INTRODUCCIÓN
La sociedad postpandemia por COVID-19 ha venido retomando el ciclo de vida social progresivamente hacia la nueva interacción, cara a cara, fuera de los hogares, articulándose interrelaciones personales que deben ser evaluadas por cuanto la tensión por el encierro sanitario, produjo estrés entre otras alteraciones psicológicas (Pérez-Cano et al., 2020). Esto implica sustancialmente el exponer a los docentes quienes, durante un período considerable, tuvieron el ejercicio profesional a distancia o ansiedad por posibles contagios.
En este sentido, las dificultades del aprendizaje a distancia pueden afectar la percepción del estrés, en donde la promoción de habilidades transversales, como la autoeficacia, puede equipar mejor a los docentes cuando enfrentan situaciones estresantes, resultando en un efecto de mediación parcial de la autoeficacia para cada grupo individual de docentes (Rabaglietti et al., 2021), esta perspectiva invita a la búsqueda de alternativas para generar un ambiente laboral propicio para estructurar relaciones interpersonales favorables en mejorar el auto control del estrés.
Por consiguiente; es fundamental, propiciar en el ambiente laboral una contrapartida a las percepciones por estrés, siendo considerado para tal fin, las denominadas habilidades blandas, las cuales “se definen aquí como habilidades transferibles interpersonales e intrapersonales, como la colaboración y la comunicación efectivas, a diferencia de las habilidades duras relacionadas con los requisitos técnicos de una tarea específica” (Donna, 2020, p. 3), esto invita a reflexionar sobre la importancia de fomentarlas en el ambiente laboral con la intención de propiciar mejor clima organizacional.
Otro factor para tener en cuenta como potencial estresor de los docentes, es el contexto global tecnológico donde se encuentra la educación de hoy día, pudiendo ser demandante en la respuesta fisiológica para la autorregulación, requiriéndose tener en cuenta que “el contexto globalizado y complejo, advierte fuertemente sobre la necesidad de actuar bajo una pedagogía compleja con énfasis en las habilidades blandas” (Ragusa et al. 2022, p. 4), en consideración, las habilidades blandas se constituyen en un tema transversal a desarrollar en la sociedad actual.
Por consiguiente, se requiere contar con docentes con una visión curricular compleja, que permita tener en cuenta los diversos desafíos del contexto global (González-García, 2014), para lo cual se requiere que los docentes se disciplinen, que muestren disponibilidad de participación en el trabajo interdisciplinario y de transpolar los saberes hacia el otro (Gutiérrez-Rivera & Gómez Bonilla, 2017), siendo requerido un currículo flexible, dinámico, donde se involucren los factores complejos de una sociedad, pero desarrollados en la organización (McGarry et al. 2015).
Sin embargo, en ocasiones los docentes podría encontrarse frente a un curriculo tradicional inflexible, en donde no se tenga como referencia el manejo de habilidades blandas como factor esencial de generar una educación basada en equiibrio emocional, viendose afectada su ansiedad, depresión, estrés, como factores desproporcionales de la autoeficacia y autorregulación, elevándose los procesos estresores (Molek-Winiarska & Kawka, 2022), siendo considerable que los especialistas de UGEL, tengan esta perspectiva en cuenta en sus temas formativos, para proyectar la sensibilización del manejo asertivo de habilidades blandas, frente al estrés laboral educativo.
Focalizándose en lo descrito, anteriormente el actual trabajo de investigación tiene por objetivo determinar la relación entre las habilidades blandas y el estrés laboral en especialistas de educación de la UGEL de la zona costa de Ancash.
MÉTODO
La investigación desde una connotación metodológica se desarrolló desde un enfoque cuantitativo y tipo descriptiva con apoyo correlacional, basada en diseño no experimental.
La población de estudio estuvo conformada por 40 docentes especialistas UGEL de la zona costa de Ancash, por ser finita y accesible a los investigadores, se trabajó con la totalidad de esta con la intención de tener mayor confiabilidad, no fue necesario hacer cálculo de muestra.
Se aplicó encuesta y dos instrumentos tipo cuestionario, el primero denominado “escala para habilidades blandas”, siendo adaptada de Fuentes et al. (2021), conformada por 21 ítems y las siguientes dimensiones: i) Liderazgo, ii) Conciliación, iii) iniciativa, iv) Organización, v) Trabajo en equipo; de cinco alternativas de repuesta conformada de 1 a 5 (menor a mayor), siendo validada por juicio de cinco expertos y una confiabilidad de Alfa de Cronbach de 0,89 siendo catalogada altamente confiable para su aplicación, datos obtenidos a partir de prueba piloto aplicada a 10 personas con características similares a la muestra de estudio, pero sin ser parte de esta.
Para la variable estrés, se empleó las escalas de depresión, ansiedad y estrés (DASS - 21), adaptado y validado para su uso en Latinoamérica por Antúnez & Vinet (2012) y (Ruiz et al. 2017), quienes explican que “mediante Alpha de Cronbach se constató la adecuada confiabilidad y consistencia interna del DASS - 21”; destacándose que este inventario consta de 21 ítems y dividido en 7 ítems por cada escala.
Su medición se efectúa debido a la siguiente escala de clasificación: 0: No me ha ocurrido; 1: Me ha ocurrido un poco, o durante parte del tiempo; 2: Me ha ocurrido bastante, o durante una buena parte del tiempo; 3: Me ha ocurrido mucho, o la mayor parte del tiempo; y se debe tener en cuenta: Depresión (ítems: 3, 5, 10, 13, 16, 17 y 21), Ansiedad (ítems: 2, 4, 7, 9, 15, 19 y 20) y Estrés (ítems: 1, 6, 8, 11, 12, 14 y 18).
La escala DASS - 21, se puntúa en función de la media obtenida en cada escala, lo cual permite colocar al sujeto en una determinada categoría, para tal fin, de deben Emplear los siguientes puntos de corte evaluativos:
Depresión: 5-6 depresión leve 7-10 depresión moderada 11-13 depresión severa 14 o más, depresión extremadamente severa.
Ansiedad: 4 ansiedad leve 5-7 ansiedad moderada 8-9 ansiedad severa 10 o más, ansiedad extremadamente severa.
Estrés: 8-9 estrés leve 10-12 estrés moderado 13-16 estrés severo 17 o más, estrés extremadamente severo.
Una vez obtenidos los datos de la encuesta, se procedió a procesarlos en base de datos y estadístico descriptivo con cálculo de media y sumatoria de puntuación, para cumplir con lo establecido en ambos instrumentos; mientras que, para conocer la relación entre las variables, se aplicó Coeficiente de Rho de Spearman con apoyo de programa estadístico SPSS V25.
RESULTADOS
Se presentan los resultados de la investigación:
N | Mínimo | Máximo | Media | |
---|---|---|---|---|
Liderazgo | 40 | 1 | 5 | 4 |
Conciliación | 40 | 1 | 5 | 4 |
Iniciativa | 40 | 3 | 5 | 4 |
Organización | 40 | 3 | 5 | 4 |
Trabajo en equipo | 40 | 1 | 5 | 4 |
Las habilidades blandas estudiadas en la población encuestada, reflejan una puntuación media de 4 en un rango máximo de 5, esto indica que se encuentran en un contexto bueno, pero requieren fortalecerse hasta alcanzar la excelencia, situación concomitante en articular mejores relaciones interpersonales.
En cuanto a la depresión se encuentra en una media de 5, colocándose en la categoría 5-6 depresión leve.
La ansiedad se encuentra en una media de 6, colocándose en la categoría ansiedad leve 5-7.
El estrés se encuentra en una media de 14, colocándose en la categoría Estrés: 13-16 estrés severo.
El Coeficiente de Rho de Spearman tiene como resultado 0,207, este resultado se ubica en una correlación positiva débil; indicando la existencia de relación entre las variables, denotándose que las habilidades blandas contribuyen en mejorar el estrés en los docentes, sin embargo, se requiere profundizar en la consolidación de las mismas para que la correlación tienda hacia 1, siendo necesario además, estudiar con mayor profundidad en próximas investigaciones, el tema del estrés para conocer sus causas en la población de estudio.
DISCUSIÓN
A partir de los resultados obtenidos, se concuerda con lo planteado por (Aldana et al. 2020), donde se indica que el estrés puede producirse por la acumulación de una serie de responsabilidades educativas, visión respalda por (Molek-Winiarska & Kawka, 2022), siendo necesario generar un proceso de autorregulación como medida para contrarrestar tal situación, esta medida se representa en las habilidades blandas, propuesta respaldada por (Rabaglietti, et al. 2021, Donna, 2020, p. 3).
Desde una apreciación curricular, las habilidades blandas y el estrés, son elementos para tener en consideración como ejes transversales en el currículo educativo, requiriéndose que este sea flexible, dinámico, complejo, teniendo como centro la potencialización de los actores involucrados en el proceso educativo (Gutiérrez-Rivera & Gómez Bonilla, 2017), (McGarry et al. 2015). Teniendo en cuenta la postura presentada por (Connor, et al. 2022), en donde se muestra un factor interviniente estresor para el docente como es el caso de tener en el aula de clases, estudiantes con espectro autista o condiciones similares, para lo cual recomienda abordarlos desde una asertiva planeación centrada en las habilidades blandas.
Por lo tanto, el desarrollo de las habilidades blandas debe contribuir a un liderazgo adaptativo de las realidades sociales, y emocionales, de las múltiples realidades ante las cuales se enfrentan los docentes en un contexto global y diverso, donde se intensifican las políticas inclusivas para el contexto educativo (Rodríguez-Siu et al. 2021). Mientras que este liderazgo a juicio de Espinoza-Mina & Gallegos Barzola, (2020), este debe “gozar de empatía, buenos modales, capacidad de negociación, espíritu de colaboración, puntualidad y una buena dosis de optimismo, aportan una valoración especial” (p. 47), esto permite articular un trato adecuado con los compañeros, evitándose desarrollar relaciones interpersonales autoritarias que desemboquen en conductas aversivas en favor de generar estrés.
En cuanto a la dimensión de conciliación, “existe la urgente necesidad de transformar la actuación de docentes y alumnos en la búsqueda de un sistema escolar donde se aprenda desde la interrelación a resolver las discrepancias a través del dialogo” (Castillo & Ramírez de Castillo, 2020, p. 22), se necesita para tal fin, un currículo de educación para la paz, para esto es importante fomentar el desarrollo y la construcción de una sociedad democrática, capaz de gestionar sus conflictos y aportar a la construcción de una mejor sociedad desde el rol docente de mediador, no solo del aprendizaje, sino, de cultura para el dialogo (Silvera-Sarmiento & Alfaro-Meléndez, 2020), contar con espacios educativos donde se conviva en paz, promete mejorar el control del estrés.
La iniciativa por otro lado, debe contribuir a promover la conciliación desde un liderazgo participativo, democrático, donde se atienda a los actores educativos para motivarlos al logro de los objetivos planteados en la institución hacia la conformación de un ciudadano ético y responsable de sus actuaciones (Macanchí-Pico et al. 2020), en este sentido, la motivación representa un rol fundamental para promover la salud emocional como factor esencial de las habilidades blandas para articular un estado de ánimo asertivo que contribuya a controlar el estrés del docente (Barrantes-Pereira & Castro-Pérez, 2022).
Por otro lado, el docente debe ser organizado desde su propia auto gestión del tiempo y planificación, con la intención de cumplir con sus propias metas de un modo sistemático y efectivo, esto evitará caer en improvisaciones o en sobre trabajo que pueda desarrollar estrés, siendo fundamental este factor para un adecuado desarrollo de la calidad educativa (Gutiérrez-Ruiz et al. 2017). Sin embargo, internalizar estas habilidades de organización desde las habilidades blandas, requiere de un proceso de adaptación y aceptación (Ramsey et al. 2022), por parte del docente con la intención de promover un adecuado ejercicio pedagógico que permita el equilibrio emocional para no sobrellevarse por factores estresantes.
Para esto se requiere trabajar en equipo, (Tamayo et al. 2017), destacan que es algo deseable en la medida en que nuestros esfuerzos se centren únicamente en expresarlo formalmente. Cuando contar con apoyo institucional y espacios de desarrollo es trascendental. Si esta competencia logra involucrar a cada unidad académica en sus diferentes espacios formativos, habrá un aporte significativo. Por consiguiente, cuando el docente desarrolla la competencia de trabajar en equipo, esto puede ser trascendido a los estudiantes por medio de un mejor manejo de las metodologías didácticas basadas en el aprendizaje activo, situación que contribuye a una actividad complementaria de las fortalezas individuales, con ello, un adecuado control del estrés (Ferrada-Quezada & Contreras-Álvarez, 2021).
A partir de lo planteado, se tiene que el mal manejo de las habilidades blandas puede desencadenar estrés en los docentes, evidenciándose que este se debe a factores psicosociales múltiples que interactúan para perjudicar no solo a la persona, sino, a la institución por cuanto se empieza a generar problemas para el cumplimiento de las metas establecidas (Alvites-Huamaní, 2019). Por lo tanto, dimensiones como organización del trabajo y contenidos del trabajo cuando no son manejadas favorablemente inciden negativamente en la salud mental; mientras que las relaciones interpersonales y liderazgo, así como el conflicto vida-trabajo, se relacionaron con todas las variables de salud (Navarro et al., 2022), siendo altamente estresantes, requiriéndose un adecuado manejo de las habilidades blandas para controlarlos favorablemente.
CONCLUSIÓN
Se obtuvo un coeficiente de Rho de Spearman tiene como resultado 0,207 el cual se ubica en una correlación positiva débil; indicando la existencia de relación entre las variables, denotándose que las habilidades blandas contribuyen en mejorar el estrés en los docentes. Desde una apreciación curricular, las habilidades blandas y el estrés, son elementos para tener en consideración como ejes transversales en el currículo educativo, requiriéndose que este sea flexible, dinámico, complejo, teniendo como centro la potencialización de los actores involucrados en el proceso educativo. Las habilidades blandas deben contribuir a un liderazgo adaptativo de las realidades sociales y emocionales de las múltiples realidades ante las cuales se enfrentan los docentes en un contexto global y diverso.