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Revista Venezolana de Endocrinología y Metabolismo

versión impresa ISSN 1690-3110

Rev. Venez. Endocrinol. Metab. v.7 n.2 Mérida jun. 2009

 

Relación entre el índice de masa corporal y las cifras de tensión arterial en adolescentes

Camacho-Camargo Nolis1, Alvarado Jorge1, Paoli Mariela2, Molina Zarela1, Cicchetti Rosanna1, Santiago Justo3, Huber Ana1, Molina Yudisay1

1Servicio de Crecimiento y Desarrollo, Departamento de Pediatría.

2Unidad de Endocrinología.

3Instituto de Investigaciones Cardiológica. Instituto Autónomo Hospital Universitario de los Andes. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela.

Dirigir correspondencia a: Dra. Nolis Camacho-Camargo. nolispediatra@hotmail.com

RESUMEN

Objetivos: Investigar la relación entre el índice de masa corporal (IMC) y las cifras de tensión arterial en adolescentes de la ciudad de Mérida, dada su asociación con el desarrollo de enfermedades crónicas no trasmisibles en el adulto.

Métodos: Se estudiaron 385 adolescentes, 62,3% de sexo femenino y 37,7% de masculino, entre 12 y 15 años de edad, con promedio de 15,17±1,71 años. Se les tomaron las medidas antropométricas, para el cálculo del IMC, y la tensión arterial (TA) en posición sentada. Se consideraron normales el IMC y la TA comprendida entre los percentiles 10 y 90 para las curvas venezolanas, de acuerdo a edad y sexo; se consideró sobrepeso y obesidad sobre el pc 90 y Pre-hipertensión (Pre-HTA) e hipertensión arterial (HTA) sobre el pc 90.

Resultados: El 75,3% de los adolescentes presentaron un IMC normal, el 11,2% un IMC bajo y el 13,6% sobrepeso y obesidad. El 1,1% presentò TA sistólica sobre el pc 90 y el 6,3% presentó TA diastólica sobre la norma. No se observó asociación del IMC y de la TA con el sexo ni el estrato socio-económico. Se encontró una alta y significativa asociación entre el sobrepeso/obesidad y la Pre-HTA/HTA (p=0,0001). El riesgo de un adolescente con IMC sobre el pc 90 de presentar Pre-HTA o HTA fue 9,76 veces mayor (Odss ratio) que el adolescente con IMC menor al pc 90 (IC 95%: 4,09-23,27; p=0,0001).

Conclusión: Se comprobó una asociación estadística entre el IMC y los valores de TA sistólica y diastólica, por lo que adolescentes que tengan IMC altos deben ser seguidos y sometidos a algún tipo de intervención tendiente a disminuir la incidencia de enfermedades crónicas no transmisibles en la edad adulta.

Palabras Claves: Adolescentes, sobrepeso, obesidad, hipertensión arterial.

ABSTRACT

Objective: To investigate the relationship between body mass index (BMI) and the blood pressure (BP) values in adolescents of the city of Mérida, given its association with the development of non-transmissible chronic diseases in adults.

Methods: We studied 385 adolescents, 62.3% female and 37.7% male, between 12 and 15 years of age, with average of 15.17 ± 1.71 years. Anthropometric measures and blood pressure (BP) were taken. The body mass index (BMI) was calculated. BMI and BP between 10th and 90th percentile from Venezuelan curves, according to age and sex, were considered normal. Obesity/overweight and pre-hypertension/hypertension (Pre-HTA/HTA) were considered when the BMI and the BP were located above the 90th percentile.

Results: A total of 75.3% of the adolescents had a normal BMI, 11.2% a low BMI and 13.6% had overweight and obesity. The systolic BP was above the 90th percentile in 1.1% and the diastolic BP in 6.3% of the adolescents. No association was observed between BMI and BP with the sex and socio-economic stratum. It was found a high and significant association between overweight/obesity and Pre-HTA/HTA (p=0.0001). The risk for Pre-HTA/HTA of an adolescent with a BMI over 90th percentile was 9.76 times higher (Odss ratio) than in adolescents with a BMI less than 90th percentile (95% CI 4.09-23.27; p = 0.0001).

Conclusion: It was found a statistical association between BMI and the values of systolic and diastolic BP. Those adolescents with high BMI should be monitored and subject to any intervention aimed at reducing the incidence of non-transmissible chronic diseases in adulthood.

Key words: Adolescent, overweight, obesity, hypertension.

Artículo recibido en: Septiembre 2008. Aceptado para publicación en: Enero 2009.

INTRODUCCIÓN

Desde hace décadas, diversos grupos de estudio en cooperación con la OMS han señalado la importancia de hacer prevención y educación en grupos poblacionales en situación de riesgo, especialmente en las edades pediátricas, con la finalidad de prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT)1. Entre los factores de riesgo identificados, se pueden nombrar el sedentarismo y las dietas inadecuadas, las cuales a su vez conllevan al desarrollo de alteraciones en el estado nutricional, especialmente la obesidad, patología que ha registrado un repunte en los últimos años, especialmente entre niños y adolescentes2. Esta obesidad en el niño y el adolescente se encuentra asociada con una mayor frecuencia de dislipidemia, hipertensión arterial (HTA), síndrome metabólico (SM), diabetes mellitus tipo 2 (DM2), inflamación subclínica, alteraciones cardiacas tempranas y compromiso de la función vascular3-6. Se ha establecido una relación directa entre el índice de masa corporal (IMC) y las ECNT; la literatura señala que sujetos con IMC alto durante la adolescencia tienen aproximadamente 35% más probabilidad de tener sobrepeso a los 35 años, y la obesidad adquirida durante la adolescencia fue mejor predictor de riesgo de padecer ECNT, que la adquirida en la vida adulta4,7.

La HTA, es una entidad considerada problema de salud pública entre la población adulta1. Se puede afirmar que la génesis de esta enfermedad tiene sus raíces en la adolescencia, y que factores como el sobrepeso, los hábitos alimentarios, el sedentarismo y el estilo de vida actual contribuyen en desencadenar y/o agravar dicha enfermedad8,9. En pediatría, la HTA como método de evaluación rutinario, ha sido subestimado durante mucho tiempo, por ser esta una entidad menos frecuente que en la edad adulta, con menor morbi mortalidad, y en los casos en que se hace presente, en su mayoría es un síntoma más de una enfermedad subyacente casi siempre grave2. Sin embargo, recientemente la literatura refleja la experiencia de algunos investigadores que demuestran que más del 50% de los casos de HTA en pacientes pediátricos no presentan ninguna causa que la pueda explicar10. Según algunos autores, la HTA puede ser considerada como el más importante factor de riesgo cardiovascular asociado a la obesidad, y su inicio desde la juventud juega un papel crucial en el desarrollo de la ECV del adulto11.

En el estudio llevado a cabo en el Estado Mérida entre los años 1986-1987, donde se evaluaron 594 adolescentes, se encontró una prevalencia de HTA de 7% en los varones y de 5% en las hembras12. En países latinoamericanos como Costa Rica, reportan que aproximadamente 9% de la población mayor de 15 años sufre de HTA10.

Otras investigaciones señalan, que un porcentaje importante de sujetos que tuvieron factores de riesgo durante la infancia, persistieron con ellos en la edad adulta, y además 15% presentaron enfermedad coronaria8.

Con base en las consideraciones anteriores, el propósito del presente estudio es conocer la relación entre el IMC, indicador de estado nutricional y las cifras de tensión arterial en adolescentes que acuden a centros educativos del casco urbano de la ciudad de Mérida, de manera que sean utilizados como herramientas que orienten a los médicos en la identificación de grupos poblacionales en situación de riesgo.

MATERIALES Y MÉTODOS

Población de Estudio: De la población objeto de estudio se tomó una muestra representativa de 385 adolescentes, seleccionados por muestreo probabilístico, de ambos sexos, que acuden a centros educativos ubicados en el casco urbano de la ciudad de Mérida, Venezuela, durante los meses de Junio y Julio de 2005.

Metodología: Las variables antropométricas de peso y talla se tomaron de acuerdo con las normas y técnicas descritas por el Programa Biológico Internacional de las Naciones Unidas13. Para el diagnóstico nutricional a través del Índice de Masa Corporal (IMC) se utilizaron los patrones de referencia nacional14, considerando los puntos de corte para normalidad entre los percentiles 10 y 90; bajo IMC d” percentil 10; sobrepeso > percentil 90 y d” percentil 97; obesidad > percentil 97. Para medir la tensión arterial, se empleó el método indirecto auscultatorio, de acuerdo con las normas internacionales establecidas. En la evaluación de la tensión arterial (TA) sistólica (TAS) y diastólica (TAD) se utilizaron las gráficas de Proyecto Venezuela15 con los siguientes puntos de corte por edad y sexo: TA baja d” percentil 10, TA normal: > percentil 10 y d” percentil 90; TA normal-alta o prehipertensión > percentil 90 y d• percentil 97; HTA > percentil 97. El estrato socioeconómico se determinó por el método Graffar modificado para Venezuela por el Dr. Hernán Méndez Castellano, que contempla cinco estratos sociales, numerados en orden creciente del I al V, con categorías y puntajes más altos a medida que desciende la clase social16.

Técnicas de Recolección de Datos: Para obtener el peso de los sujetos, se utilizó una balanza marca DetectoR, con una precisión de 10 gr. Para determinar la talla, se utilizó un estadiómetro portátil marca Holtain LimitedR, con una precisión de 1 mm. Los valores de tensión arterial se obtuvieron con un tensiómetro de columna de mercurio marca RiesterR. Los instrumentos fueron examinados y calibrados antes y después de cada sesión de trabajo, para garantizar su perfecto estado de funcionamiento.

El Peso (P): se colocó al sujeto en posición firme en el centro de la balanza con los brazos extendidos a ambos lados del cuerpo y la vista al frente, con la menor cantidad de ropa posible, procediendo en este momento a tomar la lectura. La Talla (T): se colocó al sujeto de pie sin calzados, sobre un plano horizontal del instrumento de medición, firmes y con la espalda, glúteos y gemelos pegados a la barra vertical del instrumento. La cabeza, colocada en el plano de Frankfort, se puso en contacto con el carro móvil del instrumento al que se la aplica una ligera presión, se ejerció una ligera tracción por las mastoides y se le pidió al sujeto que inspirara al momento de realizar la lectura. Presión Arterial (PA): con el sujeto en posición sentada, utilizando un manguito acorde a la edad y que cubriera las 2/3 partes de la longitud del brazo (distancia acromioclavicular) y su circunferencia completa, a 2 cm por encima del pliegue de la articulación del codo. Para garantizar la calidad en la toma de la PA, la medición se realizó en locales que reunieron las condiciones de ventilación e iluminación adecuadas, y con un descanso previo de al menos 5 minutos. Para la determinación de la tensión diastólica se utilizó el ruido K4 en menores de 13 años de edad y el K5 en mayores de 13 años como lo recomienda el Task Force Blood Pressure Control in Children (TFBPCC)17. El IMC: Es el resultado de dividir el peso del sujeto (en Kilogramos) entre la talla (en metros) elevada al cuadrado.

Análisis Estadístico de los Datos:El análisis descriptivo de los datos se realizó a través de frecuencias absolutas simples y porcentajes en el caso de las variables categóricas. Las variables cuantitativas (edad, peso, talla, TA) se describieron con la media como medida de tendencia central y la desviación típica como medida de dispersión. Para el análisis inferencial se empleó la Prueba Chi Cuadrado de Independencia, a un nivel de significación ± = 0.05. Para determinar la fuerza de la asociación, se realizó el cálculo del riesgo relativo indirecto u Odss ratio.

RESULTADOS

La muestra estudiada estuvo constituida por 385 estudiantes, tanto varones como hembras con edades comprendidas entre 11 y 19 años. La distribución de la muestra según sexo indica que el 62,3% de los estudiantes era del sexo femenino y 37,7 del masculino. La edad de los estudiantes osciló entre 12 y 19 años, con una edad promedio de 15,17 ± 1,71 años. El Peso promedio de estos estudiantes fue de 53.84 ± 10.71 kg, con un rango de fluctuación de los pesos entre 31 y 95 kg. En cuanto a la talla, se observó que el estudiante de mayor estatura medía 191 cms y la menor estatura fue de 136,5 cm, registrándose una talla promedio 161,8 ± 8,256 cm.

Índice de Masa Corporal (IMC): Más de las tres cuartas partes de la muestra (75.3%) se ubicó en la categoría de normalidad, del percentil 10 al percentil 90, el 11.2% estaba por debajo del IMC normal. El 8.1% de la muestra tuvo sobrepeso, un IMC ubicado entre el percentil 90 y el percentil 97 y el 5.5% tuvo obesidad, un IMC superior al percentil 97. Al agrupar éstas dos últimas categorías, se puede apreciar que el 13.6% de los estudiantes tuvo un IMC por encima de la categoría normal. La distribución del IMC en los grupos según sexo fue similar (Chi cuadrado: p = 0.253).

Tensión Arterial Sistólica (TAS) sentado: El 36,6% de los estudiantes tuvo una TAS ubicada por debajo del percentil 10 (Baja); el 62,3% tuvo una TAS normal, ubicada entre el percentil 10 y 90; el 0,8%, 3 adolescentes tuvieron prehipertensión, del percentil 90 al 97 y apenas un solo estudiante (0,3%) tuvo una TAS por encima del percentil 97 (hipertensión). El 1,1% de los adolescentes tuvo valores de TAS sobre la norma (Tabla 1).

Tensión Arterial Diastólica (TAD) sentado: El 73,2 % de los estudiantes de Educación Básica, Media y Diversificada registró una TAD ubicada en los percentiles 10 y 90 (normal); la categoría de los estudiantes cuya TAD estuvo por debajo del percentil 10 (baja) fue del 20,5%; el 2,9% tuvo pre-hipertensión, con TAD en los percentiles 90-97, y el 3,4%, 13 adolescentes, tuvieron hipertensión arterial (sobre el percentil 97). El 6,3% de los adolescentes tuvo valores de TAD por encima de la norma (Tabla 2). No se encontró asociación de la TA con el sexo ni con los diferentes estratos socieconómicos.

Índice de Masa Corporal y Tensión Arterial Sistólica sentado: A los fines del análisis inferencial se agruparon los valores de TAS que estaban por encima del percentil 90 (prehipertensión e hipertensión arterial). En ésta última categoría solamente estaban cuatro estudiantes que representan menos del 1% de la muestra, sin embargo, al cruzar la TAS con el IMC se aprecia que tres de ellos eran obesos, tenían un IMC por encima del percentil 97. El 14,3% (n=3) de los adolescentes con obesidad (n=21) tuvieron Pre-HTA o HTA, mientras que entre los normopeso, éste diagnóstico se observó solo en 1 (0,3%) adolescente. Los estudiantes cuyo IMC se ubicó entre los percentiles 10 y 90, en su mayoría tuvieron una TAS entre los percentiles 10 y 90. El IMC y la TAS están relacionados de manera estadísticamente significativa (Chi cuadrado: p = 0.0001). Además, el valor del coeficiente de Cramer indica que la relación entre estas dos variables es mediana (V = 0.353). (Tabla 3).

Índice de Masa Corporal y Tensión Arterial Diastólica (TAD) sentado: Se unieron los adolescentes con valores percentilares de la TAD que estaban entre el percentil 90-97 y por encima del percentil 97 en un solo grupo, que representó el 6.3% de la muestra. Puede apreciarse que los estudiantes con menor IMC a su vez tuvieron los menores valores de TAD y viceversa. De los 24 adolescentes con prehipertensión e HTA, trece, más de la mitad, tenían sobrepeso u obesidad (Chi cuadrado: p = 0.0001). De los adolescentes con sobrepeso y obesidad (n=52), el 25% (n=13) tuvo Pre-HTA o HTA, mientras que entre los normopeso (n=290), la presentaron el 3,8% (n=11). El IMC y la TAD están relacionados de manera estadísticamente significativa. El valor del Cramer indica que la relación entre estas dos variables es mediana (V = 0.359) (Tabla 4).

Riesgo relativo indirecto u Odss Ratio: Se agruparon los participantes en dos categorías según el IMC (IMC > P90 e IMC < P90) y según la TA (TA > P90 y TA < P90) para poder realizar el cálculo. Con estos datos, un adolescente con sobrepeso u obesidad (IMC > P90) tiene un riesgo 9,76 veces mayor de tener Pre-HTA o HTA (TA > P90) que aquellos con IMC normal o bajo, con un intervalo de confianza del 95% de 4,09-23,27 (p=0,0001) (Tabla 5).

Indice de Masa Corporal y Nivel Socioeconómico según Graffar: El Nivel Socioeconómico según Graffar fue reagrupado para obtener grupos con mayor frecuencia, de esta manera el Nivel Alto y el nivel Medio Alto se agruparon para conformar un solo grupo, y el Nivel de Pobreza Extrema se unió con el nivel Obrero. En esta nueva agrupación el 28.7% de los estudiantes pertenece al nivel Alto/Medio Alto y un porcentaje similar al nivel Medio; el grupo de Obrero/Pobreza Extrema representó el 42.7% de la muestra. Se pudo observar que la mitad de los estudiantes de Educación Básica Media y Diversificada cuyo IMC estaba por debajo del percentil 3 pertenecían al nivel Alto/Medio Alto y el resto se distribuyó equitativamente entre los niveles Medio y Obrero/Pobreza Extrema. En el grupo de IMC entre los percentiles 3 al 10, la distribución según Nivel Socioeconómico fue a la inversa, el 56.7% pertenecía al nivel más bajo (Obrero/Pobreza Extrema) y el menor Porcentaje de sujetos con IMC entre los percentiles 3 y 10 se ubicó en el nivel Alto/Medio Alto. Esta distribución fue similar en el grupo de IMC entre los Percentiles 10 y 90 y el grupo de IMC entre los percentiles 90 y 97. Estos datos no revelan alguna tendencia del IMC a agruparse en especial en algún de los estratos del Nivel Socioeconómico (Chi cuadrado: p=0.170).

DISCUSIÓN

La hipertensión arterial (HTA) es una de las entidades clínicas más estudiadas en medicina, toda vez que es responsable de una alta morbimortalidad en el adulto, y cuyo inicio se ha comprobado en la infancia y en la adolescencia18. En el Estado Mérida, en el año 1988, un grupo de investigadores determinó la prevalencia de HTA en varones de 7% y de 4.5% en las hembras12; la prevalencia encontrada en nuestro estudio fue similar, de 6,3% en el casco urbano de la ciudad de Mérida. En Recife, Brasil, un estudio realizado en adolescentes mostró una mayor frecuencia de HTA, de 17,3% y ésta estuvo asociada principalmente al sobrepeso, la obesidad, el sexo masculino y la escasa actividad física19. En nuestro estudio no se observaron diferencias con relación al sexo. El 75% de los sujetos de nuestro estudio presentaron un IMC dentro de la norma, 11% por debajo de la norma y 13% sobre la norma, similar al estudio en Brasil, donde el 11% de los adolescentes presentaron sobrepeso y obesidad19. La tendencia a la malnutrición por exceso coincide con otro trabajo nuestro en niños entre 7 y 9 años de edad20, con el trabajo de Uzcátegui y cols, (2003) en Medellín, Colombia21 en adolescentes, así como en estudios internacionales donde se observa una mayor proporción de sobrepeso y obesidad con respecto a la malnutrición por déficit. Aunque nuestro estudio fue de corte transversal y no disponemos de datos previos sobre exceso de peso evaluados con el mismo indicador en adolescentes, pensamos que éste podría estar aumentando en las nuevas generaciones como ocurre en los países desarrollados22,23. Este hecho merece particular atención no solo porque la obesidad infantil y juvenil es un factor de riesgo de HTA y de alteraciones en el perfil lipídico, sino porque es un predictor del peso en la edad adulta y está asociado con la aparición de ECNT24-26.

Se observó una clara asociación entre el IMC y los valores de TA, al igual que otros estudios reportados en la literatura21,27-30. El 25% de nuestros adolescentes con IMC sobre la norma tenían cifras de TA sobre el percentil 90. El riesgo de Pre-HTA o HTA fue 9,8 veces mayor entre los adolescentes con sobrepeso/obesidad en comparación con los de IMC normal/bajo. Lazarou y cols.31 recientemente demostraron una asociación entre un alto IMC y la HTA, tanto sistólica como diastólica, con un riesgo relativo indirecto de 1,21 y 1,13 respectivamente, menor al riesgo de nuestro estudio. Cabe esperar que un individuo que tenga un IMC alto, probablemente sufra de algún grado de HTA. Ante esta evidencia, queda claro que la utilización del IMC como predictor de obesidad y consecuentemente del riesgo de padecer de HTA es válido, y que además constituye una herramienta de fácil manejo tanto para pediatras como para médicos generales en la detección precoz, seguimiento y prevención de las ECNT durante la infancia y la adolescencia21,28,32-36. El IMC constituye un indicador mixto, tanto de dimensión como de composición corporal, y puede ser utilizado tanto en varones como en hembras para estimar de manera rápida el estado nutricional y así poder orientar aquellos individuos que tengan factores de riesgo de padecer ECNT en etapas posteriores de la vida, particularmente alteraciones en la presión arterial.

Los valores de TAS fueron más bajos que los de TAD desde el punto de vista de su distribución percentilar, ya que valores de TAS sobre el pc 90 se registraron solo en 1.1% de la muestra, mientras que los de PAD se registraron en 6.3% de la muestra. Al parecer, esta situación se presenta desde edades más tempranas, ya que también fue observado en escolares de nuestra ciudad20. Estos hallazgos coinciden con los obtenidos por Uzcátegui y cols.21 en los cuales se observa una tendencia similar, aunque no tan marcada, probablemente por diferencias poblacionales. Otro aspecto a tener en cuenta es que los valores de referencia que utilizamos para clasificar la TA fueron los patrones de referencia nacionales. Igualmente, la técnica auscultatoria utilizada para definir TAD puede influir en estos resultados, ya que la auscultación del cuarto ruido de Korortcoff (K4) o del quinto (K5) para definir TAD es motivo de controversia internacional. El Task Force Blood Pressure Control in Children (TFBPCC)17 indicó la utilización de K4 en menores de 13 años de edad, y de K5 en mayores de 13 años de edad, criterio que fue tomado en cuenta en nuestro estudio; sin embargo, investigaciones realizadas por Sorof y cols. (2002)37 revelan que las cifras de TAD pueden variar según se utilice K4 o K5, y estas diferencias pueden incidir sobre el número de sujetos clasificados como normales o con TA alta38.

Al asociar el IMC con el estrato socioeconómico, no se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas, por lo que para este estudio, el estrato socioeconómico evaluado a través del método de Graffar modificado para Venezuela por Hernán Méndez Castellano16, no tiene ninguna repercusión sobre la génesis de HTA ligada al IMC alto, a diferencia del estudio de Lazarou y cols.31 en Grecia, donde se demostró un riesgo 2,5 veces mayor de HTA entre adolescentes provenientes de bajos niveles socioeconómicos. En la literatura revisada no se hacen otras referencias al respecto, sin embargo es probable que las diferencias sean debidas a los diversos hábitos de alimentación y de actividad física. De hecho, éste último estudio31 reportó una probabilidad dos veces mayor de HTA entre aquellos niños y adolescentes que comían viendo la televisión. Es importante identificar cuales niños se beneficiarían con alguna intervención por lo que se recomienda estudiar niños con sobrepeso y obesidad, con historia familiar de DM2 o de enfermedad cardiovascular temprana, o niños que tengan signos de resistencia a la insulina o condiciones asociadas como acantosis nigricans, HTA, dislipidemia o síndrome de ovarios poliquísticos39. Todos estos factores pueden pasar desapercibidos si no se lleva un control médico adecuado de niños y adolescentes. Estos controles incluyen el cumplimiento de los esquemas de vacunación, la promoción de la práctica deportiva, la educación como pilar para lograr con éxito la tarea emprendida y la vigilancia nutricional40. Es necesario que el pediatra incorpore en la rutina del examen físico la toma de tensión arterial, teniendo cuidado de utilizar el instrumento adecuado con la finalidad de evitar falsos positivos o negativos.

En conclusión, se comprobó una asociación estadística entre el IMC y los valores de TA sistólica y diastólica, por lo que individuos que tengan IMC altos deben ser seguidos y sometidos a algún tipo de intervención tendiente a disminuir la incidencia de ECNT en la edad adulta. La HTA no es un problema exclusivo del adulto, por el contrario, muchos niños y adolescentes la padecen sin causa aparente. Se debe utilizar siempre el mismo patrón de referencia para la evaluación nutricional y seguimiento clínico de un mismo individuo, recomendando para el caso de Venezuela, el Estudio Transversal de Caracas. Es importante la implementación de programas educativos dirigidos a procurar cambios en el estilo de vida de la población para tratar de disminuir el impacto que tienen las ECNT del adulto, teniendo en cuenta que las mismas tienen su génesis durante la infancia y la adolescencia.

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