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Argos
versión impresa ISSN 0254-1637
Argos v.26 n.50 Caracas jun. 2009
Fuentes y apuntes para el acontecer sociocultural y urbano de Mérida durante la segunda mitad del siglo XIX
Brenda Iglesias
Universidad de Los Andes. Venezuela. brenda@ula.ve
Resumen
Para la comprensión integral de la historia de la ciudad, resulta vital el estudio del ámbito social y cultural, incluyendo las manifestaciones cotidianas de la sociedad urbana. En el caso de la ciudad de Mérida, Venezuela, durante la segunda mitad del siglo xix, tales representaciones históricas se hallan en escritos publicados o impresos en los diferentes periódicos y hojas sueltas de la época. Bajo los títulos de crónica, invitación, programa, suelto, publicidad, aviso oficial, gaceta, circular, entre otros, se reseñó para los merideños el acontecer cultural y social, así como las transformaciones de la ciudad. Tal como este artículo trata de mostrar, todos esos materiales constituyen ricas fuentes para reconstruir la historia de la Mérida decimonónica.
Palabras clave: cultura urbana, imaginario, crónica, Mérida, siglo XIX.
Sources and notes for Meridas socio-cultural and urban events in the second half of the nineteenth century
Abstract
For the citys comprehensive understanding, it is of vital importance to study the social and cultural ambits, including the everyday manifestations of the urban society. In the case of Merida, Venezuela, along the second half of the 19th century, such historical representations can be found in writings published or printed in different journals and fliers of the period. Under the denominations of chronicle, invitation, show program, sheet, advertising, official notice, gazette, circular, among others, the cultural and social events were reported for the locals, as well as the citys transformations. As this article tries to show, those materials provide rich sources for reconstructing the history of nineteenth-century Merida.
Keywords: urban culture, imaginary, chronicle, Merida, 19th century.
Sources et notes pour les événements socioculturels et urbains de Mérida dans la deuxième moitié du dix-neuvième siècle
Résumé
Pour la compréhension intégrale de lhistoire de la ville, il est dimportance vitale létude des domaines social et culturel, y compris les manifestations quotidiennes de la société urbaine. Dans le cas de la ville de Mérida, Venezuela, à travers la deuxième moitié du dix-neuvième siècle, ces représentations historiques se trouvent en écrits publiés ou imprimés dans des différents journaux et feuillets de lépoque. Sous les titres de chronique, invitation, programme, volant, publicité, avis officiel, gazette, circulaire, parmi dautres, les événements sociaux et culturels, ainsi que les transformations de la ville, ont été reportés pour la population locale. Comme cet article essaie de montrer, touts ces matériaux sont sources très riches pour reconstruire lhistoire de Mérida au dix-neuvième siècle.
Mots-clés : culture urbaine, imaginaire, chronique, Mérida, 19ème siècle.
Recibido: 22/11/07; aceptado: 15/06/08.
No hay materia de enseñanza que no esté conectada con las informaciones de la prensa diaria, las noticias científicas, los avances mecánicos, la vida de las artes, conciertos, exposiciones, publicaciones de libros, actividades económicas, biografía de grandes hombres...
El mundo, con su fascinante variedad y viviente interés, entraría fresco al aula cada mañana, la clase se convertiría en un foro ilimitado de información de ayer y de hoy.
Arturo Uslar Pietri,
"Pizarrón: el periódico en la escuela" (1969).
Introducción.
La cotidianidad en que se circunscribió Mérida durante la segunda mitad del siglo XIX, en cuanto a manifestaciones culturales colectivas, vehiculiza y almacena su memoria, el conocimiento y la narración de su historia, así como, en muchos casos, el desenvolvimiento de la vida emeritense hasta la actualidad. Es nuestro objetivo reseñar varios de los episodios de aquella ciudad decimonónica y de sus actores en el contexto social, cultural y urbano, mediante la revisión de la prensa local y producción impresa de la época como fuentes primarias.
El recuento hemerográfico aquí planteado nos permite adicionar relatos sobre la ciudad aparte de su historiografía. Se trata de aquellas microhistorias que revelan aspectos de su vida cotidiana; datos que a veces han sido considerados de menor trascendencia, pero que sirven en la construcción de una nueva y ampliada visión de la realidad histórica de la ciudad de Mérida y de nuestra cultura urbana. Es el registro de pequeñas historias, noticias, escenarios y acontecimientos descritos bajo los títulos de crónica, invitación, programa, suelto, publicidad, aviso oficial, gaceta, circular, entre otros, publicados en los diferentes periódicos y hojas sueltas de la época, donde fueron delineados muchos de los significados de la ciudad que le sirve de contexto.
Para la historiografía merideña, el catálogo de fuentes de este tipo es amplio gracias al acervo cultural y patrimonial existente en los diferentes fondos de documentación de los archivos y salas de referencia de la ciudad, cuyos títulos, tanto en cantidad como en calidad de contenidos, dan recuento de los más variados aspectos de su historia. Ciertamente, en nuestro caso y para los fines de este artículo, fueron reseñados algunos de los impresos pertenecientes a las colecciones de Documentos Históricos y Manuscritos, Hojas Sueltas y Comunicación Volante y Publicaciones Periódicas (Prensa) de la Biblioteca Nacional Sala Febres Cordero, reconocida como una de las más completas del occidente del país por su variada documentación (Biblioteca Nacional, 1995; Biblioteca Nacional de Venezuela, 2008).
La utilización de las prensas escritas y sueltos como fuentes para la reconstrucción de la historia no es una novedad, pues la mayor parte de los historiadores venezolanos lo han hecho en algún momento durante sus investigaciones. Aunque no es nuestro propósito desarrollar un análisis a profundidad sobre el uso y el valor patrimonial de la producción hemerográfica local como fuente de documentación para la historiografía emeritense, es necesario acotar el esfuerzo realizado en el ámbito universitario para su fomento en el desarrollo de líneas de investigación de tercero y cuarto nivel donde se ha producido estudios1 desde los mas diversos puntos de vista como ítems para la riqueza historiográfica con que se ha construido la historia de la ciudad y donde se reafirma la utilización de estas fuentes primarias. Sin embargo, nuestra intención es aportar otras letras a este universo editorial y sumarlo al conocimiento microhistórico de la ciudad de Mérida durante la segunda mitad del siglo xix.
Relación de fuentes
La aparición de crónicas diarias donde se reproducía diálogos, comentarios en el lenguaje del chisme o del chiste, la denuncia sobre los atrasos, los cambios o las transformaciones en pro y/o en contra de la ciudad en la prensa emeritense del siglo xix, puede ser constatada en los diversos títulos de los periódicos que circularon en la época.
La prensa merideña fue entonces prolífera en número de producciones literarias y periodísticas, las cuales han sido objeto de estudio por su propia naturaleza, destacándose el trabajo de Yolanda Mattera, titulado Hemerografía merideña (1983), un catálogo analítico sobre la prensa emeritense donde se cuenta los casi ciento cincuenta diarios publicados durante el siglo que estudiamos. Así mismo, de más reciente data, está la revisión hecha por Eligia Calderón (2008) sobre las publicaciones periódicas entre siglos y su importancia dentro del acontecer cultural de la ciudad. Ambos trabajos confirman la riqueza y cuantía de esta fuente para la investigación histórica local. Para confirmar dicha premisa, podemos destacar algunos de los periódicos que forman parte de este universo de posibilidades y que, en nuestro caso, condujeron a datos precisos sobre la memoria cultural y urbana de Mérida decimonónica que a continuación expondremos: Gaceta Literaria, Mérida, 1898; La Abeja, Mérida, 1858-1866; El Pueblo, Mérida 1895-1897; El Demócrata, Mérida, 1894; El Correo de la Sierra, Mérida 1894-1895; Alboradas, Mérida 1897-1898; Revista Artística, Mérida, 1896; Anuario de la Universidad de Los Andes. Mérida, 1891; y El Liberalismo, Mérida, 1897.
A ello se suman La Actualidad, Mérida 1874-1876; El Alerta, Mérida 1891; El Águila, Tovar, 1896; El Alarcón, Mérida, 1891; Alba, Mérida, 1891; Álbum, Ejido, 1889; Álbum de la Familia, Mérida, 1889; Álbum Merideño, Mérida, 1889; El Alfabeto, Timotes, 1891; El Andino, Mérida, 1899; El Anunciador, Mérida, 1887; Avisos Diarios, Mérida, 1887-1888; La Avispa, Mérida, 1877, 1879-1890; La Barra, Mérida, 1860; El Bien, Mérida, 1894; Boletín Anunciador, Mérida, 1896; Bruja. Mérida, 1889; La Campana. Mérida, 1859; El Canario, Mérida, 1877-1878; El Cangrejo, Mérida, 1896-1906; La Causa del Pueblo, Mérida, 1892-1897; El Comercial, Mérida, 1894-1898; Registro de Anuncios, Mérida, 1887; Semanario de Anuncios, Mérida 1877-1878; El Vigilante, Mérida, 1875-1876; Los Andes, Mérida 1886; El Argos, Mérida 1891; El Centinela De La Sierra, Mérida, 1882-1883; El Civilizador, Mérida, 1891; El Alacrán, Mérida, 1891; Año Nuevo, Mérida, 1899; La Apoteosis De Miranda, Mérida, 1896; El Artesano, Tovar, 1896-1897; El Centenario De Páez, Mérida, 1890; El Centenario De Rangel, Mérida, 1888; El Centenario De Sucre, Mérida, 1894; El Civilizador, Mérida, 1891, todos los cuales nos permiten establecer un imaginario cultural a lo largo de nuestra investigación.
Ese imaginario está construido por una cadena de microhistorias que desglosan los temarios abordados por dicha prensa decimonónica: resúmenes históricos y estadísticas de alguna institución, como por ejemplo el Anuario de la ULA, 1891; avisos clasificados y publicitarios como pequeñas referencias sobre ventas de inmuebles, oferta de servicios en general y propagandas sobre productos y empresas comerciales de la época; los comunicados de carácter público, a manera de participaciones e invitaciones; las denuncias como voces críticas y llamados de protesta pública para con las autoridades correspondientes sobre cualquier tópico de la ciudad; hojas literarias; las notas descriptivas sobre obras públicas como inauguraciones, reconstrucciones, embellecimiento realizadas y reseñadas por los periódicos de la época, las cuales con suerte contaban con una imagen o fotografía a manera de ilustración.
Es importante destacar que todos ellos están resguardados, conservados y a disposición del investigador en la Biblioteca Nacional, sala Febres Cordero, junto al resto de colecciones de material impreso producido en Mérida durante el siglo XIX. Éstos incluyen la de Documentos Históricos, con los mas variados tópicos, y la de Hojas Sueltas, donde destacan la labor de las diferentes imprentas de la ciudad para la época, como la de Juan de Dios Picón Grillet; las tipografías de Ignacio Baralt y de Vicente de Jesús; las imprentas de la Viuda de Osorio y El Civilizador; y la inserción laboral de la Imprenta León XIII, que corresponde a la Arquidiócesis para finales del siglo.
La colección de Documentos Históricos nos remite además a los bandos, ordenanzas y resoluciones registrados en las actas del cabildo de Mérida, donde se discutía sobre la limpieza, orden y aseo de la ciudad; por otra parte, se suman datos sobre las industrias artesanales, contratos entre alfareros, carpinteros, albañiles y herreros, así como de los establecimientos de dichas industrias en las diferentes parroquias locales; así como también descripciones inventariales sobre bienes eclesiásticos y sus fábricas, entre otros.
En la rica documentación clasificada bajo la modalidad de Sueltos, Volantes y Folletos se incluye los testimonios de las representaciones teatrales, los conciertos, la fundación de sociedades con fines culturales y artísticos; la edición de los acuerdos públicos ante siniestros naturales, como el gran terremoto de los Andes para finales del siglo XIX; los programas a celebrar por las diferentes fiestas religiosas y patrias, como la conmemoración de los centenarios de los próceres Miranda, Sucre y Páez, por ejemplo; así como también la publicidad a hoteles, estudios fotográficos, servicios públicos, industrias y productos novedosos que llegaban a la ciudad.
Ante tan amplias fuentes y considerando el marco límite de esta publicación, juzgamos conveniente recoger en este artículo sólo dos apartados que permiten un acercamiento provechoso a la historia cultural y urbana de la ciudad de Mérida registrada en esas crónicas periodísticas y hojas sueltas locales. La primera, las páginas sociales y celebridades, referida muy brevemente al acontecer social y cultural de la sociedad merideña de fines del siglo XIX, que presumía de una vida alegre y bohemia. En segundo lugar, la multiplicación de los techos rojos, torres y brazos de la ciudad, donde apuntamos algunas de las impresiones registradas sobre la construcción de la ciudad de Mérida decimonónica, superando las crisis en el ocaso del siglo.
Las páginas sociales y celebridades
En la historia de la ciudad decimonónica creemos importante incluir la reseña de noticias y crónicas sobre el hacer cultural en Mérida: conciertos, retretas, teatro, salones artísticos, agrupaciones, celebraciones populares que incidieron en el marco sociocultural de los merideños, como muestras de su espíritu ciudadano, de su carácter y educación, de sus costumbres y formas de expresión.
Durante el siglo que daría inicio a la bella época, desde muy temprano parecía existir entre los merideños un oído musical que degustaba las pequeñas presentaciones que rompían el silencio nocturno. Podríamos citar como ejemplo, una añosa nota concerniente a una presentación musical que, en el año 1859, se publicó bajo el nombre genérico de Crónica en un diario local:
En la noche de ayer tuvo lugar un concierto musical en la casa del Sr. José A. Troconis promovido por el Sr. Antonio Gil ejecutándose la Cadelina obra del nunca bien sentido José M. Osorio y otras dos piezas de gran mérito. Pureza en los sentidos, maestría en la ejecución, transiciones sorprendentes, todo se encontró allí pudiéndose decir que la orquesta toda comprendió el sentimiento de su autor (Crónica, 1859, p. 4).
La promoción de tales actividades y espectáculos fueron impresas también en hojas sueltas, volantes y folletos, de tal forma que los merideños fueran informados de todo aquello que ocurría y alteraba la rutina diaria de su pequeña urbe. Un caso que podemos comentar es la labor musical que la banda Los Andes desarrolló en la ciudad durante las dos últimas décadas del siglo XIX; dicha banda no podía faltar en las fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción, como quedó registrado en el programa impreso en noviembre de 1884, con promoción de la Universidad de Los Andes fue su promotora, el cual incluía desde valses, polka, ópera, danzas e himnos. Este suelto no sólo nos permite conocer hoy el repertorio musical del que tenían dominio nuestros músicos, con letras y melodías nacionales e internacionales, sino que nos arroja datos concretos sobre sus precursores y directores, tales como los señores Gil Antonio Gil y Teodoro Uzcátegui (Programa musical de la banda Los Andes, 1884, s/p.).
Por de contado, a través de estas páginas sociales volantes podemos constatar la importancia de la Universidad dentro de Mérida, destinada no sólo a la educación de los merideños, sino incluso al desarrollo cultural y el entretenimiento de quienes compartían su máxima casa: la ciudad. Otro ejemplo de ello lo tenemos en el programa por motivo de la celebración del centenario de José María Vargas en 1886, considerado regenerador y protector de las ciencias; los honores incluyeron, entre otros, bandas de música, fuegos artificiales, elevación de globos de colores y adorno e iluminación del edificio de la Universidad. Conviene asimismo resaltar dos puntos interesantes en este suelto: uno es que afirma la importancia del uso de este tipo de impresiones documentales que alcanzan valor testimonial sobre el acontecer cultural de la ciudad, anunciando que la descripción de la fiesta con el discurso y las composiciones se publicaran en un folleto. Otro punto es el reconocimiento a la formación ciudadana y cultural de los merideños, de quienes se espera que todos los habitantes de esta culta población contribuyan por su parte a realzar este homenaje a las ciencias y a la virtud (Centenario de Vargas, 1886, s/p.).
La prensa también colaboró en resaltar las celebraciones emeritenses, donde la música y el teatro llevaban la delantera. El gusto por las presentaciones musicales y el genio de sus protagonistas eran comúnmente reseñados por los apartados sociales de los periódicos, incluso al cerrar el siglo, cuando quizás otras novedades podían llamar la atención del merideño. Por ejemplo, en 1898 las retretas formaban parte de ese acontecer social y el joven Marco A. Castellón era el director encargado del buen repertorio de piezas que daba gusto oírlas! (Crónica: Retretas, 1898, s/p.)
En cuanto al teatro, para darnos una idea de la importancia del oficio del crítico al que el público merideño leía en las entregas periódicas de la Revista del Teatro en 1873, podemos citar parte de la reseña de la obra El Tirano Aguirre:
Mérida contenta porque ha visto abrir de nuevo las puertas de su teatro por la mano de su juventud ansiosa de progreso, de gloria y de fiestas. El 30 de diciembre último la compañía de jóvenes aficionados puso en escena el drama nacional inédito titulado EL TIRANO AGUIRRE obra del joven Adolfo Briceño Picón (...) Amigos, feliz de este drama y amantísimos admiradores de las glorias nacionales nos sentimos vivamente satisfechos al decir que el triunfo del autor fue completo. No, no nos detendremos en explanar el argumento de la obra pues estamos informados que dentro de pocos días quedará impresa y puesta a la venta; pero sí diremos que el Señor Briceño acaba de engastar una joya en la corona del teatro y de engalanar las letras venezolanas con una flor ( ) (J. Y. L., 1873, s/p.).
A partir de este relato podemos vislumbrar no sólo la importancia de este tipo de actividades dentro de la sociedad merideña, sino también la expresión del sentimiento nacionalista de su historia reciente, tras los acontecimientos de la guerra de independencia.
Junto a las obras teatrales, se presentaron varias veces en la ciudad compañías de zarzuela, como la del teatro Español de Mérida, que fue objeto, según la Revista Artística, de generosos aplausos por parte del público merideño por sus comedias líricas en 1896, cuando participó el primer actor Ramón Soler M. (Invitación para el Teatro Español de Mérida, 1896, s/p); también la compañía de los señores Padrón y Romero, que ocupó parte de las páginas sociales del periódico El Liberalismo, el cual dictaminó que respondía a las exigencias de su arte (Zarzuela, 1897, s/p).
Por otra parte, y para finalizar este pequeño apartado, traemos a colación un evento que seguramente rompió la cotidianidad de los andinos: la novedosa presentación de objetos que anunciaban el siglo venidero, augurando cambios y transformaciones tecnológicas. Se trata de las reseñas e invitaciones publicadas por la prensa local ante el invento del magniscopio traído a Mérida por el empresario colombiano D. Temístocles Rengifo en 1898, cuyas presentaciones, según la Gaceta Literaria, superaron incluso el inconveniente de la carencia de la luz eléctrica. Todo por el interés de exhibir los cuadros en uno de los inventos mas notorios del siglo! (Avisos: el Magniscopio, 1898, s/p).
La multiplicación de los techos rojos, torres y brazos de la ciudad
Al tratar de construir la historia de la ciudad en el devenir de la actividad arquitectónica y urbana de Mérida, resultan fuentes interesantes tanto los comunicados, decretos e invitaciones de carácter oficial, como las reseñas de las nuevas obras inauguradas y las que no lo eran tanto, todas las cuales tuvieron cabida tanto en la prensa como en las hojas sueltas de las décadas que nos ocupan. En este sentido, entre los motivos urbanos reseñados se cortó caminos y puentes, alumbrado eléctrico, la iglesia Catedral y los templos de la urbe central y zonas aledañas, el embellecimiento de la ciudad a través de la inauguración de alamedas y plazas, entre otras crónicas descriptivas reseñadas e impresas para la época.
Lo interesante de estos impresos es que nos brindan datos sobre quiénes llevaron a cabo las obras, el costo de las mismas, los tropiezos y fracasos en la faena constructiva, así como el júbilo que representaba para los merideños la inauguración de cada una de estas obras por su contribución al desarrollo y avance de la ciudad. Por ejemplo, en 1882 se publicó el programa de inauguración del puente La Portuguesa en Ejido, llamado también puente Guzmán Blanco, punto de importancia en el acceso al pueblo ejidense y salida hacia la ciudad de Mérida, cuya celebración incluyó banda solemne, obsequios y el desfile de los funcionarios públicos (Programa, 1882, s/p.). Sobre el mismo tema de la construcción de puentes y caminos, otra crónica de interés está en el volante que circuló en 1887, informando sobre el avance de los trabajos del camino desde Mérida hacia el lago de Maracaibo, de la que se deduce el esfuerzo que representó la realización de dicha obra pública para la época:
Me es satisfactorio dar al público un breve informe sobre el progreso de los trabajos en el camino de Mérida al Lago de Maracaibo por La Culata. Trabajos que están siguiéndose con la regularidad debida y el empeño que merece una obra de tanta atención para el progreso y bienestar de estos pueblos aislados y retrasados en el movimiento industrial, y a los cuales de ningún otro modo es posible traerles la prosperidad que necesitan ( ).
Esperamos de un sentimiento de patriotismo decisivo que el último esfuerzo para llevar a término esta obra, inmenso manantial de prosperidad para el pueblo Cordillerano, no sea eludido y que se arbitrarán los recursos necesarios para concluir cuanto antes lo poco que falta por hacer en el camino y perfeccionarlo debidamente a fin de no mantener por más tiempo cerrada al tráfico público esa nueva y ventajosa vía de comunicación que tantas razones la abonan y que tenemos a las puertas de Mérida para trasladarnos por ella del modo más inmediato a las planas del Lago de Maracaibo. Mérida, diciembre 10 de 1887. (Buenaventura Albornoz, 1887, s/p.).
De este informe podemos asimismo desprender la imagen de una ciudad que se encontraba aislada con respecto al resto de las provincias del país, ante la ausencia de vías de comunicación que afectaban su desarrollo económico y la inserción de Mérida con mayor ventura en el proceso de mejoras tecnológicas e industriales, a escasas dos décadas de finalizar el siglo XIX. Probablemente esta imagen de la ciudad de Mérida comenzó a desdibujarse hacia la década de los noventa, cuando entraron en funcionamiento los servicios públicos de teléfono y electricidad, los cuales fueron reseñados de forma positiva en las crónicas de la prensa:
CRÓNICA.
TELÉFONOS. Inaugurándose y funciona ya entre nosotros este último elemento de progreso que tanta falta hacía a esta población. ALUMBRADO ELÉCTRICO. Según informes fidedignos llegarán a Mérida en este mes los dinamos y pronto será la instalación coronándose así los esfuerzos del infatigable contratista Sr. C. Parra Picón. Motivo de justo júbilo tiene que ser para los merideños tal suceso porque la traslación de los dinamos se creyó una empresa irrealizable por lo fangoso del camino que de Valera conduce a esta ciudad. (Crónica: teléfonos y alumbrado eléctrico, 1892, s/p.).
Aunado a estos servicios, se multiplicó la construcción de techos rojos de los templos de la ciudad, materia para las diferentes imprentas y periódicos, aportando datos y cronologías sobre la imagen urbana de Mérida entre siglos. En esta empresa se sumaba las limosnas de todos los merideños, incluyendo la de los comerciantes, albañiles, plateros, herreros, músicos, zapateros, sastres, escultores, latoneros y alfareros que, organizados en sus respectivos gremios, se suscribían al recaudo que imponía el gobierno local (Construcción del atrio de la catedral mediante el aporte de los gremios, 1866, p. 204).
El año 1896 fue provechoso para los trabajos de refacción y mejoras para los santuarios de la ciudad, enunciados por la prensa como crónicas de progreso, siendo ejemplos de ello, entre otros, los de la capilla de Belén (Crónica: progreso, agosto 1896, s/p) y los del templo de Tabay (Crónica: progreso, septiembre 1896, s/p) publicados por el periódico El Pueblo. Sin embargo, un acontecimiento marcó e interrumpió en gran medida el acontecer cultural y urbano de la ciudad de fin de siglo: el gran terremoto de los Andes en abril de 1894, echando abajo la mayoría de los avances logrados hasta el momento. Las principales edificaciones de Mérida, incluyendo los templos e iglesias, se vieron afectadas y lo peor del caso no fue el desastre natural en sí, sino el letargo con que la ciudad se recuperó de ello, tomando meses para desaparecer las huellas del siniestro. La crónica de El Demócrata es un claro testimonio de ello:
CRÓNICA.
LA TORRE DEL LLANO. Este ruinoso y desmantelado edificio es una amenaza constante, no sólo para las casas vecinas, sino también para los que transitan por la calle. ¿Por qué no la derrumban?... Esperan acaso que un temblor la derribe o que por si sola se venga abajo ocasionando graves prejuicios y tal vez algunas muertes. (Crónica: la torre del Llano, 1894, s/p.).
Había transcurrido dos años y la prensa seguía siendo portavoz de severas críticas, siendo incluso promotora de trabajos fotográficos donde se reflejaba la obsolescencia del equipamiento urbano que la ciudad de Mérida ofrecía para ese momento. En julio de 1894, El Correo de la Sierra anunciaba las vistas fotográficas de varias ruinas de Mérida, Lagunillas, Santa Cruz, Tovar y Zea tomadas por el señor Romero González después del terremoto de los Andes (Crónica: los templos, 1894, s/p.).
En cuanto a la celebración de los centenarios patrios, fiesta común a nivel nacional para la segunda mitad del siglo XIX, el programa incluía en la mayoría de los casos la inauguración de plazas y alamedas, como ganancia de la actividad pública gubernamental. La ciudad de Mérida fue lugar para la celebración del centenario del coronel Rangel (1888), que incluyó la organización de una exposición del estado Los Andes y sus diferentes productos industriales y artísticos, cuya circular fue publicada por la imprenta oficial en abril de ese año (El Presidente del estado Los Andes, 1888, s/p.); también el centenario de Soublette (1889), que dio lugar a trabajos de reparación y embellecimiento de la columna a Bolívar, monumento emblemático para la ciudad y el primero en inaugurarse en Mérida (Centenario de Soublette, 1889, s/p.); el de Páez (1889-1890), el de Sucre (1894 - 1895), el homenaje a Miranda (1899) y la celebración del 27 de abril (1877), todos los cuales fueron registrados por la prensa local ante la inauguración de alguna obra pública o de algún monumento.
En este sentido, como ejemplos importantes dentro de los cambios que surgen en la forma urbana de Mérida a finales del siglo XIX, cabe destacar la inauguración de los monumentos de Sucre (Celebración del centenario de Sucre, 1894, s/p.) y de Miranda (Gobierno del estado Los Andes invita, 1899, s/p.) por parte del pueblo andino en honor a sus héroes, trayendo en consecuencia la reforma y cambio de uso de sus espacios públicos. A partir de entonces la plaza Milla se denominaría plaza Sucre, al erigirse en ella un busto en bronce del Mariscal, así como el de Francisco de Miranda en la plazuela de la Iglesia del Perpetuo Socorro (mejor conocida como la Tercera).
Reflexiones finales
Ante este panorama e imaginario aportado por los impresos circulantes para la segunda mitad del siglo XIX, podemos concluir que la ciudad de Mérida, tanto en su fisonomía urbana como en las costumbres y tradiciones de la región, sirvió de casa a una sociedad valerosa, tranquila, educada, al corriente de formas culturales y urbanas que también marcaron la vida nacional, todo lo cual llevaba consigo la esperanza auspiciada por el soplo de la modernización de toda ciudad venezolana ante el siglo XX.
La exploración de la crónica sobre el tema de la cultura urbana y la construcción en físico de la ciudad contribuye al estudio de la historia de Mérida, justo en el momento en que tienen lugar las primeras transformaciones edilicias y el registro de las voces criticas de sus habitantes sobre el entorno en el que conviven. Se trata de una pequeña parte del conjunto de hechos que hubo en ese pasado, convertida en datos a través de los vestigios documentales: los pequeños relatos, las denuncias, los titulares de la prensa, las invitaciones, la publicidad, el cartel oficial, sumados suman todos al análisis y conocimiento de la Mérida decimonónica. Estas microhistorias, algunas de ellas redescubiertas aquí, son las huellas impresas de la ciudad, las cuales, puestas en relación, representan la totalidad histórica que le sobrevive.
Podemos entonces advertir la importancia del estudio de la historia urbana y cultural de nuestras ciudades, pudiendo proponernos como meta el redescubrimiento y la utilización de las más variadas fuentes del imaginario impreso que reposan en los principales archivos, a la espera de otro coleccionista de sueltos y crónicas.
Notas
1Cabe destacar la línea de investigación sobre el Uso de la Prensa como fuente documental desarrollada por el Programa de Maestría de Historia (ULA, Táchira), así como los trabajos de ascenso, tesis y proyectos de investigación elaborados por profesores y estudiantes de pre y postgrado de dicha máxima casa de estudio: Eligia Calderón (2002), Carlos Amaya (2001), Christian Páez (1992), Luis Jugo (1993), Rita Giacalone (1996), Alicia Ardao (1984), Rafael Cartay (1988), Jacqueline Clarac de Briceño (1996), Ricardo La Bastida (1983), Ana Isabel Parada (1998), Ricardo Rivas (1980), Haylin Romero (1998), Airam Zerpa (1996), Milagros Contreras (2002), Eduardo Osorio, (1999), José Ramón Márquez (2004), Julio Sánchez (2001), Taíz Zerpa (1998), Esmeralda Salazar (1994), entre muchos otros, cuyos trabajos forman parte de la historiografía emeritense. También se puede consultar el catálogo bibliohemerográfico sobre historia regional y local elaborado por Belis Araque (2003) sobre publicaciones en libros, folletos, artículos en revistas especializadas, tesis de grado, trabajos de ascensos publicados entre 1980-2002, que han utilizado como parte de sus fuentes de consulta las colecciones de la Biblioteca Febres Cordero.
Biblio-hemerografía
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3. Araque, B. (2003). La biblioteca Febres Cordero y su contribución a la historia regional. Presente y pasado. Revista de Historia, Vol. 8, Nº 16, pp. 33-48. [ Links ]
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