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Archivos Venezolanos de Puericultura y Pediatría

versión impresa ISSN 0004-0649

Arch Venez Puer Ped vol.78 no.4 Caracas dic. 2015

 

Usos clínicos de probióticos en disbiosis y en diarrea aguda, Asociada a antibióticos y del viajero.

Rafael J. Santiago P (1), José Javier Díaz (2), Lourdes Rodríguez (3), Zhandra Durán (4), Digna Pinto (5), Dolores Pérez Abad (6)

(1) Gastroenterólogo Pediatra. Profesor de Fisiología y Patología Digestiva. Coordinador Docente de Postgrado de Pediatría, Escuela de Medicina Extensión Valera. Universidad de Los Andes. Hospital Universitario de Valera, “Dr. Pedro Emilio Carrillo”. Valera, Estado Trujillo.

(2) Gastroenterólogo Pediatra. Clínica del Niño Mérida, Estado Mérida.

(3) Pediatra Puericultor MPPE – Zona Educativa del Estado Sucre. Policlínica Sucre. Cumaná, Estado Sucre.

(4) Pediatra Puericultor. Especialista en Lactancia Materna y Bancos de Leche Humana. Coordinadora del Banco de Leche Humana. Hospital Universitario Ruíz y Páez. Ciudad Bolívar, Estado Bolívar.

(5) Pediatra Puericultor. IPASME-PODELCA. Tucupita, Estado Delta Amacuro.

(6) Pediatra Puericultor. Clínica Profertil. Barcelona, Estado Anzoátegui.

Autor corresponsal: Dr. Rafael José Santiago Peña Teléfono: 0424 -7484861 / Correo: rafaeljsantiagop@yahoo.com

RESUMEN

La disbiosis se presenta cuando ocurre un desequilibrio en la microbiota intestinal, como consecuencia de: cambios en la alimentación, usos de antibióticos de amplio espectro, procesos inflamatorios crónicos, cirugía o radiación, el manejo se realiza con la prevención de estos factores etiológicos, uso de probióticos, prebióticos y de forma prometedora en trasplante fecal. La diarrea aguda es un problema de salud pública y los probióticos como tratamiento coadyuvante, han demostrado producir un efecto en la prevención y en el tratamiento, siendo mejor con microorganismos vivos, siendo cepa y dosis dependientes. El Lactobacillus casei GG, y Sacharomyces boulardii han demostrado disminuir la duración y la frecuencia de la diarrea aguda, similar efecto se ha demostrado en la Diarrea Asociada a Antibióticos y en la Diarrea del Viajero.

Palabras clave: Probiótico, Disbiosis, Diarrea Aguda, Diarrea Asociada a Antibióticos, Diarrea del Viajero, niños.

Probiotic clinical use in dysbiosis, antibiotic associated and traveler's acute diarrhea

SUMMARY

Dysbiosis occurs when an imbalance in the intestinal microbiota occurs: changes in diet, use of broad-spectrum antibiotics, chronic inflammatory processes, surgery or radiation. Treatment includes preventing these etiological factors, use of probiotics, prebiotics and, in a promising way, fecal transplant. Acute diarrhea is a public health problem and probiotics as adjunctive therapy have shown a beneficial effect on prevention and treatment. Results are better with living microorganisms and effects are, apparently, strain and dose dependent. Lactobacillus casei GG and Saccharomyces boulardii have been demonstrated to decrease the duration and frequency of acute diarrhea. Similar effects have been demonstrated in antibiotic-associated diarrhea and traveler's diarrhea.

Key words: Probiotic, Dysbiosis, Acute Diarrhea, Antibiotic-associated diarrhea, traveler's diarrhea, children.

USO DE PROBIÓTICOS EN DISBIOSIS

Las bacterias del tracto gastrointestinal y genital maternas son las primeras colonizadoras después del parto natural, mientras que las bacterias de la piel y el entorno parecen ser los primeros colonos tras cesárea (1). En lactantes alimentados con leche humana, la microbiota parece estar dominada por los miembros de género Bifidobacteria, considerado benigno y se han postulado efectos beneficiosos sobre la salud del huésped (1).

El tracto gastrointestinal saludable es hogar de una comunidad microbiana densa y diversa, está dominada por anaerobios obligados pertenecientes a los Phylum Bacteroidetes, Firmicutes, Actinobacteria y anaerobios facultativos del Phylum Proteobacteria, pero su estructura varía ampliamente entre diferentes personas y en diferentes sitios anatómicos a lo largo del tracto digestivo (2).

Cuando se produce un desequilibrio de la composición de la microbiota intestinal normal se denomina disbiosis y algunas enfermedades se han asociado con cambios en la composición de ésta. El riesgo se incrementa con diferentes condiciones clínicas como, extremos de edad, comorbilidad, uso y duración de antibióticos de amplio espectro oral, episodios anteriores de diarrea asociada a antibióticos y hospitalización (3); cambios en la dieta, cirugía mayor abdominal y radiación también están relacionados, dando como resultado alteraciones en la microbiota normal, esto puede originar sobrecrecimiento bacteriano con la posibilidad de colonizar patógenos externos. El crecimiento excesivo de estas bacterias podría conducir a posterior translocación de bacterias no patógenas comensales y su supervivencia en sitios distantes extraluminal, tales como los ganglios linfáticos mesentérico (4).

No existe especie o grupo de especies, que sea aceptada universalmente como un biomarcador definitivo de disbiosis, la variación interindividual en la composición de la microbiota es una característica común y se puede alterar en numerosos procesos, siendo más evidente en las enfermedades del tracto gastrointestinal. Sin embargo, existe evidencia que la vincula con trastornos generales: diabetes, obesidad, síndrome metabólico, asma, enfermedades cardiovasculares y atopia (1).

A pesar de la variación interindividual de la microbiota, la reducción de la diversidad bacteriana es una característica recurrente de la disbiosis y se ha demostrado que es severa en la diarrea asociada a antibiótico y enfermedad por Costridium difficile, pudiendo tener importante impacto en la gama y el volumen de los metabolitos que son producidos por las bacterias en el colon, como la producción reducida de ácidos grasos de cadena corta (1).

Teniendo en cuenta los efectos antiinflamatorios postulados del butirato, es posible que su agotamiento en disbiosis pueda ser un factor que contribuye a la inflamación (1). Las bacterias anaerobias productoras de butirato están significativamente reducidas en infección nosocomial y diarrea por C. difficile; las anaerobias pueden reforzar barreras de defensa colónica mediante el aumento de los niveles de péptido antimicrobiano y producción de mucina. Por lo tanto, para la diarrea nosocomial, el agotamiento de los organismos productores de butirato puede resultar en disfunción epitelial y aumento de la carga osmótica dentro del lumen intestinal, llevando a la diarrea (5).

La inflamación puede ser un factor clave del fracaso para resolver disbiosis. Los niveles elevados de bacterias patógenas crean una situación donde un ciclo proinflamatorio es generado, estos ciclos necesitan ser rotos con el fin de interrumpir la disbiosis y restaurar la homeostasis (1,6). Las opciones terapéuticas potenciales prometedores son:

1. Tratamiento con antimicrobianos: muchos antibióticos de amplio espectro pueden tener efectos no deseados sobre la microbiota intestinal. Antibióticos selectivo sobre bacterias patógenas, como es la fidaxomicina (macrólido), se ha utilizado con éxito en el tratamiento de C. difficile relacionadas a disbiosis, con tasas de curación similares a los obtenidos con antibióticos de amplio espectro. En otros trastornos relacionados con disbiosis como enfermedad inflamatoria intestinal el uso de antibiótico es una herramienta terapéutica (1).

2. Probióticos: Eliminar las especies perjudiciales del intestino, manipulamdo la microbiota por inoculación o reforzar el crecimiento de especies benéficas con probióticos es una forma potencial de alcanzar estos objetivos. Preparaciones probióticas con mezclas de bacterias como los Lactobacilos y las Bifidobacterias y levaduras como Saccharomyces (1).

La evidencia actual sobre la eficacia de los probióticos es variable y es confusa por el hecho de que los regímenes de tratamiento a través de diferentes estudios son altamente heterogéneos, con diferentes especies/variedades, dosis, duración de tratamiento y administración, a eso se asocia la alteración de la colonización e invasión de patógenos, muchos probióticos colonizan al huésped sólo transitoriamente. Sin embargo, hay cierta evidencia que sugiere que los probióticos específicos pueden ser las opciones de tratamiento eficaz para los trastornos relacionados con disbiosis. Los recientes metaanálisis de ensayos controlados aleatorios sugieren cierta eficacia de los probióticos en la prevención de la enterocolitis necrosante en recién nacidos y en la prevención de la diarrea asociada a antibióticos (1).

Estudios en los países escandinavos en los últimos diez años en síndrome de intestino irritable, enfatizan el papel de los probióticos en la modulación de la microbiota intestinal y como consecuencia en la regulación de la motilidad y la hipersensibilidad del tracto digestivo, siendo estos estudios diferentes en diseño, dosis y duración del probiótico, algunos estudios muestran mejoría de los síntomas (6).

Los intentos para tratar la enfermedad inflamatoria intestinal con probióticos han generado resultados mixtos y actualmente, no hay ninguna evidencia concluyente para apoyar su uso para estos trastornos. Se han sugerido preparados de probióticos que contengan los miembros de las bacterias anaerobias obligatorias que forman la mayor parte de la microbiota saludable (7).

Las correlaciones entre la microbiota intestinal y el cambio en la composición corporal indican que los probióticos pueden influir en el metabolismo energético en la obesidad, desempeñando un papel importante en la prevención de la producción de endotoxinas, que puedan conducir a disbiosis de la microbiota asociada a la obesidad (7).

3. Prebióticos: la respuesta de la microbiota intestinal a las intervenciones dietéticas está influenciada por la composición de la microbiota predominante y en cierta medida, las respuestas pueden ser específicas al individuo. Una ventaja potencial podría ser la disminución en el tiempo de tránsito intestinal y por lo tanto, reducir la exposición de la luz intestinal a compuestos tóxicos o nocivos (1).

4. Trasplante fecal: también conocido como bacteroterapia fecal, el objetivo de esta terapia es reemplazar o reponer la microbiota intestinal de un individuo enfermo mediante el trasplante de la microbiota de un donante sano, han reportado una tasa de éxito del 90 % cuando el trasplante fecal se utiliza para tratar infección refractaria por C. difficile (1,8).

USO DE PROBIÓTICOS EN LA PREVENCIÓN DE DIARREA AGUDA

La Organización Mundial de la Salud recomienda lactancia humana exclusiva durante los primeros seis meses de vida, ésta promueve el desarrollo de la microbiota intestinal del lactante que contribuye en la prevención de enfermedades comunes en la infancia como los son las infecciones gastrointestinales, respiratorias y prevención de alergia (9).

Debido a las diferencias en la composición entre la leche humana y la fórmula infantil estándar, existe un amplio consenso en que la composición de la microbiota gastrointestinal difiere, dependiendo del tipo de alimentación. La cantidad de bifidobacterias es sigficativamente mayor en los lactantes alimentados con leche humana (10). En 1906, Tissier observó que gran colonización fecal por bifidobacterias ejercía efecto protector contra el desarrollo de diarreas. En general, las bacterias lácticas aisladas de leche humana parecen mostrar un gran potencial para colonizar y/o para producir sustancias antimicrobianas en las mucosas (11-13).

El uso de probióticos en prevención de diarrea es promisorio, Shirota en un estudio controlado, doble ciego realizado en la India, que incluyó una población mayor de 3000 pacientes entre 1 y 5 años de edad que recibieron Lactobacillus casei, demostró la reducción de los episodios de diarrea en un 14 % (14). Tres grandes ensayos controlados aleatorios (ECA) proporcionaron evidencia de un efecto modesto, estadísticamente significativo, pero de dudosa importancia clínica, con algunas cepas probióticas (L. casei GG, L. reuteri y B. lactis) en la prevención de la diarrea adquirida en la comunidad (15). Estudios posteriores, evidenciaron que los probióticos producen un modesto beneficio en la prevención de las infecciones gastrointestinales agudas en lactantes y niños sanos (16).

Se ha demostrado que la levadura probiótica S. boulardii es más eficaz que los alimentos fermentados (17) y puede reducir hasta 50 % un nuevo episodio de diarrea en los 2 meses posteriores a su administración durante un cuadro de diarrea aguda (18). Lactobacillus rhamnosus GG se asoció con una reducción en la duración y gravedad de la diarrea (19,20). Algunos estudios indican la necesidad de establecer la duración, cepa y dosis del probiótico para evaluar su actividad clínica.

USO DE PROBIÓTICOS EN EL TRATAMIENTO DE DIARREA AGUDA

El uso de probióticos es siempre controversial, y aunque es un tema de actualidad, su indicación ha sido evidenciada desde los tiempos antiguos; en Roma (76 d.C.), Plinio ya recomendaba el uso de leche fermentada para el tratamiento de la diarrea aguda (21-23).

El creciente conocimiento sobre la relación entre el microbioma intestinal y la salud humana, ha incrementado el interés por los probióticos (24). Los microorganismos utilizados como probióticos, incluyen a la levaduras Sacharomyces cerevisiae y especialmente, a bacterias de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, aunque algunas formulaciones pueden incluir algunas cepas de Streptococcus, Enterecoccus, Pediococcus, Propionibacterium, Baciullus y Escherichia. El uso preferencial de Lactobacillus y bifidobacterias se debe por una parte, a que se les considera avirulentos y de hecho, muchas especies gozan del estatus GRAS (Generally Recognized As Safe) de la FDA; por otra parte, que son los organismos que más se han empleado en las pruebas de aptitud probiótica y en consecuencia, sus propiedades beneficiosas están más contrastadas (25). Estos géneros pertenecen al grupo de bacterias ácido lácticas, por su capacidad de producir ácido láctico (ver Tabla 1). También se describen otras bacterias y levaduras, como por ejemplo Saccharomyces boulardii.

La indicación de probióticos en enfermedades gastrointestinales se ha basado en que pueden modificar la composición de la microbiota y actuar contra los patógenos entéricos.

En cuanto a los puntos potenciales de modificación de las alteraciones fisiopatológicas de las diarreas mediante probióticos se destacan:

• Corregir alteraciones de microbiota intestinal

• Reforzar la barrera intestinal

• Evitar la translocación bacteriana

• Impedir la adhesión de patógenos a las células del epitelio mucoso intestinal

• Producir inmunomodulación e inmunoestimulación local y sistémica

• Corregir la dismotilidad (26,27).

Múltiples estudios y meta análisis que evalúan el uso de probióticos en la gastroenteritis aguda, se identificó un efecto significativo en relación con la duración media de la diarrea, disminución del riesgo de diarrea de 4 días o más y disminución de la frecuencia de evacuaciones para el segundo día. El efecto es cepa específico y solamente está demostrada para Lactobacillus casei GG, Lactobacillus reuteri y Sacharomyces boulardii. No se observaron diferencias significativas del efecto entre los tres tipos de probióticos, lo que demuestra su equivalencia terapéutica (28).

Otro estudio reportó efecto beneficioso, estadísticamente significativo y clínico moderado de Lactobacillus GG, en su mayoría y S .boulardii en el tratamiento de la diarrea acuosa aguda y en particular, principalmente en las producidas por Rotavirus, reduciendo en un día la duración de la diarrea, el efecto es dependiente de la cepa y de la dosis (29).

Ensayos Controlados Aleatorios (ECA) con L. reuteri DSM 17938 y L. reuteri ATCC 55730, en niños hospitalizados de 3 a 60 meses; en comparación con el placebo o ningún tratamiento, demostraron reducción de la duración de la diarrea y aumento de la probabilidad de curación en el día 3. De igual manera tres ECA, señalan que en comparación con placebo, la administración de Lactobacillus rhamnosus GG durante la estancia hospitalaria se asoció con tasas significativamente más baja de diarrea y gastroenteritis por Rotavirus (10, 30, 31).

Un ECA abierto en niños paquistaníes con gastroenteritis aguda se demostró que con el uso de S. boulardii durante 5 días redujo significativamente la frecuencia de las evacuaciones y duración de la diarrea (3.5 vs 4.8 días, p = 0,001) 0 % (18). Los probióticos parecen tener claros efectos en la reducción, duración y frecuencia de la diarrea aguda, con equivalencia terapéutica entre Lactobacillus casei GG, Lactobacillus reuteri y Saccharomyces boulardii siendo más efectivos los microorganismos vivos (31).

Una mezcla de L. acidophilus, B. bifidum (B. lactis) y L. bulgaricus no disminuyó la duración de la diarrea. Dos metaanálisis concluyeron que la mayoría de los estudios se realizaron en el mundo desarrollado, y que LGG, L. acidophilus y L. bulgaricus no tenía eficacia (30).

Los microorganismos vivos disminuyeron significativamente la duración de la diarrea frente a los muertos. Los probióticos que han demostrado claramente su eficacia son fundamentalmente Lactobacillus rhamnosus GG y S. boulardii. Este efecto parece ser dosis dependiente, siendo más eficaces las dosis más elevadas y más útiles cuando se emplean precozmente en el curso de la diarrea (21).

La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología, y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) recomienda considerar el uso de LGG y Sacharomyces boulardii, junto con la terapia de rehidratación, en niños con diarrea aguda. Recomendación débil para L. reuteri DSM 17938 y para L acidophilus LB (cepa de probiótico inactivada por el calor) (30-34).

En la Tabla 2 se registran los probióticos y las dosis recomendadas en las guías de práctica clínica de la ESPGHAN (13). La segunda versión de la Guía de práctica clínica iberolatinoamericana ha realizado una gradación de la evidencia para el articulado de las recomendaciones, sistema GRADE (clasificación de las recomendaciones de la evaluación, desarrollo y grupo de trabajo de evaluación) y se establecen en función de la calidad metodológica de los estudios, la consistencia de los resultados entre los estudios, el nivel de extrapolabilidad, el balance riesgo beneficio y el análisis costo beneficio. Dispone de 4 categorías de la calidad de la evidencia (alta, moderada, baja y muy baja) y 2 categorías de la fuerza de la recomendación (fuerte o débil) (32).

USO DE PROBIÓTICOS EN LA DIARREA ASOCIADA A ANTIBIÓTICOS (DAA)

La diarrea asociada con antibióticos (DAA) se define como un cuadro diarreico que ocurre en relación a la administración de antibióticos (34). Los antibióticos pueden dar lugar a diarrea por dos mecanismos: el primero es su propio efecto tóxico directo en el intestino, y el segundo, una alteración de la microbiota intestinal, reduciéndose ciertas poblaciones de bacterias intestinales con funciones particulares sobre el metabolismo de los carbohidratos o permitiendo que puedan multiplicarse bacterias resistentes que producen la diarrea, el Clostridium difficile es parte de la microbiota intestinal, en condición de disbiosis causa síntomas como: diarrea leve o aguda, disentería y enfermedad pseudomembranosa (35).

La diarrea asociada a antibióticos puede aparecer desde pocas horas de iniciado el tratamiento antibiótico hasta dos a seis semanas de terminado el tratamiento (36). Cualquier antibiótico puede causar esta afección. Entre los fármacos responsables del problema la mayoría de las veces se encuentran: la clindamicina, ampicilina, amoxicilina y cefalosporinas (independientemente de la vía de administración) (35).

Meta-analisis de 19 estudios aleatorizados, demuestra que los probióticos reducen de forma significativa el riesgo de desarrollar diarrea asociada a la toma de antibióticos en 52 % (p <0,001) (37). Este beneficio aumenta cuando la toma de probióticos comienza en las primeras 72 horas del tratamiento antibiótico, las especies que se han evaluado están L. rhamnosus, L. acidophilus y S. boulardii (8). Estudio realizado en Polonia, quienes recibieron tratamiento antibiótico con adición de 250 mg de Saccharomyces boulardii o placebo, reduciendo significativamente la prevalencia de diarrea el grupo que recibió el probiótico 8 % frente a 23 % de los que reciben placebo (p <0,001) (38). Un estudio diseñado para evaluar el impacto de los probióticos en el tratamiento contra Helicobacter pylori, evidencio que el grupo que recibió probióticos (Bacilus clausii) en conjunto con la triple terapia, presento menor incidencia de diarrea que los del grupo control (solo triple terapia) (p<0,00001) (41).

Morales González y colaboradores afirmaron “Se ha comprobado que la toma de agentes probióticos reduce la incidencia de diarrea por antibióticos” (35). Se ha planteado que en humanos el mecanismo protector de los probióticos se asocia a la producción de ácidos orgánicos, bacteriocinas y péptidos, que interferirían con la acción de patógenos gastrointestinales y al efecto inmunoestimulante e inmunomodulador ya descrito (39,40). Otro autor concluye que a pesar de la heterogeneidad en la cepa del probiótico, la dosis y la duración, así como en la calidad de los estudios, las pruebas generales sugieren un efecto protector de los probióticos en cuanto a la prevención de la DAA (42). La combinación de probióticos con antibióticos disminuyen el riesgo de diarrea asociada (43). Sin embargo, por el momento no se dispone de estudios concluyentes para recomendar de manera rutinaria el empleo conjunto de probióticos y antibióticos, aunque algunas cepas, principalmente Saccharomyces boulardii y Lactobacillus GG, han demostrado su eficacia disminuyendo la incidencia de DAA.

Hay un expreso señalamiento en la Guía Práctica de Probióticos y Prebióticos de la Organización Mundial de Gastroenterología (44) con respecto que en la diarrea asociada a los antibióticos, existen fuertes evidencias de la eficacia de S. boulardii o L. rhamnosus GG en adultos o niños que reciben antibióticos. La investigación reciente indicó la eficacia de L. casei DN-114 001 en pacientes adultos hospitalizados para la prevención de la diarrea asociada a los antibióticos y diarrea por C. difficile (44), sin embargo es prematuro establecer conclusiones acerca de la eficacia y la seguridad de otros agentes probióticos para la DAA en los niños (42).

USO DE PROBIÓTICOS EN LA DIARREA DEL VIAJERO

La diarrea aguda es la enfermedad más común que afecta a los viajeros que van a regiones del mundo de bajos recursos. Aunque la mejoria de la higiene ha reducido el riesgo, en muchos destinos, sigue siendo alto, del 10 a 40 % (45) y genera grandes impactos en la salud y en la economía (30), para la Sociedad Internacional de Medicina del Viajero (ISMT), la diarrea del viajero es la enfermedad más común, relacionada con los viajes en los niños (46). Se reportan 12 millones de casos cada año y las tasas varían de 5 a 50 %, dependiendo del destino, siendo los países ecuatoriales los poseedores de las tasas más altas; generalmente ocurre como casos esporádicos, pero se pueden producir brotes, en grupos de viajeros ubicados juntos (47). El sur de Asia, África occidental y central siguen siendo los destinos con mayor riesgo; las tasas han ido disminuyendo en América del Sur, en el este y sudeste de Asia, en África del Norte, los riesgos estimados varían desde intermedio a riesgo alto (45).

Además del destino y la duración de la exposición, el estilo del viaje en particular y del presupuesto disponible para el mismo, se consideran factores de riesgo. La diarrea del viajero suele transmitirse por alimentos o agua contaminada. Las bacterias enteropatógenas son las más importantes agentes etiológicos, en orden decreciente: Escherichia coli enterotoxigénica, enteroagregante, enteroadherente, los virus Norwalk, Rotavirus, especies de Salmonellas, Campylobacter jejuni, Shigella, Aeromonas, Plesiomonas, Bacteroides fragilis y especies de Vibrio y parásitos (Entamoeba histolytica, Giardia intestinalis), Cryptosporidium y especies de Microsporidium (42,47).

El tratamiento comprende medidas preventivas tales como: evitar los alimentos y bebidas que puedan estar contaminados, el lavado de manos frecuente (da protección muy modesta); la disminución probablemente se refleja mas por las prácticas de saneamiento en los establecimientos de comida (42,47), es importante, la elección adecuada de los restaurantes, evitando los bufets (45).

El uso de probióticos se ha evaluado en la prevención de la diarrea del viajero, meta-análisis de 12 ECA de varios probióticos (incluyendo S. boulardii, lactobacilos y las mezclas de diferentes cepas de probióticos) para la prevención de la diarrea del viajero, encontró una reducción significativa en el riesgo (RR=0,85, 95 % un intervalo de confianza (CI) 0,79-0,91) (48). Se reportan efectos beneficiosos con el uso de S. boulardii en términos de reducción de la incidencia de la diarrea, que ha demostrado ser dependiente de la dosis y de la localización geográfica (30); en viajeros que recibieron S. boulardii a dosis de 250 mg/día, comenzando el tratamiento 5 días antes de viajar y durante todo el viaje, la incidencia fue de 34 % en comparación con 43 % en los pacientes que recibieron placebo, y para dosis de 1 gr/día de 39 bajó a 29 % (47,48); en otro estudio realizado con S. boulardii, la diarrea del viajero se desarrolló en el 43 % de los pacientes que recibieron placebo y significativamente menos en los que recibieron la dosis baja de S. boulardii 34% y los que recibieron dosis más alta S. boulardii 32 %(47).

Otros dos ECA controlados con placebo doble ciego concluyen que preparados con L. rhamnosus GG durante 1-2 semanas, podría prevenir la diarrea del viajero, mostrándose reducción del 11,8 % en la incidencia de la misma, con un efecto diferencial dependiente de la ubicación de los viajes (30,48). Otro estudio publicado que hizo seguimiento a viajeros finlandeses hacia Turquía mostró que, en 1 de 2 hoteles, donde recibían Lactobacillus GG le confirió una tasa significativa de protección, de 39,5 y 27,9 %, en las semanas 1 y 2 del estudio, respectivamente. En el otro hotel, no se observó ninguna protección con el consumo de Lactobacillus GG. (49). Lactobacillus rhamnosus (LGG), ha demostrado que disminuye la diarrea del viajero, sin embargo, preparaciones con probióticos no viables de Lactobacillus, no tienen efectividad (50). Ensayos que utilizaron Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus rhamnosus (LGG) mostraron resultados negativos en la prevención de la diarrea del viajero (30). Mezcla de cepas de probióticos redujo significativamente la incidencia de diarrea del viajero a turistas que viajaban a Egipto, de 71 % en el grupo placebo al 43 % en el grupo con el tratamiento (51).

Aunque los probióticos pueden ser útiles en el tratamiento de la diarrea aguda infantil, su papel en el tratamiento de la diarrea del viajero no ha sido establecido; hay muy pocos estudios bien diseñados disponibles para hacer recomendaciones (45). Probaron S. cerevisiae (Alemania), ó S. boulardii (fuera de Alemania), para el tratamiento de los viajeros que habían desarrollado diarrea del viajero en Túnez. Se les dio de manera aleatoria 600 mg de S. cerevisiae durante cinco días, de 60 pacientes, 43 completaron el ensayo, pero la duración de la diarrea no fue significativamente diferente. Ningún otro ensayo se ha hecho para el tratamiento de la diarrea del viajero utilizando S. boulardii. Los estudios, aún cuando son limitados, indican que los probióticos pueden ser más eficaces en prevenir la diarrea del viajero, en lugar de su tratamiento, una vez que se vuelve sintomática (47).

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