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Argos
versión impresa ISSN 0254-1637
Argos v.27 n.52 Caracas jun. 2010
Botero: El hombre que aportó su obra a Medellín
Luis Daniel Álvarez V.
Universidad Simón Bolívar. luisdalvarezva@hotmail.com
Medellín es de por sí un gran museo. Una ciudad en la que se fusionan la tradición, la modernidad, la historia, el arte y las amplias calles; todo ello rodeado de montañas, colores, riachuelos y aromas.
En medio de esa urbe, la segunda más grande de Colombia después de Bogotá, sobresalen colosales figuras, ejemplos vivos de la estirpe colombiana, de la identidad latinoamericana y de la idiosincrasia colectiva local. Las obras del maestro Fernando Botero engalanan una ciudad que pese a vivir la crudeza de la violencia y ser una de las ciudades latinoamericanas más peligrosas del mundo, puede vanagloriarse ahora de ser un destino turístico magnífico para visitar y conocerla.
La obra de Botero está ubicada principalmente en dos lugares: la Plaza Botero y el Museo de Antioquia.
En la Plaza Botero conviven diversas estatuas, inmensas figuras que los "paisas" respetan y cuidan. La Cabeza, el Caballo, el Gato, la Mujer, el Perro, la Maternidad, el Soldado Romano y el Pensamiento, entre otras, hacen vida en un recinto rodeado de árboles, viejos edificios y calles.
El Museo de Antioquia, antigua sede del Concejo Municipal de Medellín, se ha convertido en la cuna fundamental de la cultura antioqueña. 6 salas contienen la obra, no sólo de Fernando Botero sino de otros afamados artistas como Rufino Tamayo, Max Ernst, Giácomo Manzú, Alex Katz, además de otros importantes artistas. Adicional a las 6 salas el Museo organiza exposiciones temporales.
Gran parte de la obra de la institución fue donada por Fernando Botero con la idea de contribuir al embellecimiento de su ciudad natal.
Medellín, Antioquia, Colombia y Latinoamérica deben mucho a Fernando Botero, el hombre que a través de la desproporcionalidad de sus figuras contó las creencias y sueños de una sociedad y plasmó la cultura y el espíritu de un mundo.