collective and individual practical reason rather than (…) merely the soul and its repetitive faculties’.

[He mantenido esta idea acerca de la naturaleza social del "habitus" durante muchos años. Por favor, obsérvese que uso el término latino (…) habitus. Esta palabra traduce infinitamente mejor que "habitude" (hábito o costumbre), el "exis", la "habilidad adquirida" y la "facultad" de Aristóteles (…). Estos hábitos no varían solo en función de los individuos (…); varían especialmente entre sociedades, educaciones, propiedades y modas (…). En ellas deberíamos ver las técnicas y la obra de la razón práctica, individual y colectiva, más que (…) meramente el alma y sus repetitivas facultades].

(Mauss, 1973, p. 88)

Para Pierre Bourdieu, el habitus es la expresión de un mundo social internalizado. En la tabla 1, podemos ver unos datos especialmente significativos al respecto, que Bourdieu ofrece en su conocida obra La distinción: criterio y bases sociales del gusto (1998). En ella, Bourdieu observa como el gusto, las preferencias estéticas y, en consecuencia, las pautas de consumo son afectadas por las estructuras sociales a través del habitus. Las elecciones y preferencias de los integrantes de la muestra son tabuladas sobre la base de diversos factores sociales. En la tabla podemos apreciar como el cuerpo es mucho más que un trozo de materia puramente físico; por el contrario, podríamos afirmar que, dado su rol de mediación en el proceso socializador, el cuerpo debe ser considerado como una entidad social. Lo social y lo material, en otras palabras, se identifican en el cuerpo, como muestra la tabla. Todos los datos que recoge tienen connotaciones parecidas, en la línea de mostrar que el cuerpo es un elemento de mediación que refleja los diversos condicionantes sociales, a la vez que actúa como mecanismo de comunicación de significado y afiliación social. De esta manera, cobra pleno sentido el concepto de habitus de Bourdieu, según la definición propuesta por Roy Nash, para quien "habitus is conceived [by Bourdieu] as a generative schema in which the forms of elemental social structures come (…) to be embodied in individuals, with the result that people necessarily act in such a way that the underlying structures are reproduced and given effect" [el habitus es concebido [por Bourdieu] como un esquema generativo a través del cual las formas de las estructuras sociales básicas adquieren corporeidad en los individuos, con el resultado de que la gente actúa necesariamente de tal manera que las estructuras subyacentes son reproducidas cobrando efecto] (Nash, 1999, p. 177; nuestro énfasis en cursiva).

TABLA 1 – Variaciones en el valor otorgado al cuerpo, la belleza y el cuidado corporal

 

Profesión del cabeza de familia

 

Agricultor

Obrero

Empleado,
cuadro medio

Cuadro superior, industrial, prof. Liberal

Tienen una talla normalizada superior a la 42

33.7

24.2

20.4

11.4

En el terreno de la belleza se estiman por debajo de la media

 40.2

 36.0

 33.2

 24.2

Piensan que su marido prefiere una mujer

Natural

Refinada

65.2

6.5

65.0

8.1

51.4

15.1

50.8

16.1

Piensan que engañar con respecto a la edad por medio del maquillaje es normal

 3.3

 51.9

 62.3

 67.8

Toman un baño o una ducha por lo menos una vez al día

9.8

16.9

36.6

43.2

No se maquillan nunca o muy raramente

48.9

35.6

21.2

17.3

Pasan más de media hora arreglándose o embelleciéndose

12.3

45.6

48.9

45.3

Se maquillan para elevarse la moral

4.3

15.9

25.9

27.8

Van al peluquero por lo menos una vez cada quince días

6.5

8.1

16.9

20.8

Fuente: Bourdieu, 1998, p. 202.

Una traducción comercial de esta realidad en las generaciones más juveniles se ha observado en el uso que los editores de revistas femeninas para ese tramo de edad hacen de la imagen corporal de las chicas (Ciudad, 2001). Agustín Ciudad ofrece un contraste entre las imágenes del cuerpo en revistas de este tipo con costes, estéticas y públicos muy diferenciados. La diferenciación la establece entre unas publicaciones de coste económico comparativamente elevado, editadas en papel couché y con contenidos muy asociados a figuras muy características (Enrique Iglesias, Alejandro Sanz…) del panorama musical, y otras más populares, de coste económico más reducido, cuya calidad de materiales es más normalizada y con presencia de figuras (como es el caso del dúo musical Estopa) de connotaciones distintas a las habituales en la primera. Las características corporales que vemos en la publicidad de las revistas del primer tipo son, sin duda, más sofisticadas que las que encontramos en el tipo más "popular", como lo son también las "técnicas" de realce del cuerpo. Las representaciones corporales en el segundo tipo cobran un protagonismo más reducido que en el tipo, digamos, más "sofisticado", y las connotaciones de aquélla están marcadas por una mayor naturalidad que se corresponde –de nuevo, muy en la línea bourdieuana– con los pautas de consumo y preferencias estéticas del público de la revista. La conexión entre éstas, de un lado, y valor y concepto del cuerpo, de otro, se ponen de manifiesto, pues, a través de este contraste que tan afortunadamente propone Agustín Ciudad (2001).

En definitiva, vemos que no resulta difícil levantar la vista de nuestra actitud natural –en la que habitualmente no nos percatamos de estas cosas– (Schutz, 1967, p. 208) y apreciar como los cuerpos se comportan socialmente como algo más que trozos de realidad material. La cotidianeidad de estos usos del cuerpo se pone de relieve en el reciente titular de prensa del diario El País, que muy expresivamente proclama que "El mensaje está en el cuerpo" (Sánchez-Vallejo, 2009, p. 32). Si (siguiendo la famosa expresión de McLuhan que trata de enfatizar la indisolubilidad del vínculo entre el mensaje a comunicar y el medio usado), asumimos que "el medio es el mensaje" (2005), no podemos dejar de evidenciar el fuerte valor mediador –en el sentido comunicativo- que encontramos en el cuerpo como soporte de transmisión de mensajes. Las potencialidades de ese medio serán, sin duda, muy distintas en función de sus propias características y de la preparación o entrenamiento que el titular de cada cuerpo le de.

La referencia al cuerpo como medium de transmisión de mensajes y como reflejo del mundo social en que se inscribe la vida de los individuos no va en detrimento de sus potencialidades como elemento clave para definir jerarquías sociales. Chris Shilling parafrasea a Pierre Bourdieu –en concreto, su valioso concepto "capital cultural"– y propone considerar el rol de lo que denomina "capital físico". Para él, la "social class exerts a profound influence on the ways people develop their bodies and on the symbolic values attached to particular bodily forms. This is the production of physical capital. However, the significance of this is not simply that the lifestyles of woman and men from different social classes become inscribed within their bodies, but that these bodies ‘fit’ people for different activities" (1993, p. 118). Es decir, yendo un paso más allá que Pierre Bourdieu, Shilling plantea el valorar la manera en que el cuerpo determina las actividades en las que el individuo tendrá mayor o menor éxito social o profesional. Si el capital cultural mostraba un fuerte valor condicionante del desarrollo de las personas en el seno social, lo mismo ocurre con el capital físico que reside en el cuerpo. En la misma línea, en un artículo anterior trata de exponer la forma en que el cuerpo –o, lo que es lo mismo, el capital físico– actúa como factor condicionante del establecimiento de las desigualdades sociales (1991).

3. La subjetividad como común denominador en el rol socializador del cuerpo

Podemos apreciar –también dentro del ámbito escolar– una forma de generación de jerarquías sociales a través de la mediación del cuerpo, particularmente –aunque no sólo– en relación a la adscripción masculinidad/feminidad. Es importante recordar que, como señala Jon Swain, "‘one of the most urgent dimensions of school life for boys is the need to gain popularity and, in particular, status (…). The boys’ notion of status comes from having a certain position within the peer group hierarchy, which becomes relevant when it is seen in relation to others’ [para los chicos, una de las dimensiones más imperiosas de la vida en la escuela es la necesidad de ganar popularidad y, especialmente, status (…). El concepto de status para los chicos se deriva de tener una determinada posición en la jerarquía del grupo de iguales, que resulta relevante cuando es vista en relación a otros] (2003, p. 302). Según se deduce de sus investigaciones (Swain, 2000 y 2003), es posible apreciar como la posición dentro del grupo de iguales queda en gran medida definida por medio del cuerpo de tres maneras distintas: en primer lugar, a través de las actividades en el patio de recreo, tanto practicando deportes populares, como el fútbol, como en otros juegos en los que los más fuertes y hábiles recogen éxito social; en segundo lugar, a través de conductas de intimidación, en las que los individuos físicamente más poderosos consiguen una mayor consideración social; finalmente, a través del uso del cuerpo como un medio físico en el que se muestran marcas comerciales de moda y símbolos populares. Una cuarta –e imprescindible en este tipo de análisis- considera de qué manera se produce una percepción de discrepancia entre la propia imagen del cuerpo y la que se deriva del estándar cultural (Bessenoff y Snow, 2006). En las cuatro maneras, es fácilmente identificable el uso de la subjetividad que reside en el cuerpo como agente de mediación para la construcción de identidades de grupo y adscripción social.

En lo referente a la primera forma, en un artículo muy expresivamente titulado "How young schoolboys become somebody" (la cursiva en body es del título original), Jon Swain señala como "sporting success was a key signifier of successful masculinity, and high performance in sport and games (…) was generally the single most effective way of gaining popularity and status in the male peer group" [el éxito en los deportes era un factor clave para definir una masculinidad exitosa, y un buen desarrollo en deporte y juegos era generalmente la manera más efectiva de ganar popularidad y status en el grupo de iguales] (Swain, 2003, p. 302); en palabras de Calvin, uno de los niños entrevistados en la investigación de Jon Swain, "the sporty people are much preferred than the people who are much more brainy" (ibídem, p. 303). En un artículo anterior, Jon Swain observó (2000, p. 103) como el cuerpo (y el cómo llegamos a conocer nuestro cuerpo) jugaba un rol esencial en la formación de la identidad de género, con la actividad física desempeñando un papel básico en el proceso: "in playing the game, the boys were practising to become men" (p. 101). Específicamente, el fútbol ejercía una función de definición de la masculinidad y la jerarquía dentro del grupo de iguales, con los mejores en ese deporte recogiendo la mayor consideración social y los peores siendo considerados como poseedores de un menor grado de masculinidad. De esa manera, el fútbol se convertía en un factor de reafirmación de las relaciones de subordinación que pudiera haber en el grupo (ibídem, p. 107).

Por lo que respecta a la segunda manera (las conductas de intimidación), puede apreciarse como las capacidades emanadas del cuerpo son determinantes, también, de un comportamiento tan característico como el bullying, con sus repercusiones en la jerarquía social infantil y juvenil. En lo que Dan Olweus denomina víctimas pasivas o sumisas (cuyo comportamiento indica que poseen una inseguridad que hace pensar que no responderán si son atacados o insultados), si se trata de chicos, muy probablemente serán físicamente más débiles (1993, p. 32); de la misma manera, si se trata de acosadores (o bullies) más probablemente serán corporalmente más fuertes que los otros chicos en su conjunto y, desde luego, que las víctimas (ibídem, p. 34). Las consecuencias emocionales y sociales que se pueden derivar, en términos de auto-estima, de esa condición corporal, y sus consecuencias en el tema del bullying, son evidentes.

En la tercera manera –el uso del cuerpo como soporte físico de marcas y modas-, resultan notorias las similitudes con las opciones culturales y de consumo que hemos observado en el trabajo de Pierre Bourdieu recogido en la tabla anterior. En lo referente a la cuarta –sobre la percepción de discrepancia con los estándares culturales establecidos–, de nuevo los datos que nos proporciona el trabajo de Bourdieu nos resultan sumamente ilustrativos. Las cifras correspondientes a respuestas que recoge la tabla son el resultado de las opiniones y percepciones expresadas por mujeres, y los cabezas de familia son, en una amplia mayoría, varones. El ítem acerca de la actitud de engañar mediante el maquillaje es particularmente llamativo, dadas las marcadas diferencias entre los distintos grupos, pero es fácilmente observable como, a medida que avanzamos en la escala social, los valores de naturalidad dejan paso a la sofisticación y la mayor atención al cuidado del cuerpo. Cabe entender, en buena lógica, que los estándares culturales no son homogéneos, sino que están sujetos a variación en función de grupos sociales; en consecuencia, también la percepción de disonancia estaría modulada en virtud de la adscripción a los distintos colectivos sociales. Particularmente sorprendente –y probablemente especialmente significativa también– es la primera línea, en la que es posible observar que algo aparentemente tan puramente físico como la talla de ropa resulta ser también reflejo de los condicionantes sociales.

Podemos observar, por lo tanto, que el cuerpo funciona como un pilar en el que se sustenta la construcción de los mundos sociales de los seres humanos. ¿De qué manera se produce esa confluencia entre materialidad –objetividad– y subjetividad? Ambos han sido, tradicionalmente, dos polos opuestos por antonomasia. Es importante recordar, en este sentido, que las reducciones a dualismos pueden ser particular peligrosas. Desde nuestro punto de vista, Pierre Bourdieu consigue esquivar la tentación de reduccionismo subrayando como la amplia esfera de la objetividad material remite a la concreción de la subjetividad humana –y, en definitiva, a la materialidad del cuerpo donde reside-. La materialidad encarnada en el cuerpo media, en consecuencia, como vínculo entre la objetividad existente en el mundo social y la subjetividad. La mejor visualización de esa realidad la aporta el propio Bourdieu quien, al caracterizar el habitus, señala que "el cuerpo está en el mundo social, pero el mundo social está en el cuerpo" (2002, p. 41).

4. Investigación propiamente dicha: percepciones y sensibilidades acerca del cuerpo.

4.1. Objetivos

La investigación trata de conocer, de un lado, el nivel de satisfacción corporal y la visión sobre el propio cuerpo que tienen las personas. Junto a ello, se ha tratado de conocer la visión que la sociedad tiene sobre el resto de personas y las formas de aceptación o rechazo de las mismas en base a aspectos corporales. En tercer lugar, hemos querido conocer de manera más detallada –con diferenciación de sexo y edad- a quien afecta más la preocupación por el físico y la visión que del mismo tienen las personas. Y, por último, la investigación se ha centrado en conocer la opinión que la sociedad tiene sobre el consumo y la dieta para mejorar la visión corporal.

4.2. Muestra

Una vez suprimidos aquellos casos en los que la información ha sido incompleta o incorrecta, se ha contado con una muestra aleatoria que hemos categorizado en base a las variables género, complexión física y edad.

4.3. Recogida de información

Los datos que incorporamos a este artículo provienen de un trabajo de campo llevado a cabo por alumnos y el profesor Pedro Gil (constituidos en seminario de investigación para el efecto), de la Escuela Universitaria de Magisterio de Albacete. El cuestionario utilizado constaba de un total de 22 preguntas, de las que hemos recogido para nuestro artículo los datos de 8 de ellas, que consideramos de mayor significatividad sociológica, claramente orientadas al planteamiento teórico de este texto y que, en consecuencia, dan respuesta a los objetivos de nuestro estudio. Dado el origen formativo del trabajo del que proceden los datos, la selección de la muestra se llevó a cabo de manera aleatoria, siendo tabulados en función de las variables sexo, complexión física y edad (distinguiendo, en este caso, entre mayores y menores de 30 años).

Cuestionario

1. ¿Cuidas tu imagen corporal por el hecho de que sabes que el resto del mundo te mira?

2. ¿Quién piensas que puede estar más afectado por ese hecho, los hombres o las mujeres?

3. ¿Crees que la gente busca el cuerpo perfecto para no ser centro de una crítica social?

4. ¿Ves a la sociedad como un consumidor de las variantes de la actividad física, sean éstas la ropa, la cirugía plástica, entrenamiento, suplementos, juegos de realidad virtual, etc.?

5. ¿Tienes algún tipo de rechazo hacia las personas cuyo cuerpo se aparta de la norma social?

6. ¿Piensas que las personas con sobrepeso son víctimas de sus propios actos?

7. ¿Piensas desde el sentido común que el estar gordo es claramente algo equivocado?

8. ¿Piensas que las personas con sobrepeso se obligan a seguir una dieta equilibrada para intentar superar sus problemas y evitar que la gente los observe? 4.4. Análisis de los datos

Para recoger la información de los cuestionarios se elaboró una base de datos en el programa Excel y se realizó un análisis estadístico con el programa SPSS versión 13.3. Dicho análisis consistió en la descripción de la muestra y en la comparación cualitativa de las puntuaciones obtenidas, expresadas para un mayor entendimiento en porcentajes en función de las variables sexo, complexión física y edad.

5. Resultados

5.1. Inquietud por el cuidado de la imagen corporal

Teníamos un interés inicial en verificar con datos en qué medida existía un condicionamiento social en lo que se refiere al cuidado de la imagen corporal como consecuencia de que la persona es observada socialmente. En este sentido, nos convertimos en modestos bourdieuanos por unos momentos. Una primera cuestión que se planteó fue, genéricamente, la recogida en el ítem 1:"¿cuidas tu imagen corporal por el hecho de que sabes que el resto del mundo te observa?". Las respuestas a esta cuestión, distribuidas en función de la complexión física de los entrevistados (tabla 2), muestran como las categorías de respuesta nada o muy poco incrementan sus porcentajes a medida que aumenta el grado de la complexión, a la inversa de lo que ocurre con la categoría bastante. Las diferencias, aunque significativas, no deben ser sobredimensionadas, y parecen sugerir que, en cierto modo, las personas con mayor nivel de masa corporal tienden a expresar con mayor facilidad en una encuesta su insatisfacción con el cuidado corporal que llevan a cabo.

TABLA 2 –Contingencia Complexión * ítem 1

 

Ítem 1

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Complexión

Delgado

Recuento

6

3

3

1

0

5

18

% dentro de Compl.

33,3%

16,7%

16,7%

5,6%

0%

27,8%

100%

% dentro de 6

13,3%

17,6%

6,7%

2,1%

0%

11,6%

8,9%

% del total

30%

1,5%

1,5%

0,5%

0%

2,5%

8,9%

Normal

Recuento

29

12

31

36

3

32

143

% dentro de Compl.

20,3%

8,4%

21,7%

25,2%

2,1%

22,4%

100%

% dentro de 6

64,4%

 

70,6%

 

68,9%

 

750%

 

60,0%

 

74,4%

 

70,4%

 

% del total

14,3%

5,9%

15,3%

17,7%

1,5%

15,8%

70,4%

Sobre-peso

Recuento

10

2

11

11

2

6

42

% dentro de Compl.

23,8%

4,8%

26,2%

26,2%

4,8%

14,3%

100%

% dentro
de 6

22,2%

11,8%

24,4%

22,9%

40,0%

14,0%

20,7%

% del total

4,9%

1,0%

5,4%

5,4%

1,0%

3,0%

20,7%

Total

Recuento

45

17

45

48

5

43

203

% dentro de Compl.

22,2%

8,4%

22,2%

23,6%

2,5%

21,2%

100%

% dentro
de 6

100%

100%

100%

100%

100%

100%

100%

 

%
del total

22,2%

8,4%

22,2%

23,6%

2,5%

21,2%

100%

Como puede apreciarse, en la pregunta no existe ningún contenido que indique una comparación entre varones y mujeres –un matiz que sí se introdujo, como veremos, en la pregunta 2–. En la tabla 3 observamos que, con esta formulación de la pregunta, no aparecen diferencias entre ambos géneros que vayan más allá del entorno de los 5 puntos porcentuales en cada una de las categorías. Parece que, efectivamente, tanto hombres como mujeres asumen en medidas de que, inevitablemente, alguien nos va a mirar y debemos causar la mejor impresión posible. En la pregunta 2 se pide al entrevistado, explícitamente, que indique si cree que el hecho del cuidado corporal afecta en mayor medida a uno u otro género. Las cifras de la tabla 4 no dejan lugar a dudas, en cuanto casi la totalidad de entrevistados apreciaron que era la mujer la que, en mayor medida que el varón, aparece afectada. Las diferencias en este sentido eran prácticamente inapreciables entre los encuestados varones y mujeres.

TABLA 3 –Contingencia Género * ítem 1

 

Ítem 1

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Género

Hombre

Recuento

23

7

18

16

4

24

92

% dentro
de Género

25,0%

7,6%

19,6%

17,4%

4,3%

26,1%

100%

% dentro
de 6

51,1%

41,2%

40,0%

33,3%

80,0%

55,8%

45,3%

% del total

11,3%

3,4%

8,9%

7,9%

2,0%

11,8%

45,3%

Mujer

Recuento

22

10

27

32

1

19

111

% dentro
de Género

19,8%

9,0%

24,3%

28,8%

0,9%

17,1%

100%

% dentro
de 6

48,9%

58,8%

60,0%

66,7%

20,0%

44,2%

54,7%

% del total

10,8%

4,9%

13,3%

15,8%

0,5%

9,4%

54,7%

Total

Recuento

45

17

45

48

5

43

203

% dentro de Género

22,2%

8,4%

22,2%

23,6%

2,5%

21,2%

100%

% dentro
de 6

100%

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

22,2%

8,4%

22,2%

23,6%

2,5%

21,2%

100%

TABLA 4 –Contingencia Género * ítem 2

 

Ítem 2

Hombre

Mujer

Total

Género

Hombre

Recuento

2

90

92

% dentro de Género

2,2%

97,8%

100%

% dentro de 8

33,3%

45,7%

45,3%

% del total

1,0%

44,3%

45,3%

Mujer

Recuento

4

107

111

% dentro de Género

3,6%

96,4%

100%

% dentro de 8

66,7%

54,3%

54,7%

% del total

2,0%

52,7%

54,7%

Total

Recuento

6

197

203

% dentro de Género

3,0%

97,0%

100%

% dentro de 8

100%

100%

100%

% del total

3,0%

97,0%

100%

5.2. Visión social y nivel de aceptación en función de su imagen corporal

Dentro del conjunto de cuestiones planteadas aparecen las esperadas diferencias en función de la llamada masa corporal, pero la opinión que observamos cuando se pregunta a los encuestados acerca de si las personas con sobrepeso son víctimas de sus propios actos (ítem 6) resulta ser especialmente significativa (tabla 5). Una respuesta afirmativa parecería indicar que, en mayor o menor medida, la situación de sobrepeso es fruto del propio comportamiento de la persona que lo padece, probablemente por falta de una actividad física o dieta adecuadas. Las opciones de respuesta mucho o bastante no recogen ni una sola elección por parte de los encuestados con sobrepeso, lo que parece indicativo de una percepción de la situación como algo que no han conseguido evitar; en la misma lógica, los porcentajes de respuestas nada o muy poco son muy mayoritariamente escogidas por este grupo de encuestados (que suman entre ambas un 83’4) –desde luego, muy por encima de las elecciones de las personas de complexión normal o delgada-.

TABLA 5 –Contingencia Complexión * ítem 6

 

Ítem 6

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Complexión

Delgado

Recuento

2

5

2

2

4

3

18

% dentro de Compl.

11,1%

27,8%

11,1%

11,1%

22,2%

16,7%

100%

% dentro
de 15

7,7%

20,0%

4,1%

4,8%

36,4%

6,0%

8,9%

% del total

1,0%

2,5%

1,0%

1,0%

2,0%

1,5%

8,9%

Normal

Recuento

18

20

34

18

7

46

143

% dentro
de Compl.

12,6%

14,0%

23,8%

12,6%

4,9%

32,2%

100%

% dentro
de 15

69,2%

80,0%

69,4%

42,9%

63,6%

92,0%

70,4%

% del total

8,9%

9,9%

16,7%

8,9%

3,4%

22,7%

70,4%

Sobre-peso

Recuento

6

0

13

22

0

1

42

% dentro de Compl.

14,3%

0%

31,0%

52,4%

0%

2,4%

100%

% dentro de 15

23,1%

0%

26,5%

52,4%

0%

2,0%

20,7%

% del total

3,0%

0%

6,4%

10,8%

0%

0,5%

20,7%

Total

Recuento

26

25

49

42

11

50

203

% dentro
de Compl.

12,8%

12,3%

24,1%

20,7%

5,4%

24,6%

100%

% dentro
de 15

100%

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

12,8%

12,3%

24,1%

20,7%

5,4%

24,6%

100%

En una línea coincidente, quisimos conocer el punto de vista de los entrevistados acerca de en qué medida consideraban, más allá de informes científicos o médicos –es decir, en base al "sentido común"–, que el estar gordo es "algo equivocado" –o, lo que es lo mismo, algo que el sujeto debería tratar de corregir–. El dato más significativo y concluyente, a este respecto, es el que indica que el 88’1 por ciento de las personas con sobrepeso entrevistadas contestaron "nada" a la pregunta 7, un porcentaje que se sitúa más de 60 puntos porcentuales por encima de las cifras de los encuestados de complexión delgada o normal (tabla 6). Parece que las personas con sobrepeso no aceptan el calificativo "equivocado" para su situación, lo que sugiere que en una buena parte tienen interiorizada la idea de que es algo respecto a lo cual su propia voluntad o actos se encuentran muy limitados.

TABLA 6 – Tabla de contingencia Complexión * ítem 7

 

Ítem 7

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Complexión

Delgado

Recuento

1

4

3

4

2

4

18

% dentro de Compl.

5,6%

22,2%

16,7%

22,2%

11,1%

22,2%

 

% dentro de 16

4,3%

16,0%

8,8%

5,0%

66,7%

10,5%

8,9%

% del total

0,5%

2,0%

1,5%

2,0%

1,0%

2,0%

8,9%

Normal

Recuento

22

21

28

39

1

32

143

% dentro de Compl.

15,4%

14,7%

19,6%

27,3%

0,7%

22,4%

100%

% dentro de 16

95,7%

84,0%

82,4%

48,8%

33,3%

84,2%

70,4%

% del total

10,8%

10,3%

13,8%

19,2%

0,5%

15,8%

70,4%

Sobre-peso

Recuento

0

0

3

37

0

2

42

% dentro de Compl.

0%

0%

7,1%

88,1%

0%

4,8%

100%

% dentro de 16

0%

0%

8,8%

46,3%

0%

5,3%

20,7%

% del total

0%

0%

1,5%

18,2%

0%

1,0%

20,7%

Total

 

Recuento

23

25

34

80

3

38

203

% dentro de Compl.

11,3%

12,3%

16,7%

39,4%

1,5%

18,7%

100%

% dentro de 16

100%

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

11,3%

12,3%

16,7%

39,4%

1,5%

18,7%

100%

Los datos de la encuesta pueden ser considerados ilustrativos de cómo los individuos transmiten en una buena medida sus propias percepciones personales a lo que consideran que es la percepción colectiva. Ello coincidiría con la idea, comúnmente admitida, de que en las edades juveniles el cuerpo adopta una mayor relevancia como medio de relación social; es, sin duda, en esos tramos generacionales en los que el cuidado del cuerpo y su consideración como forma de atracción social son especialmente relevantes, como veíamos al considerar los análisis de Agustín Ciudad. Esa traslación de la percepción individual a lo que se considera propio del conjunto de la sociedad puede apreciarse de dos maneras. De un lado, podemos considerar como muy sintomático que, como recoge la tabla 7, ninguno de los 39 encuestados de más de 30 años de edad seleccione la opción "mucho", y sólo un 12’8 la opción "bastante", al responder acerca de si considera que la gente busca el cuerpo perfecto para no ser centro de crítica social; de otro lado, en la tabla 8 se observa como son los encuestados de menos de 30 años los que, en una medida mucho mayor (48’2), contesta "bastante" o "mucho" a la cuestión de si ven a la sociedad como consumidora de variantes de actividad física como ropa, cirugía plástica, etc. Los datos, referentes a la misma cuestión, tabulados por género permiten apreciar (tabla 9) como en el caso de los varones resultan mayoritarias las opciones "bastante" o "mucho" (57’6), mientras que en el caso de las féminas el porcentaje de ambas categorías de respuesta es mucho más reducido (28’8). Estos dígitos parecen sugerir que las mujeres contemplan ese tipo de actividades de una manera más natural, mientras que en el caso del sexo opuesto se conciben con más facilidad como el resultado del juego de interacciones sociales.

TABLA 7 –Tabla de contingencia Edad * ítem 3

 

Ítem 3

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Edad

 

+ de 30

Recuento

8

5

5

3

0

18

39

% dentro de Edad

20,5%

12,8%

12,8%

7,7%

0%

46,2%

100%

% dentro de 11

21,6%

12,8%

17,9%

25,0%

0%

25,0%

19,2%

% del total

3,9%

2,5%

2,5%

1,5%

0%

8,9%

19,2%

– de
30

Recuento

29

34

23

9

15

54

164

% dentro de Edad

17,7%

20,7%

14,0%

5,5%

9,1%

32,9%

100%

% dentro de 11

78,4%

87,2%

82,1%

75,0%

100%

75,0%

80,8%

% del total

14,3%

16,7%

11,3%

4,4%

7,4%

26,6%

80,8%

Total

Recuento

37

39

28

12

15

72

203

% dentro de Edad

18,2%

19,2%

13,8%

5,9%

7,4%

35,5%

100%

% dentro de 11

100%

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

18,2%

19,2%

13,8%

5,9%

7,4%

35,5%

100%

TABLA 8 – Tabla de contingencia Edad * ítem 4

 

Ítem 4

Algo

Bastante

Muy poco

Mucho

A veces

Total

Edad

 

 

 

 

+ de
30

Recuento

10

5

6

1

17

39

% dentro de Edad

25,6%

12,8%

15,4%

2,6%

43,6%

100%

% dentro de 12

25,0%

7,6%

33,3%

5,3%

28,3%

19,2%

% del total 

4,9%

2,5%

3,0%

,5%

8,4%

19,2%

 

 

 

- de
30

Recuento

30

61

12

18

43

164

% dentro de Edad

18,3%

37,2%

7,3%

11,0%

26,2%

100% 

% dentro de 12

75,0%

 

92,4%

 

66,7%

 

94,7%

 

71,7%

 

80,8%

 

% del total

14,8%

30,0%

5,9%

8,9%

21,2%

80,8%

Total

Recuento

40

66

18

19

60

203

% dentro de Edad

19,7%

32,5%

8,9%

9,4%

29,6%

100%

% dentro de 12

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

19,7%

32,5%

8,9%

9,4%

29,6%

100%

TABLA 9 – Tabla de contingencia Género * ítem 4

 

Ítem 4

Algo

Bastante

Muy poco

Mucho

A veces

Total

Género

 

Hombre

Recuento

12

43

4

10

23

92

% dentro de Género

13,0%

46,7%

4,3%

10,9%

25,0%

100%

% dentro de 12

30,0%

65,2%

22,2%

52,6%

38,3%

45,3%

% del total

5,9%

21,2%

2,0%

4,9%

11,3%

45,3%

Mujer

Recuento

28

23

14

9

37

111

% dentro de Género

25,2%

20,7%

12,6%

8,1%

33,3%

100%

% dentro de 12

70,0%

34,8%

77,8%

47,4%

61,7%

54,7%

% del total

13,8%

11,3%

6,9%

4,4%

18,2%

54,7%

Total

Recuento

40

66

18

19

60

203

% dentro de Género

19,7%

32,5%

8,9%

9,4%

29,6%

100%

% dentro de 12

100%

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

19,7%

32,5%

8,9%

9,4%

29,6%

100%

Los dígitos pueden, en este sentido, mostrar alguna paradoja, dado que aparece asumida la realidad de que existe un condicionante social en aspectos relativos al cuerpo como los señalados, pero a la vez el entrevistado individual se muestra reticente a aceptar que él o ella, personalmente, puedan sentir "algún tipo de rechazo" hacia las personas cuyo cuerpo se aparta de la norma social. Los datos de la tabla 10 permiten apreciar como las opciones de respuesta "bastante" o "mucho" no cuentan con una sola elección, mientras que resulta muy ampliamente elegida la opción "nada". La formulación de la pregunta pretendía, deliberadamente, recoger la expresión "algún tipo de rechazo" para que, cualquiera que fuera el grado o la forma del mismo, el entrevistado pudiera verse reflejado con facilidad; cualquier tipo de rechazo podría ser, por ejemplo, el desagrado estético que pudiera generar un individuo con problemas de obesidad. Podría concluirse que, si bien se reconoce que, en conjunto, pueda darse un rechazo social, el entrevistado tiende a expresar que se produce sin su concurso. En término metodológicos, cabría pensar muy razonablemente que en la pregunta 5 del cuestionario los encuestados responden en función de lo que se ha dado en llamar "conformidad con las pautas de deseabilidad social", de tal manera que contestan de una manera que no suscite rechazo o que se considere más correcta o aceptable en función de las pautas de comportamiento y morales comúnmente asumidas.

TABLA 10 – Tabla de contingencia Edad * ítem 5

 

Ítem 5

Algo

Muy poco

Nada

A veces

Total

Edad

+ de 30

Recuento

1

8

30

0

39

% dentro de Edad

2,6%

20,5%

76,9%

0%

100%

% dentro de 14

50,0%

25,8%

17,9%

0%

19,2%

% del total

0,5%

3,9%

14,8%

0%

19,2%

- de 30

Recuento

1

23

138

2

164

% dentro de Edad

0,6%

14,0%

84,1%

1,2%

100%

% dentro de 14 

50,0%

74,2%

82,1%

100%

80,8%

% del total

0,5%

11,3%

68,0%

1,0%

80,8%

Total

Recuento

2

31

168

2

203

% dentro de Edad

1,0%

15,3%

82,8%

1,0%

100%

% dentro de 14

100%

100%

100%

100%

100%

% del total

1,0%

15,3%

82,8%

1,0%

100%

5.3. La dieta como instrumento de cuidado de la imagen corporal

En todo caso, la percepción acerca de si, como consecuencia de de sus problemas y para evitar la presión social, las personas con sobrepeso se ven forzadas a seguir una dieta (ítem 8), aparece graduada en función de la complexión de los encuestados. Así, en la tabla 11 podemos apreciar como a medida que vamos pasando de la condición de delgado a la de normal y sobrepeso, los porcentajes de elecciones en muy poco o nada se amplían muy significativamente. De hecho, ninguno de los encuestados de complexión delgada elige ninguna de ambas opciones, por un 26’2 y 21’4 en cada una de ellas respectivamente, en el caso de los encuestados con sobrepeso. Se podría pensar –en función de los dígitos– en una cierta dificultad, por parte de los individuos sin sobrepeso, para tener una comprensión real de la dificultad para evitar ese problema de las personas con disposición a padecerlo. Su solución no es, con muchísima frecuencia, sólo cuestión de una dieta más o menos adecuada. Por el contrario, en las opciones bastante y mucho los porcentajes son decrecientes a medida que avanzamos en la complexión corporal de los entrevistados. Las interpretaciones pueden ser diversas, pero entendemos que es muy razonable considerar que un cierto número de personas con sobrepeso puede tender a pensar que deberían hacer un mayor esfuerzo de control de su alimentación (en la línea de lo que veíamos en la tabla 2), o que, en cualquier caso, un porcentaje de ellas pueden rechazar la idea de que su actitud al respecto pueda derivarse de la observación de otros.

TABLA 11 – Tabla de contingencia Complexión * ítem 8

 

Ítem 8

Algo

Bastante

Muy poco

Nada

Mucho

A veces

Total

Complexión

Delgado

Recuento

2

5

0

0

5

6

18

% dentro de Compl.

11,1%

27,8%

,0%

,0%

27,8%

33,3%

100%

% dentro de 19

4,3%

17,2%

,0%

 

,0%

 

16,7%

 

12,2%

 

8,9%

 

% del total

1,0%

2,5%

,0%

,0%

2,5%

3,0%

8,9%

Normal

Recuento

37

23

24

4

25

30

143

% dentro de Compl.

25,9%

 

16,1%

 

16,8%

 

2,8%

 

17,5%

 

21,0%

 

100%

 

% dentro de 19

78,7%

 

79,3%

 

68,6%

 

30,8%

 

83,3%

 

61,2%

 

70,4%

 

% del total

18,2%

11,3%

11,8%

2,0%

12,3%

14,8%

70,4%

Sobre-peso

Recuento

8

1

11

9

0

13

42

% dentro de Compl.

19,0%

2,4%

 

26,2%

 

21,4%

 

,0%

 

31,0%

 

100%

 

% dentro de 19

17,0%

3,4%

 

31,4%

 

69,2%

 

,0%

 

26,5%

 

20,7%

 

% del total

3,9%

,5%

5,4%

4,4%

,0%

6,4%

20,7%

Total

Recuento

47

29

35

13

30

49

203

% dentro de Compl.

23,2%

 

14,3%

 

17,2%

 

6,4%

 

14,8%

 

24,1%

 

100%

 

% dentro de 19

100%

100%

 

100%

 

100%

 

100%

 

100%

 

100%

 

% del total

23,2%

14,3%

17,2%

6,4%

14,8%

24,1%

100%

Las percepciones y sensibilidades acerca del cuerpo, de esta manera, aparecen diferenciadas en función de características que, en sí mismas, son también corporales –como la complexión, el género o la edad–. Los dígitos que acabamos de repasar, dentro de la frialdad que inevitablemente caracteriza a la expresión numérica, nos revelan sentimientos muy enraizados en la vida cotidiana de las personas, y nos han puesto de manifiesto que cuerpo y sociedad –es decir, materia e intersubjetividad- operan como dos caras de una misma, indisoluble, moneda.

6. Conclusión

De esta manera, hemos tratado de cerrar el círculo de la socialización y de la interacción intersubjetiva vinculando el mundo de vida social de los individuos con la subjetividad que radica en el cuerpo. Ésta última, sin embargo, no ha quedado relegada a la función de mero objeto de especulación metafísica; muy al contrario, hemos querido resaltar muy especialmente la condición material que la sustenta, y que adquiere la forma de cuerpo. Hemos tratado de hacerlo con el soporte, en nuestro último apartado, de datos ilustrativos de cómo el mundo social tiene incidencia sobre nuestro cuerpo. El uso y la percepción que tenemos de él tampoco ha aparecido al margen de nuestra propia condición corporal; por el contrario, hemos podido apreciar que tres rasgos corporales básicos fundamentan matices y diferencias sustantivas en nuestra forma de relacionarnos con nuestros cuerpos. A estos efectos, el tener o no sobrepeso, el estar o no en el tramo de edad juvenil, y el ser hombre o mujer son rasgos que condicionan la percepción de nuestro cuerpo, a la vez que la percepción que los demás tienen de él. Esta realidad de dos direcciones no se agota en sí misma, sino que se inserta en la complejidad del mundo de relaciones sociales en el que nuestro cuerpo tiene el rol fundamental –que puede ser, en ocasiones, más facilitador, al igual que en otros casos puede ser fuente de dificultades y complejos diversos–.

El cuerpo ha quedado definido, entendemos, como sede de la subjetividad y, en consecuencia, como punto de conexión útil para la conformación de un mundo social, tanto en lo que se refiere al ámbito de la trayectoria que el sujeto adoptará a la largo de toda su vida como en lo concerniente, específicamente, a la socialización infantil –que transcurre en buena medida entre el grupo de iguales–. Se trata de un recorrido que inevitablemente –y afortunadamente– siempre hemos llevado a cabo embarcados en nuestros cuerpos, fuente de nuestras limitaciones pero, también, de todas nuestras potencialidades –como las que manan de esos dedos que, a modo de terminales corpóreas, ahora teclean las últimas letras de estas reflexiones–.

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