SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número4Reciprocidad socio-pedagógica del educando ante la praxis técnico-instrumental del docenteMorbilidad causada por contacto con animales en Venezuela (2005-2009) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Saber

versión impresa ISSN 1315-0162

Saber vol.28 no.4 Cumaná dic. 2016

 

HACIA UNA GENEALOGÍA DE LA EDUCACIÓN Y LA PEDAGOGÍA
 
HÉCTOR RODRÍGUEZ GARCÍA
 
Universidad de Oriente, Núcleo de Sucre, Escuela de Humanidades y Educación, Programa de Educación Integral,
Cumaná, Venezuela. E-mail: herodriguez-udo@hotmail.com
 
RESUMEN
 
Esta indagación es una aproximación teórica a diversas construcciones epistemológicas  que se expresan en el devenir  histórico  de  la  Educación  y  la Pedagogía.  Es  la  incursión  en una  variedad de  espacios  culturales  para descifrar  los  signos  epocales  y  discursivos  que  dan  cuenta  de  diferentes  posturas  que  manifiestan  distintos programas  de  formación  y  concepciones  de  humanidad.  Por  ello,  es  fundamental  el  viaje  genealógico  al escenario de invención de la Paideia en la Grecia Antigua. Sobre todo, porque es la oportunidad de encontrar las enunciaciones  de  la  sofística,  la  mayéutica  y  la  dialéctica.  Este  itinerario  incluye  igualmente  la  apertura  del ideario  pedagógico  de  la  Ilustración  europea.  Es  un  tiempo  emergente  signado  por  grandes  transformaciones sociales que tiene una importante influencia en los procesos de Revolución de Independencia y en los ideales políticos  y  educativos que  se  gestan  desde  América  Latina.  Es  así  como  desde lo  documental  se  despliega  un abordaje  metodológico  sustentado  en  la  hermenéutica  crítica  que  posibilita  también  la  comprensión  de  las corrientes de ideas que en esta parte del continente dan lugar a una Liberación Intelectual. En este sentido, vale destacar  que  la  genealogía  como  estrategia  epistemológica  da  la  ocasión  de  descubrir  las  diatribas  y controversias que se suscitan en el acontecer histórico. Es por esto que conviene agendar en las conclusiones la necesidad  de  asumir  la  historicidad  del  saber  pedagógico,  los  cambios  epocales  y  discursivos,  el  giro  de  la mundialización  y  el  gesto  irreverente  que  alimenta  la  utopía  y  el  pensamiento  pedagógico  liberador latinoamericano.
 
PALABRAS CLAVE: Paideias, historicidades, Ilustración, América Latina.

TOWARDS A GENEALOGY OF EDUCATION AND PEDAGOGY
 
ABSTRACT
 
This  inquiry  is  a  theoretical  approach  to  various  epistemological  constructions  which  are  in  the  historical development  of  Education  and  Pedagogy.  It  is  the  incursion  in  a  variety  of  cultural  places  to  decipher  the epochal  and  discursive  signs  that  account  for  different  positions  that  show  various  training  programs  and conceptions  of  humanity.  This  is  why  the  genealogical  trip  to  the  scene  of  invention  of  Paideia  in  Ancient Greece  is  considered  essential.  Especially  because  it  is  an  opportunity  to  find  the  enunciations  of  sophistry, maieutics  and  dialectics.  This  itinerary  also  includes  the  opening  of  the  educational  ideas  of  the  European Enlightenment. It is an emerging time marked by great social transformations that have an important influence on the processes of Revolution of Independence and political and educational ideals that were born from Latin America.  Thus,  from  a  documentary  view,  unfolds  a  methodological  approach  based  on  critical  hermeneutics that  enables  to  understand  the  currents  of  ideas  in  this  part  of  the  continent  that  give  rise  to  intellectual liberation. In this regard, it is underlined that genealogy as an epistemological strategy gives the opportunity to discover the diatribes and controversies that arise in historical events. That is why it is convenient to include in the  conclusions  the  need  to  assume  the  historicity  of  pedagogical  knowledge,  the  epochal  and  discursive changes,  the  rotation  of  globalization  and  the  irreverent  gesture  that  feeds  the  utopia  and  the  liberating  Latin American pedagogical thinking.
 
KEY WORDS: Paideias, historicities, Enlightenment, Latin America.
 
Recibido: septiembre 2015. Aprobado: junio 2016. Versión final: septiembre 2016.

INTRODUCCIÓN

Este ensayo lleva al autor a las circunstancias de  invención  de  la  Paideia  en  la  Grecia  Antigua por  medio  de  los  discursos  de  la  sofística,  el llamado  de  la  mayéutica  y  las  sistematizaciones de la dialéctica. Por consiguiente, se puede decir que  este  contexto  civilizatorio  ha  dado  pie  a importantes  tensiones  y  confrontaciones  teóricas que  se  ubican  en  el  lugar  fundacional  de  mayor influjo en la cultura de Occidente.
 
Del mismo modo, los avatares de la historia y la cultura nos sitúan en la apertura de importantes idearios  pedagógicos  durante  el  período  de  la Ilustración en Europa. Es el llamado Siglo de Las Luces,  el  tiempo  que  sirvió  de  inspiración  a  los procesos de Revolución de Independencia en los territorios  del  continente  americano  sometidos  a colonización  y  conquista.  En  tal  sentido,  la conformación  de  América  Latina  viene  cargada de utopías, irreverencias, gestas sociales y de una Liberación  Intelectual  inaugurada  con  aquella célebre tesis de Simón Rodríguez: “Inventamos o Erramos”.  Son  condiciones  que  dan  lugar  a significativas Pedagogías de Liberación.
 
Por  ello,  adentrarse  en  el  debate  de  la investigación  educativa  supone  un  ejercicio heurístico  y  comprensivo  signado  por  la historicidad, sensibilidad,creatividad y responsabilidad  intelectual.  Es  recuperar  la memoria  histórica  de  ese  campo  humanístico  y de humanidad que es la Pedagogía. Es encontrar el  sentido  a  la  voz  de  un  Protágoras  o  de  un Sócrates,  de  Rousseau  o  Pestalozzi,  de  Simón Rodríguez  o  Paulo  Freire,  o  de  voces contemporáneas como las de Nathalia Jaramillo o Magaldy  Téllez.  De  esta  manera  pueden  ser posibles  las  aproximaciones  a  las  problemáticas abordadas  y  a  sus  respectivas  interpretaciones para  generar  sentidos  que  den  cuenta  de categorías  emergentes  para  vislumbrar  las posturas teóricas y epistemológicas que requieren estos tiempos de cambios.
 
Al  respecto,  una  iniciativa  clave  puede  ser valorar  los  diversos  itinerarios  intelectuales  y culturales  que  posibiliten  la  comprensión genealógica de las historicidades y subjetividades que  acuden  al  debate  pedagógico  de  hoy.  Por tanto,  la  hermenéutica  se  brinda  como  una perspectiva  metodológica  que  reconoce  la condición del hombre de interpretarse en relación con  el  otro,  con  su  vida,  su  devenir  y  consigo mismo.  Para  Ortiz-Oses  (2005:  p.  196)  en  esa vitalidad  del  acontecer  el  ser  humano  intenta comprender los hechos de su mundo interpretándose también a sí mismo.
 
En tal sentido, en esta incursión investigativa resulta  importante  el  despliegue  de  una  postura hermenéutica  crítica.  Por  eso,  la  posibilidad  de concebir  el  desarrollo  de  este  estudio  pasa  por comprender las diversas construcciones epistemológicas  expresadas  en  el  devenir histórico. Desde luego, considerando las procesos  culturales  que  han  dado  sentido  a  esas discursividades.  Entonces,  esta  historicidad  abre horizontes  de  interpretación  desde  diversos escenarios  y  temporalidades.  Así,  los  espacios teóricos  anunciados  se  pueden  trazar  desde  una resignificación genealógica.
 
Particularmente, la perspectiva de genealogía que  postula  Foucault  (1992:  pp.  5-29)  se  debe concebir  como  una  herramienta  epistemológica que brinda
posibilidades de develar conocimientos  que  pueden  dar  sentido  a  fuerzas en conflicto y a tensiones teóricas. En esa maraña e  episodios  y  disputas  el  genealogista  debe reconstruir  historias  y  saberes  para  construir espacios  teóricos  inéditos  como  los  que  se avizoran en estas consideraciones. En tal sentido, dar  atención  al  devenir  epistémico  asociado  a  la Pedagogía  debe  significar  poner  en  escena  un diálogo de saberes gestado en la transtemporalidad.

PAIDEIAS: EN LA GRECIA ANTIGUA
 
En  este  itinerario  de  la  Pedagogía  el genealogista se desplaza en el devenir histórico a espacios  culturales  que  han  dado  apertura  a saberes  y  categorías  fundantes  del  campo  de estudio humanístico y educativo. De este modo, a partir del encuentro intelectual con pensadores de la  Grecia  Antigua  como  Sócrates,  Protágoras, Platón,  Aristóteles  e  Isócrates  se  gesta  la hermenéutica  en  el  diálogo  transtemporal  de saberes  con  las  voces  de  Werner  Jaeger,  Pedro Villagra, Bárbara Steinman y Gerardo Ramírez.
 
Es  en  el  contexto  de  la  apuesta  por  la democracia en la Grecia Antigua, particularmente  en  la  Polis  de  Atenas,  que adquiere  protagonismo  la  elocuencia,  el  diálogo filosófico,  la  participación  política,  la  educación y la formación ciudadana. Y, es precisamente en estas  condiciones  que  la  Paideia  viene  a transversalizar  los  distintos  espacios  culturales, académicos  y  políticos  porque  ella  constituye  la posibilidad  de  vislumbrar  una  concepción  de ciudadanía y de sociedad.
 
En  esa  apertura  cultural  ocurren  disputas, controversias  y  diálogos  intelectuales  que posibilitaron  la  constitución  de  espacios  para  la formación  y  los  saberes.  Al  respecto,  hay  que mencionar que se trata de la creación de campos de  estudio  como  Filosofía,  Retórica  y  Política  y de  métodos  centrados  en  el  ser  y  su  saber  como mayéutica,  sofística  y  dialéctica;  con  éstos  se propicia el acercamiento a los conocimientos que participaban en la educación de los ciudadanos.
 
Al parecer, en la Atenas de aquella época fue un  gran  acontecimiento  filosófico  el  debate  que llevaron  a  cabo  Protágoras  y  Sócrates.  Además de manifestar sus posturas sobre la educación de las  virtudes  y  el  destino  político  de  la  sociedad, explicitan  detalladamente  el  sentido  de  sus métodos,  la  mayéutica  y  la  sofística.  En  el Diálogo  de  Platón  (2005:  p.  149),  denominado Protágoras  o  de  los  Sofistas,  el  autor  da  cuenta de las tensiones de aquel cambio epocal en el que tienen  protagonismo  la  palabra,  la  Paideia  y  la participación  pública;  esto  explica  lo  que  el personaje Alcibíades manifiesta cuando dice:
 
Sócrates  confiesa  que  no  está  dotado  de  esa afluencia  de  palabras,  cuya  superioridad reconoce  en  Protágoras,  pero  respecto  al  arte de  la  disputa,  a  saber  preguntar  bien  y responder  bien,  me  maravillaría  si  le  viese ceder la primacía ni a Protágoras ni a nadie.
 
Por ello, Sócrates puede ser llamado como el Maestro  de  la  pregunta;  con  este  recurso discursivo  va  desarticulando  los  argumentos  de sus  interlocutores  y  se  orienta  hacia  la  búsqueda de la verdad que habita en cada persona. De esta manera  la  mayéutica  se  constituye  en  un  aporte pedagógico  fundamental  porque  recrea  la incertidumbre, la reflexión y el diálogo. Con toda razón en la actualidad se le conoce como método socrático.  Sin  embargo,  es  conveniente  advertir que  la  mayéutica  puede  resultar  un  mecanismo inquisidor,  discriminatorio  y  sectario.  Y  esto  se muestra  en  muchos  de  los  Diálogos  en  los  que Sócrates  aparece  como  dueño  de  la  verdad  y  de la palabra.
 
En otro sentido destacamos que la sofística se sustenta  en  la  copiosidad  de  palabras,  en  el  arte del  discurso  y  en  la  elocuencia.  En  este  enfoque lo  central  es  la  coherencia  de  la  trama argumentativa, por lo que los sistemas de verdad serán  siempre  relativos.  Así,  se  propicia  un distanciamiento de las construcciones dogmáticas y  cerradas  surgidas  de  los  modelos  del  saber episteme de la época.
 
En  consecuencia,  resulta  válido  agendar  las consideraciones  sobre  el  método  dialéctico presentadas  en  una  obra  de  mayor  madurez filosófica  como  La  República  (Platón  2003:  p. 442), en ella se dice: “…el  método dialéctico es el  único  que,  echando  abajo  las  hipótesis,  se encamina hacia el principio mismo para pisar allí terreno  firme…”  Hay  que  agregar  que  esta herramienta intelectual emerge en el diálogo y la conversación; y es en el proceso de razonamiento sintético  que  se  constituyen  las  ideas  como objetos inteligibles y principios de verdad ideal y absoluta.
 
Por otro lado, tenemos que Filosofía, Retórica y Política se confrontan en diversas orientaciones teleológicas  de  lo  que  ha  de  ser  educación  y ciudadanía.  Así  que,  con  Jaeger  (2001:  p.  13) indicamos que: “El siglo IV es la era clásica en la historia  de  la  Paideia,  entendiendo  por  ésta  el despertar a un ideal de educación y de cultura”.
 
Así  que,  este  viaje  al  esplendoroso  cimiento cultural  e  intelectual  de  la  Grecia  Antigua  nos permite  dar  sentido  a  todo  este  despliegue civilizatorio  que  hemos  denominado  Occidente. Sobre  todo, porque  se  trata de  la  invención  y  de la  resemantización  de  ciertas  metáforas  que  la posteridad  ha  conservado  como  el  legado  de aquel mundo para la humanidad.
 
Por  tanto,  y  tal  como  hemos  planteando,  la profundidad de aquel contexto cultural devino de la  diversidad  y  de  la  diatriba.  Y  esos apasionantes  diálogos  de  saberes  abordan distintas perspectivas de Paideia, que diferían en los  enfoques  de  formación,  en  los  métodos,  en los campos del saber y en las concepciones sobre participación política y ciudadanía.
 
Ahora  bien,  retomando  ideas  de  aquel encuentro  de  Protágoras  con  Sócrates  (Platón 2005:  pp.  137-138)  hay  un  fragmento  de  la disertación  que  corresponde  al  primero  de  los nombrados  y  que  resume  buena  parte  de  las disputas  y  controversias  intelectuales  de  aquel momento:
 
Pero  cuando  se  trata  de  los  negocios  que corresponden puramente a la política, como la política  versa  siempre  sobre  la  justicia  y  la templanza,  entonces  escuchen  a  todo  el mundo,  y  con  razón,  porque  todos  están obligados  a  tener  esas  virtudes,  pues  que  de otra manera no hay sociedad.
 
En  Protágoras  está  presente  una  concepción democratizadora  de  la  participación  política  y  la ciudadanía.  Y  esto  es  así  porque  la  noción  de Paideia  que  practican  los  sofistas  se  inscribe  en las  disposiciones  de  cambio  social  que  toman distancia de los  valores de la aristocracia que en ciertos  aspectos  son  expresados  por  la  corriente de pensamiento platónica-aristotélica.
 
Es  un  caso  el  concepto  de  Areté  (Villagra 2002:  pp.  1-2),  que  como  “Ideal  de  Excelencia” del  hombre  griego  marca  el  designio  de  los ciudadanos  que  han  de  ocuparse  de  los  asuntos públicos,  del  gobierno  y  de  la  Política.  Y  es precisamente  esta  figura  un  mecanismo  de legitimación  y  de  exaltación  de  las  virtudes  de los que han de ser gobernantes.
 
Entre  esas  virtudes  se  encuentran  prudencia, templanza,  justicia  y  fuerza;  que  como  dones divinos parecen haber ungido a aquellos hombres especiales.  Con  razón  Platón  (2005:  p.  170) concluye en su obra Protágoras o de los Sofistas, a  través  de  la  argumentación  del  personaje Sócrates: “…diciendo que la virtud no puede ser enseñada”.
 
De  tal  manera  que  la  enseñabilidad  de  la Areté  es  una  ventana  que  se  abre  a  los  nuevos tiempos  a  través  de  la  gestión  pedagógica emergente  emprendida  por  los  sofistas.  Esta apertura  va  resignificando  ciertas  categorías  y herramientas  del  saber  que  posibilitan  el  gran despliegue  de  la  Paideia;  en  consecuencia,  con ello  se  fortalece  y  amplía  la  práctica  de  la ciudadanía.
 
Es  así  como  encontramos  a  un  Platón  (1988: pp. 25-26) en Las Leyes o de la Legislación, una de sus últimas obras, apostando por la educación de las virtudes o diciendo más bien que la virtud sí puede ser enseñada. En ese diálogo con Clinias y  Megilo  el  personaje  llamado  Ateniense, confrontado a éstos sostiene:
 
A  lo  que  parece,  al  hablar  así,  no  nos  hemos fijado  en  esa  educación  propiamente  dicha, que  tiene  por  objeto  formarnos  en  la  virtud desde nuestra infancia, y que inspira al hombre el deseo ardiente de ser un completo ciudadano y  de  saber  mandar  u  obedecer  conforme  a  las reglas de la justicia. Ahora bien, esta es la que instamos  a  definir  y  que,  a  mi  parecer,  es  la única que merece el nombre de educación.
 
En este esbozo de la Paideia de Platón hay un acercamiento  a  la  concepción  de  educación intelectual  y cívica que practican  y  sostienen los pensadores de la corriente sofista. Es un proceso de formación que va más allá de los límites de la Gimnasia  y  de  la  Música,  por  cuanto  adquiere otra dimensión a través del aporte de la Política, la  Retórica,  la  Filosofía  y  la  vida  pública.  Y  en esta  tendencia  pedagógica  igualmente  hay  que situar  a  Sócrates  con  la  pregunta,  el  diálogo,  la mayéutica  y  su  educación  itinerante.  Sin embargo,  hay  que  indicar  también  que  la educación, según el enfoque de Platón, debe estar regida  y  limitada  por  las  reglas  y  leyes  del Estado.
 
En su tiempo, acuñando su postura sobre este debate,  Aristóteles  (2013:  p.  42),  al  hablar  del Estado  aristocrático  sostiene  que  en  éste:  “…el honor de desempeñar las funciones públicas está reservado a la virtud y a la consideración; porque el aprendizaje de la virtud es incompatible con la vida  de  artesano  y  obrero”.  Este  planteamiento deviene  de  su  tesis  discriminatoria  y  esclavista, según  la  cual,  y  por  designio  de  la  naturaleza, unos  han  nacido  para  mandar  y  otros  para obedecer. Por ello: “Ha querido que el ser dotado de  razón  y  de  previsión  mande  como  dueño,  así como también que el ser capaz por sus facultades corporales  de  ejecutar  órdenes,  obedezca  como esclavo” (Aristóteles 2013: p. 10).
 
En  esta  visión  inicua  de  razón  los  hombres libres han venido dotados de esta facultad divina y así tener esclavos, mandar, hacer vida pública y filosofar. Es  un  mecanismo de poder que genera un estigma con el que se discrimina y domina. Y este  criterio  ha  sido  utilizado  a  lo  largo  de  la historia  por  naciones  con  vocación  imperialista para  intentar  justificar  sus  despropósitos  de conquista y colonización.
 
Esto  expone  una  actitud  apolínea  que  parece ser  mucho  más  radical  en  Platón  (1988:  p.  26), quien  ha  dicho,  a  propósito  del  debate  sobre  las manifestaciones  del  dolor  y  del  placer,  que:  “La razón  preside  a  todas  estas  pasiones,  y  ella declara  lo  que  tiene  de  bueno  y  de  malo;  y cuando  el  juicio  de  la  razón  se  convierte  en  una decisión  general  para  un  Estado,  entonces  toma el nombre de ley”. La  idea  anterior  se  hace  mucho  más  evidente cuando  notamos  el  desprecio  y  distanciamiento que toma Platón de la voz y el arte de los poetas. En  su  obra  Las  Leyes  o  de  la  legislación,  el mencionado  autor  a  través  del  personaje Ateniense  interroga:  ¿Podremos  creer  que  en  un Estado  cualquiera,  que  está  o  habrá  de  estar gobernado  algún  día  por  buenas  leyes,  se  deje  a disposición  de  los  poetas  lo  que  concierne  a  la educación y a las diversiones”? (Platón 1988: p. 36).
 
Al  respecto,  tenemos  que  la  respuesta  es  un no  rotundo  y  reiterativo  en  toda  su  creación intelectual.  En  su  enfoque  de  Paideia  como escenario  de  formación  no  hay  espacio  para Arquíloco,  Píndaro,  Safo,  Sófocles,  Esquilo  o Anacreonte. Sólo algunos clásicos como Homero eran recomendados. En este ideario educativo se excluye  la  poesía  y  todas  las  demás  artes comprometidas  con  el  despertar  de  las  pasiones. Según  Platón,  las  potestades  de  la  Divinidad  de Dionisio  no  deben  estar  presentes  en  el  proceso de formación de los ciudadanos.
 
Ahora bien, si asumimos que  la poesía como refugio  de  la  vida  y  de  la  humanidad  es  un espacio de las pasiones y de las subjetividades, es comprensible  que  ella  no  tenga  cabida  en  el sistema filosófico y pedagógico de Platón. Sobre todo,  porque  la  poesía  es  creación,  es  hija  del silencio,  de  las  pulsiones,  de  la  magia  y  de  las sombras.
 
Desde luego, si la poesía es creación humana debe  ser  entendida  como  obra  de  arte  y propiciarse  la  comprensión  de  sus  claves  y misterios. Y como manifestación de la cultura, de la  memoria,  del  saber  y  del  imaginario  devela una  apuesta  estética  como  posibilidad  de construcción  de  humanidad.  Por  esto,  su acercamiento  a  los  escenarios  educativos  debe implicar  el  reconocimiento  de  su  pacto  con  lo mágico  para  que  el  encuentro  de  cada  persona con  ella  sea  también  un  acto  de  creación, conmoción y libertad.
 
Es  evidente  que  la  poesía  y  las  demás  artes propiciadoras del despertar de las pasiones están excluidas del sistema de formación de Platón. Es así  como  en  La  República  explica  y  justifica  su propuesta  educativa  que  va  desde  la  infancia hasta  los  cincuenta  años  cuando  concluye  la preparación del Filósofo.
 
Según  el  programa  pedagógico  de  Platón (2003:  pp.  419-454)  la  educación  de  los  niños debe atender la preparación del cuerpo y del alma a  través  de  la  Gimnasia  y  la  Música.  Durante  la juventud  es  necesario  estudiar  ciencias  como Aritmética,  Geometría  y  Astronomía.  Luego  de cumplir  el  servicio  militar  obligatorio,  hacia  los veinticinco  años,  los  ciudadanos  continuaban estudiando  Dialéctica  por  el  lapso  de  un quinquenio.  Posteriormente,  estas  personas tenían que ocuparse de misiones diplomáticas de guerra  y  paz  por  quince  años.  Y  es  a  los cincuenta  años  de  edad  que  han  alcanzado  la madurez  y  la  sabiduría  filosófica  para  ser gobernantes ejemplares.
 
Esta  noción  de  Paideia  de  Platón  (2003:  p. 418)  presenta  una  síntesis  filosófica  a  través  de uno  de  los  interlocutores  de  la  obra  La República, cuando éste argumenta: “Pero esto no es, según parece, un simple lance de tejuelo, sino un  volverse  el  alma  desde  el  día  nocturno  hacia el  verdadero;  una  ascensión  hacia  el  ser  de  la cual diremos que es la auténtica filosofía”.
 
Desde este enfoque de Platón destacamos que esta ascensión al mundo de la sabiduría es la que guía  la  formación  del  Filósofo  que  tiene  como destino conducir el gobierno de la Ciudad-Estado y  ocuparse  de  la  instrucción  de  los  demás ciudadanos.  Esta  educación  se  sustenta  en  la Dialéctica y es exclusiva de la aristocracia, a ella no tienen acceso ni guerreros ni artesanos. Así, el reino  de  la  filosofía  marca  las  pautas  del  saber episteme, del poder y de la Paideia.
 
Esta  postura  excluyente  es  cuestionada  por varios  pensadores  de  la  época.  Por  ejemplo, Isócrates  (2007:  pp.  364-371),  que  defiende  la educación de sofistas como Solón, Anaxágoras y Damón, al tiempo que destaca la obra ciudadana y  política  de  Pericles.  Al  adversar  el  programa educativo  de  Platón  considera  que  éste  se  centra en  el  estudio  de  ciencias  que  no  aportan  saberes prácticos  para  el  ejercicio  de  la  ciudadanía  y  la vida pública.
 
Incluso  Isócrates  (2007:  p.  377)  postula  su propia concepción de filosofía en estos términos: “En cambio los que adquieren esta capacidad con la  filosofía  y  el  razonamiento,  nada  dicen  sin reflexionar,  y  se  descuidan  menos  en  sus acciones”.  Esta  Filosofía  de  Isócrates  está asociada  con  el  saber  y  razonamiento  libre  de cada  persona  para  una  enunciación  discursiva responsable  y  coherente  con  una  vida  y  obra destinada  a  la  formación  cultural  y  humanística de los ciudadanos. 

Por esto, a Isócrates podemos valorarlo como el  Maestro  de  la  palabra  que  desde  el  estudio  y enseñanza de la Filosofía del  Discurso se dedica en  su  escuela  a  la  formación  de  los  ciudadanos para  el  saber  humanístico  y  la  participación  en los asuntos públicos  y de Estado. En tal sentido, Ramírez  (2006:  p.  160)  sostiene  que:  “Su enseñanza era mucho más amplia: era la Paideia, la  formación  cultural  del  ciudadano.  En  otras palabras: la retórica era simple instrumento de la educación  y  de  la  cultura,  o  cuando  más,  una parte de ella”.
 
Ahora  bien,  con  las  ideas  pedagógicas  de Aristóteles  (2013:  pp.  76-78)  se  busca  el equilibrio  entre  cuerpo  y  espíritu  a  través  del estudio de  Letras,  Gimnástica, Música  y Dibujo. Y  esta  tesis  educativa  da  cuenta  de  los  saberes necesarios  para  la  vida  social,  procurando  la salud  y  el  vigor  del  cuerpo;  junto  al  deleite  del espíritu por medio del performance estético.
 
Por  este  motivo  es  válido  destacar  con Steinman  (2008:  p.  30)  que  la  educación  para  el placer en Platón es sólo la posibilidad de instalar el  bien  en  la  realización  del  mejor  régimen político. En cambio, en Aristóteles (2013: p. 79) la  educación  musical  está  relacionada  con  el ocio, el juego, el disfrute, el placer y la liberación estética.  Al  respecto,  sostiene:  “La  misma respuesta  puede  darse  si  se  pretende  que  la música es el verdadero placer, el verdadero solaz de los hombres libres”.
 
Estos  autores  han  sido  la  fuente  de  muchas corrientes del pensamiento filosófico y humanístico  como  idealismo  y  racionalismo.  En Platón  destaca  el  sistema  de  ideas  y  conceptos como entidades inteligibles que dan sentido y luz en  la  representación  de  la  realidad  y  la experiencia.  Es  así  como  en  la  dialéctica  del pensamiento  se  gesta  la  inteligencia  que  procura la esencia del mundo de las ideas y que establece el saber episteme o conocimiento verdadero.
 
Del aporte de Sócrates, Protágoras e Isócrates destaco  que  el  énfasis  de  sus  idearios  está  en colocar la dimensión humana como esencia de su visión  del  conocimiento,  de  la  sociedad  y  de  la educación.  En  consecuencia,  para  estos  autores es  fundamental  la  participación  de  todos  en  los asuntos  públicos  y  en  el  reconocimiento  de  la ciudadanía.  Para  ellos,  todas  las  personas  están habitadas  de  verdades  relativas  que  deben  ser sustentadas y argumentadas.
 
Con Aristóteles la razón como designio de la naturaleza se convierte en principio teológico que en el devenir histórico asume diversas resignificaciones.  De  este  modo,  algunas  de  las ideas  de  Aristóteles  sirven  de  fuente  de sustentación  de  la  doctrina  epistemológica  de  la  Iglesia  Católica  y  de  otras  posturas  filosóficas asociadas con el pensamiento teocéntrico.
 
En  este  escenario  de  la  diatriba  la  Paideia junto  a  la  palabra  emergen  como  apertura cultural  e  intelectual  de  la  formación.  Como transformación del mundo la Paideia apuesta por una  ética  y  estética  desde  el  encuentro  con  la memoria,  el  imaginario  y  la  utopía  que  viaja desde  el  diálogo  de  las  interculturalidades  hacia el cobijo de la humanidad.
 
PEDAGOGÍAS DE LA ILUSTRACIÓN
 
El  llamado  período  de  la  Ilustración  en Europa  tiene  su  epicentro  en  el  siglo  XVIII  y logra  una  influencia  significativa  en  toda  la esfera de relaciones de la civilización occidental. En  él  se  consolidan  los  cimientos  tanto conceptuales  como  sociales  que  dan  forma  y contenido  a  atmósferas  culturales  propiciadoras de  revoluciones  políticas,  científicas,  estéticas, industriales  y  educativas.  En  ese  contexto  la Educación y la Pedagogía asumen el componente teleológico  de  lo  que  ha  de  ser  el  destino  de  la humanidad.
 
En  estas  condiciones  se  proclama  la autonomía de la razón del hombre y se disputa la rectoría del destino de la humanidad a Dios. Ello ocurre  así  porque  la  Ilustración  también  es  la consolidación de diversas corrientes de pensamiento  con  fundamento  antropocéntrico que  reaccionan  contra  las  poses  totalitarias  de  la Iglesia  Católica  y de las  monarquías absolutistas comprometidas con la empresa colonizadora.
 
En este sentido se manifiestan los principales pensadores de la época; una muestra de ello es la idea  de  Rousseau  (1762/2012:  p.  6)  que establece:  “Todo  es  perfecto  cuando  sale  de  las manos  de  Dios,  pero  degenera  en  las  manos  del hombre”.  Este  autor  confronta  el  espíritu  de  ese momento en lo que tiene que ver con corromper, trastornar  e  intervenir  la  naturaleza  y  sus designios.
 
La  tesis  mencionada  expresa  la  coexistencia de  valoraciones  espirituales,  teológicas y culturales que indican los signos heredados de la Edad  Media  con  los  del  nombrado  Siglo  de  la Luces.  De  este  modo,  esta  relación  de  contraste se  constituye  en  un  elemento  caracterizador  de estos  tiempos.  Es  la  imagen  de  perfección  de  la Divinidad contra el espíritu  humano de progreso y libertad.
 
Es una apuesta que ya había sido señalada por Comenio  (1630/1998:  p.  3)  cuando  manifestó: “Los  dictados  de  la  razón  nos  afirman  que criatura  tan  excelsa  como  lo  es  el  hombre,  debe estar  necesariamente  destinada  a  un  fin  superior al  de  todas  las  demás  criaturas;…unida  a  Dios, cúmulo de  toda  perfección”. Así, la  razón como facultad  y  mecanismo  del  conocimiento,  en  la postura  de  Juan  Amós  Comenio,  parece  ser condición  de  superioridad  equivalente  a  la perfección de Dios.
 
En  este  proceso  de  secularización  las instituciones  vinculadas  con  la  gestión  del conocimiento  y  la  educación  adquieren  un importante  protagonismo.  Es  un  tiempo  que exhibe como antesala la Didáctica Magna (1630) de  Comenio  y  en  el  que  aparecen  Emilio  o  la Educación  (1762)  de  Jean  Jacques  Rousseau,  la Pedagogía  de  Imanuel  Kant  y  la  prolija  obra  de un  pedagogo  clásico  como  Johann  Heinrich Pestalozzi;  del  cual  destacan  los  siguientes títulos:  Cómo  Enseña  Gertrudis  a  sus  Hijos (1801) y Cartas Sobre Educación Infantil (1818-1819).
 
Ahora  bien,  este  debate  nos  permite  avanzar hacia  ciertas  consideraciones  sobre  educación religiosa.  Según  Kant  (1804/2003:  p.  89):  “El niño tiene que aprender a sentir veneración hacia Dios como señor de la vida y del mundo entero; además,  como  cuidador  de  los  hombres  y, finalmente como juez”. El sentido moral de esta idea kantiana afirma la autonomía de la libertad y razón  humana  a  la  que  Dios  sólo  puede  acudir como magistrado.
 
Esta  realización  axiológica  sostiene  la necesidad  de  la  búsqueda  de  la  perfectibilidad humana  devenida  de  progreso,  libertad  y  razón. De  este  modo,  se  avanza  hacia  un  escenario epistémico  y  cultural  antropocéntrico  que desaloja  a  la  Iglesia  Católica  de  muchos  centros de  saber  y  poder.  Por  ello,  se  argumenta  que  la educación  religiosa  no  debe  ser  dogmática  ni doctrinaria;  sino,  intimista  y  confesional.  Todo esto  apunta  a  la  consolidación  de  la  concepción de educación laica.
 
En  esta  vertiente  de  pensamiento  hay  que incorporar  a  Pestalozzi  (1818/1996:  p.  21) cuando  dice:  “Dios  ha  dado  a  tu  hijo  una naturaleza espiritual; es decir, ha infundido en él la voz de la consciencia; y ha hecho todavía más: lo ha dotado de la facultad de escuchar esa voz”. Es  la  manifestación  de  la  Divinidad  en  cada  ser humano  y  la  posibilidad  de  la  mediación  sin intermediación.  Y  es  también  la  elevación  de  la palabra  desde  esa  condición  espiritual  para construir la obra de la humanidad.
 
En  este  desplazamiento  de  lo  Divino  por  lo humano  tiene  lugar  un  creciente  interés ciudadano  por  el  escenario  público  y  la participación  cívica.  Esto  da  pie  a  un  amplio cuestionamiento  a  las  expresiones  monárquicas de  poder  y  un  pronunciamiento  hacia  opciones democráticas  garantes  de  la  soberanía.  Hay  que agregar  que  en  la  constitución  de  este  nuevo orden  social  y  cultural  es  fundamental  la voluntad  humana  en  la  promoción  de  la  idea  de progreso y de perfectibilidad de la sociedad.
 
En este clima cultural aparece una obra como El  Contrato  Social  en  la  que  Rousseau (1762/1993:  p.  25)  aboga  por  la  soberanía  y  la democracia  directa,  en  estos  términos:  “Afirmo, pues, que no siendo la soberanía sino el ejercicio de  la  voluntad  general,  no  puede  enajenarse nunca,  y  el  soberano,  que  no  es  sino  un  ser colectivo, no puede ser representado más que por sí mismo”. En este contexto el autor se inspira en la  Ciudad-Estado  de  la  Polis  de  Atenas  y  le  da resonancia  y  vitalidad  a  los  saberes  de  la  Grecia Antigua.
 
En  este  sentido  Rousseau  es  sumamente visionario y va mucho más allá de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789,  que  en  su  Artículo  3  limita  el  poder  del soberano  y  en  el  14  se  define  por  la  democracia representativa  (ACF  1789).  Esta  configuración socio-política  va  posibilitando  la  estructuración de las instituciones que han de expresar la puesta en escena de nuevas relaciones de saber-poder.
 
En  esta  atmósfera  cultural  se  agitan  y movilizan  las  banderas  políticas  al  ritmo  de  la locomotora, la máquina de vapor y la navegación interoceánica.  Las  ideas  viajan  a  latitudes diversas  gracias  a  la  herencia  dejada  por Gutenberg,  con  la  imprenta.  Así  ocurre  la Revolución  Francesa  de  1789  y  comienzan  a crearse  condiciones  subjetivas  para  los  procesos de Revolución de Independencia en los territorios que explotan y colonizan las potencias imperialistas europeas en el continente americano.
 
Es  la  manifestación  del  programa  cultural  e intelectual  de  la  Ilustración  en  el  mapa  de relaciones de Occidente en una tendencia que es cada  vez  más  universal  y  cosmopolita.  Y  este nuevo  imperio  de  la  razón  se  sustenta, principalmente, en el conocimiento de la ciencia, en  el  sistema  jurídico,  en  el  desarrollo  de  las fuerzas productivas y en los retos de la formación encomendados a la Educación y a la Pedagogía.
 
Es  para  destacar  que  el  encuentro  dialógico con los pensadores que hemos venido considerando  da  cuenta  de  las  tendencias  y tensiones propias de la época. En ningún sentido sus  posturas  pueden  unificarse  en  el  formato  de un gran monólogo. Es muy conveniente destacar los  matices  que  cada  uno  aporta  sobre  los distintos  asuntos  agendados.  Veamos,  por ejemplo, lo que  nos dicen  sobre la función de la educación  en  la  concreción  del  porvenir  y  el destino de la humanidad.
 
Sobre  este  punto,  la  postura  de  Kant (1804/2003:  p.  35)  es  muy  clásica  respecto  a  la visión epocal, él dice: “El arte de la educación o pedagogía,  necesita  ser  razonado,  si  ha  de desarrollar  la  naturaleza  humana  para  que  pueda alcanzar  su  destino”.  Así,  el  filósofo  sustenta  la formación de la humanidad de la persona en una teleología  que  siempre  es  promesa  de  futuro  y perfectibilidad.
 
Al  parecer,  el  abordaje  de  la  educación  y  el conocimiento  deben  inscribirse  en  una  razón metódica que se promueve como eje epistemológico  central  de  la  Ilustración.  Porque el hombre educado e ilustrado, desde el equipaje de  su  saber  exhibe  la  ilusión  de  progreso  en  su tránsito  al  porvenir.  Por  ello,  es  un  tiempo signado  por  la  apertura  y  la  democratización  del conocimiento.  Sin  embargo,  esto  da  lugar  a  una ciencia  portadora  de  verdades  absolutas  que  se carga  también  de  un  talante  excluyente  y discriminador.
 
Por otro lado, en Rousseau (1762/2012: p. 41) encontramos una posición radicalmente contraria a la de Immanuel Kant, en Emilio o la Educación declara: “¡Qué  manía tiene un ser tan transitorio como  el  hombre  de  mirar  siempre  a  lo  lejos, hacia  un  porvenir  que  raramente  viene,  y  de descuidar  el  presente  donde  está  lo  seguro!”  El pensador  ginebrino  da  cabida  a  lo  imprevisto,  a la incertidumbre, al presente y al pasado, mas no al futuro.
 
Esto  explica  que  el  primer  libro  de  lectura que  el  preceptor  sugiere  a  Emilio  sea  Aventuras de  Robinsón  Crusoe.  Obra  en  la  que  el  autor (Defoe  1719/2008)  sostiene  en  su  argumento  la autonomía del hombre; pero, desde el naufragio, la  aventura,  sobrevivencia,  el  fracaso,  lo desconocido  y  lo  incierto.  Es  una  apología  al presente, a aprender a vivir cada instante al borde del abismo.
 
Sobre otros asuntos relacionados con educación  y  política  Jean  Jacques  Rousseau  no mira  al  futuro  sino  al  pasado.  Cuando  se identifica con la democracia directa asume como modelo  la  Polis  de  la  Atenas  de  Sócrates  y Pericles.  Al  hablar  de  educación  Rousseau (1762/2012: p. 9) recomienda a  La República de Platón,  por  considerarla  el  más  extraordinario tratado  sobre  este  tema.  Esto  lleva  al  creador  de Emilio  o  la  Educación  a  convertirse  en  un  autor de  referencia,  un  clásico  emergente  que  mira  al ayer para construir el hoy.
 
Ahora bien, en una aproximación a la idea de educación  respecto  a  su  contribución  en  la edificación  del  destino  de  la  humanidad  y  en relación  con  una  formación  para  la  vida, Pestalozzi (1818/1996: p. 133) plantea:
 
La  educación  es  quien  realmente  puede  hacer todo  esto;  tal  es  la  íntima  convicción  de cuantos  pueden  hablar  por  experiencia.  Pero que  ella  debe  hacer  tanto  como  eso,  y  que algún  día  alcanzará  su  objetivo,  constituye  el convencimiento  y  el  continuo  afán,  de  todos aquellos  cuyo  corazón  desea  de  veras  el  bien de la humanidad.
 
El  pedagogo  de  Zúrich  habla  a  partir  del compromiso  y  la  experiencia  de  Maestro  de  la vida.  Por  esto,  su  apuesta  constituye  una  ética docente  que  desde  la  comprensión  de  su dedicación  a  la  educación  es  capaz  de  pensar  en una  humanidad  habitada  plenamente  de  bondad. De ahí que, con la síntesis de la consciencia de su vivencia  entiende  que  los  saberes,  discursos, valores  y  prácticas  sociales  del  Maestro  se constituyen  en  destellos  de  moral  y  luces  en  el itinerario de la formación de los educandos.
 
En  tal  sentido,  la  Pedagogía  de  Pestalozzi parte  de  la  naturaleza  espiritual  y  física  del  niño para  abonar  en  la  bondad,  el  razonamiento  y  la afectividad que lo acerquen a una educación para la vida individual y social, en  una sociedad cada vez  más organizada  y sofisticada en la industria, el  Estado,  la  educación,  el  trabajo,  el  transporte, el  comercio  y  los  medios  de  comunicación  e información. De esta manera, este autor nos deja su  aporte  sobre  una  educación  que  debe  ser intelectual, espiritual, práctica, social e integral.
 
En cambio, esta educación para la vida, según Rousseau  (1762/2012:  p.  46),  ha  de  tener  como punto  culminante  la  formación  de  la  razón;  al respecto sintetiza: “La obra maestra de una buena educación es formar a un hombre racional”. Para este creador se trata de un proceso de formación que se inicia con la exploración de las cualidades sensibles del niño hasta concluir en el adulto que ha  desarrollado  plenamente  la  facultad  de  la razón.
 
En  la  tesis  de  Rousseau  se  destaca  la  razón como  proceso  asociado  con  el  abordaje  de  las ideas para construir el conocimiento. Vale decir, que  a  pesar  de  ser  una  facultad  humana  ésta  se nutre  del  saber  y  se  promueve  como  noción epistémica.  Es,  por  la  tanto,  la  relación  de  la cualidad de la razón expresando la consideración y  enunciación  del  conocimiento.  Y  en  esta mirada  es  fundamental  la  dinámica  que promueve el maestro en el diálogo, encuentro, la investigación y argumentación de posturas.
 
En  una  perspectiva  distinta  se  manifiesta Kant (1804/2003: p. 68), al decir: “Lo relativo a las  facultades  superiores  del  espíritu  comprende la  cultura  del  entendimiento,  del  juicio  y  de  la razón”.  Este  autor  pone  en  relieve  una  idea  de educación como autoexploración mayéutica en la que  la  persona  desplegando  la  condición ontológica  de  la  razón  que  le  habita  manifiesta los saberes; es decir, da luz a éstos.
 
Al  establecer  una valoración  de  los planteamientos  educativos  y  pedagógicos  de Immanuel  Kant  hay  que  señalar  que  al  situar  la razón como facultad superior le da supremacía al mundo  inteligible  sobre  el  sensible  y  con  ello  al hombre  de  ciencia,  al  sabio,  al  ilustrado.  En consecuencia,  su  enfoque  de  educación  moral consiste en la interpretación de principios que le den  sentido  a  la  realización  de  la  libertad  y autonomía  para  alcanzar  la  moralidad,  la sabiduría y la opresión de las pasiones.
 
Entonces,  al  mirar  la  complejidad  y diversidad  del  mundo  entendemos  que  todo mecanismo  discriminatorio  y  totalitario  genera disonancia  y  exclusión.  Tal  es  el  caso  de  ciertas posturas de Immanuel Kant que contribuyeron de forma sustancial a crear el delirio de superioridad del  conocimiento  de  la  ciencia.  A  pesar  de  esto destacamos  su  aporte  en  el  cuestionamiento  a ciertos  enfoques  teológicos  y  religiosos  que colaboraron,  de  manera  importante,  en  la sistematización e implementación de la educación  laica.  Por  tanto,  digo  que  pareciera que  la  Ilustración  es  un  tiempo  que  da  pie  al tránsito  del  totalitarismo  de  la  Iglesia  al totalitarismo de la ciencia.
 
Entre  diatribas  y  tensiones  queda  pendiente alcanzar  un  horizonte  epocal  de  mayor  amplitud y  pluralidad  que  se  constituya  en  reto  de construcción  teórica  para  la  Pedagogía.  En  ese sentir  son  los  destellos  de  ética,  amor, entendimiento  y  estética  que  nos  deja  Pestalozzi (1819/1996:  p.  112)  sobre  la  educación  de  la infancia, al respecto profesa: “Pero es misión de la educación primera el implementar en los niños pequeños unos intereses que  estimulen el  uso de su entendimiento y que, al propio tiempo, se den la  mano  con  los  sentimientos  mejores  de  la humanidad”.
 
Es desde el mundo mágico de los sueños de la niñez  tratar  de  gestar  el  esplendor  de  la  obra  de arte  que  es  cada  ser  humano.  Es  construir  la escultura  de  los  mejores  sentimientos,  con  sano entendimiento,  para  crear  el  performance  social de la humanidad. Es continuar con amor el juego de  la  vida  pintando  de  infinitos  colores  la Geografía Sensible del arcoíris de los pueblos.
 
Con  todo  esto  podemos  traer  a  colación  a Rousseau  (1762/2012:  p.  38),  uno  de  los principales exponentes de la tesis de la educación infantil, él sugiere: “Amad la infancia, favoreced sus  juegos,  sus  deleites  y  su  ingenuo  instinto”. Pues bien, desde este referente la educación para niños  y  niñas  ha  de  ser  espacio  y  tiempo  de creación  y  descubrimiento.  Es  el  vuelo  de  la fantasía pensando y viviendo el encuentro con el paisaje  del  mundo  en  el  acontecer  de  cada momento.
 
En  este  protagonismo  de  la  infancia  se  pone en  movimiento  una  Pedagogía  Activa  que  invita a crear el conocimiento y a hacer ciencia. De ahí que,  se  recomiende  propiciar  experiencias didácticas  que  den  cabida  a  la  exploración,  al ingenio, a la aventura  y al encuentro profundo  y sentido  con  la  naturaleza.  En  tal  sentido,  este despliegue  teórico  fundamenta  la  apertura  del juego  como  posibilidad  para  el  desarrollo educativo  integral  del  niño.  Este  es,  en  síntesis, parte del aporte que deja Jean Jacques Rousseau en esa obra clásica de la Pedagogía que es Emilio o la Educación.
 
Esto explica que, según el autor en referencia, sea  la  Geografía  la  primera  ciencia  que  deba  ser estudiada. Por consiguiente, Rousseau (1762/2012: p. 108) sugiere: “Una tarde serena y bella  vamos  a  pasear  por  un  lugar  a  propósito, dejando  ver  plenamente  el  sol  en  su  ocaso”.  En este  enfoque  la  construcción  del  conocimiento hace énfasis en el territorio y no en el mapa; es el despliegue del sentir  y  vivir, para luego  hacer la representación  cartográfica  desde  esa  relación cercana y topofílica.
 
En esta vinculación amorosa con el espacio y su  tiempo  se  constituye  una  prosopopeya pedagógica  que  pone  como  telón  de  fondo  la convivencia  con  la  naturaleza  en  una  proxemia afectiva  que  hace  florecer  la  belleza.  Y  en  esa inspiración  se  gesta  una  formación  que  sustenta la  necesidad  de  una  relación  armoniosa  entre  la humanidad  y  la  Madre-Tierra  como  fuente  de vida.  Sobre  todo,  porque  esa  mirada  cercana  y sensible  puede  ser  también  un  escenario  para  la Pedagogía Poética.
 
Por  otro  lado,  hay  que  agregar  que  desde  la creación  musical  Pestalozzi  (1819/1996:  p.  92) hace  igualmente  sentir  la  vibración  de  la conmoción estética, cuando confiesa: La  deliciosa  armonía  de  una  composición sublime,  o  la  gracia  exquisita  de  la interpretación  de  una  obra  musical,  pueden proporcionar  a  quien  sabe  apreciarlas  una auténtica  satisfacción;  pero  es  el  simple  y natural  encanto  de  la  melodía  que  habla  al corazón de todo ser humano.
 
Así  que,  estamos  ante  la  posibilidad  de  una Pedagogía  propiciadora  de  la  vivencia  estética que  ponga  al  ser  humano  en  un  despliegue integral  de  su  condición  ontológica.  Es  pensar escenarios  de  formación  que  dignifiquen  la creación  y  la  creatividad  en  los  que  aflore  la dimensión artística de cada persona. Es darle una oportunidad  a  la  humanidad  para  que  construya su  quehacer  desde  saberes  compartidos  en  las diversas  interculturalidades  que  emanan  en  una ética y estética constructora de historia y vida.
 
PEDAGOGÍAS DE LIBERACIÓN
 
Estas  Pedagogías  de  Liberación  emergen  en los  espacios  públicos  de  América  Latina  y  el Caribe teniendo gran resonancia en el pensamiento político y en las gestas sociales. En este escenario la Pedagogía se vuelve intercultural,  se  plena  de  compromiso  social  y asume una ética incluyente  y  liberadora. Y en la realización  de  la  estética  de  la  vida  destaca  la policromía  que  plasma  el  paisaje  cultural humano.
 
Desde  luego,  acudimos  al  desafío  de  la construcción  de  la  Liberación  Intelectual  que inaugura  Simón  Rodríguez  con  “Inventamos  o Erramos”. Y es un reto que considera también la independencia  y  liberación  política  desde diversas  manifestaciones  de  la  vida  e  historia latinoamericana.  Es  un  compromiso  y  una tensión que se ha hecho permanente; sobre todo, por  los  variados  mecanismos  de  acecho  y penetración colonialista.
 
En  la  historia  está  la  trata  negrera,  la esclavitud,  las  marcas  del  Carimbo,  las cosmogonías  robadas  a  los  Pueblos  Originarios, las  pugnas  de  los  ancestros,  el  sincretismo  de  la sangre  y  de  la  cultura  que  ha  hecho  posible  la reconciliación,  el  perdón  y  el  destino.  Porque  la Etnopolítica  de  nuestro  cuerpo  es  el  mapa genético  y  cultural  que  señala  el  asiento  y  los signos de las huellas de los antepasados.
 
En el destino de los hijos e hijas de la Madre-África  está  la  vivencia  de  los  mitos  y  lo  mágico en el esplendor de la Divinidad de la naturaleza y su valoración sagrada. Es la expresión de ciertos sincretismos  culturales  y  religiosos  que  sirven para  resguardar  y  mimetizar  la  esencia  de  las Deidades  venidas  de  África.  En  el  baile  de  tambor, en la simbología erótica y multicromática de la danza se manifiesta el mito, el sacrificio, la magia y la vida.
 
En  las  circunstancias  de  la  más  cruenta empresa  totalitaria  de  colonización  y  conquista europea  ocurre  la  esclavitud,  el  etnocidio  y  los más  inhumanos  castigos  y  asesinatos.  Es  la historia  de  la  sangre  derramada  en  nombre  de Dios  y  del  Rey.  Es  también  la  memoria recogiendo  los  pasos  en  leyendas,  canciones, historias y poesía; así como como hace el poeta y pedagogo  Martí  (2011:  p.  70),  en  el  poema  El Esclavo Muerto:
 
Rojo, como el desierto,
salió el Sol al horizonte:
y alumbró a un esclavo muerto,
colgado a un seibo del monte.
 
Un niño lo vio: tembló
de pasión por los que gimen:
¡y, al pie del muerto, juró
lavar con sangre el crimen ¡
 
Estamos  ante  la  impostura  de  la  Etnopolítica de  la  esclavitud  en  la  que  el  destino  es  dictado por otro  y  en  la  que  sólo  hay  sobrevivencia.  Sin embargo, en estas condiciones el espacio vital es circundado  por  las  ceremonias  sagradas  del Ébano que se manifiestan en códigos secretos, en pláticas  de  tambores,  en  la  invocación  espiritual de los Dioses y en las ofrendas de sangre. Y ahí, en ese territorio de lo efímero, habita plenamente la libertad.
 
En el plano social  y político  es para destacar que el problema de la abolición de la esclavitud, en  este  continente,  se  convierte  en  bandera  de lucha  desde  finales  del  Siglo  XVIII  y  durante todo  el  XIX.  El  pueblo  de  Haití  es  ejemplo  e inspiración. Por ello, Bolívar (1819/2004: p. 36), El  Libertador,  lo  plantea  en  estos  términos:  “La esclavitud  es  la  hija  de  las  tinieblas;  un  pueblo ignorante  es  instrumento  ciego  de  su  propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia”.
 
Con  estas  ideas  se  levantan  las  columnas  de las  Repúblicas  Independientes  y  se  limitan  los espacios  de  las  tiranías  monárquicas  europeas. Apostar  por  la  democracia,  la  abolición  de  la esclavitud,  el  saber,  la  educación  y  la  virtud  da cuenta  del  ideario  revolucionario  de  aquellos libertadores.  Es  también  la  influencia  de  los pensadores  más  sobresalientes  de  este  circuito civilizacional  de  Occidente  como  Jean  Jacques Rousseau y Charles Montesquieu.
 
En  estas  circunstancias,  asumir  las  banderas de  la  independencia  se  convierte  en  una complejidad  y  en  una  problemática  de  orden político, militar, internacional, jurídico, económico,  educativo  y  social.  Es  avizorar  la participación  de  diferentes  clases  sociales  en  la conformación  de  la  nueva  sociedad.  Es  conjugar y  confrontar  los  distintos  interese  que  concurren en la formación de los sistemas de gobierno de la Repúblicas Independientes.
 
Esta  preocupación  por  la  libertad  la  expresa Bolívar  (1819/2004:  p.  37),  inspirado  en  uno  de los  principales  pensadores  de  la  Ilustración;  al respecto  menciona:  “La  libertad,  dice  Rousseau, es  un  alimento  suculento,  pero  de  difícil digestión.  Nuestros  débiles  ciudadanos  tendrán que  enrobustecer  su  espíritu  mucho  antes  que logren  digerir  el  saludable  nutritivo  de  la libertad”.
 
En  esta  atmósfera  cultural  y  social  el  debate en  torno  a  la  educación  se  vislumbra  como derecho  y  dispositivo  constructor  de  ciudadanía. Desde  esta  apertura  incluyente  se  asume  la formación de los ciudadanos como aspecto clave del  desarrollo  y  prosperidad  de  las  naciones.  Se trata  de  dejar  atrás  aquella  educación  de  las oligarquías  para  ir  hacia  una  educación  de  las mayorías.
 
Es  así  como  la  educación  de  los  pueblos  se concibe  como  parte  del  proceso  liberador.  Se trata  de  la  formación  de  una  ciudadanía sustentada en el saber y la virtud para dar vida a las  Nuevas  Repúblicas.  Es  también  un  legado cultural  de  la  Educación  y  la  Pedagogía  en  ese afán  gestor  de  humanidad  que  ha  caracterizado los  principales  procesos  de  cambios  sociales  en las naciones del continente americano.
 
En  ese  empeño  de  construir  Repúblicas Independientes, cimentadas en la ciudadanía, está el  compromiso  de  vida  y  pensamiento  de Rodríguez  (1840/2008:  p.  63),  del  Maestro Simón  Rodríguez,  el  llamado  Sócrates  de Caracas, que postula la necesidad de cuatro tipos de conocimiento y de cuatro tipos de instrucción: “Instrucción  social  para  hacer  una  nación prudente;  instrucción  corporal  para  hacerla fuerte;  instrucción técnica para hacerla experta e instrucción científica para hacerla pensadora”.
 
Acá  Simón  Rodríguez  decanta  en  la  síntesis de  su  ideario  pedagógico  la  herencia  de  la Ilustración vertida a las corrientes emergentes de pensamientos  que  asisten  a  la  fundación  de  las Sociedades  Americanas.  Por  ello,  sostiene  la conveniencia  de  una  educación  que  apueste  por la  vocación  científica  y  el  saber,  por  el  trabajo vinculado con el desarrollo sustentable, como por las virtudes sociales necesarias para la convivencia y edificación de naciones independientes.
 
Con Simón Rodríguez acudimos a la vorágine fundacional de una postura pedagógica latinoamericana  inédita  e  insurgente.  Es  una perspectiva  de  pensamiento  que  aspira  a  una formación integral desde una educación compleja y  problematizadora.  Concebida  como  una educación  portadora  de  una  ética  social incluyente  y  liberadora  que  valora  siempre  el compromiso con el ser humano y la sociedad.
 
En los avatares del tiempo la educación hace énfasis  en  la  ciencia  con  la  promesa  de  un conocimiento  científico,  único  y  universal.  En esas diatribas aparece la voz de un latinoamericano  formado  en  profundos  valores humanos y cristianos; es Urdaneta (1865/1992: p. 56)  quien  sostiene:  “No  son  las  ciencias  lo  que forma  al  buen  ciudadano;  sí  es  la  moral,  la primera  enseñanza:  y  el  hombre  tiene  derecho  a ella en las sociedades civilizadas”.
 
En  Amenodoro  Urdaneta  tenemos  a  un humanista  precursor  y  promotor  de  la  literatura infantil  que  en  la  comprensión  pedagógica  del relato  indaga  en  la  moraleja  destellos  de formación en  valores  y  una especial sensibilidad hacia el lenguaje poético. Es una exploración de humanidad,  desde  lo  ético  y  estético,  inspirada por  una  cierta  razón  sensible  que  se  gesta  en  la relación teórico-práctica de la docencia y en una visión de convivencia civilizada.
 
En  esta  incursión  ética  y  estética  que  le  da sentido  y  vida  al  Magisterio  de  Amenodoro Urdaneta  la  formación  de  ciudadanía  para  la convivencia  avizora  valores  cívicos  en  una sociedad  que  ha  de  aprender  a  resolver  sus conflictos superando el método de la guerra entre hermanos.  En  esta  sensibilidad  emana  una apuesta  por  la  vida  que  en  el  escenario  de  lo pedagógico  se  nutre  de  poesía  y  fábula  para construir un imaginario estético de la existencia.
 
En  ese  devenir  histórico  transversalizado  por el  desarrollo  de  las  sociedades  el  Movimiento Magisterial  se  constituye  en  institución  de opinión  política  y  lucha  social.  El  Maestro  se proyecta  como  un  líder  que  manifiesta  una intelectualidad  crítica  facilitadora  de  saberes inéditos  y  compartidos  que  elevan  ideales  de justicia social desde vivencias en comunidad.  He  ahí  la  importancia  de  la  labor  social  y pedagógica  del  Maestro.  Para  Mariátegui (1925/1985: p. 71) se trata de una responsabilidad; es decir, de  un talante ético por el  cual  el  Maestro:  “No  puede  ser  indiferente tampoco  a  la  suerte  de  los  ideales  y  de  los hombres que quieren dar a la sociedad una forma más  justa  y  a  la  civilización  un  sentido  más humano”.
 
Esta confrontación de posturas que ocurre en el espacio escolar va más allá de lo político; por ello,  en  la  legitimación  del  modo  de  producción capitalista  se  intenta  imponer  un  modelaje  de valores  ideológicos  asociados  a  la  exaltación  de un  mercado  comprometido  con  el  consumo  de etiquetas. Esto en detrimento de productos que le dan identidad, color y sabor a una historia local.
 
El desafío de construir una sociedad más justa pasa  necesariamente  por  la  superación  de  un capitalismo  dependiente  y  depredador  que  se  ha caracterizado por mecanismos de superexplotación  y  opresión  del  trabajador (Sanoja  2006:  p.  64).  Esto  significa  también  la lucha  por  hechos  y  derechos  para  poder  vivir humanamente, compartiendo en comunidad en la manifestación  de  una  ciudadanía  participativa  y responsable.
 
En  esa  comprensión  de  la  historia  de  la transformación de la sociedad el espacio público de  la  educación  es  epicentro  de  esa  tensión epocal en la que se expresan distintas tendencias del pensamiento político. En esas discursividades se  gesta  la  crítica  a  una  problemática  social  que da  cuenta  de  los  oprimidos  y  la  cadena  de injusticias  que  les  acechan.  Por  ello,  esa  batalla por la transformación del mundo se puede iniciar con la inclusión y prosecución escolar.
 
Entonces, en este aspecto coincido con Freire (1993: p. 29), quien nos dice en su Pedagogía de la  Esperanza  que:  “La  educación,  en  cuanto práctica reveladora, gnoseológica, no efectúa por sí  sola  la  transformación  del  mundo,  aunque  es necesaria para ella”.
 
En tal sentido, la enunciación de la crítica a la razón  capitalista  implica  deslindar  con  el neoliberalismo como mecanismo de poder de los mercados  que  propicia  la  ciudadanía  del consumo.  Esto,  porque  en  esa  vitrina  o  imagen digital  se  desplaza  el  capitalismo  imperial globalizante ataviando y habitando a las personas con etiquetas e ideas alienantes.
 
En  esa  confrontación  de  valores  los  espacios públicos de la educación deben ser vitalizados de diálogos  insurgentes  para  decir  las  verdades sociales,  culturales,  económicas  y  políticas.  En este  intercambio  de  opiniones  pueden  emerger nuevas teorías para resignificar la comprensión y transformación  del  mundo,  desde  lo  vivido  y soñado,  en  la  promoción  de  una  ciudadanía creadora  de  semiotizaciones  cargadas  de  una ética solidaria y una multivocalidad estética.
 
Este  clima  de  contradicciones  es  vivido  por los inmigrantes latinos en la sociedad estadounidense. En ese contexto surge la palabra de  McLaren  y  Jaramillo  (2006:  p.  163) postulando la necesidad de:
 
Una  pedagogía  crítica  humanizante  que  esté arraigada  en  las  dimensiones  culturales, espirituales y lingüísticas de la vida diaria. Sin embargo, una pedagogía humanizante también se  basa  en  una  crítica  a  las  prácticas  y relaciones  sociales  materiales  asociadas  con las formaciones capitalistas contemporáneas.
 
Al  respecto,  se  plantea  el  cuestionamiento  a una clase política transnacional que compone  un nuevo  bloque  capitalista  histórico  global  que lleva  adelante  la  versión  de  esa  política imperialista.  De  ahí  que  la  lucha  por  la ciudadanía  sea  un  elemento  clave  ante  la imposición de este modelaje cultural que pone en escena  diversos  mecanismos  de  validación  y subjetivación  que  se  expresan,  principalmente,  a través de los sofisticados medios de comunicación  e  información  audiovisual  y  las llamadas redes digitales. Esto se pone a cargo de la  problemática  de  discriminación  racial  y estratificación  social  que  se  vive  en  la  sociedad estadounidense y que encuentra a los inmigrantes latinos como víctimas de primera línea.
 
El  desafío  de  esa  Pedagogía  Crítica Humanizante que llevan adelante Peter McLaren y  Nathalia  Jaramillo  recupera  el  sentir  y  el sentido de la vida cotidiana de los latinos en ese contexto de  “inmigrantes”. Es una  revitalización de  la  Pedagogía  en  una  realización  creadora  de compasión,  solidaridad  y  de  compartir  en comunidad. Se concibe como escenario de lucha por  la  ciudadanía  y  la  dignidad  en  las  entrañas del Imperio.
 
Esta  Pedagogía  es  un  manifiesto  ético  de humanidad  en  una  sociedad  complejizada  y transversalizada por el reto de las interculturalidades.  En  ese  contraste  espiritual, cultural  y  lingüístico  ocurre  la  palabra  como proxemia vital en la convivencia de la diglosia y las  alteridades.  Esa  construcción  ética  y  estética ha  de  estar  regida  por  el  diálogo  para  dar  una nueva oportunidad a estos habitantes de Babel.
 
Es  en  la  tesis  de  Téllez  (2009:  p.  23)  una Pedagogía  del  Encuentro  que  está  orientada  a superar  las  relaciones  de  dominación  que  hacen inhóspitos los espacios educativos. Así, educar es el  arte  de  una  vivencia  ética  y  estética  que  da apertura  a  un  nuevo  modo  de  vivir  y  sentir  el mundo;  que  crea  el  clima  cultural  para  una sensibilidad  esencial  que  se  gesta  como  obra  de sentidos diversos y compartidos.
 
Además,  en  esta  concepción  la  palabra emerge  como  un  nuevo  modo  de  comprender  y conocer que se asume en clave de ideografía para el  agenciamiento  de  una  epistemología  de vitalidad sensible. En esta sensibilidad el saber se manifiesta  en  los  espacios  de  la  vida,  en  las voces,  memorias  e  imaginarios  de  hombres  y mujeres que son historia, arte y pueblo. Por tanto, es la superación del proceso de positivización del conocimiento  que  se  formula  en  una  orientación monolítica.
 
Es la búsqueda de una palabra impregnada de poesía que quiere traducir el instinto del instante de creación en el impulso del pálpito de la sangre que  le  da  voz  a  la  gramática  ancestral  de  un verbo  creador.  Palabra  de  poesía  que  quiere comprender  un  cierto  arte  de  contemplación durante  el  poniente  del  astro  mayor.  Danza poética, cadencia de voz, vitalidad sensual de un pueblo que es creación.
 
Ha de ser un reconocimiento y una valoración a los pueblos de América Latina como dueños de su tierra, su historia, su arte y destino. En el cada día  sea  una  nueva  oportunidad.  Como  postuló Rodríguez  (1842/2008:  pp.  106-108)  en  esa epopeya educativa que podríamos nombrar como Pedagogía de Encuentro de las Interculturalidades,  en  la  que  reclama  la formación  de  la  gente  pobre:  Huasos,  Chinos, Bárbaros,  Gauchos,  Cholos,  Huachinangos, Negros,  Prietos,  Gentiles,  Serranos,  Calentanos, Indígenas,  Gente  de  Color,  Gente  de  Ruana, Morenos,  Mulatos,  Zambos,  Blancos,  Porfiados, Patas Amarillas, Tercerones, Cuarterones, Quinterones,  Salta  Atrás  y  que  se  pueda  hablar de  asuntos  políticos  en  Araucano,  Pehuenche, Quichua, Aimará, Guineo o Ilascalteca.
 
Con  esta  Pedagogía  del  Ideario  de  Simón Rodríguez  hay  que  situar  la  piedra  fundacional de  una  ética  educativa  incluyente  y  el compromiso con el destino libertario latinoamericano.  Es  un  pensamiento  ecuménico para  todo  ese  decorado  multicolor  humano formado por todos esos tonos  y  matices que  han sido  impregnados  de  discriminación  étnica  y social.
 
En esta manifestación de las interculturalidades se debe reinventar permanentemente la concepción de ciudadanía en América  Latina.  Ha  de  ser  un  ciudadano  crítico, actor  de  una  convivencia  democrática  basada  en la participación cívica  y garante del bienestar de los  miembros  de  la  sociedad.  De  este  modo,  los espacios públicos de la educación han de cultivar la comprensión de los retos epocales como lo han hecho  Simón  Rodríguez,  José  Martí  o  Paulo Freire.
 
A MODO DE CONCLUSIONES
 
En  esta  preocupación  por  dar  cuenta  de  los cambios epocales en su relación con la educación nueva  y  el  devenir  de  la  Pedagogía  se  expresan los  grandes  pensadores  y  pedagogos  que habiendo  sido  intérpretes  y  protagonistas  han aportado sus tesis e ideas por las transformaciones sociales, culturales y educativas. De esta manera registran sus nombres y teorías en la Historia de la Pedagogía.
 
Es  para  destacar,  por  ejemplo,  que  en  aquel escenario  de  la  Grecia  Antigua,  en  medio  del diálogo  y  la  diatriba,  se  gesta  y  se  funda  la Paideia como compromiso y promoción del saber y  la  formación  de  ciudadanía.  Es  la  palabra  de Sócrates junto a la de Protágoras en la invención de  metáforas  y  categorías  que  son  el  más importante  patrimonio  de  la  cultura  que  ha dejado aquel mundo para contribuir al destino de la humanidad.
 
En  este  sentido,  hay  que  puntualizar  que  el despliegue de esta red de relaciones interculturales  de  la  civilización  occidental  se amplía  con  el  giro  de  la  mundialización  que  se caracteriza  por  una  mayor  vinculación  entre Europa  y  América;  principalmente,  durante  ese epicentro  epocal  que  ha  sido  llamado  como Ilustración.  En  dicho  tiempo  ocurre  un importante auge en los diversos campos del saber que  deja  aportes,  aciertos,  desaciertos  y compromisos que se expresan en ese archivo a la posteridad  que  son  también  páginas  de  luces  en el itinerario de la Pedagogía.
 
He  ahí  la  importancia  de  esta  indagación genealógica  de  la  Educación  y  la  Pedagogía  que nos  ha  permitido  una  comprensión  de  ciertos procesos  culturales,  históricos  y  socio-políticos en  los  que  ha  vibrado  el  performance  de  la formación. Sobre todo, desde este contraste de la civilización occidental, en este escenario latinoamericano  y  caribeño  en  el  que  vivimos desde  el  embrujo  permanente  de  la  palabra  y  la utopía.
 
Este  itinerario  del  ser  latinoamericano encuentra  en  las  semillas  de  estas  memorias  las manifestaciones  de  un  gentilicio  que  se  ha gestado  en  el  misterio  y  la  magia  de  una  cultura cargada de poesía, humanidad y sabiduría. Es un testimonio  de  vida  devenido  de  subjetivaciones creadas  en  la  fascinación  de  una  espiritualidad que  se  manifiesta  en  el  mundo  de  hoy  en  una gestualidad  vivencial  inédita.  Así,  lo  visible  e intangible describen la silueta de una humanidad que  siente  y  expresa  su  patrimonio  ético  y estético en estos parajes  del mundo.
 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
 
1.ARISTÓTELES. 2013. Política. Disponible en línea en:  http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_ digital/, p. 129. (Acceso 14.06.2016).
          [ Links ]
2.ACF (ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE FRANCIA). 1789.  Declaración  de  los  Derechos  del Hombre  y  del  Ciudadano,  20  al  26  de agosto de 1789.
          [ Links ]
3.BOLÍVAR S.  2004.  Discurso  de  Angostura.  En Páginas  Escogidas.  Monte  Ávila  Editores Latinoamericana,  Caracas,  Venezuela,  pp. 31-67.
          [ Links ]
4.COMENIO J.   1998.  Didáctica  Magna.  Editorial Porrúa, Buenos Aires, Argentina, pp. 231.         [ Links ]
 
5.DEFOE D. 2008. Aventuras de Robinson Crusoe. Centro  Editorial  PDA,  Pekín,  China,  pp. 469.         [ Links ]
 
6.FOUCAULT M.  1992.  Microfísica  del  Poder. Ediciones  de  la  Piqueta,  Madrid,  España, pp. 315.
 
7.         [ Links ]FREIRE P.  1993.  Pedagogía  de  la  Esperanza.  Un Reencuentro con la Pedagogía del Oprimido. Siglo veintiuno Editores, México, México, pp. 226.
          [ Links ]
8.ISÓCRATES.  2007.  Sobre  el  cambio  de  Fortunas. En:  Discursos.  Editorial  Gredos,  Madrid, España, pp. 303-384.
 
9.         [ Links ]JAEGER W.  2001.  Paideia.  Fondo  de  Cultura Económica, México, México, pp. 473.
          [ Links ]
10.KANT I.  2003.  Pedagogía.  Ediciones  Akal, Madrid, España, pp. 112.         [ Links ]
 
11.MARIÁTEGUI J.  1985.  Los  Maestros  y  la  Nuevas Corrientes.  En:  Temas  de  Pedagogía Latinoamericana. Editorial El Buho, Bogotá, Colombia, pp. 66-71.
          [ Links ]
12.MARTÍ J.  2011.  El  Esclavo  Muerto.  En: Identidades:  Antología  de  Poesía  Negra Americana.  Editorial  Arte  y  Literatura,  La Habana, Cuba, pp. 69-70.
 
13.         [ Links ]MCLAREN P, JARAMILLO N.  2006.  Pedagogía  y Praxis  en  la  Era  del  Imperio.  Hacia  un Nuevo  Humanismo.  Editorial  Popular, Madrid, España, pp. 218.         [ Links ]
 
14.ORTIZ-OSES A.  2005.  Claves  de  Hermenéutica para  la  Filosofía,  la  Cultura  y  la  Sociedad. Universidad de Deusto, Bilbao, España, pp. 322.
          [ Links ]
15.PESTALOZZI J.  1996.  Cartas  Sobre  Educación Infantil.  Editorial  Tecnos,  Madrid,  España, pp. 150.
 
16.         [ Links ]PLATÓN.  1988.  Las  Leyes  o  de  la  Legislación. En: Diálogos. Ediciones Universales, Bogotá, Colombia, pp. 7-313.
          [ Links ]
17.PLATÓN.  2003.  La  República.  Alianza  Editorial, Madrid, España, pp. 604.
 
18.         [ Links ]PLATÓN.  2005.  Protágoras  o  de  los  Sofistas.  En: Diálogos.  Ediciones  Universales,  Bogotá, Colombia, pp. 127-170.         [ Links ]

19.RAMÍREZ G.  2006.  Notas  sobre  la  Retórica  de Isócrates.  Revista  Noua  Tellus,  Nº  24-1. UNAM,  México.  Disponible  en  línea  en: /www.iifilológicas.unam.mx/nouatellus (Acceso 14.06.2016).
          [ Links ]
20.RODRÍGUEZ S.  2008.  Luces  y  Virtudes  Sociales. En:  Inventamos  o  Erramos.  Monte  Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela, pp. 37-96.
          [ Links ]
21.RODRÍGUEZ S. 2008. Sociedades Americanas.  En: Inventamos  o  Erramos.  Monte  Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela, pp. 97-179.
          [ Links ]
22.ROUSSEAU J.  1993.  El  Contrato  Social.  Ediciones Altaya, Barcelona, España, pp. 140.
 
23.         [ Links ]ROUSSEAU J.  2012.  Emilio  o  la  Educación. Ediciones  Librodot,  Madrid,  España,  pp. 338.
          [ Links ]
24.SANOJA M. 2006.  Memorias  para  la  Integración. Ensayo  sobre  la  Diversidad,  la  Unidad Histórica y el Futuro Político de Sudamérica y  El  Caribe.  Monte  Ávila  Editores Latinoamericana,  Caracas,  Venezuela,  pp. 87.
          [ Links ]
25.STEINMAN B.  2008.  Paideia  Reformista,  Agoge Espartana  y  la  Práctica  del  Placer  y  del Dolor en la Leyes de Platón. Universidad de Buenos  Aires,  Buenos  Aires,  Argentina. Disponible en línea en: http://institucional.us.es/revistas/habis/39/02%20Steinman.pdf (Acceso 14.06.2016).
          [ Links ]
26.TÉLLEZ M.  2009.  Educación,  Comunidad  y Libertad.  Notas  sobre  el  Educar  como Experiencia Ética y Estética. En: El Reto de la Formación Docente. Editorial Laboratorio Educativo, Caracas, Venezuela, pp. 15-35.         [ Links ]
 
27.URDANETA A.  1992.  El  Libro  de  la  Infancia.Biblioteca  Nacional,  Caracas,  Venezuela, pp. 296.         [ Links ]
 
28.VILLAGRA P. 2002. Diálogo, Justicia y Educación. La  Paideia  Socrático-Platónica  Frente  a  la Educación Sofista en el Gorgias. Universidad Nacional de La  Plata, La Plata, Argentina. Disponible en línea en: http://scielo.org.ar/scielo.php?pid.  (Acceso 14.06.2016).         [ Links ]