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Argos

versión impresa ISSN 0254-1637

Argos v.26 n.51 Caracas dic. 2009

 

¿Eclipse o efervescencia de lo religioso en la contemporaneidad?

María Eugenia Talavera

Universidad Simón Bolívar. mtalaver@usb.ve. metalavera@gmail.com

Resumen: El trabajo tiene como objetivo encontrar una explicación para la metamorfosis de lo simbólico en las sociedades modernas a partir de la segunda mitad del siglo XX en la orbita planetaria. Se trata de la emergencia de una nueva religiosidad, que evidencia una nueva fase religiosa desplegada más allá del universo cristiano. La religión ya no habla como lo solía hacer antes, sino que ahora transita su propio espacio, construye su propia voz y comunica en otro lugar. Desde esta perspectiva, es una religiosidad que está en concordancia con la expresión más visible de un cierto código de posmodernidad, en el sentido de su propia construcción: el reino de la subjetividad, el individualismo, la flexibilidad y el pluralismo.

Palabras claves: Religión Contemporánea, Recomposiciones Religiosas, Nuevos Movimientos Religiosos, Transformaciones Religiosas, Innovaciones Religiosas, Religión Popular.

The eclipse or effervescence of contemporary religion

Summary: The objective of this work is to find an explanation for the symbolic metamorphosis of modern societies, dating from the second half of the XX century in the planetary orbit. It deals with the emergence of a new religiosity that gives evidence to a new detached religious phase beyond the universe of Christianity. Religion does not speak as it use to but now transits its own space, constructs its own voice and communicates in another place. From this perspective, it is a religiosity that is in concordance with the more visible expressions of certain post modern codes, in the sense of its own construction: the realm of subjectivity, individualism, flexibility and pluralism.

Key Words: Contemporary Religion, Religious Restoration, New Religious Movements, Religious Innovations, Religion.

¿Eclipse ou effervescence du religieux dans la contemporanéité?

Résumé: Le travail a pour but de trouver une explication pour la métamorphose du symbolique dans les sociétés modernes à partir de la seconde moitié du siècle XX dans l'orbite planétaire. Il s'agit d'une nouvelle religiosité, qui démontre une nouvelle phase religieuse dévoilée au-delà de l'univers chrétien. La religion ne parle déjà pas comme il le faisait généralement avant, mais maintenant transite son espace propre, construit sa voix propre et communique dans un autre lieu. Dans cette perspective, c'est une religiosité qui est en accord avec l'expression la plus visible qu'un certain code de post modernité, dans le sens de sa construction propre: le royaume de la subjectivité, l'individualisme, la flexibilité et le pluralisme.

Paroles clés : Religion contemporaine, Recompositions religieuses, Nouveaux Mouvements Religieuses, Transformations religieuses, Innovations religieuses, Religion populaire.

Recibido 25/11/08; aceptado: 26/02/09

Introducción

La muerte de Dios, es un pregón que se escuchó desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX en las sociedades occidentales. Su anuncio se sustentaba como una consecuencia de la acción de la modernidad en las diferentes geografías del planeta. Se pensaba que la modernidad, como imperio de la razón y la ciencia, poco a poco iría debilitando las bases de la religión y con ello vendría la muerte ineluctable de la trascendencia divina. Todo parecía indicar que el avance de la industrialización, la urbanización, la racionalidad y la tecnología contribuirían con la disolución del mundo religioso y se haría evidente el "desencantamiento del mundo",1 como diría Weber (1864-1920), con lo cual la religión quedaría relegada sólo a una supervivencia llamada a desaparecer en el horizonte de las sociedades modernas.

De esta manera, la modernidad sería el presente y el futuro de las sociedades mientras que la religión sería el pasado y la tradición. La religión quedaría sólo como un suspiro o como un gesto que se disuelve en los pliegues de la misma sociedad. Argumentación que lleva implícita la idea de que la modernidad, al ser ruptura con el pasado, cobija en su seno el germen mismo de "la muerte de las religiones", las cuales subsistirían, proyectadas en el presente, tan sólo como simples reliquias disecadas y colgadas en las ruinas del tiempo.

Esta consideración conducía a la hipótesis de que las instituciones religiosas serían profundamente influenciadas por la racionalidad científico tecnológica, la cual terminaría por imponer el mundo profano por encima de la religión. Sería, en palabras del sociólogo italiano Sabino Acquaviva, el "eclipse de lo sagrado en las civilizaciones industriales", y la puesta en cuestión de la tutela de las religiones sobre las sociedades, lo cual planteaba la desaparición o marginalización de las estructuras autoritarias de la iglesia. Con ello se pondría en evidencia el triunfo de la racionalidad en las sociedades (Acquaviva, 1967).

De ello se desprende que la oposición entre modernidad y religión lleva sobrentendida la idea de la secularización de las sociedades como una realidad excluyente que implica una sociedad sin religión. Es de señalar que en la teoría sociológica, la secularización encuentra sus antecedentes en el pensamientos de Auguste Comte, esencialmente en sus planteamientos referidos a la evolución de las sociedades de la "era teológica" a la "edad positiva", según los cuales, la razón deberá sustituir a las creencias y el poder de los sabios deberá remplazar al del clero; de esa manera, el término de secularización denotará su sentido primario como proceso de transferencia del poder religioso al "secular". A ello se añade la muy célebre idea de Max Weber en cuanto al "desencantamiento del mundo", término que califica la tendencia de las sociedades a dejarse impactar por la racionalidad del pensamiento y de las prácticas sociales, lo cual lleva implícita la idea del fin del reino de ese Dios que "encanta" el espíritu de los hombres. 2

Estas consideraciones sobre el declive de las religiones han guiado el hábito de pensar, la mayoría de las veces, que el mundo moderno es totalmente profano. Pareciera haber la convicción de que nada puede acaecer fuera del ámbito regulado por la ciencia, la tecnología o la razón instrumental. Así entendido, resulta difícil admitir que exista un espacio para la experiencia religiosa pues los mecanismos sociales y económicos se explican fuera de toda referencia a cualquier signo de trascendencia. De hecho, se cree que en la geografía moderna, la sabiduría científica puede reemplazar todo tipo de superstición; ella puede derribar todas las plegarias que nacen en el corazón de los hombres o incluso puede destronar cualquier imagen de salvación de las almas y la mismísima idea de Dios.

No obstante, estas certezas modernas están por verificarse porque pareciera que ya no es plenamente un hecho que el hombre contemporáneo pueda vivir sin religión. Tampoco parece ser cierto que en las sociedades actuales se haya eclipsado esa necesidad, ese deseo, esa secreta búsqueda, ese interés, esa nostalgia de Dios. La realidad pareciera contradecir esta idea, ya que desde hace algunas décadas asistimos al florecimiento de una gran variedad de manifestaciones religiosas que testimonian la importancia de la religión en nuestras sociedades, así como la enorme capacidad que ella tiene para responder a las necesidades cotidianas de los hombres.

¿Dios ha muerto?

La escena religiosa contemporánea se encuentra estremecida por el impacto que ha tenido la religión en las diversas sociedades del planeta, al punto de imponerse como un elemento indiscutible para comprender e interpretar las transformaciones de la geopolítica mundial. Ella se encuentra mezclada en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en New York, pasando por los conflictos del Líbano, la desintegración de la ex Yugoslavia, el conflicto de los Israelíes y Palestinos, la revolución Islámica en Irán y la afirmación católica en Polonia, a los que se añaden, el radicalismo político-religioso de las principales religiones institucionales, los movimientos integristas en las sociedades musulmanas, entre otros tantos fenómenos actuales. Al mismo tiempo, la religión se mezcla a numerosos hechos sociales de resonancia local y planetaria como el resurgimiento del antisemitismo en Europa, el vacío de fieles en las iglesias europeas3, el decrecimiento de las ordenaciones sacerdotales, el debilitamiento de la influencia social de la iglesia, el resurgimiento del anticlericalismo y las manifestaciones anti islamistas. Todos estos ejemplos constituyen una muestra que revela que algunos fenómenos de la actualidad mundial no pueden ser comprendidos o explicados sin echar mano de sus significaciones religiosas profundas.

Otro hecho que evidencia el fuerte impacto de las religiones en las sociedades actuales tiene que ver con el inesperado fenómeno de la dispersión de las creencias y prácticas religiosas que se expresan al margen de las Iglesias, particularmente la católica, y se concretan en los llamados Nuevos Movimientos Religiosos (sectas y minorías religiosas) que florecen en todas partes del mundo4. Tal es el caso, de las sectas de Moon, la Cientologia, la Nueva Acrópolis, la Meditación Trascendental, los Hare Krishna, la Soka Gakkaï japonesa, entre muchas otras. Al mismo tiempo, antiguas religiones como el druidismo se reinventan, resurgen con nuevos bríos creencias como el espiritismo y surgen creencias inéditas como las de los ovni; unidos al proyecto de la "Nueva Era"4 y la importancia creciente de un sin número de religiones de sanación y de terapias espirituales que emergen por doquier en todos los rincones del planeta.

Cabría preguntarse si este amplio abanico de creencias y prácticas, de raíces mítico _ esotéricas, que surgen por doquier, son realmente una religión de carácter universal. Pensamos que más que una religión son una "parareligion", término que se le atribuye por el fuerte carácter instrumental que ellas tienen de lo sagrado. Esta instrumentación, estructura una dinámica emparentada con el mundo profano, que desemboca en última instancia en una disolución de lo sagrado, por lo que no se puede hablar de una religión propiamente dicha.

Si nos detenemos en esta última idea, es de señalar, que si bien muchas de estas nuevas manifestaciones no constituyen en sí mismas un religión en el sentido tradicional del término (sistema de creencias, con un panteón de divinidades, cosmologías y mitos de origen, una moral con sus prohibiciones y sus prescripciones, valores y tabúes, rituales y ceremonias, unido a plegarias y objetos de cultos, y a personajes especializados en la mediación con los espíritus) y, a pesar de que muchas entre ellas no tienen pretensiones religiosas, se expresan en un universo religioso, que se traduce en una manera de ser religioso particular y específica de la época actual, una religiosidad que se caracteriza por la reunión de creencias religiosas bastante efímeras orientadas hacia el desarrollo del potencial humano que busca la salvación y la trascendencia divina en asociación con el crecimiento espiritual de los individuos.

Para alcanzar estos objetivos los hombres recurren a diversas tradiciones religiosas, especialmente aquellas salidas de las religiones orientales (Budismo, Hinduismo, Sintoísmo, Taoísmo), a fin de moldear una religiosidad diseñada por sus propias manos, en tanto que el hombre contemporáneo toma prestado, mezcla y recompone creencias a su gusto y necesidad para organizar su propio universo religioso. Así, vemos hoy a los cristianos seducidos por la creencia en la "reencarnación" de los místicos del New Age 6, a un sinnúmero de personas profesando creencias sincréticas, en las cuales se juntan alegremente Jesús, Krishna y los neochamanes budistas, entre muchos fenómenos.

En fin, la religiosidad contemporánea ya no se refiere a un "bloque sólido" compuesto de dogmas, símbolos, sentimientos, prácticas y creencias religiosas formuladas por las instituciones eclesiásticas; sino que ahora los elementos que se proponen al hombre religioso de hoy son apenas migajas, trozos fracturados, donde cada uno de ellos prosigue y crea su propio camino. Las creencias se mezclan, se unen y se desunen en el concierto de todo tipo de espiritismos, esoterismos, orientalismos y psicoterapias, en un conglomerado "confuso e incierto" que se une a una manera de creer asociada al terreno de la incertidumbre, de lo "posible" y lo "imposible". El mundo religioso se construye según el capricho personal, es el mundo donde "todo se vale", donde nada detenta una autoridad ni una legitimidad absoluta. De esta manera, las creencias religiosas se exteriorizan de forma fragmentada, imprecisa y desperdigada, en correspondencia con el imaginario moderno.

El conjunto de estos fenómenos evidencia la importancia que la religión tiene en la movilización social y política de los individuos de un país y permite comprender que una nueva fase religiosa se vislumbra. Son nuevos tiempos y otras costumbres que proclaman la recomposición de la religión en la escena social. Por estas razones, la cuestión religiosa adquiere hoy día un renovado interés y, sin dejar de despertar las controversias de ayer, emerge para derribar los clichés mientras busca su parte de verdad.

La dinámica religiosa contemporánea

En la sociedad moderna el ascenso ininterrumpido de Nuevos Movimientos Religiosos, el surgimiento de múltiples formas de reafirmación religiosa y la importancia creciente del factor religioso en la escena pública, fundamentalmente en lo político, han puesto en evidencia tres fenómenos fundamentales: el primero está referido a la falsa ilusión de la muerte de la religión, producto de los avances de la ciencia y la tecnología; el segundo es inherente a la mutación, el deslizamiento y el renacimiento de manifestaciones religiosas fuera del contexto institucional, especialmente en el cristianismo; y el tercero, se asocia a la constatación de la importancia, hoy como ayer, de la religión en los hombres, no sólo como elemento primordial de su vida y como afirmación de su poder y de su fuerza, sino también como mecanismo de interpretación del mundo y medio privilegiado para paliar las angustias y las determinantes sociales que lo abruman.

Definitivamente, la religión es un "modo de construcción social de la realidad", un sistema de referencia que le sirve al hombre para pensar y actuar en el universo donde vive. Siendo así, cuando observamos el conjunto de nuevas creencias religiosas que surgen al margen de las religiones institucionales, no podemos dejar de pensar que el sentimiento religioso del hombre no puede ser visto bajo el prisma exclusivo de las religiones instituidas pues de esa manera el hecho religioso se encierra en un sólo camino de interpretación. La trascendencia y el sentimiento religiosos no puede ser el monopolio de la Iglesia, pues lo sagrado se encuentra dentro y fuera de las religiones institucionales, ya que no hay una sola manera de ser religioso. Lo cual se constata en el mundo contemporáneo con una religiosidad apegada a creencias superiores y trascendentes diseñadas en los bordes de las religiones institucionales, lo que ha dado lugar a un universo trascendente inédito, que nos invita a repensar la concepción misma de religión. Más que una religión con sus dogmas y preceptos institucionalizados, brota una religiosidad de nuevo tipo, en la cual se asigna más importancia a la experiencia religiosa, a las creencias en mutación y a las disímiles prácticas tomadas de diferentes sistemas religiosos. De esta manera, la religión sale de la religión institucional y emerge una "religiosidad sin religión", una religiosidad laica que se basa en los valores contemporáneos con lo cual se trastoca los cimientos de la concepción de la religión vista desde las religiones históricas. Sin lugar a duda, el surgimiento de nuevas formas de ser religioso ha llevado a los cristianos y seguramente a otras religiones a vivir hoy su religión de manera muy diferente a la acostumbrada tradicionalmente.

En este contexto de la escena religiosa, los investigadores, especialmente los sociólogos, han dirigido su atención al estudio de la dinámica y las transformaciones del campo religioso, por lo que se han preocupado en analizar los fenómenos de la globalización religiosa, el estudio de las religiones paralelas a la religión institucional, los problemas de la descristianización del mundo, la vaga pentecostal, los movimientos fundamentalistas musulmanes y las llamadas recomposiciones religiosas identitarias de construcción de una sociabilidad global del otro, sin dejar de analizar los movimientos sincréticos de América Latina y África, las transformaciones del mundo religioso oriental, especialmente en China, las relaciones entre el mundo político y la religión, entre otras áreas de interés. Se trata del estudio del florecimiento de los movimientos religiosos que han emergido, desde hace unas tres décadas, en todas partes del mundo y que han modificado sensiblemente los intercambios simbólicos de las sociedades.

Una nueva fase religiosa se descubre

Las religiones siempre han existido: han nacido, se han desarrollado, han muerto y han renacido en las sociedades de todos los tiempos, lo cual parece dejar como constancia que en la historia de la humanidad, ningún grupo humano hasta ahora, ha podido vivir sin religión, tal vez porque ella habla al corazón de las necesidades de los hombres. Si bien ése es un hecho cierto, también lo es que, en la sociedad actual, en concordancia con los drásticos cambios espaciales y temporales que se viven, las creencias religiosas se están transformando de manera intensa y vertiginosa desde mediados del siglo XX. Ciertamente, los comportamientos religiosos contemporáneos demuestran las necesidades espirituales de estos tiempos. Los creyentes que mezclan disímiles creencias están en busca de una eficacia simbólica en su cotidianidad. Indudablemente, recurren a híbridos religiosos por no encontrar la respuesta adecuada a sus necesidades de religiosidad en el seno de la Iglesia católica. Todo se pasa como si el cristianismo ha dejado de ser un sistema unificador en provecho del principio de la soberanía individual, valor supremo de la contemporaneidad. Esto quiere decir que, en las sociedades modernas de hoy día, se está saliendo del modelo clásico de identificación religiosa transmitido de generación en generación, hacia una identificación religiosa más fluida, más fugaz y más inestable, donde cada individuo busca e identifica su propia vía espiritual.

Se trata de una "nueva" fase religiosa, un nuevo universo simbólico que emerge atado a sentimientos, emociones y una religiosidad diseñada bajo la batuta de una posmodernidad _flexibilidad, globalización, individualismo y pluralismo, en la cual reina la subjetividad propia de estos tiempos. Lo sagrado explota en mil pedazos, sus partes se recogen en ritos profanos, liturgias políticas, en una moral laica y en un sagrado secular derivado de un imaginario que se asienta en el debilitamiento de las creencias y cultos religiosos tradicionales.

En ese marco social característico de la posmodernidad, la escena religiosa se muestra impactada también por la adhesión a formas muy "particulares" de "ser creyente". Algunas tendencias caracterizan este fenómeno:

i) Los llamados "integrismos religiosos", concebidos como radicalismos o fundamentalismos religiosos desplegados a partir de los años ochenta en todas las principales religiones históricas: los integrismos católicos, los fundamentalismos protestantes, el judaísmo integral ortodoxo, los movimientos islamistas y la ortodoxia budista. Todos ellos están asociados a las respuestas del efecto disolvente de la modernidad y la defensa de su estatus religioso, que no es otra cosa que la preservación de la integridad de sus sistemas religiosos.

En este sentido, vemos que se han verificado los radicalismos religiosos de todo tipo, fundamentalmente los derivados del componente étnico de las religiones históricas. Tal es el caso, por ejemplo, de los Balcanes y del Asia Menor, donde se han realineado las religiones institucionales bajo una estricta ortodoxia. Por otro lado, desde las filas del islamismo, los chiítas se han lanzado a la conquista y la reconquista del mundo bajo la bandera de una tendencia religiosa arraigada en los estrictos preceptos religiosos del islamismo tradicional. Los protestantes y los católicos han centrado su atención en la evangelización para recobrar el terreno perdido, unidos a los movimientos ecuménicos7 que buscan aproximar la gente al seno de la Iglesia, destacando las numerosas gestiones desde las filas del catolicismo para la defensa de los derechos humanos en el mundo.

ii) Los nuevos movimientos religiosos que aparecen en la década de los años setenta, en todos los continentes, se expresan en variadas formas religiosas que obedecen a una lógica de una oferta espiritual planetaria, mejor conocida como "globalización religiosa". La vasta liberación del mercado de bienes simbólicos a escala mundial pone al descubierto la tendencia a una homogeneización de los sistemas de creencias. Ésta se concibe como un proceso que se pone en marcha por la liberación de los productos espirituales como bienes de consumo: los bienes simbólicos están articulados a una lógica de estandarización de los productos que se ofrecen al consumo de masas.

Cada individuo transita, busca e identifica su propia vía espiritual. La homogeneización del "creer" favorece la "circulación de las creencias" a escala planetaria: es el camino que nos permite comunicar a los otros los diversos registros espirituales, las diversas terapias, así como la psicología o la gerencia del resultado satisfactorio que se obtiene en las prácticas y técnicas que rigen la vida cotidiana de los individuos.

iii) La tendencia a la "tolerancia" hacia una "pluralidad" de visiones del mundo y de estilos de vida impuestas por el reino de las creencias religiosas efímeras. La oferta religiosa se convierte en un problema de libre escogencia, donde la experiencia personal priva sobre la adhesión coercitiva de la Iglesia y la emoción sobre la razón. Ahora se escogen sólo aquellos credos que se adaptan mejor a las necesidades religiosas de los fieles. Así, se puede creer en la existencia de Dios, sin que por ello se tenga que aceptar el dogma de la Trinidad, el de la Inmaculada Concepción o las consecuencias del pecado original; en el caso del cristianismo, contrariamente, se puede conocer la iconografía de la Eucaristía y su sentido para el cristiano sin aceptar su contenido y el valor religioso que le otorgan los católicos. Se pueden conocer los ritos religiosos (funerales, bodas, canonizaciones) sin que por esto afecte sus creencias personales. Igualmente, se puede participar en un acto religioso, evento que exterioriza la vivencia de una creencia simplemente como una manifestación de un canon artístico, un lenguaje cultural o por presión social. Sin dejar de considerar que emerge una religiosidad secular sobre la base de la ideología del pueblo, de la patria o del progreso. Asimismo, las religiones institucionales, fundadas en la trascendencia divina, se enfrentan a un debilitamiento frente al impacto de la importancia de las religiones de salvación (tipo protestante).

Fuera del plano individual, también se puede encontrar en el ambito colectivo diversos movimientos religiosos que buscan los medios de la trascendencia a través de comunidades más estructuradas como aquellas controladas por un líder carismático, por un guía, o por un gurú, quienes instrumentalizan sus verdades para transmitirlas a la comunidad de sus seguidores. Estos líderes carismáticos ofrecen un bien religioso innovador que responde a las insatisfacciones o a los "malestares" de sus discípulos. Testigo de este proceder religioso lo tenemos en los Nuevos Movimientos Religiosos implantados en occidente después de 1945, los cuales proponen una experiencia espiritual y colectiva no cristiana o sincrética, entre ellos tenemos los movimientos originarios de la India (Hare Krishna, Sai Baba, Sahaja Yoga entre otros); los movimientos originarios del Lejano Oriente, especialmente de Japón y Corea, apoyados en los aportes budistas como SoKa Gakkai unidos a las interpretaciones orientalistas del cristianismo como La Iglesia de la Mesianidad Mundial, japonesa, y la Iglesia de la Unificación, de Sun Myung Moon, coreana; los grupos esotéricos ocultistas como los Rosacruces, la Fraternidad Blanca Universal; la Escuela Arcana, los movimientos psicoreligiosos como el de Cientología, y la Nueva Era entre otros muchos movimientos religiosos.

Indudablemente, la llamada "Era de Acuario" plantea una revalorización de "lo espiritual" por encima de "lo racional". Frente a la frialdad de la racionalidad instrumental se contrapone una concepción de lo religioso revestido de emoción y subjetividad. Se considera el "mundo espiritual" como rector de los comportamientos sociales. Se insiste en una espiritualidad con halo místico, como una suerte de "espiritualización religiosa" en el seno de las sociedades. Donde las nuevas maneras de ser religioso se opone a las religiones institucionales, lo cual quiere decir que la satisfacción de las demandas de espiritualidad en el mercado simbólico pone en evidencia una manera de ser religioso, disociadas de las prácticas tradicionales de las religiones institucionales. Cada individuo define su propia religión, independientemente de la Iglesia.

La oferta religiosa se convierte en un problema de libre escogencia personal. El pluralismo propio de la modernidad se asocia a la relatividad de lo religioso en las sociedades, lo cual pone en evidencia que la amalgama de diversas culturas religiosas, en el seno de una sociedad, contribuye a relativizar la verdad propia de cada individuo y a acentuar los procesos de personalización de las religiones. Como consecuencia de esta situación, la idea de "Dios" se hace cada vez más individual, más personal, en la medida en que cada quien toma de las diversas tradiciones religiosas, la representación que más le conviene y la que mejor se adapta a su mundo de creencias. La religión entra en la esfera privada de la escogencia, en los modos de vida y en las preferencias personales, quebrando de esta manera la hegemonía tradicional de la institución religiosa como gestora del comportamiento social.

En términos generales podemos decir que en el mundo contemporáneo se asiste a una inusitada expansión de las nuevas creencias religiosas más allá de su base confesional y de su terreno religioso de origen. Diversos son los factores que contribuyen con este hecho:

i) Tenemos por un lado, a los propios creyentes, quienes escogen, seleccionan, mezclan, evalúan y deciden sus preferencias religiosas apoyados en la dinámica de las innovaciones religiosas actuales; todos ellos "circulan", escogiendo en un amplio abanico de opciones, los recursos religiosos que les permitan encontrar su propia vía espiritual; son, como diría Danièle Hervieu-Léger (1999), los "peregrinos de la religiosidad". Igualmente, las creencias circulan cuando los individuos se vuelcan a un grupo espiritual de afinidad (real o virtual) donde el sujeto busca la confirmación de su particular sentido de lo religioso.

ii) Por otro lado, "la espiritualidad cibernética" que es promovida en la web reproduce virtualmente la "mercadotecnia" del mundo espiritual. El espacio cibernético cuenta con miles de páginas y registros especializados a disposición de las personas donde se puede localizar información tan disímil como foros de discusión, historias, interpretaciones, paisajes religiosos diversos, testimonios, revelaciones y la venta de toda suerte de productos para los iniciados.

iii) Por último, los medios masivos de comunicación, especialmente los medios impresos y los programas televisivos, proveen a los neófitos de una alfabetización del lenguaje simbólico de nuevo tipo.

En Venezuela, por ejemplo, los programas televisivos vinculados a estas nuevas creencias tienen gran popularidad; muchos se difunden en los horarios estelares de mayor audiencia entre los cuales destacan los referidos a fenómenos religiosos, narraciones fantásticas y míticas, técnicas de salud holísticas, horóscopos, fen shui, fórmulas mágicas para resolver problemas diversos, variadas técnicas de auto crecimiento, programas de alimentación, debates sobre las virtudes de las nuevas maneras de ser religioso, entre otros temas. Por último, no se puede dejar de considerar la profusión de libros de auto ayuda, de esoterismo, magia, espiritualidad, ciencias ocultas, astrología; numerosas tiendas especializadas en productos esotéricos de todo tipo; innumerables conferencias, cursos y talleres que permiten una alta expansión de las creencias y posibilitan que los mensajes lleguen a un amplio público. Es de señalar que la difusión y standardización de tales creencias encuentran una vía inusitada en la prodigiosa difusión de los libros de Paulo Cohelo y la obra del Dalaï Lama, por ejemplo, los cuales son vendidos en millares de ejemplares y traducidos en todas las lenguas, testimoniando que una determinada manera de religiosidad puede y es compartida por los muchos y diversos seres humanos del planeta.

Resulta interesante destacar que la religiosidad contemporánea ha desarrollado una lógica comercial de primera línea que se expresa en múltiples libros, revistas, CD, videos, así como una enorme cantidad de objetos curiosos al servicio de los adeptos. Así, cuando se entra a cualquier tienda especializada de esas que abundan en Caracas, se pueden encontrar, por ejemplo, decenas de libros, películas o fotografías del aura, técnicas de relajación y purificación, jabones, amuletos, cartas de ángeles o diferentes versiones del tarot, oráculos diversos, manuales y objetos del fen shui (técnica china para armonizar el hábitat _casa, trabajo, etc. _ de los hombres), campanas de viento y wongs (para armonizar los ambientes), esferas de cristal, fuentes, velas, incienso, oraciones, carteles, cristales de cuarzos u otros, retablos, rosarios, esculturas diversas, dijes, aretes, y pare de contar. Muchas de estas tiendas están especializadas en sujetos devocionales, tal como es el caso de los "ángeles", tan en boga últimamente en Venezuela.

Se puede decir que la espiritualidad de la Era de Acuario ha propiciado una enorme "industria de lo espiritual" que no sólo incluye los locales comerciales, sino las llamadas líneas psíquicas (la de Walter Mercado, Adriana Azzi, Alfonso León, el arquitecto de sueños, Hermes, entre otras) que por un pago mínimo, contado en minutos, atienden las dudas y angustias personales. Esto se une a las consultas privadas adivinatorias que varían de costo dependiendo de la fama del "iluminado", sin contar las charlas, cursos y conferencias que florecen por doquier. Vale la pena señalar que también las religiones institucionales han sabido adaptarse a las corrientes de la modernidad desde hace algunos años: los evangélicos y los católicos comprendieron que no podían ignorar el impacto que ejercen los medios de comunicación sobre el gran público, así que desde hace algún tiempo se sirven de la televisión, el cable, la radio, Internet, revistas y periódicos para sus predicaciones.

Una cosa parece ser cierta: la emergencia de tantas y tan variadas formas religiosas del mundo moderno hablan a favor de la religión, la cual no puede ya ser concebida como un "arcaísmo" de la sociedad, ya que su expresión, en tan variadas formas, testimonia su importancia y su enorme capacidad de adaptarse a las necesidades cotidianas de los hombres, marcando así su huella en la mayoría de nuestros contemporáneos. El hecho de que en el mundo actual las religiones renazcan y se renueven sin cesar, cohabitando armónicamente con la modernidad, es sin lugar a dudas porque responden a las necesidades individuales y colectivas: ideológico-política, moral, social, identitaria, existencial, material e, incluso, terapéutica, del hombre contemporáneo.

La metamorfosis de lo simbólico en las sociedades modernas

A partir de la década de los 70, nuestras sociedades han sido impactadas, como todos los pueblos del mundo, por el proceso de globalización religiosa, lo que quiere decir que en todos los continentes se manifiestan variadas formas religiosas que obedecen a una oferta espiritual universal. Las características que este fenómeno adquiere en nuestras realidades difieren de manera significativa de las de los países desarrollados, por cuanto se inserta en un contexto de necesidades insatisfechas donde la pobreza camina por las hendiduras de nuestra existencia.

Pese a los impactos diferenciados que la globalización religiosa produce en las diversas sociedades, los intercambios en el ciberespacio planetario ponen de manifiesto que lo homogéneo se derrumba ante la contundencia de lo múltiple y lo diverso. La hegemonía cultural e institucional propia de las instituciones religiosas tradicionales, en particular de la Iglesia Católica, se debilita como resultado de la "competencia en el mercado de los bienes simbólicos", propio de la globalización religiosa. Este fenómeno se pone en evidencia ante la emergencia de nuevas corrientes religiosas alternativas, en tanto que aparecen sectas, iglesias y nuevos movimientos religiosos. La Iglesia pierde así, no sólo adeptos que
ingresan a otras confesiones religiosas, sino también un espacio de control de las instituciones sociales y su otrora fuerte influencia en las maneras de pensar y actuar de las personas, con lo cual se pone fin al monopolio y a la hegemonía católica frente al acrecentamiento de los nuevos movimientos religiosos.

Al correr el velo de las transformaciones del paisaje religioso de las sociedades modernas, se observa que éstas parecen encauzarse hacia un estado de politeísmo generalizado, más que afirmar un monoteísmo a toda prueba. Nuestras sociedades ofrecen un reconocimiento a la diversidad cultural y confesional. Es así como la noción de politeísmo ha sido recientemente entendida más allá de su sentido religioso original para encontrar una significación mucho más acorde con la actualidad de las sociedades occidentales. El "politeísmo", calificado de "guerra de dioses", concepto tomado del sociólogo alemán Max Weber, se convierte en el ejercicio de una metáfora que ilustra precisamente la diversidad de los valores, de las creencias y de las actitudes tal y como ellas caracterizan la cultura y la religión en la época contemporánea. Dios tiene mil caras y las divinidades se multiplican en todas las épocas, en ajuste a las necesidades espirituales de los seres que las conforman.

En síntesis, las creencias diseminadas y desvanecidas e imprecisas de la religiosidad moderna se atomizan en un abanico de significaciones diversas que se despliegan mucho más allá del universo cristiano. Formulada y expresada en ámbitos no tradicionales, la religión no habla como lo solía hacer antes, sino que ahora transita sus propios espacios, construye sus voces, comunica en otro lugar donde la pluralidad de escogencia, la subjetividad individual y la privatización de los sistemas de significación se adaptan a las nuevas y particulares necesidades de los individuos de hoy día.

La nueva oleada espiritual es fundamentalmente una religiosidad "sin religión" que se construye sobre la base de un conglomerado mal articulado de creencias diversas de todo tipo, en un amasijo incomprensible de evocaciones, augurios y sueños que los individuos se construyen de manera subjetiva y privada en función de sus propias necesidades. En el terreno cristiano, la nueva religiosidad se formula a partir de la fragmentación del cristianismo y de la diversidad más disímil de creencias: estas son las dos caras de la trayectoria de las nuevas manifestaciones religiosas del mundo moderno.

Reacción de las instituciones religiosas frente a los cambios del mundo espiritual

La modernidad introduce cambios fundamentales que afectan, tanto el estatus social de la religión y su situación social en la sociedad global, como las creencias y las relaciones individuales con la religión. Las principales religiones del mundo, especialmente la cristiana, no se han quedado paralizadas frente al impacto que la modernización ha tenido en la ruptura con la religión; han implementado una serie de medidas para adecuarse y dar respuesta a la situación.

Entre los cambios más significativos se tienen los movimientos emocionales salidos del cristianismo y de la Iglesia protestante, en los cuales se pone de manifiesto un fenómeno de difusión de una nueva religiosidad de tipo espectáculo, comunitaria y entusiasta, que se aproxima al proceso de transformación del campo religioso como sistema simbólico que se reapropia, de una manera singular, de un espacio religioso muy jerarquizado y constreñido que las religiones oficiales tenían como costumbre ofrecer. El impacto de estos movimientos en las sociedades latinoamericanas y, especialmente en la venezolana, se evidencia a partir del hecho de que éstos han tenido la capacidad de adaptarse a la mentalidad popular, integrando elementos de la cultura local, especialmente religiosos, lo que se aprecia claramente con la incorporación de las tradiciones propias de los chamanes o brujos tradicionales, las prácticas taumatúrgicas y exorcistas, entre otras.

Así, tenemos que el protestantismo y su propuesta "emocional" marcan el retorno de una Iglesia con la Biblia en la mano. En este caso nos estamos refiriendo a la importancia creciente que ha tenido el movimiento religioso pentecostal, expresión popular de la Iglesia protestante, de inspiración norteamericana, en el cual se pone en juego una religiosidad emocional abrazada a prácticas religiosas próximas a cualquier espectáculo mediático de cierto calibre, donde se combina un público entusiasta durante el oficio con el liderazgo de un pastor vibrante, en arengas continuas a los fieles. Esto pone en evidencia una comunidad que busca una religiosidad más "afectiva" y "efectista", acorde con las necesidades perentorias de la vida, unida a una Iglesia que trata de conquistar nuevos adeptos respondiendo a las demandas de sus miembros.

El auge de la Iglesia Pentecostal se deja ver por el crecimiento del número de sus seguidores por todas partes del mundo, especialmente en la China, Corea, Filipina, el Pacífico Sur, África (al sur del Sahara), América Latina y en algunos países de la Europa del Este. Pero el éxito incontestable de este movimiento es, sin lugar a duda, en los países de América Latina, donde se combina la Biblia, el rigor moral, las curaciones espirituales y la promoción tipo "espectáculo" de su doctrina. "En América Latina, la conversión al protestantismo lleva consigo una transformación cultural, de nuevas actitudes en relación al trabajo y al consumo, una nueva ética de educación, un rechazo violento al machismo tradicional, y el rol clave que juegan las mujeres en las Iglesias evangélicas" (Berger, 2001, p. 23). La constatación de tal expansión e impacto de esta secta protestante de tipo evangélico, le hace decir al escritor Henri Tincq, a finales de 1999 que: "El pentecostalismo será, según los especialistas, la religión del siglo XXI" (Tincq, 1999, p.7). Es necesario señalar que si bien en sus origen y expansión, los evangélicos fueron hijos de los Estados Unidos, hoy día, sobre todo en América Latina, los "nuevos evangélicos" son autónomos de sus correligionarios norteamericanos.

Es de señalar que en Venezuela el movimiento pentecostal ha tenido un gran impacto en la conducta religiosa de la población, lo cual ha traído como consecuencia que una cantidad importante de adeptos emigren desde la Iglesia Católica hasta sus filas. Un ejemplo de ello es el éxito creciente, en suelo patrio, de la Iglesia de aire brasileño, "Pare de Sufrir", cuyo mensaje de contenido doctrinario elemental ha sabido cautivar a muchos católicos que ven en esta secta la posibilidad de encontrar una salida a sus angustias cotidianas. Con un mensaje emocional y pragmático con resonancia en las tradiciones y el mundo imaginario de los venezolanos, esta secta "pone la mesa" para alimentar las necesidades inmediatas y las angustias cotidianas de muchos de sus adeptos. Por otro lado, la Iglesia Protestante ha comenzado a ocupar el espacio público de manera estelar, en la medida en que en los actuales momentos lideran el programa gubernamental de "asistencia al indigente" que deambula por las calles. Este programa tiene gran difusión en los medios impresos y en el discurso político del Presidente de la República, quien recurre a esta Iglesia para debilitar el papel hegemónico de la Iglesia Católica, opuesta a su régimen.

El éxito de los pentecostales ha empujado el nacimiento de una organización católica de inspiración pentecostal; se trata del Movimiento de Renovación Carismática, en el seno del catolicismo. Este movimiento, como en el protestantismo, ha suscitado numerosos adeptos, particularmente los fieles salidos de las capas sociales más pobres. Usando la misma técnica y contenidos doctrinales que la corriente pentecostal, este movimiento se ha constituido con trazos característicos de la religión popular: los milagros y el éxtasis en particular. Como en el pentecostal, el Movimiento de Renovación Carismática ha dejado a un lado sus principios doctrinarios e institucionales más profundos y fundamentales para privilegiar la emoción y atacar los problemas inmediatos y cotidianos de sus adeptos.

El Movimiento de Renovación Carismática se consagra a la alabanza mediante plegarias y cantos colectivos al Espíritu Santo, quien derramará sus bondades a partir del entusiasmo de los feligreses. Se reúnen al menos una vez por semana para orar, cantar y leer la Biblia. Las plegarias u oraciones invocadas tienen como objeto la renovación espiritual de los fieles que esperan el bautizo del Espíritu Santo. Sus dones deben desplegarse a toda la asamblea que se reúne para obtener augurios, curación, discernimiento, etc. A través de su invocación se realizan sesiones de sanaciones espirituales y corporales y se puede decir que las prácticas utilizadas pertenecen al lenguaje sobrenatural. Los oficiantes, los sacerdotes, son "maestros de ceremonia" especializados, ya que no todos los miembros del clero dirigen grupos carismáticos. El éxito de estos movimientos es evaluado como relativo si se les compara con el impacto masivo de los movimientos pentecostales.

Resulta de interés indicar que en los fenómenos señalados están implícitos procesos de transformación-renovación, de estructuración-reestructuración de los puntos de conexión cultural y social de identificación confesional religiosa. En Venezuela, estos procesos han podido germinar y desarrollarse sin ningún inconveniente, no sólo como producto de las recomposiciones de las creencias en la modernidad, sino gracias a que en nuestro país la religión popular ha tenido y tiene un espacio importante en las estructuras simbólicas de todos los venezolanos, y es a partir de ahí que se pueden encontrar los dispositivos culturales que permiten la introducción fácil de nuevas formas religiosas y la renovación y la recreación de los propios sistemas religiosos. Dicho de otra manera, el esplendor de la religión popular en el país permite contener las nuevas manifestaciones religiosas porque ella posee en su seno algunos de los aspectos que caracterizan la nueva religiosidad contemporánea. Sobre esa base, la religión popular, como sistema religioso de cierta autonomía, se abre a recibir las prácticas y creencias propias de la contemporaneidad pues ellas no se encuentran muy distantes de su propia estructura de significaciones, en particular las referidas al mundo mágico, a las concepciones del mundo y de lo sobrenatural, y a la eficacia simbólica. Por otra parte, la religiosidad popular fundada sobre creencias y prácticas tradicionales, tolerada por la religión católica e influenciada por ella, puede entrar sin problemas en el "menú" moderno de creencias y prácticas para realizar sincretismos de nuevo tipo, relativizando las antiguas supremacías religiosas o respondiendo al movimiento interno del cristianismo en su diálogo entre religiones diferentes (ecumenismos).

Es imprescindible subrayar que universo social venezolano no ha podido divorciarse de la influencia significativa de la religión; tal vez ello tenga que ver con la importancia que el catolicismo ha significado en el mantenimiento de nuestra identidad cultural y con la articulación histórica de los símbolos y la retórica religiosa al tejido social venezolano, producto de la coexistencia y la expresión de las diferentes creencias populares en el seno de la religión institucional. Así mismo, resulta necesario resaltar que probablemente el carácter integrado de la memoria colectiva, de la historia de los venezolanos -antiguos y modernos europeos, indígenas y africanos- favorezca una suerte de valorización de todo lo que es la herencia colectiva vinculada a la religión.

Dios no se eclipsa en el mundo de los hombres

En suma, no cabe duda de que en el mundo contemporáneo asistimos a una franca transformación de la religión en las sociedades. La religión se encuentra profundamente trastocada, tomando nuevas e innovadoras formas de expresión, lo cual pone en evidencia el papel relevante que ella tiene en el universo sociocultural y político de los hombres de este planeta.

La metamorfosis del simbolismo religioso en las sociedades modernas se evidencia en la búsqueda de nuevos contenidos religiosos adaptados a las necesidades espirituales de estos tiempos. Por ello es banal considerar que lo sagrado recrece en las sociedades que se enfrentan al progreso tecnológico y al bienestar: "El retorno del esoterismo como el mausoleo de lo insólito, lo singular, lo nuevo, indica también la permanencia de las creencias en las fuerzas mágico-religiosas porque lo sagrado está en el orden de las creencias, al margen de una religión que desborda la idea de Dios" (Rivière, 2003, pp. 22-23).

La dispersión de la religiosidad actual testimonia una nueva manera de ser religioso, una religiosidad que se ampara en lo "vivido religioso-subjetivo" más que en una expresión doctrinal y ritual de una fe institucionalizada. Entretejida en los márgenes de las religiones institucionales, una nueva religiosidad se abre a lo individual, a lo personal, a lo efímero, empaquetada en una moral laica de uniones sagradas, de creencia en platillos voladores, en el culto a las luminarias (cine, deporte, televisión), en la fascinación de un líder carismático, en el amor a la patria y en las más variadas liturgias políticas. Las creencias modernas se bañan del misterio, la fascinación y lo tremendo de una religiosidad de nueva factura.

Notas

1 La expresión "desencantamiento del mundo" es tomada de Max Weber. El mundo desencantado de Weber se refiere a la eliminación de la magia en tanto técnica de salvación. Las representaciones mágicas son disueltas a partir del proceso de racionalización de las sociedades, cuya expresión más clara se expresa en el protestantismo. "Así, en la historia de las religiones, encuentra su punto final este vasto proceso de "desencantamiento" del mundo, que había comenzado con la profecía del judaísmo antiguo y que en concierto con el pensamiento científico greco, rechaza todos los medios mágicos de llamar a la salvación como otro tanto de superstición y de sacrilegios" (Weber, 1964, p. 122).

2 En relación a este sujeto ver: Hervieu-L D Léger; Willaime, Willaime J, (2001). Sociologie et religion. Approche classique. Paris: PUF. Igualmente, se puede consultar: Willaime, J (2004) Sociologie des Religions. Paris, réédition de PUF, coll. Que sais-je?

3 La encuesta sobre los "Valores de los europeos" realizada en 1999 revela que hay un declive, una ruptura moral y religiosa en España, Francia y Gran Bretaña, a diferencia de algunos países como Italia, Portugal, la ex Alemania del Oeste, Austria, Suecia y Dinamarca donde se evidencia un alza en los mismos rubros. Entre los países menos religiosos se encuentra Francia conjuntamente con Bélgica, los Países Bajos, Gran Bretaña y Suiza. Por otro lado, la encuesta Eurostat realizada en 2004, examina la pertenencia religiosa en 9 países de Europa (Irlanda, Italia, España, Bélgica, Francia, Países Bajos, Gran Bretaña y Portugal) cuyos resultados son los siguientes: 49 % de los europeos dicen pertenecer a la religión católica, contra 22 % de la religión protestante. Se observa que la pertenencia religiosa se mantiene en niveles más o menos altos alto; Se constata que es Francia el país más secularizado de Europa. Paralelamente revisando algunas creencias religiosas se encontró que algunas se mantienen, mientras otras progresan: por ejemplo en 1999, 38 % de los europeos creía en un «Dios personal» contra 30 % en 1981. En relaciòn a este sujeto ver: Yves Lambert, La fin du déclin religieux? Sciences Humaines, Hors Série, N° 46, septembre, octobre, novembre, 2004, p. 39. Igualmente, se puede consultar del mismo autor: Des changements dans l'évolution religieuse de L'Europa et de la Russie. Revue Française de Sociologie, vol VI, N° 2, 2004.

4 Para profundizar en el tema puede consultarse: Talavera, M. (2007) Los Nuevos Movimientos Religiosos en Venezuela: En Baltasar Porras y otros, El Patrimonio Eclesiástico Venezolano. Pasado y Futuro. Caracas: Fundación Archivo Arquidiocesano de Mérida, Universidad Católica Andrés Bello, Honrad Adenauer Stiffung.

5 La Nueva Era o New Age nace en California, Estados Unidos, en 1962. Se presenta como una red "pararreligiosa" en la cual se fusionan una multitud de aportes de la contracultura norteamericana de los años sesenta, con temas de ocultismo y de esoterismo oriental. Persiguen postulados fundamentales como el retorno a la naturaleza, la necesidad de espiritualidad del mundo, la liberación corporal y espiritual del hombre, y la esperanza en un mundo mejor, entre otros. El New Age ha sido progresivamente suplantado por el Next Age, una red más individualista y menos utópica que se desarrolla a partir de 1992. Sin embargo, la terminología de New Age se sigue usando para designar esa manera nueva de ser religioso, basada en el amor, la superación personal y espiritual de los individuos. Lionel Obadia, indica, por el contrario, que el movimiento New Age nació en Gran Bretaña a finales de los años sesenta, desarrollándose en los EE UU a partir de los años setenta, antes de extenderse a otros países del mundo (Obadia, 2004, p. 119).

6 Es de señalar que el campo de desarrollo de la Nueva Era es vasto y complejo e incluye: la liberación espiritual, el equilibrio personal, la responsabilidad sobrentendida, así como los efectos terapéuticos de la medicina alternativa (homeopatía, elixir de flores, como las flores de Bach, las terapias naturales) o las técnicas psicocorporales de desarrollo del potencial humano, que van desde las prácticas de yoga, meditación, prácticas esotéricas espiritistas, pasando por la armonización de las energías vitales (poder y puesta en valor de los chakras) la imposición de las manos, como terapéutica de curación de enfermedades, hasta prácticas que armonizan y restablecen el equilibrio psíquico de los adeptos, técnicas de expansión de la conciencia para la transformación interior, entre otros. Se trata de una mezcla de creencias que incluye la "medicina dulce", la meditación, la hipnosis, las ciencias ocultas, la alimentación biológica, el espiritismo. Siendo así, el bienestar personal, espiritual y la salud las preocupaciones más comunes de los adeptos de la Nueva Era. Al respecto, puede verse el artículo de Valérie Rocchi, Du Nouvel Âge aux réseaux psychomystiques. Ethnologie française, Les nouveaux mouvements religieux, Paris, Presses Universitaires de France, 2000, pp. 583-590.

7 Ecuménico es un término que en sus orígenes recubre a los movimientos cristianos con el objetivo de buscar la unidad y la cooperación entre todas las iglesias cristianas para reunirlas en una sola. En su sentido más amplio, el sustantivo, el término, designa todas las formas de diálogo y de cooperación entre religiones diferentes.

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