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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras v.52 n.81 Caracas abr. 2010

 

El vasto mar de los sargazos de Jean Rhys: voces en contrapunto

 

Omaira Hernández Fernández

 

Instituto Pedagógico Rural Gervasio Rubio, Venezuela, omairah@hotmail.com.

 

Resumen

 

El vasto mar de los sargazos (1966) fue escrito por Jean Rhys como respuesta textual a la novela romántica inglesa de Charlotte Brontë Jane Eyre (1847); resultando evidente su motivación de presentar el “lado criollo” frente al “lado inglés” de Brontë. Para el logro de este objetivo, Jean Rhys otorga una voz y una ubicación cultural, histórica, geográfica y social a Antoinette (esposa lunática de Rochester de la novela de Brontë) para describir “el lado criollo”, colocándola como representación de este lado del mundo. Rochester continuará siendo la voz y la representación del mundo inglés. Estudiar el sistema de representaciones de ambas visiones del mundo (el lado del imperio y el lado del colonizado) constituye el objetivo central de este trabajo. Se intenta presentar y analizar el conjunto de las visiones y representaciones, no sólo del propio mundo al cual pertenece cada personaje, sino cómo se construye y se elabora la representación de “el otro”, siendo estos sistemas de representación, elementos decisivos que permiten la hegemonía y la perpetuación del dominio sobre “el otro”.

 

Palabras clave: representación, sistema de representaciones, dominio, hegemonía.

 

JEAN RHYS’S EL VASTO MAR DE LOS SARGAZOS

 

Abstract

 

El vasto mar de los sargazos (1966) was written by Jean Rhys as a textual response to the English romantic novel Jane Eyre of Charlotte Brontë (1847); a motivation to show the “criollo side” in front of the “English side” results evident. To do so, Jean Rhys assigns a cultural, historic, geographic and social voice and location to Antoinette (Rochester’s lunatic wife in Brontë’s novel) in order to describe the “criollo side” as she stands for the representation of this side of the world. Rochester continues to be the voice and the representation of the English World. Studying the system of representation of both visions of the world (that of the empire and that of the colonized) is the main aim of this work. It is not only an attempt to present and analyze the set of views and representations of the world to which each character belongs, but also to account for the construction and elaboration of a representation of the other. These systems of representation become decisive elements that allow hegemony and the perpetuation of dominance over the other.

 

Key words: representation, representation system, dominance, hegemony.

 

LA VASTE MER DES SARGASSES DE JEAN RHYS: VOIX EN CONTREPOINT

 

Résumé

 

El vasto mar de los sargazos (La vaste mer des sargasses) (1966) a été écrit par Jean Rhys en tant que réponse textuelle au roman romantique anglais de Charlotte Brontë Jane Eyre (1847). Ce qui est évident c’est la motivation de Rhys de présenter le « côté créole » en opposition au « côté anglais » de Brontë. Pour ce faire, l’auteur fournit une voix et une situation culturelle, historique, géographique et sociale à Antoinette (épouse lunatique de Rochester du roman de Brontë) pour décrire le « côté créole », en la plaçant comme représentation de ce côté du monde. Rochester continuera d’être la voix et la représentation du monde anglais. Étudier le système de représentations des deux visions du monde (le côté de l’empire et celui du colonisé) constitue l’objectif central de ce travail. On essaie de présenter et d’analyser l’ensemble de visions et de représentations, non seulement du monde auquel appartient chaque personnage mais comment on construit la représentation de « l’autre ». Ces systèmes de représentation sont des éléments décisifs permettant l’hégémonie et la perpétuation du contrôle sur l’autre.

 

Mots clés : représentation, système de représentation, domaine, hégémonie.

IL VASTO MARE DEL SARGASSI, DI JEAN RHYS: VOCI IN CONTRAPUNTO

Riassunto

Il vasto mare dei sargassi (1966) è stato scritto da Jean Rhys come una risposta testuale al romanzo romantico inglese di Charlote Brontë, Jane Eyre (1847); É il risultato evidente della sua motivazione, quella di far vedere il “lato creolo” davanti “il lato inglese” di Brontë. A questo scopo, Jean Rhys da una voce e una ubicazione culturale, storica, geografica e sociale ad Antoinette (moglie pazza di Rochester nel romanzo di Brontë), per descrivere il “lato creolo”, come una rappresentazione di questa parte del mondo. Rochester continuerà essendo la voce e la rappesentazione dell’ottica inglese. Allora, studiare il sistema di rappresetazioni di ambe due visioni del mondo (il colonizzatore e il colonizzato) costituisce lo scopo fondamentale di quest’articolo. Si fa il tentativo d‘analizzare complessivamente le visioni e le rappresentazioni tanto del proprio mondo a cui appartiene ogni personaggio quanto la maniera come si costruisce la rappresentazione dell’altro. Questi due sistemi di rappresentazione sono gli elementi che permettono l’egemonia e la perpetuazione del dominio sopra l’altro.

Parole chivi: rappresentazione, sistema di rappresentazioni, domínio, egemonia.

 

O VASTO MAR DOS SARGAÇOS, DE JEAN RHYS: VOZES EM CONTRAPONTO

 

Resumo

 

O vasto mar dos sargaços (1966) foi escrito por Jean Rhys como resposta textual ao romance romântico inglês de Charlotte Brontë, Jane Eyre (1847), sendo evidente a sua motivação de apresentar o “lado autóctone” face ao “lado inglês” de Brontë. Para alcançar este objectivo, Jean Rhys outorga uma voz e uma contextualização cultural, histórica, geográfica e social a Antoinette (esposa lunática de Rochester do romance de Brontë) para descrever “o lado autóctone”, colocando-a como representação deste lado do mundo. Rochester continuará sendo a voz e a representação do mundo inglês. Estudar o sistema de representações de ambas visões do mundo (o lado do império e o lado do colonizado) constitui o objectivo central deste trabalho. Tenta-se apresentar e analisar o conjunto das visões e representações, não só do próprio mundo ao qual pertence cada personagem, como também de como se constrói e elabora a representação do “outro”, sendo estes sistemas de representação elementos decisivos que permitem a hegemonia e a perpetuação do domínio sobre “o outro”.

 

Palavras-chave: representação, sistema de representações, domínio, hegemonia.

 

Recepción: 02-02-09 Evaluación: 20-04-09 Recepción de la versión definitiva: 16-06-09

 

El vasto mar de los sargazos (1966) fue escrito por Jean Rhys como respuesta textual a la novela romántica inglesa de Charlotte Brontë Jane Eyre (1847). Esta intencionalidad queda manifiesta en la correspondencia que envía Rhys a su amiga Diana Arthill en 1966 cuando le hace entrega de los manuscritos de su novela y con ello da por terminado un largo período de luchas por escribir a su modo, lo que desde el año 1907, fecha de su llegada a Londres, le había molestado de la novela de Brontë. Allí Rhys expresa: “Charlotte Brontë describe su propio mundo, y por supuesto convence, y eso hace parecer muy espantosa a la pobre criolla lunática. Recuerdo que me sentí muy conmovida, y cuando lo leí de nuevo me sentí algo enojada. ‘Sólo presenta un lado, el lado inglés’” (Wyndham y Melly, 1989, p.395) Siendo evidente la motivación de presentar el “lado criollo” lo que soporta la escritura de El vasto mar de los sargazos.

 

Para el logro de este objetivo, Jean Rhys otorga una voz y una ubicación cultural, histórica, geográfica y social a Antoinette (esposa lunática de Rochester de la novela de Brontë) para describir “el lado criollo”, colocándola como representación de este lado del mundo. Rochester continuará siendo la voz y la representación del mundo inglés. Estudiar el sistema de representaciones de ambas visiones del mundo (el lado del imperio y el lado del colonizado) constituye el objetivo central de este trabajo. Partiendo del concepto de Representación dado por Roger Chartier (1996), como idea-fuerza, en donde “la representación se transforma en una máquina de fabricar respeto y sumisión, en un instrumento que produce una coacción interiorizada, necesaria allí donde falla el posible recurso de la fuerza bruta” (p.174), se intenta presentar y analizar el conjunto de las visiones y representaciones, no sólo del propio mundo al cual pertenece cada personaje, sino cómo se construye y se elabora la representación de “el otro”, siendo estos sistemas de representación, elementos decisivos que permiten la hegemonía y la perpetuación del dominio sobre “el otro”.

 

Edward Said en Cultura e Imperialismo (1993), realiza un exhaustivo análisis de un amplio corpus narrativo que tendrá a Kipling y a Conrad como figuras centrales, y a las tesis de Frantz Fanon como telón de fondo, intenta mostrar la representación narrativa como mecanismo de dominación: “Podemos afirmar que, en general, la novela decimonónica europea es una forma cultural que consolida, pero también refina y articula, el statu quo.” (p.137). Esta afirmación es del todo aplicable a la novela de Brontë, Jane Eyre, puesto que su “representación” de las islas occidentales, especialmente la de Antoinette Cosway, justifica la “superioridad” del imperio, la intervención cultural y el establecimiento de jerarquías y subordinaciones.

 

Pero El vasto mar de los sargazos, viene a constituirse, junto a otros discursos que circulan en el caribe de finales de la decáda de los años sesenta, en una respuesta a los discursos colonialistas instaurados a través de estas narrativas canónicas. La escritura de Jean Rhys se apropia de esta palabra canónica, para cuestionar la historia y las representaciones que desde allí se hicieron. Contemporánea de las diferentes voces anticoloniales que se levantaban desde diversos ámbitos: el movimiento de la negritud (iniciado por Aimé Césaire y Leópold Senghor), la expansión de las tesis de Fanon, el apogeo del Black Power y el auge de la religión Rastafari; la novela de Rhys realiza aportes sustanciales a la comprensión de la cultura y de sus rasgos imperiales o subalternos, en vinculación con el poder. Se coloca en el paradigma de la crítica a las totalidades, a la exclusión, a la centralidad del poder, y, desde el borde o periferia de tales poderes, cuestiona sus fundamentos constitutivos y puede llegar a considerarse co-iniciadora de una dimensión teórica crítica de la modernidad.

 

De igual forma, la obra de Rhys también constituye una novedad desde la perspectiva literaria para los años de su edición. No debemos olvidar que también a finales de los años sesenta, y a raíz de la formulación de la teoría de la intertextualidad, encabezada por Julia Kristeva, Philippe Sollers y Roland Barthes, aparecen los conceptos de obra literaria como reescritura, es decir, como voluntad de un autor de escribir a partir de un texto legado por la tradición literaria e inscrito en ella. En este sentido, se observa una vinculación real entre Jane Eyre (1847) y El vasto mar de los Sargazos (1966), ya que la primera es el hipotexto sobre el cual arranca la segunda. Rhys asume un personaje marginal, Bertha Mason, la “loca” de Thornfield Hall; para recuperar la figura de la mujer criolla víctima de los desequilibrios emocionales derivados de quien ha heredado un pasado marcado por las injusticias de la mentalidad imperialista. La autora quiso denunciar los prejuicios de Charlotte Brontë al crear en el personaje de la mujer criolla, aprensiones que nacían de la desconfianza victoriana ante modelos de vida ajenos al dogma puritano. Rhys entendió que la denigración de la mujer criolla en Jane Eyre se instrumentalizaba para ensalzar a la protagonista de la obra, nueva cenicienta que encarnaba los valores excelsos de la mujer inglesa. Ésta perspectiva, constituye el punto de partida del arriesgado proyecto de reescritura de Jean Rhys y su novela; la cual marcaría un hito dentro de la literatura hoy denominada postcolonial.

 

Como expresara anteriormente, la autora otorga voces a todos los actores de la novela a fin de hacer evidente los constrates entre los dos mundos. Los personajes, ambientes y acontecimientos están perfectamente creados para “expresar” bien sea el mundo inglés y su dominio; bien sea el mundo de las islas occidentales y su condición de dominado. Siguiendo los planteamientos de E. Said en relación con el imperialismo británico y su representación de las colonías del Caribe, se reafirma en esta novela de Rhys, que “la centralidad geográfica europea es reforzada por un discurso cultural que relega y confina lo no europeo a un rango secundario racial, cultural y ontológico” (p.112), por lo tanto, las voces que en el texto encontramos no implican necesariamente diálogo, sino exclusión. Como se podrá observar en el transcurso del análisis, estas voces nunca llegan a reconciliar ambas visiones del mundo. No existe punto de encuentro, son sólo voces, que se emiten desde distintos puntos de enunciación para delatar el mundo amenazante de la diferencia.

 

Jean Rhys incluye en su relato tres narradores perfectamente diferenciados, que nos presentarán sus visiones de los espacios-mundos representados cada uno desde sus propias perspectivas: Rochester y su familia, serán la “representación” del mundo inglés pero al mismo tiempo, será la “voz” que nos narrará su visión de las islas; Antoinette, Cristophine (nana de Antoinette) y Godfrey serán las voces de la islas, mostrando los matices que en ella habitan y conviven; y finalmente, Grace Poole, será la voz del encierro, la voz del servilismo, cuyo único papel es el mantener a la criolla aislada, pues su “locura” pone en riesgo la estabilidad del mundo de Rochester, es decir, la estabilidad del mundo inglés y su nociones de “orden” y “respetabilidad”.

 

Rochester es el joven inglés, manipulado por su padre y su hermano, que llega a Jamaica a contraer nupcias (según matrimonio convenido en Inglaterra) con la joven blanca, criolla y con dote que lo salvará de la ruina. Contrae las fiebres recién llegado a la isla y prácticamente toma conciencia de sí y de su matrimonio al llegar a Granbois en su luna de miel. Este personaje está situado culturalmente en la concepción de la superioridad del imperio frente a todo lo no europeo, él llega a justificar la necesaria subordinación de Antoinette (las islas occidentales) debido a que ella “era una extraña, una extraña que no pensaba como yo, ni sentía como yo” (p.73)[1].

Antoinette, al contrario, es la dulce voz que nos transmite la riqueza del colorido y cálido mundo de las islas. A través de sus experiencias infantiles y adolescentes se aferra a la tierra, a los lugares donde se siente segura y protegida: “Nuestro jardín era grande y bello como el jardín de la Biblia, el árbol de la vida crecía allí” (p.5). Su voz describe las bellezas naturales, orquídeas, ríos, caminos, etc., que acompañan el complejo mundo humano que allí habita.

 

Rochester y Antoinette son la principal representación de las voces que en la novela se agrupan en dicotomías de “atracción-repudio” y evidencian la contraposición de pares categoriales tales como: la voz del mundo inglés/la voz de las indias occidentales; la voz del blanco/la voz del negro; la voz de la riqueza/ la voz de la pobreza; la voz de la fuerza/ la voz de la debilidad, la voz de la civilización/la voz de la barbarie, hasta que en definitiva podríamos englobarlas en la voz de la dominación/la voz del dominado. Las antinomias de todas estas voces podrían relacionarse de la siguiente manera:

 

Como se observa, las voces se concatenan y complejizan en relaciones horizontales de contraste y en relaciones verticales de poder. Las relaciones de contraste se realizan mediante la exclusión de la diferencia, y las relaciones de poder se establecen para la dominación y el sometimiento. Estas relaciones caracterizan y modelan las representaciones del mundo desde ambas perspectivas, siendo El vasto mar de los sargazos el escenario donde se abre espacio para la expresión de estas voces (tanto de un lado como de otro) y donde la multiplicidad de dichas relaciones constituye la estructura del texto.

 

La novela de Rhys constituye una muestra de cómo ese “otro” (isleño del Pacífico, americano nativo, asiático, africano o árabe oriental) empieza desde los años 50, una afirmación desde diversas perspectivas, de un discurso intercultural que denuncia y reclama independencia de la hegemonía cultural y política del imperio. La obra, cuyo final es idéntico a la novela de Brontë ya que Antoinette muere enloquecida, llega a convertirse en excelente ejemplo, no tanto de la dominación en sí, sino de los discursos manipuladores del mundo inglés y de los mecanismos de sometimiento psicológico que paulatinamente conducen a la locura a la criolla con el objeto de obtener sus bienes. Discurso que estatuye al mundo inglés, blanco, rico, fuerte y civilizado en dominador frente al mundo de las islas que son lo opuesto, y aunque la novela pareciera en principio sólo “justitificar” la locura de Antoinette, al final se comprueba que no es debilidad o apatía la actitud casi sumisa de la criolla, sino que es amor, y para eso, el apetito de poder de Rochester no tiene capacidad de entendimiento.

 

Y esta incapacidad del personaje tiene su justificación textual. Recordemos que su matrimonio con Antoinette fue convenido en Inglaterra por su padre y el padrastro de ella, en la suma de treinta mil libras. En la carta que envía a su padre, escribe: “Querido papá. Las treinta mil libras me han sido pagadas sin preguntas ni condiciones. Ninguna provisión a favor de ella. Ahora poseo una modesta susbistencia. Nunca seré una deshonra para ti o para mi querido hermano, el hijo que tú quieres.” (p.52) siendo este matrimonio el que la despoja de todos sus bienes y la deja a merced del inglés.

 

A través de Rochester se confirma la visión que sobre el mundo caribeño se tiene desde Europa. La autora logra plasmar la condición de las islas como lugares sobre los cuales se tiene derecho pero jamás llegan a ser entendidos, aceptados o respetados. Rochester no logra asimilar el mundo, ni los paisajes, ni el ser humano. Todo le parece excesivo, salvaje, maligno y extraño:

Una criatura encantadora pero taimada, enconosa, tal vez maligna, como casi todo en este lugar. [...] Hay de todo en exceso, sentí mientras avanzaba, lleno de hastío detrás de ella. Demasiado azul, demasiado morado, demasiado verde. Las flores demasiado rojas, las montañas demasiado altas, las colinas muy cerca. Y la mujer es una extraña. Su expresión de súplica me molesta. (p.47-51).

El personaje está atrapado en esa dicotomía de atracción-repudio, en la cual vence el rechazo a todo lo que no puede entender. Aunque de alguna manera le atraen los misterios y el encanto de las islas y de Antoinette, nunca podrá comprender esa naturaleza, ese ambiente y todos los elementos mágicos-telúricos que se le imponen. Presiente que la tierra esconde algo que nunca logrará descubrir y el rompimiento es inevitable:

 

Odiaba las montañas y las colinas, los ríos y la lluvía. Odiaba las puestas de sol de cualquier color, odiaba su belleza y su magia y el secreto que nunca llegaría a saber. Odiaba su indiferencia y la crueldad que era parte de su belleza. Y por encima de todo la odiaba a ella. Porque era parte de la magia y de la belleza. Ella me había dejado sediento y toda mi vida seguiría sediento y deseoso por lo que había perdido antes de encontrarlo. (p.143).

 

Y este “odio” refleja la imposibilidad para él de conjugar elementos tan ajenos a su propia cultura, y decide anular la diferencia a través de la imposición de su fuerza sobre la debilidad de la criolla.

 

La voluntad de Antoinette queda atrapada por las pasiones y el amor fingido de Rochester. Amor simulado para obtener las treinta mil libras. Pasión despertada sólo para manipularla y enloquecerla. El despreciode Rochester queda manifiesto en reiteradas ocasiones: “Ella para mi no significó nada. Cada movimiento que hacía era un esfuerzo de la voluntad y, a veces, pensaba cómo no lo notaban. Escuchaba mi propia voz y me maravillaba, suave, correcta, pero monótona, seguramente. Pero debo haber hecho una representación impecable.” (p.58) Esta simulación le permite ejercer su poder sobre la criolla, y llega a su máxima expresión, cuando, mediante una perversa presión psicológica empieza a llamar a Antoinette, Berta Mason (nombre de su madre loca), y poco a poco la conduce a la locura, a un cruel encierro y finalmente a la muerte; todo, en un intento de vengarse de lo que supone una burla y una traición por parte de todos aquellos quienes sabían de ese matrimonio con “tan horrible criatura”. (p.45)

 

Ahora bien, debe recordarse que el tiempo de los hechos narrados en la novela abarca el período desde 1834 a 1845 en un afán de correspondencia con la obra de Brontë. Jamaica era en ese momento colonia británica, y el sustento de todas las actividades económicas eran los 200 mil esclavos traídos de África. A las rebeliones antiesclavistas y anticolonialistas de los siglos XVIII y XIX siguieron las luchas sindicales en las primeras décadas del siglo XX. En 1957 obtuvo la autonomía interna y entre 1958 y 1961 formó parte de la Federación de las Indias Occidentales. Accedió a la independencia en agosto de 1962[2]. Este largo período de colonialismo se evidencia a través de Rochester y de sus opiniones sobre las islas y sobre Antoinette. Su voz, en la novela, proclama la convicción absoluta de su superioridad, de su pertenencia a un mundo “civilizado”, de su derecho para ejercer el “poder” sobre su propiedad, es decir, la relación de dominación establecida entre el imperio y sus colonias.

 

Pero como apuntáramos anteriormente, a diferencia de lo que sucede en la novela Brontë, la criolla en la novela de Rhys tiene una voz, una historia y una cultura. La voz de Antoinette se emite no sólo para representar su mundo, sino la visión que se tiene de Inglaterra. A lo largo del texto observamos referencias al mundo inglés en los siguientes términos: “¿Es verdad –preguntó ella- que Inglaterra es como un sueño? Porque una de mis amigas que se casó con un inglés me lo escribió. Ella dice que Londres es a veces como un frío y oscuro sueño del que uno desea despertar” (p.61) O como cuando ya ha sido llevada a Inglaterra y allí logra descubrir el secreto que ocultan los ingleses en su “mundo de cartón” (p.55): “Entonces busqué el altar porque al ver tantas velas y tanto rojo el salón me recordaba a una iglesia” (p.157).

 

Cristophine, nana de Antoinete es la representación de la magia y el poder de las fuerzas naturales de la región. Gran obeah, temida y respetada, también emite su voz sobre el mundo inglés: “No meao de caballo como el que toman las damas inglesas, dijo. Yo las conozco. Beben y beben su amarillo meao de caballo; hablan y hablan de sus mentiras” (p.65), con lo cual llegamos a entender que la representación que tiene el mundo de las islas occidentales sobre su el mundo inglés, pasa por el cedazo de la refinada ironía: el sentido de llamarse “civilizado” está unido a términos como ambición, racismo, crueldad, injusticia y muerte. A través de esta obra se confirma que la muy discutida superioridad europea y, más aún, la supuesta inferioridad de las culturas caribeñas, corresponde sólo a construcciones discursivas que perpetúan las formas de dominación imperial.

 

Para el desarrollo de las restantes relaciones de contraste y de dominio (blanco/negro, rico/pobre, fuerte/débil, civilizado/bárbaro y dominador/dominado) tomaré como punto de partido la figura de Antoinette Cosway. Ella representa la complejidad de “representaciones” étnicas, sociales, económicas y culturales del mundo caribeño en relación con el mundo inglés, pues no olvidemos, la intencional apropiación de este personaje de Brontë para reconstruir la historia, desde “otra” perspectiva. Aunque el texto tiene como centro a una “criolla blanca” y a un “blanco inglés”, ambos constituyen mundos diferentes, que de distintas maneras se relacionan con el “negro”. En este sentido, y sólo colateralmente se acotará, que en el texto, el blanco inglés no entiende y no se relaciona con seres que considera inferiores, sólo servidores. Rochester siempre critica la actitud de Antoinette hacia “los negros”, se escandaliza porque los toca, los abraza o los besa, o ante la forma cómo ella reparte el dinero de los gastos. De allí que nunca logra entender la frase repetitiva de Antoinette “No nos entienden”, con la cual expresaba su filiación étnica. Su condición de “sentir” como negra a pesar de la blancura de su piel.

 

Pero la historia de Antoinette es otra. Ella era una niña blanca, que ansiaba ser negra, pobre, rechazada por blancos y por los negros, con el agravante de ser hija de esclavistas.[3] Al inicio de la novela el conflicto racial de Antoinette queda planteado: “Se dice que cuando hay problemas se cierran filas, y eso hicieron los blancos. Pero nosotros no pertenecíamos a sus filas” (p.3). Crecerá como “blanca” excluida de su propia raza, pero también rechazada por los negros: “una cucaracha blanca. Esa soy yo. Eso es lo que nos llaman a los que estamos aquí antes que su propia gente los vendieran en África a los traficantes de esclavos. Y he oído a mujeres inglesas llamarnos negros blancos. Así que a menudo me pregunto quién soy, cuál es mi país, a dónde pertenezco y por qué nací.” (p.82). La pregunta existencial e identitaria del personaje se repite a lo largo de toda la novela y constituye un eje semántico a partir del cual se desarrollan las acciones.

 

Jean Rhys realiza un interesante planteamiento en relación con las relaciones étnicas de la novela. Se observa un constante juego de palabras con los conceptos “blancos negros” y “negros blancos” para indicar las posiciones intermedias: “Los blancos de antes no son nada más que negros blancos ahora, y los negros son mejores que los blancos negros” (p.10). Un “blanco negro” era un blanco empobrecido, y un “negro blanco” era un negro libre que lograba y/o anhelaba vivir como blanco. Pero, como lo plantea Homi Bhabha (1994), los conflictos culturales de dominación no se realizan sin generar una fuerte oposición, y aunque plantea un punto de negociación “liminal”(un tercer espacio) en donde confluyen todas las diferencias, no siempre se resuelven armónicamente, sino al contrario: “How do strategies of representation or empowerment come to be formulated in the competing claims of communities where, despite shared histories of deprivation and discrimination, the exchange of values, meanings and priorities may not always be collaborative and dialogical, but may be profoundly antagonistic, conflictual and even incommensurable?” (p.4)[4]. Y esto es lo que sucede cuando, en la novela, los conflictos raciales y de poder, tienen su expresión en el levantamiento de los negros, quienes incendian la casa de los Cosway, liberando el odio acumulado por años de sometimiento.

 

Las relaciones raciales están trabajadas estrechamente con las relaciones de riqueza y pobreza. Los ricos, obviamente, deberían ser los blancos ingleses, pero como hemos visto anteriormente, Rochester necesitaba la dote de Antoinette para asegurarse un cómodo porvenir. Los pobres se dividen en dos clases: los blancos criollos, que en su mayoría, habían perdido sus fortunas cuando la abolición de la esclavitud dejó sin trabajadores a las haciendas, y éstas se perdían entre la desidia y la maleza. Antoinette vive esta especial condición. Odiada por ser hija de esclavistas, su familia fue abandonada por los negros a la muerte del padre y creció en la más completa pobreza: “éramos más pobres que los pordioseros. Comíamos pescado salado –no teníamos dinero para el pescado fresco. Esa casa vieja tiene goteras, corren con las calabazas a recoger agua cuando llueve. En Jamaica hay mucha gente blanca. Verdaderos blancos; tienen dinero en oro. Ellos no nos miraban a nosotros, ellos no nos visitaban.” (p.10) Por ello, los blancos pobres no eran considerados, ni siquiera, blancos auténticos. Sin embargo, su padrastro logra estabilizar su condición económica, y además es enviada a estudiar en el convento del Monte Calvario. Es él y su hijo Richard, quienes convienen el matrimonio con Rochester, asegurando un apellido inglés a la criolla, sin realmente preveer el destino de Antoinette. La pobreza de los negros es de otro tipo, pues tiene siglos de historia. La abolición de la esclavitud constituyó para muchos un problema en lugar de una solución, por lo cual decidieron continuar con sus antiguos amos. Otros, emprendieron caminos para buscar dinero fácil. A diferencia de los blancos criollos empobrecidos, los negros ven en su liberación una forma de riqueza, que les permite la libertad de actuar y, desperdigados, buscan el sustento por cualquier vía.

 

La fuerza es otro elemento que se manifiesta en relación con el poder del blanco inglés. La fuerza de Rochester ser impone sobre la debilidad de la criolla. La locura de Antoinette, en este texto, jamás podría considerarse como consecuencia natural de seres desviados o retorcidos, como sucede en el texto de Brontë. Sin la mano del mundo inglés, esta locura jamás se hubiera desencadenado. En la última parte de la novela, Antoinette, ya convertida en Berta Mason, divaga por los vericuetos de una casa extraña en un mundo extraño. Ese extravío, es narrado mediante un elevado uso del lenguaje poético, y premonitoriamente había sido presentido por Antoinette, a través del recurso del sueño, desde sus tempranos años infantiles.

 

Antoinette tuvo el presentimiento de su destino de sufrimiento y dolor desde que era una niña. En el primer sueño, ella se vio a sí misma: “caminando por la selva. No iba sola. Alguien que me odiaba iba conmigo, pero yo non podía ver quién era. Podía oir unos pasos pesados que se acercaban, y aunque me revolvía y gritaba no me podía mover.” (p.12), lo que inmediatamente asociamos a la figura de Rochester y la relación de odio que se establece con ella. Curiosamente el sueño se repite cuando Antoinette ya estaba estudiando en el convento. En este segundo sueño, la descripción de la selva se acentúa, así como la descripción del hombre que la acompaña y de sí misma. Se describe detalladamente sus ropas, sus movimientos y sus sentimientos. La variante del sueño viene dada por la introducción de un elemento nuevo: una casa con escalones que conducen al piso de arriba, “Ya no estamos en la selva, sino en un jardín rodeado por un muro de piedra y los árboles son diferentes. No los conozco, hay escalones que conducen hacia arriba. Está tan oscuro que no es posible ver ni el muro ni los escalones, pero sé que están ahí” (p.42), se nota la aparición de la casa de Rochester en Inglaterra, y el presagio de la oscuridad fatal se hace palpable.

 

El tercer sueño se produce en la mansión de Rochester, “Era la tercera vez que tenía el sueño, y esta vez llegó el final” (p.156). Ya encerrada, casi loca, el sueño se convierte en el final de la novela. La autora a través del sueño de Antoinette logra establecer la conexión con el final dado a Berta Mason por Charlotte Brontë en Jane Eyre. El sueño se convierte en herramienta de la venganza y/o liberación de Antoinette: “Ahora al fin sabía el motivo del porqué había sido traída aquí y lo que tenía que hacer. Debe haber habido una corriente de aire porque la llama parpadeó y pensé que se había apagado. Pero la cubrí con mi mano y brilló de nuevo para alumbrar mi camino a través del oscuro corredor” (p.158); y es esta metáfora de oscuridad-vida, fuego-liberación la que conduce a Antoinette a prender fuego a la casa y liberar para siempre su atormentada vida.

 

De esta forma, lo que había sido un acto de locura, una acción desquiciada en la mente enferma de un ser irracional en la obra de Brontë, se convierte en un acto de auténtica resistencia y rebeldía frente al brutal concepto de “colonizado”; denuncia del colonialismo, y de todo un proceso de colonización, que en palabras de Aimé Césaire (1955):

 

Dehumanizes even the most civilized man; that colonial activity, colonial enterprise, colonial conquest, which is based on contempt for the native and justified by contempt, inevitable tends to change him who undertakes it; that the colonizer, who in order to ease his conscience gets into the habit of seeing the other man as an animal, accustoms himself to treating him like an animal, and tends objectively to transform himself into an animal. (p.20)[5]

 

Esta perspectiva de los procesos colonizadores se acentuó con discursos literarios que reforzaban la visión monolítica, lineal, monológica y totalitaria de la historia eurocéntrica de dominación, y contra los cuales se han producido reacciones desde siempre. Así por ejemplo, para Glissant (1989), historia y literatura están indisolublemente ligados, y en muchos casos, la literatura se convirtió en instrumento que predicó el “modelo europeo” de cultura y civilizacion: “It is against this double hegemony of a History with capital H and a Literature consecrated by the absolute power of the written sign that the peoples who until now inhabited the hidden side of the earth fought, at the same time they were fighting for food or freedom” (p.76)[6]

 

Pero como lo planteara Michel Foucault (1970), “los discursos deben ser tratados como prácticas discontinuas que se cruzan, a veces se yuxtaponen, pero que también se ignoran o se excluyen.” (p.44), por lo cual, a los “discursos del poder” se oponen los discursos que nombran el pensamiento del borde. Esta oposición ha sido denominada por algunos sectores como “toma de conciencia del arte y la literatura”, que reclamaron para sí una soberanía distanciada del orden, de las jerarquías y del poder. Esta forma de arte “soberano” afirmó en esa distanciación su carácter óntico, a la vez que revelaba la dimensión negativa de sus referentes. De allí que Víctor Bravo (1999), afirme:

El arte y la literatura, entonces, rompen la centralidad, desplazándose hacia las zonas del borde y lo periférico, rompen los presupuestos de causalidad y finalidad, hacen estallar los muros diferenciadores del límite, y enfrentan el horizonte parcial de la perspectiva, multiplicándola. En esta crisis de la representación, se instaura una distanciación crítica: la resistencia a la fuerza edificante que la representación conlleva (p.125).

 

Y esa resistencia se hace visible en la novela cuando la autora, frente a la centralidad representada por Rochester, Richard Mason, el Sr. Lautrell y Grace Poole, opone las figuras de la periferia: Antoinette y Cristophine. En este contraste de culturas se reconoce el poder del mundo insular, sus peculiaridades históricas, sus mundos mágicos de espíritus y fuerzas dominadoras de voluntades (recuérdense las alusiones al zombie y los polvos mágicos para el amor), sus paisajes abrumadores, cargados con energías que influyen en el ánimo y las conductas de los hombres. Mundo que no reclama superioridad sino reconocimiento, derecho a ser y a manifestarse en todos los sentidos y en todos los planos de la vida.

 

NOTAS

 

[1] Todas las citas referidas a la novela de Jean Rhys, serán tomadas de la versión original del año 1966, editada por Casa de la Américas en La Habana-Cuba.

[2] Los datos fueron tomados del texto La ruta del Esclavo de Dodou Diene. Referencia que se recomienda para los estudios sobre la situación de política de los negros en cualquiera de las regiones del Caribe anglófono, francófono y español.

[3] Según Diana Arthill en el prólogo a Sonríe, por favor, aunque las obras de Rhys no pueden considerarse estrictamente autobiográficas, sus novelas llevan el sello de los aspectos más relevantes, significativos y dolorosos de su vida. Esto queda evidenciado, cuando en esta obra de 1979, expresa el desamor de su madre; allí escribe: “Le oí decir una vez que los bebés negros eran más bonitos que los blancos. ¿Sería ésta la razón por la que yo oraba pidiendo ardientemente ser negra, y corría al espejo por la mañana para ver si había ocurrido el milagro? Y aunque nunca ocurría, yo volvía a intentarlo. ¡Dios querido, vuélveme negra! (Rhys, 1989, p.46). De igual forma, su vida en Ginebra, finca propiedad de su padre, llegará a ser la famosa “Coulibrí” de su novela El vasto mar de los sargazos. De estas vivencias toma sus paisajes, sus familiares, los sirvientes familiares y los amigos más cercanos; y muchos de estos aspectos son tocados en toda su obra literaria, entre las cuales vale destacar: The left bank and other stories (1927), Quartet (1928), After leaving Mr. Mackenzie (1930), Voyage in the dark (1934) Good morning, midnight (1939), Tigers are better looking (1968), I spy a stranger and Temps perdi (1969) y, Sleep it off, lady (1976).

[4] Traducción: “¿Cómo las estrategias de representación o empoderamiento, llegan a ser formuladas en los reclamos de las comunidades, donde a pesar de historias compartidas de privación y discriminación, el intercambio de valores, significados y prioridades pueden no ser siempre colaborativas y dialógicas, sino que pueden llegar ser profundamente antagónicas, conflictivas e incluso inconmensurables? "

[5] Traducción: “Deshumaniza incluso al hombre más civilizado; esa actividad colonial, esa empresa colonial, esa conquista colonial, que se basa en el desprecio por los nativos y se justifica por el desprecio, inevitablemente tiende a cambiar a quien la asume: el colonizador, que con el fin de aliviar su conciencia entra en el hábito de ver al otro hombre como un animal, se acostumbra a tratarlo como a un animal, y tiende objetivamente a transformarse en un animal.

[6] Traducción: “Es contra esta doble hegemonía de una Historia con H mayúscula y una literatura consagrada por el poder absoluto del signo escrito que los pueblos, que hasta ahora habitaban en el lado oculto de la tierra lucharon en el mismo momento en que luchaban por comida o la libertad”.

 

Referencias

 

1. Bhabha, H. K. (1994). The location of culture. London-New York: Routledge.         [ Links ]

2. Bravo, V. (1999) “¿Postcoloniales nosotros?: Límites y posibilidades de las teorías postcoloniales”. Terrores de Fin de Milenio: del orden de la utopía a las representaciones del Caos. Mérida: Talleres Gráficos Universitarios ULA. pp. 139-165.

3. Brontë, C. (1981). Jane Eyre. Barcelona-España: Sopena.         [ Links ]

4. Césaire, A. (1955). Discourse on ColonialismTrans. Joan Pinkham. New York and London: Monthly Review Press.         [ Links ]

5. Chartier, R. (1996). El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

6. Childs P. and Williams Patrick. (1997). An Introduction to Post-Colonial Theory. Great Britain: Prentice Hall and Harvester Wheatsheaf.

7. Diène, Doudou. “La ruta del esclavo: Desencadenar la memoria”. En Fuentes. UNESCO. Nro. 99. París. Marzo. 1998.

8. Foucault, M. (1970). El orden del discurso. Trans. Alberto González Troyano. Barcelona: Tusquets.         [ Links ]

9. Glissant, E. (1989). Caribbean Discourse: Selected Essays. Trans. J. Michael Dash, Charlottesville: University Press of Virginia.         [ Links ]

10. Rhys, J. (1966). El vasto mar de los sargazos. La Habana: Casa de las Américas.         [ Links ]

11. Rhys, J. (1989). Sonríe, por favor: una autobiografía inconclusa. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

12. Said, E. (1973). Orientalismo. Madrid: Libertarias.         [ Links ]

13. Said, E. (1993). Cultura e Imperialismo. Barcelona: Anagrama.         [ Links ]

14. Wyndhan F. y Melly, D. (Comp.) (1989). Las cartas de Jean Rhys. México: Fondo de Cultura Económica.