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versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.32 n.8 Caracas ago. 2007

 

EFECTO DE ALGUNOS INSECTICIDAS SOBRE LA MOTA BLANCA DEL GUAYABO, Capulinia SP. (HEMIPTERA: ERIOCOCCIDAE)

Dorys T. Chirinos, Francis Geraud-Pouey, Liseth Bastidas, Milagros García y Yamilet Sánchez

Dorys T. Chirinos. Técnica Superior Agrícola, Instituto Universitario Tecnológico de Maracaibo (IUTM), Venezuela. Ingeniera Agrónoma, La Universidad del Zulia (LUZ), Venezuela. Maestría y Doctorado en Entomología, Universidad Central de Venezuela. Profesora, LUZ, Venezuela. Dirección: Unidad Técnica Fitosanitaria (UTF), Facultad de Agronomía, LUZ, Maracaibo, Venezuela. e-mail: dtchirinos@gmail.com

Francis Geraud Pouey. Ingeniero Agrónomo, LUZ, Venezuela. M.S. y Ph.D. en Entomología, University of California, Berkeley, EEUU. Profesor, LUZ, Venezuela. e-mail: fgeraudp@gmail.com

Liseth Bastidas. Ingeniera Agrónoma, LUZ, Maracaibo, Venezuela, Asistente de investigación. LUZ, Maracaibo, Venezuela. e-mail: liseth.bastidas@gmail.com

Milagros García. Técnica Superior Agrícola, IUTM, Venezuela. e-mail: garcia.milagros@gmail.com

Yamilet Sánchez. Ingeniera Agrónoma, LUZ, Venezuela. e-mail: sanchezpyr@hotmail.com

RESUMEN

Durante ene-mar 2004 y jun-jul 2005, dos ensayos fueron realizados para evaluar el efecto de algunos insecticidas sobre Capulinia sp. En el primero, realizado en el laboratorio, los tratamientos incluidos fueron clorpirifos (0,06% v/v i.a.), imidacloprid (0,06% p/v i.a.), azadirachtina (0,45% p/v i.a.), Bauveria bassiana (2×1012 conidias/100g; 2,5g/l) y un testigo absoluto. A las mezclas de insecticidas les fue añadido un surfactante (Extravón 200 0,5% v/v). Para el segundo ensayo, realizado fuera del laboratorio, fue incluido un tratamiento adicional consistente en surfactante+agua solamente. Se contó el número de individuos vivos y muertos, previo a la aplicación de tratamientos y a las 48, 72, 96h postaplicaciones, seguido de seis y siete conteos semanales, para el primer y segundo ensayo, respectivamente. El porcentaje de mortalidad fue significativamente superior sobre plantas tratadas con clorpirifós y con imidacloprid, bajo los cuales todas las plantas llegaron al final de los ensayos en buenas condiciones, contrastando con los restantes tratamientos, donde hubo tallos necrosados debido al daño causado por el insecto. A pesar de la efectividad demostrada, el uso de estos dos insecticidas debe ser considerado dentro de la racionalidad del manejo integrado de plagas.

EFFECTS OF SOME INSECTICIDES ON GUAVA COTTONY SCALE, Capulinia sp. (HEMIPTERA: ERIOCOCCIDAE)

SUMMARY

During Jan-Mar 2004 and Jun-Jul 2005, two experiments were conducted in order to evaluate the effect of some insecticides on Capulinia sp. The treatments included in the first experiment, carried out in the laboratory, were chlorpyrifos (0.06% v/v a.i.), imidacloprid (0.06% p/v a.i.), azadiractin (0.45% p/v a.i.), Bauveria bassiana (2×1012 conidia/100g, 2.5g/l) and an untreated control. The insecticide mixtures contained a surfactant (Extravón 200 0.5% v/v). In the second experiment, conducted outside the laboratory, an additional treatment consisting of surfactant+water only, was included. The numbers of live and dead individuals were counted previous to the application of treatments and at 48, 72, 96h post application, followed by six and seven weekly counts for the first and second experiments, respectively. Mortality (%) was higher under chlorpyrifos and imidacloprid, where all the treated plants reached the end of the test in good conditions, contrasting with the other treatments, where insect-caused stem necrosis occurred. Although the effectiveness of these two insecticides is shown, their usage should be considered within the rationality of integrated pest management.

EFEITO DE ALGUNS INSETICIDAS SOBRE A COCHONILHA BRANCA DA GOIABEIRA, Capulinia SP. (HEMIPTERA: ERIOCOCCIDAE)

RESUMO

Durante Janeiro–março 2004 e junho-julho 2005, dois ensaios foram realizados para avaliar o efeito de alguns inseticidas sobre Capulinia sp. No primeiro, realizado em laboratório, os tratamentos incluídos foram clorpirifós (0,06% v/v i.a.), imidacloprid (0,06% p/v i.a.), azadiractina (0,45% p/v i.a.), Bauveria bassiana (2×1012 conidias/100g; 2,5g/l) e uma testemunha absoluta. Às misturas de inseticidas foi acrescentado um surfactante (Extravon 200 0,5% v/v). Para o segundo ensaio, realizado fora do laboratório, foi incluído também um grupo de plantas com aplicação de surfactante+água somente. Contou-se o número de indivíduos vivos e mortos, antes da aplicação dos tratamentos e às 48, 72, 96h pos-aplicações, seguido de seis e sete contagens semanais, para o primeiro e segundo ensaio, respectivamente. A porcentagem de mortalidade foi significativamente superior sobre plantas tratadas com clorpirifós e com imidacloprid, sob os quais todas as plantas chegaram ao final dos ensaios em boas condições, contrastando com os tratamentos restantes, onde houve caules necrosados devido ao dano causado pelo inseto. A pesar da efetividade demonstrada, o uso destes dois inseticidas deve ser considerado dentro da racionalidade do manejo integrado de pragas.

PALABRAS CLAVE / Control de Plagas / Escamas / Guayabo / Mota Blanca / Plaguicidas /

Recibido: 17/10/2006. Modificado: 25/06/2007. Aceptado: 02/07/2007.

Introducción

Después de su aparición en Venezuela a principios de 1993, la mota blanca del guayabo, Capulinia sp. (Hemiptera: Erioccocidae), causó fuertes infestaciones y daños severos al cultivo del guayabo, Psidium guajava L., convirtiéndose rápidamente en un serio problema entomológico (Cermeli y Geraud, 1997). En ello influyó la alta tasa reproductiva y la inexistencia en ese entonces de enemigos naturales específicos y eficientes (Chirinos et al., 2003, 2004). Este insecto fue una de las principales causas de pérdida en la producción y posterior reducción de huertos, especialmente en la planicie de Maracaibo, donde estaba concentrada la mayor superficie de cultivo en la región (Araujo et al., 1997). Sin embargo, otros problemas fitosanitarios, tales como la muerte regresiva asociada a nemátodos agalladores de raíces y hongos del suelo, y la podredumbre apical de los frutos, también afectaron de manera significativa la producción de este importante frutal (Cassasa et al., 1996; Montiel et al., 1997).

Mientras se generaban alternativas de manejo de este insecto chupador a largo plazo, se hizo necesario evaluar prácticas inmediatas de control de modo de reducir los severos daños a las plantas y mantener productivos los huertos de guayabo. Así se evaluó en un experimento de campo el efecto de algunos productos químicos, corroborándose la efectividad de clorpirifos con reducidas frecuencias de aplicación (Chirinos-Torres et al., 2000).

En 1996 fue detectado un parasitoide aparentemente específico de Capulinia sp., el cual fue identificado como Metaphycus sp. (Hymenoptera: Encyrtidae; Chirinos-Torres et al., 2000; Geraud-Pouey, 2001a, b). A partir de entonces, la situación de Capulinia sp. como plaga, cambió drásticamente. Las infestaciones se redujeron a brotes esporádicos en pocas plantas muy localizadas dentro de los huertos desarrollados, concentrándose las colonias del insecto hacia las ramas periféricas de la copa de las plantas infestadas. No obstante, Capulinia sp. sigue siendo una preocupación para los productores de guayaba. En ello influye el marcado desconocimiento acerca de la relación hospedero-parasitoide en el contexto dinámico del control natural en los huertos. La consecuente incertidumbre induce a los agricultores a la frecuente aplicación de insecticidas como respuesta a cualquier incipiente infestación, lo que puede generar desbalances en el control natural, afectando el equilibrio poblacional de ésta y otras especies fitófagas, y al parecer está generando la aparición de nuevas plagas, tales como trips del merey, Selenothrips rubrocinctus (Giard) (Thysanoptera; Thripidae) y chinches de encaje, Ulotingis sp. (Hemiptera: Tingidae), causando bronceado de frutos y clorosis en hojas, respectivamente. Para disminuir la incidencia de esos brotes hay que considerar la posibilidad de complementar la acción del control natural con eventuales medidas adicionales como la aplicación de algún insecticida efectivo, dirigidas a las plantas infestadas o parte de ellas. La selectividad así lograda, contribuiría a mantener el equilibrio dentro del huerto y evitar problemas más graves que aquellos que se pretende solucionar.

Desde la aparición de Capulinia sp. se han utilizado varias alternativas para su control; entre éstas, insecticidas de diferente naturaleza y modo de acción (químicos, botánicos y patógenos), los cuales con frecuencia son promocionados por empresas fabricantes y aplicados por los agricultores sin tener clara la necesidad real de hacerlo. Más aún, en algunos casos sin siquiera saber si esos productos tienen algún efecto para controlar a este insecto, tal como frecuentemente ocurre en el manejo de problemas entomológicos en agricultura, lo que compromete la dinámica ecológica en el huerto e incrementa los costos de producción, sin beneficios tangibles asegurados (Chirinos y Geraud-Pouey, 1996). Por tal razón, se evaluó el efecto de algunos de esos insecticidas en el control de Capulinia sp. infestando plantas pequeñas de guayabo bajo condiciones de aislamiento, para así evitar interferencia por otros factores y evaluar el posible uso de aquellos que resultasen efectivos, dentro de la racionalidad del manejo integrado de plagas en guayabo.

Materiales y Métodos

El efecto de insecticidas en el control de Capulinia sp. fue evaluado en dos ensayos conducidos en la Unidad Técnica Fitosanitaria, Facultad de Agronomía, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela. Dichos ensayos se realizaron con plantas en potes, artificialmente infestadas y mantenidas en aislamiento.

Ensayo 1

Este ensayo fue realizado en el laboratorio durante el período ene-mar 2004. La humedad relativa (HR) y temperatura (T, ºC) fueron medidas con un higrómetro de aguja giratoria (Durotherm, Alemania) y un termómetro de mercurio (Sper Cientific, Taiwan), respectivamente. En ambos casos, las medidas fueron tomadas tres veces al día (aproximadamente 8:00, 12:00 y 18:00h). Se calculó la media de las tres mediciones diarias y se obtuvieron los valores promedios durante el ensayo (media de las mediciones diarias), que fueron T= 26±3,72ºC y HR= 82±3,69%.

Los tratamientos evaluados fueron 1) Clorpirifos (Lorsban 4E, Dow, La Castellana, Venezuela) 0,06% ia p/v. 2) Imidacloprid (Relevo CE, Zingenta, Cagua, Venezuela) 0,06% ia p/v. 3) Azadirachtina (Sukrina 75-CE, Oikos, Maracay, Venezuela; formulación comercial de extracto de planta de Nim, Azadirachta indica A. Juss) 0,45% ia p/v. 4) Bauveria bassiana (Bálsamo; Proecol 2×1012 conidias/100g; 2,5g/l; Probioagro, Acarigua, Venezuela; formulación comercial del hongo entomopatogénico) y 5) Testigo absoluto. A las mezclas de insecticidas les fue añadido un surfactante-adherente, Nonilfenoxi-Polietilenglicol (Extravón 200, Syngenta Basilea, Suiza) 0,006% p/v. para uniformizar los tratamientos, debido a que debía ser añadido al Proecol, siguiendo recomendaciones de la empresa productora.

Ensayo 2

Con el fin de complementar los resultados obtenidos en el ensayo anterior, un segundo ensayo fue realizado fuera del laboratorio, durante jun-jul 2005. La T y HR, medidas de la misma forma que para el ensayo 1, fueron 33,7 ±2,26°C y 77,1 ±4,75%, respectivamente. Además de los cinco tratamientos arriba señalados se añadió un sexto tratamiento con solución de surfactante (Extravon) 0,5% ia, con el fin de separar el efecto que esta sustancia pudiera tener sobre la mortalidad del insecto, ya que la misma fue incluida en las mezclas de insecticidas en ambos ensayos.

Plantas para colonias y experimentos

Los detalles de la metodología utilizada para la producción de plantas fue previamente descrita (Geraud-Pouey et al., 2001b, Chirinos et al., 2003, 2004). Las plantas para mantenimiento de colonias fueron cultivadas en bolsas de polietileno con ~2kg de mezcla de suelo (arena limosa y materia orgánica vegetal, 2:1), dejadas al aire libre y fertilizadas semanalmente con 5g/planta de fórmula completa (15-15-15).

Para los experimentos también fueron utilizadas plantas creciendo en bolsas de polietileno. A los cuatro y seis meses de edad, cuando habían alcanzado ~0,5 y ~1cm de diámetro en la base del tallo, en los casos de los experimentos 1 y 2 respectivamente, cada planta fue transplantada a un envase de plástico de 10,5cm de altura y 9cm de diámetro, con capacidad de 0,5 litros. El envase tenía tapa enroscada, la cual fue colocada con el fin de evitar la pérdida del suelo durante la colocación de las plantas en posición horizontal para las observaciones bajo el microscopio estereoscópico. La tapa tenía un agujero central de 1,5cm de diámetro para alojar la base del tallo de la planta, la cual era introducida mediante una abertura radial hasta el borde externo de la misma y tenía cuatro orificios equidistantes, de 0,5cm, utilizados para regar la planta. En la parte inferior de la pared del envase había cuatro orificios equidistantes para drenar el exceso de agua de riego. Previo al trasplante, la raíz de fijación fue podada para facilitar el acomodo de las raíces de absorción dentro del envase. La parte aérea de la planta también fue podada, dejando un tallo recto de 25-30cm de altura con dos a cuatro hojas funcionales en el tope. Las plantas fueron mantenidas por dos semanas en recuperación antes de ser usadas en los ensayos. Luego del período de recuperación post-transplante, cada planta fue inoculada con tres masas de huevos de Capulinia sp. para un total de 300-400 huevos por planta, dejando transcurrir un período de unos 22 días para el establecimiento de las colonias del insecto.

Experimentos

Después de la infestación artificial y establecimiento de colonias de Capulinia sp. sobre las plantas, éstas fueron asignadas aleatoriamente en cinco y cuatro grupos para el primer y segundo ensayo, respectivamente. Cada grupo estuvo conformado a su vez por cinco plantas en el caso del ensayo 1, o por seis plantas en el ensayo 2 (una planta por tratamiento en cada caso) las cuales, previamente rotuladas por tratamiento, fueron colocadas dentro de una jaula cilíndrica de 81cm de altura y 48cm de diámetro, consistentes en una estructura de cinco barras de hierro de 0,3cm de diámetro, equidistante y perpendicularmente soldadas en sus extremos a dos aros, las cuales eran cubiertas con tela de organza. La unidad experimental consistió en una planta de guayabo, infestada con Capulinia sp.

Previo a la aplicación de los tratamientos se realizó un conteo (el 24/01/2004 para el ensayo 1 y el 03/06/2005 para el ensayo 2) a fin de estimar la población inicial. La aspersión de los insecticidas (ensayo 1 el 31/01/2004 y ensayo 2 el 04/06/2005) fue hecha con atomizadores manuales del tipo utilizado en peluquerías, de 250ml de capacidad, tomando cuidado de cubrir completamente la planta, sin producir mayor escurrimiento de las mezclas. Los testigos no recibieron aspersión. Posterior a las aspersiones se realizaron nueve (ensayo 1) y diez (ensayo 2) conteos, los tres primeros a las 48, 72 y 96h y los restantes a intervalos semanales. Dichos conteos fueron realizados colocando la planta en posición horizontal bajo un microscopio estereoscópico con estativo alto, utilizando aumentos de 6,3× hasta 40×.

Para estimar la población de Capulinia sp. se contó el número de individuos presentes en el tallo de cada planta, incluyendo por separado tanto los vivos como los muertos, en fases de ninfas de primer estadio, ninfas de segundo estadio hembras y hembras adultas. Con la sumatoria de las fases vivas contadas se obtuvo el número de individuos vivos y de la misma forma se hizo para obtener el número de individuos muertos. Se calculó el porcentaje de mortalidad por tratamiento (100×número de individuos muertos/(individuos vivos+individuos muertos). Dada la variación de la longitud de los tallos (25-30cm), los resultados de los contajes fueron uniformizados refiriéndolos a 20cm2 de corteza. El área de la corteza fue calculada como (10×circunferencia menor+circunferencia mayor). Cada circunferencia se obtuvo a partir de la medición del respectivo diámetro.

Ejemplares de esta especie de Capulinia sp. han sido depositados en el Museo de Artrópodos de La Universidad del Zulia (MALUZ), Venezuela, para su ulterior descripción y publicación.

Análisis estadísticos

El diseño experimental consistió en un arreglo factorial de 5×5×9 (tratamientos×repeticiones×conteos) para el primer ensayo y de 6×4×10 para el segundo. Para determinar el efecto de los tratamientos se comparó el promedio total del número de individuos vivos y del porcentaje de mortalidad de Capulinia sp. Con el fin de homogeneizar las varianzas, previo al análisis fueron transformadas con la función Ö(x+1) para cada variable X. La comparación de medias se hizo con el método de los mínimos cuadrados utilizando el programa estadístico SAS (1996).

Resultados y Discusión

Ensayo 1

Dos tendencias generales pueden ser separadas al considerar las fluctuaciones de los porcentajes de mortalidad y números de individuos vivos de Capulinia sp. Por un lado clorpirifos e imidacloprid, y por el otro los restantes con variaciones entre ellos (Figura 1). Las poblaciones iniciales (primer conteo), fueron aproximadamente similares para todos los tratamientos con excepción de clorpirifos, donde fueron ligeramente más altas. Posterior a la aplicación de los tratamientos, las plantas asperjadas con imidacloprid y clorpirifos mostraron los mayores porcentajes de mortalidad permitiendo el menor número de individuos vivos (P<0,05; Tabla I). En ambos casos, las poblaciones siguieron similares tendencias de disminución, mientras que los porcentajes de mortalidad se mantuvieron altos durante todo el experimento (Figura 1).

En plantas tratadas con azadirachtina, durante los tres primeros conteos postaplicación, los niveles poblacionales se mantuvieron similares al inicial (Figura 1). A los siete días (cuarto conteo postaplicación), los individuos vivos aumentaron alcanzando su máximo (~220 individuos), luego de lo cual declinaron hasta el final del ensayo. Aunque su comparación con el testigo evidencia algún efecto en la mortalidad (promedio de 49,17%; Tabla I), la declinación poblacional estuvo asociada con el deterioro de las plantas debido a las altas poblaciones alcanzadas por Capulinia sp., lo que ocasionó la necrosis del tallo y deterioro de algunas de ellas, lo cual redujo el número de plantas evaluadas a partir del sexto conteo (Figura 2).

En el caso de las plantas asperjadas con B. bassiana, se observó poco efecto sobre el insecto. Las poblaciones comenzaron a aumentar desde las 96h postaplicación hasta alcanzar su número máximo en el cuarto conteo (469,98 individuos). Al igual que en el caso de azadirachtina, parte de la mortalidad del insecto (promedio de 39,99%; Tabla I) estuvo asociada con el deterioro de las plantas (tallos necrosados), lo que se aprecia en el número de plantas evaluadas al final del ensayo (Figura 2).

Sobre las plantas no tratadas (Testigo), el número de individuos vivos de Capulinia sp. aumentó mas rápido, alcanzando mayores niveles comparado con las plantas bajo los demás tratamientos (Figura 1, Tabla I). En consecuencia, los daños causados por el insecto a esas plantas, hizo que disminuyera su número desde el cuarto conteo (Figura 2).

Los resultados de este ensayo mostraron que clorpirifos e imidacloprid fueron efectivos para el control de Capulinia sp. No obstante, el haber utilizado plantas de solo cuatro meses de edad, algo limitadas en desarrollo vegetativo (0,5cm de diámetro en el tallo) pudo haber interferido en la manifestación de diferencias más acentuadas entre tratamientos.

Ensayo 2

En este ensayo, las mejores condiciones de las plantas permitieron el desarrollo de mayores poblaciones iniciales aumentando las infestaciones, en los tratamientos que resultaron menos efectivos para controlar Capulinia sp. (Figura 3; Tabla II). Al igual que en el primer ensayo, el efecto de clorpirifos e imidacloprid puede separarse del resto de los tratamientos, lo que se hizo evidente a partir de la aplicación de los mismos (Figura 3). En las plantas asperjadas con estos dos insecticidas, las poblaciones declinaron drásticamente entre 24 y 48h después de las aspersiones (de 151 y 343 a 0 individuos/20 cm2 en ambos casos, en el noveno y octavo conteo, respectivamente), asociado a creciente y alta mortalidad (51-99% y 28-99%, respectivamente) que sobrepasó considerablemente a las observadas en el resto de los tratamientos. El mayor número de individuos vivos observados en plantas asperjadas con imidacloprid, comparado con aquellas en las que se aplicó clorpirifos (Tabla II; P<0,05), pudo estar influenciado por la superior infestación inicial (2,2 veces) sobre las primeras (Figura 3).

En las plantas tratadas con azadirachtina, las poblaciones sufrieron un gradual incremento después de la aspersión, alcanzando un máximo algo más abrupto en el quinto conteo, en la segunda semana (263-1061 individuos/20cm2), que al menos quintuplicó los promedios totales de individuos vivos en los dos tratamientos anteriores (Tabla II). En este caso, la mortalidad resultó muy moderada (9-41%; Figura 3 y Tabla II). Ambos resultados sugieren baja efectividad del insecticida para controlar a Capulinia sp. Por otro lado, el daño a las plantas causado por esas altas infestaciones produjo deterioro y secado de los tallos, volviéndolas inadecuadas para la supervivencia del insecto, razón por la cual sus poblaciones no pudieron ser evaluadas después del sexto conteo (Figura 4). Aunque con mayores poblaciones que en el primer ensayo, las tendencias fueron similares en cuanto a la fluctuación poblacional y mortalidad.

Con variaciones, las plantas asperjadas con B. bassiana y surfactante+agua muestran similares tendencias a las no tratadas en cuanto a las altas infestaciones alcanzadas y bajos porcentajes de mortalidad (Figura 3). Ello evidencia que los tratamientos no fueron efectivos para el control del insecto. De hecho, en plantas tratadas con B. bassiana y surfactante+agua, solo pudieron realizarse observaciones hasta el quinto conteo y en las no tratadas hasta el sexto (Figura 4), debido al daño en el tallo por la alta infestación. Cabe resaltar que a lo largo de todas las observaciones, tanto en este ensayo como en el anterior, en las plantas tratadas con B. bassiana no se observó esporulación en los insectos muertos. En el caso de plantas asperjadas con surfactante+agua, los altos niveles poblacionales alcanzados por Capulinia sp. muestran que el tratamiento no tuvo efecto en reducir las infestaciones.

En resumen, el número de individuos vivos fue superior en las plantas no tratadas y en aquellas tratadas con surfactante+agua, seguido de las asperjadas con B. bassiana y azadirachtina, e inferior en las tratadas con imidacloprid seguido de clorpirifos (Tabla II). Esto último estuvo asociado con alta mortalidad por efecto de los dos últimos insecticidas, lo que corrobora los resultados obtenidos en el primer ensayo.

La efectividad de clorpirifos sobre Capulinia sp., había sido experimentalmente documentada bajo condiciones de campo (Chirinos-Torres et al., 2000). La efectividad detectada para imidacloprid coincide con la observada por otros investigadores para otras escamas en diferentes cultivos (Insulandi et al., 2000; Yamamoto et al., 2001; Shneid-Afonso et al., 2004). Asimismo, fue documentada para Myzus persicae (Homoptera: Aphididae) sobre lechuga (Zanogel et al., 2002). Sin embargo, en otro ensayo imidacloprid resultó inefectivo para el control de la escama Unaspis euonymi (Homoptera: Diaspididae) sobre plantas ornamentales (Rebek y Sadof, 2003).

Imidacloprid es un insecticida de nueva generación perteneciente a los neonicotinoides, con buena acción sistémica por penetración foliar, pero además con notoria capacidad de ser absorbido por las raíces de las plantas (Ware y Whitacre, 2004). Experiencias en el laboratorio (datos no publicados) mostraron que aplicaciones de imidacloprid a plantas de guayabo creciendo en macetas, destinadas a servir de sustrato para la cría de Capulinia sp. para realizar experimentos, no pudieron ser utilizadas por más de cinco meses después de una aplicación de imidacloprid, ya que morían las ninfas de primer estadío emergidas de las masas de huevos artificialmente inoculadas. En este sentido, Bethke y Redak (1997) detectaron 100% de mortalidad de ninfas de Bemisia argentifolii sobre poinsetia hasta 88 días después de la aspersión. Este prolongado efecto residual en las plantas debe ser considerado con reservas mientras se acometen estudios de residuos tóxicos en la planta de guayabo, a pesar de su efectividad sobre poblaciones de Capulinia sp. No obstante, en plantas de guayabo jóvenes (<2 años) donde las infestaciones por Capulinia sp. podrían causar severos daños, sería factible considerar el uso de imidacloprid para el control del insecto, dado que aún no existe producción comercial de frutos donde es necesario evitar la acumulación de residuos tóxicos.

La moderada a baja efectividad de azadirachtina en el control de Capulinia sp. difiere de lo encontrado en otros ensayos. Kumar (2005) encontró que aplicaciones de este producto tanto al follaje como al suelo causó alta mortalidad (91-93%) de estados inmaduros de Bemisia tabaci sobre tomate. Igualmente, James (2003) señaló que tratamientos con azadirachtina incrementaron significativamente la mortalidad de B. argentifolii. De Azevedo et al. (2005) encontraron moderada a alta eficiencia (59-66%) de este producto en condiciones de umbráculo y campo para el control de ninfas de B. tabaci. Azadirachtina también resultó efectivo sobre ninfas de Diaphorina citri con una mortalidad de 74-92% después de siete días de aplicación de una formulación de este insecticida botánico (Weathersbee y MacKenzie, 2005). Sin embargo, la baja efectividad aquí detectada, especialmente en el segundo ensayo, coincide con lo referido por Simmonds et al. (2002), quienes probaron varios insecticidas botánicos para el control de Trialeurodes vaporariorum y observaron que azadirachtina fue uno de los menos tóxicos para ese insecto.

El bajo efecto de B. bassiana observado en los dos ensayos contrasta con los resultados de otros autores. Hatting et al. (2004) encontraron alta eficacia de este insecticida sobre poblaciones de Diuraphis noxia en trigo. Alcalá et al. (1999) detectaron más de 95% de mortalidad a causa de este entomopatógeno en Cylas formicarius elegantulus dentro de cápsulas Petri. El efecto de este hongo también fue evaluado en ensayos de laboratorio sobre Polyphagotarsonemus latus y produjo una mortalidad de 80,88% (Nugroho e Ibrahim, 2004). No obstante, nuestros resultados coinciden con lo encontrado en otras investigaciones para otras especies de insectos. Feng y Pu (2005) no detectaron efecto de formulaciones comerciales a base de este entomopatógeno sobre poblaciones de Nilaparvata lugens (Hemiptera; Delphacidae). La eficiencia de B. bassiana en el control de ninfas de B. tabaci sobre melón, no sobrepasó el 35% en condiciones de umbráculo y campo (De Azevedo et al., 2005) e igualmente tuvo moderado efecto sobre el control de Dalbulus maidis en maíz (Ibarra-Aparicio et al., 2005). De cualquier manera, el éxito en el uso de un hongo entomopatogénico depende en parte de la patogenecidad del aislamiento (Thungrabeab et al., 2006). Los mismos investigadores evaluaron B. bassiana en cápsulas Pietri y la efectividad varió de 65 a 95,5% entre aislamientos.

Aunque en los ensayos no fue detectada esporulación en los insectos muertos tratados con B. bassiana, eso no significa que la infección por el hongo no causó la escasa mortalidad observada bajo este tratamiento. Según Poprawski et al. (1999) la esporulación no siempre ocurre en los cuerpos de los insectos muertos a causa del hongo, ya que ello depende del aislamiento del mismo, la dosis de conidias aplicada y, especialmente, si el insecto al que se le hizo el tratamiento es de pequeño tamaño y/o de cuerpos blandos, entre otras causas. Los mismos investigadores señalan que esto último contribuiría a la rápida pérdida de fluidos en el cuerpo del insecto y su consecuente desecación y, por tanto, la esporulación no tiene lugar. Es de resaltar que Capulinia es un insecto pequeño y de cuerpo blando.

En el caso de plantas asperjadas con surfactante, la baja mortalidad promedio (10,60%; Tabla II) difiere de lo reportado por Poprawski et al. (1999) quienes observaron moderada mortalidad de Toxoptera citricida en plantas tratadas con surfactante. En ese caso la mortalidad fue atribuida a la susceptibilidad de insectos de cuerpo blando (Poprawski et al., 1999 citando a Imai et al., 1994, 1995; Purcell y Schroeder 1996). A pesar de eso, Capulinia sp. no pareció ser afectada por la mezcla.

Conclusiones

Bajo las condiciones de estos ensayos, clorpirifos e imidacloprid resultaron efectivos para controlar Capulinia sp. No obstante, la duración aparentemente similar del efecto de ambos debe ser considerada tomando en cuenta que las plantas no estuvieron expuestas a reinfestación por el insecto. Si bien existen evidencias del prolongado efecto residual de imidacloprid dentro de la planta, limitando esas reinfestaciones, este no es el caso de clorpirifos, ya que es un insecticida sin acción sistémica y su efecto está sujeto a la persistencia de residuos activos sobre la planta, lo que lo hace menos duradero. Dada las experiencias previas con imidacloprid sobre plantas de guayabo, antes que sea incluido como una alternativa de manejo racional de este insecto, es necesario realizar estudios de residuos tóxicos del insecticida. Por tanto, su uso debe ser considerado con reservas mientras se acometan los estudios necesarios. Sin embargo, para controlar infestaciones por este insecto en árboles jóvenes podría considerarse su aplicación, dado que no existe producción comercial de frutos donde la acumulación de residuos pudiese constituir un riesgo.

Los resultados obtenidos sobre plantas asperjadas con azadirachtina y la formulación comercial de B. bassiana sugieren la necesidad de disponer de evaluaciones experimentales que soporten fehacientemente la efectividad de un producto insecticida, independientemente de su naturaleza (químico, botánico o patógenos) antes de ser promocionado.

De cualquier manera, estos resultados solo asoman posibles alternativas de insecticidas utilizables en el manejo integrado de plagas en huertos de guayabo, después de haber despejado las incógnitas acerca de sus efectividades, entre otras, solo si fuese indispensable apelar a esta vía de control. tomando en cuenta el impacto que los insecticidas, especialmente organosintéticos son capaces de causar al sistema ecológico de los huertos y ambiente en general, su inclusión debe ser considerada dentro de pautas de estricta necesidad, mínimo uso indispensable y de la forma más selectiva posible.

Agradecimientos

Los autores agradecen al Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT), Venezuela, por el cofinanciamiento de este trabajo a través de las subvenciones S1-2001001109, G-2000001610 y F-2001001119.

REFRENCIAS

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