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Argos

versión impresa ISSN 0254-1637

Argos v.27 n.53 Caracas dic. 2010

 

Gonzalo Rojas: un chileno recordado en la USB

Luis Daniel Álvarez V. 1

1 Universidad Simón Bolívar. luisdalvarezva@hotmail.com

El 25 de abril se marchó a los 93 años el poeta chileno Gonzalo Rojas, una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana y que junto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Violeta Parra y Nicanor Parra es uno de los pilares fundamentales de la poesía chilena.

La Universidad Simón Bolívar tuvo la dicha de tener a Rojas como profesor y gran impulsor de la Maestría en Literatura Latinoamericana cuando el poeta debió abandonar su Chile natal porque las bayonetas y la fuerza de la dictadura militar impuso su mando en el país de la civilización, en la nación que adoptó al gran Andrés Bello.

Sin embargo, mucho tiempo después el poeta volvería a estar vinculado a nuestra Universidad cuando se le confirió en el año 2006 el Doctorado Honoris Causa. Lamentablemente el acto no pudo llevarse a cabo por el precario estado de salud del maestro Rojas.

Gonzalo Rojas, el hombre que en el poema El Espejo determinó que "sólo se aprende aprende aprende/ de los propios propios errores" comenzó su andar académico en la Universidad de Concepción, recinto en el que tuvimos la oportunidad de estar como parte de un intercambio académico entre dicha institución y la USB. Del campanil de Concepción al Valle de Sartenejas como impulso mayor de un hombre que plasmó en sus escritos lo complejo de la existencia. De la U de Conce a viajar por el mundo. Algunos periplos en funciones diplomáticas, otros por la imposibilidad de volver a su país.

No comparto el término de que se nos va un poeta, porque toda la obra que queda y su legado son las pruebas fehacientes de que Gonzalo Rojas hizo lo que los grandes hombres saben hacer; trascender.

Mariposas para Juan Rulfo

Gonzalo Rojas

Cómo fornicarán felices las mariposas en
el césped oliendo
de aquí para allá a Dios sin
que vaca alguna muja encima de
su transparencia, jugando a jugar
un juego vertiginoso a unos pasos
blancos del cementerio con el mar
del verano zumbando allá abajo ocio y
maravilla.
Rulfo habrá soplado en ellas tanta
locura, Juan Rulfo cuyo Logos
fue el del Principio; les habrá dicho: -Ahora, hijas,
nos vamos de una vez
del páramo.
 
¿Y ellas? Ahora ¿qué harán
ellas sin Juan que cortó tan lejos
más allá de Comala en caballo único tan
invisible? ¿bailarán, seguirán
bailando para él por si vuelve, por
si no ha pasado nada y de repente
estamos todos otra vez?
 
Por mi parte nadie va a llorar, ni
mi cabeza que vuela ni la otra
que no duerme nunca. Se ha ido
y se acabó, nadie
corre peligro así acostado oyendo
los murmullos aleteantes.
 
-Con tal
de que no sea una nueva noche.