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Argos

versión impresa ISSN 0254-1637

Argos v.28 n.54 Caracas ene. 2011

 

Responsabilidad social universitaria, necesidades sociales emergentes y calidad de vida de los ciudadanos: propuesta de ámbitos e indicadores*

Ricardo Gaete Quezada

Universidad Complutense de Madrid. Universidad de Antofagasta, Chile. rgaete@uantof.cl

* El ensayo contiene los principales aspectos del trabajo presentado en el Seminario “El cambio socio demográfico, las políticas sociales y la intervención social en España” perteneciente al Programa de Doctorado Procesos de Cambio Social de la Universidad de Valladolid. España.

Resumen El ensayo analiza los conceptos de calidad de vida y necesidades sociales desde la perspectiva ecológica de los procesos de intervención social, estableciéndose un marco de acción en el cual se pueda desarrollar el comportamiento socialmente responsable de la Universidad como integrante del nivel meso en el sistema social.

Desde una perspectiva teórica, se plantean indicadores de cinco ámbitos en los cuales la Universidad puede contribuir a que los stakeholders con los que se relaciona pueden acceder a la satisfacción de las necesidades sociales emergentes: La participación ciudadana, el desarrollo sustentable, la inclusión social, el acceso a redes y el fortalecimiento de las capacidades para tomar decisiones.

Palabras Clave: Responsabilidad Social Universitaria, Calidad de vida, Necesidades Sociales Emergentes, Educación Superior, Indicadores.

Universitiy social responsibility, emerging social needs and quality of life of the citizens: proposal of areas and indicators

Abstract The paper analyzes the concepts of quality of life and social needs from the ecological perspective of social intervention processes, establishing a framework for action in which to develop socially responsible behavior as a member of the University of meso - level in the social system.

From theoretical perspective, arise indicators of five areas in which the University can help the stakeholders with which it interacts have access to the satisfaction of social needs emerging: Citizen Participation, sustainable development, social inclusion, the network access and capacity building for decision making.

Key words: University social responsibility, quality of life, emerging social needs, Higher Education, indicators.

Universidade de responsabilidade social, novas necessidades sociais e de qualidade de vida dos cidadãos: a proposta de áreas e indicadores.

O ensaio analisa os conceitos de qualidade de vida e as necessidades sociais de uma perspectiva ecológica dos processos de intervenção social, que estabelece um quadro para o desenvolvimento de comportamentos socialmente responsáveis como um membro da Universidade do nível meso no sistema social.

Do ponto de vista teórico, os indicadores levantados cinco áreas em que a Universidade pode ajudar os interessados a que se refere, têm acesso à satisfação de necessidades sociais emergentes: A participação dos cidadãos, o desenvolvimento sustentável, inclusão social, acesso à rede e capacitação para tomada de decisão.

Palavras-Chave: Universidade de Responsabilidade Social, Qualidade de Vida, as necessidades emergentes dos indicadores sociais, do Ensino Superior

1. Introducción

Las necesidades sociales emergentes relacionadas con derechos cívicos y medioambientales, mayor cohesión e inclusión social, mayores espacios de participación y autodeterminación así como la obtención de un mayor nivel de calidad de vida para los ciudadanos parecieran ser las nuevas responsabilidades del Estado del Bienestar en la actualidad.

Sin embargo, también es posible apreciar un escenario caracterizado por la mayor complejidad y profunda crisis a nivel político – social, resultado de la pérdida de credibilidad y confianza de la ciudadanía en las instituciones de representación tales como sindicatos, partidos políticos, asociaciones, gobiernos locales entre otros, lo que también puede considerarse como un indicador de la mayor demanda de apoyo y colaboración hacia las organizaciones intermedias y las redes sociales para poder satisfacer las necesidades emergentes por parte de la ciudadanía ante una evidente pérdida de capacidad del Estado y las instituciones públicas para responder por sí mismas a estos desafíos contemporáneos.

La situación planteada anteriormente se relaciona con lo que se denomina en la actualidad como “la crisis del Estado de Bienestar” que entre otras cuestiones plantea la incapacidad del Estado de atender todas las necesidades sociales emergentes, el debilitamiento de la participación ciudadana, dependiendo cada vez más del trabajo y apoyo que le prestan las Asociaciones, ONG, fundaciones, u otras formas de organización pertenecientes al Tercer Sector y en general las redes sociales (Martínez, 1995, Castells & Bosch, 1998; Sen, 1998; Worms, 2003; García Roca, 2004).

Pero no se trata únicamente del debilitamiento de la figura del Estado, de acuerdo con Touraine (2005) existen también importantes debilitamientos de las instituciones de representación social en el sector privado, especialmente para el caso de los sindicatos, situación que a su juicio que reviste un importante deterioro del capital social a nivel mundial, señalando que:

Este complejo escenario social plantea la imperiosa necesidad del surgimiento de nuevos actores que sean capaces de liderar los cada vez más creciente procesos de demandas ciudadanas por la construcción de un nuevo orden cívico – social, escenario en el cuál la universidad tiene un responsabilidad social muy importante y un rol absolutamente trascendente en la formación de las nuevas generaciones de profesionales y posgraduados que se insertan a la sociedad.

De esta manera, el presente ensayo analiza algunos aspectos conceptuales relacionados con la calidad de vida y las necesidades sociales emergentes de cara al siglo XXI, para construir un marco interpretativo que permita identificar indicadores o evidencias respecto de cuál debe ser la responsabilidad social que tienen que asumir las universidades en la actualidad para las funciones de docencia, investigación, extensión y gestión universitaria en relación con aspectos que son especialmente valorados en la actualidad por la sociedad contemporánea, entre las que es posible mencionar a la participación, el desarrollo sustentable, la inclusión social, el acceso a redes y la toma de decisiones.

En una primera parte se exponen algunos aspectos descriptivos de los conceptos de calidad de vida y necesidades sociales como el marco general de acción de los procesos de intervención social a lo que se agrega el concepto de redes sociales como el aspecto más distintivo del nivel meso como eje articulador de las demandas por satisfacción de necesidades sociales a nivel micro y los procesos culturales y políticos ubicados en el nivel macro del sistema social.

En la segunda parte, basándose en los antecedentes conceptuales desarrollados se ofrece una propuesta teórica de indicadores o evidencias cualitativas de los aspectos fundamentales que debieran abarcar los procesos de responsabilidad social universitaria para conectar las posibles contribuciones de las instituciones de educación superior con las actuales demandas de la sociedad relacionadas con las necesidades sociales emergentes, especialmente respecto de la formación de profesionales integrales investidos de habilidades y actitudes coherentes con estos nuevos escenarios sociales.

2. El concepto de calidad de vida.

La consideración de la calidad de vida ha sido incorporada paulatinamente en diversas áreas del quehacer humano desde su concepción original aplicada al ámbito de la intervención social en salud (Díaz, 2001; Schwartzmann, 2003), exportándose hacia otros sectores sociales tales como el laboral, medioambiental, económico, educativo entre otros. Especial atención ha despertado en las ciencias psicológicas a partir de la década de los ochenta del siglo pasado (Díaz, 2001), así como en el ámbito de la educación (Vázquez, 2001).

El carácter complejo del concepto de calidad de vida (Colom et al, 2001; Díaz, 2001) responde a una etapa evolutiva superior en el desarrollo humano, una vez cubiertas las necesidades más esenciales y básicas como la seguridad física o la subsistencia, sólo entonces los individuos pasan a un estado o situación superior relacionada con la idea de calidad de vida.

Esta complejidad ha desencadenado la crisis del Estado de Bienestar respecto de las nuevas demandas emergentes que los ciudadanos están planteando una vez cubiertas sus necesidades y requerimientos más básicos, donde las exigencias que se plantean a los Gobiernos y las Administraciones Públicas se relacionan cada vez más a cuestiones culturales, de integración e inclusión social, participación cívica, medio ambiente y muchas otras cuestiones que responden a este concepto de calidad de vida al que apuntan estos autores.

La multiplicidad de ámbitos en los cuáles es posible aplicar el concepto de calidad de vida obliga a su análisis desde una perspectiva ecológica, como recomiendan Schalock & Verdugo (2003:27) quiénes identifican los siguientes niveles o sistemas relacionados con la calidad de vida de los individuos:

• Microsistema: se asocia con el contexto social inmediato como la familia, el grupo de iguales o el lugar de trabajo que afectan directamente la vida de la persona.

• Meso sistema: el vecindario, la comunidad, las agencias de servicios y las organizaciones, que afectan directamente el funcionamiento del microsistema.

• Macro sistema: que contiene los patrones culturales más amplios de la cultura, las tendencias sociopolíticas y los sistemas económicos así como los factores relativos a la sociedad, que afectan directamente a los valores y creencias, así como al significado de palabras y conceptos.

En confirmación de lo anterior, Pérez & García (2005) reconocen que sería recomendable incorporar en el concepto de calidad de vida la perspectiva ecológica desde un doble enfoque: lo individual y lo colectivo; lo social y lo natural.

También, desde el ámbito de la intervención social, Navarro (2004:40) nos recuerda que la perspectiva ecológica pretende elaborar modelos donde las personas son rescatadas de su aislamiento social al que nos ha conducido la postmodernidad, señalando que estas propuestas ecológicas:

sitúan al sujeto en constante relación dialéctica con su contexto y que lo integren en una red de relaciones interpersonales sin la cual no se puede dar cuenta de su conducta, actitudes y valores. Así pues la principal aportación de la perspectiva ecológica se basa en la constante interacción que se establece entre el individuo y su ambiente.

De esta manera, los procesos de intervención social que pretendan impactar positivamente en el mejoramiento de la calidad de vida de los beneficiarios necesariamente deben considerar la interacción entre estos tres niveles, siendo especialmente relevante para el éxito de los procesos de intervención el fortalecimiento del nivel meso, las redes sociales y el capital social de cada comunidad, que permita como plantea Putnam (2003) establecer puentes entre las políticas públicas planteadas en el nivel macro y las necesidades, intereses y deseabilidades de las personas en el nivel micro.

La perspectiva ecológica de la calidad de vida nos permite visualizar además que las intervenciones que pretendan aportar mejoramientos a los niveles de vida de la población, deben considerar los planteamientos que realiza el paradigma de red respecto a la importancia de considerar niveles o sistemas donde se desarrollarán dichas intervenciones, es decir, las propias personas, el tejido asociativo o los aspectos más globales y las estrategias que son necesarias para que los resultados alcanzados en cada nivel se complementen entre sí.

En relación con las redes sociales y la calidad de vida según García Roca (2004:100) “una vida con calidad no consiste sólo en poder comer, sino también en poder hablar, tener compañía y ser capaz de decidir y sobre todo, ampliar las alternativas que disponen las personas para que puedan tener la vida que aprecien”, planteando con ello la importancia de los emprendimientos sociales y las expresiones cívicas de los ciudadanos más comprometidos con su propio desarrollo.

Sin embargo, debido a la complejidad en la definición del concepto de calidad de vida, éste se encontraría relacionado con la identificación de dimensiones e indicadores para enfrentar algunas de las principales características que hacen compleja la definición de este concepto, tales como el ser un constructo multidimensional, poseer componentes objetivos y subjetivos, tener aplicación a múltiples sectores y ámbitos, entre otros aspectos distintivos (Trilla et al, 2001; Sastre et al, 2003; Schalock & Verdugo, 2003).

En virtud de lo anterior, Trilla et al (2001:119) identifican como un elemento distintivo del concepto de calidad de vida (respecto de su ambivalencia) a las dimensiones objetiva y subjetiva que dicho concepto posee, describiendo a la primera como “la forma de medir la calidad de vida ya que se basa en criterios explícitos que pueden ser aplicados por observadores externos” y a la segunda la relacionan con el hecho de que “los criterios para las valoraciones pueden ir cambiando de persona en persona”.

La dualidad a la que aluden estos autores representa uno de los principales desafíos para el desarrollo de los procesos de medición de la calidad de vida que en múltiples ocasiones se ven afectados por esta ambivalencia a la hora de comprender y medir la satisfacción que las personas mantienen con la calidad de vida que poseen, la que normalmente se intenta zanjar con la elaboración de indicadores pero que normalmente carecen de las aportaciones cualitativas que varían de una persona a otra.

Un aspecto muy específico pero igualmente relevante de la calidad de vida de las personas en la actualidad y que también se transformará en una necesidad social emergente es el concepto de “sostenibilidad”, el que de acuerdo con el Banco Mundial (2003:14) se refiere al “progreso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Esta situación obliga a trabajar fuertemente con las generaciones actuales y futuras en el desarrollo de un nivel ético, que fortalezca la obligación moral de los individuos frente al consumo y disfrute de los ecosistemas y recursos naturales, para permitir que las generaciones futuras disfruten al menos del mismo nivel de calidad de vida de la generación actual.

En este contexto descrito por el Banco Mundial, Chacón et al (2009) nos recuerdan la importancia que posee la educación para lograr implementar estrategias de sostenibilidad eficientes y exitosas, destacando el importante rol que le corresponde a las universidades en materia de educación y formación para la sostenibilidad.

Finalmente, resulta importante vincular el análisis del concepto de calidad de vida con los procesos de intervención social desarrollados para alcanzar dicho estatus y para lo cual es posible considerar los planteamientos de Fantova (2005:352) quién señala que

“no se trata […] de atender sólo a las condiciones objetivas en las que vive la persona, sino también a sus percepciones, valores, preferencias y satisfacción”.

La situación anterior nos plantea el debate respecto de la forma y responsabilidad en la definición de lo que implica operativamente el nivel de calidad de vida de cada individuo, lo que habitualmente se resuelve mediante la opinión experta de un técnico de las Administraciones Públicas involucradas con la intervención social o mediante una legislación, quedando en un nivel muy secundario las opiniones y deseabilidades de los propios “beneficiarios” de dicha intervención social, lo que también nos plantea otro ámbito para la responsabilidad social universitaria en el debate e investigación sobre este importante concepto.

3. Las necesidades sociales contemporáneas.

El estudio de las necesidades sociales y su satisfacción ha concentrado el interés de diferentes disciplinas en las últimas décadas desde la economía, la política, la psicología, la sociología y el derecho por nombrar algunas, en buena medida porque son un elemento central y clave en el desarrollo del concepto de calidad de vida de las personas.

En la actualidad, existe un creciente proceso de crítica hacia el Estado de Bienestar debido a su incapacidad para avanzar en la satisfacción de necesidades sociales planteadas en un nivel superior al de las necesidades sociales básicas tales como salud, educación, empleo, vivienda, infraestructura vial, etc., que desde hace ya varios años se encuentran cubiertas por las distintas administraciones públicas o de manera subsidiaria por asociaciones, cooperativas u organizaciones no gubernamentales. A este nuevo conjunto de demandas ciudadanas habitualmente se les denomina “necesidades sociales emergentes”.

De esta manera, el Estado de Bienestar en un comienzo ha desarrollado un conjunto de políticas y programas públicos relacionados con la intervención social en la realidad de todos aquellos grupos y colectivos que no mantenían cubiertas sus necesidades más básicas, por lo que según Ballester (1999) las necesidades sociales básicas se encuentran referidas a la supervivencia como individuo y como especie, así como la reproducción social de la fuerza de trabajo.

De acuerdo con el propio Ballester (1999) es posible distinguir tres niveles para la satisfacción de las necesidades de la sociedad: el microsistema que abarca el plano individual y grupal; el meso sistema que considera a las instituciones sociales de alcance medio, y el macro sistema que considera la gran teorización del sistema social. Además, este autor señala que el sistema social es posible dividirlo en cuatro subsistemas que permiten satisfacer cuatro grandes necesidades funcionales de los individuos:

a. Económico: considera la adaptación al entorno natural a través de la asignación de roles, bienes y mediante la adaptación al cambio del entorno.

b. Político: mediante la existencia de un sistema de valores y el ejercicio de la autoridad por parte del Estado para responder a la integración y control social.

c. Cultural: mantenimiento de pautas para la socialización de los individuos a través de la familia y el sistema educacional formal.

d. Social: cumplimiento de los objetivos sociales a través del consenso ideológico y la asignación de recursos mediante instituciones políticas.

En la actualidad, las necesidades sociales más básicas parecen estar cubiertas por parte del Estado de Bienestar para una cantidad importante de los ciudadanos en los países más desarrollados, lo que ha dado origen a nuevas necesidades que Alonso (1999:75-76) denomina “necesidades post materiales colectivas”. Dichas necesidades emergentes se encuentran basadas en valores políticos – morales, éticos, estéticos o afectivos, donde es posible encontrar como ejemplos de estas nuevas necesidades a “los derechos civiles, servicios públicos, conservación de la naturaleza, reivindicación de la identidad de los grupos adscriptivos tales como mujeres, grupos étnicos, grupos con experiencias vitales diferencias, etc.”.

Este cambio en las necesidades sociales de la ciudadanía, como uno de los aspectos que estaría generando la crisis del Estado de Bienestar, es ratificado por Alemán & García (1999:24), quiénes señalan que

“una vez que ha gestionado aquellas (necesidades) más básicas y perentorias se halle ante nuevas demandas de los ciudadanos caracterizadas por un nivel de complejidad que se hace cada vez más difícil de gestionar. Se presta más atención a los consumos simbólicos que a los cotidianos”.

Los efectos de este cambio social nos advierte que el tipo de necesidades demandadas actualmente obliga al Estado de Bienestar a prestarles más atención, destinándoles recursos e iniciativas para su atención, acrecentando las distancias entre aquellos sectores más pobres que aun requieren apoyo para satisfacer sus necesidades más básicas respecto de quiénes ya poseen un cierto estado de bienestar, creándose un nuevo problema o externalidad: la exclusión social.

Esta evolución en las necesidades sociales según García Roca (2004) se debe en parte a los procesos creativos de los ciudadanos expresados en nuevos valores, objetivos y finalidades, pero también debido al deseo de disfrutar de bienes más simples y menos materialistas pero escasos a la vez, tales como la tranquilidad o la posibilidad de disfrutar de mayor espacio por ejemplo. Este aspecto nos destaca la importancia que las personas le otorgan al cuidado del medio ambiente, la creatividad y la inclusión social como expresión de valores cívicos más profundos.

En la perspectiva de la satisfacción de las necesidades de los individuos, es posible mencionar el concepto de “Desarrollo a Escala Humana” que es promovido por Max-Neff (1994:30), señalando que este tipo de desarrollo:

“se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de crecientes niveles de auto dependencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la autonomía y de la sociedad civil con el Estado […] se construye a partir del protagonismo real de las personas como consecuencia de privilegiar tanto la diversidad como la autonomía de espacios en que el protagonismo sea realmente posible”.

La intervención social hacia la que apunta Max-Neef se relaciona con una propuesta alternativa a los modelos tradicionales de desarrollo que se fundamentan casi exclusivamente en la consecución de crecimiento económico, en cambio el desarrollo a escala humana plantea que debe otorgarse el protagonismo a las personas, transformarlos de “personas-objeto” a “persona-sujeto” mediante una práctica democrática más directa y participativa, que permita a las personas empoderarse de su propio desarrollo para que se generen las alternativas creativamente de abajo hacia arriba adquiriendo un mayor nivel de pertinencia y pertenencia en relación con las necesidades y deseos de las personas.

De esta manera, de acuerdo al concepto de “nuevas necesidades sociales emergentes” planteado anteriormente, es posible observar en la propuesta de Max-Neef la presencia de dos grandes ejes en el desarrollo a escala humana:

• Un primer eje que recorre la satisfacción de las necesidades más básicas y elementos con un carácter ascendente en la perspectiva propuesta por la pirámide de Maslow donde se incluyen a la subsistencia, protección, afecto y ocio que pueden ser satisfechas en el nivel micro o mediante las redes sociales del nivel meso.

• Un segundo eje que incorpora la satisfacción de necesidades sociales más complejas, propias de un Estado de Bienestar posmoderna o “Estado de Bienestar 2.0”, que oriente sus esfuerzos de intervención social hacia la satisfacción de las necesidades sociales emergentes y que respecto de la propuesta de Desarrollo a Escala Humana de Max-Neef se relacionan con el entendimiento, la participación, creación, identidad y libertad, aspectos que mayoritariamente encontrarán su satisfacción en los niveles meso y macro debido a la gran importancia que tienen las redes sociales y la cultura social existentes.

Sin embargo, ya sea que se intente alcanzar un Desarrollo a escala humana o no, la satisfacción de las nuevas necesidades sociales emergentes o el desarrollo de un Estado de Bienestar 2.0 resultará imprescindible la interacción y sinergia de los tres niveles: micro, meso y macro, para que las estrategias de intervención social alcancen resultados positivos y eficientes, especialmente el nivel meso en su rol articulador mediante las redes sociales.

Esta situación tiene especial relación con la existencia de procesos de exclusión social que nos describen una sociedad dividida entre quienes tienen acceso a las oportunidades de satisfacer sus necesidades y los que no (Tezanos, 2001), fraccionamiento social que se mantiene como una especial problemática para el Estado de Bienestar actual y que de acuerdo con García Roca (2004) tendrían su origen en tres grandes factores que provocan exclusión tanto a nivel individual como colectivo:

• Las fracturas sociales (heredadas por la globalización y por lo tanto con carácter histórico, a través de las cuales se expulsa a personas, grupos o pueblos de los beneficios del crecimiento económico y el bienestar social).

• La desvinculación social (como resultado de la globalización económica se produce la ruptura de los contextos y relaciones de proximidad que protegían al individuo y le concedían protección, seguridad y libertad).

• La impotencia personal (también a consecuencia del proceso global que va generando en las personas excluidas falta de confianza en sí mismo, inseguridad e incapacidad de lucha, crisis de identidad y autoestima).

De esta manera, los procesos de intervención social para alcanzar mejores niveles de calidad de vida de los ciudadanos desarrollados por parte del Estado de Bienestar que pretendan acercarse mínimamente a la satisfacción de las necesidades sociales emergentes deberán considerar aspectos transversales y globales en sus diseños que sean capaces de responder a los nuevos desafíos y problemáticas que la globalización económica y el libre mercado han proporcionado como externalidades a la sociedad actual.

4. Redes sociales: la importancia del nivel meso como nuevo ámbito de satisfacción de necesidades emergentes y aumento de la calidad de vida en la sociedad actual

En virtud de los antecedentes presentados hasta este punto, las redes sociales adquieren una inusitada importancia a la hora de hablar de la satisfacción de las necesidades sociales emergentes y el aumento de la calidad de vida, dado su carácter articulador y cohesionador así como por su fuerte capacidad de cooperación al momento de aunar los esfuerzos de las instituciones públicas y privadas con las fuerzas sociales provenientes de las asociaciones, ONG, organizaciones sin fines de lucro y en general el capital social existente en una determinada localidad.

El planteamiento anterior tiene su fundamento en lo que Putnam (2003) denomina capital social heterodirigido que tiende puentes, es decir redes sociales que unen a las personas desiguales, personas que no se conocen pero que pueden colaborar con otros y consigo mismos para satisfacer sus necesidades, inquietudes e intereses trabajando y compartiendo con otros.

Ahora bien, de acuerdo con Saidón (1995) el concepto de redes tiene una acepción polivalente que las transforma en una nueva manera de organización creativa, inclusiva y cooperativa que permite a las personas y grupos enfrentar sus problemáticas y necesidades de forma cohesionada, participativa y solidaria. De esta manera, las formas de expresión que pueden adoptar las redes sociales son diversas en tamaño, composición, sectores que abarca, entre otros aspectos distintivos que permiten describir a una red social (Requena, 2008).

Otro aspecto relevante de las redes sociales y su importancia para que la sociedad contemporánea fortalezca los lazos cívicos y la cohesión social entre sus integrantes es la densidad de la trama social que articula la red (Martínez, 1995; Blanco & Gomá, 2002, García Roca, 2004; Requena, 2008), lo que permitirá a la sociedad una mayor capacidad para respetar las diferencias, una mayor solidaridad y una mejor capacidad para negociar y tomar decisiones, aportando de manera directa a la democratización de la sociedad integrando a todas aquellas personas o grupos que se encuentran marginados o excluidos.

Desde la perspectiva metodológica de la intervención social, García Roca (2004:239) señala que las redes sociales se transforman en un recurso participativo importante ya que aportan con dos elementos de interés:

• La pluralización de los actores y el alto nivel de cooperación que puede existir entre personas diversas y lejanas intentando superar la contraposición entre recursos formales, institucionales, profesionales, técnicos por una parte, y los recursos informales, comunitarios, voluntarios, difusos, poco estructurados.

• Las estrategias reticulares aportan a los procesos participativos la conexión; consisten en unir y vincular los hilos de la acción desde abajo hasta el nivel planetario. Diversifica las acciones estableciendo entre ellas relaciones que benefician a todos. Conecta muchas acciones particulares, activa las alianzas y las transacciones entre las asociaciones.

A su vez, de acuerdo con Requena (2008:18) la sociedad civil posee un aspecto reticular importante relacionado con el fenómeno asociativo, que sustenta sus bases fundamentales en los dos elementos descritos anteriormente y señala que:

la sociedad civil es un complejo amasijo de instituciones intermedias que incluye empresas, asociaciones de voluntarios, instituciones educativas, clubes, sindicatos, medios de comunicación de masas, organizaciones caritativas e iglesias […] se fundamenta en la familia como instrumento principal, a través de él las personas se integran en su cultura y adquieren las habilidades que les permiten convivir en una sociedad cada día más amplia.

Estos antecedentes sobre las redes sociales nos plantean un importante desafío para las organizaciones más importantes de la sociedad tales como el Estado, las empresas o universidades, respecto de la realización de esfuerzos para generar los espacios necesarios para que las personas tomen contacto y se relación con los demás, facilitando o liderando la generación de redes sociales para generar las confianzas necesarias para que circule la información, conocimiento y recursos que los individuos requieren para satisfacerse.

Finalmente, Fantova (2005:357) señala que la gestión relacional en red en el marco de la intervención social debe ser capaz de “diseñar, evaluar y activar las sinergias entre las múltiples y complejas relaciones que, muchas veces en tensión, conforman las unidades y organizaciones que hacen intervención social”, advirtiendo de alguna manera acerca de la importancia que tiene para los esfuerzos relativos a la satisfacción de las necesidades sociales el establecimiento de procesos participativos y relacionales.

Nuevamente, la importancia que puede adquirir el quehacer universitario en el fortalecimiento del tejido social desde la perspectiva reticular parece ser muy relevante, especialmente respecto de la formación de ciudadanos comprometidos con las problemáticas y necesidades sociales, transformándose a nuestro juicio en otro aspecto distintivo de la responsabilidad social universitaria.

5. Responsabilidad social universitaria: aportes de la universidad al mejoramiento de la calidad de vida y la satisfacción de las necesidades sociales emergentes

La responsabilidad social corporativa es un concepto claramente de origen empresarial, y que aporta elementos útiles para analizar la relación de las empresas con la sociedad, especialmente con sus stakeholders o partes interesadas (Gaete, 2010), con el propósito de facilitar a las primeras el desarrollo de una mayor sensibilidad con las problemáticas y necesidades sociales existentes en la segunda.

En Europa, el libro verde de la Comisión de Comunidades Europeas (2001:7) señala que la responsabilidad social es entendida como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”, aportando además dos aspectos de tremenda importancia para el comportamiento socialmente responsable: sus ejes temáticos (social y ambiental) y sus ámbitos (gestión y stakeholders).

De esta manera, la aplicación del concepto de responsabilidad social desde el ámbito empresarial hacia el ámbito universitario plantea las dificultades propias de la complejidad del quehacer universitario, por lo que los enfoques o perspectivas de responsabilidad social universitaria (RSU) existentes en la actualidad en ocasiones se orientan hacia la rendición de cuentas por los impactos generados por el quehacer universitario (Bricall, 2000; Vallaeys, 2009); hacia el rol transformador que le corresponde a la universidad en la sociedad (Chomsky, 2002; Kliksberg, 2009), y otros respecto del establecimiento de marcos normativos éticos para orientar el comportamiento de la sociedad (Corporación Participa, 2003).

En lo que se refiere al enfoque accountability de la RSU, el Informe Bricall (2000:403) señalaba que debido al carácter de servicio público que tiene el quehacer de las universidades españolas y europeas en general, así como por los altos grados de autonomía que poseen dichas instituciones, éstas se han visto enfrentadas a la creciente demanda de responsabilidad social por parte de la sociedad, vinculando este concepto con el hecho de que las organizaciones universitarias

“se ven obligadas a rendir cuentas ante quienes tienen intereses en la universidad y están comprometidos en su funcionamiento. Los responsables de la universidad deben explicar a la sociedad y al gobierno principalmente qué es lo que están haciendo y por qué lo hacen”.

Desde la perspectiva normativa de los enfoques de la RSU desarrollados en la actualidad, en Chile la Corporación Participa (2003:11) define a la responsabilidad social universitaria como

“la capacidad que tiene la Universidad como institución, de difundir y poner en práctica un conjunto de principios y valores generales y específicos por medio de los procesos claves de gestión, docencia, investigación y extensión, respondiendo socialmente así ante la propia comunidad universitaria y el país en que está inserta”.

Continuando con el análisis del concepto de responsabilidad social en el ámbito de las instituciones de educación superior, el autor Noam Chomsky (2002:116) plantea algunos puntos de vistas muy interesantes al respecto desde la perspectiva del enfoque transformacional del quehacer universitario, el cual se encontraría asociado con la idea de desempeñar

“una función liberadora y subversiva que permita a la sociedad discriminar si las actuales instituciones de orden, autoridad y dominio son útiles en términos de los derechos y necesidades humanas fundamentales”.

Por último, François Vallaeys et al (2009:9) definen a la RSU en función de los impactos generados en virtud del quehacer universitario, identificando 4 posibles tipos de impactos universitarios:

• Impactos organizacionales: expresados en el ámbito interno respecto de su personal y los estudiantes, y en el ámbito externo relativo al tema de la contaminación ambiental.

• Impactos educativos: relativo a los cuestionamientos por el tipo de profesionales, ciudadanos y personas que forma la universidad.

• Impactos cognitivos: la universidad se pregunta por el tipo de conocimientos que produce, su pertinencia social y por sus destinatarios.

• Impactos sociales: promoción del desarrollo de la sociedad mediante la colaboración para resolver sus problemáticas fundamentales, creando capital social o haciendo accesible el conocimiento para todos.

Estos antecedentes acerca de la RSU nos permiten confirmar la importancia que tiene por una parte la contribución que las universidades pueden efectuar al fortalecimiento de condiciones adecuadas para el aseguramiento de la calidad de vida de las personas, y por otra parte, la necesidad de establecer marcos descriptivos e interpretativos que permitan dimensionar y cuantificar cuáles deben ser los aportes concretos de las instituciones de educación superior respecto de la satisfacción de las necesidades sociales emergentes en el marco de su responsabilidad social.

6. Propuesta de ámbitos e indicadores de responsabilidad social universitaria relativos a la satisfacción de las necesidades sociales emergentes y la calidad de vida de los ciudadanos

El establecimiento de necesidades sociales emergentes por parte de los ciudadanos hacia el Estado de Bienestar enmarcadas en el paradigma de la calidad de vida se transforman en una oportunidad imperdible para que diversas instituciones y organizaciones intermedias asumen un rol más activo de colaboración e intervención en la satisfacción de dichas necesidades emergentes como expresión de su rol articulador en el nivel meso del sistema social así como de un mayor compromiso con la responsabilidad social que cada organización posee con la calidad de vida de las personas.

En esa perspectiva, las universidades tienen un papel muy importante que desarrollar en la formación e investigación del capital humano necesario dotado de las competencias necesarias para insertarse en este nuevo escenario social emergente y que parafraseando a Max-Neef se transformen en personas-sujetos que sean capaces de aportar efectivamente a la satisfacción de estas nuevas demandas dirigidas planteadas al Estado de Bienestar.

De esta manera y en virtud al marco interpretativo expuesto de manera precedente en relación con la calidad de vida de las personas, es posible proponer cinco aspectos concretos con los cuáles a nuestro entender debiera estar actualmente relacionado el comportamiento socialmente responsable de las universidades para sus funciones de docencia, investigación, vinculación con el medio (Extensión) y gestión universitaria: la participación ciudadana, desarrollo sustentable, integración o inclusión social, acceso a redes sociales y toma de decisiones.

6.1 Participación ciudadana

Las crecientes demandas ciudadanas que exigen mayores espacios de participación directa en casi todos los aspectos del desarrollo humano y el fuerte desapego que las personas expresan hacia las instituciones de representación social plantean importantes desafíos a las universidades respecto de los requerimientos necesarios de satisfacer en su relación con “los nuevos ciudadanos” tanto desde el punto de vista de la formación e investigación que entregan a los profesionales que egresan de sus aulas como en lo relativo a la relación de la Universidad con los diversos stakeholders con los que debe interactuar permanentemente.

El comportamiento socialmente responsable al que apuntan los indicadores relacionados con la participación señalados en el cuadro Nº1, se encuentran referidos al grado de incidencia y compromiso que las universidades ofrecen a la sociedad en relación con el fortalecimiento de los procesos de democratización interna y externa así como las posibles contribuciones para el desarrollo de una cultura de participación en la sociedad local donde la universidad se encuentra inserta.

6.2 Desarrollo Sustentable

Las aspiraciones sociales respecto de mayores niveles de calidad de vida actualmente también se relacionan con el cuidado y protección del medio ambiente gracias a una mayor conciencia ecológica de la personas así como en base a criterios de sostenibilidad que aseguren el uso y goce de los recursos naturales y sociales para las generaciones futuras a lo menos en las mismas condiciones que la generación actual.

Los graves deterioros de los ecosistemas, el debilitamiento de la capa de ozono, la creciente extinción de las especies, el rápido crecimiento de la población o el derretimiento de los hielos en los polos se han transformado en temas altamente sensible para un segmento cada vez más creciente de las personas que se muestran sensibles e interesados en estas temáticas.

De esta manera, aparece casi como ineludible que hoy las universidades ingresen de lleno al debate acerca de los problemas medio ambientales así como la generación de una sensibilidad y conciencia social elevada respecto de estos aspectos tan esencial para la calidad de vida actual y futura de la humanidad.

6.3 Integración o Inclusión Social.

Los procesos de intervención social orientados al mejoramiento de la calidad de vida y desarrollo humano, necesariamente deben ser evaluados por su capacidad de “ampliar el círculo” con el cual son diseñados desde la perspectiva de la incorporación de todos y todas a la repartición de beneficios, ayudas y roles dentro de dichos procesos, procurando desarrollar una cultura que favorezca la integración e inclusión de todos los grupos y expresiones existentes en la sociedad.

Resulta importante en este proceso de formación de ciudadanos el fortalecimiento de capacidades de integración o inclusión social, desarrollando una conciencia social e individual respecto de la importancia de los otros, de interactuar con los demás, que fortalezca las actitudes positivas hacia los más débiles, las minorías o aquellos que poseen menos recursos económicos, sociales, políticos o culturales.

6.4 Acceso a Redes

Las perspectivas ecológica y de red con las cuales se ha desarrollado esta propuesta, ponen un acento importante en la capacidad que debe desarrollar cada sociedad para enriquecer los lazos y relaciones interpersonales que permitan desarrollar procesos de integración y cooperación entre los individuos y grupos para intentar resolver las problemáticas y necesidades sociales de manera conjunta, evitando en la medida de lo posible dejar excluido de estos procesos a la menor cantidad de personas posible, fortaleciendo el tejido social a nivel local y sus conexiones con el resto de los sistemas más globales o macro.

De esta manera, la Universidad debe desarrollar una permanente contribución a la acumulación de capital social en la localidad donde se encuentra inserta, mediante el desarrollo de condiciones y capacidades que permitan a sus integrantes (alumnos, funcionarios y docentes) relacionarse con personas e instituciones en el impulso de procesos de colaboración y cooperación que permitan generar oportunidades y recursos sinérgicos de importancia.

6.5 Toma de Decisiones

Un ámbito trascendental para que las personas puedan alcanzar niveles de calidad de vida acordes con sus expectativas, se relaciona con la capacidad de tomar decisiones correctas, que le permitan enfrentar los distintos desafíos y problemas que existen en las sociedades contemporáneas. El siguiente cuadro nos muestra algunos aportes desde el ámbito universitario a este propósito.

Si bien es cierto muchas de las decisiones que un ser humano toma no son susceptibles de racionalizar en virtud de un procedimiento previamente establecido, si es posible desarrollar ciertas habilidades y aptitudes necesarias para resolver de mejor forma las dificultades o el aprovechamiento de las oportunidades que se puedan presentar en lo personal y en lo social, en lo individual o en lo colectivo, razón por la cual las universidades deben contribuir a la generación de espacios y recursos de aprendizaje que faciliten los procesos decisionales de sus stakeholders.

7. Conclusiones

Uno de las primeras conclusiones resultantes del presente trabajo se relaciona con los cambios sociales que se suceden actualmente respecto del rol del Estado de Bienestar y la emergencia de nuevas necesidades ciudadanas que responden en parte al nuevo estadio en el cual se encuentra el Estado de Bienestar pero también en relación con el fuerte proceso de críticas e insatisfacción que expresan los ciudadanos respecto de las instituciones de representación social incluyendo los partidos políticos, sindicatos, gobiernos locales, asociaciones y el propio Estado.

La existencia de nuevas necesidades sociales se relaciona con el concepto de calidad de vida el cual no sólo se vincula con aspectos relacionados con la salud, educación o vivienda, siendo estas últimas expresión de necesidades sociales básicas o primarias, sino que en la actualidad los ciudadanos señalan como parte de sus necesidades aspectos relacionados con el desarrollo sustentable, inclusión social, participación ciudadana, entre otros nuevos ámbitos de la intervención social contemporánea fuertemente retroalimentados por los paradigmas ecológico y de red.

Respecto del concepto de calidad de vida en relación con la intervención social es necesaria recalcar la complejidad en su definición señalada por todos los autores consultados para el trabajo, relacionado la calidad de vida con aspectos objetivos y subjetivos, con la necesidad de elaborar indicadores que permitan medirla y con la estrecha relación que este concepto tiene con las necesidades sociales emergentes demandadas por la ciudadanía en la actualidad.

De la misma manera, parte esencial del éxito de los procesos de intervención social desarrollados por el Estado de Bienestar se relacionan con el fortalecimiento del nivel meso y por ende del tejido asociativo y las redes sociales que permita conectar adecuadamente los niveles micro y macro para consolidar un sistema social coherente, equilibrado y sinérgico en el que exista una eficiente interacción entre las políticas y programas de intervención y las necesidades sociales emergentes de los ciudadanos.

En este ámbito surge para las universidades un nuevo conjunto de ámbito con los cuáles relacionar su comportamiento socialmente responsable para cada uno de los ámbitos de su quehacer docente, investigador, de extensión y gestión, con el propósito de contribuir desde su tradicional y desinteresada posición al desarrollo de capacidades y condiciones sociales necesarias en los stakeholders con los que debe interactuar habitualmente, siendo identificados para el presente trabajo aspectos relacionados a la participación ciudadana, desarrollo sustentable, inclusión social, acceso a redes y toma de decisiones como parte de dicho comportamiento socialmente responsable.

Finalmente, resulta importante señalar respecto de la responsabilidad social de las universidades que dado lo complejo de las nuevas necesidades sociales demandadas por la ciudadanía hacia el Estado de Bienestar, el comportamiento socialmente responsable de las instituciones de educación superior se transforma en una contribución o apoyo importante al establecimiento de un sistema social más armónico y coherente con dichas demandas, y en ningún caso se pretende reemplazar el rol de las organizaciones de representación social existentes sino que muy por el contrario, la Universidad desde su rol y quehacer trata de contribuir a que el sistema social funcione de manera más eficiente y eficazmente desde la perspectiva ecológica del papel que cada institución o nivel posee dentro del sistema.

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