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Cuadernos del Cendes

versión impresa ISSN 1012-2508versión On-line ISSN 2443-468X

CDC v.22 n.58 Caracas ene. 2005

 

Más mujeres graduadas y menos mujeres ocupadas
El dilema de la feminización de la educación superior en Venezuela (1970-2001)
*

ROSAURA SIERRA ESCALONA

Politóloga egresada de la Universidad de Los Andes. Maestría en Planificación del Desarrollo, Cendes-UCV y estudios de PhD en The University of Warwick, Inglaterra. Se desempeñó como consultora en la Coordinación de Programas de Iesalc/Unesco. Ha sido docente e investigadora en temas de desarrollo local, educación superior y cultura. Correo-e: rosaurasierra@hotmail.com

* Esta investigación fue financiada por el Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (Iesalc). Una primera versión fue presentada en el «II Seminario Internacional sobre la Feminización de la Matrícula de Educación Superior en América Latina y el Caribe», en México, noviembre de 2003, organizado por Udual-Anuies-Iesalc.

Resumen
El presente artículo analiza la incorporación masiva de la mujer venezolana a la educación superior entre 1970 y 2001. Revisa este proceso en el marco de las políticas educativas del Estado venezolano y en el contexto sociopolítico y económico de Venezuela en esas tres décadas. Sistematiza la información estadística sobre matrícula y egresos y registra las variaciones por sexo y área de conocimiento a lo largo del tiempo. Presenta la situación en el mercado laboral para el mismo período, y discute las discrepancias entre el proceso de feminización en la educación superior y la inserción al mercado de trabajo, para concluir que si bien el número de mujeres que ingresan y egresan de instituciones de educación superior es mayor que el de los hombres, opera una inserción desigual en el mercado de trabajo. La diferencia de género se convierte en desigualdad en la esfera productiva.

Palabras clave
Género / Educación superior / Mercado laboral

Abstract
This article analyzes the massive incorporation of Venezuelan women to higher education between 1970 and 2001. Reviewed in the light of public educational policies and the Venezuelan sociopolitical and economic framework of the last two decades, it systematized statistical data about enrollment and graduation and registered variations based on gender and knowledge area. Labor market conditions during this period are portrayed, and discrepancies between the feminization process in higher education and the access to the labor market examined, to conclude that even though more women than men enter higher education institutions and get a degree, there is also an unequal insertion in the labor market. Gender difference becomes inequality in the productive realm.

Key words
Gender / Higher education / Labor market

RECIBIDO: ENERO 2005
ACEPTADO: MARZO 2005

Introducción. Contexto sociopolítico y económico
El sector de educación superior en Venezuela ha experimentado en los últimos treinta años un desarrollo acelerado. En general, el crecimiento de la matrícula y de los egresos del sistema de educación superior debe ser abordado considerando el contexto político y socioeconómico del país a partir de la segunda mitad del siglo XX. En primer lugar, en el marco de los objetivos que se trazaron con el advenimiento de la democracia representativa en Venezuela, a partir de 1958 y, en segundo lugar, con el impacto que la renta petrolera tuvo sobre el aparato productivo y en general sobre la sociedad venezolana a partir del aumento de los precios del petróleo en 1972.
El régimen democrático dio un impulso vital al sector de educación superior sustentado en el acuerdo político expresado en la Constitución de 1961 que contemplaba la democratización de la educación a través del principio de gratuidad de la misma. El proyecto modernizador que emprende el Estado venezolano se apoya en buena medida en la formación de una mano de obra calificada y de alto nivel, que en su mayoría provendría de las universidades. Las políticas del Estado venezolano en educación superior se orientaron a garantizar el acceso amplio, sin discriminación, y a la creación de universidades nacionales autónomas y de carácter experimental.
Coincidiendo con el inicio del régimen democrático, las décadas de los sesenta y setenta se caracterizan por una fuerte expansión de la economía venezolana ligada a la apropiación de renta petrolera a escala internacional y al modelo de sustitución de importaciones que impulsó un rápido crecimiento de la industria manufacturera y los servicios. Los salarios reales crecen y la tasa de desempleo se mantiene en niveles bajos. En este período también se da un intenso proceso de movilidad social en el que la educación, además del trabajo, juega un papel fundamental como mecanismo de integración social.
    Congruente con el papel central que el Estado venezolano tiene en la conducción del desarrollo y como redistribuidor de la renta petrolera, se observa un rápido crecimiento en el número de instituciones de educación superior públicas. En 1970, de un total de 10 universidades, 7 eran públicas. Entre 1970 y 1980, se crean otras 7 universidades públicas y 26 institutos no universitarios públicos (cuadro 1).

    La situación es diferente a partir de los ochenta, cuando el rol dinamizador del Estado venezolano en la educación superior decae, por efecto de la crisis económica. La caída de los precios del petróleo ocurrida en 1979 y el peso de una enorme deuda externa restringen la capacidad financiera del Estado para mantener la dinámica expansiva de décadas anteriores. La devaluación sufrida por la moneda nacional, el bolívar, en 1983, y la espiral inflacionaria que se desató, impactaron el gasto público en sectores sensibles, como salud y educación.
    La crisis tuvo su máxima expresión en 1989 cuando se aplica un plan de ajuste estructural y apertura de la economía, acompañado de un proceso de reestructuración del Estado. Los impactos negativos de la reestructuración económica golpean principalmente al mercado de trabajo. «Puede afirmarse que el ajuste económico se transformó en ajuste del mercado laboral. En un primer momento este ajuste no se dio por incremento del desempleo sino por la caída de ingresos del trabajo y la descalificación creciente de las ocupaciones, el incremento de la precariedad laboral y del sector informal, la caída del empleo público y la escasa creación de empleo formal privado. Una década más tarde se le sumó el crecimiento del desempleo abierto a dos dígitos» (Cariola y Lacabana, 2002:27). La educación y el trabajo, mecanismos tradicionales de integración social en la Venezuela moderna, pierden su papel arropados por el peso inmenso que la pobreza implica. Las expectativas de movilidad social que la educación permitió en décadas anteriores, y que fue en parte responsable del crecimiento de una clase media profesional, ya no tienen cabida en la Venezuela de los noventa.
    La retracción del Estado y el movimiento hacia la privatización se refleja en el aumento del número de instituciones de educación superior. Entre 1980 y 2001 fueron creadas 16 universidades privadas y 36 institutos no universitarios privados. En ese mismo período, el Estado promovió la creación de sólo 7 universidades y 24 instituciones no universitarias (cuadro 1). Para 1985, Venezuela se contaba entre el grupo de países cuya matrícula privada se encontraba en un rango de 10 por ciento-20 por ciento sobre el total. Diez años más tarde Venezuela, junto con Perú y Nicaragua, integra el grupo con porcentajes del 30 por ciento-40 por ciento de matrícula privada (García Guadilla, 1998:42).
    El sistema de educación superior acumuló una crisis estructural que hizo irrupción en los años noventa y que se expresó en sucesivos déficit presupuestarios, bajos salarios del personal docente, exclusión de los sectores de bajos ingresos, altos niveles de conflictividad, deterioro de la calidad de la educación y dificultad del Estado y el resto de los actores del sistema para adelantar consensos sobre el futuro del sistema educativo superior. Más aún, se diluyó la percepción de que la formación de tercer nivel asegura la incorporación plena al mercado de trabajo, ante la realidad de una economía en recesión y un aparato productivo incapaz de absorber los profesionales que el sistema forma.
    Tras las elecciones de 1998, y en el marco de la aprobación de una nueva Constitución en 1999 que ratifica el carácter gratuito de la educación superior impartida en las instituciones del Estado, el nuevo gobierno formula una a serie de políticas dirigidas a la educación en general y a la educación superior en particular, cuyos efectos en el subsistema de educación superior son innegables y podrán ser evaluados en un futuro próximo.
    En este contexto sociopolítico y económico de los últimos treinta años analizaremos los cambios en el sistema de educación superior en Venezuela y, especialmente, el tema de la incorporación de la mujer al sistema terciario y al mercado del trabajo. El artículo sigue con una breve nota que refiere al procedimiento de recolección y análisis de la información; a continuación se describirán las características principales del sistema de educación superior y posteriormente el proceso de feminización de la matrícula y egresos. Seguidamente analizaremos la inserción laboral de las mujeres profesionales, para finalmente presentar algunas reflexiones sobre el tema.

Nota metodológica
Los datos de matrícula y egresados de la educación superior fueron tomados de los boletines estadísticos de educación superior que edita la Oficina de Planificación del Sector Universitario del Consejo Nacional de Universidades (CNU/OPSU) para los años mencionados. Sin embargo, no todas las universidades públicas aportaron datos de matrícula y egresados por sexo, y algunas universidades ni siquiera suministraron información al CNU/OPSU en algunos de los años de estudio. En tales ocasiones, la información sobre matrícula y egresos por sexo se calculó con base en la proporción por sexo registrada en alguno de los años inmediatamente anteriores o siguientes al año estudiado o bien atendiendo a las cifras del resto del sector público-universitario. El sector privado y no universitario, en cambio, registra su información por sexo para todos los años. A los datos del Boletín N° 19 (1999) del CNU/OPSU se le sumaron los datos de matrícula y egresos que la Dirección de Estadística de la Universidad Central de Venezuela (UCV) reportó para ese año, y se distribuyeron por sexo atendiendo a la proporción que registraron los nuevos inscritos ese año. Para el año 2001, debido a la imposibilidad de obtener los datos de matrícula desagregados por sexo de la Universidad Nacional Abierta (UNA) y Universidad Simón Rodríguez (que representan en conjunto un 10 por ciento del total), se optó por distribuirlos equitativamente en los totales generales. Sin embargo, el análisis de los cambios de matrícula y egresos por área de conocimiento se hace con base en los datos reportados por las instituciones de educación superior.
    Dada la inexistencia de datos de matrícula del sector universitario público, por sexo, para los años 1980 y 1990, se realizó una estimación tomando como referencia los datos recopilados y corregidos para 1976, 1985 y 1995. Similar procedimiento se realizó para inferir los egresados del año 1990. Los datos de población y fuerza de trabajo fueron tomados de los Censos Nacionales de 1971, 1981, 1990 y de la Encuesta de Hogares por Muestreo del segundo semestre de 2000 y 2001.

El sub-sistema de educación superior en Venezuela
En los últimos treinta años, el proceso de expansión de la educación superior venezolana se ha caracterizado por una creciente heterogeneidad institucional, un proceso acelerado de masificación con un predominio de la participación femenina en la matrícula y en los egresos, y un fortalecimiento del sector privado y no universitario en la oferta total de educación superior.
    El proceso de diversificación institucional abarca desde la creación de las primeras universidades en el período colonial y luego en la República, pasando por la formación de instituciones privadas religiosas, seculares de elite y de absorción de demanda, hasta la expansión de un sector no universitario público y privado de diversa oferta curricular, tamaño y calidad, en las últimas tres décadas (cuadro 1).
    Esta oferta institucional ha absorbido una creciente demanda por estudios superiores. La matrícula total se multiplicó por diez entre 1970 y 2001 pasando de 85.605 inscritos en el año 1970 a 904.703 en 2001, como se puede observar en el cuadro 2.

    El fenómeno de la masificación se expresa especialmente a mediados de la década de los setenta. El aumento más significativo se experimenta entre los años 1970 a 1985, cuando la matrícula, crece un 418 por ciento. Paralelamente, las mujeres aumentan su participación en la matrícula y ya en 1985 superan en número a los hombres. Este proceso, conocido como feminización de la matrícula en educación superior, se acentúa a partir de ese año y parece haber llegado a un máximo en 1999, cuando la matrícula femenina asciende a 60,3 por ciento del total, para ubicarse dos años más tarde en la misma proporción del año 1995.
    Por otra parte, en estas tres décadas el sector público de la educación superior viene reduciendo su participación relativa en la matrícula total de estudiantes al tiempo que aumenta significativamente la oferta privada. Mientras en 1976 esta última representaba un 9,2 por ciento de la matrícula total en educación superior, para 2001 alcanza un 41,1 por ciento.

    No obstante el fortalecimiento del sector privado en la matrícula total, en el sector universitario el peso de la matrícula de las universidades públicas es incuestionable, fundamentalmente debido a su tamaño y a la amplia oferta académica. En la mayoría de los casos las universidades privadas son de pequeña dimensión y tienen una oferta restringida de carreras y programas. Sin embargo, en la medida que sufren restricciones presupuestarias y cuestionamientos a la calidad de su enseñanza, las universidades públicas –que en 1976 concentraban un 91 por ciento de la matrícula del sector universitario– comienzan a disminuir su importancia relativa a partir de 1985, hasta representar un 78 por ciento en 2001. Se consolida entonces un sector universitario privado especialmente para aquellos sectores de la población dispuestos a pagar sus tarifas (cuadro 4).

ne: no existía.
Fuente: elaboración propia, con base en los Boletines Estadisticos del CNU/OPSU.

    A diferencia del sector universitario, donde prevalece la matrícula pública a lo largo del período analizado, el no universitario se comporta de manera diferente. El crecimiento de este sector en los años ochenta y noventa coincide con la etapa de apertura económica y de cambios en la estructura del mercado de trabajo, entre los que destacan la flexibilización y desregulación laboral. En cierto sentido, el sector educativo acompaña esta recomposición mediante el rápido crecimiento de instituciones no universitarias, principalmente privadas, que ofrecen carreras cortas que prometen la inserción rápida en el mercado laboral. Para el año 2001, del total de instituciones de educación superior en Venezuela, 106 eran no universitarias (cuadro 1).
    El tamaño del sector y su participación en la matrícula total (41,7 por ciento para 2001) evidencia la presencia de un número muy grande de instituciones, pero de pequeño tamaño y oferta académica restringida. Su matrícula pública para 1985 era el 20 por ciento del total de estudiantes en educación superior, mientras que la privada era sólo de un 7 por ciento. Cinco años después, en 1990, esa composición se invierte: el sector no universitario privado crece hasta alcanzar un 20 por ciento de la matrícula total en 1990, a expensas del sector público, que reduce su participación hasta 12 por ciento (cuadro 4). A partir de ese momento, el sector no universitario privado continúa creciendo hasta contener un 28 por ciento de la matrícula total en educación superior para el año 2001. Debido fundamentalmente a las políticas Estatales dirigidas al fortalecimiento del sector no universitario público, éste revierte el descenso en su participación en la matrícula total y alcanza un 14 por ciento de la misma en el año 2001.
    El ritmo de crecimiento de la matrícula del sector no universitario responde en general a las condiciones económicas del egresado de educación media, a la imposibilidad de costear la educación universitaria de larga duración y/o a la preferencia por carreras cortas que le permitan un ingreso rápido al mercado de trabajo. Adicionalmente, en la medida en que el acceso a las universidades públicas fue restringiéndose debido a la implantación de mecanismos de ingreso como el examen de admisión, fue desarrollándose «un sector público de instituciones no universitarias que permiten un acceso parecido al irrestricto» (García Guadilla, 1998:57).

Feminización de la educación superior en Venezuela
Entre 1970 y 2001 la matrícula femenina total en educación superior creció 15 veces, mientras que la masculina sólo 8. En poco más de un quinquenio pasa de 34.285 a 113.635 en 1976, lo cual representa un incremento de 231 por ciento. Para 1985 la matrícula femenina supera a la masculina y alcanza un 60 por ciento del total en 1999. El número de mujeres matriculadas en universidades se triplica entre 1970 y 1980, constituyendo el 63 por ciento del total de la matrícula pública universitaria en 2001. La misma tendencia, aunque menos marcada, se observa en el sector universitario privado, donde las mujeres representan el 56 por ciento del total inscrito (cuadro 4).
    La participación de la mujer en el sector no universitario público fue aumentando progresivamente desde 1970, hasta alcanzar en 1985 un 56 por ciento de la matrícula (49.544 estudiantes). Posteriormente, la integración de los institutos pedagógicos oficiales en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) hace que descienda abruptamente la matrícula del sector en 1990 y explica el predominio masculino para los años 1990 y 1995 (cuadro 4).
    Por otra parte, la composición femenina en el sector no universitario privado crece veintitrés veces entre 1980 y 2001, llegando a constituir casi un tercio del total de mujeres inscritas en el sistema de educación superior en 2001 (cuadro 4). Este sector se convierte en el gran oferente de carreras de corta duración, principalmente en las áreas de ciencias sociales y ciencias de la educación, reflejando las transformaciones en la economía y mercado laboral.

Matrícula femenina y masculina por área de conocimiento
El proceso de feminización implicó que las mujeres empezaran a ocupar espacios académicos que habían sido una esfera casi exclusiva de los hombres. En general, en todas las áreas de conocimiento se observa el crecimiento progresivo de la participación femenina. La matrícula masculina, por su parte, presenta un crecimiento constante, pero lento, en casi todas las áreas de conocimiento, a excepción de ingeniería, arquitectura y tecnología, carreras típicamente masculinas, que crecen más rápidamente.
    Las áreas donde las mujeres presentan un incremento notorio de matrícula son ciencias sociales y ciencias de la educación. Entre los años 1980 y 2001 se incrementa notablemente la participación femenina en el área de ciencias sociales; en 1980 representaba un 17 por ciento del total de la matrícula, en 1985 un 22 por ciento y en 2001 corresponde a 27 por ciento (cuadro 5). Se distribuyen parejamente entre el sector universitario y no universitario aunque debe destacarse el incremento de la matriculación femenina en el sector no universitario privado, el cual pasa de concentrar el 2,3 por ciento del total de mujeres que estudian ciencias sociales en 1980 a un 10 por ciento en 2001. En ciencias de la educación, las mujeres predominan durante todo el período, aunque disminuyen su participación en la matrícula total del 14,3 por ciento en 1985 al 12 por ciento en 2001 (cuadro 5).
    Las mujeres incrementan su presencia en ciencias de la salud pasando de 7.507 en 1980 a 38.687 en 2001, superando holgadamente la matrícula masculina este último año. Sin embargo, entre 1985 y 2001 su participación relativa en el total disminuye, de 6,3 por ciento a 4,7 por ciento. La participación relativa masculina en el total disminuye igualmente, de 3,1 por ciento en 1985 a 1,4 por ciento en 2001 (cuadro 5). Las mujeres estudian especialmente en el subsistema universitario público en carreras largas (medicina, odontología, farmacia, bioanálisis y nutrición y dietética). A partir de 1985 se observa una importante proporción de matriculadas en el sector no universitario en carreras de corta duración: enfermería, terapia del lenguaje, rehabilitación: fisioterapia y terapia ocupacional. En 2001, del total de mujeres matriculadas en ciencias de la salud, un 20 por ciento estudia en el sector no universitario y, particularmente en el privado.
    Las mujeres se incorporan significativamente en carreras tradicionalmente masculinas, como aquellas relacionadas con ingeniería, arquitectura y tecnología, área en la que aumentan su participación relativa del 5,8 por ciento en 1985 al 13 por ciento en 2001 (cuadros 5a, 5b). Llama la atención el crecimiento de su participación en el sector no universitario; la matrícula en esta área crece un poco más de cuatro veces, con una importante concurrencia de las mujeres a los institutos no universitarios privados (de 0,6 por ciento en 1985 a 4,7 por ciento en 2001) (cuadros 5a, 5b).

Cuadro 5a
Participación relativa de la matrícula femenina y masculina sobre el total, por área de conocimiento
Matrícula universitaria. 1985

Sector

Total

Ciencias básicas Ingeniería, arquitectura y tecn. Ciencias del agro y del mar Ciencias de la salud
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 100,0 55,4 44,6 4,6 1,7 2,8 18,0 5,8 12,2 4,6 1,7 2,9 9,4 6,3 3,1
Universitario 71,2 39,5 31,7 1,6 0,8 0,7 12,9 4,3 8,6 3,4 1,2 2,2 9,1 6,1 3,0
    Público 59,8 33,5 26,3 1,5 0,8 0,7 11,0 3,8 7,2 3,3 1,2 2,1 8,8 5,9 3,0
    Privado 11,4 6,0 5,4 0,1 0,1 0,0 1,9 0,5 1,4 0,0 0,0 0,0 0,3 0,2 0,1
No Universitario 28,8 15,9 13,0 3,0 0,9 2,1 5,1 1,6 3,6 1,2 0,5 0,7 0,3 0,2 0,1
    Público 21,8 12,1 9,6 3,0 0,9 2,1 3,1 0,9 2,2 1,1 0,4 0,6 0,2 0,1 0,1
    Privado 7,1 3,8 3,3 0,0 0,0 0,0 2,0 0,6 1,4 0,1 0,0 0,1 0,1 0,1 0,0
Sector

Ciencias de la educación

Ciencias Sociales Humanidades, letras y artes Ciencias y artes militares Ciclo básico
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 19,3 14,3 5,0 37,4 21,8 15,6 1,5 1,1 0,4 0,1 0,0 0,1 5,1 1,7 3,4
Universitario 7,7 5,9 1,8 30,2 17,8 12,5 1,4 1,0 0,4 0,0 0,0 0,0 4,9 1,5 3,3
    Público 7,3 5,6 1,7 21,8 13,0 8,8 1,2 0,8 0,4 0,0 0,0 0,0 4,8 1,5 3,3
    Privado 0,4 0,3 0,1 8,4 4,7 3,7 0,2 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,1 0,0 0,0
No Universitario 11,6 8,4 3,2 7,2 4,1 2,9 0,1 0,1 0,0 0,1 0,0 0,1 0,2 0,1 0,1
    Público 11,1 7,9 3,2 3,1 1,7 1,3 0,0 0,0 0,0 0,1 0,0 0,1 0,2 0,1 0,1
    Privado 0,6 0,6 0,0 4,1 2,3 1,6 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Fuente: elaboración propia, con base en los datos del CNU/OPSU.

Cuadro 5b
Participación relativa de la matrícula femenina y masculina sobre el total, por área de conocimiento
Matrícula universitaria. 2001

Sector

Total

Ciencias básicas Ingeniería, arquitectura y tecn. Ciencias del agro y del mar Ciencias de la salud
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 100,0 59,3 40,7 1,0 0,6 0,5 31,9 13,0 18,9 3,9 1,8 2,0 6,1 4,7 1,4
Universitario 55,4 34,2 21,3 1,0 0,6 0,5 14,3 6,1 8,2 2,5 1,1 1,3 5,0 3,8 1,2
    Público 41,9 26,5 15,4 1,0 0,6 0,5 10,4 4,6 5,8 2,4 1,1 1,3 4,5 3,5 1,1
    Privado 13,5 7,7 5,8 0,0 0,0 0,0 3,9 1,5 2,4 0,1 0,0 0,0 0,4 0,3 0,1
No Universitario 44,6 25,2 19,4 0,0 0,0 0,0 17,6 6,9 10,7 1,4 0,7 0,7 1,1 1,0 0,2
    Público 13,4 7,0 6,4 0,0 0,0 0,0 5,5 2,3 3,2 1,3 0,6 0,7 0,5 0,4 0,1
    Privado 31,2 18,1 13,0 0,0 0,0 0,0 12,2 4,7 7,5 0,1 0,0 0,1 0,6 0,5 0,1
Sector

Ciencias de la educación

Ciencias Sociales Humanidades, letras y artes Ciencias y artes militares Ciclo básico
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 14,3 11,7 2,6 40,4 26,6 13,8 1,3 0,8 0,5 0,7 0,1 0,7 0,4 0,1 0,3
Universitario 10,6 8,4 2,3 20,6 13,5 7,1 1,1 0,7 0,4 0,0 0,0 0,0 0,3 0,0 0,3
    Público 10,0 7,8 2,2 12,4 8,4 4,1 0,9 0,6 0,3 0,0 0,0 0,0 0,2 0,0 0,2
    Privado 0,7 0,6 0,1 8,2 5,2 3,0 0,1 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,1 0,0 0,1
No Universitario 3,7 3,3 0,3 19,8 13,1 6,8 0,2 0,1 0,1 0,7 0,1 0,7 0,1 0,0 0,0
    Público 0,5 0,4 0,1 4,7 3,1 1,6 0,2 0,1 0,1 0,7 0,1 0,7 0,1 0,0 0,0
    Privado 3,1 2,9 0,2 15,1 10,0 5,2 0,1 0,9 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Fuente: elaboración propia, con base en los datos del CNU/OPSU.

    Como los datos indican, no hay inequidad de género en el acceso de las mujeres venezolanas a la educación superior. Sin embargo, la impronta que deja la construcción social diferenciada de roles para hombres y mujeres, que se expresa en la orientación vocacional y la elección de las carreras, tiene modificaciones entre 1985 y el 2001. Así, del total de mujeres que se matricularon en 1985, un 39,4 por ciento se inclinó por ciencias sociales, un 25,9 por ciento por educación, un 11,4 por ciento por ciencias de la salud y un 10,6 por ciento por ingeniería, arquitectura y tecnología. Los hombres, por su parte, se orientaron hacia las ciencias sociales (34,9 por ciento), a la ingeniería, arquitectura y tecnología (27,2 por ciento) y a ciencias de la salud (7,4 por ciento).
    Dieciséis años después, en 2001, la situación cambia: del total de mujeres que se matricularon, un 21,9 por ciento se inclina por ingeniería, arquitectura y tecnología lo cual representa más del doble de la proporción de 1985; aumenta la proporción de mujeres matriculadas en ciencias sociales (44,8 por ciento) y se reduce significativamente la preferencia de las mujeres por ciencias de la educación (19,7 por ciento). En el caso de los hombres, estos aumentan significativamente su participación en las carreras de ingeniería, arquitectura y tecnología (46,5 por ciento) y mantienen su participación en ciencias sociales (34 por ciento). Se reduce la preferencia femenina y masculina por ciencias de la salud (en el caso de los hombres se reduce a la mitad de lo que fue en 1985) y decrece la participación relativa de mujeres y hombres que eligen carreras en el área de ciencias básicas para este último año.
    Llama la atención la sostenida demanda de hombres y mujeres por carreras en ciencias sociales. Una observación más detallada revela que entre 1985 y 2001 la preferencia por esta área ha migrado desde el sector universitario público hacia el sector no universitario privado, fundamentalmente (cuadros 5a, 5b). Hombres y mujeres eligen carreras cortas en instituciones no universitarias o colegios universitarios en las programas ofrecidos por éstos: administración (de empresas, bancaria, financiera, industrial, tributaria, de aduanas), seguros, hotelería, publicidad y mercadeo, turismo, comercio exterior. Esta preferencia por un área que se considera «femenina» revela el papel del mercado y de las transformaciones económicas –fundamentalmente el fortalecimiento del sector servicios– en la escogencia de la carrera y tipo de institución.

Egresadas y egresados de educación superior
Siguiendo la conducta que describe el proceso de feminización de la matrícula, los egresos de educación superior se comportan similarmente. De acuerdo con los datos de los boletines del Consejo Nacional de Universidades, el número total de egresados en educación superior es el siguiente:

    En Venezuela, de 1978 a 1999 la educación superior produjo 855.888 egresados (CNU/OPSU, Boletín N° 19), de los cuales cerca del 60 por ciento son mujeres. El número de egresados casi se multiplicó por treinta entre 1970 y 2001. A partir de 1976 el número de egresadas supera al de los hombres, duplicándolo en 2001. Para este último año las mujeres representan el 67 por ciento del total de egresados de educación superior.
    El incremento más significativo en el número de egresados se da entre los años 1980-1985 y 1999-2001. En ambos casos, la explicación de esos saltos tiene que ver con el número de mujeres que egresa: entre 1980-1985 como consecuencia lógica de la incorporación creciente de las mujeres a la educación superior a partir de la década de los setenta; y, en el contexto de la crisis, entre 1999-2001, como resultado de la incorporación femenina masiva en el sector no universitario privado, en carreras cortas, con la esperanza de una inserción rápida en el mercado de trabajo (cuadro 7).

ne: no existía sector no universitario privado
Fuente: elaboración propia, con base en los Boletines Estadisticos del CNU/OPSU.

    Del sector universitario egresaba en 1985 un 65 por ciento del total de estudiantes. A partir de ese año, aunque el sector sigue aumentando en números absolutos, disminuye su participación relativa hasta un poco menos de la mitad (49 por ciento) en 1995. Entre 1999-2001 el número de egresados de las universidades casi se duplica, lo cual eleva la participación a 54 por ciento del total. Por su parte, los egresados del sector no universitario crecen continuamente a partir de 1980 como respuesta a la creación de un número considerable de institutos no universitarios en esa década.
    Se confirma la misma tendencia manifestada con la matrícula; si bien se crearon diecisiete universidades privadas en todo el país entre 1970 y 1990, los egresados provienen en su mayoría de instituciones universitarias públicas. El sector privado aporta un tercio de los egresados del sector universitario para 2001 (cuadro 7).
    El sector no universitario tiene un crecimiento muy rápido entre 1970 y 2001, al pasar de sólo 622 egresados en 1970 a 48.236 en 2001, lo cual constituye el 46 por ciento del total de los egresados para este último año. En la década de los noventa se crean 38 instituciones de este tipo, de las cuales 25 son privadas. Contrariamente a lo que ocurre en el sector universitario, un mayor número de estudiantes egresa de las instituciones no universitarias privadas. Los egresados de este sector prácticamente se duplican a finales de los noventa. Dentro del sector no universitario, destaca la alta proporción y ritmo de crecimiento de las egresadas, especialmente en el sector privado. Por su parte, los egresados del sector no universitario público crecen muy lentamente.

Egresadas y egresados por área de conocimiento
En los egresados se observa la misma tendencia de la matrícula. Salvo en carreras relacionadas con ingeniería, arquitectura y tecnología y ciencias del agro y del mar, las mujeres egresan en mayor número que los hombres, en particular a partir de 1976 y con mayor fuerza de los años ochenta en adelante, como respuesta al proceso de masificación y feminización de la matrícula que se dio en la década anterior.
    Siguiendo la tendencia del crecimiento de la matrícula femenina en ciencias sociales y ciencias de la educación, las mujeres experimentan altas tasas de egreso en esas carreras a partir del año 1985. La incorporación de la mujer en carreras técnicas en el campo de la ingeniería, arquitectura y tecnología y ciencias de la salud se refleja también en un fuerte incremento de sus egresadas. En el resto de las áreas de conocimiento (ciencias básicas, agro y mar, y humanidades, letras y artes) mantienen un lento crecimiento a lo largo de todo el período (cuadros 8a, 8b).
    Por su parte, los hombres egresan mayoritariamente de carreras en las áreas de ingeniería, arquitectura y tecnología y ciencias sociales, siguiendo la tendencia de la matrícula. En ciencias de la educación, salud y agro y mar se observa un descenso en los egresos a partir del año 1985.
    Entre 1985 y 2001 se produjeron importantes cambios en el número de egresadas por áreas de conocimiento (cuadros 8a, 8b). En ciencias sociales, del total de egresados, un 20 por ciento eran mujeres en 1985 y un 28 por ciento en 2001. Nuevamente se destaca el crecimiento del sector no universitario privado, de donde egresa en 2001 un 14 por ciento de las mujeres que escogen ciencias sociales.

Cuadro 8a
Participación relativa de los egresados (mujeres y hombres) sobre el total, por área de conocimiento
Egresos universitarios. 1985

Sector

Total

Ciencias básicas Ingeniería, arquitectura y tecn. Ciencias del agro y del mar Ciencias de la salud
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 100,0 54,7 45,3 2,1 1,1 1,0 25,8 8,9 16,9 5,5 1,9 3,6 12,3 6,6 5,7
Universitario 59,9 33,3 26,6 1,6 1,0 0,6 14,7 5,2 9,5 3,7 1,3 2,4 11,6 5,9 5,7
    Público 52,7 28,6 24,1 1,6 0,9 0,6 12,6 4,3 8,2 3,7 1,3 2,4 11,6 5,9 5,7
    Privado 7,2 4,6 2,6 0,1 0,0 0,0 2,1 0,9 1,3 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
No Universitario 40,1 21,5 18,7 0,5 0,1 0,4 11,1 3,7 7,4 1,8 0,6 1,1 0,7 0,7 0,0
    Público 26,2 12,6 13,7 0,5 0,1 0,4 6,2 1,5 4,7 1,6 0,6 1,0 0,1 0,1 0,0
    Privado 13,9 8,9 5,0 0,0 0,0 0,0 4,9 2,2 2,7 0,1 0,0 0,1 0,6 0,6 0,0
Sector

Ciencias de la educación

Ciencias Sociales Humanidades, letras y artes Ciencias y artes militares Ciclo básico
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 21,2 15,4 5,8 31,9 19,9 12,1 1,1 0,8 0,2 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
Universitario 7,6 5,9 1,7 19,6 13,1 6,4 1,0 0,8 0,2 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Público 6,7 5,1 1,6 15,7 10,4 5,3 0,8 0,6 0,2 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Privado 0,9 0,8 0,1 3,9 2,7 1,2 0,2 0,2 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
No Universitario 13,6 9,5 4,1 12,3 6,7 5,6 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Público 10,6 6,6 4,0 7,2 3,6 3,6 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Privado 3,0 2,9 0,1 5,2 3,1 2,0 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Fuente: elaboración propia, con base en los datos del CNU/OPSU.

Cuadro 8b
Participación relativa de los egresados (mujeres y hombres) sobre el total, por área de conocimiento
Egresos universitarios. 2001

Sector

Total

Ciencias básicas Ingeniería, arquitectura y tecn. Ciencias del agro y del mar Ciencias de la salud
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 100,0 67,4 32,6 0,5 0,2 0,2 23,6 10,4 13,2 2,5 1,1 1,4 9,5 7,8 1,8
Universitario 51,8 36,2 15,6 0,5 0,2 0,2 9,7 4,2 5,5 1,5 0,7 0,9 8,5 6,8 1,7
    Público 40,7 29,0 11,6 0,5 0,2 0,2 7,2 3,2 4,0 1,4 0,6 0,8 8,3 6,6 1,7
    Privado 11,1 7,2 4,0 0,0 0,0 0,0 2,5 1,1 1,5 0,1 0,1 0,1 0,2 0,1 0,0
No Universitario 48,2 31,2 17,0 0,0 0,0 0,0 13,9 6,1 7,8 1,0 0,4 0,6 1,1 1,0 0,1
    Público 11,4 7,1 4,3 0,0 0,0 0,0 2,7 1,1 1,6 0,8 0,4 0,4 0,5 0,5 0,0
    Privado 36,8 24,1 12,7 0,0 0,0 0,0 11,2 5,0 6,2 0,2 0,0 0,1 0,6 0,5 0,0
Sector

Ciencias de la educación

Ciencias Sociales Humanidades, letras y artes Ciencias y artes militares Ciclo básico
T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%) T(%) F(%) M(%)
Total 22,1 19,1 3,0 40,6 28,4 12,1 0,5 0,3 0,2 0,7 0,0 0,7 0,0 0,0 0,0
Universitario 14,7 12,4 2,3 16,5 11,6 4,9 0,4 0,2 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Público 13,0 10,8 2,1 10,1 7,3 2,7 0,2 0,2 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
    Privado 1,8 1,6 0,2 6,4 4,2 2,1 0,1 0,1 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
No Universitario 7,4 6,8 0,6 24,1 16,9 7,2 0,1 0,1 0,0 0,7 0,0 0,7 0,0 0,0 0,0
    Público 2,6 2,3 0,3 4,0 2,7 1,2 0,1 0,1 0,0 0,7 0,0 0,7 0,0 0,0 0,0
    Privado 4,8 4,4 0,4 20,1 14,1 6,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

Fuente: elaboración propia, con base en los datos del CNU/OPSU.

    Entre 1985 y 2001, aumenta el número de egresadas de ciencias de la educación, de 15 por ciento a 19 por ciento, respectivamente. En el mismo período, varía levemente el porcentaje de egresadas en ciencias de la salud, destacándose la proporción que egresa del sector universitario en carreras de larga duración.
Finalmente, llama la atención entre 1985 y 2001 el aumento de la participación relativa de mujeres que egresan de las carreras relacionadas con ingeniería, arquitectura y tecnología y la disminución relativa de los egresos masculinos. Se reduce considerablemente el porcentaje de egresos del sector universitario público y se duplica en el sector no universitario privado (cuadros 8a, 8b).

Feminización de la educación superior y mercado de trabajo en Venezuela
El rol de la educación en la superación de la pobreza y el de la educación superior en relación con el crecimiento y desarrollo es incuestionable. La participación creciente de la mujer en la educación superior implica un cambio cualitativo en los referentes tradicionales del espacio privado (la familia) y de lo público (el mundo laboral y político). En el contexto de la crisis latinoamericana, la incorporación de la mujer ha sido determinante en la recomposición del ingreso familiar. Un análisis más detallado, sin embargo, evidencia que en el mercado de trabajo operan mecanismos discriminatorios hacia las mujeres, que se constituyen en una limitante al desarrollo pleno de su ciudadanía (Silveira, 2000).

Población y fuerza de trabajo por sexo1
La tasa de actividad general2 entre los años 1971-2000 se incrementó del 51,1 por ciento en 1971 al 64,6 por ciento en 2000; entre este último año y 2001 se incrementa tres puntos más, ubicándose en 67,6 por ciento, lo cual refleja un mayor dinamismo económico en ese año, que se constata por el leve aumento de la tasa de desocupación (cuadro 9). El incremento de la tasa de actividad femenina refleja la mayor incorporación de las mujeres al mercado de trabajo: en la década de los setenta como producto de la expansión económica ligada al aumento de los precios petroleros que impulsó un fuerte crecimiento de la industria manufacturera y los servicios, y a partir de los ochenta vinculada a la crisis económica que se agudiza y demanda la incorporación de la mujer para compensar la caída del ingreso real de las familias. La tasa de actividad masculina no tiene variaciones importantes durante este período.

    El crecimiento sostenido de las tasas de actividad femenina demuestra que no estamos frente a una situación coyuntural sino permanente: «las mujeres se alejan de la imagen de una ‘fuerza de trabajo secundario’ y los ingresos obtenidos a través de su trabajo (realizado bajo las más variadas modalidades) son cada vez más importantes en la conformación del ingreso familiar» (Silveira, 2000: 3). Por otro lado, en la decisión femenina de trabajar fuera del hogar no privan únicamente factores ligados a la necesidad económica, sino también al auto-reconocimiento y la valoración de sus capacidades y destrezas.
    El boom de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo en la década de los setenta fue acompañado de un incremento de la tasa de desocupación donde destaca la alta proporción de mujeres que busca trabajo por primera vez: éstas constituyen el 29 por ciento de la fuerza de trabajo desocupada en 1971 y el 54 por ciento en 1981 (INE 1971, 1981).
    Entre 1981 y 1990, si bien aumenta la tasa de actividad femenina, crece la desocupación, reflejando la rigidez del mercado de trabajo, que no logra absorber la mano de obra que se incorpora. Entre 1990 y 2000 esta tendencia se profundiza como consecuencia de la aplicación de los programas de ajuste estructural. Dentro de los desocupados predominan las cesantes, lo cual refleja la reestructuración del mercado de trabajo.

Población y fuerza de trabajo con estudios superiores (1971-2001)
Los fenómenos de masificación y feminización de la matrícula que comenzaron a observarse a partir de los setenta tienen su expresión en el alto número de mujeres que ingresan a la fuerza de trabajo.
    El comportamiento de la fuerza de trabajo femenina con estudios superiores sigue la misma tendencia que el resto de la fuerza de trabajo femenina, pero refleja la mayor capacidad de incorporación al mercado de trabajo, dado que las tasas específicas de actividad3 casi duplican las generales hasta 1990. Entre 2000 y 2001 destaca la variación interanual de 3,2 por ciento (cuadro 9), lo cual indica que una mayor cantidad de mujeres profesionales se incorporó a la fuerza de trabajo en un contexto económico favorable. Este comportamiento se asocia también con el incremento en un 55 por ciento del número de egresados entre 1999 y 2001 (cuadro 7) y especialmente de las mujeres, quienes representaron un 64 por ciento y 67 por ciento del total respectivamente.
    Es necesario destacar que el importante crecimiento absoluto de la fuerza de trabajo y la ocupación femenina con estudios superiores va acompañado de un incremento sustancial de la tasa específica de desocupación, la cual es mayor que la masculina durante todo el período y muestra una tendencia al aumento. Se destaca igualmente que hasta 1990 la tasa de desocupación de las mujeres con estudios superiores era menor que la tasa de desocupación femenina general; diez años más tarde se iguala en 14 por ciento (cuadro 9). Esta situación pareciera indicar una pérdida del valor de la credencial de educación superior como mecanismo de inserción en el mercado de trabajo o bien una sobreoferta de egresadas de especializaciones que el mercado no demanda.
    Por otra parte, el porcentaje de mujeres en edad de trabajar (15 años y más) con estudios de educación superior que se dedican a quehaceres del hogar disminuyó de un 13 por ciento en 1971 a 10 por ciento en 2000 y a 8,2 por ciento en 2001 (INE 1971, 2000, 2001). El comportamiento de estos dos últimos años da indicios sobre una cierta ruptura de la exclusión o «encierro» de las mujeres con estudios superiores, que puede estar ligada al mejor desempeño de la economía en esos años o a elementos de tipo subjetivo que confronta la atención exclusiva de las labores domésticas con la posibilidad de un empleo remunerado, en virtud de la calificación profesional que se tiene.

Fuerza de trabajo ocupada con estudios universitarios por categoría ocupacional
Analizar la fuerza de trabajo ocupada con estudios universitarios por categoría ocupacional implica, por un lado, tomar en consideración cómo se distribuye el empleo femenino entre ellas y, por otro, cómo cambia la composición por sexo dentro de cada categoría ocupacional.
Entre 1971 y 2001 la composición por sexo de la fuerza de trabajo ocupada con estudios universitarios, por categoría ocupacional, refleja claramente la creciente feminización de la educación superior y el sostenido incremento de la tasa especifica de actividad femenina, como puede verse a continuación:

    Cuando se analiza la composición del empleo por categorías ocupacionales nos encontramos que a partir de 1970 las mujeres han ido ganando posiciones en el sector privado como ocupadas en relación de dependencia, como trabajadoras por cuenta propia y como patronos. Paralelamente, la participación relativa del sector público en la ocupación de mujeres y hombres con estudios universitarios se invierte en estas tres décadas, pasando éste a constituirse en un refugio para el empleo femenino (cuadro 10). El hecho de que el Estado se transforme en el principal empleador de la mano de obra femenina con educación superior se explica en buena medida porque constituye un tipo de empleo protegido, que garantiza un margen de seguridad mayor frente a la contingencia de la crisis. Adicionalmente, el empleo público se transforma en una especie de «nicho» para muchas mujeres profesionales debido a la «la existencia de una disciplina laboral mas flexible, que le permite compatibilizar mejor sus roles familiares y laborales, y que a menudo no tiene su contrapartida en el sector privado» (Isorni y Abdala, 1997:8).

Reflexiones finales
El sistema de educación superior entre los años 1970 y 2001 se caracteriza por un acelerado proceso de diversificación institucional, masificación, feminización y fortalecimiento del sector privado. Este proceso, además de responder a dinámicas internas propias del sistema educativo, refleja las principales etapas del desarrollo socioeconómico del país en las últimas tres décadas. Las mujeres en Venezuela han aumentado significativamente su participación en el sistema de educación superior. Para 1970 representaban el 43 por ciento de la matrícula total y en 2001 el 59 por ciento de la misma. Igual tendencia se manifiesta en los egresados; en 1970 las mujeres constituyen el 45 por ciento de los egresados mientras que para 2001 representan el 67 por ciento del total. Estos datos permiten hablar de un proceso de feminización de la matrícula y egresos de la educación superior en Venezuela, alentado por la política educativa del Estado venezolano dirigida a garantizar una educación pública y gratuita para todos, y por el aumento del número de instituciones de educación superior en todo el país a partir de los años setenta, lo que significó la creación de una oferta educativa y facilidades de estudio sin precedentes.
    En el contexto de la crisis que se inició en el país a partir de los años ochenta la matrícula en educación superior ha disminuido el ritmo de crecimiento registrado hasta 1985, lo cual, sin embargo, no significa que disminuya en términos absolutos. El crecimiento absoluto y relativo de la matrícula femenina continuó, lo cual permite concluir que en medio de la crisis las mujeres siguen estudiando y egresando del sistema educativo superior más que los hombres.
    En cuanto a las áreas de conocimiento en las cuales se incorporan las mujeres venezolanas, entre 1970 y 2001 se observa un crecimiento importante en la matrícula y los egresos en las carreras de ciencias sociales, ciencias de la educación y ciencias de la salud. Sin embargo, hay que destacar el incremento constante de la participación femenina en carreras relacionadas con ingeniería, arquitectura y tecnología, consideradas tradicionalmente masculinas; en 1970 representaban un 19,8 por ciento del total de la matrícula en esa área y en 2001 alcanzan un 44 por ciento. La misma tendencia se manifiesta con las egresadas. Como lo han demostrado otras investigaciones en Venezuela (Vessuri y Canino 2001; 2003), hay una evolución positiva de las mujeres en la incorporación y elección de carreras en áreas consideradas «masculinas». Igualmente, destaca el aumento en la demanda de mujeres y hombres por carreras cortas en el área de ciencias sociales y, especialmente en el sector no universitario privado. Esto estaría indicando el peso del mercado y la crisis en la decisión de qué estudiar y dónde. Finalmente, es importante señalar la pérdida de dinamismo de las carreras asociadas al área de ciencias básicas, vitales para el desarrollo científico y tecnológico venezolano.
    En el contexto de la crisis socioeconómica de la última década en Venezuela y de los cambios ocurridos en el mundo del trabajo (desregulación, flexibilización), las estructuras productivas no están en capacidad de absorber la mano de obra calificada que egresa de las instituciones de educación superior y hasta allí se trasladan las diferencias de género. La tasa de actividad femenina ha aumentado de 22,6 por ciento en 1971 a 52,5 por ciento en 2001, al mismo tiempo que la desocupación femenina se ha elevado de 3,9 por ciento en 1971 a 14,6 por ciento en 2001. El comportamiento de la fuerza de trabajo femenina con estudios universitarios sigue esta misma tendencia. La tasa específica de actividad para este grupo es de 49,2 por ciento en 1970 y 72,4 en el año 2001; sin embargo, la tasa específica de desocupación femenina es más alta que la masculina en todos los años estudiados.
    Factores extralaborales (estado civil, número de hijos, doble jornada, etc.) pueden influir en la contratación y en la exclusión de las mujeres, mientras que los hombres estarían en mejores condiciones que éstas para insertarse laboralmente. Si bien las oportunidades educativas se han ampliado significativamente, el mercado de trabajo se muestra insuficiente para incorporar a las mujeres con estudios superiores.
    Por otro lado, la incorporación femenina masiva en las áreas de ciencias sociales, ciencias de la educación y salud y, específicamente en carreras cortas, parece haber excedido las posibilidades de inserción para egresadas de esas áreas en el mercado laboral. El mercado de trabajo se transforma –atendiendo a los procesos de globalización y reestructuración económica– mucho más rápidamente que el sistema educativo, lo cual parece influir también en esta sobreoferta especializada en áreas que el mercado no demanda. Tal aseveración parece confirmarse en el caso de la elección de carreras cortas en el área de ciencias sociales del sector no universitario privado, que prometen acceso rápido al mercado laboral.
    Los factores señalados parecen corroborar lo que otros estudios han sugerido: «si bien los estudios universitarios permiten mejorar el capital cultural, no contribuyen significativamente a la incorporación activa de la mujer a la vida laboral, política y social» (Isorni y Abdala, 1997:3).
    La principal conclusión que se desprende es que en las últimas tres décadas las mujeres venezolanas se han incorporado masivamente al sistema de educación superior, con resultados positivos que se han reflejado en la inserción en el mercado de trabajo, contribuyendo a mejorar su calidad de vida, independencia y autoestima. Sin embargo, la diferencia de género se convierte en desigualdad en la esfera productiva. Durante la última década, a pesar de que el avance más significativo en cuanto a la incorporación femenina a la fuerza laboral se ha registrado en Venezuela (World Bank, 2003), existen patrones de discriminación por género en el mercado de trabajo que hay que superar. En el caso de la fuerza laboral con estudios superiores es evidente. La participación de los hombres con estudios de educación superior en el mercado laboral es mucho mayor que la de las mujeres, aunque éstas superen en número a los hombres en matrícula y egresos. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta que factores subjetivos (autoexclusión)4 pudieran llevar a las mujeres a optar por desempeñar sus roles tradicionales o insertarse parcialmente en el mercado de trabajo a pesar de tener estudios superiores. Este es un aspecto que debería estudiarse en profundidad para entender la relación educación superior, género y mercado de trabajo.
Estos patrones de discriminación pueden ser el resultado de una tradición que ha mantenido alejada a las mujeres de los procesos de toma de decisión y que la transformación del propio sistema educativo puede ayudar a corregir. Como lo señala la Unesco (1998:21) «La educación superior debe, ahora más que nunca, adoptar una actitud reactiva y proactiva con respecto al mundo del trabajo, analizando, previniendo y preparando las nuevas áreas y nuevas formas de empleo emergentes. La investigación universitaria debe contar con bases de datos para observar, analizar y anticipar mejor los cambios del mundo del trabajo».
    Quedan pendientes aspectos importantes que requieren una investigación más cualitativa sobre la relación entre inserción laboral y desigualdad, que dé cuenta de las diferencias entre mujeres de diferentes estratos sociales, las razones para la elección vocacional así como para la autoexclusión, y el impacto del diseño curricular en la escogencia de carreras.

NOTAS:

1 Una versión anterior de este trabajo incluía el análisis del mercado de trabajo hasta el año 2000. Esta versión incorpora los datos del año 2001 y mantenemos el 2000 debido a la importancia de los cambios que se registran en estos dos años en relación con la inserción laboral femenina.

2 La tasa de actividad mide la relación entre fuerza de trabajo y población de quince años y más.

3 Las tasas específicas de actividad y desocupación refieren a la población con estudios superiores.

4 «Falta saber si las mujeres se autoexcluyen en el camino debido a una ‘condicion femenina’ de menor competitividad y porque dichos cargos compiten en cuanto a tiempo y dedicación con sus responsabilidades familiares y domésticas, o bien si hay cuotas de poder que los hombres no ceden fácilmente» (Vessuri y Canino, 2003:99).

Referencias bibliográficas

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10. Vessuri, Hebe y María Victoria Canino (2003). «La otra, el mismo. El género en la ciencia y la tecnología en Venezuela», Cuadernos del Cendes, nº 54, Caracas.        [ Links ]

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