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Argos

versión impresa ISSN 0254-1637

Argos v.28 n.54 Caracas ene. 2011

 

Las revistas técnicas y de arquitectura (1880-1945). Periodismo especializado y modernización en Argentina

Silvia Augusta Cirvini

INCIHUSA CONICET. Mendoza, Argentina

Resumen En Argentina, el desarrollo del periodismo especializado en arquitectura fue posible en el marco del proceso modernizador de fines del siglo XIX, que dio impulso a esta actividad ligada a la función de los técnicos e intelectuales en la construcción de consenso y hegemonía. La historia del desarrollo del periodismo en el caso argentino está profundamente ligada a los distintos “momentos” del proceso de modernización, en donde se combinan varios de sus principales factores (inmigración, urbanización, movilidad social, educación pública) en lo que podemos denominar la construcción de la demanda, es decir, la conformación de un público lector. El periodismo técnico surgirá a fines del siglo XIX con la creación de las instituciones de formación profesional vinculadas a la ingeniería y la arquitectura y alcanzará especificidad y variedad a medida que avanza el siglo XX, acompañando el crecimiento y consolidación del campo disciplinar de la arquitectura. En la actualidad estas publicaciones constituyen una valiosa fuente para abordar el estudio de la arquitectura del siglo XX y comprender la participación de los técnicos (ingenieros y arquitectos) en el proyecto modernizador.

La aparición y difusión de las revistas de arquitectura, entre los arquitectos y sus potenciales clientes, contribuyó a aglutinar la identidad de la naciente corporación hallando un espacio en un país floreciente con un promisorio futuro. Todo grupo que funda, dirige y sostiene una revista es porque tiene algo importante que decir. Entre los técnicos, la palabra no es sólo palabra sino que implica acción, transformación del mundo real: en las revistas se insta al debate, se promueven conductas y modelan prácticas, se establecen códigos que apuntan a homogeneizar el campo disciplinar, a construir la propia identidad, a diferenciarse de los “advenedizos” y a legitimarse frente a comitentes y clientes.

Este trabajo analiza el papel clave que tuvo la prensa técnica en el desarrollo de los principales temas vinculados a la modernización y a la legitimación de la labor de los agentes del campo arquitectónico. El artículo apunta asimismo, a delinear un detallado mapa de las publicaciones del período en el país, con una caracterización y explicación contextual que permita vincularlas a la cultura del siglo XX, brindando a la vez una herramienta de análisis para su abordaje como fuente en investigación histórica.

Palabras clave: Revistas técnicas y de arquitectura, modernización, campo disciplinar y profesional, siglos XIX y XX, historia cultural, periodismo especializado.

The Technical Magazines of Architecture (1880-1945). Specialist journalism and modernization process in Argentina

Summary In Argentina, the development of specialist journalism in architecture was possible in the frame of the modern process at the end of the 19th century, which gave impulse to this activity tied to the function of the technical personnel and intellectuals in the construction of consensus and hegemony. The history of the development of journalism in the Argentine case is deeply tied to the different “moments” of the process of modernization, where several are combined like principal factors (immigration, urbanization, Social mobility, and public education) in what we can name the construction of the demand, that is to say, the conformation of a reading public. Technical journalism arose at the end of the 19th century with the creation of the institutions of vocational training linked to engineering and architecture reached specificity and variety in the 20th century, accompanying the growth and consolidation of the discipline of the architecture. At present these publications constitute a valuable source to approach the study of architecture of the 20th century and to understand the participation of the technician (engineers and architects) in the modern project.

The appearance and diffusion of the magazines of architecture, between architects and their potential clients, helped to agglutinate the identity of the nascent corporation finding a space in a flourishing country, pure promise and future. Every group that founds directs and finances a magazine does it because they have something important to say. Between technical personnel, the word is not only a word, it implies action, transformation of the real world: in the magazines it is urged to discuss. Conducts are promoted and shape practices, there are established codes that point to homogenize the field of discipline, to construct their own identity, to differ from the “upstarts” and to be legitimized opposite clients.

In this paper we analyze the primary role of the technical press in the development of the main tie subjects to the modernization and the legitimating of the architect’s work. This article points to delineate a detailed map of the publications at this period in Argentine, with a contextual characterization and explanation that allows them to be linked to the culture of the 20th century, offering a tool of analysis as a source of historical research.

Key words: Technical magazines of Architecture, Modernization, discipline and profession, 19th and 20th century, cultural history, specialist journalism.

Les revues techniques et d’architecture (1880-1945). Journalisme spécialisé et modernisation en Argentine

Résumé En Argentine, le développement du journalisme spécialisé en architecture a été possible dans le cadre du processus modernisateur de fins du siècle XIX, qui a donné élan à cette activité liée à la fonction de techniques et de l’intellectuelle dans la construction consensus et hégémonie. L’histoire du développement du journalisme dans le cas argentin est profondément attachée aux différents « moments » du processus de modernisation, où on combine plusieurs de leurs principaux facteurs (immigration, urbanisation, mobilité sociale, éducation publique) dans ce que nous pouvons appeler la construction de la demande, c’est-à-dire, la conformation d’un public lecteur. Le journalisme technique apparaîtra à la fin du siècle XIX avec la création des institutions de formation professionnelle liées à l’ingénierie et l’architecture et atteindra spécificité et variété au fur et à mesure qu’avance le siècle XX, en accompagnant la croissance et la consolidation du domaine discipliner de l’architecture. Actuellement ces publications constituent une source précieuse pour aborder l’étude de l’architecture du siècle XX et comprendre la participation des techniciens (ingénieurs et architectes) dans le projet modernisateur. L’apparition et la diffusion des revues d’architecture, entre les architectes et ses clients potentiels, a contribué à agglutiner l’identité de la corporation naissante en trouvant un espace dans un pays fleurissant, avec un futur prometteur, à succès.

Chaque groupe qui fonde, dirige et soutient une revue est parce qu’il a quelque chose important à dire. Entre les techniciens, le mot n’est pas seulement mot mais implique une action, transformation du monde réel : dans les revues on incite au débat, on promeut des conduites et ils modèlent des pratiques, on établit des codes pour homogénéiser le domaine discipliner, construire l’identité, à différencier elle-même des autres, les « arrivistes », et à légitimer un lieu dans la société, face à l´élite dirigeant et à des clients. Cet article signale tracer une carte détaillée des publications de cette période dans l´Argentine, avec une caractérisation et une explication contextuelle qui permet de les lier à la culture du siècle XX, en offrant à la fois un outil d’analyse pour son abordage comme source en recherche historique.

Mots clef: Revues techniques et d’architecture, de modernisation, savoir discipliner et professionnel, siècles XIX et XX, histoire culturelle, journalisme spécialisé.

1. Introducción

En Argentina, el desarrollo del periodismo especializado en arquitectura fue posible en el marco del proceso modernizador de fines del siglo XIX, que dio impulso y estuvo acompañado por una importante actividad periodística. Para la elaboración de este artículo hemos utilizado las colecciones de revistas técnicas de la Biblioteca Alejandro Christophersen, de la Sociedad Central de Arquitectos, probablemente la más completa hemeroteca y biblioteca especializada de arquitectura del país.1

Hacia fines del pasado milenio, un grupo de investigaciones dirigidas a la construcción de una historia cultural de lo político, han puesto en la mira las posibilidades que brinda el uso de las revistas culturales y políticas como fuente, para el análisis del conflictivo siglo XX.2 Las publicaciones periódicas se presentan por una parte, como una fuente legítima y sumamente explicativa para el análisis de los procesos históricos, articulando de manera particular el plano estructural de los fenómenos que atraviesan el siglo con la riqueza de las trayectorias individuales o grupales, materializadas como emprendimientos editoriales. Por otra parte, estas revistas, bautizadas como “de debate y de combate” (Girbal Blacha- Quatrocchi Woisson, 1997: pp. 13-27) se han convertido en objeto de estudio en sí mismas, como empresas culturales de distinto alcance, desarrolladas a lo largo del siglo XX, que ofrecen su continuidad en algunos casos y su autonomía en otros, como aspectos valiosos frente a la fragilidad de la vida institucional argentina.

Las revistas en Argentina fueron algo más que espacios privilegiados donde expresar ideas e inquietudes; poner en consideración propuestas; canalizar la crítica reguladora de las prácticas al interior de cada campo autónomo; es decir, fueron algo más que el eco de la vida social, política y cultural en estas tierras de modernización temprana y periférica. Las revistas fueron espacios de gestación de cambios sociales, núcleos de articulación de estrategias grupales, instrumentos de legitimación, expresión de los ideales de un grupo, un movimiento, una generación.

“...Es indudable que la decisión de crear una revista responde a un imperativo donde se cruzan necesidades individuales y colectivas. La aparición y la publicación regular de una revista permiten a sus directores y colaboradores crear una esfera de influencia nada despreciable en el terreno de las actividades intelectuales. (...) una revista es un instrumento muy adecuado en toda estrategia de poder intelectual.” (Quatrocchi Woisson, 1999: p. 46)

La dimensión de los emprendimientos editoriales a lo largo del siglo XX, fue variada y heterogénea, tanto en cuanto a los recursos disponibles para cada empresa, como a la ambición y las expectativas de cada grupo gestor de estos proyectos. La tirada y la continuidad en el tiempo fueron factores objetivos, a veces importantes pero no decisivos, en el impacto social que produjeron las publicaciones. En el caso de las revistas técnicas o especializadas en determinados campos disciplinares, la acotada difusión que tuvieron no fue un síntoma de fracaso sino todo lo contrario, fue el efecto deseado de la llegada selectiva que buscaron tener dentro de la elite dirigente. Cuando se deseaba alcanzar una llegada más amplia, cuando era necesario conmover la “opinión pública”, se publicaba en los periódicos y diarios. Generalmente, la publicación periodística –como en la actualidad– apuntaba a informar y llegar a un gran público y por lo tanto, en temas específicos como lo arquitectónico, servía para difundir lo producido en otro sitio con anterioridad (congreso, revista, institución profesional, científica, académica).

El ámbito de las revistas, en cambio, plantea en primer lugar un espacio de debate entre iguales, contradictorio y conflictivo a veces, tolerante y conciliador en otras ocasiones, pero siempre dentro de los límites de una elite intelectual y social que a lo sumo encuentra como para-destinatarios a quienes se hallan ubicados en posiciones semejantes en el espacio social, o actores, cuyo reconocimiento, convencimiento o interpelación era importante para la corporación.

Es significativo considerar la llegada y circulación que pudo haber tenido una publicación: en el caso de nuestras revistas técnicas, aunque se tratara de publicaciones institucionales, tenían sin dudas, un público ampliado hacia la elite dirigente (política y económica); los arquitectos eran a principios del siglo XX muy pocos, aun si sumamos los ingenieros dedicados a la arquitectura no obtenemos una cifra que justifique una publicación restringida a ellos. Hay en esta labor editorial de los técnicos una inversión que aparentemente no brinda beneficios inmediatos desde una visión utilitarista. Se trata, desde nuestra perspectiva, de una estrategia colectiva de construcción del propio campo disciplinar donde los portavoces –o enunciadores– al dirigirse a la elite para advertirla o interpelarla sobre algún tema o a los integrantes del campo disciplinar para promover la crítica o la acción en relación a un problema, no hacen sino movilizar el efecto de reconocimiento, con lo cual van consiguiendo consolidar representaciones en torno de su papel en el juego social y darle contenido al producto diferenciado que ofrecen como arquitectos, proceso en el cual se van constituyendo como tales.

El ámbito de las revistas sirve también para hacer “públicos” los actos y decisiones de un grupo de agentes especializados –una corporación en definitiva– que demanda, en primer lugar, reconocimiento como grupo y en segundo lugar, que necesita a veces consensuar y a veces legitimar su modo de “operar en el mundo” ante el resto de los actores sociales:

“Un autor en el verdadero sentido, es aquel que hace públicas las cosas que todo el mundo sentía confusamente, alguien que posee una capacidad especial, la de publicar lo implícito, lo tácito, que cumple un verdadero trabajo de creación. Cierto número de actos se vuelven oficiales desde que son públicos, publicados. La publicación es el acto de oficialización por excelencia. Lo oficial es todo lo que puede ser hecho público, afichado, proclamado, frente a todos, ante todo el mundo, por oposición a lo que es oficioso, hasta secreto y vergonzoso; con la publicación oficial (“en el Boletín Oficial”), todo el mundo es a la vez tomado como testigo y llamado a controlar, a ratificar, a consagrar, y ratifica, y consagra, por su silencio mismo. El efecto de oficialización se identifica con un efecto de homologación. Homologar, etimológicamente, es asegurar que se dice la misma cosa cuando se dicen las mismas palabras, es transformar un esquema práctico en un código lingüístico de tipo jurídico. Tener un nombre o un oficio homologado, es existir oficialmente. La publicación es una operación que oficializa, por lo tanto legaliza, porque implica la divulgación, el descubrimiento frente a todos, y la homologación, el consenso de todos sobre la cosa así descubierta.” (Bourdieu, 1996: pp.88-89)

La aparición y difusión de las revistas de arquitectura, entre los arquitectos y sus potenciales clientes, contribuyó a aglutinar la identidad de la naciente corporación hallando un espacio en un país floreciente, pura promesa y futuridad. Todo grupo que funda, dirige y sostiene una revista es porque tiene algo importante que decir. Entre los técnicos, la palabra no es sólo palabra sino que implica acción, transformación del mundo real: en las revistas se insta al debate, se promueven conductas y modelan prácticas, se establecen códigos que apuntan a homogeneizar el campo disciplinar, a construir la propia identidad, a evitar los equívocos y lo confuso. En síntesis, no sólo se recepta la “opinión pública” de los especialistas, sino –y esto es lo más importante– se persigue generar una nueva opinión más decantada y legitimada por consenso y por confrontación.

Por último, el lugar privilegiado de la palabra escrita permite pautar toda vez que sea necesario las reglas del juego y proclamar los envites (en la doble acepción de desafío y apuesta) dentro del campo disciplinar. El motor de todo este movimiento al interior del campo es el “capital simbólico” que acumulan los diferentes agentes o grupos desde distintas posiciones, situación que es variable en el tiempo a lo largo de medio siglo: académicos y eclécticos versus modernos, racionalismo versus neocolonial, vivienda individual o colectiva, en propiedad o en alquiler, serán algunos de los “temas-debates” de los que se ocupará la prensa.

2. El periodismo arquitectónico: de Europa a América

El periodismo especializado en arquitectura surgió en Europa (Francia, Inglaterra y España) a mediados del siglo XIX. En Argentina este desarrollo fue posible casi cincuenta años más tarde, en el marco del proceso modernizador, que había dado impulso a una importante actividad periodística. La historia del desarrollo del periodismo en el país está profundamente ligada a los distintos “momentos” del proceso de modernización, en donde se combinan varios de sus principales factores (inmigración, urbanización, movilidad social, educación pública) en lo que podemos denominar la construcción de la demanda, es decir, la conformación de un público lector. Por ello es posible identificar una primera etapa a partir de 1880, donde el periodismo estuvo signado por el importante flujo migratorio (Cibotti, 2000: pp.379 y ss.); y se caracteriza porque en las principales ciudades del país se editaban numerosas publicaciones periódicas de colectividades extranjeras. En pocos años, hacia fines del siglo la situación había cambiado: disminuyen notablemente las publicaciones extranjeras y la gran mayoría se edita en Buenos Aires. Alrededor de 1914 se consolida el periodismo argentino, con publicaciones que habían aumentado considerablemente en calidad y cantidad (cerca de 500), mientras que sólo se editan una veintena de publicaciones extranjeras.3

Es decir, desde 1910 aproximadamente, puede identificarse un público ávido de periódicos y revistas en el cruce de dos variables: la alfabetización y homogeneización de la educación pública y el ascenso social de los vastos sectores medios. Lo nuevo, aquello que condensa mejor los significados de la época (la actualidad, lo efímero de la moda, lo moderno), está representado por el auge de las revistas ilustradas (culturales y sociales en sentido amplio), entre las que se destacan: Mundo Argentino, Caras y Caretas y Fray Mocho. En medio de este panorama surgirán las revistas especializadas, no sólo arquitectónicas, que si bien apuntan a objetivos específicos y tienen una difusión restringida como se verá, están imbuidas del “espíritu” de la época, su funcionamiento y eficacia responden a una lógica que privilegia la palabra escrita en la conformación de la opinión pública.

Sendos estudios sobre el periodismo arquitectónico en el siglo XIX en Francia y en España, coinciden en señalar la importancia de la actividad editorial en el pensamiento y la labor profesional, en medio de un mundo moderno, cambiante y dinámico. (Lipstadt, et alt, 1980 / Isac, 1987)

Las primeras publicaciones periódicas de arquitectura en España surgen para defender competencias, atribuciones o derechos privativos de los arquitectos, como recurso para propender al engrandecimiento de la arquitectura nacional y finalmente para apoyar la posición ecléctica, frente al exclusivismo tanto de la Academia (clasicismo) como de los románticos (goticismo). Según Ángel Isac, en el siglo XIX, las revistas son consecuencia del pensamiento ecléctico y su principal instrumento propagador, de allí que casi no haya revistas «de tendencia», sino que la regularidad es que sean éstas espacios abiertos para divulgar todos los estilos del pasado. Las revistas constituyen un espacio de reflexión, y de “conversión” –según Isac– para aquéllos que a mediados del XIX habían sido educados en la poderosa tradición vitruviana y que contemplaban preocupados dos series de fenómenos: la existencia de otros sistemas arquitectónicos redescubiertos por el romanticismo y el gótico y cómo el avance científico técnico ubicaba a las construcciones de la ingeniería en el lugar simbólico del progreso. (Isac, 1987: p. 118 y ss.)

La prensa en el siglo XIX era un valioso instrumento en el que se confiaban los más variados intereses colectivos, medio representativo de la civilización y el progreso, y sus efectos sociales sólo equiparables al impacto que había producido el ferrocarril:

“La aparición del periodismo arquitectónico (...) acontece cuando se acentúan los procesos de diferenciación técnico profesional, exigidos por el modelo de crecimiento industrial que siguen las sociedades europeas más avanzadas” (Isac, 1987: p.117)

En Francia, la revista más importante fue la Revue Générale de l´Architecture et des Travaux Publics, dirigida por César Daly que apareció en 1840. Como Daly se sentía atraído por las doctrinas socialistas de Fourier, el asociacionismo fue la ideología que hizo de sostén al programa editorial de la revista:

“à tous les hommes de bien, à tous les hommes de science et d’art, afin qu’ils fassent converger à foyer commun les fruits de leurs recherches et leurs observations”. (Daly citado por Isac, 1987: p.112).

La revista propuso una convocatoria amplia que acercase a las distintas profesiones (arqueólogos, arquitectos, ingenieros) con los industriales y el público en general, que a través de un lenguaje sencillo y de divulgación hiciera accesible a la comprensión de todos los temas arquitectónicos. En general, todas las revistas europeas de mediados del siglo XIX plantearon la colaboración entre arquitectura e ingeniería, tenían entre sus propósitos la intención de servir como medio de cooperación entre ambas profesiones, en donde la arquitectura buscaba alcanzar el prestigio del que gozaba la ingeniería. Las revistas se declaraban “técnicas”, “científicas”, “prácticas”, y hasta “positivas”. En Argentina, las revistas europeas tuvieron una gran difusión entre los profesionales, no sólo en el siglo XIX cuando no existían otras en el país y de ellas dependía estar actualizados en materia profesional, sino también durante las primeras décadas del siglo XX.

El periodismo técnico en Argentina surgirá a fines del siglo XIX con la creación de las instituciones de formación profesional vinculadas a la ingeniería y la arquitectura y alcanzará especificidad y variedad a medida que avanza el siglo XX, acompañando el crecimiento y consolidación del campo disciplinar de la arquitectura. En la actualidad estas publicaciones constituyen una valiosa fuente para abordar el estudio de la arquitectura del siglo XX y comprender la participación de los técnicos (ingenieros y arquitectos) en el proyecto modernizador.

Tanto en Europa como en América, las revistas actúan como medios de identificación cultural, espejo de los signos de distinción que permite a los arquitectos conocerse y reconocerse en ellos, siendo al mismo tiempo el “lugar” del discurso de legitimación de arquitectos frente a ingenieros y el instrumento más utilizado para dirimir las controversias profesionales.

Pero también, las publicaciones periódicas eran medios de conocimiento, más eficaces y útiles que los manuales y tratados, tanto para difundir el saber histórico y arquitectónico como la información técnica acerca de nuevos materiales y del rápido desarrollo de la industria de la construcción. Los buenos libros eran caros, escasos, en cambio una hoja periódica (feuille d´annonces), el antecedente directo del periodismo arquitectónico, podía presentar una información abundante y variada a un bajo costo y al alcance, tanto económico como intelectual de todos.4

Un tema clave a la hora de llevar a cabo la publicación de una revista, al menos en el caso de Argentina que hemos analizado, era el de los recursos económicos y financieros para la edición. Cuando se trataba de la publicación oficial de una corporación, cuanto más sólida y solvente fuera ésta, más estabilidad, calidad de edición y continuidad tendría la revista. Esto explica el hecho que los ingenieros argentinos, con asociaciones más sólidas, hayan tenido ya en el siglo XIX publicaciones propias, ya sea de sus organizaciones profesionales (“Ingeniero Civil”,1888), o tuvieran una clara hegemonía en las oficiales (“Memorias de la Oficina de Ingenieros Nacionales”, 1870). En cambio, la débil organización corporativa de los arquitectos hizo más vulnerables y efímeros los intentos de editar una revista propia.5

Los anuncios publicitarios en la prensa técnica y arquitectónica cumplían una doble función: por un lado, aportar recursos financieros para la edición, por otro brindar información de las novedades técnicas del mercado de la construcción.

El contenido de las revistas argentinas contemplaba secciones características o típicas, que podían variar su importancia relativa de acuerdo con la índole de la publicación, si era órgano oficial de una institución corporativa, si era un emprendimiento comercial independiente o si estaba ligada a ámbitos artísticos, culturales o estudiantiles. Las principales secciones eran las referidas a: editoriales de opinión, cuestiones disciplinares o doctrinales del arte arquitectónico, información bibliográfica, anuncios oficiales, temas científicos y técnicos, temas legales, asuntos urbanos y de higiene, convocatorias a concursos y exposiciones, etc. A medida que avanzaba el siglo XX aumentaba la importancia de la información comercial publicada en las revistas, indicador del desarrollo diversificado de la industria de la construcción. Toda revista de cierta importancia contaba también con una sección extranjera, que contenía información general y traducciones de artículos de importantes referentes del campo disciplinar en Europa. Finalmente, un componente indispensable de las buenas revistas era el material gráfico: ilustraciones, fotografías y reproducciones de planos y croquis de obras tanto nacionales como extranjeras.

3. Las revistas como fuentes para la investigación histórica. El caso argentino.

Los temas de investigación vinculados al desarrollo del campo disciplinar así como la evolución del pensamiento y la práctica de la profesión encuentran una valiosa fuente en la producción textual de los técnicos, en general, expresada en publicaciones periódicas provenientes de espacios específicos como las asociaciones profesionales, los foros científicos, las organizaciones académicas.6 Las revistas técnicas aparecen en Argentina a fines del siglo XIX como un correlato de la organización de asociaciones profesionales, científicas y académicas tanto de la ingeniería como de la arquitectura, convirtiéndose en órganos difusores de ideas y propuestas en torno del quehacer profesional. Las publicaciones anteriores vinculadas a lo arquitectónico, eran todas oficiales, pertenecientes a las primeras reparticiones estatales de administración territorial, donde predominaban ingenieros.7 El primer antecedente de una publicación comercial referida a arquitectura, lo constituyó en 1874 la Revista de Arquitectura y de Trabajos Públicos, Periódico de los arquitectos, arqueólogos, industriales y propietarios (Buenos Aires), dirigida por el Ingeniero Arquitecto francés Teodoro Juan de Groux de Patty.8

La aparición cronológica de los órganos de la prensa corporativa se corresponde con el desarrollo habido en la delimitación de los campos disciplinares y con la modificación de las prácticas profesionales a medida que se profundiza la modernización como proceso de transformación material de la cultura. Así surgirá primero la Revista Técnica (1895), con temas de Ingeniería, Arquitectura, Minería e Industria, luego La Ingeniería (1897), órgano oficial del Centro Nacional de Ingenieros, con todas las ramas de la disciplina, más tarde Arquitectura (1904) como apartado específico dentro de la Revista Técnica. En 1910 se crea el Centro de Estudiantes de Arquitectura y al año siguiente se funda la Revista del Centro de Estudiantes de Arquitectura (1911), que tendrá la efímera vida de un año. Finalmente se crea la Revista de Arquitectura (1915), en primer lugar portavoz del Centro de Estudiantes de Arquitectura y luego, desde 1917, también de la Sociedad Central de Arquitectos. Esta última Revista que tendrá una permanencia ininterrumpida de casi cincuenta años (hasta 1962), será el órgano principal de expresión del conjunto de la corporación. Si bien coexistieron durante algunos períodos revistas técnicas que expresaron otras voces, como Nuestra Arquitectura (1929) y El Arquitecto (1919), ninguna tuvo la continuidad –dentro del período de estudio–, ni el peso, ni la pluralidad de voces y de debates que ofreció la Revista de Arquitectura.

La difusión de las publicaciones especializadas, durante las primeras décadas del siglo, estuvo restringida al reducido grupo de los mismos técnicos y como paradestinatarios, a la elite dirigente, de quien requieren reconocimiento; su función central es aglutinante e identificatoria con un discurso eminentemente prescriptivo de lo que “debe ser” la profesión.

No ha sido posible determinar la tirada que tuvieron cada una de estas publicaciones, sí en cambio, señalamos en cada caso su periodicidad. En cuanto al sistema de distribución y venta, lo habitual era por suscripción anticipada o a través de las instituciones (canje o venta), hasta los años ’50 cuando se generalizan otras formas de comercialización como los quioscos de revistas.

4. Caracterización de las principales publicaciones técnicas y de arquitectura

4.1. Revista Técnica (1895-1918)

Esta revista fue fundada por un ingeniero: Enrique Chanourdie en 1895, quien en el primer número lanza los objetivos interpelando a través de dos editoriales, por una parte al público en general y por la otra a los profesionales del gremio. La primera editorial, muy breve, está dirigida a la prensa. Chanourdie formula como expresión de deseo de la publicación, unirse a las filas de la prensa nacional y extranjera con

“el compromiso de ser siempre fieles a la bandera de principios y de progreso” (...) “para prestar nuestro contingente en pro de los bien entendidos intereses generales...” (Chanourdie, 1895: p.5)

La siguiente editorial más extensa que titula “Nuestros propósitos”, está dirigida en primera persona del plural a todos los iguales, al gremio definido por “todos los ingenieros, arquitectos, agrimensores y constructores”. Chanourdie se presenta como portavoz no sólo de los profesionales, sino de los “estadistas y demás miembros de la colectividad argentina”.

La Revista se ofrece como el lugar propicio para el “estudio de todo tema directamente interesante para el gremio”. Enumera los campos de interés: FFCC, puentes, caminos, hidráulica, minería, arquitectura, mecánica, derecho administrativo, y en fin…“toda innovación o adelanto que encuadren en el vasto marco de la ingeniería moderna”.

En párrafo aparte de los propósitos, se señala el compromiso de hacer conocer la acción y la obra de aquéllos que fueron los pioneros. Este recurso de apelación a los orígenes aparecerá de ahora en más, en distintos discursos con diferentes características (más amplios o restringidos, específicos de una rama o especialidad o generales, etc.) pero siempre apuntando a la construcción de un pasado común, al reconocimiento de una identidad aglutinante dentro de una tradición entre iguales, aunque ese pasado no tenga más de dos décadas y las tradiciones estén en gestación. Esta táctica empleada en las revistas técnicas también será utilizada por otras publicaciones culturales y políticas de la época, en la medida que ponen en circulación determinadas versiones verosímiles de hechos o de temas de interés (ya sea la historia de un grupo, las tendencias artísticas o la estética urbana). En muchos casos contribuyen a construir una realidad aún en formación o a promover una representación colectiva. De algún modo, toda publicación que opera de este modo se anticipa a la realidad y contribuye a constituirla.

Finalmente la revista, de aparición mensual, se erige en defensora del interés general de la sociedad al anunciar como propósito

“muy especialmente, la decisión de combatir esas propuestas (...) antes destinadas a favorecer intereses de particulares que a llenar necesidades verdaderas, tendientes a fomentar el progreso de la nación”. (Chanourdie, 1895: p.6)

Si bien se trata de una revista de ingeniería, fundada, dirigida y financiada por un ingeniero, la publicación le otorga una gran importancia a la arquitectura, entendida como rama especializada de la ingeniería, especialidad por la que Chanourdie tenía singular predilección y vocación. Entre 1895 y 1904, la revista tendrá una sección especial dedicada a temas de arquitectura, desde 1904 y hasta 1916 Chanourdie editará un apartado o suplemento llamado “Arquitectura” (ver siguiente publicación). Los principales colaboradores de la Revista Técnica serán en su gran mayoría ingenieros, aun en temas de arquitectura: el propio Enrique Chanourdie, Manuel Bahía, Pastor Tapia, Claro Dassen, Miguel Tedin, Pablo Mantegazza, etc. También publicarán reconocidos arquitectos académicos como Eduardo Le Monnier (quien diseña dos portadas) y el joven Alejandro Christophersen.

En 1895 también se funda la revista La Ingeniería, órgano oficial del flamante Centro Nacional de Ingenieros, no incorporada al conjunto de revistas analizadas. Consideramos más conveniente la inclusión de la Revista Técnica, que no tiene un perfil tan específicamente ingenieril y que, en cambio, es altamente representativa del período de deslinde de los “habitus” de ingenieros y arquitectos, en la etapa inicial del proceso fundacional del campo disciplinar de la arquitectura en el país. Asimismo la Revista Técnica muestra con claridad la riqueza del fin de siglo, con el surgimiento de múltiples saberes especializados que trajo aparejada la modernización, su progresiva autonomía y su articulación con los diferentes campos de aplicación (irrigación, arquitectura, materiales, urbanismo, saneamiento, etc.)

4.2. Arquitectura (1904-1916) (Suplemento de la Revista Tecnica)

Esta revista nace en marzo de 1904 de una inquietud de Enrique Chanourdie: convertir la sección de Arquitectura de la Revista Técnica en un suplemento mensual independiente, con portada, temario propio y cierta autonomía. Le propone entonces a la Sociedad Central de Arquitectos (S.C.de A.) que se hallaba en pleno relanzamiento de su actividad, bajo la presidencia de Alejandro Christophersen, llegar a un acuerdo para convertir la publicación en órgano oficial de la institución. Con la mediación del Arq. Eduardo Le Monnier se convino que la Sociedad entregaría una subvención anual de mil pesos a cambio de cien ejemplares mensuales de la revista (treinta para canje y setenta para los socios) y que la institución tendría una representación en la redacción de la publicación. 9

Así apareció en abril de 1904, el primer número del suplemento llamado Arquitectura que mostró durante más de diez años el mundo arquitectónico del Buenos Aires del 900 a través del tamiz selectivo y elitista de la Sociedad Central de esos años. Los colaboradores de mayor presencia son los miembros de la S.C.de A. y el propio Chanourdie, quien desde las editoriales va trazando un perfil de las inquietudes, los conflictos y los temas que se desarrollan en ese dinámico período, que abarcó los dos centenarios, el de Mayo (1910) y el de la Independencia (1916). Los temas más frecuentes que aborda la publicación tienen que ver con la cultura arquitectónica, las críticas a la gestión municipal en Buenos Aires por las conflictivas “diagonales”, los concursos de arquitectura y el tema de la vivienda obrera, el cual aparece aún como problema del higienismo y es tratado integralmente por ingenieros (Selva, Chanourdie y Fernández Poblet y Ortúzar). Los temas tratados en los artículos muestran su articulación con la modernización: la vivienda popular, el saneamiento y embellecimiento de las áreas centrales y la promoción del desarrollo científico técnico del país. Se publicaron un total de ciento diecinueve (119) números a lo largo de sus doce años de vida.

4.3. Revista del Centro de Estudiantes de Arquitectura (1911-1912)

Esta revista aparece en septiembre de 1911 como órgano oficial del flamante Centro de Estudiantes de Arquitectura (CEA) creado en 1910 para diferenciarse de los estudiantes de Ingeniería. La publicación es el corolario de un proceso de gestación de dos años que culmina con la escisión del CEA dentro de la Facultad de Ingeniería:

“La fundación de un nuevo Centro en una Facultad donde ya existía otro, el que sólo representaba los intereses de los estudiantes de una ciencia y no de un arte, parecía inusitado, atrevido, revolucionario, y traía aparejado un conflicto, planteando una serie de problemas complejos, que afectaba los intereses valiosos de ambas partes” (...) (Editorial s/a RCEA, Agosto-setiembre 1911: pp.1-2)

El conflicto, según los promotores de la Revista, sólo pudo resolverse creando otro Centro, que pregonaba llevar a cabo un:

...“programa de lucha noble y sincera (...): la defensa de nuestros intereses comunes; proporcionar a los asociados todos los elementos útiles para completar sus conocimientos adquiridos en las aulas; el bienestar social y la reglamentación de la profesión del arquitecto”. (Editorial s/a RCEA, Agosto-setiembre 1911: pp.1-2)

Este primer número señala como etapa superada los conflictos y avatares recorridos por los estudiantes: la salida prematura de la “Revista Arquitectónica”10, la falta de cohesión de los primeros tiempos del grupo, al que en ese mismo año de 1911, afectó considerablemente la muerte del primer presidente del Centro de Estudiantes, Juan M. Cáceres.

Por otra parte, en los inicios de esta actividad editorial, la lucha gremial queda planteada por los alumnos como objetivo estratégico:

“Ya ha pasado a la Historia aquella época en que escaseaban los profesionales titulados” (...) “se ha esfumado para siempre aquella rudimentaria época en que los arquitectos eran simples constructores de obras, que confiaban a la tradición y se transmitían de oído y de oficio las proporciones y bellezas arquitectónicas, corrompiendo y desfigurando los órdenes y estilos clásicos.” (Editorial s/a RCEA, Agosto-setiembre 1911: pp.3-4)

En este manifiesto inaugural se interpela a la Sociedad Central de Arquitectos:

“Desearíamos ver en la Sociedad Central de Arquitectos una ayuda mutua y sincera. Desde mucho tiempo se ha argüido de que esa sociedad se basta como ejecutiva para por sí sola obtener lo que nosotros auspiciamos; y sin embargo, ella yace envuelta en una impenetrable oscuridad, lo que obliga a interrogarnos si realmente existe y tiene vida activa.” (Editorial s/a RCEA, Agosto-setiembre 1911: pp.3-4)

Un año más tarde, Carlos Becker como director de la Revista aborda en un artículo las dificultades de forjar un “espíritu estudiantil” en la Escuela y de alcanzar los objetivos propuestos con la fundación del Centro y su revista:

“Nuestros centros de estudiantes que al fundarse, según muy claro lo establecen las bases de los estatutos, tuvieron en cuenta el fomento del buen espíritu y de la solidaridad entre sus asociados al par que llenar paulatinamente las necesidades que se presentaran en el curso de cada estudio, para hablar con verdad no han podido cumplir hasta hoy más que con parte de sus hermosas promesas; porque si bien es cierto que ellos con sucesivas publicaciones, patrocinando conferencias y otorgando distinciones, han logrado realizar en forma bien brillante la parte material de sus programas, la otra parte de los mismos, la primera, de fines puramente morales, pero por lo mismo la más simpática, ha quedado en agua de borrajas”. (Becker, RCEA. Agosto de 1912: p.173)

El CEA no tuvo aceptación oficial en la Federación Universitaria Argentina (FUA) en sus primeros tiempos de existencia; este hecho, según lo expresado en la Revista, fue considerado por los promotores como un gesto discriminatorio respecto de los futuros arquitectos. El motivo, que no se hace explícito en el artículo de Becker, debió haber sido la imposibilidad o la negativa de admitir dos centros para la misma Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas, que ya tenía su Centro de Estudiantes hegemonizado por los alumnos de Ingeniería.

Recordemos que Arquitectura era una carrera incluida dentro de la currícula de la de Ingeniería. El enojo era explicable entre los estudiantes de Arquitectura ya que esto significaba una doble herida: la falta de reconocimiento social como grupo diferenciado y el triunfo implícito de los estudiantes de ingeniería que manejaban el Centro reconocido.

... “que esa Federación no ha tenido hasta hoy escrúpulo alguno en no admitir en su seno a un centro de reciente creación como el nuestro, invocando ridículos principios de unión y de interés general. Ella, que se dice Federación Universitaria, significando con estas palabras que reúne en sus filas a todos los estudiantes universitarios, no acepta como uno de sus componentes a nuestra asociación, por haber sus fundadores cometido la grave falta de velar por sus intereses y tratar en esa forma de mejorar la crítica situación por la que en los momentos de fundarla atravesaban.” (Becker, RCEA. Agosto de 1912: p.173)

La revista era una publicación modesta desde el punto de vista editorial, pero polémica, dinámica, “de combate”, en cuanto al contenido, que mezclaba reflexiones con caricaturas, discurso gremial confrontativo con apuntes o documentos de estudiantes en crípticos lenguajes. Los mejores y más activos alumnos de la escuela formaron parte del Centro de Estudiantes que mantuvo estrecha relación con otras organizaciones juveniles, participando años más tarde del movimiento de la Reforma universitaria, de Congresos internacionales de estudiantes, de viajes de estudio por el interior del país y por el viejo mundo, etc. Así aparecen cronológicamente: Carlos Becker, Carlos Ancell, Hugo Garbarini, Raúl J. Álvarez, Ángel Silva, Ángel Pascual, Héctor Greslebin, Alberto Prebisch, entre otros.

El cierre de la revista del Centro, en 1912, no desalentó al grupo a continuar activos y a mantener y alimentar un núcleo de efervescencia y masa crítica. El entusiasmo, la actividad y la cohesión que alcanzaron y que sostuvieron les permitió no desintegrarse, sino por el contrario crecer y consolidarse para formar en 1915 el grupo fundacional de la Revista de Arquitectura.

4.4. Revista de Arquitectura

(1ª época 1915-1917 y 2ª época 1917-1962)

1ª época 1915-1917

Esta revista tuvo papel muy importante en el proceso de constitución del campo disciplinar de la arquitectura, cuando ésta adquiere una cierta autonomía frente a otros saberes y otras prácticas profesionales. Tuvo un gran protagonismo en la definición del nuevo perfil de la disciplina, como lugar de desarrollo de los conflictos en la segunda y tercera década del siglo veinte. (González Montaner, 1985: p. 40 y ss)

Si bien Arquitectura había sido la primera publicación específica de la disciplina, no dejaba de ser un apartado de la Revista Técnica, creada y dirigida por un ingeniero, Enrique Chanourdie (que también se declaraba arquitecto). La Revista de Arquitectura fue entonces el primer órgano de divulgación, información y difusión de ideas con una producción conducida por estudiantes de arquitectura, con la colaboración de arquitectos y con una circulación también orientada en forma especial a este grupo.

Es sintomático también el hecho de que fuera fundada por el Centro de Estudiantes de Arquitectura en julio de 1915, apoyados por un grupo de estudiantes de Bellas Artes y de arquitectos protectores. El proyecto editorial apuntaba a constituir un bloque, con identidad y recursos propios, diferenciado respecto de los otros agentes de la construcción, que dominaban tanto en las prácticas profesionales como en el desarrollo de la industria de la construcción, donde a los arquitectos les resultaba aún difícil definir su lugar. Ahora bien, aunque existía una cierta política de alianzas, el eje diferenciador, en relación con el resto de los actores, era la formación artística:

“La arquitectura reclamaba para sí la posibilidad de proveer a las construcciones el plus artístico diferencial que inhabilitaba el accionar de otros agentes de la edilicia. De esta manera intentaba apropiarse de un emergente mercado urbano de bienes simbólicos, surgido en el marco de los grandes cambios de principios de siglo.” (González Montaner, 1985: p 42)

Uno de los ingredientes que tuvo este momento fundacional de la Revista fue el apoyo y la concurrencia de otros campos de la cultura, como la literatura y las artes plásticas. A los arquitectos protectores, se sumaron importantes personalidades del campo de la literatura como Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, de la ingeniería como Domingo Selva y Ángel Gallardo y hasta practicantes de las ciencias físico-naturales.

La Revista de Arquitectura, dirigida por los estudiantes, será el primer órgano que enarbola la necesidad de desarrollar una propuesta original en el campo disciplinar y la conveniencia de la autonomía cultural. El tema de la “arquitectura nacional”, del “renacimiento argentino”, aparece en los textos como una isotopía fundacional de un nuevo enfoque del ejercicio profesional dentro de la disciplina, vinculando a los arquitectos a la literatura, el arte, y en general a todos los intelectuales que se proponían repensar la condición propia, desde las “fuentes de la historia y la naturaleza”. Los propósitos que enarbolan en la primera página del primer número dicen:

...“Nuestra arquitectura deberá plasmarse en las fuentes mismas de nuestra historia, de acuerdo con razones de orden natural y climatérico (sic) que fundamenten la obra a realizar. La Edad Colonial en el tiempo; toda América subtropical en el espacio: he aquí dos puntos de mira necesarios de toda evolución benéfica, que responda en lo venidero a la formación de una escuela y de un arte nacional en materia de arquitectura. Al estudio y conocimiento de los elementos de que disponemos; al propósito de analizarlos, discutirlos y difundirlos, ha de responder esta publicación.” (Propósitos, s/a RA, 1915, p.2)

Las búsquedas de los nuevos rumbos fueron confiadas a la juventud. Dentro de los arquitectos (profesores de la Escuela de Arquitectura y colaboradores de la Revista) había opiniones divergentes en relación con la orientación de estas búsquedas entre los alumnos. Hay coincidencia, sin embargo, en que lo nuevo ha de surgir de los jóvenes. Los artículos de esta revista evidencian las relaciones entre el movimiento juvenilista (conocido también como arielismo), la reforma universitaria y este momento fundacional de la Revista de Arquitectura de los estudiantes.

Tanto Pablo Hary (profesor) como Héctor Greslebin (alumno), Alejandro Christophersen (profesor) como Martín Noël (joven arquitecto), expondrán desde los primeros números de la Revista, sus puntos de vista en torno de las búsquedas de la nueva arquitectura nacional, material éste que constituirá el soporte teórico para el debate sobre estos temas entre los alumnos.

La Revista registrará los profundos movimientos que afectaron a la disciplina en estos primeros años, donde se entrecruzan los conflictos externos que sostienen los arquitectos con otros agentes del ámbito de la construcción, con los conflictos al interior del campo de la arquitectura por la hegemonía de los diferentes proyectos estéticos:

“Si bien tanto arquitectos como estudiantes se enfrentaban con los ingenieros para constituirse en los hacedores de la ciudad, a su vez los estudiantes, embanderados en la corriente denominada nacionalismo también se enfrentaban en forma embrionaria a sus maestros academicistas en competencia por la validez de sus proyectos estéticos.” (González Montaner, 1985: p 42)

En esta etapa de la revista se plantean nuevos temas dentro del gremio que se desarrollarán en los años siguientes, como el mencionado de la “arquitectura nacional”, la relación de los arquitectos con los otros agentes del campo, ingenieros y constructores, la reglamentación profesional, etc. También heredaron de la revista Arquitectura algunos temas de debate que permanecían activos, como la práctica de los Concursos de arquitectura y aún temas más antiguos, del siglo XIX, como era la legitimación del saber técnico frente al poder político, cruzada que unía a ingenieros y arquitectos.

2ª época 1917-1962

Hacia 1917 el éxito y la difusión que había alcanzado la revista en los dos primeros años, motivó que la Sociedad Central de Arquitectos buscara unirse al proyecto de los estudiantes en un intento de cooptación política en la lucha por la hegemonía del campo disciplinar. Como dijimos, la Sociedad de Arquitectos había tenido, entre 1904 y 1916, como órgano oficial de la institución a Arquitectura, apartado de la Revista Técnica. Recién en 1917 la Sociedad fundó una publicación propia como órgano oficial, Revista de la Sociedad Central de Arquitectos, que tuvo la corta vida de tres números.11

Mientras la Revista de Arquitectura creada por el Centro de Estudiantes había formulado sus propósitos en dirección a la búsqueda de una arquitectura nacional, como arte y cultura propia, inspirada en nuestra historia y apoyada en los recursos de la naturaleza y el clima, la de la Sociedad Central lo había hecho en términos muy diferentes. Sus propósitos estaban orientados a fines más políticos, en un sentido amplio, de inserción institucional dentro de la sociedad civil y de una articulación con la modernización que imponía el modelo económico del capitalismo en expansión.

“Nuestra sociedad necesita como complemento de su organización un órgano que exteriorice los actos de la misma y que facilite las relaciones con los otros centros de igual índole; que sirva de apoyo a los socios en cualquier tiempo que discutan y traten las múltiples innovaciones y mejoras que puedan proyectarse en la edificación dando a conocer los adelantos que en otros países se implantan”. (Nuestros propósitos, RSCA, 1917: p.3)

En julio de 1917 se llega a un acuerdo para fusionar las publicaciones, con la aparente intención de aunar esfuerzos y estrechar vínculos. Dice el acta correspondiente de la S.C.de A.:

“...se ha convenido de común acuerdo con el Presidente del Centro en lo siguiente: 1º) que la “Revista de la Sociedad Central de Arquitectos” deje de aparecer; 2º) que la Revista de Arquitectura, actual “órgano oficial” del Centro de Estudiantes de Arquitectura lo será a la vez de la Sociedad Central de Arquitectos, haciéndole constar en el primer número que debe aparecer en breve, y cambiándose, después de dos o tres números, la carátula de la publicación por otra más adecuada a su nuevo carácter; 3º) que la Sociedad Central de Arquitectos prestará su influencia para que la Revista consiga el mayor número de avisos posible, 4º) que se cederá para uso de la redacción de la Revista, la Sala contigua a la Biblioteca; y 5º) que se nombrarán tres miembros para que en carácter de consejeros, representen a la Sociedad, en la Comisión Redactora de la revista”. (Acta de la SC de A, julio 1917) (el destacado es nuestro)

Queda claro al confrontar los propósitos de ambas publicaciones y los términos del acuerdo de ambas entidades, que lo que se omite decir es precisamente lo más importante. La historiografía sobre el tema –salvo González Montaner– ha obviado tratar este hecho como un conflicto o una lucha de poder al interior del campo y se ha referido eufemísticamente a él como un acto de buena voluntad de las partes. Desde nuestra perspectiva no se trataba simplemente de aunar esfuerzos en un proyecto común. Se trataba más bien, de dos propuestas cuyos objetivos eran diferentes pero no contradictorios o incompatibles y que funcionalmente resultaron complementarias en cuanto a la consolidación del campo profesional y de la tradición disciplinar. No debe leerse la fusión de las revistas desde una visión reduccionista donde hubo buenos y malos, o poderosos arquitectos que ejercían la dominación sobre los débiles estudiantes. Sólo en su superficie el conflicto aparece como una lucha de las posibles antinomias vigentes: nacionalismo versus liberalismo, estética americana y argentina versus estilos europeos, jóvenes versus viejos. La realidad fue seguramente, bastante más compleja y matizada, donde cada grupo (estudiante y arquitectos) recibieron y cedieron en esta contienda.

Con relación a la política gremial, esta fusión puede interpretarse en dos sentidos: por un lado, como el triunfo de una estrategia planteada por la S.C. de A. para neutralizar la movilizadora acción de los estudiantes articulados al proceso de la Reforma Universitaria y a los movimientos juvenilistas y arielistas, por otro, como una muestra del éxito y la eficacia de la labor estudiantil, de la cual la revista es un emergente. En cuanto a las posiciones dentro del campo disciplinar, la Sociedad Central buscaba con esta maniobra hegemonizar el espacio de debate controlando a la vez la difusión de ideas tanto en el ámbito académico de la Escuela de Arquitectura como en el medio profesional.

Este enfrentamiento se dio sobre la base de un suelo común: la Escuela de Arquitectura (creada hacia 1901), que ya compartían alumnos y profesores, jóvenes estudiantes y viejos arquitectos y que estaba dado por la consolidación de una tradición en la disciplina, tarea que a todos requiere y que aglutina más allá de las diferencias. En 1917, el campo disciplinar ya estaba completamente constituido y éste será un importante enfrentamiento en su interior que pone en evidencia que aun desde posiciones opuestas, “existe un acuerdo oculto y tácito sobre el hecho de que vale la pena luchar por cosas que están en juego en el campo”. (Bourdieu, 1987: p. 143)

Es productivo entender este acontecimiento de la fusión de los “proyectos” editoriales enmarcado en una situación de lucha, de intercambio de capital simbólico y económico entre los arquitectos más reconocidos del campo y los jóvenes estudiantes, donde cada parte otorga y cede. Por una parte, la Sociedad de Arquitectos recibe de los jóvenes una publicación exitosa producto del sector más dinámico del campo, lo cual le da la posibilidad de intervenir institucionalmente en los debates más importantes del momento. Por otra, los jóvenes también necesitaban de la fusión en tanto la Sociedad podía brindarles el apoyo económico que no tenían y la inserción dentro del mundo real del ejercicio profesional, mundo complejo, articulado con el poder político y económico, el cual ellos desde el Centro de Estudiantes no podían siquiera avizorar. Si bien los “mayores” definen las reglas porque tienen más capacidad estratégica, tienen que aceptar ciertas condiciones de los jóvenes (por ejemplo mantener la dirección de la revista) porque un conflicto podría fracturar el campo y los estudiantes podrían llevarse como saldo, los “laureles” de la legitimidad como sucedió con el rechazo al Congreso Nacional de Ingeniería en 1916.12 A la vez, los jóvenes ceden espacio no sólo por una cuestión de cálculo racional, de conveniencia económica, sino también lo hacen alimentando con ello la “illusio”13 necesaria para el sostenimiento y funcionamiento del campo.

Durante los primeros años después de la fusión, podríamos decir que hasta 1920 hubo un predominio de los estudiantes en la conducción de la revista, y se puede constatar un equilibrio en cuanto a la participación en las decisiones, en la publicación de artículos entre los miembros de la S.C.de A. y los estudiantes o los arquitectos ligados a los jóvenes. Por ejemplo la encuesta de 1918 la organizan ambas instituciones, Sociedad de Arquitectos y Centro de Estudiantes. De hecho, los estudiantes retienen la dirección de la publicación hasta 1923.14

Los jóvenes, sin embargo, fueron perdiendo lentamente la autonomía como grupo dentro de la revista, en el lapso transcurrido entre 1917 (con la fusión) y 1922. Muchos se graduaron y fueron integrados rápidamente por la propuesta de la Sociedad (C. Becker, R. J. Álvarez), otros se vincularon a movimientos culturales de vanguardia (A. Prebisch y E. Vautier) o a asociaciones profesionales disidentes con el programa de la S.C.de A. (A. Silva)

En agosto de 1923, después de nueve meses sin que saliera la publicación, el número 32 de la revista inaugura una nueva etapa: se nombra un “Comité Directivo” compuesto por tres miembros de la Sociedad y dos del Centro, queda establecido que la Dirección de la publicación la ejercerá en adelante un arquitecto (el primero fue Carlos Becker, ya arquitecto), con lo cual quedaba garantizada la tutela y control por parte de la S.C.de A. Esta inversión de los papeles de las dos instituciones aportó como beneficio la regularidad mensual en la aparición y la estabilidad como empresa editorial, pero perdió ciertamente en cuanto al carácter polémico del contenido y a la apertura de los primeros años respecto de otros campos del arte y la cultura. Sin embargo, a pesar de la nueva organización directiva, la publicación continuó siendo órgano oficial también del CEA hasta 1951, cuando se produce una ruptura entre ambas instituciones, como consecuencia de un conflicto originado en 1946.15

Después de la conversión de la Escuela en Facultad de Arquitectura y Urbanismo en 1948, cambió notablemente la relación de las organizaciones corporativas dentro del campo profesional por las fuertes presiones externas de la vida política y cultural por la que transitaba el país. Desde 1951 hasta 1962, la revista fue órgano oficial sólo de la S.C.de A.

Entre 1915 y 1951 la Revista de Arquitectura fue de aparición mensual (salvo el período irregular entre 1917 y 1922), entre 1951 y 1955 fue trimestral y a partir de esta última fecha hasta 1962 su aparición era ocasional sin un intervalo fijo. Se publicaron un total de trescientos ochenta (380) números.

4.5. El Arquitecto (1919-1926)

Esta revista fue fundada en 1919 por el Arq. Ángel Croce Mujica. Se publicaron, con periodicidad mensual, setenta y seis (76) números hasta 1926 cuando dejó de editarse. El primer número correspondiente al mes de diciembre de 1919, apareció en el mes de enero de 1920, declarándose “Revista mensual de Arquitectura, Construcciones y Artes Aplicadas”. Muy poco tiempo después se incorporó Francisco Squirru como codirector. Croce y Squirru formaron una duradera y prolífica sociedad que abarcó no sólo la actividad editorial sino también la realización de proyectos y obras en equipo. Ambos habían sido dirigentes del CEA en el período de mayor efervescencia universitaria y habían participado como estudiantes del movimiento de la “arquitectura nacional” (desde 1915), de allí la tendencia al renacimiento colonial o la arquitectura hispanista que manifestó la publicación en sus siete años de vida.

El público al cual está dirigida la revista El Arquitecto es más variado y heterogéneo que el de la Revista de Arquitectura (de la cual fue contemporánea). Los directores apuntan a sectores más vastos de la población (más profanos en materia de arte y arquitectura) y a todo el comercio y las artes aplicadas que movilizaba la industria de la construcción. De allí que en los Propósitos del primer número, se acentúe el carácter “práctico y utilitario” de la publicación, su carácter de “Informador” para todos los profesionales y técnicos y “el natural lazo de unión” entre el público, el comerciante y el técnico. (Propósitos, EA, 1919:p.2)

La fundación de la revista está marcada por la euforia del inicio de los años ‘20,..“al comienzo de una época cuyas perspectivas son en alto grado halagüeñas para técnicos y comerciantes, artistas y propietarios”, cuando el crecimiento económico había desplazado un importante volumen de capital hacia la construcción.

Los colaboradores lo son por lo general también de la Revista de Arquitectura: Pablo Hary, Enrique Larreta, René Karman, Alejandro Bustillo, Carlos Morra, Juan Kronfuss, Ernesto Lacalle Alonso, Emilio Agrelo, Héctor Greslebin y Martín Noël. Aunque la dirección de la revista se manifestaba abierta a recibir artículos y contribuciones de todas las tendencias arquitectónicas, existe una marcada predilección por el neocolonial en todas sus vertientes. Es más, puede decirse que El Arquitecto se convirtió en un espacio disponible y predispuesto para publicar sobre este estilo en toda América desde California a Brasil, y contribuyó a difundir obras, a evaluar comparativamente las experiencias, a enfatizar en la importancia de los estudios arqueológicos, históricos y de la arquitectura de la época colonial y precolombina. (Gutman, 1994: p.2)

4.6. Nuestra Arquitectura (1929-1986)

Esta revista, como su nombre lo anunciaba, habría surgido de la intención de promover una arquitectura propia. Sin embargo, el propó

sito (no explicitado en el número inaugural) no está claro: la arquitectura que se busca promover, ¿ha de ser nuestra por argentina, es decir situada geográficamente?, ¿o ha de serlo por ser de hoy, actual, del presente? Es de esperar que no se trataba de apoyar con la revista el desarrollo de una “arquitectura nacional”, proviniendo el emprendimiento de un socialista, ingeniero y norteamericano.

Lo cierto es que la publicación está dirigida a clientes y profesionales, en sus dos primeros años de vida plantea una posición convocante, es bastante amplia, elástica y flexible su propuesta, admitiendo todas las tendencias de la época: neocolonial, art decó, racionalistas y hasta académicas. En 1930, la revista es verdaderamente ecléctica: elige en abril como proyecto del mes una casa “mínima” de Lacalle Alonso y Birabén, en neocolonial. También ese año aparece mucho en californiano, algo de art decó y hasta el pintoresquismo del tudor. Desde 1931, la revista comienza a definir un perfil de adhesión franca al racionalismo, de lo que ellos mismos denominarán “arquitectura contemporánea” (racionalismo en su vertiente funcionalista). Tanto los editoriales del activo director Walter Hylton Scott como los artículos sobre vivienda de Wladimiro Acosta, le fueron otorgando un particular y claro perfil a la publicación que hacia 1933 ya era identificada dentro del campo disciplinar como portavoz de las nuevas vertientes de la Arquitectura Moderna.16

Fundada por el ingeniero norteamericano, de filiación socialista Walter Hylton Scott Nuestra Arquitectura fue la revista argentina de arquitectura de mayor permanencia y continuidad del siglo XX. Desde su fundación en 1929 hasta 1986 cuando dejó de salir definitivamente, se editaron quinientos veintitrés (523) números. Sus directores fueron sucesivamente: Hylton Scott (1929-1955), Raúl Burzaco (1955- 1957), Raúl Biraben (1958-1969) y Norberto Muzio (1969-1986). Si bien tuvo cincuenta y siete (57) años de vida, su papel protagónico, la contribución más significativa sobre el campo disciplinar por la acción crítica y de difusión sobre el problema de la vivienda y su carácter de portavoz de las vanguardias modernas, estuvieron concentrados en los primeros quince años de existencia.

Esta revista asumió, durante toda la década del ‘30, la función de debatir, analizar y evaluar el problema de la vivienda popular en el país, tanto en el plano puramente técnico y arquitectónico, como en la planificación urbana, la gestión y el proceso de producción de las obras. Nuestra Arquitectura impulsó y difundió de manera pionera en el país, la acción cooperativa para la construcción de viviendas; además existió en el equipo editorial, la expresa voluntad de favorecer un reprocesamiento crítico y adaptable a nuestra realidad, de la experiencia arquitectónica europea del período de entreguerras. Pero, la batalla principal de la revista era una batalla teórica: de legitimación de los principios de la vanguardia arquitectónica europea y americana. (Gutman, 1994: p.131)

Los principales colaboradores en esta primera etapa fueron: el ruso Wladimiro Acosta (Wladimir Constantinovsky), Alberto Prebisch y Antonio Vilar, quienes además de sus propios artículos le daban difusión a la obra y el pensamiento de Walter Gropius y Richard Neutra. Los temas centrales de la revista giraban en torno de la vivienda popular y de la clase media, la cuestión del “confort” en las transformaciones tipológicas y técnicas, entendido como respuesta –racional y universal– a las formas “modernas” del habitar.

En los años ’40, la revista incorporaría la preocupación por el urbanismo y la prefabricación. Es posible también advertir en tan extensa trayectoria, el predominio de distintas tendencias en la publicación: del eclecticismo inicial al racionalismo de la más clara filiación europea en el período de la entreguerra, luego el organicismo de la arquitectura norteamericana y finalmente en los ’50 el interés por la historia y la arquitectura moderna latinoamericana.17

Hylton Scott dio lugar en la revista a grupos de vanguardia, como el Grupo Austral (1939), para dar a conocer su manifiesto y su propuesta. Este grupo estuvo integrado por Antonio Bonet, Jorge Ferrari Hardoy, Juan Kurchan, Alberto Le Pera, Simón L. Ungar e Hilario Zalba. También la revista llevó adelante una vasta tarea de difusión de las últimas tendencias en todo el mundo. Es más, publicó durante gran parte de la década del ‘30 un apartado que traía el extracto de las principales revistas de vanguardia, tanto europeas como de los EEUU, con un resumen de los contenidos, llamado “Revista de Revistas”. Las traducciones de artículos y trabajos cubrían un variado catálogo: desde Gropius a Gideon, desde Mies Van der Rohe a Le Corbusier.

La acción de portavoz de la vanguardia y la labor crítica de Nuestra Arquitectura fue declinando en la década del ‘40 hasta desaparecer completamente, al finalizar esta década, el tema de la vivienda obrera o popular y con esto toda preocupación social sobre el problema habitacional. La revista se ocupará en adelante de temas vinculados a la decoración moderna, al equipamiento, y a la difusión de obras de viviendas individuales, para estratos medios y altos de la población, extraídas por lo general de publicaciones de EEUU de Norteamérica.18

Durante los gobiernos justicialistas, particularmente entre 1946 y 1953, la publicación adoptó una estrategia propia del campo intelectual en esos años, que algunos autores califican de “resistencia cultural”, donde en un primer momento, se planteó desde las editoriales, una crítica sistemática a la acción estatal en materia arquitectónica, urbanística, fundamentalmente en política habitacional. Sin embargo, pronto se abandonaría la confrontación y se optaría por un aislamiento, un ostracismo voluntario, donde se publicaba cada vez más material extranjero, ignorando todo lo que pasaba en el país real, en “una suerte del refugio, de exilio, frente a una realidad política y cultural no deseada”. (Ballent, 1999: pp. 306-307)

A partir del derrocamiento del peronismo en 1955, la publicación volverá a ocuparse del tema vivienda social y se iniciará un nuevo período productivo y con un notable impulso, vinculado seguramente a la hegemonía de la arquitectura moderna en el campo disciplinar, que atravesaba en los años ’60 su tiempo de esplendor.

4.7. Otras publicaciones

Existieron otras publicaciones especializadas cuyas colecciones no hemos hallado completas pero que pueden ser consideradas y consultadas en forma puntual o aislada para el tratamiento de distintos tópicos, tanto de las posiciones dentro del campo disciplinar como del desarrollo de la profesión en el siglo XX. Ellas fueron las siguientes: Arquitectura y Arte Decorativo, luego convertida en Áurea, El Arquitecto constructor, la Revista del CACYA (Centro de Arquitectos, Constructores y Anexos)19, Tecné y La Arquitectura de Hoy.

Tanto El Arquitecto constructor (1907-1957) como la Revista del CACYA (1927-1951), son revistas prácticas de la construcción, que vinculan arquitectos-constructores (empresarios), constructores de obras con todos los gremios de la construcción. El Arquitecto constructor tuvo una larga existencia desde 1907 publicó setecientos ochenta y seis (786) números, respondiendo principalmente a la necesidad de vincular todos estos gremios. Eran socios Anexos de la construcción: carpinteros, especialistas en cemento armado, decoradores, escultores, fabricantes de vitreaux, mosaistas, marmoleros, zinqueros, parquetistas, etc. La Revista del CACYA aparece en 1927 y era muy similar a El Arquitecto constructor, en cuanto a su intención de vincular gremios y de llegar a un público vasto formado por una nutrida clase media y una oferta temática de mayor aceptación popular como era el art decó y los pintoresquismos. Ambas publicaciones son representativas de un conjunto amplio y heterogéneo de agentes compuesto por los arquitectos con títulos extranjeros (sin validación en el país), los técnicos y los constructores de obras (maestros mayores) que cada vez eran más numerosos por la extensión del sistema de enseñanza técnica nacional. Se ocupan en forma práctica e instrumental (no hay artículos doctrinarios ni de crítica) de la “arquitectura menor”, por lo general vivienda de sectores medios, a cargo de una segunda y tercera línea de profesionales o constructores de oficio, que es altamente significativa a la hora de evaluar el volumen construido en el llenado del tejido urbano, tanto de los numerosos barrios de Buenos Aires como de las principales capitales del interior.

La revista Arquitectura y Arte Decorativo nace en cambio como una publicación “de tendencia”, de un grupo específico: artistas, artesanos y profesionales ligados al Arte Nuevo, particularmente el “floréale” italiano. Fundada en 1925 por un grupo del que participan Mario Palanti y Francisco Gianotti y dirigida por el ingeniero Gustavo Cecherini tuvo la corta vida de seis números. En 1927 se transforma en Áurea, que es netamente una publicación modernista de base ecléctica (art nouveau, art decó y americanismos “modernistas”), buscando integrar las bellas artes con la arquitectura y la ornamentación, apoyar el desarrollo del “arte industrial” (aquél que sintetizara belleza y funcionalidad), de las artes decorativas y actuar como difusora de la oferta comercial de una vasta gama de productos vinculados a todas las artes aplicadas (vitreaux, muebles, herrajes, etc.) (Gutiérrez Viñuales, 2001: pp. 47-54). Estas publicaciones tuvieron una importante llegada dentro del sector próspero de la colectividad italiana en el país y una evidente articulación con Italia, en particular con el Piamonte y la Lombardía (instituciones, publicaciones y arquitectos).20

Entre 1926 y 1929, como resultado del importante desarrollo en Buenos Aires del mercado de la construcción, se editó un diario: El Noticiero, que cumplía una función eminentemente informativa acerca de licitaciones y concursos en todo el país y la jurisprudencia en fallos de arquitectura legal. Existieron también en la década del ’30, revistas que respondían al sector comercial e industrial de la construcción como Arquitectura gráfica (1935), La Obra (1936), el Boletín de la CAC (Cámara Argentina de la Construcción) (1939) y Construcciones (1945). (Gutman, 1994: p.116)

Tecné fue una revista de vida efímera pero de impacto en la difusión del ideario moderno en la década del ´40. Fundada por Conrado Sonderéguer y Simón L. Ungar (del Grupo Austral), el primer número apareció en agosto de 1942 y el último en marzo de 1944. Publicó en Tecné toda la vanguardia moderna del país, del Uruguay y del extranjero (Le Corbusier, R. Neutra, R. Gómez de la Serna, E. Kaufmann). Desde el primer número establecen la estrecha vinculación entre la ética y la estética en el ejercicio de la profesión:

º“Existe en América Latina un gran número de arquitectos que luchan por hacer de su trabajo la expresión de su manera de sentir; ni un mero oficio, ni un vulgar comercio. Personas que habiendo fijado normas de honestidad a su concepción buscan (...) un medio de superación.”

“Tecné no es una publicación para el goce en la contemplación de las ideas y las obras de arte. Es un instrumento de trabajo y un estímulo en la producción”. (Sonderéguer, 1994: p.163)

Otra publicación especializada que operó como canal de difusión del Movimiento Moderno fue La Arquitectura de Hoy, edición en castellano de L’Architecture d’Aujourdhui. Se editaron sólo catorce (14) números entre 1947 y 1948, de cuidadosa factura tanto editorial como de contenido. Hizo posible difundir, en su corta existencia, el Plan Director de Le Corbusier para Buenos Aires (Nº 4), la arquitectura moderna de Brasil con las obras de Niemeyer, Costa y otros (Nº 9), o las obras de planificación de Antonio Bonet en Uruguay. Estuvo dirigida por André Bloc y si bien reunía las condiciones para constituirse en vocero del Movimiento Moderno en América Latina, no pudo consolidarse como emprendimiento comercial sin tener un apoyo institucional de la corporación de arquitectos, en el marco de un contexto socio político difícil para los intelectuales en Argentina.

Una importante cantidad de publicaciones especializadas, de Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata, completan la producción editorial en materia arquitectónica de este período.21

5. Temas y debates disciplinares vinculados al proyecto modernizador argentino

La prensa técnica fue como ya hemos expresado, a lo largo de todo el período de estudio, un espacio privilegiado de desarrollo de los debates en torno a los principales temas que vinculaban profesión y modernización y a la vez el ámbito donde se modelaron, difundieron y legitimaron las prácticas de los integrantes del campo arquitectónico. Como debates consideramos los grandes temas sobre los cuales se articuló y organizó un campo de interés propio, con una lógica diferenciada del resto de los profesionales y técnicos. Estos debates mostrarán los ejes por los que pasa el proceso de diferenciación del campo disciplinar de la arquitectura, la gradual autonomía que irá alcanzando a medida que avanza el proceso modernizador.

Estos debates, de distinta importancia, jerarquía y desarrollo a lo largo del período, articulan los intereses del campo disciplinar con distintas esferas de lo social, de allí que adquieran mayor o menor relevancia con relación a lo contextual, a los efectos o al eco que pudieron registrar de diferentes acontecimientos del campo cultural o social. Por otra parte resulta explicativo señalar que la trascendencia de un tema estuvo también condicionada por los distintos “momentos” que atravesaba el campo disciplinar. Así hubo debates que adquirieron una ubicación central en la etapa fundacional del campo, como Ingenieros y Arquitectos, Arte y Ciencia y la Enseñanza de la Arquitectura, porque constituyeron el marco de desarrollo del habitus diferenciado de los arquitectos. Otros debates (Vivienda obrera, Arquitectura nacional) adquirieron trascendencia entre los arquitectos recién cuando el campo disciplinar estuvo constituido y era posible entonces la aparición de diferentes posiciones con relación a un tema.

También la prensa escrita es el espacio de modelación del habitus y de búsqueda de consenso acerca de las prácticas legítimas que contribuyeron a diferenciar a los arquitectos de otros agentes del campo arquitectónico, que alimentaron la especificidad disciplinar, la identidad y la cohesión del grupo, por ejemplo, los Concursos de proyectos o la participación en Congresos Nacionales e Internacionales y en Exposiciones.

Habitus y prácticas se entrelazan en el tratamiento de los debates, considerados a partir de la voz de los mismos actores: los arquitectos, desde los ámbitos institucionales de las revistas. A continuación desarrollamos en forma muy condensada los principales temas de debate que surgen del análisis del contenido de las revistas del período, que plantean problemas de investigación histórica factibles de ser abordados a partir de la utilización de esta fuente. Ellos son:

1) Estado del arte arquitectónico: Si bien en Argentina el debate sobre el arte arquitectónico tiene puntos de contacto con el que se plantea en Europa durante el siglo XIX, el tema está sujeto en este país a categorías propias y tiene una lógica y evolución diferentes. Desde mediados del XIX hasta 1880, el debate artístico se organiza sobre las categorías, planteadas por Domingo F. Sarmiento, de Civilización y Barbarie, asimilando todo lo civilizado a lo europeo y todo lo bárbaro al pasado colonial americano. Hacia fines del siglo y principios del XX, el eje del debate cambia y se organiza sobre la dicotomía decadencia / regeneración. El “Eclecticismo” como posición innovadora llega al país con toda su fuerza de la mano de las primeras generaciones de arquitectos europeos, o de los pocos argentinos formados en Europa, que son precisamente los fundadores del campo, organizadores de una tradición de mucho peso y permanencia. Este debate constituye el eje articulador de varios otros ya que es el “estado del arte arquitectónico” el móvil y objeto de las críticas y propuestas, el núcleo sobre el cual se condensan los resultados de movimientos que tienden a consagrar o desplazar, a prestigiar o desvalorizar posiciones dentro del campo disciplinar, y que también es producto de la enseñanza de la arquitectura, de la formación de los agentes, de la complementariedad o la oposición con los ingenieros, etc. Existe consenso –desde distintas posiciones– en que el arte, y en este caso particular la arquitectura es un reflejo de la sociedad a la que pertenece. ¿Cómo ha de ser la arquitectura de un país moderno, tanto en cuanto al carácter propio que pueda imprimir la época como la que debe señalar la particularidad del lugar? Sobre esto intentará dar respuesta la prensa técnica y arquitectónica, en una búsqueda permanente y muy dinámica.

2) Arquitectura Nacional: Este debate se desprende del anterior y constituye en el caso argentino una de las propuestas más sugerentes por las vinculaciones y las implicaciones culturales que manifiesta. La discusión sobre la arquitectura nacional estará enmarcada en un debate cultural más amplio que admite, en principio, dos posiciones básicas “cosmopolitismo y nacionalismo”. Una es la que postula la “universalidad” de la cultura y la otra es la que sostiene que existe una “originariedad”, determinada por la historia de los pueblos, la geografía y clima de los países. Desde esta segunda posición se abrirá un abanico de variantes dentro de las propuestas, según dónde se ubique ese algo -esencialmente imaginario- que constituye lo “originario”, las raíces, las fuentes donde residiría lo propio y auténtico. En definitiva, lo que se busca, tanto en arquitectura como en otros campos del arte y la cultura, es una esencia, un “algo” incontaminado de donde asirse para construir la identidad nacional. El movimiento de la “arquitectura nacional” en Argentina, que nace a principios de siglo sumamente influenciado por las ideas de Hipólito Taïne, fue en la década del ´20 reprocesado por la visión historicista de Ricardo Rojas, que lo engarza al movimiento nacionalista.

3) Ingenieros/Arquitectos: Este debate también presenta particularidades que en la situación europea no posee. La ingeniería tenía en el siglo XIX un gran prestigio, en Europa, vinculado a los progresos y logros de la industrialización, y en el cono sur latinoamericano, por el fuerte protagonismo de sus practicantes en el proceso modernizador. En Argentina la ingeniería (como carrera universitaria, disciplina y profesión) nace con prestigio y valorizada dentro del proyecto sociocultural modernizador. La arquitectura, en cambio, es sólo una rama de la ingeniería y no tiene como en Europa la historia corporativa de los gremios ni el peso institucional de las Academias. La lucha por el reconocimiento será entonces mucho más ardua. Son los arquitectos los que buscan promover el debate frente a la mayor influencia, prestigio y poder que tenía la Ingeniería. Son los arquitectos los que padecen la situación de inferioridad y subordinación y por lo tanto quienes deben resolverla. Los ingenieros no plantean la relación con los arquitectos como problema. Las revistas de arquitectura se convierten a veces en espacios de confrontación y otras, en medios de cooperación de ambas profesiones.

4) Arquitectura=Arte+Ciencia: Este debate pone en discusión qué es o cómo debe ser la arquitectura de un mundo moderno, cómo se integran y complementan las variables arte y ciencia. Hay quienes, desde un extremo del binomio, ponen el acento en el arte como fundamento de la arquitectura y en la condición de artista y creador del arquitecto. Otros, desde el otro extremo, consideran que el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y el crecimiento industrial marcarían los nuevos rumbos de la arquitectura del futuro. Desde esta última posición, los ingenieros tienen un especial protagonismo. Sin embargo, la gran mayoría de las propuestas articulan los dos términos apuntando a la complementariedad.

5) Enseñanza de la Arquitectura y formación profesional de los arquitectos: Desde 1865 en el seno de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires se organizó la formación profesional universitaria de los ingenieros en el país. La carrera de arquitecto, en cambio, no tenía currícula propia y quedaba incluida, como una especialización de rango inferior, dentro de la de ingeniería. Desde 1877 se otorgaba también el título habilitante de arquitecto a través de la reválida de títulos extranjeros. A fines del siglo XIX sólo nueve arquitectos habían obtenido o revalidado el título, mientras los ingenieros egresados en el mismo período fueron doscientos cincuenta. El ejercicio de la arquitectura estaba, en los hechos, en manos de los ingenieros y de los constructores de oficio. En 1901, la creación de la Escuela de Arquitectura en el seno de la Facultad de Ingeniería y de Ciencias Exactas, señaló un paso decisivo y trascendental en la formación profesional especializada. La definición de la currícula propia, así como los contenidos de los planes de estudios y el papel de los jóvenes estudiantes en la formulación de nuevos proyectos estéticos y artísticos serán el eje en torno del cual se organiza este debate.

6) Educación artística del público: Este debate, que apunta a promover la educación artística de todos los sectores de la sociedad, se da con mayor fuerza en la etapa fundacional del campo disciplinar pero se prolonga hasta 1930. Este tema, de gran presencia en la prensa especializada, vincula la oferta con la demanda en la producción arquitectónica y por lo tanto enfrenta a los arquitectos con los clientes (los comitentes en general) en disputa por los criterios de valoración de las obras y fundamentalmente por el “gusto estético”. Es evidente que se trata de una lucha de reconocimiento- desconocimiento de la voz del gremio. Este debate se presenta en la prensa técnica de distintas formas, relacionando siempre el “saber-hacer” de los arquitectos con el campo social. Las exposiciones y concursos de proyectos, las obras públicas o de instituciones de cierta envergadura y aun los encargos particulares, constituyen espacios de confrontación de los criterios estéticos de los arquitectos (artistas) con los del público en general: comitentes, gobierno, sociedad (no-artistas). A diferencia de las otras artes, donde la aceptación del público puede ser diferida en el tiempo, la arquitectura tiene una finalidad práctica asociada a su función utilitaria, que supone un uso social inmediato. La educación artística extendida a la sociedad entera, así como la enseñanza (artística y técnica) de los arquitectos son los pilares sobre los cuales se asienta el progreso en materia arquitectónica. El periodismo arquitectónico bregará permanentemente y de distintos modos (haciendo docencia, publicando buenos y malos ejemplos de aquí y del mundo) por alcanzar una cultura arquitectónica apropiada, en esa Argentina donde el crecimiento económico y el progreso material –desde la perspectiva del gremio– no había hecho posible el establecimiento de un mercado de bienes arquitectónicos de calidad, de acuerdo “con los tiempos” y con las posibilidades que el país tenía.

7) La innovación tipológica, el caso de la vivienda obrera: Este debate está vinculado con los profundos cambios que introduce el proceso modernizador, tanto en la producción arquitectónica como en las formas de habitar. La innovación tipológica que se registra en una vastísima producción en todo el país, de todo tipo de edificios modernos, es producto de diferentes saberes técnicos convergentes, que si bien exceden el campo de lo arquitectónico, confluyen en éste en la materialización de las obras. Un claro ejemplo es el de la arquitectura escolar donde el programa de los edificios constituye la síntesis de al menos tres diferentes campos disciplinares técnicos al respecto: el pedagógico, el médico-higienista y el arquitectónico. Hay una finalidad común en todas las búsquedas de innovación tipológica: adecuar la producción a las necesidades contemporáneas. Desde el discurso de los arquitectos se registra un desajuste entre lo que los edificios son y lo que deberían ser. El caso de la vivienda obrera o popular tiene una particular importancia en el período y arroja luz sobre el proceso de constitución disciplinar, convirtiéndose en eje de diferenciación respecto de otros actores en el tema y en un desafío de la corporación tanto en el plano arquitectónico como urbanístico. Al iniciarse el siglo, los técnicos se plantean, junto con el tema de la vivienda, el debate de los temas urbanos. El plus diferencial que ofrecen los arquitectos es la consideración de la calidad estética del espacio urbano. Conseguirán, hacia el final del período de estudio, la aceptación de que ambos temas: vivienda y urbanismo, corresponden a las funciones e incumbencias de los arquitectos.

6. Palabras finales

Las revistas técnicas y de arquitectura tienen un alto valor como fuentes documentales para abordar temas vinculados tanto del desarrollo de la profesión como de la disciplina arquitectónica a lo largo de todo el siglo XX.

Las revistas técnicas constituyen la fuente más adecuada y explicativa del proceso de constitución del campo disciplinar, por cuanto funcionaron como lugares desde donde se estatuía la especificidad de la disciplina como campo intelectual y se ponían en consideración y circulación los temas de interés de la época. En el desarrollo de la profesión las revistas sirvieron no sólo para delimitar el perfil del arquitecto y su ubicación en relación a los otros actores con quienes compartía el campo de la construcción del hábitat sino que contribuyeron a la construcción de una identidad grupal tanto de la profesión, como del gremio. Se constituyen así en el lugar privilegiado de debate acerca de los problemas centrales del gremio y en un medio para regular los intereses entre los practicantes de las distintas disciplinas, de éstos con los comitentes y también con los poderes oficiales.

En cuanto al desarrollo del saber arquitectónico el uso de las revistas como fuente nos puede permitir entender como se difundían las propuestas o las ideas arquitectónicas y urbanísticas, ya sea instando a la aceptación o promoviendo la crítica como actividad reguladora de la práctica profesional. También sirvieron como instrumento de difusión de la “buena arquitectura” en la búsqueda de promover la “cultura artística del público”, en una actitud pedagógica netamente moderna. Asimismo el desarrollo de ciertas publicaciones permiten advertir la importancia que tuvieron ciertas posiciones dentro del campo y el nivel de conflicto que alcanzaron las disputas y controversias para imponer criterios y legitimar posiciones teóricas y artísticas respecto de lo arquitectónico.

Para finalizar, son escasos los repositorios documentales que conservan colecciones completas o con una integridad aceptable para su utilización como fuente de investigación. Esta situación, como tantas otras de ausencia de protección y pérdida de material documental, se debe en el caso de Argentina a la falta de políticas públicas respecto de la conservación del patrimonio cultural, cercenando lamentablemente posibilidades de uso de esta fuente a las generaciones venideras. Afortunadamente hemos podido utilizar, para éste y otros trabajos, la Biblioteca Alejandro Christophersen, de la Sociedad Central de Arquitectos, probablemente la más completa biblioteca especializada de arquitectura del país. Consideramos de utilidad colocar en un ANEXO las fichas técnicas de cada publicación para facilitar su búsqueda en otros repositorios del interior del país o del extranjero.

Notas

1 La Biblioteca Alejandro Christophersen, de la Sociedad Central de Arquitectos, está ubicada en Montevideo 938. Buenos Aires.

2 Una serie de trabajos en torno de las revistas de opinión, resultado de un proyecto conjunto, en el marco de un convenio franco argentino (CONICET y CNRS) fueron publicados recientemente por la Academia Nacional de la Historia: Girbal Blacha- Quatrocchi Woisson. (comp.) Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1999.

3 Para entonces se habían convertido en importantes empresas, con gran tirada, los dos principales diarios de Buenos Aires: La Prensa y La Nación y, por ejemplo, de las 27 publicaciones italianas que había en 1887 quedaban sólo 4 que se editaban todas en Buenos Aires.

4 Daly fue uno de los más importantes propulsores del periodismo arquitectónico, prestigioso y reconocido arquitecto que valoró la labor del ingeniero en el siglo XIX y la producción con nuevos y modernos materiales, en particular el acero Daly abre un camino en el periodismo arquitectónico que marcará una perdurable huella no sólo en Europa sino en América.

5 El primer proyecto de una publicación que fuera órgano de la Sociedad de Arquitectos data de 1891, que quedó trunco por dificultades financieras y económicas tanto de los socios como de la institución. Esta situación llevará a los arquitectos a apoyar la empresa periodística que encara un ingeniero, Chanourdie para tener un apartado como publicación propia. Ver más adelante “Arquitectura” (1904)

6 Las revistas como fuente han sido utilizadas en varios de nuestros trabajos anteriores, en particular, la tesis de doctorado defendida en marzo 2003 titulada: La constitución disciplinar de la arquitectura en la Argentina moderna (1880-1948) que fue publicada por el Fondo Nacional de las Artes en 2004 bajo el título “Nosotros los arquitectos. Campo disciplinar y profesión en la arquitectura moderna”.

7 Memorias de la Oficina de Ingenieros Nacionales, Buenos Aires, 1870. (desde 1875 se denominó del Departamento de Ingenieros Civiles de la Nación) y Memorias de la Secretaria de Obras Públicas, MOPN, Buenos Aires, 1898.)

8 Esta publicación se editó hasta 1876. Cf. Raúl A. Gómez Crespo, “Publicaciones periódicas argentinas sobre arquitectos, ingenieros y construcciones (1874- 1945)”, en Sección Bibliografía, Revista DANA, Nº 15, Resistencia, Chaco, 1983, pp.124/129. El autor señala que existe una única colección en la Biblioteca de la Facultad de Arquitectura de la UBA, la que no hemos podido ubicar.

9 El acuerdo establecía que el suplemento debía tener al menos “8 páginas independientes, 1 toda con clisés, reproducciones y obras notables hechas por los socios”. Cf. Jorge Tartarini “La revista Arquitectura” en: Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires, 1994, pp.77/78.

10 No hemos hallado ningún ejemplar de esta revista en los repositorios consultados, tampoco referencias en la bibliografía vinculada al tema.

11 Esta primera revista de la Sociedad Central salió en enero de 1917 con el número 110 porque se consideraba continuación de “Arquitectura”. Se publicaron sólo tres números hasta marzo, el secretario de redacción era un tal J. Taverne, editor al que se contrató para esa tarea pero que no pertenecía al gremio. El presidente de la Sociedad de Arquitectos era en ese momento el Arq. Carlos Morra y el secretario el Arq. Alberto Gelly Cantilo.

12 Nos referimos al movimiento liderado por el Centro de Estudiantes en 1916 para no participar del mencionado Congreso porque consideraba a la Arquitectura una sección de la Ingeniería.

13 Bourdieu utiliza la noción de illusio (del latín ludus juego) en el sentido de estar metido en el juego, tomárselo en serio, creer que el juego vale la pena. Todo campo social tiende a conseguir que, quienes entran en él se interesen en el juego que allí se despliega, adhieran a la lógica y reglas de juego, es decir que tengan la relación con el campo que Bourdieu llama illusio. El habitus permite incorporar el sentido del juego que hace que quienes participan en él se interesen en los desafíos que se plantean, se sientan participantes, tengan una adhesión no consciente y un interés no racional por lo que en el campo sucede. La “illusio” como sentido del juego es el fundamento de la regularidad de las conductas: los agentes que están dotados del mismo habitus se comportarán de una cierta manera en ciertas circunstancias.

14 Los estudiantes que ejercieron la dirección de la Revista entre 1915 y 1922 fueron: F. A. Passeron (1915), Héctor Greslebin (1916), Carlos Ancell (1916 a 1917 y 1923, ya como arquitecto), Hugo Pellet Lastra (1917), Ernesto Lacalle Alonso (1917 a 1920), Alberto Prebisch (1920 a 1921), Huberto Honoré (1922) y Alberto Belgrano Blanco (1922).

15 Este conflicto (entre el presidente del CEA, Francisco Pastrana y el arquitecto Federico de Achával) acerca de las limitaciones puestas a la participación de los estudiantes en la Revista y a la rigidez formal de las autoridades de la SC de A, reafirman la condición elitista del órgano gremial de la corporación y sus dificultades para articularse con el resto de los actores del campo en un marco de cambio de las condiciones que imponía la nueva sociedad de masas. Cf. Al respecto: Ramón Gutiérrez, “La Revista de Arquitectura y otras publicaciones”, en: Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, (1994) Buenos Aires, p. 208.

16 Es posible correlacionar el diseño de las tapas de la revista con las etapas que transitaba la publicación: del chalet inicial a la portada racionalista diseñada por Acosta en 1932 hasta la austera tipografía moderna de los ’40.

17 Con relación a los distintos períodos de tensión que fue atravesando en su desarrollo la revista aconsejamos ver: Anahí Ballent, “Nuestra Arquitectura”, en: Diccionario Histórico de Arquitectura, Hábitat y Urbanismo en la Argentina (Edición preliminar), Proyecto y Dirección Gral.: J. F. Liernur, Dirección operativa: F. Aliata, 2 Tomos, SC de A, FADU-UBA, Buenos Aires, 1992, p. 302 y ss.

18 La Editorial Contemporánea que editaba Nuestra Arquitectura, también editaba simultáneamente Casas y Jardines, las cuales en la década del ‘50 se parecieron bastante. La evaluación de los años más recientes de Nuestra Arquitectura excede los límites de nuestro trabajo en relación al período de estudio considerado.

19 Este Centro que existía desde 1917 nucleaba tanto en Buenos Aires como en las ciudades del interior a profesionales sin título oficial, contratistas, constructores y empresas de los distintos gremios anexos.

20 Ramón Gutiérrez vincula estas publicaciones con Architettura e Arti Decorative (editada por el Sindacato Nazionale de Architetti de Milán) y con Per l’Arte, también de Milán. Recordemos que Juan Bautista Gianotti, hermano de Francisco, era uno de los artistas destacados del norte de Italia, con talleres de arte que exportaban al Plata, y también dirigía una publicación modernista en Milán. Cf.: Ramón Gutiérrez, “Reflexiones en torno de Francisco Gianotti y su tiempo”, en Ibídem, p. 21 a 36.

21 Las publicaciones que hemos identificado son las siguientes: Editadas en Buenos Aires:

– Boletín de Obras Públicas, (1913-1943), Cantidad: 84 números, Editor: Ministerio de Obras Públicas de la Nación

– Ciudad, Revista de Urbanismo (1929-1930), Cantidad: 16 números, Buenos Aires.

– La Casa, (1938-1941), Cantidad: 47 números, Buenos Aires.

– La casa económica, (1933-1938), Cantidad: 21 números, Buenos Aires

– La Habitación popular, Boletín de la Comisión Nacional de Casas Baratas (1934-1943), Cantidad: 37 números, Edición oficial, Buenos Aires.

– La Propiedad, (1901-1906), Buenos Aires.

– Obra, (1935-1939), Cantidad: 45 números, Editor: CHADOPYE, Buenos Aires.

– Obras Públicas y Privadas, (1938-1940), Cantidad: 14 números, Buenos Aires.

– Revista Argentina de Arquitectura y Construcción, (1928-1932), Buenos Aires Editadas en Rosario. Santa Fe:

– Las Artes Edilicias (1908-1910), El Arquitecto Constructor Sudamericano (1911-1918), El Arquitecto Constructor (1919-...), Cantidad: 179 números, Editor: Sociedad de Ingenieros, Arquitectos, Constructores de Obras y Anexos, Rosario. Se trata de la misma publicación que fue cambiando de nombre.

– Arquitectura (1927-1928), Cantidad: 12 números, Editor: Centro de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe, Rosario.

– El Constructor Rosarino (1925-1934), Cantidad: 119 números, Editor: Sociedad de Ingenieros, Arquitectos, Constructores de Obras y Anexos, Rosario. Editadas en Mar del Plata. Buenos Aires:

– La Construcción marplatense (1937-1945), Edición: Órgano oficial del Centro de Constructores y Anexos, Mar del Plata.

Referencias bibliográficas

1. AAVV. (1999) Arquitectura Latinoamericana en el siglo XX, Grandes Voces, Cedodal, Buenos Aires.        [ Links ]

2. AAVV. (1992) Diccionario Histórico de Arquitectura, Hábitat y Urbanismo en la Argentina (Edición preliminar), Proyecto y Dirección Gral.: J. F. Liernur, Dirección operativa: F. Aliata, 2 Tomos, SC de A, FADU-UBA, Buenos Aires, p. 302 y ss.        [ Links ]

3. AAVV. (1994) Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires.        [ Links ]

4. Acta de la S.C. de A. del 5 de julio de 1917, en: Libro de Actas S.C. de A. Archivo SCA Buenos Aires.        [ Links ]

5. BALLENT, Anahí, “Nuestra Arquitectura”, (1992), en AAVV. Diccionario Histórico de Arquitectura, Hábitat y Urbanismo en la Argentina (Edición preliminar), Proyecto y Dirección Gral.: J. F. Liernur, p. 306 y ss.        [ Links ]

6. BOURDIEU, Pierre. “La Codificación”, (1996) (Comunicación publicada en Actes de la recherche en sciencies sociales, 64, septiembre de 1986), en: Cosas dichas. Gedisa editorial, Barcelona, España.        [ Links ]

7. BOURDIEU, Pierre. (1987) Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona.        [ Links ]

8. CIBOTTI, Ema, (2000) “Del habitante al ciudadano: la condición del inmigrante”, en: Nueva historia Argentina. El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, pp. 379 y ss.        [ Links ]

9. CIRVINI, Silvia. (2004) Nosotros los arquitectos. Campo disciplinar y profesión en la arquitectura moderna, Fondo Nacional de las Artes, CONICET, Mendoza.        [ Links ]

10. CHANOURDIE, Enrique, en: Revista Técnica, Nº 1, julio de 1895, p.5        [ Links ]

11. GIRBAL BLACHA, QUATROCCHI WOISSON, (1997), “Las revistas de debate y de combate: entre tradición política y empresa cultural”, en: Clío 4, Buenos Aires, pp. 13-27.        [ Links ]

12. GIRBAL BLACHA, QUATROCCHI WOISSON. (comp.) (1999) Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XX, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires.        [ Links ]

13. GÓMEZ CRESPO, Raúl A., (1983) “Publicaciones periódicas argentinas sobre arquitectos, ingenieros y construcciones (1874-1945)”, en Sección Bibliografía, Revista DANA, Nº 15, Resistencia, Chaco, pp.124/129.        [ Links ]

14. GONZÁLEZ MONTANER, Humberto. (1985) “La Revista de Arquitectura” en: Historias no oficiales, Colección Summarios, Buenos Aires. Nº 91/92. Julio/agosto1985.        [ Links ]

15. GUTIÉRREZ VIÑUALES, Rodrigo. (2001) “La revista Áurea. Americanismo en una época de transformaciones”, en Francisco Gianotti, del Art Nouveau al Racionalismo en Argentina, Cedodal, Buenos Aires, pp.47 a 54.        [ Links ]

16. GUTIÉRREZ, Ramón, (2001) “Reflexiones en torno de Francisco Gianotti y su tiempo”, en Francisco Gianotti, del Art Nouveau al Racionalismo en Argentina, Cedodal, Buenos Aires, p. 21 a 36.        [ Links ]

17. GUTMAN Margarita. (1994) “La corta historia de una revista y la larga de lo propio”, en: Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires, pp.134 /135.        [ Links ]

18. GUTMAN Margarita. (1994) “Nuestra Arquitectura: ¿Nuestra?”, en AAVV, Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires, p.131 y ss.        [ Links ]

19. GUTMAN Margarita., (1994) “Capítulo V”, en: AAVV, Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires.        [ Links ]

20. ISAC, Ángel. (1987) Eclecticismo y pensamiento arquitectónico en España. Discurso, Revistas, Congresos, Diputación Provincial de Granada.        [ Links ]

21. LIPSTADT Hélène, et alt, (1980) Architectes et ingénieurs dans la presse: polémique, débat, conflit. Paris, Comité de la Recherche et du Développement en Architecture (C.O.R.D.A.)        [ Links ]

22. MEMORIAS de la Oficina de Ingenieros Nacionales, Buenos Aires, desde 1870. (desde 1875 se denominó del Departamento de Ingenieros Civiles de la Nación)        [ Links ]

23. MEMORIAS de la Secretaria de Obras Públicas, MOPN, Buenos Aires, desde 1898.        [ Links ]

24. QUATROCCHI WOISSON, Diana. “Estudio preliminar” en: Girbal Blacha- Quatrocchi Woisson, (1999), op. cit, p. 46 y ss.        [ Links ]

25. SONDERÉGUER, Pedro. “Tecné, sus objetivos y sus colaboradores”, en AAVV., Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso con el país, Buenos Aires, 1994, p.163.        [ Links ]

ANEXO:

Fichas técnicas de las principales revistas

Nombre: REVISTA TECNICA

Vinculación institucional: Emprendimiento comercial independiente

Aparición 1º número: Abril de 1895

Director: Enrique Chanourdie

Período: 1895-1918

Temas/Secciones: Revista de Ingeniería, Arquitectura, Minería e Industria (en 1897 se agregó entre las especialidades la Electrotécnica. Entre 1904 y 1916 publica el Suplemento “Arquitectura”

Números: ¿? Aparición mensual

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Nombre: ARQUITECTURA

Vinculación institucional: Suplemento de la Revista Técnica. Por acuerdo con la Sociedad Central de Arquitectos, órgano oficial de la institución entre 1904 y 1916

Aparición 1º número: marzo de1904

Director: Enrique Chanourdie

Período: 1904-1916

Temas/Secciones: Editorial, Concursos, artículos, sección oficial Sociedad Central de Arquitectos, láminas de obras de los socios de la SCA,

Números: 119 (aparición mensual)

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Nombre: REVISTA DEL CENTRO DE ESTUDIANTES DE ARQUITECTURA

Vinculación institucional: Centro de Estudiantes de Arquitectura presidido por Ángel Silva

Aparición 1º número: Septiembre de 1911

Director: Alfredo Cóppola y Carlos Becker

Período: 1911-1912

Temas / Secciones: Traducciones, artículos, reseñas, crónicas actividad universitaria, caricaturas, sección oficial Centro de Estudiantes (publicación reuniones Comisión Directiva)

Números: 6 (aparición bimensual)

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Nombre: REVISTA DE ARQUITECTURA 1ª época

Vinculación institucional: Órgano del Centro de Estudiantes de Arquitectura

Aparición 1º número: julio de 1915

Director: Fortunato Passeron (1915). Víctor Silva (Secretario: Hugo Pellet Lastra) luego, H. Greslebin (1916) y Carlos F. Ancell (1916-1917).

Período: 1915-1917

Temas / Secciones: Cursos Teoría de la Arquitectura / apoyo a la formación universitaria, temas doctrinales, proyectos, láminas con fotos o dibujos, colaboraciones, actividad del CEA.

Números: Ver segunda época

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Observaciones: Apoyo de ingenieros y arquitectos protectores, estudiantes Bellas Artes, poetas, escritores.

Nombre: REVISTA DE ARQUITECTURA 2ª época

Vinculación institucional: Órgano del Centro de Estudiantes de Arquitectura y de la Sociedad Central de Arquitectos

Aparición 1º número: Agosto / Septiembre de 1917

Director: Ernesto Lacalle Alonso (1917-1920); luego: Alberto Prebisch (1920-1921),

Huberto Honoré (1922), Alberto Belgrano Blanco (1922), Carlos Becker, E. Real de Azúa, A. Coppola, R. J. Álvarez, V. M. Labarillo, E. Fontechia y E. Ferrovía.

Período: 1917-1962

Temas / Secciones: Actividad de la SC.de A, artículos doctrinarios, proyectos y obras, Concursos, editoriales de opinión, crítica arquitectónica, historia de la arquitectura, etc.

Colaboradores: Miembros de la SC.de A, alumnos hasta 1921

Números: 1ª y 2ª época, total 380 (entre 1915 y 1951 fue de aparición mensual, desde ese año hasta 1955 fue trimestral y entre 1955 y 1962 de salida ocasional)

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Observaciones: Desde 1948 sólo órgano oficial de la SC. de A

Nombre: EL ARQUITECTO

Vinculación institucional: emprendimiento comercial independiente

Aparición 1º número: Diciembre 1919

Director: Ángel Croce Mujica, Francisco Squirru

Período: 1919-1926

Temas / Secciones: Editorial, artículos temáticos, obras neocoloniales de América.

Números: 76 (aparición mensual)

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos

Nombre: NUESTRA ARQUITECTURA

Vinculación institucional: emprendimiento comercial independiente

Aparición 1º número: 1929

Director: Walter Hylton Scott

Período: 1929 -1986

Temas / Secciones: Editorial, Artículos, Crítica, Apartado de publicaciones. Obras, proyectos.

Números: 523 (aparición mensual)

Repositorio consultado: Sociedad Central de Arquitectos