SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 número47Aspectos paradójicos del tiempo índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista de Filosofía

versión impresa ISSN 0798-1171

RF v.47 n.47 Maracaibo mayo 2004

 

Arturo Ardao: La inteligencia filosófica*

Yamandú Acosta
Universidad de la República
Montevideo - Uruguay

* Texto presentado en la mesa “Homenaje a pensadores/as latinoamericanos/as contemporáneos/as” en el marco del IV Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana, auspiciado por la Asociación Iberoamericana de Filosofía y Política (AIFyP) y El Colegio de Sinaloa, Universidad Autónoma de Sinaloa; Culiacán, Sinaloa, México, del 17 al 21 de mayo de 2004. Fue recibido y aprobado por el Comité Editorial de Revista de Filosofía para ser publicado en memoria de Arturo Ardao.

Recibido: 16-07-04 • Aceptado: 26-07-04

Desde “Filosofía pre-universitaria en el Uruguay”1 de 1945 hasta “Artigas y el artiguismo”2 de reciente publicación, si pensamos solamente en su intensa y extensa producción bibliográfica; o desde la labor periodística iniciada en el semanario Acción en 1932, continuada en Marcha desde 1939 hasta su clausura por la dictadura uruguaya y retomada en Cuadernos de Marcha en el marco de la democratización institucional operada a partir de 1985, hasta la desaparición de la publicación en el fin de siglo; el rico, riguroso e infatigable aporte intelectual de Arturo Ardao, ha proporcionado condiciones fundamentales de posibilidad a la afirmación y continuidad de nuestra conciencia cultural latinoamericana, que su exilio en Venezuela desde 1976 hasta su definitivo regreso al Uruguay en 1988, no hizo más que potenciar.

En su exilio venezolano, mantuvo Ardao una importante producción intelectual, que en Espacio e inteligencia3 publicado en Caracas en 1983, sin romper con su inteligente indagación de la inteligencia históricamente producida, como surge de sus palabras en la “Advertencia” al libro de referencia cuando anuncia “diversas apelaciones a la historia de la filosofía o a la historia general”4; se permitió nuestro autor, tal vez por primera vez en su producción escrita publicada, poner en un primer plano su propia inteligencia filosófica, siempre presente aunque normalmente desplazada a un segundo lugar, por su preocupación más dominante: poner de relieve y lograr trasmitir con rigor analítico los perfiles de la herencia intelectual analizada. Una segunda oportunidad, en que sin renunciar a los insumos proporcionados por la historia de las ideas filosóficas, Arturo Ardao ensayó exponer de manera más explícita su personal inteligencia filosófica, que ha presidido todas sus investigaciones en historia de las ideas filosóficas, así como todas sus incursiones en el periodismo cultural y en el campo político y sus responsabilidades de orden docente e institucional; lo constituye el libro publicado en Montevideo en el año 2000, Lógica de la razón, lógica de la inteligencia5. Esta filosofía que como inteligencia filosófica se explicitó de manera directa hacia 1983, para volver a manifestarse del mismo modo en el 2000, aunque aparentemente viene después de una enjundiosa labor de historia de las ideas como una suerte de coronación, seguramente subyace ese trabajo como su fundamento.

Puede sostenerse que el Ardao que ha trascendido en el campo intelectual de nuestro país, de América Latina, y del ámbito de lengua española en su conjunto; es fundamentalmente un filósofo. Un filósofo en el que de manera fundante y desde sus comienzos, la inteligencia ha destronado a la razón.

En un contexto como el actual, de crisis de racionalidad como fundamento de una crisis de sentido, producida por una racionalidad instrumental fragmentaria totalizada, que busca legitimarse e imponerse en nombre de la razón, descalificando cualquier apreciación crítica o divergente como irracionalismo, la perspectiva de la inteligencia desde la que Arturo Ardao ha realizado su rica peripecia filosófica y vital, adquiere, más allá de la intención del propio autor, una vigencia y una validez que no debe dejar de ser señalada y recuperada.

En cuanto la crisis de racionalidad y la crisis de sentido que con ella se articula son globales, por lo que la globalización como figura presente de la globalidad, en lugar de potenciar el universalismo ilustrado de la modernidad, parece tornarlo imposible, frente a una visible irracionalidad de lo racionalizado, que en nombre de la razón totalizada se hace visible tanto en las crisis ambientales como económicas, sociales y políticas cada vez más amenazantes; la inteligencia se presenta como espacio de racionalidad posible entre la irracionalidad del irracionalismo explícitamente anti-universalista y la irracionalidad de la razón totalizada, que tras su pretensión de universalidad profundiza determinaciones objetivamente anti-universalistas.

La perspectiva de la inteligencia filosófica que ha presidido en la labor intelectual de Ardao, como una suerte de ética intelectual de la responsabilidad, no consiste solamente en responsabilidad intelectual por el adecuado discernimiento de las objetivaciones intelectuales que analiza, terreno en el cual la misma es inocultable e incuestionable6; sino también responsabilidad intelectual por la proyección de esa inteligencia filosófica en el conjunto de la sociedad y la cultura.

La perspectiva de la inteligencia filosófica, resulta ser entonces una posibilidad para el universalismo. Esta inteligencia filosófica presente en la producción dominante de Ardao pareciera quedar recluida dentro de los límites de lo nacional uruguayo o latinoamericano, tiene dentro de estos límites y también más allá de ellos, hoy en el escenario planetario de la globalización, el carácter de una perspectiva posible para superar el anti-universalismo vigente de la razón totalizada; aporta entonces de un modo significativo y responsable a la efectiva realización de la tradicional pretensión filosófica de la universalidad.

Aportar a la afirmación y continuidad de una conciencia cultural, la nacional uruguaya y la de Latinoamérica como nación7, en un contexto de crisis de las identidades tradicionales y hacerlo al mismo tiempo a la afirmación y continuidad de la universalidad en un contexto fuertemente anti-universalista; son virtudes cardinales de la inteligencia filosófica y de la ética intelectual de la responsabilidad en que ella consiste, constitutivas de la producción intelectual que Arturo Ardao cultivó con dedicación y sin declinación, desde comienzos de la década de los treinta del pasado siglo, hasta su fallecimiento en el 2003, poco antes de cumplir 91 años.

El aporte a la afirmación de la conciencia cultural y, por su mediación, de la autonomía cultural de América Latina y de sus culturas y naciones constituyentes, es tal vez el aporte más visible de la producción intelectual de Ardao, dado el volumen de su producción en el campo de la historia de las ideas filosóficas en el Uruguay y en América Latina, que abona intencionalmente esa pretensión de autonomía:

“La recapitulación, así, de nuestro pasado espiritual, se convierte en un elemento decisivo de nuestro destino como cultura. La historia bien entendida de la filosofía es siempre una vuelta a la tradición filosófica para hacerla participar en la meditación del presente. Para América no pierde de ningún modo esa significación la historia de la filosofía universal. Pero se le suma la de la suya propia, que la tiene igualmente, aunque de manera especialísima. La inteligencia americana ha sido esencialmente receptiva de los contenidos de la inteligencia europea. Averiguar cómo ha pensado históricamente esos contenidos, cómo los ha escogido o se le han impuesto, cómo los ha incorporado, cómo los ha aprovechado o desperdiciado, cómo los ha sustituido unos por otros, será entonces averiguar a través de qué mecanismos la inteligencia americana, como entidad social, se ha constituido, y de ese modo tomar conciencia de su comportamiento presente así como de las condiciones y posibilidades de su autonomía futura”8.

Estos aportes sobre la autonomía cultural, lo son también en términos de afirmación universalista.

Cuando Ardao reflexionaba en 1975 sobre la función de la filosofía en América Latina, escribía:

“El problema de la emancipación mental, para nuestra actual filosofía, se vuelve entonces, al par que más complejo, más grave que antes. Más grave porque no es cuestión de vérselas ya con la tutela sufrida por la inteligencia latinoamericana en su infancia o en su mocedad, sino con la reválida de su enajenación cuando ella ha llegado, o se ha acercado a su madurez. Pero más grave sobre todo, porque ese tipo de filosofar, en función de coordenadas históricas ultramarinas, supuestas representativas de la universalidad, opera, advertida o inadvertidamente, como cúpula intelectual de una dependencia nacional o regional hacia afuera, que es al mismo tiempo de dominación social o cultural hacia dentro”9.

La autonomía técnica sin autonomía espiritual en lo que al ejercicio de la filosofía se refiere, supone en la valoración de Ardao, una “reválida de la enajenación” desde nosotros mismos, “dependencia nacional o regional hacia fuera” y “dominación social o cultural hacia adentro”, y con ello una objetiva renuncia a la “universalidad filosófica” correspondiente a los sujetos de la filosofía, por una implícita renuncia a la “autonomía espiritual”. No obstante, frente a esa orientación tal vez dominante en el ejercicio de la filosofía en América Latina, entendía que se visualiza otra emergente, en la que la autonomía espiritual podía transforma el efecto enajenante de la autonomía técnica, que tiene lugar cuando esta opera sin las orientaciones de aquella, comenzando a operar en cambio “…en el seno de la doble universalidad filosófica: la de los objetos y la de los sujetos”10. Percibía Ardao en ese contexto, que

“Latinoamérica se asume, más reflexivamente cada vez, en la peripecia de su historia, su cultura y su gente marginadas. Y es autoclarificándose de ese modo, desde sus vitales circunstancias a sus intransferibles situaciones, objetivas y subjetivas, que se reconoce protagonista de la universalidad humana a igual título que cualquier otra región del planeta; vocada, por lo mismo, a encarar con independencia también igual, los más universales, por humanos, objetos filosóficos”11.

No obstante, tanto el mapa del planeta como el de la región se han transformado radicalmente desde la década de los setenta del pasado siglo hasta nuestro presente, la reivindicación de autonomía espiritual como condición de la doble universalidad filosófica no ha perdido en absoluto validez y por lo tanto vigencia en perspectiva instituyente.

La contribución filosófica a la autonomía espiritual y, con ella a la doble universalidad antes mentada y a una efectiva universalidad de lo humano que no sea la de una particularidad legitimada como universalidad, alcanza su definición más explícita en el discernimiento entre razón e inteligencia y en la opción por la segunda como criterio para la primera:

“Consideradas razón e inteligencia en el solo ámbito subjetivo de las facultades –empleando aquí con todo el convencionalismo del caso el historiado término facultad– muy lejos están de resultar intercambiables. Una cosa es la razón, facultad del sujeto en tanto sujeto racional, mediata aprehensora lógica de la legalidad de los fenómenos; y otra la inteligencia, facultad del sujeto en tanto que sujeto inteligente, inmediata aprehensora supralógica de toda la compleja relación viviente entre el objeto conocido y el sujeto que lo conoce. Sirviéndose de las visiones directas que por distintas fuentes la inteligencia le aporta, la razón relaciona, identifica y cuantifica; lo hace en un abstracto plano en el que se ha establecido el vacío neumático –tropo léxico a la vez que literalidad etimológica– no sólo de las sensaciones sino también del movimiento, incluso el psíquico. Pero la inteligencia reconduce todavía el orden formal así logrado, a la realidad de donde fue abstraído, para darle en lo que de orden tiene, su sentido más profundo: el de la diversidad y la cualidad, antitéticas al mismo tiempo que solidarias, de la identidad y la cantidad”12.

La imposición de la razón sobre nuestra inteligencia en el grado en el que ha tenido lugar, podría ser leída en términos de la hegeliana astucia de la razón, para legitimar particularismo como universalismo, heteronomía como autonomía, dependencia como independencia, dominación como emancipación.

No se trata de eliminar a la razón y poner en su lugar nuestra inteligencia. Se trata simplemente de destronarla a los efectos de que deje de imponerse como la razón. Vazferreirianamente se trata de que la razón se torne razonable.

La razón se relaciona con sus objetos en un marco de leyes lógicas que terminan diluyendo al sujeto de la propia razón. Ésta termina desplazando al sujeto que la produce y sometiéndolo a sus leyes de funcionamiento. La opción por la inteligencia, en tanto ésta atiende a “la compleja relación viviente” entre el sujeto y el objeto, evita la aniquilación del sujeto en las leyes de funcionamiento de la razón y resitúa el ejercicio de la racionalidad en la trama de la “compleja relación viviente”, que la razón formalizada y rigorizada, eventualmente se torna incapaz de comprender.

La opción por la razón que renuncia a la inteligencia, constituye una ética de principios rigorizada, en la que el cumplimiento de los principios se constituye en el criterio de validez.

La opción por la inteligencia que no renuncia a la razón, sino que la acota al reinstalarla en los niveles supralógicos de la “compleja relación viviente” y que por lo tanto evalúa con discernimiento a la razón, por considerar la relación entre el sujeto y el objeto de la misma en esa trama relacional que trasciende el nivel de la lógica; constituye una ética intelectual de la responsabilidad, desde cuyo ejercicio es posible sustentar con plausibilidad la rectificación de las eventuales limitaciones de aquella lógica de la razón totalizada.

La perspectiva de la inteligencia filosófica en su carácter de ética intelectual de la responsabilidad tanto en el plano del conocimiento como en el de la acción, cultivada sin claudicaciones por el maestro Ardao hasta su muerte, constituye una orientación medular para la afirmación y consolidación de nuestra autonomía cultural.

NOTAS 

1 William Joyce, llamado Lord Haw-Haw (apodo onomatopéyico que imitaba la pronunciación engolada de los colegios ingleses aristocráticos) fue un súbdito inglés que traicionó a su patria durante la segunda guerra mundial. Se unió a los nazis, y transmitía por radio desde Alemania mensajes derrotistas a los aliados para desalentar la resistencia británica. Finalmente, tras la derrota alemana, fue capturado y ejecutado en la prisión de Wandsworth en 1946. Las palabras citadas las dijo justo antes de ser ahorcado.

2 ARDAO, Arturo. Artigas y el artiguismo, Ediciones de la Banda Ortiental, Montevideo, 2002.

3 ARDAO, Arturo. Espacio e inteligencia, Equinoccio, Editorial de la Universidad Simón Bolívar, Caracas, 1983 (Segunda edición: Fundación de Cultura Universitaria-Biblioteca de Marcha, Montevideo, 1993).

4 Ibid., 1983, p. 5; 1993, p. 6.

5 ARDAO, Arturo. Lógica de la razón y lógica de la inteligencia, Biblioteca de Marcha-Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Montevideo, 2000.

6 Así lo han destacado las rigurosas evaluaciones que Javier Sasso ha efectuado de la historiografía practicada por Arturo Ardao en particular y por la historiografía de la historia de las ideas en América Latina, considerada en un espectro más amplio. Ver: Javier Sasso, Arturo Ardao historiador de las ideas, en Cuadernos Americanos Nº 36, UNAM, México, 1992, pp. 140-151 y La filosofía latinoamericana y las construcciones de su historia, Monte Avila Editores-Cátedra Unesco de Filosofía, Idea, Embajada de España, Caracas, 1998.

7 Cfr. Panamericanismo y latinoamericanismo, en América Latina en sus ideas (Coordinador: Leopoldo Zea), Unesco-Siglo XXI, México, 1986, pp. 157-171, ARDAO, Arturo sustenta la tesis del latinoamericanismo como nacionalismo

8 ARDAO, Arturo. Filosofía de lengua española, Editorial Alfa, Montevideo, 1963, p. 71.

9 ARDAO, Arturo. La inteligencia latinoamericana, DP, Universidad de la República, Montevideo, 1987, pp. 138-139.

10 ARDAO, Arturo. Ibid. p. 130.

11 ARDAO, Arturo. Ibid. p. 139.

12 ARDAO, Arturo. Espacio e inteligencia (1983: p. 36; 1993, pp. 34-35); Lógica de la razón y lógica de la inteligencia, p. 11.