SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número4Gracias Luz Bettina, por compartir tanto de tiSistema Fibrinolítico: Métodos de estudio y hallazgos en venenos de serpientes de los generos bothrops, crotalus, micrurus en Venezuela índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Saber

versión impresa ISSN 1315-0162

Saber vol.28 no.4 Cumaná dic. 2016

 

EHRLICHIOSIS CANINA
 
Clara Nancy Gutierrez 1,2  Luis Perez Yabarra 1,3 ,Irma  Fatima agrela 1,2
 
1 Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias de la Salud, Sede Aragua, 1 Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas “Dr. Carlos Palacios”,  
2 Departamento de Microbiología,  3 Departamento de Ciencias Básicas, Maracay, Venezuela  E-mail: claranancy@gmail.com.

RESUMEN

La ehrlichiosis canina es una enfermedad infecciosa emergente transmitida por garrapatas, producida por Ehrlichia spp. (Proteobacteria: Ricketsiales), la cual afecta  a miembros de la familia Canidae. Los agentes etiológicos son bacterias Gram negativas,  intracelulares obligatorias, redondeadas y pleomórficas, esto último  especialmente  en  cultivos  celulares.  Estas  bacterias  se  localizan  en  vacuolas  rodeadas de membranas (mórulas) en el citoplasma de células sanguíneas y dependiendo de la especie, tienen tropismo por  linfocitos,  monocitos  y  granulocitos.  Históricamente  la  enfermedad  es endémica  en regiones tropicales  y  subtropicales,  pero  se  reporta  cada  vez  más  en  regiones  de  clima  templado.  Ello puede atribuirse a varios factores, los cuales incluyen el mejoramiento en las herramientas de diagnóstico, los cambios ambientales y climáticos (calentamiento global) que influyen directamente en la distribución de las  garrapatas  y  la  gran  cantidad  de viajes  con  mascotas  de  un  lugar  a  otro  del  planeta,  lo  cual  ha contribuido  al  establecimiento  de  esta  enfermedad en  áreas  no  endémicas.  Es  común  la  presencia  de coinfección  con  otros  patógenos  transmitidos  por  garrapatas  y esto  complica  la  patogénesis,  las manifestaciones  clínicas,  el  diagnóstico  y  el  tratamiento.  Frecuentemente,  el  patógeno no  puede  ser eliminado  por  completo  a  pesar  de  la  terapia  con  antibióticos  y  la  resolución  de  los  signos  clínicos. Actualmente, no se dispone de una vacuna, por lo que el uso de ectoparasiticidas resulta ser una buena opción  para  la prevención  de  la enfermedad.  Esta  enfermedad  constituye  un  problema  en  medicina veterinaria y el potencial zoonótico de estos agentes es una consideración de gran relevancia para la salud humana.

ALABRAS CLAVE: Ehrlichia canis, Ehrlichia ewingii, Ehrlichia chaffeensis, perro, ehrlichia, zoonosis, rickettsia.

CANINE EHRLICHIOSIS
ABSTRACT

Canine  ehrlichiosis  is  an  emerging  infectious  disease  transmitted  by  ticks,  caused  by  Ehrlichia  spp.(Proteobacteria: Ricketsiales), which affects members of the family Canidae. The etiological agents are Gram-negative,  obligate  intracellular,  rounded,  and  pleomorphic  bacteria,  the  latter  especially  in  cell cultures. These bacteria are localized in vacuoles surrounded by membranes (morulae) in the blood cells cytoplasm, and depending on the species, have a tropism for lymphocytes, monocytes and granulocytes. Historically  the  disease  is  endemic  to  tropical  and  subtropical  regions,  but  is  reported  increasingly  in temperate climate regions. This can be attributed to several factors, which include the improvement in diagnostic  tools,  environmental  and  climate  change  (global  warming)  that  directly  influence  the distribution of ticks, and the large number of travels with pets from one place to another in the planet, which has contributed to the establishment of this disease in non-endemic areas. Co-infection with other tick-borne pathogens is common and this complicates the pathogenesis, clinical manifestations, diagnosis and  treatment.  Often,  the  pathogen  cannot  be  completely  eliminated  despite  antibiotic  therapy  and resolution of clinical signs. Currently, there is no vaccine available, making the use of ectoparaticide to be a good choice for the prevention of the disease. This disease is a problem in veterinary medicine and zoonotic potential of these agents is a consideration of great importance to human health.

KEY WORDS: Ehrlichia canis, Ehrlichia ewingii, Ehrlichia chaffeensis, dog, ehrlichia, zoonosis, rickettsia.

Recibido: junio 2016. Aprobado: junio 2016. Versión final: septiembre 2016.

INTRODUCCION

La  ehrlichiosis  canina  puede  ser  causada  porEhrlichia  canis,  Ehrlichia  ewingii  y  Ehrlichia chaffeensis (Goodman et al. 2003, Straube 2010, Romero  et  al. 2011);  se  puede  presentarcoinfección  con  estos  agentes  y  otros  patógenos transmitidos por garrapatas (Little 2010). Desde el año  2001,  las  bacterias
del  género  Ehrlichia pertenecen  al  grupo  alfaproteobacteria,  orden Rickettsiales y familia Anaplasmataceae (Dumler et al. 2001, Bowman 2011). El orden Rickettsiales también comprende a la familia Rickettsiaceae y una  diferencia  biológica  entre  ambas  familias consiste  en  que  las  bacterias  de  la  familia Anaplasmataceae  se  multiplican  dentro  de vacuolas rodeadas de membranas mientras que los miembros  de  la  familia  Rickettsiaceae  lo  hacen libres  en  el
citoplasma  de  la  célula  huésped (Rikihisa 2010a).

En 1935, Donatien y Lestoquard del Instituto  Pasteur  de  Argelia  visualizaron  en  monocitos  de perros  febriles  y  con  anemia,  organismos semejantes  a  rickettsias,  por  lo  que  fueron clasificados  como  Rickettsia  canis.  En  1945, Moshovski  los  reclasificó  como  Ehrlichia  canis en honor a Paul Ehrlich, bacteriólogo alemán, con lo  que  se  estableció  un  género  diferente  a Rickettsia (Ristic y Huxsoll 1984, McDade 1990). En el hemisferio occidental, Bool y Sutmöller  (1957),  identificaron  el  primer  caso de  infección por  E. canis en frotis sanguíneos de perros en la isla de Aruba. En Estados Unidos para el año de 1962,  Ewing  (1963),  visualizó  a  E.  canis  en leucocitos vistos en frotis sanguíneos de perros y fue  considerada  un  patógeno  de  importancia veterinaria  después  de  los  brotes  epizoóticos  en perros militares ingleses en Singapur en 1963 y en perros militares de Estados Unidos en Vietnam en 1968,  que  resultó  con  la  muerte  de  aproximadamente  200  animales  (Huxsoll  et  al. 1970, Bavaro et al. 2005, Mavromatis et al. 2006). '

Desde  entonces  se  ha  reportado  una  alta morbilidad  y  mortalidad entre perros domésticos y otros miembros de la familia Canidae en países de todas partes del mundo, sobre todo en regiones tropicales  y  subtropicales  del  planeta,  esto  en concordancia  con  la  presencia  de  la  garrapata marrón  del  perro  Rhipicephalus  sanguineus (Harrus et al. 1999, Ferrolho et al. 2016).

Para el año de 1971, Ewing et al. describieron  una nueva cepa de E. canis, la cual fue visualizada en  granulocitos  (principalmente  neutrófilos)  y  el perro tenía una forma leve de ehrlichiosis canina. Anderson  et  al.  (1992)  después  de  análisis genéticos  concluyeron  que  era  otra  especie  a  la que  nombraron  Ehrlichia  ewingii,  en  honor  a Sidney  Ewing  por  su  trabajo  pionero  con  este agente.

En este mismo país, en el año 1986, Maeda et  al. (1987) reportaron el primer caso de ehrlichiosis monocítica  humana  al  observar  en  el  frotis sanguíneo  de  un  paciente  febril,  cuerpos  de inclusión intraleucocitarios. Para ese momento se pensó  que  podría  tratarse  de  E.  canis  por  la semejanza  morfológica, ultraestructural  y  por  la reacción  positiva  del  suero  de  este  paciente  con antígeno de  E. canis, pero luego Anderson  et al. (1991)  después  de  analizar  la  secuencia  del  gen ARNr  16S  demostraron  que  era  una  especie diferente, a la que propusieron con el nombre de Ehrlichia chaffeensis. Esta especie también puede infectar a perros y el primer reporte fue en Estados Unidos (Dawson et al. 1996). Dada la importancia epidemiológica  por  afectar  a  perros  domésticos, de  trabajo  y  callejeros,  y  dado  su  potencial epizoonótico, en la presente revisión se tratan las enfermedades  ocasionadas  por  estos  tres  agentes en perros.

Ehrlichia canis

  Ehrlichia  canis  es  el  agente  etiológico  de  la  ehrlichiosis  monocítica  canina  (EMC),  enfermedad  multisistémica  grave  y  a  veces  fatal que  afecta  a  miembros  de  la  familia  Canidae,  la cual incluye a los perros, lobos, coyotes y zorros; predominantemente a los perros  y es transmitida por  la  garrapata  marrón  del  perro  Rhipicephalus sanguineus  (Straube  2010,  Faria  et  al.  2011, Waner  y  Harrus  2013,  Ferrolho  et  al.  2016).  E. canis  tiene  una  distribución  cosmopolita, incluyendo Asia, África, Europa y las  Américas, siendo  más  frecuente  en  las  zonas  tropicales  y subtropicales;  al  parecer  Australia  y  Nueva Zelanda están libres de la infección por  E. canis (Kelly  2000,  Mason  et  al.  2001,  Harrus  et  al. 2012).

  En  1996,  se  reportó  la  primera  infección  humana con E. canis, y se logró el aislamiento en cultivo  celular  y  la  caracterización  genética  a partir de un humano aparentemente asintomático con infección crónica del estado Lara, Venezuela; a  esta  cepa  la  denominaron  Ehrlichia  humana venezolana (Perez et al. 1996, Unver et al. 2001). Luego  en  2006,  se  reportó  una  serie  de  casos  (6 individuos  de  20;  30%)  de  pacientes  del  estado Lara  con  signos  clínicos  de  ehrlichiosis monocítica  humana,  y  se  detectó  E.  canis  por Reacción en Cadena de la Polimerasa o PCR (por sus siglas en inglés “Polymerase Chain Reaction”) (Perez  et al. 2006), por lo tanto  E. canis ha sido considerada  en  la  última  década  como  un patógeno con potencial zoonótico (Sosa-Gutiérrez et al. 2013).

  La  enfermedad  producida  por  E.  canis  en  perros,  también  se  conoce  como  pancitopenia tropical  canina,  fiebre  hemorrágica  canina, rickettsiosis  canina,  tifus  por  garrapata  canina  y enfermedad  del  perro  rastreador  (Price  y  Sayer 1983,  Harrus  et  al.  1997a).  Esta  enfermedad  no tiene predilección por la edad o el sexo y pone en peligro  los  sistemas  orgánicos  del  huésped  de manera  diferente  y  con  distintos  grados  de severidad  (Munhoz  et  al.  2012,  Da  Silva  et  al. 2013). E. canis invade y se multiplica en linfocitos y  monocitos/macrófagos  de  mamíferos  hospedadores  (Straube  2010,  Ferrolho  et  al. 2016).  Esta  bacteria  al  igual  que  los  demás miembros de la familia Anaplasmataceae presenta tres  estadios  diferentes:  cuerpos  elementales (unidad  bacteriana),  cuerpos  iniciales  y  mórulas.

Los cuerpos elementales o células de centro denso (CD)  son  las  formas  maduras  infectantes extracelulares, las cuales miden de 0,4 a 0,6 μm de diámetro.  Estos  elementos  se  adhieren  a  la superficie  de  la  célula  diana  y  entran  por endocitosis  mediada  por  caveolas  (balsas celulares lipídicas). Dentro de la célula  huésped, las  bacterias  se  desarrollan  dentro  de  la  vacuola rodeada  de  membrana  plasmática  celular,  donde crean  un  nicho  para  la supervivencia  y  la reproducción.  Las  formas  CD  se  transforman  en unas formas intermedia IM1 y subsecuentemente pasa  al  cuerpo  reticular  o  CR (0,4-0,6  µm  de ancho por 0,7-,9 µm de largo). La forma CR se multiplica  por  fisión  binaria, incrementando  en número  y  forman  inclusiones  citoplasmáticas inmaduras  de  1,0  a  2,5  µm  de  diámetro, denominadas  cuerpos  iniciales.  Después  se transforman  en  unas  formas  intermedias  IM2 hasta  formar  las  mórulas  (vacuola  con  20  a  40 cuerpos elementales), las cuales pueden observarse en el microscopio de luz óptico como inclusiones  intracitoplasmáticas  que  se colorean de  azul  con  las  coloraciones  tipo  Romanoswski (generalmente la coloración rápida de Diff-Quik o Hemacolor).  Las  mórulas  pueden  ser  redondas  y miden aproximadamente de 4 a 6 µm de diámetro o  también  pueden  ser  ovaladas  y  son  las  formas características  utilizadas  para  el  diagnóstico microscópico. Después  de  unos  pocos  días,  los cuerpos  elementales  se  liberan  de  la  vacuola  y quedan  libres fuera  de  la  célula  para  iniciar  un nuevo  ciclo infeccioso  (Rikihisa  2006,  Zhang  et al.  2007,  Straube  2010,  Procajło  et  al.  2011, Moumène y Meyer 2015).
 
Patogenia y patología
 
La  patogénesis  de  la  EMC  involucra  efectos directos del patógeno  y  mecanismos  secundarios indirectos  de  la  repuesta  inmune  (Harrus  2015).La  infección  del  perro  ocurre  cuando  las garrapatas  infectadas  ingieren  sangre  y  sus secreciones salivales contaminan el sitio donde se alimenta (Procajło  et  al.  2011).  La  saliva  de  la garrapata  contiene  una  variedad  de  moléculas anticoagulantes, antiinflamatorias e inmunoreguladoras que facilitan la adquisición y transmisión del patógeno (Day 2011, Hajdušek et al. 2013).
 
La bacteria intracelular obligatoria como lo es E.  canis  ha  desarrollado  varios  mecanismos  que aseguran  la  evasión  de  la  respuesta  inmune  del huésped. Estos mecanismos abarcan adaptaciones para la supervivencia en diferentes compartimientos  celulares.  Los  procesos  de adhesión,internalización, proliferación, exocitosis y propagación intercelular de Ehrlichia spp.  con  la  participación  de  diferentes  vías  de señalización  culminan con  la  adquisición  de nutrientes, evasión lisosomal y la inhibición de la apoptosis  de  la  célula  huésped  (Rikihisa  2010a, Mathema  et  al.  2013,  Alves  et  al.  2014,  Harrus 2015).  E.  canis  replica  en  vacuolas  rodeadas  de membranas  de  la  célula  hospedadora  aisladas  y protegidas del sistema inmune, los lisosomas y las especies  reactivas  del  oxígeno  (Harrus  et  al. 2012).
 
Los  monocitos/macrófagos  y  neutrófilos expresan  en  su  membrana  receptores  de reconocimiento  de  patrones  como  los  receptores tipo  Toll  y  en  su  citoplasma  se  encuentra  el receptor  dominio  de  oligomerización  unido  a nucleótido  (NOD).  Estos  receptores  reconocen patrones  moleculares  asociados  a  patógenos (PMAPs)  como  el  lipopolisacárido  (LPS)  y  el peptidoglicano.  Tales  uniones  provocan  una respuesta  por  parte  de  la  inmunidad  innata  de  la célula,  con  la  consecuente  eliminación  del patógeno  (Rikihisa  2006).  Los  hemocitos  de  las garrapatas también reconocen estos PMAPs  y se activa  la  inmunidad  innata  de  los  vectores  para eliminar  los  microorganismos  (Pereira  et  al. 2001). Estudios realizados con E. chaffeensis y E. phagocytophilum han demostrado que a diferencia de Rickettsia spp. y de la mayoría de las bacterias Gram negativas, les faltan los genes que codifican el LPS y el peptidoglicano de la pared celular, por lo  tanto  estas  bacterias  deben  incorporar  el colesterol  derivado  de  las  membranas  de  las células huésped para garantizar la integridad de su membrana.  La  ventaja  de  no  poseer  LPS  y peptidoglicano es que se inhibe la unión de estos ligandos  a  los  receptores,  por  lo  que  tanto  los leucocitos  hospedadores  como  los  hemocitos  de las  garrapatas  no  se  activan  para  eliminar  al microorganismo. La pérdida de estos genes en E. chaffeensis y A. phagocytophilum ha facilitado la adaptación  de  estas  bacterias  a  las  células leucocíticas y las de la garrapata vector (Rikihisa 2010a,b, 2015).
 
Los patógenos de la familia Anaplasmataceae poseen  una  gran  variedad  de  proteínas  de superficie que incluyen adhesinas e invasinas, las cuales  participan  en  la  adhesión  y  entrada  a  las células  hospedadoras.  En  E.  chaffeensis  se  ha observado  que  la  invasina  EtpE  participa  en  la
adhesión  y  entrada  a  las  células  de  mamíferos. Esta  proteína  de  membrana  se  une  al glicosilfosfatidilinositol  (GFI)  unido  a  proteínas dentro de las caveolas en la superficie celular del monocito  (Moumène  y  Meyer  2015,  Rikihisa 2015).  Se  ha  observado  que  después  de  la internalización E. chaffeensis queda contenida en vacuolas  que  se  convierten  en  los  endosomas tempranos  expresando  las  proteínas  Rab5A  y  el antígeno  1  endosomal  temprano  (EEA1),  se acumula  transferrina  y  el  receptor  de  la transferrina (RTr), el cual durante el desarrollo del endosoma  temprano  contribuye  a  adquirir  hierro de  la  célula  hospedadora.  En  etapas  más  tardías desaparece  EEA1,  aparece  Rab7,  se  mantiene Rab5A, los RTr y faltan las proteínas lisosomales, indicando que las inclusiones se encuentran en las atapas finales del endosoma. Se ha demostrado en las  células  de  la  línea  celular  continua  DH82 infectadas  con  E.  chaffeensis  que  el  endosoma tardío se caracteriza por poseer la proteína Rab7 y la  vacuola  está  acidificada  a  pH  5,2.  Esta acidificación  puede  ser  necesaria  para  la supervivencia  y  replicación.  Por  lo  tanto,  E. chaffeensis  es  capaz  de  cambiar  su  membrana vacuolar para un desarrollo eficiente. Este proceso tiene como objetivo escapar de la fusión con los lisosomas (Moumène y Meyer 2015).
 
Ehrlichia  spp.  ha  desarrollado  una  gran cantidad de factores de virulencia para evadir las defensas  innatas  del  huésped,  incluyendo  la apoptosis.  Las  mórulas  de  Ehrlichia  spp. interactúan  con  las  mitocondrias  produciendo proteínas que inhiben la actividad mitocondrial y posterior  apoptosis  (Liu  et  al.  2011).  Se  ha demostrado  in  vitro  que  la  polimerización  de  la actina  del  citoesqueleto  celular  en  presencia  de calcio  y  hierro  es  importante  en  el  proceso  de propagación intercelular de E. canis (Alves et al. 2014).
 
Los  microorganismos  presentes  en  la  saliva del  artrópodo  entran  al  torrente  sanguíneo  del huésped y se multiplica en las células sanguíneas hasta  formar  las  mórulas.  Después  de  la desintegración  de  la  mórula  se  liberan  nuevos cuerpos  elementales  que  invaden  nuevas  células sanguíneas.  La  infección  dentro  del  animal  se disemina  vía  sanguínea  o  linfática  dentro  de  las células  mononucleares  infectadas,  llegando  a otros  sistemas  orgánicos  como  hígado,  bazo, médula  ósea  y  ganglios  linfáticos  donde  se multiplican  (Harrus  et  al.  1999,  Kelly  2000, Skotarczak 2003, Procajło et al. 2011).
 
De  acuerdo  con  estudios  experimentales  el curso  subsiguiente  de  la  EMC  se  ha  dividido  en tres  etapas  después  de  un  período  de  incubación de 8 a 20 días: aguda, subclínica y crónica; en los casos  en  que  ocurre  la  enfermedad  en  forma natural es difícil asignar con precisión la etapa de la misma (Mylonakis et al. 2010b). La mayoría de los  perros  se  recuperan  de  la  fase  aguda  con tratamiento  adecuado  pero  aquellos  perros  no tratados se recuperan espontáneamente de la fase aguda después de 2 a 4 semanas y entran en la fase subclínica  que  puede  durar  hasta  4  meses  en perros  infectados  experimentalmente  y  puede persistir  hasta  10  años  en  perros  infectados naturalmente.  Los  perros  inmunocompetentes pueden eliminar la infección durante este periodo, pero algunos eventualmente desarrollarán la fase crónica  de  la  enfermedad  caracterizada  por  una grave aplasia de la médula ósea (mielosupresión), pancitopenia de sangre periférica y alta mortalidad por  septicemia  y/o  hemorragias  graves  (Kelly 2000,  Mylonakis  et  al.  2010b,  Straube  2010, Harrus et al. 2012).
 
Se  considera  que  la  trombocitopenia  es  la anormalidad hematológica más común y consistente  de  perros  infectados  natural  o experimentalmente  con  E.  canis;  ésta  ocurre  en más  del  90%  de  los  perros  infectados.  La trombocitopenia  en  la  EMC  se  atribuye  a diferentes mecanismos en las diferentes etapas de la enfermedad.

En la etapa aguda la trombocitopenia  se  atribuye  a  un  consumo  de plaquetas  incrementado  debido  a  procesos inflamatorios  en  el  endotelio  de  los  vasos sanguíneos  (vasculitis),  aumento  del  secuestro esplénico de plaquetas y destrucción inmunológica  o  lesión  que  resulta  en  una disminución de la vida media plaquetaria inmune mediada (Harrus et al. 1999, 2012, Harrus 2015). Estudios  en  los  cuales  se  han  utilizado radioisótopos han demostrado que el promedio de vida  de  las  plaquetas  disminuye  de  un  promedio de 9 a 4 días a 2 a 4 días después de la infección con  E.  canis  (Harrus  et  al.  1999).  Además,  una citocina  sérica,  el  factor  inhibitorio  de  la migración  plaquetaria  (FIMP)  ha  sido  aislado  y caracterizado  de  perros  con  ehrlichiosis  y  su concentración está inversamente relacionado con el  contaje  plaquetario.  Altas  concentraciones  de FIMP  están  asociados  a  cepas  más  virulentas  de E. canis. El FIMP inhibe la migración plaquetaria y  es  producido  por  linfocitos  expuestos  a monocitos  infectados.  En  la  fase  crónica,  se considera  como  mecanismo  de  la  disminución plaquetaria  a  la  médula  ósea  hipoplástica (hipocelularidad). La trombocitopenia está acompañada de disfunción plaquetaria (trombocitopatía)  en  los  perros  infectados.  La disfunción plaquetaria junto con el contaje bajo de plaquetas, contribuye a las hemorragias  observadas en la EMC (Harrus et al. 1999, 2012).
 
La  demostración  en  suero  de  anticuerpos antiplaquetarios  (AAP)  después  de  la  infección experimental  con  E.  canis  apoya  la  hipótesis  de que la destrucción inmune también contribuye a la patogénesis  de  la  trombocitopenia  de  la ehrlichiosis aguda (Harrus et al. 1999). Aquellos perros no tratados adecuadamente entran a la fase subclínica y se caracterizan por ser portadores de E. canis clínicamente sanos, aunque el contaje de plaquetas  puede  mantenerse  bajo  (Harrus  et  al. 2012). En infecciones experimentales indican que el bazo es el órgano más susceptible para albergar E.  canis  durante  la  fase  subclínica.  Además,  en infecciones naturales la visualización de mórulas es  más  probable  en  aspirados  esplénicos  que  en frotis  de  capa  blanca  sanguíneos  (Faria  et  al. 2010).  Se  cree  que  el  bazo  juega  un  papel importante  en  la  patogénesis  y  en  la  expresión clínica de la enfermedad.

Los perros esplenectomizados experimentalmente infectados con E. canis mostraron enfermedad clínica leve en comparación con los perros no esplenectomizados quienes  mostraron  una  enfermedad  clínica  más severa  (Harrus  et  al.  1998).  Además  de  la trombocitopenia  se  puede  presentar  anemia normocítica  no  regenerativa  y  una  ligera leucopenia con monocitosis (Procajło et al. 2011, Waner  y  Harrus  2013).  En  un  estudio experimental  reciente,  los  perros  inoculados  con E. canis manifestaron cambios significativos en el hematocrito,  la  hemoglobina  y  el  recuento plaquetario en comparación con el grupo control no infectado (Nair et al. 2016).
 
Entre  las  anormalidades  bioquímicas  más resaltantes de los perros infectados con E. canis se encuentra la hipoalbuminemia, hiperglobulinemia e  hipergammaglobulinemia,  aumento  de  la actividad  de  la  fosfatasa  alcalina,  de  la  alanino aminotransferasa  y aumento en las concentraciones  de  urea  y  creatinina.  La hipoalbuminemia  puede  ser  consecuencia  de  la pérdida  periférica  de  albúmina  en  fluidos inflamatorios  edematosos  como  resultado  de  un incremento de la permeabilidad vascular, pérdida de  sangre  o  disminución  en  la  producción  de proteínas  debido  a  una  enfermedad  leve  del hígado o puede ser debido a cambios mínimos del glomérulo.  Como  la  síntesis  de  la  albúmina  está regulada  por  la  presión  oncótica,  la  disminución en  la  concentración  de  albúmina  puede  actuar como un mecanismo compensatorio para el estado hiperglobulinémico  y  así  mantener  la  presión oncótica  y prevenir un aumento de la viscosidad sanguínea. La hipergammaglobulinemia suele ser policlonal pero en algunos perros es monoclonal. El  papel  de  los  anticuerpos  específicos  anti-E. canis  circulantes  para  eliminar  la  infección ehrlichial intracelular es mínima. Altos títulos de anticuerpos  anti  E.  canis  no  proporcionan protección  cuando  los  perros son  desafiados  con inóculos  de  E.  canis  (Harrus  et  al.  1999,  2012, Procajło et al. 2011). Los perros con gammapatía monoclonal  pueden  desarrollar  hiperviscocidad sanguínea con signos clínicos asociados y lesiones patológicas,  como  por  ejemplo  hemorragia subretiniana  y  desprendimiento  de  la  retina  que puede  conducir  a  ceguera  aguda  (Harrus  et  al. 2012).  Se  ha  reportado  la  actividad  de  la butirilcolinesterasa aumentada en la etapa aguda y puede  ser  utilizada  como  un  marcador  de inflamación (do Carmo et al. 2015).
 
Anticuerpos IgG anti-E. canis aparecen en el día  15  postinfección  experimental.  La  subclase IgG2 está presente en todas las fases de la EMC. Se  ha  propuesto  que  el  cambio  de  isotipo  IgG2  está  asociado  a  un  tipo  de  respuesta  T H 1  y  su correspondiente producción de interferón γ (IFNγ) (Normand et al. 2009) y factor de necrosis tumoral (FNT).  Por  otra  parte,  IFNγ  y  FNT  ejercen  una acción anti-ricketttsial a través de la inducción de la  síntesis  de  ácido  nítrico.  Aparentemente,  la inmunidad mediada por células T y la secreción de INFγ  juegan  un  papel  importante  en  la recuperación de la infección ehrlichial (Harrus et al. 2012).
 
Durante  la  fase  aguda  está  presente  más frecuentemente la linfoadenomegalia generalizada,  esplenomegalia  y  hepatomegalia. La  detección  molecular  de  ADN  ehrlichial  en nódulos  linfáticos,  bazo,  hígado  y  riñones  y  la amplia  variedad  de  órganos  que  muestran evidencia  histológica  de  infiltrado  linfocítico, plasmocítico  y  monocítico  apoya  el  hallazgo  de que E. canis está ampliamente distribuida por todo el organismo del animal infectado con el potencial de  ocasionar  una  variedad  de  signos  clínicos (Harrus et al. 2012, Waner y Harrus 2013).
 
Los  hallazgos  histopatológicos  de  perros infectados  con  E.  canis,  incluyen  hemorragias petequiales  y  equimóticas  en  las  superficies serosas  y  mucosas  de  la  cavidad  nasal,  tracto gastrointestinal, vejiga urinaria y tejido subcutáneo (Harrus et al. 2012).
 
En  pulmones,  la  infección  experimental  de perros  con  E.  canis  resultó  en  una  neumonía intersticial durante la fase aguda de la enfermedad. Los  septos  alveolares  se  encontraron  engrosados por  la  presencia  de  infiltrados  de  células mononucleares  y  macrófagos.  Se  encontraron acumulaciones focales de linfocitos y macrófagos dentro  y  debajo  del  endotelio  de  pequeñas  a medianas arterias y venas. Estudios de microscopía electrónica de transmisión en perros infectados  experimentalmente  mostraron  células mononucleares  pulmonares  con  mórulas  de  E. canis adherentes a la superficie luminal de células epiteliales  de  arteriolas  o  capilares  (Simpson 1974).  Locatelli  et  al. (2012) reportaron  un  caso de hipertensión pulmonar asociada a  E. canis en un  perro  de  raza  Yorkshire  en  Milán,  Italia,  los resultados  indicaron  que  la  posible  causa  de  tal complicación  fue  una  pneumonía  intersticial asociada  a  vasculitis  y  tromboembolismo secundario debida a daño vascular.
 
En riñones se demostraron cambios patológicos tanto en los elementos tubulares como en  los  elementos  glomerulares  de  perros inoculados  experimentalmente  con  E.  canis;  en estos animales se demostró proteinuria transitoria durante  la  fase  aguda.  El  examen  histológico durante  esta  fase  reveló  infiltrados  linfocíticos  y plasmáticos  perivenulares  especialmente  en  la corteza  renal.  Los  cambios  fueron  interpretados como  glomerulopatía  de  cambios  mínimos atribuibles a la causa de proteinuria transitoria que podría  haber  contribuido  a  la  hipoalbuminemia observada  en  la  EMC  aguda  (Codner  y  Maslin 1992, Codner et al. 1992).
 
La  patología  hepática  asociada  a  infección experimental  con  E.  canis  sin  manifestaciones clínicas aparentes ha sido documentada como una infiltración portal de linfocitos, células plasmáticas  y  macrófagos  que  resulta  en  una distorsión pronunciada de la arquitectura hepática; en otros estudios experimentales se ha observado degeneración  grasa  centrilobulillar  perivascular de  leve  a  moderada  e  infiltración  de  células mononucleares periportal (de Castro et al. 2004). En un reporte se describe el caso de un perro con hepatitis  severa  asociado  a  EMC  aguda, manifestando  anorexia,  vómito  intermitente  y diarrea  de  5  días  de  duración  (Mylonakis  et  al. 2010a).
 
La  esplenomegalia  es  el  hallazgo  clínico  y patológico más prominente tanto en la etapa aguda como en la crónica de la EMC. En la fase aguda la esplenomegalia es no congestiva y es causada por una  proliferación  difusa  de  linfocitos  y  células plasmáticas en la pulpa roja y blanca. Se demostró que  el  bazo  es  el  principal  reservorio  de organismos  ehrlichiales  probablemente  debido  a la abundancia de macrófagos residentes; algunos estudios  sugieren  que  es  el  último  órgano  en contener  al  microorganismo  antes  de  su eliminación del cuerpo (Harrus y Waner 2011).
 
La  linfoadenomegalia  es  un  hallazgo  común durante  la  fase  aguda  de  la  enfermedad;  el incremento de tamaño en los nódulos linfoides es en parte debido a la actividad hiperplástica tanto de  los  linfocitos  B  como  T  en  respuesta  al estímulo antigénico ehrlichial. Una característica histológica  de  la  EMC  se  observa  en  la arquitectura alterada del tejido linfopoyético con plasmocitosis  y  una  acumulación  de  células linfoides y plasmáticas perivascular generalizada; las  células  B  bajo  estímulos  apropiados  se diferencian  en  células  plasmáticas  secretoras  de gamma  globulinas.  La  intensa  plasmocitosis durante  la  EMC  es  consistente  con  la hipergammaglobulinemia, un hallazgo común en perros durante la enfermedad aguda (Mylonakis et al. 2011).
 
Los  cambios  en  la  médula  ósea  reflejan  de manera  estrecha  los  hallazgos  hematológicos  en perros  con  EMC;  en  las  etapas  tempranas  de  la enfermedad  la  médula  ósea  es  hiperplásica  en parte  reflejando  la  abundancia  de  células plasmáticas,  sin  embargo  pocas  células  grasas están  presentes.  En  la  médula  ósea  hay  un incremento  en  el  número  de  megacariocitos durante  la  fase  aguda  como  respuesta  a  la trombocitopenia
periférica, indicando trombopoyesis activa. En la fase crónica los perros exhiben una marcada disminución de la población de células mieloides y eritroides con presencia de abundantes células plasmáticas y rara presencia de megacariocitos.  La  aplasia  de  la  médula  ósea  es un  hallazgo  típico  de  la  etapa  crónica,  la  cual puede ser el resultado de supresión y/o necrosis de la médula ósea (Mylonakis et al. 2010b).
 
Se  ha  demostrado  plasmocitosis  de  las meninges  con  pocos  linfocitos  en  la  mayoría  de los perros infectados con EMC en la etapa crónica. En la mayoría de los casos crónicos se observaron células  mononucleares  formando  agregados focales mientras que en la fase aguda presentaron acumulaciones de células difusas alrededor de los vasos  sanguíneos.  Los  sitios  más  frecuentes fueron  el  tronco  cerebral,  el  mesencéfalo  y  la corteza  cerebral.  En  algunos  casos  se  observan hemorragias  en  el  cerebro  (Hildebrandt  et  al. 1973).  Recientemente,  se  reportó  el  caso  de  un perro normotrombocítico con  meningoencefalitis diagnosticado  con  E.  canis  por  PCR  en  fluido cerebroespinal (Kaewmongkol et al. 2016).
 
Se  ha  observado  patología  oftálmica  en  la mayoría  de  los  perros  infectados  natural  y experimentalmente  con  E.  canis.  El  cambio patológico más marcado observado en el ojo fue el  relacionado  con  la  presencia  de  células plasmáticas  alrededor  de  las  venas  en  la  capa celular  ganglionar.  Se  considera  que  la  uveítis bilateral  anterior  y  lesiones  retinales  son  los hallazgos  clínicos  más  frecuente  entre  perros naturalmente  infectados  (Massa  et  al.  2002, Komnenou et al. 2007, Oriá et al. 2008). Leiva et al.  (2005)  en  un  estudio  conducido  con  perros naturalmente  infectados  con  E.  canis  en Barcelona, España, encontraron que los animales también  presentaban  además  de  uveítis,  daño retinal  exudativo  y  hemorragia  retinal.  En  un estudio  realizado  con  14  perros  infectados experimentalmente  con  E.  canis  se  observó  que todos  desarrollaron  lesiones  oculares  en  la  fase aguda  y  subclínica  (Panciera  et  al.  2001).  En  el reporte de un caso se describe la detección directa de E. canis de la conjuntiva de un perro por PCR; el  animal  presentó  blefaroespasmo  bilateral, fotofobia  y  uveítis  bilateral  anterior  (Walser-Reinhard et al. 2012).

hemorragias macro y microscópicas en el corazón. Además,  observaron  agregados  de  células mononucleares en las proximidades de los vasos sanguíneos  miocárdicos  y  en  el  tejido  graso pericárdico.  Diniz  et  al.  (2008)  sugieren  un aumento  en  el  riesgo  de  infarto  en  perros infectados con E. canis en la etapa aguda. En tal investigación se evaluaron el electrocardiograma,ecocardiograma,  presión  arterial  y  troponina cardíaca sérica; los perros infectados con E. canis tuvieron la troponina cardíaca sérica más alta que el  grupo  control  no  infectado.  Los  autores concluyen  que  la  infección  aguda  con  E.  canis puede ser un factor de riesgo de lesión miocárdica en perros infectados naturalmente, por otra parte, Koutinas et al. (2012) indicaron que la elevación en  la  troponina  cardíaca  no  mostró  diferencias significativas entre perros con erhlichiosis canina mielosupresiva y no mielosupresiva, presentando ambos grupos riesgos cardíacos similares, lo cual indica que el riesgo cardíaco puede estar presente tanto en la fase aguda como en la fase crónica de la  enfermedad,  encontraron  además  que  la concentración  de  troponina  no  es  un  buen predictor del resultado final de la enfermedad.
 
Manifestaciones clínicas
 
La  EMC  es  un  desorden  multisistémico (Harrus y Waner 2011, Harrus et al. 2012, Waner y  Harrus  2013).  La  infección  producida  por  E. canis  está  asociada  a  una  amplia  variedad  de manifestaciones  clínicas  que  van  a  depender  de varios  factores,  entre  ellos  dosis  del  patógeno transmitido  durante  la  alimentación  de  la garrapata, actividad del sistema inmunológico del perro, virulencia de la cepa de Ehrlichia, raza del perro  y  coinfección  con  otros  patógenos;  por  lo tanto, se pueden observar desde casos sin signos clínicos (asintomáticos), otros con  malestar leve, llegando  a  casos  graves  y  algunas  veces  fatales (Price y Sayer 1983, Little 2010). Variaciones en la virulencia de las cepas de E. canis puede influir en  la  severidad  de  la  EMC,  por  lo  que  la determinación  de  la  diversidad  genética  en  cada región  es  importante  para  relacionarla  con  el grado de severidad de la enfermedad (Mylonakis et  al.  2010b,  Aguiar  et  al.  2013,  Ferreira  et  al. 2014).  E. canis puede infectar todas las razas de perros, pero los de la raza Pastor Alemán parecen ser los más susceptibles al presentar la forma más severa de la enfermedad, con una alta morbilidad y mortalidad comparados con otras razas (Harrus et  al.  1997b,  Mylonakis  et  al.  2004,  Straube 2010). Las coinfecciones (infecciones con varios microorganismos  al  mismo  tiempo)  pueden potenciar  la  patogénesis  de  la  enfermedad alterando  y  exacerbando  las  manifestaciones clínicas.

Las coinfecciones complican el diagnóstico,  el  tratamiento  y  puede  influir negativamente  en  el  pronóstico,  si  el  médico veterinario  no  sospecha,  documenta  y  trata  cada infección  concurrente  (Kordick  et  al.  1999,Breitschwerdt et al. 2005, Gaunt et al. 2010, Little 2010, de Caprariis et al. 2011, De Tommasi et al. 2013).
 
En  la  etapa  aguda  los  signos  clínicos  son inespecíficos,  siendo  los  más  frecuentes  la anorexia,  depresión,  letargia,  ligera  pérdida  de peso,  fiebre,  debilidad  general  y  apatía.  Se presentan síntomas del sistema respiratorio como la disnea, secreciones seropurulentas de las fosas nasales y sacos conjuntivales e incluso neumonía intersticial.  También  hay  linfoadenomegalia, esplenomegalia  y  tendencia  a  sangrar.  La tendencia a sangrar se manifiesta por la presencia de petequias dérmicas, equimosis o ambas. Se han descrito  trastornos  neurológicos  como  la  ataxia, tremor  de  la  cabeza  y  síntomas  convulsivos.  En perros  con  ehrlichiosis  aguda  se  ha  descrito epistaxis uni o bilateral, extravasculaciones en los sitios de inyección, extravasculación en la cámara anterior  de  los  ojos,  sangre  en  la  orina  y  heces (Kelly  2000,  Skotarczak  2003,  Harrus  y  Waner 2011, Little 2010, Procajło et al. 2011, Harrus et al. 2012).
 
Los  signos  de  la  fase  aguda  usualmente disminuyen  espontáneamente  dentro  de  una  a cuatro semanas pero los perros no tratados pueden permanecer  en  la  etapa  subclínica.  Los  perros inmunocompetentes  son  capaces  de  eliminar  al agente  infeccioso  durante  la  fase  subclínica,  la cual puede durar de meses a años, donde no hay signos clínicos (Oriá et al. 2004). Los perros que son  incapaces  de  eliminar  el  agente  infeccioso desarrollan una infección persistente subclínica y se  convierten  en  portadores  asintomáticos;  tales perros  manifiestan  una  trombocitopenia  leve (Little  2010,  Straube  2010).  Codner  y  Farris-Smith (1986) caracterizaron la fase subclínica en una  perrera  de  Missisipi  y  encontraron  una prevalencia  del  53%  de  perros  en  esta  fase.  La mayoría  tenían  títulos  altos  (1/5.120)  de anticuerpos  anti-E.  canis,  hiperglobulinemia  y trombocitopenia; la hemoglobina, la albúmina en suero y orina y tiempos de sangría estaban dentro de los valores normales. En otro estudio Waner et al.  (1997),  caracterizaron  la  fase  subclínica  en perros beagle inoculados experimentalmente con E. canis, demostrando que los perros tenían títulos altos  de  anticuerpos  anti-E.  canis  (títulos  ente 1/2.560 a 1/20.480) y una trombocitopenia leve.
 
Algunos perros progresan a la fase crónica, la cual  puede  ser  leve  o  severa.  Esta  etapa  se caracteriza por presentar signos clínicos recurrentes y anormalidades hematológicas como la  pancitopenia.  En  algunos  perros  puede desarrollarse una fase crónica grave caracterizada por  pérdida  de  peso  y  emaciación,  fiebre  o hipotermia,  palidez  y  edema  periférico  en particular  de  las  patas  traseras  y  escroto.  La diátesis  hemorrágica  es  más  común  en  la  fase crónica  y  se  manifiesta  por  sangramiento superficial  tales  como  petequias  y  equimosis cutáneo  y  de  las  mucosas,  epistaxis,  hematuria, melena  y  sangrado  prolongado  en  el  sitio  de  la venopunción  debido  a  una  alteración  de  la hemostasia primaria. Los signos oculares pueden estar  presentes  en  todas  las  fases  de  la  EMC;  la trombocitopenia severa de la etapa crónica causa hemorragias  retinales,  hifema  y  petequias conjuntivales. Se ha reportado ataxia, convulsiones  e  inclinación  de  la  cabeza  en  una minoría de perros con signos clínicos. La muerte usualmente  se  debe  a  hemorragias  extensas  o  a infecciones  bacterianas  secundarias  (Kelly  2000, Oriá  et  al.  2004,  Little  2010,  Mylonakis  et  al. 2010b, Straube 2010).
 
Ehrlichia ewingii
 
Ehrlichia ewingii es el agente etiológico de la ehrlichiosis granulocítica canina (EGC), transmitida  por  la  garrapata  estrella  solitaria Amblyomma americanum (Anderson et al. 1992). E.  ewingii  está  distribuida  en  Estados  Unidos (regiones  del  sureste  y  surcentral),  África (Camerún) y América del Sur (Brasil) (Ndip et al. 2005, Oliveira et al. 2009, Cohn y Breitschwerdt 2012,  Harrus  et  al.  2012).  El  venado  de  cola blanca  (Odocoileus  virginianus)  es  el  principal hospedador  de  A.  americanum  por  lo  que  es considerado el principal reservorio de  E. ewingii (Cohn  y Breitschwerdt 2012, Harrus  et al. 2012, Starkey et al. 2015).
 
En  1999  se  detectó  en  cuatro  personas  por PCR  E.  ewingii  y  se  observaron  mórulas  en granulocitos  en  dos  de  estos  cuatro  pacientes. Todos  habían  estado  expuestos  a  garrapatas  y presentaron fiebre, dolor de cabeza, trombocitopenia  con  o  sin  leucopenia.  Tres  de estos  pacientes  estaban  recibiendo  terapia inmunosupresora  y  los  cuatro  fueron  tratados exitosamente con doxiciclina (Buller et al. 1999).A  diferencia  de  otros  agentes  ehrlichiales,  E. ewingii  no  ha  podido  ser  cultivada  in  vitro  y  la detección  de  infección  se  ha  basado  en  métodos serológicos o moleculares, aunque se ha reportado reacciones  cruzadas  en  los  métodos  serológicos, por lo que se puede utilizar tanto antígeno de  E. canis como de E. chaffeensis para el diagnóstico de E. ewingii, por lo que los métodos moleculares son  los  más  seguros  para  identificar  la  especie (Little et al. 2010, Cocayne y Cohn 2012).  

Patogenia y manifestaciones clínicas
 
Después  de  la  picadura  de  las  garrapatas infectadas,  E.  ewingii  invade  los  granulocitos formando colonias de microorganismos dentro de las  vacuolas  llamadas  mórulas.  El  tiempo requerido desde la picadura de la garrapata hasta la  transmisión  del  patógeno  es  desconocido (Cocayne  y  Cohn  2012,  Cohn  y  Breitschwerdt 2012). Una vez que los neutrófilos son liberados de la médula ósea, su vida media en circulación es de 6 a 8 horas. Sin embargo, estas células de vida corta  son  el  sitio  predilecto  de  replicación  de  E. ewingii (Cocayne y Cohn 2012). Está demostrado que la infección in vivo de la bacteria intracelular obligatoria  E.  ewingii  retrasa  la  apoptosis espontánea  de  los  neutrófilos  caninos  al estabilizar  la  integridad  mitocondrial  y  esto  trae como consecuencia que la bacteria sobreviva más tiempo en su célula hospedadora; en este estudio se  demostró  que  los  neutrófilos  caninos  pueden sobrevivir en cultivo celular hasta 5 días y que E. ewingii  puede  continuar  replicando  en  los  neutrófilos.  La  alteración  de  la  apoptosis  de  los neutrófilos  tiene  profundos  efectos  sobre  la respuesta  inflamatoria  y  la  resolución  de  la infección. Este proceso de retraso de la apoptosis de los neutrófilos por parte de E. ewingii puede ser un  importante  mecanismo  patológico  que prolonga  la  infección  y  la  inflamación  en  el hospedador  mamífero.  La  eliminación  de  la infección en perros infectados experimentalmente resultó en la normalización de la supervivencia de los neutrófilos (Xiong et al. 2008).
 
Las mórulas de E. ewingii se pueden observar dentro  de  los  granulocitos  12  días  después  de  la inoculación experimental y los signos clínicos se observan  entre  los  18  a  28  días  postinfección, aunque hay investigaciones que han observado los signos  clínicos  entre  los  7  a  14  días  (Cocayne  y  Cohn  2012,  Cohn  y  Breitschwerdt  2012).  La inmunosupresión puede exacerbar o potenciar las manifectaciones clínicas; las infecciones experimentales  han  tenido  más  éxito  en  perros tratados  con  ciclofosfamida  o  glucocorticoides (agentes  inmunosupresores).  Sin  embargo,  en perros  naturalmente  infectados,  la  infección ocurre  sin  aparente  estado  inmunosupresor (Cocayne  y  Cohn  2012).  En  algunas  infecciones experimentales los perros se mantienen asintomáticos o desarrollan una enfermedad breve y  autolimitante  (Yabsley  et  al.  2011).  La patogénesis  de  la  EGC  ha  sido  poco  estudiada debido a que E. ewingii no se ha podido cultivar in vitro. Un componente  inmune  mediado puede ser  el  responsable  de  la  poliartritis  y  de  la destrucción de plaquetas (Cocayne y Cohn 2012).

Las  manifestaciones  clínicas  de  la  infección por  E.  ewingii  en  perros  incluyen  fiebre, trombocitopenia, manifestaciones nerviosas (inclinación de la cabeza, temblores y anisicoria), laxitud,  debilidad,  síntomas  musculoesqueléticos (cojera, dificultad para estar  de pie o caminar)  y poliartritis  neutrofílica  (Goldman  et  al.  1998, Little  2010,  Cocayne  y  Cohn  2012,  Cohn  y Breitschwerdt  2012,  Allison  y  Little  2013),  este último  signo  aparece  en  perros  infectados  de forma crónica (Murphy et al. 1998). Yabsley et al. (2011)  infectaron  perros  experimentalmente  con E. ewingii utilizando a  Amblyomma americanum como  vector,  no  logrando  infectarlos  con Rhipicephalus sanguineus y Dermacentor variabilis,  los  animales  desarrollaron  pirexia, trombocitopenia  y  leucopenia,  sin  llegar  a desarrollar  poliartritis  ni  laxitud,  encontrando además que los  signos clínicos fueron  más leves en  perros  reinfectados.  Starkey  et  al.  (2015) señalan  que  la  infección  con  E.  ewingii  puede permanecer en el perro largo tiempo en presencia de  coinfección  con  otras  especies  del  género Ehrlichia, sin embargo, la persistencia en el caso  de  infección  solo  con  E.  ewingii  es  variable, pudiendo permanecer poco o mucho tiempo en el animal. Se reportó el caso de un cachorro mestizo Pastor  Alemán  de  ocho  semanas  proveniente  de Ohio,  Estados  Unidos,  con  letargo  progresivo  y cojera. En el examen físico se identificó fiebre y derrame en múltiples articulaciones.

La hematología reveló anemia, neutrofilia y monocitosis. Se detectaron mórulas en neutrófilos de extendidos sanguíneos y líquido articular y al realizar la PCR para E. ewingii resultó positivo en ambas  muestras.  Los  síntomas  desaparecieron poco después del tratamiento con doxiciclina y la PCR  resultó  negativa  a  los  18  días  y  3  años después (Gieg et al. 2009).
 
Ehrlichia chaffeensis
 
Ehrlichia chafeensis conocida como el agente causal de la ehrlichiosis monocítica humana, una zoonosis  humana  emergente,  transmitida  por  la garrapata estrella solitaria A. americanum, siendo el  venado  de  cola  blanca  (O.  virginianus)  el reservorio  primario,  ya  que  desarrolla  una infección  persistente  por  E.  chaffeensis  sin mostrar signos clínicos de la enfermedad; también los  coyotes  (Canis  latrans)  pueden  servir  como reservorio  debido  a  que  suelen  infectarse naturalmente.  Los  humanos  y  los  perros  son considerados hospedadores incidentales (Kocan et al. 2000, Davidson et al. 2001, Paddock y Childs 2003, Little 2010, Nair et al. 2014). Se ha logrado identificar por PCR en perros de Estados Unidos (sureste  de  Virginia,  Oklahoma  y  Carolina  del Norte),  Asia  (Corea  del  Sur)  y  Sur  América (Venezuela) (Gutiérrez et al. 2008, Yu et al. 2008,Harrus  et  al.  2012).  Poco  se  ha  estudiado  con relación a la patogenia, patología y manifestaciones  clínicas,  sin  embargo  hay trabajos  aislados  en  los  que  se  exploran  estos aspectos.
 
Los perros son susceptibles a la infección con E. chaffeensis, tal como lo demuestra un estudio en el que inocularon experimentalmente a cuatro cachorros  con  cultivo  de  E.  canis  y  cuatro cachorros  con  cultivo  de  E.  chaffeensis.  Los perros  inoculados  con  E.  canis  desarrollaron  un cuadro  febril  leve,  trombocitopenia  y  secreción ocular leve en uno de los perros, mientras que los perros inoculados con  E. chaffeensis presentaron una  respuesta  febril  leve  sin  otro  signo  clínico. Uno de los perros inoculado con E. chaffeensis fue reinfectado  con  sangre  infectada  con  E.  canis mostrando  fiebre,  anorexia  y  trombocitopenia, demostrándose falta de protección contra E. canis por  inoculación  previa  con  E.  chaffeensis (Dawson y Ewing 1992).
 
En otra investigación se evidenció por PCR E. chaffeensis  en  perros  del  sureste  de  Virginia (Estados  Unidos).  Se  analizaron  38  muestras  de perros de cinco refugios y una perrera. De los 38 perros,  8  (42%)  fueron  PCR  positivo  a  E. chaffeensis  y  6  (32%)  fueron  PCR  positivo  a  E. ewingii  y  ninguno  positivo  a  E.  canis.  Los investigadores concluyen que el perro constituye un  reservorio  potencial  para  E.  chaffeensis (Dawson et al. 1996). En este trabajo no se trata lo relacionado a las manifestaciones clínicas.
 
Breitschwerdt  et  al.  (1998)  demostraron  en tres  perros  infección  natural  con  E.  chaffeensis. Estos  perros  presentaron  signos  clínicos  de  ehrlichiosis  canina:  uveítis  anterior,  vómito, epistaxis y linfoadenomegalia.
 
Zhang et al. (2003) infectaron experimentalmente  dos  perros  Beagle  con  E. chaffeensis cepa Arkansas y observaron durante 6 meses  después  de  la  inoculación  los  signos clínicos,  cambios  hematológicos,  anticuerpos anti-E.  chaffeensis  y  presencia  de  E.  chaffeensis en  sangre.  Durante  los  6  meses  los  perros  no manifestaron fiebre ni perdieron peso. Dentro de los  parámetros  hematológicos  lo  más  relevante fue  la  presencia  de  trombocitopenia,  la  cual apareció dos semanas después de la inoculación y se mantuvo durante todo el estudio. En uno de los perros se demostró por PCR  E. chaffeensis hasta los  4  meses  mientras  que  en  el  otro  animal  se demostró por 81 días. Con respecto a los títulos de anticuerpos  anti-E.  chaffeensis,  en  ambos  perros aparecieron a las 4 semanas postinoculación (día 23) a un título 1:64; luego aumentaron alcanzando en la semana séptima y octava un título 1:16.384.

Harrus  et  al.  2012).  Poco  se  ha  estudiado  con relación a la patogenia, patología y manifestaciones  clínicas,  sin  embargo  hay trabajos  aislados  en  los  que  se  exploran  estos aspectos.
 
Los perros son susceptibles a la infección con E. chaffeensis, tal como lo demuestra un estudio en el que inocularon experimentalmente a cuatro cachorros  con  cultivo  de  E.  canis  y  cuatro cachorros  con  cultivo  de  E.  chaffeensis.  Los perros  inoculados  con  E.  canis  desarrollaron  un cuadro  febril  leve,  trombocitopenia  y  secreción ocular leve en uno de los perros, mientras que los perros inoculados con  E. chaffeensis presentaron una  respuesta  febril  leve  sin  otro  signo  clínico. Uno de los perros inoculado con E. chaffeensis fue reinfectado  con  sangre  infectada  con  E.  canis mostrando  fiebre,  anorexia  y  trombocitopenia, demostrándose falta de protección contra E. canis por  inoculación  previa  con  E.  chaffeensis  (Dawson y Ewing 1992).
 
En otra investigación se evidenció por PCR E. chaffeensis  en  perros  del  sureste  de  Virginia (Estados  Unidos).  Se  analizaron  38  muestras  de perros de cinco refugios y una perrera. De los 38 perros,  8  (42%)  fueron  PCR  positivo  a  E. chaffeensis  y  6  (32%)  fueron  PCR  positivo  a  E. ewingii  y  ninguno  positivo  a  E.  canis.  Los investigadores concluyen que el perro constituye un  reservorio  potencial  para  E.  chaffeensis (Dawson et al. 1996). En este trabajo no se trata lo relacionado a las manifestaciones clínicas.
 
Breitschwerdt  et  al.  (1998)  demostraron  en tres  perros  infección  natural  con  E.  chaffeensis. Estos  perros  presentaron  signos  clínicos  de ehrlichiosis  canina:  uveítis  anterior,  vómito, epistaxis y linfoadenomegalia. Zhang et al. (2003) infectaron experimentalmente  dos  perros  Beagle  con  E. chaffeensis cepa Arkansas y observaron durante 6 meses  después  de  la  inoculación  los  signos clínicos,  cambios  hematológicos,  anticuerpos anti-E.  chaffeensis  y  presencia  de  E.  chaffeensis en  sangre.  Durante  los  6  meses  los  perros  no manifestaron fiebre ni perdieron peso. Dentro de los  parámetros  hematológicos  lo  más  relevante fue  la  presencia  de  trombocitopenia,  la  cual apareció dos semanas después de la inoculación y se mantuvo durante todo el estudio. En uno de los perros se demostró por PCR  E. chaffeensis hasta los  4  meses  mientras  que  en  el  otro  animal  se demostró por 81 días. Con respecto a los títulos de anticuerpos  anti-E.  chaffeensis,  en  ambos  perros aparecieron a las 4 semanas postinoculación (día 23) a un título 1:64; luego aumentaron alcanzando en la semana séptima y octava un título 1:16.384.

Durante  el  resto  del  estudio  los  títulos  se mantuvieron  altos.  Los  resultados  de  esta investigación  demuestran  que  los  perros  pueden mantenerse como transportadores de E. chaffeensis  durante  3  a  4  meses  sin  presentar signos  clínicos.  Los  investigadores  concluyeron que  se  puede  considerar  a  los  perros  como portadores de E. chaffeensis.
 
En  otro  estudio  se  infectó  un  grupo  de  tres perros  con  E.  chaffeensis.  Los  animales  fueron vigilados  durante  42  días  (6  semanas)  y  se evaluaron  los  signos  clínicos,  diferencias hematológicas y patológicas. E. chaffeensis causó infección persistente en los tres perros infectados, detectable  durante  las  6  semanas.  Los  perros infectados con E. chaffeensis mantuvieron normal el  apetito  y  la  actividad  física.  El  único  signo clínico importante fue presencia de fiebre durante varios días postinfección  y comenzó en el día 9. En  las  6  semanas  no  se  apreciaron  cambios hematológicos. Durante todo el estudio se detectó ADN de E. chaffeensis en sangre por PCR. ADN de  E.  chaffeensis  se  evidenció  en  hígado,  bazo, nódulo linfático cervical y pulmón. No se observó hepatomegalia ni esplenomegalia. La inflamación en  pulmón  se  caracterizó  por  ser  de  escaso  a moderado  el  número  de  macrófagos  y  linfocitos perivasculares. Uno de los perros infectado con E. chaffeensis  exhibió  lesión  hepática  con  un infiltrado  leve  periportal  de  macrófagos  y linfocitos y microgranulomas sinusoidales.

Hiperplasia  linfoide  de  leve  a  moderada  se observó en el bazo del grupo de perros infectados con  E.  chaffeensis.  Los  investigadores  justifican los  pocos  signos  clínicos  a  la  vía  de  inoculación que  es  intravenosa,  cuando  lo  ideal  sería  vía  picadura  de  garrapata,  ya  que  su  saliva  contiene
potentes  factores  antiinflamatorios,  inmune moduladores  y  antihemostáticos  y  esto  crea  un ambiente que protege al patógeno de las defensas del huésped. Además, otro factor importante es la virulencia de la cepa utilizada (Nair et al. 2016).
 
DIAGNÓSTICO
 
El diagnóstico de la ehrlichiosis canina se basa en una combinación de datos clínicos epidemiológicos,  anormalidades  hematológicas, detección  directa  de  la  bacteria  y  hallazgos serológicos.  La  infección  de  los  perros  con bacterias  del  género  Ehrlichia  resulta  en  un amplio  espectro  de  manifestaciones  clínicas  que van  desde  infección  inaparente  y  subclínica  a enfermedad  severa  y  potencialmente  fatal  (Cohn 2003,  Harrus  y  Waner  2011,  Harrus  et  al.  2012, Allison  y  Little  2013).  Cuando  la  infección  se convierte en enfermedad aparecen las anormalidades hematológicas como la trombocitopenia, la cual suele ser de moderada a severa en la etapa aguda en la EMC, acompañada de  anemia  leve  y  leucopenia.  Durante  la  etapa subclínica  se  puede  presentar  trombocitopenia leve  en  ausencia  de  signos  clínicos.  En  la  fase crónica  la  trombocitopenia  suele  ser  severa acompañada de una anemia marcada y leucopenia (Harrus y Waner 2011). Se deben tomar en cuenta los datos epidemiológicos como por ejemplo lugar de procedencia (si es un área endémica), historial de viajes e infestación por garrapatas (Harrus et al. 2012).
 
Visualización microscópica
 
Debido  a  que  E.  canis,  E.  ewingii  y  E. chaffeensis  infectan  células  hematopoyéticas  es posible  observarlas  microscópicamente  en  una variedad de muestras clínicas que incluyen sangre periférica,  médula  ósea,  aspirados  de  tejidos  y líquidos biológicos, tales como líquido cefalorraquídeo y líquido sinovial (Allison y Little 2013,  Allen  et  al.  2014,  Kaewmongkol  et  al. 2016). Estas tres especies es frecuente encontrarlas  en  sangre  periférica.  Aunque  la bacteria  individual  tiene  generalmente  menos  de 0,5 μm de diámetro, estas bacterias se multiplican por  fisión  binaria  dentro  de  la  vacuola citoplasmática  hasta  formar  una  microcolonia  o mórula,  la  cual  se  puede  observar  con coloraciones  tipo  Romanoswski  (Diff-Quik  o Hemacolor) como una inclusión granular basófila en el citoplasma de monocitos y linfocitos, en el caso de E. canis o E. chaffeensis y en neutrófilos en el caso de E. ewingii, midiendo entre 4-6 μm de diámetro (Allison y Little 2013).
 
Frotis de capa blanca
 
Un  método  muy  utilizado  lo  constituye  el frotis  de  capa  blanca  (FCB),  el  cual  se  realiza centrifugando  una  muestra  de  sangre  con  EDTA en un capilar para microhematocrito o en un tubo Wintrobe. A través de este método se concentran los  leucocitos  y  las  plaquetas;  con  este concentrado  se  realiza  un  frotis  y  se  colorea.  A pesar  de  que  es  un  método  de  fácil  ejecución  y económico requiere de personal muy entrenado en el reconocimiento de las inclusiones. Las mórulas de  E.  canis  o  E.  chaffeensis  se  consiguen  en  el citoplasma de monocitos y linfocitos mientras que las  mórulas  de  E.  ewingii  se  encuentran  en  el citoplasma de granulocitos. Desafortunadamente, la  búsqueda  de  las  inclusiones  en  monocitos  y linfocitos  es  dificultosa  y  consume  tiempo.  La búsqueda de las inclusiones se hace con aceite de inmersión  con  objetivo  de  1000X  en  1000 campos. El tiempo empleado por este método se calcula  entre  50  a  60  minutos.  Debido  a  que  E. ewingii  se  encuentra  en  granulocitos  y  estos  son más abundantes la búsqueda es más fácil. El FCB se recomienda para la etapa aguda de la infección durante  las  primeras  semanas  de  infección (Mylonakis  et  al.  2003,  Allison  y  Little  2013). Fagocitosis  de  plaquetas,  gránulos  azurófilos  en linfocitos y fagocitosis de material nuclear puede confundir  el  diagnóstico  con  inclusiones  de ehrlichias (Harrus y Waner 2011).
 
Métodos moleculares
 
Los métodos de diagnóstico molecular basado en la detección de secuencias de ácidos nucleicos característicos por PCR se utilizan para confirmar la  infección  activa  con  Ehrlichia  spp.  (Allison  y Little 2013). Se ha demostrado que la PCR es un método  sensible,  frecuentemente  para  la  etapa aguda  de  infección  en  perros  y  detecta  ADN  de Ehrlichia  spp.  antes  de  que  ocurra  la seroconversión  por  anticuerpos  (Harrus  et  al. 2012).  Varios  ensayos  se  basan  en  diferentes genes  diana,  por  ejemplo,  16S  ARNr,  p28,  p30, dsb; sin embargo los ensayos de PCR basados en los  genes  16S  ARNr  y  p30  son  los  más comúnmente  utilizados  (Harrus  y  Waner  2011). Se considera que la PCR realizada en muestras de bazo  es  más  sensible  para  la  evaluación  de  la eliminación  de  E.  canis  cuando  se  compara  con muestras de sangre o de médula ósea (Harrus et al. 2004). Una desventaja de la PCR es su  facilidad de  contaminación,  lo  cual  resulta  en  falsos positivos.  Para  asegurar  que  no  ocurra  la contaminación se recomienda el uso de controles en cada paso de la PCR incluyendo la extracción del  ADN  de  la  muestra  (Allison  y  Little  2013). Generalmente hay una buena correlación entre los resultados de la PCR y los resultados obtenidos a partir  del  aislamiento  en  cultivo  celular  (Kelly 2000). En la PCR de un solo paso se ha utilizado cebadores que permiten la amplificación de todas las  especies  de  Ehrlichia  provenientes  de muestras  de  sangre  y  tejidos  (Iqbal  et  al.  1994). Las  PCRs  anidadas  mejoran  la  especificidad  y sensibilidad  del  ensayo  de  PCR  para  Ehrlichia spp.  (Dawson  et  al.  1996,  Breitschwerdt  et  al. 1998,  Murphy  et  al.  1998).  En  la  PCR  anidada cebadores  género  específicos  se  utilizan  en  la primera  reacción  para  detectar  ADN  ehrlichial, mientras que los cebadores especie específicos se utilizan  en  la  segunda  reacción  para  diferenciar entre las distintas especies (Kelly 2000).
 
La PCR en tiempo real cuantitativa (qPCR) es más sensible y menos propensa a la contaminación  que  la  PCR  convencional  y permite  la  cuantificación  de  la  carga  bacteriana. Esta  modalidad  de  PCR  se  ha  utilizado  para  la cuantificación  de  la  carga  bacteriana  en  perros natural  y  experimentalmente  infectados  por  E. canis  (Baneth  et  al.  2009).  La  capacidad  de  los instrumentos  de  la  PCR  en  tiempo  real  ha

permitido el diseño de ensayos multiplex para la detección simultánea de varios patógenos en una muestra.  Un  multiplex  qPCR  ha  sido  diseñado para  detectar  simultáneamente  E.  chaffeensis,  E. ewingii  y  E.  canis  (Doyle  et  al.  2005).  En  otro estudio se logró la evidencia simultánea por qPCR de Anaplasma phagocytophilum, E. chaffeensis y E. ewingii (Bell y Patel 2005).
 
Cultivo
 
Este  método  resulta  ser  muy  costoso  y  poco útil  para  ser  utilizado  en  la  práctica  clínica.  Por otro lado, el aislamiento se logra después de las 8 semanas, por lo tanto este procedimiento se utiliza con  fines  de  investigación.  E.  canis  y  E. chaffeensis se han logrado aislar en la línea celular continua  DH82.  Hasta  los  momentos  el aislamiento en cultivo celular no ha sido posible para E. ewingii (Harrus et al. 2012).
 
Serología
 
Las  técnicas  serológicas  incluyendo  la inmunofluorescencia indirecta (IFI) y el ensayo de inmunoabsorción  ligado  a  enzimas  (ELISA)  han sido por mucho tiempo un pilar para confirmar la sospecha clínica de enfermedad por Ehrlichia spp. La prueba de IFI IgG anti-E. canis es la prueba de oro, la cual indica exposición a E. canis. La IgM no  es  considerada  un  indicador  fiable  de exposición  a  E.  canis  debido  al  desarrollo inconsistente de anticuerpos IgM durante el curso de la enfermedad. Por el contrario, títulos de IgG anti-E.  canis  iguales  o  mayores  a  1/40  son considerados  positivos  para  la  exposición  a  E. canis. Para las infecciones agudas se recomienda realizar dos pruebas de IFI consecutivas con una diferencia de 7 a 14 días y un aumento de cuatro veces  en  la  segunda  prueba  con  respecto  a  la primera  se  considera  infección  activa.  Los anticuerpos  IgG  persisten  por  meses  o  años después del tratamiento y de la eliminación de la bacteria (Harrus y Waner 2011, Harrus et al. 2012, Allison y Little 2013). La desventaja de la prueba IFI  es  que  los  anticuerpos  detectados  contra  E. canis  no  son  específicos  de  la  bacteria.  Se  ha descrito  reacciones  cruzadas  en  esta  prueba serológica  entre  E.  canis,  E.  ewingii  y  E. chaffeensis, por lo tanto no es posible utilizar los resultados  de  la  IFI  para  distinguir  entre infecciones entre estas tres especies (Kelly 2000).
 
Se ha descrito un número variable de ensayos basados en ELISA pero el que actualmente se está utilizando  en  la  práctica  clínica  es  la  prueba SNAP® 3DX® (IDEXX Laboratories, Westbrook,  ME,  USA),  la  cual  detecta anticuerpos  a  Dirofilaria  inmitis,  Borrelia burgdorferi  y  E.  canis,  mientras  que  hay  otra prueba SNAP® 4DX® PLUS (IDEXX Laboratories, Westbrook, ME, USA) que detecta anticuerpos  a  Anaplasma  phagocytophilum,  A. platys, Borrelia burgdorferi, E. canis y E. ewingii. Es  importante  señalar  que  en  estas  pruebas  los anticuerpos reconocen péptidos recombinantes de cada uno de los patógenos lo que les proporciona una  alta  especificidad  (Breitschwerdt  y  Cohn 2012, Allison y Little 2013).
 
TRANSMISIÓN
 
La  transmisión  de  Ehrlichia  spp.  ha  sido atribuida  a  garrapatas,  artrópodos  hematófagos que  pertenecen  a  la  familia  Ixodidae  de  la  clase Arachnida. Los perros sirven como reservorios de E.  canis  y  anfitriones  de  Rhipicephalus sanguineus  (Latreille  1806)  (Acari:  Ixodidae),  el vector  primario  de  esta  especie  de  ehrlichia,  R. sanguineus  es  la  especie  de  garrapata  más ampliamente  distribuida  y  su  presencia  ha  sido reportada en áreas tropicales y subtropicales, entre los 50°N y 35°S y en el continente americano, su distribución  va  desde  Canadá  hasta  Argentina (Dantas-Torres  2008).
 
De  acuerdo  con  Ramírez-Barrios et al. (2008) R. sanguineus es la garrapata que  más  comúnmente  parásita  a  perros  de  zonas urbanas  en  Venezuela.  Aunque  el  principal anfitrión de R. sanguineus es el perro doméstico; no obstante, cuando los niveles de infestación son elevados  y  en  ambientes  muy  parasitados  esta especie de garrapata puede parasitar otras especies animales tales como gatos, roedores, aves y hasta humanos (Estrada-Peña y Jongejan 1999, Dantas-Torres et al. 2006).
 
Muchos ixódidos son exófilos; sin embargo R. sanguineus  está  bien  adaptada  al  ambiente intradomiciliario. Se ha observado que el nivel de infestación es elevado en perros que permanecen mucho  tiempo  en  el  interior  de  casas  o apartamentos y en aquellos que están confinados en  refugios  y  bioterios  (García  et  al.  2007).  En áreas tropicales y subtropicales la prevalencia de R. sanguineus es alta durante todo el año mientras que en áreas de clima templado son abundantes al final de la primavera y hasta principios del otoño; existen  evidencias  que  sugieren  que  las  bajas temperaturas afectan negativamente el desarrollo de esta especie de garrapata (Inokuma et al. 1996).
 
El  modo  de  transmisión  de  E.  canis  es transestadial  pero  no  trasovarial  (Groves  et  al. 1975),  por  lo  cual  la  infección  es  transmitida subsecuentemente de larvas a ninfas y de ninfas a adultos,  pero  no  de  las  hembras  a  los  huevos  de una  nueva  generación.  La  infección  de  R. sanguineus con E. canis ocurre durante el estadio de  larva  o  ninfa  cuando  éstas  ingieren  sangre  de un  perro  bacteriémico.  En  el  interior  de  la garrapata  los  microorganismos  ingeridos  se multiplican  en  células  del  intestino  medio  y posteriormente en sus glándulas salivales (Aguiar et al. 2007), las garrapatas infectadas  inoculan la bacteria  a  un  nuevo  hospedador  en  la  próxima ingesta  sanguínea.  Además  de  la  transmisión trasestadial  se  ha  descrito  que  la  transmisión también  puede  ser  intraestadial,  al  menos  en condiciones  experimentales;  en  este  sentido, Bremer et al. (2005) demostraron que los machos adultos pueden tomar múltiples comidas sanguíneas  y  adquirir  y  transmitir  E.  canis  a animales susceptibles.
 
Gracias  a  las  diferencias  morfológicas, biológicas  y  moleculares  encontradas  en  las garrapatas  clasificadas  como  R.  sanguineus procedentes de diferentes regiones geográficas, se ha llegado a la conclusión de que esta especie de ixódido es en realidad un complejo formado por al menos  10  especies  estrechamente  relacionadas (Danta-Torres  2008).  Para  Latinoamérica  se considera  que  el  taxón  R.  sanguineus  incluye  al menos  dos  especies  o  linajes  diferentes: “templado”  y  “tropical”  (Moraes-Filho  et  al. 2011);la primera restringida a Argentina, Chile y al  sur  del  Brasil  mientras  que  la  última  se distribuye  desde  México  hasta  Brasil.  Los miembros  del  complejo  R.  sanguineus  pueden poseer  diferencias  en  su  competencia  vectorial. Los estudios publicados a la  fecha  muestran que las  garrapatas  pertenecientes  al  linaje  o  especie “tropical” son más susceptibles a la infección por E. canis y son más competentes en su transmisión que  aquellas  pertenecientes  al  linaje  “templado” (Cicuttin et al. 2015, Moraes-Filho et al. 2015).
 
Aunque  R.  sanguineus  es  el  vector  más comúnmente  asociado  con  la  transmisión  de  E. canis, la infección ha sido transmitida experimentalmente  por  Dermacentor  variabilis Say,  1821  (Johnson  et  al.  1998),  la  cual  ha  sido encontrada  parasitando  perros  en  Venezuela (Ramírez-Barrios  et  al.  2008).  Además,  el  ADN de E. canis ha sido detectado en pulgas (Insecta: Siphonaptera)  pertenecientes  a  las  especies Xenopsylla  cheopis  y  Cediopsylla  inaequalis  de zorros (Vulpes vulpes) en áreas rurales ubicadas al sur de Italia (Torina et al. 2013). El papel de los zorros  como  reservorios  de  E.  canis  ha  sido señalado  anteriormente  (Fishman  et  al.  2004, Ebani  et  al.  2011);  sin  embargo,  evidencias moleculares  han  demostrado  la  presencia  de  E. canis en pequeños mamíferos de Korea (Kim et al. 2006). Estos datos sugieren que existe otro ciclo de  transmisión  de  E.  canis  que  involucra artrópodos diferentes a las garrapatas (particularmente  a  R.  sanguineus)  y  pequeños mamíferos que no pertenecen a la familia Canidae como  reservorios;  es  imprescindible  pues investigar  la  participación  de las  pulgas  y  de  los pequeños mamíferos en la transmisión de E. canis y su importancia médica y veterinaria.
 
Por otra parte, la transmisión de E. chaffeensis y  E.  ewingii  se  mantiene  en  la  naturaleza  en  un ciclo  que  involucra  al  venado  de  cola  blanca (Odocoileus  virginianis)  y  a  la  garrapata  estrella solitaria,  Amblyomma  americanum  (Linnaeus 1758)  (Varela-Stokes  2007),  una  especie  de garrapata de tres anfitriones, presente al este de los Estados  Unidos  que  ocupa  áreas  boscosas  en  las que  existen  las  condiciones  de  temperatura  y humedad  adecuadas  para  su  desarrollo.  Es  una especie ecléctica en sus preferencias alimentarias, pues  aunque  los  venados  de  cola  blanca  parecen ser sus anfitriones preferidos, diversos mamíferos y  aves  puede  servir  como  fuente  de  comida sanguínea para esta especie de garrapata entre los que  se  mencionan  coyotes,  zorros,  mapaches, zarigüellas,  roedores  y  aves  (Childs  y  Paddock 2003).
 
Los  perros  adquieren  la  infección  cuando  las ninfas y/o adultos de A. americanum infectados se alimentan  sobre  él  (Little  2010),  diferentes estudios han
demostrado la infección experimental  y  natural  de  perros  con  E. chaffeensis (Dawson y Ewing 1992, Murphy et al. 1998) gracias a esta especie de ixódido. Además de  los  venados  y  los  perros,  el  ADN  de  E. chaffeensis y/o anticuerpos específicos contra esta rickettsia
han  sido  detectados  en  mapaches (Procyon lotor), zarigüeyas (Didelphis virginianus)  (Lockhart  et  al.  1997),  coyotes (Canis latrans) (Kocan  et al.  2000) y ratones de patas blancas (Peromyscus leucopus) (Magnarelli et  al.  1997,  Sosa-Gutiérrez  et  al.  2014)  lo  que sugiere  que  estas  especies  animales  pudieran servir como reservorio de estas bacterias. Aunque el  mecanismos  exacto  por  medio  del  cual  la bacteria  es  transmitida  desde  la  garrapata  a  los anfitriones  vertebrados  es  desconocido,  se considera que la transmisión de E. chaffeensis por A.  americanum  es  transestadial  (Ewing  et  al. 1995) y no transovarial (Long et al. 2003).
 
Además  de  A.  americanum,  el  ADN  de  E. chaffeensis  ha  sido  detectado  en  Dermacentor variabilis  (Roland  et  al.  1998,  Steiert  y  Gilfoy 2002), A. cajennense, A. maculatum (Williamson et al. 2010), A. parvum (Tomassone et al. 2008),Ixodes pacificus (Kramer et al. 1999, Holden et al. 2003),  I.  ricinus  (Parola  y  Raoult  2001), Haemaphysalis  yeni  (Cao  et  al.  2000)  y  R. sanguineus (Ndip et al. 2007); aunque el hallazgo de ADN de una especie particular de Ehrlichia en una  determinada  especie  de  garrapata  no  es suficiente para incriminarla como vector, sugiere su posible participación en el ciclo de transmisión E.  chaffeensis,  el  cual  debe  ser  adecuadamente investigado.
 
Aunque, el único reporte de A. americanum en Venezuela  data  de  1919  (Guerrero  1996); recientemente,  se  ha  reportado  la  presencia  de otras  garrapatas  del  género  Amblyomma  como ectoparásitos de perros  entre ellas A. maculatum y A.  parvum  (Guerrero  1996,  Manzanilla  et  al. 2002,  Forlano  et  al.  2008,  Forlano  y  Meléndez. 2013) y aunque la infección por E. chaffeensis y/o E.  ewingii  no  se  ha  investigado  en  estas garrapatas,  es  probable  que  participen  en  la transmisión de Ehrlichia spp. en nuestro país.
 
Además de A. americanum, E. ewingii ha sido detectada  en  D.  variabilis  y  R.  sanguineus (Murphy et al. 1998, Steiert y Gilfoy 2002) lo que permitiría  explicar  la  presencia  de  casos  de infección  por  esta  bacteria  en  lugares  fuera  del rango  de  distribución  de  A.  americanum.  Los datos acumulados sugieren que los reservorios de E.  ewingii  son  perros,  ciervos,  mapaches, zarigüeyas  y  en  ratones  de  patas  blancas (Peromyscus leucopus).
 
Además  de  la  transmisión  por  garrapatas  y posiblemente  otros  artrópodos,  las  transfusiones sanguíneas  y  accidentes  con  objetos  punzo cortantes contaminados con sangre infectada son consideradas  formas  potenciales  de  transmisión de  Ehrlichia  spp.  ya  que  los  organismos  pueden mantenerse  viables  por  meses  en  sangre  total refrigerada (Regan et al. 2013).
 
Los  cambios  ambientales  producto  del calentamiento mundial, la explosión demográfica de la población humana, el transporte de mascotas de  una  región  a  otra,  la  deforestación  y  la penetración  humana  en  los  nichos  ecológicos donde  circulan  las  ehrlichias  por  motivos laborales  y  recreacionales,  son  algunos  de  los factores  que  modifican  la  dinámica  de  la transmisión  de  las  enfermedades  causadas  por estas  bacterias,  es  entonces  imprescindible  el conocimiento detallado de los diferentes aspectos que  intervienen  en  su  transmisión  a  fin  de implementar  las  medidas  más  adecuadas  para  su control.
 
TRATAMIENTO
 
Varios  fármacos,  incluyendo  las  tetraciclinas (clortetracicina,  oxitetracicilina,  minociclina  y doxiciclina), macrólidos (azitromicina), fluoroquinolonas  (enrofloxacina),  cloranfenicol, rifampicina y dipropionato de imidocarb han sido utilizados  como  agentes  quimioterapeúticos contra  E.  canis.  Con  la  excepción  de  las tetraciclinas y el cloranfenicol, los demás agentes

han  dado  resultados  desfavorables.  Debido  a  los efectos  secundarios  nocivos  del  cloranfenicol,  el uso de este fármaco en la EMC ha disminuido y se reserva  para  los  casos  particulares  cuando  no  se pueden utilizar las tetraciclinas (Harrus 2015). De las  tetraciclinas,  la  doxiciclina  es  considerada  el antibiótico  de  elección  para  las  infecciones ricketsiales. Para la ehrlichiosis el consenso de la Facultad  Americana  de  Medicina  Interna Veterinaria  (ACVIM,  por  sus  siglas  en  inglés American College of Veterinary Internal Medicine) recomienda doxiciclina a una dosis de 10 mg/kg vía oral cada 24 horas durante 28 días, una  alternativa  es  aplicarla  por  vía  intravenosa (Harrus et al. 2012, Allison y Little 2013).
 
Los  reportes  contradictorios  referente  a  la eliminación  de  E.  canis  después  del  tratamiento con  doxicilina  sugieren  que  la  fase  de  la enfermedad durante la cual se inicia el tratamiento influye  en  los  resultados  definitivos;  es  por  esto que se llevó a cabo un estudio en el que se evaluó la  eficacia  de  un  régimen  de  doxiciclina  durante 28 días para la eliminación de E. canis en las tres fases  de  la  enfermedad  en  perros  inoculados experimentalmente. Diez perros fueron inoculados  vía  intravenosa  con  sangre  infectada con  E.  canis,  cuatro  fueron  tratados  con doxiciclina durante la fase aguda, cuatro en la fase subclínica y dos en la fase crónica a una dosis de 10  mg/kg  vía  oral  durante  28  días.  La  sangre  recolectada  de  los  perros  en  fase  aguda  o subclínica  se  volvieron  PCR  negativos  para  E. canis  cuando  los  parámetros  clínicos  mejoraron, pero la sangre recolectada de los perros en la fase crónica permanecieron intermitentemente positivos a E. canis (McClure et al. 2010).
 
Se ha evidenciado una mejoría notoria en los signos clínicos en perros tratados con doxiciclina (10  mg/kg  vía  oral,  dos  veces  al  día  durante  2 semanas)  y  cloroquina  (2,5  mg/kg  vía  oral,  dos veces  al  día  durante  2  semanas)  en  comparación con  perros  tratados  únicamente  con  doxiciclina. En  este  trabajo  seis  perros  diagnosticados  con infección por E. canis se trataron con doxiciclina y cloroquina y seis perros se trataron únicamente con doxiciclina. En ambos grupos se registró antes y después del tratamiento la temperatura corporal, hematología  y  bioquímica  sérica  (ALT,  AST  y BUN). Los datos hematológicos y bioquímicos se compararon  en  ambos  grupos  se  registró  y  no hubo  diferencias  estadísticamente  significativas. La  temperatura  corporal  retornó  a  sus  valores fidiológicos  en  ambos  grupos.  Todos  los  perros después de la infección manifestaron los clásicos signos  clínicos  de  EMC  (depresión,  letargia, anorexia, pirexia y linfoadenopatía). Después del tratamiento  los  perros  tratados  con  doxiciclina  y cloroquina  mejoraron  en  los  signos  clínicos mencionados  anteriormente  a  excepción  de  la linfoadenopatía que se mantuvo en algunos perros (Aysul et al. 2012).  

Para evaluar la eficacia de la rifampicina (10 mg/kg vía oral cada 24 horas durante 3 semanas) se ha utilizado en perros infectados con E. canis y se ha observado una mejoría de los signos clínicos en  especial  ha  habido  resolución  de  la trombocitopenia pero no logra eliminar a E. canis de las muestras de sangre, médula ósea y aspirado de bazo (Theodorou et al. 2013).
 
En  un  estudio  reciente  se  evaluó  la  eficacia terapéutica de una tableta genérica de doxiciclina (DoxiVet®)  para  la  infección  por  E.  canis  en perros. Para esto, seis perros libres de infección y libres  de  garrapatas  fueron  infestados  con garrapatas  infectadas  con  E.  canis.  Una  vez diagnosticados  con  E.  canis  por  PCR  y  por  el contaje de plaquetas se les empezó a administrar oralmente doxiciclina genérica una vez al día por 20  días  consecutivos.  La  dosis  real  administrada osciló  entre  10  mg/kg  a  11,7  mg/kg.  Se  hizo análisis de PCR a los 28 días después de iniciado el tratamiento y la prueba no detectó  E. canis en ninguno de los perros. En el día 56 del estudio se realizó  una  segunda  determinación  de  PCR  y cuatro  perros  resultaron  positivos  y  un  quinto perro  resultó  positivo  para  el  día  70.  Un  sexto perro  mantuvo  los  recuentos  plaquetarios normales y fue dado de alta del estudio en el día 84. A los restantes cinco perros se les administró una segunda ronda de tratamiento durante 28 días. Se le realizó PCR al final del tratamiento y cuatro perros  estaban  negativos  y  se  mantuvieron  así durante los próximos tres meses. El quinto perro fue  diagnosticado  con  E.  canis  a  los  58  días después  del  segundo  tratamiento.  Los  resultados indican que la doxiciclina (DoxiVet®) administrada  a  10-11,7  mg/kg  una  vez  al  día durante 28 días consecutivos elimina la infección por E. canis en la mayoría de los perros (Fourie et al. 2015).
 
En  regiones  endémicas  para  E.  ewingii  no  se debe esperar por la confirmación de infección en perros  con  signos  clínicos  compatibles  con  la ehrlichiosis  granulocítica  canina.  Por  lo  general los perros responden al tratamiento 24 a 48 horas de  instaurado  el  tratamiento  con  tetraciclina  o doxiciclina.  En  estos  casos  se  recomienda  10 mg/kg  diariamente  por  vía  oral  durante  14  a  28 días.  Puede  ser  necesario  aplicar  tratamiento  de apoyo  para  los  signos  clínicos,  utilizando analgésicos para la poliartropatía. Las evidencias sugieren  que  los  perros  pueden  eliminar espontáneamente  la  infección  dentro  de  varias semanas o  meses. Los perros clínicamente sanos positivos  a  pruebas  de  inmunofluorescencia indirecta  en  áreas  endémicas  no  requieren  de tratamiento  (Cohn  y  Breitschwerdt  2012,  Harrus et al. 2012).  

El tratamiento documentado para E. chaffeensis  en  perros  consiste  en  aplicar doxiciclina  a  razón  de  5  mg/kg  durante  14  a  28 días, sin embargo, los resultados indican que este tratamiento  es  menos  efectivo  para  lograr  la eliminación  de  este  microorganismo  que  para  E. canis  y  E.  ewingii  (Breitschwerdt  et  al.  1998, McQuiston et al. 2003).
 
PREVENCIÓN
 
La  prevención  de  la  ehrlichiosis  y  otras enfermedades transmitidas por garrapatas se logra principalmente  al  evitar  que  estas  infesten  a  las mascotas  y  a  los  humanos,  y  en  caso  de infestación,  con  la  eliminación  de  estas  y  el posterior  tratamiento  preventivo  para  evitar  la reinfestación,  asimismo,  dado  que  la  mayoría  de las garrapatas se encuentran en el ambiente, debe incluirse  un  manejo  profiláctico  del  entorno  del animal  (Dantas-Torres  2008,  Starkey  y  Little 2012).  En  caso  de  presentarse  infestación  por garrapatas,  la  eliminación  de  estas  puede realizarse  de  dos  maneras,  mediante  el  uso  de acaricidas  o  por  extracción  manual  de  forma mecánica  (Dantas-Torres  2008,  Greene  et  al. 2012, Starkey y Little 2012).
 
Para  la  extracción  mecánica  usualmente  se utilizan pinzas o forceps diseñados para tal fin, la extracción se realiza halando suavemente al ácaro con  la  herramienta,  sin  dejar  de  ejercer  presión, pero sin girar ni hacerlo de forma brusca porque parte  del  aparato  bucal  del  ácaro  pudiera  quedar insertado  dentro  del  huésped.  Recomiendan  que una  vez  removida  la  garrapata,  esta  debe  ser depositada en un recipiente hermético o uno con alcohol,  o  eliminarla  a  través  del  WC  del  baño, pero  no  aplastarla  con  las  manos,  ya  que  el contacto  con  las  heces  o  la  hemolinfa  de  la garrapata puede ser un medio para la transmisión de microorganismos patógenos, adicionalmente se recomienda el uso de guantes al realizar tal labor (Dantas-Torres 2008, Greene et al. 2012, Starkey y Little 2012, CDC 2015).
 
El  control  químico  y  la  prevención  de  la infestación  mediante  acaricidas  puede  realizarse mediante  toda  una  gama  de  productos  y presentaciones,  las  mismas  incluyen  jabones, champús,  soluciones  acaricidas,  collares,  sprays, productos  de  administración  oral,  inyectables  y tabletas
masticables (Dantas-Torres 2008, Campbell 2012, Greene et al. 2012, Walther et al. 2014, McTier et al. 2016).
 
Los  compuestos  activos  de  los  acaricidas utilizados  en  mascotas  constituyen  un  grupo  de moléculas  muy  diversas,  las  mismas  incluyen lactonas macrocíclicas (ivermectina, selamectina), organofosforados (diazinón, fentión),  formamidinas  (amitraz),  piretroides (cipermetrina, permetrina, deltametrina, flumetrina),  fenilpirazoles  (fipronil,  piriprol)  e isoxazolinas  (fluralaner,  afoxolaner,  sarolaner) (Bishop et al. 2000, Dantas-Torres 2008, Beugnet y Franc 2012, Campbell 2012, Greene et al. 2012, Gassel  et  al.  2014,  Otranto  2014,  McTier  et  al. 2016).
 
Usualmente los productos comerciales contienen  una  o  más  de  estas  moléculas, incluyendo  otros  compuestos  activos,  de  tal manera  de  hacerlos  no  solo  específicos  para diversas especies de garrapatas, sino que además funcionen  para  pulgas  y  otros  insectos  y  ácaros (Greene et al. 2012).
 
La  eficiencia  y  duración  del  efecto  de  los productos  comerciales  dependen  del  grado  de infestación por garrapatas y del efecto residual del producto, el cual puede variar desde un mes, hasta varios  meses  (Dantas-Torres  2008,  Starkey  y Little 2012).
 
Bhoopathy et al. (2014) sintetizaron microesferas  con  base  en  el  polímero  policaprolactona  con  una  feromona  sintética  y deltametrina;  bajo  estas  condiciones  encontraron que la feromona potencia el efecto del acaricida, mostrando  mayor  mortalidad  de  R.  sanguineus que  las  microesferas  control  que  solo  contenían deltametrina.
 
Rot et al. (2013) condujeron un ensayo en el cual se roció a huevos, larvas, ninfas y adultos de R. sanguineus con una suspensión de conidios del hongo  Metarhizium  brunneum,  encontrando  que ralentizaba  el  ciclo  de  vida  de  las  garrapatas, disminuyendo  el  porcentaje  de  huevos,  larvas, ninfas y adultos, disminuyendo además la tasa de alimentación de las garrapatas adultas.
 
El  control  no  químico  de  garrapatas  en  el ambiente  incluye  labores  culturales  en  las viviendas  tales  como  mantener  la  grama  corta  y poca vegetación, y establecer barreras físicas para evitar  la  dispersión  de  las  garrapatas,  como  por ejemplo,  pisos  de  grava  o  concreto.  En  caso  de vivir  en  zonas  con  alta  población  de  garrapatas, evitar el contacto de las mascotas con la fauna y flora  silvestre  y  utilizar  vestimenta  adecuada (Dantas-Torres 2008, Starkey y Little 2012).

El  control  químico  de  garrapatas  en  el ambiente,  incluye  tanto  a  las  áreas  de  uso exclusivo  de  las  mascotas,  como  las  zonas aledañas a la vivienda, e incluso las habitaciones; generalmente  se  lleva  a  cabo  mediante  la aplicación  de  soluciones  garrapaticidas,  sin olvidar  que  tales  productos  son  tóxicos  y  que  el uso indiscriminado de los mismos puede conllevar a polución ambiental o al desarrollo de garrapatas resistentes (Dantas-Torres 2008).
 
Si  bien  se  han  realizado  avances  en  el desarrollo  de  una  vacuna  a  partir  de  una  cepa atenuada  de  E.  canis,  aún  no  se  ha  desarrollado con  éxito  una  vacuna  comercial  (Rudoler  et  al. 2012,  McBride  2013,  Rudoler  et  al.  2015).  Un enfoque  similar  se  ha  aplicado  para  una  vacuna contra E. chaffeensis presentando buena respuesta inmune  y  protección  en  perros  (McGill  et  al. 2016).
 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 
1.AGUIAR DM, CAVALCANTE GT,PINTER A, GENNARI SM,CAMARGO LMA, LABRUNA MB.  2007.  Prevalence  of  Ehrlichia  canis (Rickettsiales:  Anaplasmataceae)  in  dogs and  Rhipicephalus  sanguineus  (Acari: Ixodidae)  ticks  from  Brazil.  J.  Med. Entomol. 44(1):126-132.         [ Links ]
 
2.AGUIAR DM, ZHANG X, MELO ALT, PACHECO TA,MENESES AMC, ZANUTTO MS, HORTA MC, SANTARÉM VA,  CAMARGO  LMA,  M C B RIDE JW, LABRUNA MB. 2013. Genetic diversity  of  Ehrlichia  canis  in  Brazil.  Vet. Microbiol. 164(3-4):315-321.
 
3.ALLEN  MB,PRITT  BS,SLOAN LM,ADDOCK CD,MUSHAM CK,RAMOS JM,CETIN N,ROSENBAUM ER.  2014.  First  reported  case of Ehrlichia ewingii involving human bone marrow.  J.  Clin.  Microbiol.  52(11):4102-4104.
 
4.ALLISON RW, LITTLE SE. 2013.  Diagnosis  of rickettsial  diseases  in  dogs  and  cats.  Vet. Clin. Pathol. 42(2):127-144.
 
5.ALVES RN,LEVENHAGEN MA,LEVENHAGEN MMMD,RIECK SE,LABRUNA MB,BELETTI ME.  2014.  The  spreading  process  of Ehrlichia canis in macrophages is dependent  on  actin  cytoskeleton,  calcium and iron influx and lysosomal evasion. Vet. Microbiol. 168(2-4):442-446.
 
6.ANDERSON BE,DAWSON JE,JONES DC,WILSON KH.  1991.  Ehrlichia  chaffeensis,  a  new species associated with human ehrlichiosis. J. Clin. Microbiol. 29(12): 2838-2842.
 
7.ANDERSON BE,GREENE CE,JONES DC,DAWSON JE.1992.  Ehrlichia  ewingii  sp.  nov.,  the etiologic  agent  of  canine  granulocytic ehrlichiosis. Int. J. Syst. Bacteriol. 42(2):299-302.
 
8.AYSUL N,URAL K,CETINKAYA H,KUŞKUCU M,TOROS G,EREN H,DURUM C.  2012. Doxycycline-chloroquine  combination  for the treatment of canine monocytic
ehrlichiosis. Acta Sci. Vet. 40(2):1-7.
 
9.BANETH G, HARRUS S,OHNONA FS,SCHLESINGER Y. 2009. Longitudinal quantification  of Ehrlichia  canis  in experimental  infection  with  comparison  to natural  infection.  Vet.  Microbiol.  136(3-4):321-325.
 
10.BAVARO MF,  KELLY DJ,DASCH GA,HALE BR,OLSON P.  2005.  History  of  U.S.  military contributions  to  the  study  of  rickettsial diseases. Mil. Med. 170(4 Suppl):49-60.
 
11.BELL CA,P ATEL R. 2005. A real-time combined polymerase  chain  reaction  assay  for  the rapid  detection  and  differentiation  of Anaplasma  phagocytophilum,  Ehrlichia chaffeensis,  and  Ehrlichia  ewingii.  Diagn. Microbiol. Infect. Dis. 53(4):301-306.
 
12.BEUGNET F,FRANC M.2012.  Insecticide  and acaricide molecules and/or combinations to prevent infestation by ectoparasites. Trends Parasitol. 28(7):267-279.
 
13.BHOOPATHY  D,LATHA BR,  UMA TS,SREEKUMAR C,LEELA V.2014.  A  novel  approach  to control  brown  dog  tick,  Rhipicephalus sanguineus  using  sustained  release  policaprolactone-pheromone microspheres. Acta Parasitol. 59(1):153-157.
 
14.BISHOP BF,BRUCE CI,EVANS NA,GOUDIE AC,GRATION KAF,GIBSON SP,PACEY MS,PERRY DA,WALSHE NDA,WITTY MJ. 2000.  Selamectin:  a  novel  broad-spectrum endectocide  for  dogs  and  cats.  Vet. Parasitol. 91(3-4):163-176.
 
15.BOOLPH,SUTMÖLLER P.1957.Ehrlichia  canis infections  in  dogs  on  Aruba  (Netherlands Antilles).  J.  Am.  Vet.  Med.  Assoc. 130(9):418-420.
 
16.BOWMAN DD.  2011.  Introduction  to  the  alpha-proteobacteria:  Wolbachia  and  Bartonella,Rickettsia, Brucella, Ehrlichia, and Anaplasma.  Top.  Companion.  Anim.  Med. 226(4):173-177.
 
17.BREITSCHWERDT EB, COHN  LA.  2012.  Acute onset of canine granulocytic ehrlichiosis in a young  dog  (Sponsored  by  IDEXX). Disponible en
línea en: http://veterinarycalendar.dvm360.com/acute-onset-canine-granulocytic-ehrlichiosis-young-dog-sponsored-idexx (Acceso 15.04.2016).
 
18.BREITSCHWERDT EB,HEGARTY BC,HANCOCK SI.  1998.  Sequential  evaluation  of  dogs naturally  infected  with  Ehrlichia  canis, Ehrlichia  chaffeensis,  Ehrlichia  equi, Ehrlichia ewingii, or Bartonella vinsonii. J. Clin. Microbiol. 36(9):2645-2651.
 
19.BREITSCHWERDT EB,HEGARTY BC,MAGGI R,HAWKINS E,DYER P.2005.Bartonella species  as  a  potential  cause  of  epistaxis  in dogs. J. Clin. Microbiol. 43(5):2529-2533.
 
20.BREMER WG,SCHAEFER JJ,WAGNER ER, EWING SA,RIKIHISA Y,NEEDHAM GR,JITTAPALAPONG S,MOORE DL,STICH  RW. 2005. Transstadial and intrastadial experimental  transmission  of  Ehrlichia canis  by  male  Rhipicephalus  sanguineus. Vet. Parasitol. 131(1-2):95-105.
 
21.BULLER RS,ARENS M, HMIEL SP, PADDOCK CD,SUMNER JW,RIKHISA Y, UNVER A,GAUDREAULT-KEENER M,MANIAN FA,LIDDELLAM,SCHMULEWITZ N,STORCH GA.  1999.  Ehrlichia  ewingii,  a  newly recognized agent of human ehrlichiosis. N. Engl. J. Med. 341(3):148-155.
 
22.CAMPBELL WC. 2012. History of avermectin and  ivermectin, with notes on the history of other macrocyclic  lactone  antiparasitic  agents. Curr. Pharm. Biotechnol. 13(6):853-865.
 
23.CAO WC,GAO YM,ZHANG PH,ZHANG XT,DAI QH,DUMLER JS,FANG LQ,  YANG H. 2000. Identification  of  Ehrlichia  chaffeensis  by nested PCR in ticks from southern China. J. Clin. Microbiol. 38(7):2778-2780.
 
24.CDC  (CENTERS  FOR DISEASE CONTROL  AND PREVENTION).2015.Tick removal. Disponible en línea en: http://www.cdc.gov/ticks/removing_a_tick.html (Acceso 15.06.2016).
 
25.CHILDS JE,PADDOCK CD. 2003. The ascendancy of  Amblyomma  americanum  as  a  vector  of pathogens  affecting  humans  in  the  United States. Annu. Rev. Entomol. 48:307-337.
 
26.CICUTTIN GL,TARRAGONA EL,DE SALVO MN,MANGOLD AJ,NAVA  S. 2015. Infection with Ehrlichia  canis  and  Anaplasma  platys (Rickettsiales:  Anaplasmataceae)  in  two lineages of Rhipicephalus sanguineus sensu lato (Acari: Ixodidae) from Argentina. Ticks Tick Borne Dis. 6(6):724-729.
 
27.COCAYNE CG, pathogens  affecting  humans  in  the  United States. Annu. Rev. Entomol. 48:307-337.
 
28.CICUTTIN GL,TARRAGONA EL,DE SALVO MN,MANGOLD AJ,NAVA S. 2015. Infection with Ehrlichia  canis  and  Anaplasma  platys (Rickettsiales:  Anaplasmataceae)  in  two lineages of Rhipicephalus sanguineus sensu lato (Acari: Ixodidae) from Argentina. Ticks Tick Borne Dis. 6(6):724-729.
 
29.COCAYNE CG,COHN LA. 2012. Ehrlichia ewingii infection (canine granulocytrotopic ehrlichiosis). In: GREENE C (Ed). Infectious diseases of the dog and cat. Fourth edition. Elsevier  Saunders.  St.  Louis,  Missouri,  pp. 241-244.
 
30.CODNER EC,FARRIS -SMITH LL. 1986. Characterization of the subclinical phase of ehrlichiosis  in  dogs.  J.  Am.  Vet.  Med. Assoc. 189(1):47-50.
 
31.CODNER EC,MASLIN WR. 1992. Investigation of renal  protein  loss  in  dogs  with  acute experimentally  induced  Ehrlichia  canis infection. Am. J. Vet. Res. 53(3):294-299.
 
32.CODNER EC,CACECI T,SAUNDERS GK,SMITH CA,ROBERTSON JL,MARTIN RA,TROY GC. 1992. Investigation of glomerular lesions in dogs  with  acute  experimentally  induced Ehrlichia  canis  infection.  Am.  J.  Vet.  Res. 53(12):2286-2291.
 
33.COHN LA.  2003.  Ehrlichiosis  and  related infections.  Vet.  Clin.  North.  Am.  Small. Anim. Pract. 33(4):863-884.
 
34.COHN LA,BREITSCHWERDT EB.  2012.  Spolight on Ehrlichia ewingii. IDEXX Laboratories, Inc. Disponible en línea en: https://identify.us.com/idmybug/ticks/tick-docs/spotlight-on-ehrlichia.pdf (Acceso 08.04.2016).
 
35.DA SILVA AS, MUNHOZ TD, FARIA JLM, VARGAS-HÉRNANDEZ G, MACHADO RZ, ALMEIDA TC,MORESCO RN, STEFANI LM,TINUCCI-COSTA M.  2013.  Increase  nitric oxide  and  oxidative  stress  in  dogs experimentally infected by Ehrlichia canis: effect  on  the  pathogenesis  of  the  disease. Vet. Microbiol. 164(3-4):366-369.
 
36.DANTAS -TORRES F.  2008.  The  brown  dog  tick, Rhipicephalus  sanguineus  (Latreille,  1806) (Acari:  Ixodidae):  From  taxonomy  to control. Vet. Parasitol. 152(3-4):173-185.

37.DANTAS -TORRES F,FIGUEREDO L, BRANDÃO-FILHO SP.  2006.  Rhipicephalus  sanguineus (Acari:  Ixodidae),  the  brown  dog  tick, parasitizing  humans  in  Brazil.  Rev.  Soc. Bras. Med. Trop. 39(1):64-67.
 
38.DAVIDSON WR,LOCKHART JM,STALLNECHT DE,HOWERTH EW,DAWSON JE,RECHAV Y.2001.  Persistent  Ehrlichia  chaffeensis infection  in  white-tail  deer.  J.  Wildl.  Dis. 37(3):538-544.
 
39.DAWSON JE,EWING SA.  1992.  Susceptibility  of dogs to infection with Ehrlichia chaffeensis, causative agent of human ehrlichiosis. Am. J. Vet. Res. 53(8):1322-1327.
 
40.DAWSON JE,BIGGIE KL,WARNER CK,COOKSON K,JENKINS  S,LEVINE JF,OLSON JG. 1996. Polymerase  chain  reaction  evidence  of Ehrlichia  chaffeensis,  an  etiologic  agent  of human  ehrlichiosis,  in  dogs  from  southeast Virginia. Am. J. Vet. Res. 57(8):1175-1179.
 
41.DAY MJ. 2011. The immunopathology of canine vector-borne  diseases.  Parasit.  Vectors. 2011. 4:48.
 
42.DE CAPRARIIS D, DANTAS-TORRES F, CAPELLI G,MENCKE N,S TANNECK D,BREITSCHWERDT  EB,O TRANTO D.2011.  Evolution  of clinical,  haematological  and  biochemical findings in young dogs naturally infected by vector-borne  pathogens.  Vet.  Microbiol. 149(1-2):206-212.
 
43.DE CASTRO MB,MACHADO RZ,  DE AQUINO LPCT,ALESSI AC,COSTA MT.  2004. Experimental  acute  canine  monocytic ehrlichiosis: clinicopathological and
immunopathological findings. Vet. Parasitol. 119(1):73-86.
 
44.DE TOMMASI AS,OTRANTO D, DANTAS -TORRES F,CAPELLI G,BREITSCHWERDT EB,  DE CAPRARIIS D.  2013.  Are  vector-borne pathogen  co-infections  complicating  the clinical  presentation  in  dogs?  Parasit. Vectors. 6:97.
 
45.DINIZ PPVP,  DE MORAIS HSA,BREITSCHWERDT EB, SCHWARTZ DS.  2008.  Serum  cardiac troponin  I  concentration  in  dogs  with ehrlichiosis. J.
Vet. Intern. Med. 22(5):1136-1143.
 
46.DO CARMO GM, CRIVELLENTI LZ,BOTTARI NB,MACHADO G,BORIN-CRIVELLENTI S,MORESCO RN,DUARTE T,DUARTE M,TINUCCI-COSTA M,MORSCH VM, SCHETINGER MRC,STEFANI  LM,DA SILVA AS. 2015. Butyrylcholinesterase as a marker of inflammation and liver injury in the acute and subclinical phases of canine ehrlichiosis.  Comp.  Immunol.  Microbiol. Infect. Dis. 43:16-21.
 
47.DOYLE CK,LABRUNA MB,BREITSCHWERDT EB,TANG YW,CORSTVET RE,HEGARTY BC,BLOCH KC,LI P,WALKER DH,MC BRIDE JW. 2005. Detection of medically important Ehrlichia by quantitative multicolor TaqMan real-time polymerase chain reaction  of  the  dsb  gene.  J.  Mol.  Diagn.
7(4):504-510.
 
48.DUMLER JS,BARBET AF, BEKKER CPJ,DASCH CA, PALMER GH, RAY SC,RIKIHISA Y,RURANGIRWA FR.2001.  Reorganization  of genera  in  the  families  Rickettsiaceae  and Anaplasmataceae in the order Rickettsiales: unification  of  some  species  of  Ehrlichia with  Anaplasma,  Cowdria  with  Ehrlichia and Ehrlichia with Neorickettsia, descriptions of six new species combinations  and  designation  of  Ehrlichia equi  and  ‘HGE  agent’  as  subjective synonyms of Ehrlichia phagocytophila. Int. J. Syst. Evol. Microbiol. 51(6):2145-2165.
 
49.EBANI VV, VERIN R,FRATINI F,POLI A,CERRI D. 2011.  Molecular  survey  of  Anaplasma phagocytophilum and Ehrlichia canis in red foxes  (Vulpes  vulpes)  from  central  Italy.  J. Wildl. Dis. 47(3):699-703.
 
50.ESTRADA-PEÑA A, JONGEJAN F.  1999.  Ticks feeding on humans: a review  of records on human-biting Ixodoidea with special reference  to  pathogen  transmission.  Exp. App. Acarol. 23(9):685-715.
 
51.EWING SA. 1963. Observations  on  leukocytic inclusion  bodies  from  dogs  infected  with Babesia  canis.  J.  Am.  Vet.  Med.  Assoc. 143:503-506.
 
52.EWING SA,ROBERSON WR,BUCKNER RG, HAYAT CS.1971. A new strain of Ehrlichia canis. J. Am. Vet. Med. Assoc. 159(12):1771-1774.
 
53.EWING SA,DAWSON  JE, KOCAN AA, BARKER RW,WARNER CK, PANCIERA RJ,FOX JC,KOCAN KM, BLOUIN EF. 1995. Experimental  transmission  of  Ehrlichia
chaffeensis (Rickettsiales: Ehrlichieae) among  white-tailed  deer  by  Amblyomma americanum  (Acari:  Ixodidae).  J.  Med. Entomol. 32(3):368-374.

54.FARIA JLM,DAGNONE  AS,MUNHOZ TD,JOÃO CF,PEREIRA WAB,MACHADO RZ,TINUCCI-COSTA M.  2010.  Ehrlichia  canis morulae and DNA detection in whole blood and  spleen  aspiration  samples.  Rev.  Bras. Parasitol. Vet. 2010. 19(2):98-102.
 
55.FARIA JLM,MUNHOZ TD,JOÃO CF,VARGAS-HERNÁNDEZ G, ANDRÉ MR,PEREIRA WAB,MACHADO RZ,TINUCCI-COSTA  M.  2011. Ehrlichia canis (Jaboticabal strain) induces the  expression  of  TNF-α  in  leukocytes  and splenocytes of experimentally infected dogs. Rev. Bras. Parasitol. Vet. 20(1):71-74.
 
56.FERREIRA RF,CERQUEIRA AD MF,  DE CASTRO TX,FERREIRA EDO, NEVES FPG, BARBOSA AV,MACIEIRA DDB,ALMOSNY NRP. 2014. Genetic diversity of  Ehrlichia canis strains from  naturally  infected  dogs  in  Rio  de Janeiro,  Brazil.  Rev.  Bras.  Parasitol.  Vet. 23(3):301-308.
 
57.FERROLHO J,SIMPSON J, HAWES P, ZWEYGARTH E, BELL-SAKYI L.2016.  Growth  of Ehrlichia  canis,  the  causative  agent  of canine monocytic ehrlichiosis, in vector and non-vector ixodid tick cell lines. Ticks Tick Borne Dis. 7(4):631-637.
 
58.FISHMAN Z, GONEN L,HARRUS S,STRAUSS-AYALI D, KING R,BANETH G.  2004.  A serosurvey  of  Hepatozoon  canis  and Ehrlichia canis antibodies in wild red foxes (Vulpes  vulpes)  from  Israel.  Vet.  Parasitol. 119(1):21-26.
 
59.FORLANO MD,MELÉNDEZ RD. 2013. Diagnóstico de  Hepatozoon  spp.  en  perros  (Canis familiaris) y sus vectores en áreas rurales de los estados Lara y Yaracuy-Venezuela. Rev. Fac. Cs. Vet. UCV. 54(2):100-107.
 
60.FORLANO M,MUJICA F,CORONADO A,MELÉNDEZ RD,LINARDI PM,BOTELHO JR, BELLOSTA P,BARRIOS N. 2008. Especies de Amblyomma  (Acari:  Ixodidae)  parasitando perros (Canis familiaris) en áreas rurales de los  estados  Lara,  Yaracuy,  Carabobo  y Falcón,  Venezuela.  Rev.  Cient.  FCV-LUZ. 18(6):662-666.
 
61.FOURIE JJ,HORAK I,CRAFFORD D,ERASMUS HL, BOTHA OJ. 2015. The efficacy of a generic doxycycline tablet in the treatment of canine monocytic  ehrlichiosis.  J.  S.  Afr.  Vet. Assoc. 86(1):1193-1202.
 
62.GARCÍA ME, MOISSANT E,PÉREZ A,QUIJADA J,SIMOES D,GARCÍA H. 2007.Comportamiento  natural  de  las  fases  no parasíticas  de  Rhipicephalus  sanguineus (Latreille,  1806)  (Acari:  Ixodidae)  en  un bioterio  canino  de  Venezuela.  Rev.  Cient. FCV-LUZ. 17(6):566-571.
 
63.GASSEL M,WOLF C,NOACK S,WILLIAMS H,ILG T.2014.The novel isoxazoline ectoparasiticide fluralaner: Selective inhibition of arthropod -aminobutyric acid-
and L-glutamate-gated chloride channels and insecticidal/acaricidal activity. Insect Biochem. Mol. Biol. 45:111-124.
 
64.GAUNT SD,BEALL MJ,STILLMAN BA,LORENTZEN L,DINIZ PPVP,CHANDRASHEKAR R, BREITSCHWERDT EB. 2010. Experimental  infection  and  coinfection of dogs with Anaplasma platys and Ehrlichia canis: hematologic, serologic and molecular findings.
Parasit. Vectors. 3(1):33.
 
65.GIEG J,RIKIHISA Y, WELLMAN M.  2009. Diagnosis of Ehrlichia ewingii infection by PCR  in  a  puppy  from  Ohio.  Vet.  Clin. Pathol. 38(3):406-410.
 
66.GOLDMAN EE,BREITSCHWERDT BE, GRINDEM CB,HEGARTY BC, WALLS JJ, DUMLER JS. 1998. Granulocytic ehrlichiosis in dogs from North Carolina and Virginia. J. Vet. Intern. Med. 12(2):61-70.
 
67.GOODMAN RA,HAWKINS EC,OLBY NJ,GRINDEM CB, HEGARTY B,BREITSCHWERDT EB. 2003. Molecular identification of  Ehrlichia ewingii  infection  in  dogs:  15  cases  (1997-2001). J. Am. Vet. Med. Assoc. 222(8):1102-1107.
 
68.GREENE CE,WEESE JS,CALPIN JP.2012. Environmental factors in infectious disease. In:  GREENE C  (Ed).  Infectious  diseases  of the  dog  and  cat.  Fourth  edition.  Elsevier Saunders.  St.  Louis,  Missouri,  pp.  1078-1100.
 
69.GROVES MG,DENNIS GL, AMYX HL, HUXSOLL DL. 1975. Transmission of  Ehrlichia canis to dogs by ticks Rhipicephalus sanguineus. Am. J. Vet. Res. 36(7):937-940.  

70.GUERRERO R. 1996. Las garrapatas de Venezuela (Acarina:  Ixoidea).  Listado  de  especies  y clave  para  su  identificación.  Bol.  Dir. Malariol. San. Am. 36(1-2):1-24.
 
71.GUTIÉRREZ CN,MARTÍNEZ M, SÁNCHEZ E, DE VERA M,ROJAS M,RUIZ J,TRIANA-ALONSO FJ.  2008.  Cultivation  and  molecular identification  of  Ehrlichia  canis  and Ehrlichia  chaffeensis  from  a  naturally  coinfected dog in Venezuela. Vet. Clin. Pathol. 37(3):258-265.
 
72.HAJDUŠEK O,ŠÍMA R,AYLLÓN N,JALOVECKÁ M,PERNER J,  DE  LA FUENTE J,KOPÁČEK P. 2013. Interaction of the tick immune system with  transmitted  pathogens.  Front.  Cell. Infect. Microbiol. 3(26): 1-15.
 
73.HARRUS S. 2015. Perspectives on the pathogenesis  and  treatment  of  canine monocytic  ehrlichiosis  (Ehrlichia  canis). Vet. J. 204(3):239-240.
 
74.HARRUS S,WANER T. 2011. Diagnosis of canine monocytotropic ehrlichiosis (Ehrlichia canis): an overview. Vet. J. 187(3):292-296.
 
75.HARRUS S,BARK H,WANER T.  1997a.  Canine monocytic ehrlichiosis: an update. Compend.  Contin.  Educ.  Pract.  Vet. 19(4):431-444.
 
76.HARRUS S, KASS PH, KLEMENT E, WANER T. 1997b.  Canine  monocytic  ehrlichiosis:  a retrospective  study  of  100  cases,  and  an epidemiological investigation of prognostic indicators  for  the  disease.  Vet.  Rec. 141(14):360-363.
 
77.HARRUS S, WANER T, KEYSARY A,AROCH I,VOET H,BARK H.  1998.  Investigation  of splenic  functions  in  canine  monocytic ehrlichiosis. Vet. Immunol. Immunopathol. 62(1):15-27.
 
78.HARRUS S,WANER T, BARKH, JONGEJAN F, CORNELISSEN AWCA.1999.Recent advances in determining the pathogenesis of canine  monocytic  ehrlichiosis.  J.  Clin. Microbiol. 37(9):2745-2749.
 
79.HARRUS S,KENNY M, MIARA L,AIZENBERG I,WANER T, SHAW S.  2004.  Comparison  of simultaneous  splenic  sample  PCR  with blood  sample  PCR  for  diagnosis  and treatment  of  experimental  Ehrlichia  canis infection.  Antimicrob.  Agents  Chemother. 48(11):4488-4490.
 
80.HARRUS S, WANER T, NEER M.  2012.  Ehrlichia canis  infection.  In:  GREENE C  (Ed.). Infectious  diseases  of  the  dog  and  cat. Fourth edition. Elsevier Saunders. St. Louis, Missouri, pp. 227-238.

81.HILDEBRANDT PK, HUXSOLL DL, WALKER JS,NIMS RM,TAYLOR R,ANDREWS M.  1973. Pathology  of  canine  ehrlichiosis  (tropical canine  pancytopenia).  Am.  J.  Vet.  Res. 34(10):1309-1320.
 
82.HOLDEN K, BOOTHBY JT,ANAND S, MASSUNG RF. 2003. Detection of Borrelia burgdorferi,  Ehrlichia  chaffeensis,  and Anaplasma phagocytophilum in ticks
(Acari:  Ixodidae)  from  a  coastal  region  of California. J. Med. Entomol. 40(4):534-539.
 
83.HUXSOLL DL, HILDEBRANDT PK, NIMS RM, AMYX HL,FERGUSON JA. 1970. Epizootiology of tropical canine pancytopenia. J. Wildl. Dis. 6(4):220-225.
 
84.INOKUMA H,TAMURA K, ONISHI T.  1996. Seasonal  occurrence  of  Rhipicephalus sanguineus  in  Okayama  Prefecture,  Japan and effect of temperature on development of the tick. J. Vet. Med. Sci. 58(3):225-228.
 
85.IQBAL Z, CHAICHANASIRIWITHAYA W, RIKIHISA Y.  1994.  Comparison  of  PCR  with  other tests  for  early  diagnosis  of  canine ehrlichiosis. J. Clin. Microbiol. 32(7):1658-1662.
 
86.JOHNSON EM,EWING SA,BARKER RW,FOX JC,CROW DW, KOCAN KM. 1998. Experimental  transmission  of  Ehrlichia canis (Rickettsiales: Ehrlichieae)
by Dermacentor  variabilis  (Acari:  Ixodidae). Vet. Parasitol. 74(2-4):277-288.
 
87.KAEWMONGKOL G,MANEESAAY P,SUWANNAN,TIRAPHUT B,KRAJARNGJANG T,CHOUYBUMRUNG A,KAEWMONGKOL S,SIRINARUMITR T,JITTAPALAPONG S,FENWICK SG.  2016.  First  detection  of Ehrlichia canis in cerebrospinal fluid from a nonthrombocytopenic dog with meningoencephalitis  by  broad-range  PCR. J. Vet. Intern. Med. 30(1):255-259.
 
88.KELLY PJ. 2000. Canine ehrlichioses: an  update. J. S. Afr. Vet. Assoc. 71(2):77-86. KIM CM,YI YH,YU DH,LEE MJ,CHO MR,DESAI AR,SHRINGI S, KLEIN TA,
KIM HC, SONG JW, BAEK LJ, CHONG ST, O'GUINN ML, LEE JS, LEE IY, PARK JH,FOLEY J, CHAE JS.  2006.  Tick-borne  rickettsial pathogens  in  ticks  and  small  mammals  in Korea. Appl. Environ. Microbiol. 72(9):5766-5776.

89.KOCAN A,LEVESQUE GC,WHITWORTH LC, MURPHY GL,EWING SA,BARKER RW. 2000. Naturally ocurring Ehrlichia chaffeensis  infection  in  coyotes  from Oklahoma.  Emerg.  Infect.  Dis.6(5):477-480.
 
90.KOMNENOU AA,MYLONAKIS ME,KOUTI V,TENDOMA L, LEONTIDES L, SKOUNTZOU E, DESSIRIS A,KOUTINAS AF, OFRI R. 2007. Ocular  manifestations  of  natural  canine monocytic  ehrlichiosis  (Ehrlichia  canis):  a retrospective  study  of  90  cases.  Vet. Ophthalmol. 10(3):137-142.
 
91.KORDICK SK,BREITSCHWERDT EB,HEGARTY BC,SOUTHWICK KL,COLITZ CM,HANCOCK SI, BRADLEY JM, RUMBOUGH R, MCPHERSON JT, MAC CORMACK JN.1999.
Coinfection with multiple tick-borne pathogens in a walker hound kennel in North Carolina.  J.  Clin.  Microbiol.  37(8):2631-2638.
 
92.KOUTINAS CK,MYLONAKIS ME,O’BRIEN PJ, LEONTIDES L, SIARKOU VI,BREISTCHWERDT BE,KOUTINAS AF. 2012. Serum  cardiac  troponin  I  concentrations  in
naturally  occurring  myelosuppressive  and non-myelosuppressive  canine  monocytic ehrlichiosis. Vet. J. 194(2):259-261.

93.KRAMER VL, RANDOLPH MP, HUI LT, IRWIN WE, GUTIERREZ AG, VUGIA DJ. 1999. Detection of the agents of human ehrlichioses in ixodid ticks  from  California.  Am.  J.  Trop.  Med. Hyg. 60(1):62-65.
 
94.LEIVA M, NARANJO C,PEÑA MT.2005.  Ocular signs  of  canine  monocytic  ehrlichiosis:  a retrospective study in dogs from Barcelona, Spain. Vet. Ophthalmol. 8(6):387-393.  

95.LITTLE SE.  2010.  Ehrlichiosis  and  anaplasmosis in  dogs  and  cats.  Vet.  Clin.  North.  Am. Small. Anim. Pract. 40(6):1121-1140.
 
96.LITTLE SE,O’CONNOR TP, HEMPSTEAD J, SAUCIER J, REICHARD MV, MEINKOTH K, MEINKOTH JH, ANDREWS B, ULLOM S, EWING SA, CHANDRASHEKAR R.  2010. Ehrlichia  ewingii  infection  and  exposure rates  in  dogs  from  the  southcentral  United States. Vet. Parasitol. 172(3-4):355-360.
 
97.LIU Y, ZHANG Z, JIANG Y, ZHANG L, POPOV VL,ZHANG J, WALKER DH, YU XJ.  2011. Obligate  intracellular  bacterium  Ehrlichia inhibiting mitochondrial activity. Microbes. Infect. 13(3):232-238.

98.LOCATELLI C,STEFANELLO D,RISCAZZI G, BORGONOVO S,COMAZZI S. 2012. Pulmonary  hypertension  associated  with Ehrlichia canis infection in a dog. Vet. Rec. 170(26):676.
 
99.LOCKHART JM,DAVIDSON WR, DAWSON JE,STALLKNECH DE,LITTLE SE. 1997. Natural history  of  Ehrlichia  chaffeensis  in  the piedmont physiographic
province of Georgia. J. Parasitol. 83(5):887-894.
 
100.LONG SW,ZHANG X, ZHANG J, RUBLE RP, TEEL P, YU XJ.  2003.  Evaluation  of  transovarial transmission and transmissibility of Ehrlichia chaffeensis (Rickettsiales: Anaplasmataceae) in Amblyomma americanum  (Acari:  Ixodidae).J.  Med. Entomol. 40(6):1000-1004.
 
101.MAEDA K, MARKOWITZ N, HAWLEY RC, RISTIC M, COX D, MCDADE JE.  1987.  Human infection with Ehrlichia canis, a leukocytic rickettsia.  N.  Engl.  J.  Med.  316(14):853-856.
 
102.MAGNARELLI LA,ANDERSON JF,STAFFORD KC3RD, DUMLER JS.  1997.  Antibodies  to multiple tick-borne pathogens of babesiosis, ehrlichiosis, and Lyme borreliosis in white-footed mice. J. Wildl. Dis. 33(3):466-473.
 
103.MANZANILLA J,GARCÍA ME,MOISSANT DE RE, GARCÍA F, TORTOLERO E.  2002.  Dos especies de garrapatas del género Amblyomma (Acari: Ixodidae) en perros del estado  Aragua,  Venezuela.  Entomotropica. 17(2):177-180.
 
104.MASON RJ,LEE JM, CURRAN JM, MOSS A,  VAN DER HEIDE B, DANIELS PW.  2001. Serological  survey  for  Ehrlichia  canis  in urban  dogs  from  the  major  population centres  of  northern  Australia.  Aust.  Vet.  J. 79(8):559-562.
 
105.MASSA KL, GILGER BC, MILLER TL, DAVIDSON MG.  2002.  Causes  of  uveitis  in  dogs:  102 cases (1989-2000). Vet. Ophthalmol. 5(2):93-98.
 
105.MATHEMA VB, MANZOOR Z, KOO JE, KOH YS. 2013.  Inhibition  of  cell  death  of  bone marrow-derived macrophages infected with Ehrlichia  muris.  Ticks  Tick  Borne  Dis. 4(3):185-190.
 
106.MAVROMATIS K,DOYLE CK, LYKIDIS A, IVANOVA N, FRANCINO MP, CHAIN P, SHIN M, MALFATTI S, LARIMER F, COPELAND A,DETTER  JC,LAND M,RICHARDSON PM,YU XJ,WALKER DH,MCBRIDE JW,KYRPIDES NC.  2006.  The  genome  of  the  obligately intracellular  bacterium  Ehrlichia  canis reveals  themes  of  complex  membrane structure and immune evasion strategies.  J. Bacteriol. 188(11):4015-4023.
 
107.MCBRIDE JW. 2013.Ehrlichia:  Avances  en vacunas,  diagnóstico  y  patobiología.  Acta Med. Costarric. 55(Suppl. 1):41-44.
 
108.MCCLURE JC, CROTHERS ML,SCHAEFER JJ,STANLEY PD,NEEDHAM  GR,EWING SA, STICH RW. 2010. Efficacy of a doxycycline treatment  regimen  initiated  during  three different phases of experimental ehrlichiosis. Antimicrob. Agents Chemother. 54(12):5012-5020.
 
109.MC DADE JE.  1990.  Ehrlichiosis  -  A  disease  of animals  and  humans.  J.  Infect.  Dis. 161(4):609-617.
 
110.MCGILL JL,NAIR ADS,CHENG C,RUSK RA, JAWORSKI DC,GANTA RR. 2016. Vaccination  with  an  attenuated  mutant  of Ehrlichia  chaffeensis  induces  pathogen-specific  CD4+  T  cell  immunity  and protection  for  tick-transmitted  wild-type challenge  in  the  canine  host.  PLoS  One. 11(2):e0148229.
 
111.MCQUISTON JH, MCCALL CL,NICHOLSON WL. 2003. Ehrlichiosis and related infections. J. Am. Vet. Med. Assoc. 223(12):1750-1756.
 
112.MCTIER TL,CHUBB N, CURTIS  MP,HEDGESL,INSKEEP GA,KNAUER CS, MENON S,MILLS B, PULLINS A,ZINSER E,WOODS DJ,MEEUS P.2016.  Discovery  of  sarolaner:  a  novel, oral administered, broad-sprectrum, isoxazoline  ectoparasiticide  for  dogs.  Vet. Parasitol. 222:3-11.
 
113.MORAES-FILHO J,MARCILI A,NIERI-BASTOS FA,RICHTZENHAIN LJ,LABRUNA MB.  2011. Genetic  analysis  of  ticks  belonging  to  the Rhipicephalus  sanguineus  group  in  Latin America. Acta Trop. 117(1):51-55.
 
114.MORAES-FILHO J,KRAWCZAK FS,COSTA FB,SOARES JF,LABRUNA MB. 2015. Comparative  evaluation  of  the  vector competence  of  four  south  american populations of the Rhipicephalus sanguineus  group  for  the  bacterium Ehrlichia  canis,  the  agent  of  canine monocytic ehrlichiosis. PLoS ONE. 10(9):e0139386.

115.MOUMÈNE A,MEYER DF.  2015.  Ehrlichia's molecular  tricks  to  manipulate  their  host cells. Microbes. Infect. 18(3):172-179.
 
116.MUNHOZ TD,FARIA JLM,VARGAS-HÉRNANDEZ G,FAGLIARI JJ, SANTANA AE,MACHADO RZ, TINUCCI-COSTA M. 2012. Experimental Ehrlichia  canis  infection  changes  acutephase  proteins.  Rev.  Bras.  Parasitol.  Vet. 21(3):206-212.
 
117.MURPHY GL,EWING SA,WHITWORTH LC,FOX JCM KOCAN AA. 1998.  A  molecular  and serologic  survey  of  Ehrlichia  canis,  E. chaffeensis and E. ewingii in dogs and ticks from  Oklahoma.  Vet.  Parasitol.  79(4):325-339.
 
118.MYLONAKIS ME,KOUTINAS AF,BILLINIS C, LEONTIDES LS, KONTOS V, PAPADOPOULOS O,RALLIS T, FYTIANOU A. 2003. Evaluation of cytology in the diagnosis of acute canine monocytic  ehrlichiosis  (Ehrlichia  canis):  a comparison  between  five  methods.  Vet. Microbiol. 2:91(2-3):197-204.
 
119.MYLONAKIS ME,KOUTINAS AF,BREITSCHWERDT EB,HEGARTY BC,BILLINIS CD,LEONTIDES LS,KONTOS VS.2004. Chronic canine ehrlichiosis (Ehrlichia canis):  a  retrospective  study  of  19  natural cases.  J.  Am.  Anim.  Hosp.  Assoc. 40(3):174-184.
 
120.MYLONAKIS ME,KRITSEPI-KONSTANTINOU M,DUMLER JS,DINIZ PPVP,DAY MJ,SIARKOU VI,BREITSCHWERDT EB, PSYCHAS V,PETANIDES T,KOUTINAS AF. 2010a.  Severe  hepatitis  associated  with acute  Ehrlichia  canis  infection  in  a  dog.  J. Vet. Intern. Med. 24(3):633-638.
 
121.MYLONAKIS ME,SIARKOU VI, KOUTINAS AF. 2010b. Myelosuppressive canine monocytic ehrlichiosis (Ehrlichia canis): an update on the pathogenesis, diagnosis and management.  Isr.  J.  Vet.  Med.  65(4):129-135.
 
123.MYLONAKIS ME, BORJESSON DL,LEONTIDES L,SIARKOU VI,THEODOROU K, KOUTINAS AF. 2011. Cytologic patterns of lymphadenopathy  in  canine  monocytic ehrlichiosis. Vet. Clin. Pathol. 40(1):78-83.
 
124.NAIR ADS,CHENG C,JAWORSKI DC,WILLARD LH,SANDERSON MW,GANTA RR.  2014. Ehrlichia  chaffeensis  infection  in  the reservoir  host  (white-tailed  deer)  and  in  an incidental host (dog) is impacted by its prior  growth  in  macrophage  and  tick  cell environments. PLoS One. 9(10):e109056.
 
125.NAIR ADS,CHENG C,GANTA CK,SANDERSON MW,ALLEMAN AR,MUNDERLOH UG,GANTA RR. 2016. Comparative experimental  infection  study  in  dogs  with Ehrlichia  canis,  E.  chaffeensis,  Anaplasma platys and A. phagocytophilum. PLoS One. 11(2):e0148239.
 
126.NDIP LM,NDIP RN,ESEMU SN, DICKMU VL, FOKAM EB, WALKER DH, MCBRIDE JW. 2005.  Ehrlichial  infection  in  Cameroonian canines  by  Ehrlichia  canis  and  Ehrlichia ewingii. Vet. Microbiol. 111(1-2):59-66.
 
127.NDIP LM, NDIP RN, NDIVE VE, AWUH JA, WALKER DH, MCBRIDE JW. 2007. Ehrlichia species in Rhipicephalus sanguineus ticks in Cameroon.  Vector  Borne  Zoonotic  Dis. 7(2):221-227.
 
128.NORMAND T,FOREST L,CHABANNE L, RICHARD S, DAVOUST B, JUILLARD V. 2009. Gamma IFN Ehrlichia canis-specific cell responses. Clin. Microbiol. Infect. 15(Suppl 2):70-71.
 
129.OLIVEIRA LS,OLIVEIRA KA,MOURÃO LC,PESCATORE AM,ALMEIDA MR,CONCEIÇÃO LG,GALVÃO MAM,MAFRA C.2009.  First report  of  Ehrlichia  ewingii  detected  by molecular investigation in dogs from Brazil. Clin. Microbiol. Infect. 15(Suppl. 2):55-56.
 
130.ORIÁ AP,PEREIRA PM,LAUS JL. 2004. Uveitis in dogs  infected  with  Ehrlichia  canis.  Ciênc. Rural. 34(4):1289-1295.
 
131.ORIÁ AP, DÓREA NETO FA,MACHADO RZ, SANTANA ÁE, GUERRA JL, DA SILVA VLD, BEDFORD PGC, LAUS JL. 2008. Ophthalmic, hematologic and serologic findings in dogs with  suspected  Ehrlichia  canis  infections.Rev. Bras. Ciênc. Vet. 15(2):94-97.
 
132.OTRANTO D. 2014. NEXGARD®.  Afoxolaner,  a new  oral  insecticide-acaricide  to  control fleas  and  ticks  in  dogs.  Editorial.  Vet. Parasitol. 201(3-4):177-178.
 
133.PADDOCK CD, CHILDS JE.  2003.  Ehrlichia chaffeensis: a prototypical emerging pathogen.  Clin.  Microbiol.  Rev.  16(1):37-64.
 
134.PANCIERA RJ, EWING SA, CONFER AW.  2001. Ocular histopathology of ehrlichial infections in the dog. Vet. Pathol. 38(1):43-46.

135.PAROLA P,RAOULT D. 2001. Ticks and tickborne bacterial  diseases  in  humans:  an  emerging infectious threat. Clin. Infect Dis. 32(6):897-928.
 
136.PEREIRA LS, OLIVEIRA PL, BARJA-FIDALGO C, DAFFRE S.  2001.  Production  of  reactive oxygen species by hemocytes from the cattle tick  Boophilus  microplus.  Exp.  Parasitol. 2001. 99(2):66-72.
 
137.PEREZ M,RIKIHISA Y, WEN B.  1996.  Ehrlichia canis-like  agent  isolated  from  a  man  in Venezuela: antigenic and genetic characterization. J. Clin. Microbiol. 34(9):2133-2139.
 
138.PEREZ M, BODOR M, ZHANG C, XIONG Q, RIKIHISA Y.  2006.  Human  infection  with Ehrlichia  canis  accompanied  by  clinical signs  in  Venezuela.  Ann.  N.  Y.  Acad.  Sci. 1078:110-117.
 
139.PRICE JE, SAYER PD.  1983.  Canine  ehrlichiosis. In:  KIRK RW  (Ed.).  Current  veterinary therapy.  Vol.  VII.  Sauders  W.  B.  Co., Philadelphia, pp. 1197-1202.
 
140.PROCAJŁO A,SKUPIEŃ EM, BLADOWSKI M, LEW S. 2011. Monocytic ehrlichiosis in dogs. Pol. J. Vet. Sci. 14(3):515-520.
 
141.RAMÍREZ-BARRIOS RA, CHACÍN E, BARBOZA G,FERNÁNDEZ G,VALERA Z, VILLALOBOS A,ANGULO-CUBILLÁN F.  2008.  Garrapatas (Acari:  Ixodidae)  recolectadas  de  caninos bajo  asistencia  veterinaria  en  Maracaibo, Venezuela. Rev. Cient. FCV-LUZ. 18(3):267-270.

142.REGAN J, MATTHIAS J, GREEN-MURPHY A, STANEK D, BERTHOLF M, PRITT BS, SLOAN LM, KELLY AJ, SINGLETON J, MCQUISTON JH, HOCEVAR SN, WHITTLE
JP.  2013.  A Confirmed  Ehrlichia  ewingii  infection likely acquired through platelet transfusion. Clin. Inf. Dis. 56(12):105-107.
 
143.RIKIHISA Y.  2006.  Ehrlichia  subversion  of  host innate  responses.  Curr.  Opin.  Microbiol. 9(1):95-101.
 
144.RIKIHISA Y. 2010a. Anaplasma phagocytophilum and  Ehrlichia  chaffeensis:  subversive manipulators  of  host  cells.  Nat.  Rev. Microbiol. 8(5):328-339.
 
145.RIKIHISA Y. 2010b. Molecular events involved in cellular  invasion  by  Ehrlichia  chaffeensis and  Anaplasma  phagocytophilum.  Vet. Parasitol. 167(2-4):155-166.
 
150.RIKIHISA Y.  2015.  Molecular  Pathogenesis  of Ehrlichia chaffeensis. Infection. Annu. Rev. Microbiol. 69:283-304.
 
151.RISTIC M, HUXSOLL D.1984. Tribu II. Ehrlichiae. In:  KRIEG NR, HOLT JC  (Eds).  Bergey´s manual  of  systematic  bacteriology.  Vol.  I. The William & Wilkins Co., Baltimore, pp. 704-709.
 
152.ROLAND WE, EVERETT ED, CYR TL, HASAN SZ,DOMMARAJU CB, MCDONALD GA.  1998. Ehrlichia chaffeensis in Missouri ticks. Am. J. Trop. Med. Hyg. 59(4):641-643.
 
153.ROMERO LE, MENESES AI, SALAZAR L,JIMÉNEZ M, ROMERO JJ, AGUIAR DM, LABRUNA MB, DOLZ G. 2011. First isolation and molecular characterization of Ehrlichia canis in Costa Rica,  Central  America.  Res.  Vet.  Sci. 91(1):95-97.
 
154.ROT A, GINDIN G, MENT D, MISHOUTCHENKO A, GLAZER I, SAMISH M. 2013. On-host control of  the  brown  dog  tick  Rhipicephalus sanguineus  Latreille  (Acari:  Ixodidae)  by Metarhizium brunneum (Hypocreales: Clavicipitaceae).  Vet.  Parasitol.  193(1-3):229-237.

155.RUDOLER N, BANETH G, EYAL O,  VAN STRATEN M, HARRUS S. 2012.  Evaluation  of  an attenuated  strain  of  Ehrlichia  canis  as  a vaccine  for  canine  monocytic  ehrlichiosis. Vaccine. 31(1):226-233.
 
156.RUDOLER N, HARRUS S, MARTINEZ-SUBIELA S, TVARIJONAVICIUTE A,  VAN STRATEN M, CERÓN JJ, BANETH G. 2015. Comparison of the  acute  phase  protein  and  antioxidant responses in dogs vaccinated against canine monocytic ehrlichiosis and naive-challenged dogs. Parasit. Vectors. 8:175.
 
157.SIMPSON CF.  1974.  Relationship  of  Ehrlichia canis-infected  mononuclear  cells  to  blood vessels of lungs. Infect. Immun. 10(3):590-596.
 
158.SKOTARCZAK B. 2003.  Canine  ehrlichiosis.  Ann. Agric. Environ. Med. 10:137-141.
 
159.SOSA-GUTIÉRREZ CG, QUINTERO MARTINEZ MT, GAXIOLA CAMACHO SM, Cand  Anaplasma  phagocytophilum.  Vet. Parasitol. 167(2-4):155-166.
 
160.RIKIHISA Y.  2015.  Molecular  Pathogenesis  of Ehrlichia chaffeensis. Infection. Annu. Rev. Microbiol. 69:283-304.
 
161.RISTIC M, HUXSOLL D. 1984. Tribu II. Ehrlichiae. In:  KRIEG NR, HOLT JC  (Eds).  Bergey´s manual  of  systematic  bacteriology.  Vol.  I. The William & Wilkins Co., Baltimore, pp. 704-709.
 
162.ROLAND WE, EVERETT ED, CYR TL, HASAN SZ, DOMMARAJU CB, MC DONALD GA.  1998. Ehrlichia chaffeensis in Missouri ticks. Am. J. Trop. Med. Hyg. 59(4):641-643.
 
163.ROMERO LE,MENESES AI, SALAZAR L, JIMÉNEZ M,ROMERO JJ, AGUIAR DM, LABRUNA MB, DOLZ G. 2011. First isolation and molecular characterization of Ehrlichia canis in Costa Rica,  Central  America.  Res.  Vet.  Sci. 91(1):95-97.
 
164.ROT A, GINDIN G, MENT D, MISHOUTCHENKO A, GLAZER I, SAMISH M. 2013. On-host control of  the  brown  dog  tick  Rhipicephalus sanguineus  Latreille  (Acari:  Ixodidae)  by Metarhizium brunneum (Hypocreales: Clavicipitaceae).  Vet.  Parasitol.  193(1-3):229-237.
 
165.RUDOLER N,BANETH G, EYAL O, A VAN STRATEN M, HARRUS S.2012.  Evaluation  of  an attenuated  strain  of  Ehrlichia  canis  as  a vaccine  for  canine  monocytic  ehrlichiosis. Vaccine. 31(1):226-233.
 
166.RUDOLER N, HARRUS S, MARTINEZ-SUBIELA S, TVARIJONAVICIUTE A,  VAN STRATEN M, CERÓN JJ, BANETH G. 2015. Comparison of the  acute  phase  protein  and  antioxidant responses in dogs vaccinated against canine monocytic ehrlichiosis and naive-challenged dogs. Parasit. Vectors. 8:175.
 
167.SIMPSON CF.  1974.  Relationship  of  Ehrlichia canis-infected  mononuclear  cells  to  blood vessels of lungs. Infect. Immun. 10(3):590-596.
 
168.SKOTARCZAK B. 2003.  Canine  ehrlichiosis.  Ann. Agric. Environ. Med. 10:137-141.
 
169.SOSA-GUTIÉRREZ CG, QUINTERO MARTINEZ MT, GAXIOLA CAMACHO SM, COTA GUAJARDOS, ESTEVE-GASSENT MD, GORDILLO-PÉREZ MG.2013. Frequency
and clinical epidemiology of canine monocytic ehrlichiosis in dogs infested with ticks from Sinaloa, Mexico. J. Vet. Med. 2013. Article ID 797019, 3 p.

170.SOSA-GUTIÉRREZ CG, VARGAS M, TORRES J, GORDILLO-PÉREZ G.  2014.  Tick-borne rickettsial  pathogens  in  rodents  from Mexico. J. Biomed. Sci. Eng. 7:884-889.
 
171.STARKEY L, LITTLE S.2012.  Defeating  ticks. Practical  tips  for  preventing  tick-borne disease  in  pets.  Today  Vet.  Pract.  2(5):40-44.
 
172.STARKEY LA, BARRETT AW, BEALL MJ, CHANDRASHEKAR R, THATCHER B, TYRREL P, LITTLE SE. 2015.  Persistent  Ehrlichia ewingii  infection  in  dogs  after  natural  tick infestation.  J.  Vet.  Intern.  Med.  29(2):552-555.
 
173.STEIERT JG, GILFOY F.  2002.  Infection  rates  of Amblyomma americanum and Dermacentor variabilis  by  Ehrlichia  chaffeensis  and Ehrlichia  ewingii  in  southwest  Missouri. Vector Borne Zoonotic Dis. 2(2):53-60.
 
174.STRAUBE J.  2010.  Canine  Ehrlichiosis  –  from Acute Infection to Chronic Disease. Institute for  Animal  Hygiene  and  Veterinary  Public Health,  University  of  Leipzig,  Germany. Disponible en línea en: http://www.cvbd.org/en/home/cvbd-digest-articles/ (Acceso: 25.02.2016).
 
175.THEODOROU K, MYLONAKIS ME, SIARKOU VI, LEONTIDES L, KOUTINAS AF, KOUTINAS CK, KRITSEPI-KONSTANTINOU M, BATZIAS G, FLOURAKI E, EYAL O,
KONTOS V, HARRUS S.2013.  Efficacy  of  rifampicin  in the  treatment  of  experimental  acute  canine monocytic  ehrlichiosis.  J.  Antimicrob. Chemother. 68(7):1619-1626.
 
174.TOMASSONE L, NUÑEZ P, GÜRTLER RE, CEBALLOS LA, OROZCO MM, KITRON  UD, FARBER M.  2008.  Molecular  detection  of Ehrlichia chaffeensis in Amblyomma parvum ticks, Argentina. Emerging Inf. Dis. 14(12):1953-1955.
 
175.TORINA A, BLANDA V, ANTOCI F, SCIMECA S, D'AGOSTINO R, SCARIANO E, PIAZZA A, GALLUZZO P, GIUDICE E, CARACAPPA S. 2013.  A  molecular  survey  of  Anaplasma spp.,  Rickettsia  spp.,  Ehrlichia  canis  and Babesia  microti  in  foxes  and  fleas  from Sicily.  Transbound  Emerg.  Dis.  60(Suppl. 2):125-130.

176.UNVER A,PEREZ M,ORELLANA N,HUANG H,RIKIHISA Y. 2001. Molecular and antigenic comparison of Ehrlichia canis isolates from dogs,  ticks,  and  a  human  in  Venezuela.  J. Clin. Microbiol. 39(8):2788-2793.
 
177.ARELA-STOKES AS. 2007.  Transmission  of bacterial  agents  from  lone  star  ticks  to white-tailed  deer.  J.  Med.  Entomol. 44(3):478-483. 
 
178.WALSER-REINHARD L,SCHAARSCHMIDT-KIENER D, FORSTER JL, MATHEIS F,SPIESS B. 2012. Direct detection of Ehrlichia canis by PCR in  the  conjunctiva  of  a  dog  with  bilateral anterior uveitis. Schweiz. Arch. Tierheilkd. 154(4):149-152.
 
179.WALTHER FM, ALLAN MJ, ROEPKE RKA, NUERNBERGER MC. 2014. Safety  of fluralaner  chewable  tablets  (BravectoTM),  a novel  systemic  antiparasitic  drug,  in  dogs after  oral  administration.  Parasit.  Vectors. 7:87.
 
180.WANER T,HARRUS  S.  2013.  Canine  monocytic ehrlichiosis  –  From  pathology  to  clinical manifestations.  Isr.  J.  Vet.  Med.  68(1):12-18.
 
181.WANER T, HARRUS S, BARK H,BOGIN E, AVIDAR Y, KEYSARY A.  1997.  Characterization  of the  subclinical  phase  of  canine  ehrlichiosis in experimentally infected beagle dogs. Vet.  Parasitol. 69(3-4):307-317.
 
182.WILLIAMSON PC, BILLINGSLEY PM, TELTOW GJ, SEALS JP, TURNBOUGH MA, ATKINSON SF. 2010.  Borrelia,  Ehrlichia,  and  Rickettsia spp. in ticks removed from persons, Texas, USA. Emerg. Infect. Dis. 16(3):441-446.  

183.XIONG Q, BAO W, GE Y, RIKIHISA Y.  2008. Ehrlichia ewingii infection delays spontaneous  neutrophil  apoptosis  through stabilization of mitochondria. J. Infect. Dis. 197(8):1110-1118.
 
184.YABSLEY MJ, ADAMS DS, O’CONNOR TP, CHANDRASHEKAR R, LITTLE SE. 2011. Experimental primary and secondary infections  of  domestic  dogs  with  Ehrlichia ewingii. Vet. Microbiol. 150(3-4):315-321. 
 
185.YU DH, LI YH, YOON JS, LEE JH, LEE MJ, YU IJ, CHAE JS, PARK JH. 2008. Ehrlichia chaffeensis infection in dogs in South Korea. Vector Borne Zoonotic Dis. 8(3):355-358.
 
186.ZHANG JZ, POPOV VL, GAO S, WALKER DH, YU XJ.  2007.  The  developmental  cycle  of Ehrlichia  chaffeensis  in  vertebrate  cells. Cell. Microbiol. 9(3):610-618.
 
187.ZHANG XF, ZHANG JZ, LONG SW, RUBLE RP, YU XJ. 2003. Experimental Ehrlichia chaffeensis  infection  in  beagles.  J.  Med. Microbiol. 52(11):1021-1026.