Educar para la paz

Michelle López Luzardo

Dos de los artículos que se publican en este número de Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría están enmarcados dentro del área de la pediatría que conocemos como Pediatría Social, la cual estudia al niño en relación con la comunidad y trata temas de enorme importancia para el pediatra general, aunque se tiende a prestarles menos atención de la que realmente ameritan. Estos artículos son los titulados “Estrategias de prevención de violencia familiar de la Cátedra Escuela para Padres” del Dr. Gerardo Fernández y col; y “Maltrato y abuso sexual como causas de abandono del hogar en niños, niñas y adolescentes de la calle” del Dr. Richard Romero Ruiz y col.

Es preocupante el aumento de la violencia en nuestra sociedad y en especial entre nuestros niños, sabido es que toda violencia contra los niños, y en particular el maltrato infantil en los 10 primeros años de vida, constituye un problema en sí mismo y un importante factor de riesgo de otras formas de violencia y problemas de salud a lo largo de toda la vida. Por ejemplo, en un estudio reciente de la OMS se ha calculado que los abusos sexuales en la infancia explican aproximadamente un 6% de los casos de depresión, un 6% de los casos de abuso/dependencia del alcohol y las drogas, un 8% de los intentos de suicidio, un 10% de los casos de trastorno de pánico y un 27% de los casos de trastorno de estrés postraumático. Otros estudios también han relacionado los malos tratos físicos, los abusos sexuales y otros acontecimientos violentos en la infancia con el consumo excesivo de tabaco, los trastornos alimentarios y los comportamientos sexuales de alto riesgo, que a su vez están relacionados con algunas de las principales causas de muerte, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.

Ciertamente, no es difícil entender cómo las situaciones violentas de cualquier tipo, intensidad y duración pueden conspirar contra el sano desarrollo del niño, tanto en el ámbito puramente biológico como en el psicológico y social. Siendo que ni géneros, edades o clases sociales son inmunes a la violencia, los pediatras tenemos un papel de suma importancia en proveer herramientas a padres y cuidadores para ayudarlos en la prevención de la violencia familiar. Este tipo de violencia, al igual que todas sus variantes, constituye la forma más destructiva de manejar los conflictos que se presentan continuamente en las relaciones humanas.

Los estudios que durante los últimos cincuenta años se han realizado en relación a la teoría de los conflictos y los factores que intervienen en su génesis, han puesto de manifiesto que en la raíz de todo conflicto están las necesidades no satisfechas. Y es justamente en este aspecto donde los médicos en general y los pediatras en particular podemos incidir, ya que tenemos en nuestras manos la capacidad de ayudar a nuestros pacientes y a sus familias a satisfacer una de las necesidades más básicas del ser humano como lo es la salud física y mental.

Con el objetivo de prestar asistencia en estas importantes áreas se han constituido las Escuelas para Padres, las cuales son espacios idóneos (físicos y psicológicos) para capacitar a padres, madres, responsables o representantes, sobre aspectos psicopedagógicos y ambientales que los ayuden en el fortalecimiento de las relaciones familiares y para que optimicen su calidad de vida, a través del desarrollo de un conjunto de habilidades y destrezas dirigidas a lograr la educación y crianza acertada de niñas, niños y adolescentes.

En este sentido ha sido pionera en nuestro país la cátedra libre Escuela para Padres, de la Facultad de Medicina de La Universidad del Zulia, LUZ, coordinada por el doctor Gerardo Fernández y un equipo de docentes universitarios comprometidos con la prevención en salud infantil. Esta iniciativa académica, conjuntamente con la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, ha motorizado la inclusión de talleres de Escuela para Padres en los últimos dos congresos nacionales de pediatría, como una experiencia interactiva para dotar a las familias venezolanas, en especial a los padres, con las herramientas y orientaciones especiales para impulsar el mejor y más sano crecimiento de sus hijos. Asimismo, la Junta Directiva Central de la SVPP ha constituido la Comisión de Escuela para Padres con el objetivo de extender esta iniciativa al resto de sus filiales en el país.

El equipo de profesionales de LUZ también se ha comprometido a ofrecer asesorías a proyectos comunitarios que desarrollan la Universidad de Oriente y fundaciones afines en la lucha en contra de la drogadicción. La Cátedra Libre Escuela para Padres de LUZ ha logrado la máxima participación de la familia en acción conjunta con el equipo de salud. Esta integración no sólo hace sostenible la iniciativa educativa sino, más importante aún, incrementa la capacidad de la comunidad para tomar sus propias decisiones en relación con la prevención de las enfermedades en la población pediátrica.

Por otra parte, sería excelente poder relacionar estos programas de educación para padres con programas para la capacitación de docentes en las escuelas con el fin de entrenar a sus alumnos en la resolución constructiva de conflictos, en contraposición con la resolución adversarial de los mismos. Los beneficios de este entrenamiento van más allá de la escuela, puesto que prepara a los alumnos para manejar constructivamente los conflictos futuros en su desempeño laboral, en su familia y en su comunidad, lo cual constituye la mejor forma de prevenir la violencia.

Vayan nuestras palabras de felicitación y apoyo a la Junta Directiva Central de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría y a la Cátedra libre Escuela para Padres de la Facultad de Medicina de LUZ por esa iniciativa. Nuestro llamado es para todos los pediatras venezolanos a sumarse a este movimiento, cada quien desde sus posibilidades, grandes o pequeñas, pocas o muchas, pero sí con el convencimiento de que siempre podemos y debemos ser educadores para la paz.