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Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales

versión impresa ISSN 20030507

Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales v.11 n.1 Caracas ene. 2005

 

CELSO FURTADO Y EL SUBDESARROLLO*

Clóvis Cavalcantia

aUniversidad Federal de Pernambuco (UFPE). Instituto de Pesquisas Sociales de la Fundação Joaquim Nabuco

Resumen

Al leer nuevamente lo que Celso Furtado escribió sobre el subdesarrollo (años 60) percibimos claramente su vigencia. Utilizando el razonamiento estructuralista y el método histórico, Furtado llega a las siguientes conclusiones: "el subdesarrollo es (...) un proceso histórico autónomo", no constituye "una etapa necesaria (...) de formación de las economías capitalistas"; "la única tendencia visible es que los países subdesarrollados continúen siéndolo"; "el desarrollo del siglo XX ha venido produciendo una concentración creciente de la renta mundial", con "un incremento progresivo de la brecha entre las regiones ricas y los países subdesarrollados"; "el subdesarrollo es la manifestación de complejas relaciones de dominación-dependencia entre los pueblos, [con tendencia] a autoperpetuarse bajo formas cambiantes"; todo lo anterior amerita que se "tome conciencia de la dimensión política de la situación de subdesarrollo", por medio de la creación de "centros nacionales de decisiones válidas".

Palabras clave: Celso Furtado, subdesarrollo, dependencia, América Latina.

Summary

Celso Furtado and Underdevelopment (on the occasion of the 10th edition of Theory and Politics of Economic Development

A new reading of what Celso Furtado wrote on underdevelopment (in the sixties) shows clearly his current relevance. Employing a structuralist approach and a historical method, Furtado arrives at such conclusions as: "underdevelopment is (...) an autonomous historical process", therefore it does not constitute "a necessary stage in the formation (...) of the capitalist economies"; "the only visible tendency is for the underdeveloped countries to remain so"; "twentieth-century development has provoked a growing concentration of world income", with "a progressive amplification of the gulf between the rich regions and the underdeveloped countries"; "underdevelopment is the manifestation of complex relations of domination-dependence among peoples, and tends to reproduce itself under changing forms"; all this requires that one take "conscience of the political dimension of the situation of underdevelopment" with the formation of "national centers capable of adopting valid decisions".

Key Words: Celso Furtado, Underdevelopment, Dependency, Latin America.

Recibido: 15-07-2004 Aceptado: 20-10-2004

Hablar de Celso Furtado y del subdesarrollo –un tema que, valga decir, me ha interesado desde mi época de estudiante– remite necesariamente a dos de las obras fundamentales de dicho economista para comprender el problema. Tales libros fueron escritos uno después del otro: Desarrollo y subdesarrollo (Rio, Fundo de Cultura, 1961) y Teoría y política del desarrollo económico (São Paulo, Paz e Terra, 2000, 10ª edición, revisada por el autor), este último publicado por primera vez en 1967 por la Compañía Editora Nacional, de São Paulo, que también estuvo a cargo de las ocho siguientes ediciones. Realmente, toda la importante contribución de Furtado como analista de los problemas de nuestra época, en su vasta obra, bien sea en sus libros, en sus artículos, en sus conferencias, o incluso en sus memorias, en fin, en todo lo que ha producido, constituye una reflexión profunda sobre los problemas del llamado desarrollo económico. Esto se señala, inclusive, en la introducción de Desarrollo y subdesarrollo (p. 11), cuando Furtado destaca que todo su trabajo intelectual desde 1951 hasta 1961 tenía el objetivo de "encontrar caminos de acceso a la comprensión de los problemas específicos del subdesarrollo económico". Es conveniente resaltar que el contexto en el que la ciencia económica evolucionaba, lentamente en ese entonces, se estaba encaminando hacia la transformación económica en los países atrasados, la cual era dominada, hasta ese momento, por el modelo microeconómico del análisis de la formación de los precios y del equilibrio de los mercados, con una reciente tendencia, post-Gran Depresión, de análisis macroeconómico. Esta transformación, en la época de los años 30, tenía como meta la lucha contra el desempleo o lograr el pleno empleo. Su perspectiva era de corto plazo –una perspectiva de política anticíclica, de política compensatoria de los cambios coyunturales (o de los ciclos económicos).

Bien sea en la microeconomía de inspiración marshalliana, bien en la teoría macroeconómica formulada a partir de John Maynard Keynes, el centro de interés del análisis era explicar la realización de un equilibrio de naturaleza estática, en el cual la variable tiempo se excluía del panorama. La novedad del pensamiento impulsado por Furtado a mediados del siglo xx era su preocupación por la dinámica de largo plazo, por las transformaciones de naturaleza macro que estaban operando en los sistemas sociales a lo largo del tiempo y que impulsaban la economía más allá del equilibrio. El análisis macroeconómico con efecto a corto plazo se debate –con el objetivo de lograr el pleno empleo– con una situación en la que no existe producción líquida de capital. Se acude, precisamente, a la teoría del desarrollo para buscar explicación a los mecanismos que llevan al aumento continuo del capital fijo, dando origen a incrementos persistentes de la renta o producto, global y per capita. Ese era un campo nuevo, especialmente para quien se interesaba en el asunto, como sucedía con Furtado, desde la perspectiva de los países subdesarrollados. Hasta entonces, pocas personas se habían aventurado en esa búsqueda de comprensión de un problema que comenzaba a asumir grandes proporciones, en la medida en que, después de la Segunda Guerra Mundial, los horizontes de conocimiento se ampliaban y el hiato que separaba a las naciones ricas de las pobres se volvía intolerable, como todavía sucede, desgraciadamente, e incluso en proporciones más alarmantes que hace cincuenta años. El libro, publicado en 1958, The Economics of Underdevelopment, organizado por los hindúes A.N. Agarwala y P.S. Singh (Oxford, Oxford University Press), constituye una de las novedades en el campo de formación y reúne trabajos de economistas que, en ese momento, se destacaban por la apertura de nuevos caminos para el entendimiento del problema. Esa obra es un clásico de la literatura del desarrollo incluyendo autores como W. Arthur Lewis, quien luego recibió el Premio Nobel de Economía, Paul Rosenstein-Rodan, Simon Kuznets, otro ganador del Nobel, etc., además del joven Celso Furtado. Sin embargo, el volumen, constituido por 21 capítulos, es dominado por autores provenientes de países desarrollados, con apenas cinco de los subdesarrollados.

Respaldado por su conocimiento de economía clásica, que imponía la disciplina metodológica, "sin la cual luego decae hacia el dogmatismo", del marxismo que utilizaba en varios de sus razonamientos y de la obra de Keynes, muy usado en esa época en los medios académicos menos ortodoxos y hasta en los ortodoxos, Furtado se vale de las enseñanzas de Raúl Prebish, con sus ideas de las relaciones centro-periferia, y del grupo en el que participó y que Prebish lideraba en la Comisión Económica para América Latina (Cepal) –la llamada "escuela estructuralista", uno de los movimientos más creativos del pensamiento económico periférico–, con su enfoque estructural de los problemas económicos. Para llegar hasta ese nivel de reflexión, Furtado intentó aproximar –hecho que lo caracteriza– el análisis económico con el método histórico, en un intento por comprender problemas similares enfrentados por economías atrasadas en contextos históricos y nacionales diversos, pero con especificaciones propias de cada estructura. Esa perspectiva constituía, además de la novedad que significaba, una forma de encontrarles salidas a los desafíos del desarrollo en los países periféricos, países colonizados o simplemente de bajos niveles de renta per capita, desafío que Furtado sintetizaba en la necesidad de "explicar, en perspectiva macroeconómica, las causas y el mecanismo del aumento persistente de la productividad del factor trabajo y sus repercusiones en la organización de la producción y en la forma como se distribuye y utiliza el producto social". El núcleo de la tesis de Furtado, en ese marco, es el de la nítida dimensión histórica del fenómeno del desarrollo económico, junto con la necesidad de una teoría sobre tal fenómeno justificada por el conocimiento de la realidad –y no por una formulación abstracta general– y por la capacidad de actuar sobre esa realidad. Dentro de tal perspectiva se sitúa su afirmación de que "[el] subdesarrollo es (...) un proceso histórico autónomo, y no una etapa por la cual, obligatoriamente, hayan pasado las economías que ya alcanzaron un grado superior de desarrollo" –afirmación que data de 1961, defendida integralmente en 2000, y que, en ambas fechas, todavía se presenta bajo la versión de que "el subdesarrollo no constituye una etapa necesaria del proceso de formación de las economías capitalistas".

Partiendo de una confrontación de los dos polos de la dicotomía del título de desarrollo y subdesarrollo –que es, en realidad, la esencia del libro–, Furtado elabora su objeto de estudio para, en la edición de 2000 de Teoría y política del desarrollo económico, al igual que en las anteriores, profundizar más en los términos de esa dicotomía. Así, TPDE se divide en cinco partes. La primera de ellas trata de la teoría del desarrollo en la ciencia económica, abordando de forma breve –pero intentando entrar de manera crítica en lo fundamental de cada uno de esos términos– desde el pensamiento de los economistas clásicos (con énfasis en Adam Smith, David Ricardo y John Stuart Mill) hasta Karl Marx, los neoclásicos A. Marshall, G. Cassel y N. Senior, Joseph Schumpeter y los keynesianos Alvin Hansen, R.F. Harrod, Evsey Domar y Nicholas Kaldor. Sin embargo, en el libro no se hace referencia a los neoclásicos más recientes, con sus modelos de factores reemplazables y de preponderancia del progreso técnico, tales como Robert Solow, James Mead, Trevor Swan, James Tobin, Edmund S. Phelps y otros, aparentemente porque esos modelos serían modelos de crecimiento y tendrían poca validez explicativa en el caso de los países subdesarrollados y su dualidad estructural. La primera parte de TPDE está acompañada de un valioso apéndice metodológico sobre estructuras y modelos en el análisis económico, incluyendo un enfoque del pensamiento estructuralista latinoamericano y su diferenciación con la escuela estructuralista francesa. Se trata de una demostración de la importancia de los aspectos no económicos en el estudio del desarrollo económico, particularmente en lo que se refiere a los procesos históricos, con las realidades sociales y con la profundización "en la comprensión del comportamiento de los agentes económicos a partir de contextos perfectamente definidos" (p. 98), óptica que constituye la principal señal de la contribución de los estructuralistas a la teoría del desarrollo.

En la segunda parte de TPDE, la cual trata del enfoque analítico del proceso de desarrollo, Furtado –elaborando su razonamiento de economista crítico– comienza mostrando de qué manera se transforman lo que él denomina "conjuntos económicos complejos" (las economías nacionales, v.g., cuya complejidad estructural se manifiesta en una diversidad de formas sociales y económicas). En esta transformación, que también implica crecimiento, estaría el sentido del desarrollo económico. Por lo tanto, según Furtado, el desarrollo aparece como crecimiento acompañado de cambios estructurales, que son alteraciones "en las relaciones y proporciones internas del sistema económico" (p. 103), desencadenadas por el proceso de acumulación de capital y por las innovaciones tecnológicas. Actualmente, se debate mucho la cuestión de los límites del crecimiento –o de las tasas sustentables de crecimiento (por un tiempo determinado, ya que no tiene sentido hablar de expansión ad infinitum). En TPDE, Furtado no trata este asunto. No obstante, tampoco le resulta ajeno, ya que en El mito del desarrollo económico (p. 19), obra de 1974, no de la década de los 90, Celso Furtado muestra "que el sistema económico entraría necesariamente en colapso", si el desarrollo económico llegara a universalizarse efectivamente. La razón reside en el hecho, destacado por él en ese mismo libro (p. 20) y que los economistas hasta hoy en día insisten en menospreciar, de que la "creación de valor económico tiene como contrapartida procesos irreversibles en el mundo físico, cuyas consecuencias tratamos de ignorar". Como su análisis en TPDE es del mecanismo de ese proceso, el experto y académico oriundo de Paraiba no trata el asunto de los límites en ese momento, sino que prefiere primero identificar la naturaleza del mecanismo que intenta develar. Así, en la segunda parte del libro, aborda aspectos cuantitativos del desarrollo económico, examina la interacción entre decisiones y estructuras (haciendo énfasis en contribuciones como las de Albert Hirschman y François Perroux) y expone didácticamente el esquema macroeconómico del desarrollo, haciendo un paréntesis aquí para explicar la formación del "poder económico". Este poder consiste en la capacidad de algunos grupos, que ganan con el proceso (empresarios innovadores, por ejemplo, o trabajadores con alta demanda de sus servicios) "de modificar la conducta previsible de otros agentes, o de alterar relaciones estructurales para frustrar las expectativas de otros agentes" (p. 141).

En la tercera parte del libro se aborda el proceso de desarrollo bajo una perspectiva histórica. En esta parte Furtado aplica muy bien el método de análisis que al parecer le satisface, o sea, combinar el enfoque económico con factores históricos, en búsqueda de patrones y relaciones que muestren de qué manera evoluciona en el tiempo la realidad de los "conjuntos económicos complejos". Su estudio comienza con el análisis de concepciones con base en fases –o concepciones de fases– del desarrollo, de las cuales las más famosas son la de Marx y la del historiador económico americano W.W. Rostow. Inicialmente, Furtado se refiere a F. List y su visión, de 1844, de la evolución del período de la esclavitud al del pastoreo, al de la agricultura, de las manufacturas y al comercio. De allí pasa a Marx y su sucesión de fases desde el comunismo primitivo al capitalismo, atravesando la esclavitud y el feudalismo, etapa donde el análisis marxista agrega un esfuerzo explicativo de lo que sería el paso necesario de una forma a otra. Después de hacer una breve referencia al economista y gran elaborador de estadísticas Colin Clark, Furtado llega a la concepción de Rostow de las "etapas de crecimiento", que van desde la sociedad tradicional, estancada, hasta una fase de transición –o de preparación para el impulso–, hacia el crecimiento autosustentado (el famoso take off), hacia el camino a la madurez y a la etapa del consumo en masa. Sin ser propiamente una concepción basada en fases, la del gran economista argentino Raúl Prebish, de la "coexistencia de un centro, que dirige el desarrollo tecnológico, y una vasta y heterogénea periferia" (TPDE, p. 152), al margen del sistema, es valorada por sus aportes para la identificación de relaciones que estarían en la base de la concentración de renta a escala mundial. Esta visión de Prebish, de fases simultáneas, permitió comprender, según Furtado, por qué no existe una tendencia inevitable de pasar de una etapa cualquiera de progreso a otra supuestamente superior. Furtado concluye (p. 153) con la afirmación de que "la única tendencia visible es que los países subdesarrollados continúen siéndolo". El autor examina las formas históricas que el desarrollo ha asumido, destacando el factor excedente económico, de su creación, apropiación y uso como elementos básicos de constitución del proceso. Otros puntos tratados en la tercera parte del libro son el advenimiento de la burguesía europea, la nueva economía urbana y el laissez faire y el corporativismo (o el sistema de regulación estricta que imperaba en la economía de las ciudades). Furtado también aborda la transformación del capitalismo comercial en industrial y en lo que ese hecho significó no solamente para la economía, sino también para un nuevo panorama de cultura. Esta parte del libro finaliza con un análisis de datos cuantitativos de largo plazo –especialmente los relacionados con los países industrializados–, y contiene consideraciones sobre el ritmo de evolución de la economía europea preindustrial desde la Edad Media. La conclusión de Furtado es la afirmación de que la experiencia muestra que "el desarrollo del siglo xx viene provocando una concentración creciente de la renta mundial" (p. 191).

En la cuarta parte de TPDE, titulada "El subdesarrollo", está, en mi opinión, la mayor contribución de Celso Furtado no sólo para el libro, sino para el mismo estudio del desarrollo. De hecho, en esta parte es donde se revela con más vigor el enfoque estructuralista empleado por el autor, quien analiza detalladamente la formación histórica del subdesarrollo, mostrando de qué manera se expandió heterogéneamente el dinamismo europeo occidental hacia el resto del mundo, del cual resultó la creación de estructuras socioeconómicas dualistas en las regiones ya ocupadas, al contrario de lo que ocurrió en las regiones no pobladas (como Australia y Nueva Zelanda). El fenómeno del subdesarrollo se verifica desde esa óptica, según Furtado, como "un proceso histórico autónomo" (p. 197), como un proceso estructural asociado al desarrollo y responsable de un "capitalismo bastardo" (pp. 198). El mismo subdesarrollo es heterogéneo desde el punto de vista estructural, y se presenta "bajo formas distintas y en diferentes etapas" (p. 203), con una fase superior, en la que aparece un núcleo industrial diversificado. Luego de esa discusión, Furtado procede a la apreciación de las características estructurales del subdesarrollo, realizando una descripción esquemática del fenómeno y mostrando las contribuciones de W. Arthur Lewis y Ragnar Nurkse (con la tesis de ahorro "oculto"). Desarrolla la idea del dualismo y deja claro que "lo que caracteriza a este fenómeno es precisamente la interdependencia de los dos modos de producción". Dicho dualismo es responsable de la "tendencia a perpetuar los elementos precapitalistas" del sistema (p. 219). Furtado se refiere a los amplios debates en cuanto a la significación del concepto entre los estudiosos del desarrollo, mostrando incluso su relación con el "sistema de relaciones internacionales que engendra el fenómeno de la dependencia" (p. 219). Este último concepto es objeto de una inspección muy minuciosa, en el libro, en términos de las relaciones centro-periferia y de las fases del desarrollo dependiente. Inclusive trata los problemas suscitados por la agricultura y por el rol del comercio exterior y de la industrialización en la transformación de las estructuras dualistas, Furtado concluye argumentando "que el subdesarrollo es la manifestación de relaciones complejas de dominación-dependencia entre pueblos, y que tiende a autoperpetuarse bajo formas cambiantes" (p. 265), lo que amerita, para su superación, la formación de "centros nacionales para la toma de decisiones válidas", o sea, "la toma de conciencia de la dimensión política de la situación de subdesarrollo" (id.). En la cuarta parte del libro también se incluye un apéndice que contiene un enfoque de las teorías marxistas del "capitalismo imperialista" (Rosa Luxemburgo, R. Hilferding y V. I. Lenin).

Finalmente, en la quinta y última parte de TPDE surge la discusión política sobre el título de la obra. No esperen encontrar una receta, un conjunto de medidas exaltadas o siquiera una respuesta, al final de la parte anterior del libro, de la toma de conciencia política que está contenida en el enfoque estructuralista del problema. Lo que Celso Furtado hace es dar referencias, establecer coordenadas, desarrollar razonamientos que pueden ayudar en la concepción de una o más políticas de desarrollo. Así, el autor comienza discutiendo el asunto de la coordinación de las decisiones económicas, considerando tanto la forma descentralizada del mercado como la de la coordinación centralizada, que sería la esencia de la llamada política económica. Para esto, se resalta la importancia de modelos como instrumentos de racionalidad en el condicionamiento de la evolución de las variables económicas y como forma de establecer cierto grado de coherencia en la formulación de la política. Se examina la transformación de las estructuras, haciendo referencia a la estrategia del "desarrollo equilibrado", de Rosenstein-Rodan (que le dio el nombre de big push o "gran empuje") y Nurkse, admitida también por Prebish, en el que las transformaciones son contempladas a través de la industrialización y de la inversión simultánea en otros varios sectores de la economía. Furtado considera que la estrategia de los "polos de crecimiento", de Perroux, tan discutida en los años 60, tiene el mismo significado que la propuesta de Rosenstein-Rodan, dejando espacio para las consideraciones de Albert Hirschman, de la dificultad concreta de que se produzca ese gran impulso. Dos problemas que aparecen en la adopción de políticas de desarrollo, especialmente en el caso de América Latina –el de la tendencia al estancamiento y el de la tendencia al desequilibrio externo–, son tratados a través del enfoque de las causas estructurales de Furtado, que se refiere, particularmente, a la insuficiencia de la doctrina del FMI para superar el desequilibrio externo así como a las limitaciones de la política económica de carácter monetario. Dos últimos puntos tratados, en el ámbito de la política de desarrollo y en relación con un contexto más global del proceso, son el de la integración regional –para beneficio de las economías de escala– y el del dualismo estructural a escala mundial. El último punto, en sintonía con otras secciones del libro y con la visión del autor, se refiere a la polarización desarrollo-subdesarrollo, que se reflejó en "una ampliación progresiva de la brecha entre las regiones ricas y los países subdesarrollados" (p. 338), que estaba sucediendo como atributo del proceso de desarrollo. Para enfrentarla, Furtado cierra el volumen proponiendo algunas líneas de un programa de reestructuración de la economía global –lo que no tiene nada que ver con la globalización de hoy en día.

Al leer el libro en el marco de los hechos económicos actuales –de una dinámica nueva, especialmente en lo que se refiere a la naturaleza de los mercados globalizados, a la velocidad de las transacciones financieras (con sus capitales peligrosamente volátiles), al uso de la tecnología de la información, a los procesos de desregulación, a las olas de privatizaciones y apertura de mercados–, TPDE puede dar la impresión de que es un libro de vieja data, de hecho, tiene el aura de los estudios pioneros de desarrollo económico de las décadas de 50 y 60. Sin embargo, esta impresión es falsa, en la medida en que libros como The Wealth of Nations, de Adam Smith, On the Principles of Political Economy and Taxation, de Ricardo, Principles of Political Economy, de Stuart Mill, The Goal of Economic Growth, de Edmund S. Phelps, The Strategy of Economic Development, de Albert Hirschman, o Problems of Capital Formation in Underdeveloped Countries, de Nurkse, publicados en distintas fechas desde el siglo xviii, jamás pierden su vigencia. El libro de Furtado analiza estructuras, identifica relaciones, esquematiza procesos, va detrás de rasgos característicos de la realidad del subdesarrollo, en fin, expone un modelo de estudio que privilegia factores históricos y estructurales para mostrar de qué forma ciertas economías, a pesar del esfuerzo que emprenden, no logran ingresar en una trayectoria firme de genuino desarrollo económico. El esfuerzo es gigantesco, titánico, y produce un resultado que no contradice a la inteligencia, al contrario, la provoca con un método cartesiano de exposición, propio de alguien que se educó en la tradición de la racionalidad francesa. La obra que resulta del esfuerzo de Furtado no es un tratado definitivo de nada, incluso porque el autor, en el prefacio (p. 11), demostrando perfecta conciencia de ello, afirma que el objetivo es "ayudar al lector a obtener una percepción de los procesos económicos observados desde el ángulo de las transformaciones en el periodo de los (...) sistemas económicos nacionales". Ese propósito es plenamente logrado. La lectura de TPDE induce a pensar, lleva al lector a intentar comprender de qué forma el libro puede ayudar en las iniciativas de cambiar esa realidad frustrante, de un mundo que no logra vencer el subdesarrollo –tendiendo, en realidad, a perpetuarlo o, perversamente, a realizar lo que denomino subdesarrollo sustentable. En este sentido, resulta más que adecuado el epígrafe usado por Furtado al inicio de TPDE, del gran poeta español –a quien tanto el autor como yo admiramos– Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura de 1948, "Pie en la Patria, casual/ o elegida; corazón, cabeza / en el aire del mundo".

ANEXOS y/o PIES DE PÁGINA

* .Artículo elaborado a propósito de la 10ª edición de su obra: Teoría y política del desarrollo económico. Traducido del portugués por Greisy Fernández Gil.

1. Por referencia a Alfred Marshall, cuyo libro Principles of Economics (1890) es el fundamento del análisis microeconómico aún vigente.

2. En Desarrollo y subdesarrollo (abreviado DS), señala Furtado, explícitamente, adoptar “un punto de vista de economista de país subdesarrollado” (p. 14), una óptica del Sur, como se dice actualmente.

3. Idem, p. 13.

4. Ver el Prefacio de Celso Furtado, El mito del desarrollo económico (Río de Janeiro: Paz e Terra, 1974), p. 13.

5. DS, p. 19; Teoría y política del desarrollo económico (2000) (TPDE), p. 15. En 1952, ya Furtado, en su trabajo “Formación de capital y desarrollo económico”, publicado después como “Capital Formation and Economic Development”, en A.N. Agarwala y S.P. Singh (orgs.), The Economics of Underdevelopment, Oxford, Oxford University Press, 1958, pp. 309-337, caracterizaba el desarrollo económico como el aumento continuo de la productividad del trabajo (p. 316).

6. DS, p. 180; TPDE, p. 197.

7. DS, p. 191; TPDE, p. 203.

8. Según Celso Furtado, “el concepto de desarrollo comprende la idea de crecimiento, superándola” (TPDE, p. 102).

9. Cf., por ejemplo, DALY, Herman, Beyond Growth: The Economics of Sustainable Development, Boston, Beacon Press, 1996.

10. Estructuras en las que “un núcleo capitalista pasaba a coexistir, pacíficamente, con una estructura precapitalista” (TPDE, p. 199). En caso extremo, “no existe la mínima articulación necesaria para la configuración de un sistema económico” (ibíd., p. 198).