Las enfermedades tropicales desatendidas (ETDs), comprenden un importante grupo de enfermedades infecciosas que afectan desde tiempos inmemoriales a las poblaciones marginadas más vulnerables y representan una pesada carga social y económica. A pesar de los avances significativos logrados, las ETDs no han podido ser controladas del todo. Ante esta situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró recientemente como ETDs prioritarias un conjunto heterogéneo de 20 enfermedades y grupos de afecciones, entre ellas las helmintiasis transmitidas por el suelo, y plantea un plan para aplicar medidas multisectoriales para prevenir, controlar y erradicar estos padecimientos como problemas de salud pública para el 20301. Este editorial destaca entre las ETDs a las geohelmintiasis para ilustrar los desafíos de prevención y control en Venezuela que probablemente aumentarán ante la pandemia de COVID-19. Si bien estas helmintiasis son principalmente una causa de morbilidad, son factores potenciales de diarrea y desnutrición que son motivos importantes de mortalidad.
Nosotros como investigadores, hemos estado involucrados en el campo de los parásitos intestinales durante décadas. Los estudios epidemiológicos de estos agentes, en comunidades de escasos recursos económicos en el estado Zulia, evidencian tasas altas, de 54-92%, con una o más especies, y de Ascaris lumbricoides y Trichuris trichiura de 19,8 a 74,6% y 26,6 a 82,8%, respectivamente; estos resultados son preocupantes, ya que revelan la perennidad de este problema de salud pública2-4 que refleja que no han habido cambios fundamentales en el modo de vida de las poblaciones afectadas y que las medidas de prevención y control han fracasado.
La crisis humanitaria en Venezuela, durante las dos últimas décadas ha ocasionado pobreza; para el año 2022, el 50,5% de los hogares era pobre5. Este factor, aunado a la falta de un nivel básico de agua potable, saneamiento ambiental, infraestructura sanitaria y servicios del sector salud, favorecen la propagación y dinámica epidemiológica de los agentes infecciosos. Los factores ambientales influyen en más del 80% de las enfermedades y de estas las más afectadas incluyen las afecciones diarréicas y las parasitarias. En efecto, en paralelo al colapso de los servicios públicos y la crisis sanitaria, las enfermedades emergentes y reemergentes han tenido un impacto significativo y han creado una situación epidemiológica compleja6 que, combinada con los factores mencionados, agravan el problema que representan las geohelmintiasis y otras ETDs.
Actualmente, nos enfrentamos a una de las crisis de salud pública más trascendentales en décadas, la pandemia de COVID-19, la cual podría exacerbar la situación de las ETDs, debido a que su impacto económico global, que pudiera conducir a mayor pobreza y los servicios de salud pública están siendo llevados al límite. Mientras que las ETDs afectan principalmente a comunidades marginadas en países de ingresos bajos y medianos y las pérdidas económicas que ocasionan son más selectivas, afectando primordialmente a las poblaciones pobres. Se puede vislumbrar el impacto que esta situación tendrá en las ETDs y en los logros obtenidos en su control y eliminación. De hecho, la OMS en el 2020, recomendó posponer la administración masiva de medicamentos y otras actividades de control de las ETDs debido a los riesgos potenciales que representan para COVID-19 7 y evaluar estos riesgos para renovar o mantener estas labores 8, muchas de las cuales ya han cesado. Si bien estamos enfrentando el grave escenario de esta pandemia, es ineludible destacar las ETDs y crear una mayor concienciación sobre estas y se requiere un enfoque multidisciplinario que maximice la interacción entre las diferentes disciplinas, la cooperación de los organismos de salud y la aplicación por parte de los gobiernos de las medidas de saneamiento ambiental y el mejoramiento del nivel de vida de las poblaciones afectadas. Sin embargo, estas medidas son difíciles de implementar en países de ingresos bajos y medianos.
Está por verse si el plan de la OMS de aplicar medidas multisectoriales para controlar y erradicar 20 de las ETDs para el próximo decenio es factible en países empobrecidos. Estas áreas tienen diferentes estilos de vida y niveles de higiene e intensa labor agrícola que favorecen la ocurrencia y transmisión de los protistas. Por lo tanto, la distribución, las fuentes de infección, las dinámicas de transmisión y la evolución de los patógenos pueden ser diferentes. En el caso de los geohelmintos, el número de países en los que se validó la eliminación de estos agentes como problema de salud pública (<2% de infecciones moderadas y altas) fue de 0% para el 2020, y la meta es lograr el 96% para el 2030. Si la coinfección entre los geohelmintos y el SARS-CoV-2 aumenta las complicaciones 9, entonces la carga de COVID-19 en los países endémicos puede ser peor de lo esperado. Por lo tanto, las estrategias de control para estos helmintos deben mantenerse e integrarse con las de esta pandemia y deben incluir innovaciones que consideren no solo reducir la morbilidad sino eliminar la transmisión de estos agentes infecciosos. Estas tácticas acelerarían el logro de la eliminación de estos agentes infecciosos como problema de salud pública en el 2030 10. En Venezuela, las perspectivas de solucionar el problema de las ETDs son desesperanzadoras por la actual crisis humanitaria, el complejo panorama epidemiológico y la pandemia de COVID-19. Se puede vislumbrar que el objetivo de eliminar las geohelmintiasis y otras ETDs como problemas de salud pública en el país es un plan ambicioso y que la solución no será ni a corto ni a mediano plazo; se requerirán muchas décadas para lograrlo.
En conclusión, las ETDs continúan siendo un problema de salud pública en las poblaciones empobrecidas y la pandemia de COVID-19 podría agravar la situación por su impacto económico; en Venezuela, la crisis humanitaria exacerba el problema. Es necesario maximizar los esfuerzos de las disciplinas de la salud y los gobiernos para eliminar este problema de salud pública.
Neglected tropical diseases in Venezuela in the era of COVID-19.
Neglected tropical diseases (NTDs) remain a public health problem among vulnerable, marginalized populations. The crisis in Venezuela has caused poverty, malnutrition, the collapse of the health system and public services that have determined the emergence and re-emergence of infectious diseases that exacerbate the problem of NTDs. Due to its economic impact, the COVID-19 pandemic could lead to greater poverty and aggravate the situation. The WHO aims to eliminate 20 NTDs, including geohelminthiasis, as a public health problem by 2030, which is an ambitious plan for Venezuela. To eliminate NTDs as a public health problem, it is necessary to maximize the efforts of the different health disciplines and the application by governments of environmental sanitation measures and the improvement of the standard of living of the affected populations. However, these measures are complex and take time to implement.