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Cuadernos del Cendes
versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X
CDC v.54 n.54 Caracas set. 2003
Diálogo entre Fernando Henrique Cardoso y Heinz R. Sonntag
19 de octubre de 2003, Providence, Rhode Island, Estados Unidos
Nota previa
Mi amistad con Fernando Henrique Cardoso data del año 1966, cuando pasamos juntos tres días en la Universidad de Muenster y sus alrededores durante la visita de Cardoso a la entonces Republica Federal de Alemania, después de que el régimen militar de su país lo expulsara de su cargo de profesor de sociología de la Universidad de São Paulo. Mantuvimos esa amistad durante todos estos años dentro del marco de lo que él ha llamado «la comunidad científico-social de América Latina y el Caribe». Incluso durante el ejercicio de su presidencia circunstancias particulares hicieron que pudiéramos vernos, escribirnos y estar en contacto permanente. Cuando vino a Brown University en octubre de 2003, nos encontramos físicamente por primera vez desde 1998 e intelectualmente y afectivamente como si esos cinco años no hubieran existido. El diálogo que sigue continúa nuestras conversaciones desde aquellos ya lejanos años en Alemania.
Heinz R. Sonntag
Heinz R. Sonntag. Fernando, antes que nada te agradezco esta oportunidad de diálogo. Quiero iniciarlo con un recuerdo. El 1° de enero de 1995 tuve el honor, el placer y la alegría de estar en las ceremonias de tu primer ascenso a la presidencia de Brasil.
Fernando Henrique Cardoso. Lo que los americanos llaman el Inauguration Day.
HRS. Si, durante el Inauguration Day. Poco antes de su inicio me había encontrado con un brasileño a quien conozco. Él me dijo que tú habías dicho, inmediatamente después de las elecciones, que desde ese momento los brasileños y los latinoamericanos nos olvidáramos en adelante de todo lo que habías escrito antes. Estas palabras, supuestamente tuyas, me parece recordar que habían sido publicadas.
FHC. Mira, eso fue una cuestión muy curiosa. Yo era ministro de Relaciones Exteriores ¿o de Finanzas?, bueno, ministro y en una parte de la prensa salió que en un almuerzo donde estaba también Celso Laffer, quien después fue ministro mío, también de Relaciones Exteriores, yo había dicho que era mejor olvidarse de todo lo que había escrito. Yo pregunté a toda la gente que había estado en esa reunión, nadie escuchó eso. Después pregunté dónde escribí eso, a quién le dije eso, nunca me contestó nadie. Sin embargo, esas cosas se repiten siempre. Y ahora recién se publicó en Brasil una nueva edición de mi tesis de doctorado, que fue el segundo libro que yo escribí...
HRS. Sí, el sobre el capitalismo y la esclavitud en el sur del Brasil...
FHC. Exactamente. Yo hice un nuevo prefacio, donde menciono aquello. Yo soy el re-editor de mis obras. Pienso que es la prueba más contundente de que no quiero olvidar lo que he escrito.
HRS. Entonces fue una propaganda o una jugada política.
FHC. Claro, una cuestión política, lanzada por los grupos de extrema izquierda o el PT [Partido de los Trabajadores], que sé yo. Además, construyen siempre un contraste entre lo que ellos creen que yo escribí y lo que yo realmente escribí. Montan «obras de paja» cuales espantapájaros que son fáciles de liquidar. No refieren mi pensamiento, me atribuyen un pensamiento que no fue mío como si fuera mío, y después dicen: «éste no piensa más esto». Nunca lo he pensado. Es decir, nunca dije o escribí aquella frase.
HRS. La mención a tu pensamiento nos lleva rápidamente a uno de los puntos que quiero hablar contigo: El dependentismo. Yo tengo una interpretación muy particular del dependentismo...
FHC. A ver, a ver...
HRS. Yo pienso que muy poco después de que el dependentismo se hizo fuerte en el pensamiento y en las ciencias sociales latinoamericanas, básicamente después del Congreso de ALAS1 en México en 1969, se dividió en dos corrientes: una que se autopostulaba como teoría de la dependencia y se entendía como una suerte de teoría del imperialismo desde el subdesarrollo, y la otra que tú, Faletto y otros designábamos como enfoque de la dependencia, en el sentido de análisis de situaciones concretas de dependencia, el cual siempre se mantuvo, pienso yo, en un eclecticismo teórico y epistemológico que permitía que se incorporaran planteamientos provenientes de corrientes muy distintas: las de Marx, de Weber, de Durkheim, de la doctrina de la Cepal2 y otras. Esta division condujo incluso finalmente a una polémica entre Jose Serra y tú con Ruy Mauro Marini, publicada en 1978 en la Revista Mexicana de Sociología. ¿Cuál es tu apreciación sobre esto?
FHC. Es verdad. Yo creo que tu interpretación es la correcta. Yo siempre me opuse a la existencia misma de una «teoría de la dependencia». La teoría no puede ser de la dependencia. Ella es una teoría general del capitalismo, no puede ser la de un subcapitalismo, de una rama del capitalismo. Lo que nos llevó a formular el enfoque de la dependencia fue básicamente que estábamos en contra de una versión más bruta, más primitiva del marxismo-leninismo. Los estudios y la perspectiva de la dependencia fueron algo que se construyó en la Cepal. Sin embargo, tiene antecedentes directos en mi libro sobre los empresarios en Brasil donde ya estaba todo eso, también en el texto sobre el capitalismo y la esclavitud en el Sur. ¿Cuál era el quid del asunto? La Cepal tenía su teoría economicista del desarrollo. Y la izquierda, comunista básicamente en aquel entonces, a menudo con una versión cubanista del comunismo, tenía la visión muy simplificada de que todo estaba supeditado al exterior, al imperialismo. Entonces, ¿qué fue lo que tratamos de recuperar nosotros, con Faletto y otros más? Era la idea de que la historia constituye las estructuras, éstas no son dependientes, constituyen las relaciones de producción y de dominacion. Los hombres hacen la historia y las configuraciones que son altamente variables. A pesar de que exista una relación de todo ese sistema periférico, como lo llamo Raul Prebish, con el centro, no es siempre la misma, invariable y eterna hasta la llegada de la revolución. Entonces el libro se escribe para mostrar las diferencias: las diferentes economías de enclave, unas economías bajo control de burguesías nacionales, otras donde ya hay la inversión extranjera, la asociación implícita y cambiante de los capitales entre la periferia y el centro en las situaciones del desarrollo. Esta era la parte más dinámica de nuestros estudios, y no hubo la pretensión de sacar desde el subdesarrollo una teoría del capitalismo. Tienes toda la razón.
HRS. Dependencia y ser dependista, con esa definición y connotación de la dependencia que tú acabas de expresar, y habiendo sido presidente de un país democrático, masivamente electo para ambos periodos constitucionales que te tocaron: ¿ha tenido alguna influencia tu condición de ser uno de los primeros autores del dependentismo, o del enfoque histórico-estructural que a menudo invocas, en tu acción de gobernante?
FHC. Sin duda. A mí me gusta mucho hablar de enfoque histórico-estructural.
HRS. Exacto. A mí también.
FHC. Yo sé. Cuando escribí sobre los esclavos, hice un libro de juventud, no tenía ni treinta años cuando lo escribí. Era un intento de ubicar históricamente la estructura en la cual funcionaba la esclavitud, la esclavitud brasileña como la de otras partes de América, dentro del capitalismo. Esto es: me referí siempre a una serie de condiciones específicas y otra de condiciones generales. La doble referencia a las condiciones generales del sistema capitalista y a las específicas de cada unidad-sociedad de él tiene que ser tomada en cuenta por el análisis. Es imposible tomar solamente una, decir bueno, porque hay condiciones generales, la consecuencia es que los países van a actuar así de una manera mecánicamente subordinada, como tampoco es posible imaginarse que un país pueda actuar sin tomar en cuenta que está vinculado a una estructura más grande. Comprender este doble juego es lo que me parece que permite que se entiendan mejor las cosas. Claro está que en la presidencia de Brasil yo tuve siempre eso en cuenta. Toma, por ejemplo, el Estado nuestro. ¿Qué se puede hacer en un momento de globalización, ya hablaremos de eso, con muy fuerte inversión extranjera en Brasil? Sin embargo, ésta nunca ha desplazado a la inversión local, fue como un 20 por ciento de la inversión total del país. Pero esta presencia simultánea de inversión local y extranjera obliga a que el Estado tenga que cambiar. ¿En qué dirección? O se ajusta a esa situación y tiene capacidad de seguir adelante controlando, tomando decisiones. [O] si no lo hace, no tiene como hacer frente a los desafíos contemporáneos. Esto significa estar en presencia de una relación que no es ni externa ni interna. Yo siempre tuve presente que acá hay que organizar las fuerzas internas que estén vinculadas al exterior, pero que no son del exterior.
HRS. Esto es, en el sentido más puro de la palabra, la dialéctica del dependentismo: la coexistencia, al mismo tiempo contradictoria y complementaria, de fuerzas sociales externas e internas en el sistema politico y en el Estado.
FHC. Sí. Por ello, gobernar hoy tiene esa doble cara. Yo nunca he aceptado, por ejemplo, esa cuestión del neoliberalismo. Claro que el PT y la extrema izquierda me tacharon de neoliberal, pero era un asunto de la pelea política. Y lo demuestra el que, en verdad, Lula [da Silva] ahora hace lo mismo que yo. Lula no se ha adherido a ningún neoliberalismo. Lo que pasa es que en un país como el nuestro, estas son palabras sin significado. Porque no se puede tener acción democrática alguna sin que exista un Estado en los países nuestros, tal y como postula el neoliberalismo, ni tampoco se puede tener desarrollo. Porque el mantenimiento de aquella relación depende del rule of law, depende de la posibilidad de que los contratos existan y sean respetados, depende por supuesto de que el Estado sea capaz de representar el interés general. En consecuencia, tiene que ser un Estado más sofisticado. Pero al ser un Estado más sofisticado, significa tener agencias regulatorias, contar con una participación creciente de la sociedad civil, intentar hacer alianzas con las fuerzas de la sociedad civil, no hacer un corte burocracia/no burocracia sino una cosa mucho más compleja, darse cuenta de que en el día de hoy la gente quiere no solamente votar, sino participar de la deliberación. Si eso no se entiende, no se puede hacer que la política funcione y avance. Yo siempre tuve presente en mi cabeza que había que reforzar las instituciones y simultáneamente abrirlas para que la sociedad civil pueda tener una fluidez más grande y pueda participar de las deliberaciones de las instituciones. Y siempre tuve en mi cabeza también la idea de que el Congreso juega un papel muy importante. Pienso que el hecho de que haya participación, movilización social, no puede ser para reemplazar el Congreso. Otra vez aquí hay que hacer ese juego más analítico que consiste en no tomar un concepto vagamente abstracto y exaltarlo más allá de su contenido. No: sí a la participación, pero hay al mismo tiempo agendas institucionales, hay acciones que no son derivadas directamente de la sociedad civil, de la acción de los individuos. Dependen de los partidos, de la representación, de la Constitución. Eso es muy importante para que el gobernante pueda mantenerse digamos como conociendo el país.
HRS. Entonces Montesquieu sigue teniendo razón: las tres ramas del poder del Estado: la ejecutiva, la legislativa y la judicial, pero con la activa participación de la sociedad civil, que en sus tiempos era prácticamente inexistente.
FHC. Sí. Pero algo más: pienso que hoy en día es muy importante valorizar el rol del liderazgo. Curiosamente es más importante que antes. En la así llamada sociedad de masas, pese a que existan instituciones como las que hay, es necesario, a su vez, que haya una simbolización para que las masas decidan cuál es el rumbo del país, para que acepten en cierto momento las dificultades y para que puedan ajustarse a esas dificultades en aras de un objetivo, de un goal, de un camino. Eso requiere liderazgo. Si el presidente no es capaz de ejercerlo, el sistema no funciona. Cuanto más se está institucionalizando, cuanto más se está movilizando, cuanto más participación hay, más se requiere de un cierto nivel de acción de leadership que tenga en ese sentido éxito moral y que permita representar una simbolización al país.
HRS. Podríamos ver eso en una cosa concreta. En dos cosas concretas. La primera sería la política económica. La gama de posibilidades dentro de las políticas económicas. Y la segunda es lo que tú y Ruth3 hicieron con las políticas sociales. Podrías...
FHC. Voy a dar ejemplos concretos. ¿Cómo se hizo la estabilización económica en Brasil? ¿El Plan Real? Estábamos experimentando una inflación de 30 o 40 por ciento al mes, o sea entre 350 y 400 o 500 por ciento al año, una cosa realmente apabullante. Y teníamos una experiencia reciente de muchos planes. Todos esos planes se hicieron tecnocráticamente, o sea, un día la prensa publicó uno y todo cambió: los depósitos en los bancos están congelados o los precios están fijos o los salarios no se mueven sino cada tres meses, etc. Típicamente la visión tecnocrática. ¿Qué hicimos nosotros con el Plan Real? Todo lo opuesto. La idea fue: Vamos a explicar con antelacion al pueblo qué es lo que se va hacer. Primero vamos a hacer una campaña. Yo la hice, para explicar que si no había un ajuste fiscal nos sería imposible controlar la inflación. Que la inflación estaba dañando no solamente al país sino especificamente a las clases populares. Porque no tenían como garantizar su ingreso, porque no ponían su plata en el banco que tenía indexación. Ellos no tenían indexación. Que a su vez el Congreso pensaba que gobernaba pero no gobernaba, porque el gobierno tenía la capacidad de postergar un pago y ya la inflación se comía el valor debido. Por otra parte, era muy confuso eso. Decidí explicarle al pueblo cómo es eso. Y tomé muchos meses explicando. Yo hablaba mucho por la televisión y por la radio. Y el mismo plan monetario lo explicamos de antemano. Dijimos: mire, acá nosotros vamos a producir una especie de hiperinflación. Vamos a hacer ajustes de precios diarios. De salarios. De todo. Pero vamos simultáneamente a hacer funcionar una especie de moneda virtual. Una moneda que tiene un valor fijo. Y van a ver entonces, yo decía en la televisión, los precios se mueven, pero calculados en esa moneda virtual no se movieron nada. Y después de algún tiempo vamos a convertir esta moneda virtual en moneda nacional. Y así lo hicimos. Algunos decían, el pueblo no lo va entender, las gentes van a sentirse perdidas. No, no, el pueblo entendió. Se utilizó el sistema democrático para implementar un cambio de moneda, un cambio de régimen fiscal, un cambio de régimen cambiario, porque yo creo en la democracia. Y el pueblo respondió.
HRS. Después de las elecciones de 1994, un grupo de amigos brasileños y de otras partes de América Latina comentábamos que tú habías ganado en la primera vuelta porque Lula y el PT nunca entendieron como habías logrado bajar la inflación, ni creyeron que lo lograrías. Ellos juraron que el Plan Real iba a fracasar al igual que los planes anteriores. La democracia venció a la tecnocracia.
FHC. Igual pasó con la crisis más reciente de energía eléctrica. Fue para mí sorprendente. En aquel entonces no sabía que esto podía ocurrir. No me llegaban las informaciones. Fue una falla del sistema de gobierno. Tampoco el Ministerio de Energía utilizó con cuidado las reservas de aguas. Lo que vino entonces fue una época de sequía. La oposición dijo que no había inversión. No, no. Faltó lluvia. Entonces tuvimos que tomar la decisión de qué hacer. La primera propuesta fue hacer un black out, un apagón: como se hace en varias partes del mundo, todo el país dos o tres horas al día sin electricidad. No acepté eso. Imposible, no se puede. Cómo va a ser, cortar la luz por tres horas en una ciudad como São Paulo. Hablé con otra gente. Vamos entonces a explicar a la población, darle cada día todas las informaciones de qué pasa, cómo están las reservas, y qué es lo que hay que hacer, y vamos a pedirle que ahorre energía. Y bueno, ahorramos energía, enormemente. Nunca hubo black out, nunca cerramos la corriente eléctrica, pero voluntariamente incluso las industrias ahorraban energía. Claro, hicimos un sistema distinto. A los que ahorraban energía para el pueblo, ésos tenían una disminucion de tarifa. Los que gastaban más pero podían gastar si tenían plata para gastar que la gastaran. Eso significa que hay creencia en la democracia. Una democracia que no consiste en que, como presidente, tengo el derecho constitucional de hacer un black out de energía. Sí lo tengo, pero no lo voy a hacer, porque yo creo que el pueblo tiene que participar del proceso también, y eso requiere que el gobierno tenga credibilidad y que haya una prensa libre, que sea ella la que le diga al pueblo qué es verdad: el agua mejoró, no mejoró, a cuánto nivel estamos. Yo creo que para gobernar hoy en día hay que actuar de esta manera. En lo social que mencionabas, Ruth hizo con la comunidad solidaria un experimento que no fue en el gobierno, sino sólo de la sociedad civil, y el gobierno utilizó la metodología para sacar provecho de eso. Lo que hicimos fue ampliar la participación de la sociedad en todo un proceso de cuestiones sociales: creer, acreditar, que el pueblo, que la gente se sensibilice y actúe y se dé cuenta, y eso involucra también una necesidad de que el gobierno, el Estado, para utilizar la expresion de Gramsci, sea más poroso, que permita que la sociedad entre dentro de él. El ejemplo más claro de eso es con el combate al HIV/sida en Brasil, que fué un exito internacional. ¿Por qué? Porque son los mismos grupos de las ONG, compuestos por personas que tienen sida o HIV, quienes se ocupan, están dentro del Ministerio de Salud. Eso funciona. También está la cuestion de la mortalidad infantil, que hemos bajado muchísimo. Bajamos de 44 por mil a 28 por mil en seis años. Fue muy fuerte. ¿Qué es lo que hicimos? En este caso, hubo una pastoral de la Iglesia Católica, no la oficial y jerárquica, fue de gente vinculada a la Iglesia. Pasamos plata, el gobierno pasa plata, pasa material a ellos, pasa no sé cuánto, hace conjunto. No sólo con la Iglesia Católica, con varios sectores, se moviliza a la sociedad. También lo hicimos con los médicos de familia. Buscamos a los cubanos, está lleno de doctores cubanos, Brasil. Es que Cuba tiene demasiados médicos. Se exportan. Y utilizamos el mismo sistema para las familias pobres. Los médicos en Brasil no ganan mucho pero ganan plata y es más difícil llevarlos al campo. Los cubanos sí van al campo y por eso, con el tiempo, también los brasileños van a empezar a ir a los pequeños pueblos. Mejoraron los salarios de ellos ahí. Y creamos unidades que tienen un doctor y seis o siete personas que son enfermeros, ayudantes, personal paramédico. Y cosas muy sencillas, porque a veces lo que tienes que hacer es hervir el agua o hay que dar no sé cuánto de comida al niño, pequeñas cosas que son necesarias para la población más pobre. Y eso también tuvo consecuencias positivas. Ahora salieron los datos en Brasil comparando los ultimos diez años. Van desde el año 1991 a 2002. Es un cambio total en el área social. El área donde más hemos caminado es el área social. Pero yo soporté todos los años la crítica de la oposición, del PT al frente, de que era neoliberal y cuidaba del mercado, y en verdad, en el mercado no nos fue tan bien. La sociedad sí funcionó muy bien, tenemos hoy una política social organizada y ojalá, así como el gobierno de Lula ha seguido al mío en la parte económica, que siga también en lo social. Si no, va a ser neoliberal mínimo.
HRS. Solamente neoliberal.
FHC. Ya se ha comido palabras...
HRS. Eso creo yo, pero ... Vamos a otro punto. Yo leí tu último libro, en donde hay cosas que escribiste hace tiempo y hay algunas cosas nuevas.
FHC. Ah, el que salió aquí en Estados Unidos.
HRS. Sí. Que editó Mauricio Font.
FHC. ¿Cómo se llama el libro en inglés?
HRS. Charting New Politics, Charting Politics of the 21st Century.4 Yo leí el libro con especial atención porque International Sociology, la revista de la ISA,5 me pidió que escribiera una reseña. La escribí y la única parte en donde tenía y expresaba mis dudas y en donde mantengo mis dudas, es en tu concepto de globalización. Me pareció que precisamente por lo que tú decías antes, que no solamente te gusta hablar del enfoque histórico-estructural sino que lo aplicas, de repente en el libro aparece el concepto de globalización en el mismo sentido en que lo usa la «mainstream opinion»: el concepto menos reflexionado, menos histórico, más superficial. Mientras, el capitalismo desde que surgió es un fenómeno mundial, tendencialmente mundial o crecientemente global. Entonces no entendía, me parecía una contradicción entre lo que tú habías sostenido siempre y ahora decías sobre esto.
FHC. Yo no sé francamente cuál es el artículo, probablemente ahí sale algún texto de un discurso mío.
HRZ. Sí. Un discurso relativamente largo. Ocho a doce páginas.
FHC. Pero como presidente.
HRS. Sí.
FHC. No es una obra de reflexión probablemente. Yo no me acuerdo, no sé cuál es. Yo puedo incluso mirar lo que está ahí. Yo lo que he hecho aquí en Estados Unidos sobre esa cuestión de globalización es un librito con Manuel Castells hace muchos años, unos diez años. Donde supongo que el approach es más histórico-estructural. Porque tienes razón si el texto al que te refieres es como lo percibiste, yo no sé, tendría que mirar para ver. Pero, de hecho yo creo que es verdad que el capitalismo se globaliza crecientemente, Marx tenía una visión de que iba a la expansión y tenía una visión eurocéntrica también. Creía que eso iba solucionar la cuestión del capitalismo: porque habría esta globalización sería posible una revolución mundial. Eso no es lo que se piensa hoy. Yo creo que la cuestión de la globalización, aparte de lo económico y sus fundamentos más tecnológicos, lo de la revolución de los transportes, de los medios de comunicación, de la informática, puede significar en la práctica que el espacio para la producción no cuente. Tú puedes tomar una decisión acá de tomar una fábrica de este país y ubicarla en la India, poner otra producción en China, y da lo mismo desde el punto de vista del profit de la empresa. Eso es cierto, hay ese nivel de la globalización. Pero hay otro nivel de la globalización. Se está formando una sociedad planetaria, pero asimétrica. Asimétrica no solamente en la cuestión de que hay concentración de recursos, de capital financiero y todo, pero también de poder. Sigue existiendo una fuerte asimetría. Y, por otra parte, hay también networks, redes que se forman, que son transnacionales y que no son de intereses. Que son de movimientos sociales, de varios tipos...
HRS. Yo creo que eso es lo verdaderamente nuevo. En la actual onda globalizadora...
FHC. Eso es lo nuevo. Lo nuevo es que por primera vez se puede plantear en términos concretos el tema kantiano, su visión de la paz universal. Y que ahora para los países tiene mucho signifiado. Es posible una visión cosmopolita que es muy importante. Una visión cosmopolita de reglas, de lo universal, de lo que puede ser de todos, o sea la ley universal. Pero simultáneamente hay que tomar en consideración no sólo que todavia estamos lejos de eso, porque hay mucha asimetría en el plano político y el económico, sino también que hay una reafirmación de identidades culturales. Podemos más tarde marchar hacia un mundo más homogéneo desde el punto de vista de la identidad cultural. Podemos marchar hacia un mundo más homogéneo desde un punto de vista de polos de producción. Quizá un mundo que permita hacer reglas generales, la cuestión cosmopolita. Y eso creo que es el meollo de la cuestión. ¿Cuál es el límite entre la visión cosmopolita y el aspecto de la diferenciación cultural? Toma Iraq. ¿Cuál es el derecho que se tiene de imponer sobre Iraq un sistema electoral de tipo americano-europeo? No existe. Lo que sí se puede es ampliar los derechos humanos, profundizarlos. La tortura no es aceptable. Eso es derecho humano, es universal. Los crímenes contra la humanidad no son aceptables. Pero para eso hay un Tribunal Penal Internacional, ya lo hay. Estados Unidos no lo acepta, pero lo hay. Se debiera juzgar a Saddam Hussein en ese lugar, en ese Tribunal, para aprehenderlo e incluso para censurarlo o finalmente condenarlo. Tampoco se acepta ni genocidio ni las desigualdades entre mujeres y hombres, que las llevan incluso a morir apedreadas como en África. Eso, yo creo, son reglas que caben en un sistema cosmopolita. Pero no la forma específica de gobierno, no la forma de decisión. No el modo específico con que cada grupo de personas se identifica. Creo que es una cuestión para este nuevo siglo, para el siglo 21. Y simultáneamente ahora estamos con un fenómeno que no estaba previsto tampoco, que es la vuelta a la visión fundamentalista y el imperio de Estados Unidos que no está basado en intereses económicos. No es por intereses económicos que se tiene esa visión imperial acá. No es eso. Porque el interés económico es global, quiere reglas, no quiere arbitrio. Aquí ahora se está marchando como en una situación de arbitrio que también tiene que ser puesta en jaque y discutida en esa perspectiva, que es un fenómeno antiglobalizador, si se da a la globalización el sentido marxista-habermasiano o kantiano, algo que puede ser bueno. Lo de acá no es una globalización, es un unilateralismo. Esos son los temas que yo creo que van a seguir adelante en el siglo.
HRS. Tú mencionaste el reforzamiento de las identidades culturales diferenciadas. Eso me parece un aspecto muy importante, sobre todo porque tiene que ver con un valor intrínseco de esos valores humanos de que hablaste: la tolerancia, la aceptación de la diversidad... Eso debería formar parte de esta globalización.
FHC. Seguro. No hay que estar en contra de la globalización. Hay que estar en contra de esta globalización. Pero no en general. En general es buena.
HRS. Además no se puede estar en contra porque es una trayectoria histórica que viene por siglos y está ahí...
FHC. Que está ahí. La pregunta es: ¿cómo vamos a añadir a esto que está ahí otras dimensiones que son positivas? Ese movimiento que se ve a cada rato ahí, de antiglobalizacion, en contra de la OMC, eso está equivocado. Yo entiendo la razón. Las razones de asimetria y todo eso, pero habría que pasar al lado positivo de todo eso. Entonces, ¿qué es lo que proponen en el nivel global? ¿Cuál es el orden que queremos? ¿Qué se va a hacer con las Naciones Unidas? ¿Hasta qué punto ahora es posible pensar en reglas universales? ¿Quién va a enforzar esas reglas? ¿Cabe un parlamento de Naciones Unidas? Aunque no sea un parlamento de votos sino un parlamento del conjunto de los sentimientos del mundo que se pueda expresar. ¿Cómo compatibilizar esto con los Estados, que no van a desaparecer tampoco? Entonces creo que tenemos ahí un meollo fantástico. Yo tengo setenta y dos años, si no podría asistir a muchos de esos foros y eventos.
HRS. Quién sabe, a lo mejor la medicina nos permitirá en breve que vayamos más allá de la edad que parece ser el límite de hoy. Pero en serio, con la última respuesta tuya se liquidó mi última pregunta que era sobre la utopía.
FHC. Sí, es una utopía, yo creo que no se vive sin utopía.
HRS. Yo creo que Carlos Fuentes dijo una vez que un mundo sin utopía era madera rota...
FHC. Me gusta mucho el libro de Fuentes, ese del espejo enterrado... The Buried Mirror... es lindísimo, sobre todo ese asunto de América Latina y de España. Yo creo que hablaba en relación, para una contradicción de los términos, a una utopía viable. Utopía no es viable. Utopía en griego significa sin ningún lugar, pero yo creo que hay que tener una utopía que motive a la gente y que permita que se creen, que se construyan caminos viables para un mundo mejor.
HRS. Sí. Para terminar, yo te escuché, el 5 de julio de 1995, en una visita de Estado que hiciste a Venezuela, cuando te dimos un doctorado honoris causa en la Universidad Central, decir un discurso que fue hermoso, porque fue precisamente sobre un fenómeno que es mucho menos profundo aquí en Estados Unidos, el cual es una auténtica comunidad de científicos sociales en América Latina durante los años sesenta, setenta y parte de los ochenta. Cuánto peleamos, cuánto discutimos, cuánto nos queríamos, cuán poca era la enemistad personal, la personalización de los conflictos, pese a las divergencias y controversias que teníamos. La última frase de tu discurso fue (y cito libremente): «Ruth y yo y los que me acompañan vamos a salir contentos del gobierno si hemos cambiado a Brasil, aunque sea sólo un poquito». Ahora, ¿cuánto sientes tú que tu gobierno ha cambiado a Brasil: un poquito, en mediano rango o grandemente?
FHC. Yo creo que Brasil cambió mucho. Yo también cambié mucho. Yo creo que cada día tiene problemas. Si yo volviera a ser presidente haría otras cosas. O cosas distintas. No hay duda. Pero yo puedo decir con tranquilidad que hemos cambiado a Brasil.
HRS. Gracias, Fernando.
Heinz R. Sonntag
Profesor-Investigador del Cendes
Profesor visitante de la Universidad de Massachusetts, Amherst, EE UU
Fernando Henrique Cardoso
Ex Presidente Constitucional de Brasil, 1995-2001
Fundador del Centro Brasilero de Análisis y Planeamiento Cebrap
NOTAS
1 Acrónimo para Asociación Latinoamericana de Sociología, fundada en 1950 en Zurich y todavía existente. Celebra este año su XXVI Congreso en Arequipa en el Peru. El libro Dependencia y desarrollo en America Latina, de FHC y Enzo Faletto, fue publicado en junio de ese mismo año y ejerció una enorme influencia en las discusiones del Congreso.
2 Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
3 Ruth Cardoso, ex Primera Dama de Brasil.
4 Cardoso, Fernando Henrique (2001). Charting a New Course: The Politics of Globalization and Social Transformation. Editado y prologado por Mauricio A. Font, Lanham-Boulder-Nueva York-Oxford, Rowham and Littlefield Publishers.
5 Asociación Internacional de Sociología.