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Revista de Investigación

versión impresa ISSN 1010-2914

Revista de Investigación vol.34 no.69 Caracas abr. 2010

 

La actualidad de lo bello. Autor: Hans Georg Gadamer (1991). Barcelona, España: Editorial Paidós.

Por: María Candelaria Ferreira B., UPEL-IPC

ferreiramc73@gmail.com

En los últimos tiempos la obra de arte y los problemas de representación han traído consigo la necesidad de constituir maneras de leerlas. Diversos autores han propuesto teorías y estructuras de carácter interpretativas, que han permitido formas de entender los fenómenos artísticos. El autor Hans-Georg Gadamer, ha sido un importante representante de esas propuestas en su preocupación y acción en esta materia.

El concepto de mediación en el ámbito artístico contemporáneo, lleva desde el punto de vista epistemológico, el compromiso de relacionar en la totalidad de un movimiento lo que abarca al objeto y al sujeto, involucrados en la experiencia artística.

Este es el modo propio y dialéctico en el que Gadamer desarrolla su teoría de la experiencia hermenéutica.

Gadamer destaca en torno a lo referido a la trilogía “Juego-Símbolo- Fiesta”, la búsqueda de los referentes básicos del hombre. Revisar en la producción del artista adulto procesos de desarrollo de espacios perceptivos y simbólicos, a través de los cuales parecen reconstruir la experiencia estética con un repertorio lúdico, llevando al espectador a encontrar la significación de una experiencia con calidad expresiva. Indagar en la condición humana a través de trabajos artísticos que permiten evocar la memoria y las complejidades de la psique como resultado de la vida, muerte y la naturaleza temporal de esa condición. Refiere además que, el símbolo es fragmento y el arte evoca la parte o partes faltantes para experimentar la totalidad. Además, el aspecto simbólico es el enlace entre lo objetual y lo conceptual.

En la estética, desde su consolidación como disciplina, en la hermenéutica contemporánea, se encuentran características que corresponden al fenómeno lúdico: la libertad, la dualidad, un espacio y tiempo propios, el automovimiento, la “intencionalidad cero”, el azar (p. 42).

Gadamer (1991) lo incorpora como actividad del espíritu humano y lo llama Mnemosina, musa de la memoria o de la apropiación para el recuerdo: “la memoria y el recuerdo, que recibe en sí el arte del pasado y la tradición del arte, expresan la misma actividad del espíritu que el atrevimiento de los nuevos experimentos con inauditas formas deformes”.

En la actualidad de lo bello presenta cómo los supuestos de la tradición en el arte o ese presupuesto fundamental de “la validez de la perspectiva central” (p.37), se contraviene con las propuestas de los artistas del avanzado siglo XIX en adelante, que provocan estados de extrañeza, conmoción en ese espectador que esperaba del arte una especie de estado contemplativo de elementos obvios que le permitían con elementos claros, como en la escritura, signos expresados de manera inteligible, que hasta provocaba una elevación del espíritu y la posibilidad de nutrir el intelecto de forma natural.

La experiencia estética moderna convierte la posibilidad de un encuentro distinto con la obra, que de ser un acto de lectura de uno elementos obvios, el espectador reconstruye la experiencia de la obra en un acto de encuentro de signos y significados que van más allá de lo que propone el artista mismo. La activación de un repertorio simbólico que se encuentran en los referentes básicos tanto del que propone como del que vive los procesos de esa producción artística como espectador.

En La actualidad de lo bello, Gadamer (1991), presenta a un espectador activo, donde participa al punto que forma parte de la propuesta, su intervención dice: “Una determinación semejante del movimiento del juego significa, a la vez, que el jugar exige siempre un jugar-con” (p. 68-69).

Para Gadamer al ser el juego un acontecimiento, una “fiesta”, permite reconocer entonces un evocar de signos y símbolos que se relacionan y encuentran en ese juego y lo refiere así:

(…) el símbolo, la experiencia de lo simbólico, quiere decir que este individual, este particular, se representa como fragmento del Ser que promete complementar en un todo íntegro al que se corresponda con él; o también, quiere decir que existe el otro fragmento siempre buscando en la historia, que complementará en un todo, nuestro fragmento vital (…) (p. 85).

La obra comentada, entre otras del autor, presenta en su esencia la intención por tender puentes de carácter interpretativo y estructuras que permiten entender y vivir el ámbito artístico desde el mismo ser, así como comprender desde la tradición artística hasta la actualidad, opciones para entender que el arte es definitivamente el hombre mismo.