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Argos
versión impresa ISSN 0254-1637
Argos v.28 n.55 Caracas dic. 2011
BRUJAS, ¡Fascinante!
Yolanda Vanegas Reynales
Tuvimos oportunidad de visitar en días pasados la ciudad de Brujas, en pleno corazón de Bélgica.
Accedimos a este precioso paraje abordando el tren desde Bruselas. Como su nombre lo indica, Brujas evoca una ciudad anclada en la época medieval, donde se combina el ambiente sano, tranquilo y romántico, con sus múltiples actividades culturales.
Brujas es una ciudad que invita a la caminata tranquila, sin prisa, valorando cada detalle de su esencia, visitando cada uno de sus espectaculares y antiquísimos monumentos, iglesias, plazas, teatros y palacios, salvados milagrosamente de los estragos de la guerra. Sus construcciones nos revelan épocas antiguas, conservando aún hoy, su inconfundible estilo.
Entre otras muchas obras dignas de admiración, que no podemos perdernos, tenemos la Basílica de la Santa Sangre, que data del siglo XII siendo la construcción más antigua de Brujas, y en cuyo interior se guarda celosamente protegida, la reliquia de la Santa Sangre de Jesucristo, venerada cada viernes.
Podemos visitar también la Catedral de San Salvador, la más antigua parroquia de Brujas, en cuyo interior se encuentran obras y tapices de incalculable valor que datan aproximadamente de 1.700. Continuando nuestro recorrido, llegamos a la Iglesia de Nuestra Señora, cuya torre de ladrillo con 122 metros es la más alta de la ciudad. En ésta iglesia se encuentran enterrados el Duque Carlos el Temerario y su hija, María de Borgoña, y en cuyo altar lateral derecho podemos admirar el sensacional tesoro artístico de Brujas: La Virgen con el Niño, una escultura realizada en mármol blanco, por el insigne artista italiano Miguel Ángel Buonarroti, exportada de Italia en el año 1506.
La Iglesia de San Jacobo, la Iglesia de San Gil, la Iglesia de la Potterie, la Iglesia de Jerusalén, la Iglesia de Santa Ana, la Iglesia de San Walburga y otras tantas que escapan a la memoria, al igual que las mencionadas en los párrafos precedentes, guardan en sus magníficas estructuras imponentes coros y maravillosas obras como cuadros, esculturas, tapices, de incalculable valor y dignas de ser admiradas.
En la Plaza del Mercado, corazón de la ciudad, y que antiguamente sirvió para ejecuciones públicas, encontramos el Belfried, campanario medieval de Brujas, que llega a los 83 metros de altura y cuya cima podemos alcanzar subiendo los 366 escalones en forma de caracol, hasta el cuerpo de campanas cuyo carrillón está compuesto por 47, viendo recompensado nuestro esfuerzo por la impresionante panorámica de la ciudad antigua. Entre los edificios que circundan la plaza, se encuentra el que sirve de residencia al gobernador, y al otro extremo podemos apreciar, haciendo esquina, el que en su época albergó, en calidad de prisionero, al emperador Maximiliano.
Recorriendo sus estrechas calles empedradas, bien sea caminando o en las típicas carrozas tiradas por caballos, encontramos en todo el esplendor de su arquitectura milenaria, el primer castillo condal de Brujas, construido para defender la ciudad de las invasiones extranjeras, levantado en la Plaza del Castillo o Burgplein, denominada desde entonces la Cuna de Brujas, en la cual podemos apreciar diferentes tendencias arquitectónicas.
Debemos mencionar la Plaza de los Curtidores, donde en los lejanos años de 1.300, los residentes trabajaban las pieles. Hoy en las tantas terrazas expuestas a lo largo de la plaza, podemos tomar una buena copa de vino o un bocadillo para continuar el recorrido mientras observamos a diversos pintores en la artística elaboración de sus cuadros.
No podemos dejar de disfrutar los paseos por los canales conociendo la mágica historia de la ciudad, que nos brindan momentos de relax difícilmente superados. Durante el tranquilo recorrido, transportados a lejanas épocas, observamos las edificaciones y podemos vivir de alguna manera, la historia de este rincón fascinante de Europa. Navegamos por debajo de diferentes y fantásticos puentes como el Puente Bonifacio, o el Puente Juan Nepomuceno, este último bautizado así en honor al patrón de los puentes, quien fuera confesor de la Reina en Praga y terminó sus días ahogado por órdenes del rey por negarse a romper el secreto de confesión.
Los museos, por supuesto, no pueden faltar. Además de la infinidad de obras de arte que albergan las iglesias y las plazas, encontramos el Museo Groeninge, o museo municipal de Bellas Artes, que entre sus silenciosas paredes guarda imponentes e inolvidables obras de famosos artistas, y, en otro estilo, el museo del folclor, con muestras de profesiones y talleres que con el transcurrir del tiempo han casi desaparecido.
Brujas es una ciudad universitaria y como tal, ha tenido en sus aulas a través del tiempo, diferentes e influyentes personalidades de Europa.
Mencionamos, igualmente, los famosos encajes de Brujas, actividad que se inició a mediados del siglo XIX y que aún se conserva aunque de las múltiples escuelas que iniciaron su enseñanza, en la actualidad quedan muy pocas.
A lo largo del recorrido podemos disfrutar no solo de sus paisajes adornados por infinidad de flores de vistosos colores, sino de su exquisita gastronomía compuesta por platos como los mules en sus diferentes presentaciones, pescados, patatas, quesos, chocolates y un sinfín de alimentos, todo finamente elaborado y pulcramente presentado, acompañados por una copa de buen vino o una cerveza de la zona.
Muchos fueron los motivos para que Brujas fuera declarada por la Unesco, Patrimonio de la Humanidad: su cultura, su arquitectura, su gastronomía, no tienen nada que envidiar a las grandes urbes.