INTRODUCCIÓN
Cada pueblo, ciudad o país está estrechamente vinculado a su historia y a los procesos que vivieron para forjar o construir lo que en la actualidad se conoce de cada uno. Por ello, conocer y valorar estos eventos previos, es vital para construir una identidad propia en niños y jóvenes, con el fin de reconocerlos como parte de una comunidad y estimar los aportes que se dan a lo largo de la historia y los cambios sociales correspondientes a cada época.
En Colombia, desde hace un tiempo, se ha venido interpelando el valor social y cultural que las distintas comunidades tienen por los aportes dados al país como tal. Las comunidades afrocolombianas, son una muestra de esos aportes realizados a la sociedad y a ellos como grupo étnico para ser reivindicados y apreciados en toda la república.
Estas colectividades afrocolombianas están compuestas por hombres y mujeres que poseen un linaje lingüístico, étnico y cultural africano. Está determinada por descendientes provenientes de diversas regiones y etnias de África que llegaron al continente americano en situación de esclavos, generándose así una mezcla de cultura, que hoy se considera de gran riqueza.
Asimismo, se caracterizan por el alto valor que les dan a los recursos naturales para la sostenibilidad del planeta y para la biodiversidad, mostrándose de acuerdo así, con las costumbres relacionadas con el cuidado y el uso de los diferentes espacios del territorio. Esto hace que se reconozca en ello la importancia del lugar dónde se encuentran y de las tradiciones socioculturales, siendo las festividades la representación del sentimiento colectivo, transitando algunas de ellas, entre lo divino y lo mundano, y siendo además, el reflejo del proceso adaptativo y de diversas formas de reinterpretación de los símbolos y significados culturales.
Sin embargo, no todo se produjo a través de relaciones amenas, sino que estas etnias debieron sobrevivir a procesos de supervivencia y confrontaciones durante años, aceptando principalmente ser esclavos, lo cual refería el hecho de ser tratados como objetos comerciales, convenciéndolos de asemejarse a muebles. De igual modo, eran transportados como ganado, sus nombres les fueron arrancados de la cultura africana, se les prohibió su sistema de salud tradicional y su lengua, les fueron destruidos sus valores de la africanidad así como sus culturas: los reinventaron. A esto se agregan los procesos de desplazamiento forzoso de sus comunidades, quedando devastadas y teniendo la difícil tarea de volver a iniciar y centrarse en una nueva tierra, para librar nuevas batallas y hacer prevalecer los derechos que les correspondían, sin ninguna distinción.
Por consiguiente, estas sociedades guardan una relación directa y explícita con el devenir histórico afrodescendiente, por lo que entender su cultura y tradiciones, costumbres y organización, devela un significado vital para la formación de los individuos y la posibilidad de entender y valorar de dónde vienen y los frutos que han dado a la sociedad colombiana en general. Además, se reconocen los diversos aportes que estas comunidades han dado, como la música, los ritos de culto, la medicina natural y sobre todo las luchas consecuentes enfrentadas para mostrarse como parte de una sociedad y no como una etnia aislada y desligada de la historia de un país.
El gobierno colombiano, en materia constitucional se encuentra en vanguardia, en referencia a América Latina, en cuanto al reconocimiento sociopolítico y legal de las distintas etnias y colectividades y sus derechos humanos, para posibilitar su inserción en la vida política y económica de Colombia.
El Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y tribales en países independientes de la OIT, en su artículo 1, “define a los pueblos tribales como aquellos cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional y que están regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislación especial” (Acnur-Colombia, 2011; p.16). Es decir, un grupo con características específicas y propias de su cultura, pero con los mismos derechos que el resto del pueblo colombiano. Lo cual, a su vez también se sustenta en el artículo 7, de la Constitución Política de Colombia (1991), el cual establece que “El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana. Por tanto, el mismo estado velará por los derechos y garantías de las distintas etnias afrodescendientes del país” (p. 2).
Es visible entonces, que a lo largo de la historia, estos pueblos o etnias han ido cobrando una mayor fuerza dentro de Colombia tanto en intereses y derechos, por ende, se han ido incrementado los movimientos que realzan la participación activa de estos pueblos en la identidad del país colombiano. Sin embargo, hace falta un empuje más, llevar un poco más allá la importancia de promoverlos entre la colectividad en general y la importancia de valorar, respetar y reconocer los pueblos afrodescendientes como promotores culturales, lingüísticos y sociales de esta nación.
Este último tópico, permite que se abra una nueva posibilidad para dar paso a un reconocimiento certero de estos pueblos, y es el valorar la afro historia dentro del margen educativo, con la intención de darlos a conocer más a fondo como pueblos fundamentales de muchas de las costumbres y tradiciones colombianas. Lo expuesto trae a colación que, en los últimos años, el Gobierno colombiano nacional ha profundizado sus esfuerzos en procura de mejorar la educación para la población afrocolombiana, e incorporar su dimensión étnica en el sistema educativo.
Para alcanzar estos propósitos, desde la Ley 70 de 1993, se aborda la cuestión de la educación en tres dimensiones: la educación autónoma, la educación para la competitividad y la etnoeducación. Asimismo, establece en su artículo 32, que:
El estado colombiano reconoce y garantiza a las comunidades negras el derecho a un proceso educativo acorde con sus necesidades y aspiraciones etnoculturales. La autoridad competente adoptará las medidas necesarias para que, en cada uno de los niveles educativos, los currículos se adapten a esta disposición (Ley 70, 1993).
Es decir, que existe además un precedente legal y educativo que, en función de las características afrodescendiente colombianas, les respalda. Ahora, el faltante sería, que no solo se promueva el auge educativo de estos pueblos, sino que desde el currículo educativo de Educación Básica de las instituciones educativas colombianas, se pueda visualizar la afro historia mediante distintas estrategias como parte representativa de la cultura de un país, que nació de la lucha de estos pueblos y que ha dado aportes sobresalientes a Colombia y a sus individuos. Por ende, es oportuno plantearse ¿Cuáles estrategias educativas y curriculares permiten visibilizar los aportes, luchas y valores culturales de los pueblos afrodescendientes en la educación colombiana? Un pueblo se construye desde su historia y antepasados, eso no se puede quedar solo como pasado, hace falta siempre plantearlo en el presente educativo de todo país.
METODOLOGÍA
La metodología empleada para el desarrollo del presente artículo, centrado en describir la Afro Historia, una iniciativa para visibilizar los aportes, luchas y valores culturales de los pueblos afrocolombianos en el sistema educativo, se enmarca en una investigación de tipo documental con diseño bibliográfico. Al respecto, Vivero y Sánchez (2018), citando a Baena (1985), indican que la investigación documental es un tipo de estudio donde se aplican técnicas que permiten la selección, recopilación y procesamiento de información, mediante la lectura y crítica de documentos y materiales bibliográficos.
Para culminar este apartado, los documentos en torno al tema sobre la afro historia en la educación colombiana, se seleccionaron en virtud de que estos fueran producciones académicas-científicas, devenidas de artículos científicos, memorias de congreso, conferencias y publicaciones académicas, presentadas de manera electrónica y en idioma español.
PRESENTACIÓN Y DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Afro historia una forma de visibilizar las comunidades afrocolombianas a través de la etnoeducación
Como se ha visto, la cultura africana ha jugado un rol importante y significativo en la formación de los individuos del pueblo colombiano, y no solo aquellos pertenecientes a distintas etnias, sino a la comunidad en general, puesto que ha marcado la vida de cada uno con los aportes dados, los cuales han sido abarcados desde distintas ópticas. No obstante, es preciso revalorizar estos aportes desde los procesos educativos con la intención que se aprecie en mayor grado, las luchas y valores socioculturales que se han logrado por dichos pueblos.
Colombia es un país “multicultural” y “pluriétnico”, según lo expresado en su constitución; sin embargo, la diversidad que se cree está en sus comidas o fiestas, realmente, va mucho más allá de ello, ya que este sentido de multiplicidad evidenciado a nivel constitucional refiere que el territorio nacional integra toda una serie de comunidades, las cuales en esencia, tienen maneras absolutamente ajustadas de imaginar el mundo y la realidad, tan propias que pueden hasta ser opuestas con las de otros, y que iniciaron desde los descubrimientos en el Nuevo Mundo y los procesos que de allí en adelante surgieron, permitiendo que la diversidad se vinculara a regiones e hiciera apropiaciones particulares de los distintos territorios colombianos.
Este híbrido de identidades se refleja sobre manifestaciones que trascienden los límites de la región para presentarse en escenarios de contexto nacional o incluso mundial, dejando entrever los cambios surgidos desde la llegada de una cultura distinta, la cual requiere ser reconocida y reafirmada por las distintas generaciones.
Hablar entonces de este proceso, es referir obligatoriamente a las comunidades afrocolombianas, al arraigo sociocultural que poseen y a las constantes luchas para lograr realzarse como una comunidad valiosa, que sentó bases en la historia colombiana y que indiscutiblemente amerita ser abordada desde los procesos educativos, por su gran valor histórico y formativo para los individuos de una nación.
El Gobierno colombiano en conjunto con el Ministerio de Educación Nacional. como ya se ha planteado, ha buscado el modo de desarrollar políticas educativas que promuevan el desarrollo de las distintas comunidades del país, sin embargo, la realidad supone que no se han alcanzado los objetivos plenamente, dado que las leyes por si solas no son suficientes para ello y las estrategias planteadas en algunos casos aun muestras vacíos. Pese a ello, entre esas estrategias, la etnoeducación ha sido la que mejor ha calado positivamente, puesto que, como modelo educativo, plantea un modo de acercamiento a las historias culturales africanas, sus influencias, descolonización y arraigo de las mismas.
Entendiendo la Etnoeducación como “aquella que se ofrece a grupos o comunidades que integra la nacionalidad y que posee una cultura, una lengua, unas tradiciones y unos fueros propios y autóctonos. Educación que debe estar ligada al ambiente, al proceso productivo, al proceso social y cultural con el debido respeto a sus creencias y tradiciones" (Ley General de Educación, 1994). Es, por tanto, una estrategia pensada para abordar una población con intereses y necesidades distintas. Es a partir de la Constitución de 1991, que la etnoeducación afrocolombiana cobró auge y reconocimiento a nivel nacional, fruto de las gestiones organizacionales regionales que líderes y docentes generaron años anteriores.
Partiendo de estos primeros principios etnoeducativos, y que valorizaron la individualidad representativa de las regiones afrocolombianas, surge la Comisión Pedagógica Afrocolombiana, establecida con:
Decreto 2249 del 22 de diciembre de 1995 fue creada la Comisión Pedagógica de Comunidades Negras (CPCN), para asesorar al Ministerio de Educación Nacional en lo referido a programas, planes y proyectos educativos para estas poblaciones. En la década de los años noventa se suscitaron episodios importantes en el proceso, fue así como el MEN inició su proceso de reconocimiento de las experiencias de educación propia de las comunidades afro y de sus proyectos etnoeducativos. Es a partir de ese momento que se institucionaliza este término (Castillo, 2015, p. 26).
Es decir, que la etnoeducación permitió la revolución educativa de los pueblos colombianos, pero no solo para ser insertada en el Ministerio de Educación Nacional, sino para respetar y reconocer los procesos socioculturales de las etnias y sobre todo para reconocer su aporte social a un país forjado por sus luchas. Basado en ello, se da un paso adicional en las poblaciones afrocolombianas, creando además, una formación para docentes con bases etnoeducativas, que afianzó una historia de querella y conquista en el área de las políticas públicas etnoeducativas.
Como se plantea, existe un camino recorrido a través de la etnoeducación en cuanto a las posibilidades de sentar bases y fundamentos de valor en la educación de los afrocolombianos. Y, además institutos y leyes que le avalan, no solo para estrategias organizacionales, sino también para el fomento de preparación a docentes que puedan moverse dentro de estas áreas de formación y se capaciten para formar a otros en el conocimiento de una cultura que es la raíz de todo el ámbito, político, sociocultural y lingüístico de un país.
Ahora, bien, si ya están las leyes y están quienes fomentan el desarrollo de dicha cultura (educadores) y los proyectos base, hace falta entonces generar estrategias que despierten la sensibilidad y el interés en la población en general, en los distintos entes educativos y sus estudiantes por conocer, apropiarse y entender a los afrocolombianos y sus estilos de vidas.
Cátedra de Estudios Afrocolombianos, una vía para para la valorización en los centros educativos
Todo proceso educativo, debe partir de la investigación y estudio de quienes serán atendidos y, por ende, formados. Esto con la intención de reconocer y valorar el contexto que le circunda y la cultura que poseen, a fin de desarrollarla en los individuos. En consecuencia, Colombia, por su extensa población y por la variedad étnica que les caracteriza, ha procurado durante las últimas décadas, innovar en la forma de abordar los procesos educativos y la prosecución de contenidos para solidificar la educación y los cimientos históricos que le preceden. En este orden de ideas, Ruiz y Medina (2014), desde lo expresado por Medina (2009); Domínguez (2006) y González (2011) exponen:
La gran diversidad étnica y cultural de la sociedad colombiana, exige superar los enfoques educativos unificadores, homogeneizadores y asimilacionistas que han ignorado de manera sistemática los aportes de las poblaciones indígena y negra a la construcción de la sociedad latinoamericana y seguir avanzando en una corriente de reflexión pedagógica que lleve a la modificación sustancial de las prácticas educativas y que estimule a los docentes a ensayar nuevas estrategias que respondan de alguna manera a las particularidades de los alumnos, que planteen la interacción entre culturas partiendo del conocimiento, el respeto y la valoración mutua (p.7).
Por lo cual, se precisa así un grupo de estrategias innovadoras y aplicables para que sean reconocidas en la nación colombiana, considerando los aportes dados por la comunidad afrocolombiana al país. Entre esas estrategias planteadas, perfila adecuadamente la Cátedra de Estudios Afrocolombianos que, según los mismos Ruiz y Medina, (2014)
[…] se inscribe en el proceso de construcción conceptual y desarrollo de la etnoeducación en Colombia. Es una herramienta para la investigación, el análisis y la reflexión sobre la historia y la problemática de las poblaciones afrodescendientes, y ofrece alternativas pedagógicas para la construcción de una cultura de respeto y valoración de la diversidad étnica y cultural (p.9).
La misma es aplicable tanto a afrodescendientes como a toda la nación, ya que tiene como fin que el estudiantado en general, conozca los valiosos aportes de la población afrocolombiana a la construcción de la nación. Por tanto, el primer paso a dar es que todas las personas relacionadas con las actividades educativas se apropien de este conjunto de alternativas curriculares y pedagógicas que ofrece, en las dos partes que le componen, para poder implementarlas según la necesidad del espacio a trabajar. Al respecto, Rojas (2008) explica que:
Estas propuestas metodológicas contienen indicaciones para el trabajo por áreas, niveles y grados. Cada núcleo desarrolla una temática/problemática específica, al tiempo que ofrece a los maestros orientaciones en cuanto a las formas de abordar las problemáticas propuestas de acuerdo a las áreas y grados en que se organiza el plan de estudios. Ello quiere decir que cada núcleo puede ser abordado en diversas áreas y grados, así como puede suceder que no sea abordado en algunos de ellos. No se trata de ofrecer un recetario, sino más bien un menú de opciones para el maestro. Sumado a ello, el documento contiene un conjunto de imágenes (mapas, ilustraciones, fotografías) que se ofrecen como herramientas didácticas para el trabajo educativo y un amplio número de referencias bibliográficas que podrán ser consultadas por maestros y estudiantes (p.22)
Para promover una enseñanza realmente significativa, la cátedra de Estudios Afrocolombianos, propone, entre los múltiples objetivos de sus lineamientos curriculares, replantear los enfoques pedagógicos y didácticos que orientan el abordaje de temas, problemas y actividades de aprendizaje relativos a la cultura de las comunidades afrocolombianas, afroamericanas y africanas, a fin de conocer y exaltar sus aportes histórico-culturales, ancestrales y actuales en la construcción de la nación colombiana, y como forma de reconocer y difundir los procesos de reintegración, reconstrucción, resignificación y redignificación étnica y cultural de los descendientes de los africanos esclavizados en Colombia, en la perspectiva de nuevas lecturas y sobre la configuración de la identidad nacional (Ministerio de Educación Nacional, 2001).
En el marco de estos objetivos, se ha de desplegar un proceso de enseñanza y aprendizaje de manera oportuna y completa, a partir del grado de escolaridad, edad y la diversidad cultural de los estudiantes, permitiendo fraguar una analogía entre el proyecto de vida de los estudiantes con las distintas áreas de conocimiento. En consecuencia, y luego de apropiarse de las orientaciones y objetivos de las políticas educativas, lo siguiente es conocer a profundidad dicho documento y tomar las principales estrategias pedagógicas que se ofrecen. Entre ellas, se destacan:
Transversalizar el proceso pedagógico. Se aspira mirar toda la práctica educativa como una ocasión para que los aprendizajes constituyan sus dimensiones cognitivas y formativas, impactando no sólo en el currículum establecido, sino también exhortando a la cultura escolar y a todos los actores que forman parte de ella.
Botero, (2008) afirma lo siguiente: “Los ejes transversales se constituyen, entonces, en fundamentos para la práctica pedagógica, al integrar los campos del ser, el saber, el hacer y el convivir, mediante conceptos, procedimientos, valores y actitudes que orientan la enseñanza y el aprendizaje” (p.2). Por lo cual, su aplicación es oportuna, dado que permite vislumbrar una temática desde todos los componentes que le forman y las utilidades que presentan, generando un aprendizaje significativo, que perdura en el tiempo y realza los valores como fundamento en la formación de los individuos.
A través de esta metodología se persigue la participación activa del estudiante, por medio de interrogantes precisas que el docente hace. Despertándose el interés por parte de los estudiantes de manifestar sus gustos, sus deseos, sus necesidades y así, en común acuerdo, hallar el fin de la enseñanza que se anhela. Desde esta perspectiva, es el docente quien propone los objetivos a los que se espera llegar, más el mismo no se palpa de manera inmediata, puesto que se va más allá y se desarrolla un sentido de compromiso entre el estudiante y su aprendizaje, favoreciendo la adquisición de conocimientos y su utilidad en la realidad circundante de los aprendices.
Generar la producción de materiales didácticos: el desarrollo de los recursos educativos permite distinguir entre la comprensión de los contenidos y las unidades deseadas para el aprendizaje, estableciéndose que la calidad del diseño de cada herramienta en cuanto a forma y fondo, es la clave para lograr el éxito en los procesos de educativos.
Mora y Sánchez (2017), desde lo inscrito por Flórez Ochoa (1999), expresan que la pedagogía debe posibilitar el desarrollo de estrategias para fortalecer los procesos etnoeducativos afrocolombianos desde la escuela. Por ende, la producción de material didáctico debe estar dirigido a proponer un modo y un camino que favorezca el aprendizaje. Por ello, generar nuevos implementos textuales, tecnológicos y artísticos que promuevan el aprendizaje y que se adapte al estudiante para la promoción y realce de la cultura afrocolombiana es de vital importancia. Este último apartado, permite abordar este tópico, en la promoción de la afrocolombianidad y sus aportes, dado que, si se encuentra el modo de despertar el interés del estudiante por las raíces afro históricas, entonces se tendrá recorrido un gran trecho de la meta a alcanzar.
Los estudiantes actualmente aprenden de una forma más dinámica y participativa, por ser entes activos de su formación, por tanto, si las actividades con las que se desarrollen ciertos contenidos les permite acercarse de manera más práctica y funcional al hecho educativo, entonces más fácil será afianzar el contenido. A través de la experiencia docente, entre las actividades a emplear están: promoción de seminarios, elaboración de líneas de tiempo, realce de actividades culturales intercolegiales, difusión informativa a través de elaboración de flyers, videos informativos, entre otros., que posibiliten el arraigo, identificación y difusión de los distintos aportes de la afro historia a las comunidades afrocolombianas y, a su vez, éstas al país colombiano.
CONCLUSIONES
Un país, sin importar color raza o culto, debe siempre ser promotor de la integración de sus habitantes, más aún cuando la historia recalca los aportes de quienes la conforman. Dado es el caso de las comunidades afrocolombianas, etnias luchadoras que asintieron emerger una cultura y una lucha que es cimiento del país colombiano; por ende, el gobierno y los distintos entes políticos y sociales, mediante leyes y programas, han impulsado a través de los espacios educativos, el conocer y valorar dichas etnias y sus aportes.
Sin embargo, a través de la investigación realizada, se puede concluir que hay un camino recorrido y que hay leyes que le respaldan, pero aún se requiere fomentar el realce de estos aportes a través de los centros educativos, para disminuir considerablemente el desconocimiento y la poca importancia que se le da a un pueblo forjador de la historia y de avances en esta nación. Igualmente, se precisa la necesidad de enfocarse en la formación del personal docente, no solo de las comunidades afrocolombianas, sino también del resto de centros educativos. Desde cualquier óptica, un país se construye con los aportes de sus antepasados y es por ello que es relevante valorarles y apreciar los aportes logrados a través de años y años para las generaciones futuras, pues eso es generar identidad como país desde el reconocimiento.