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Gaceta Médica de Caracas

versión impresa ISSN 0367-4762

Gac Méd Caracas v.110 n.1 Caracas ene. 2002

 

De lo humano y lo divino*

Dr. José Antonio Ron Troconis

Miembro Correspondiente por Zaraza (Edo. Guárico)

*Trabajo presentado en la sesión del día 8 de noviembre de 2001.

    Lo humano está inmerso en lo divino porque el hombre es criatura de Dios, de quien dimana, y lo hace trascender conforme a la promesa de Cristo, antes y después de su resurrección: vida eterna y salvación.

    Dios estaba en la nada antes y después de la creación, y su voz emergió de ella cuando creó al mundo, las especies de plantas y animales y al hombre: "Hágase la luz, esto o aquello; creced y multiplicaos..." y cuando habló con Moisés y con Abraham.

    Si proclamo fe en la ciencia, también debo aspirar aunque fuese un poquito de ciencia en la fe: que no sea puro dogma.

    Desde que el hombre existe sobre la tierra, ha tenido su cultura, arcaica al comienzo y después progresivamente evolucionada: el hombre tenía la necesidad de refugiar sus debilidades y limitaciones en un ser superior que lo amparara y protegiera; en este momento Dios es creado por la mente del hombre, lleno de miedo y de angustia a pesar de su valentía y serenidad...; y así nacieron deidades; ídolos, primero y después, dioses mitológicos, con sus leyendas, sus historias nebulosas o noveladas.

    Vinieron luego las religiones monoteístas (antes lo fueron politeístas); dioses teológicos: Jahvé o Jehová, el Dios de Israel, Antiguo Testamento (AT). El Espíritu Santo hablando por la boca de los profetas = palabra de Dios, común para los cristianos... Y, por último, el Dios nuestro; Nuevo Testamento (NT). Los evangelios, de nuestra civilización judeo-cristiana, grecorromana o más bien grecolatina porque además de Grecia y Roma, pertenece a las demás naciones latinas: España, Portugal, Francia y Rumania; occidental al principio y después cada vez más, universal; que es una historia conmovedora, bella y secuencial, que abarca desde el AT hasta el NT; con una teología especial: la Cristología, donde Dios se humaniza y deja de ser abstracto: Dios crea al hombre, según el AT, por amor, y lo salva del pecado y la muerte, según el NT, por amor y misericordia.

    Antes de continuar con nuestra bella, sufrida y gloriosa historia cristiana, debo señalar, para no silenciarlos aquellos dioses humanos del lejano oriente, quienes propusieron alcanzar la perfección mediante la práctica de la virtud: Buda, Confucio, Tao, Laotse y como monoteísta agregar a Mahoma, creador del islamismo, musulmanes o mahometanos, en Arabia, cuyo Dios es Alá, con su libro escrito semejante a nuestra Biblia, El Corán y con dos similitudes más con nuestra religión, como fue la aparición que tuvo Mahoma del Arcángel San Gabriel, quien le reveló, VI-VII siglos d.C. lo que debía ser la doctrina para el pueblo árabe, quien también reveló a María, La Virgen, 700 años antes, que se encarnaría en su vientre, por obra y gracia del Espíritu Santo, el que los profetas del AT anunciaban como el que vendría a salvarnos del pecado y la muerte: el Mesías, Nuestro Señor Jesucristo, el Redentor, el Salvador, quien nació por el linaje de Abraham, vía Isaac, Jacob y David, mientras que por la vía de Abraham, con el consentimiento de su esposa Sara, vieja y estéril, por haber recibido mensaje de Dios, en sueños, que tendría descendencia, en la esclava egipcia Agar, nació Ismael, de donde desciende el pueblo árabe, entre ellos Mahoma; pero luego parió Sara a Isaac, cumpliéndose la revelación (1,2). Y cuando Dios creó al hombre puso en sus manos la naturaleza, con todos sus recursos.

    En la Historia Sagrada, AT, sus profetas venían anunciando al Mesías, desde su nacimiento, vida y milagros, prédica, pasión, crucifixión, muerte, resurrección y ascensión.

    Jesucristo no escribió, vino a enseñar: como nos hacemos perfectos y alcanzar el reino... que está en nosotros mismos, templos vivos de Dios. Habló en lenguaje figurado, en bellas metáforas, hermosas parábolas: el Divino Poeta. El NT aparece en los años 60 d.C. Pero en forma limitada, y difundida en el siglo II d.C., por los cuatro evangelistas: Mateo (3), "cuya primera misión fue demostrar que Jesús era el Mesías prometido y anunciado por los profetas del AT, escrito en estilo claro y sencillo"; Marcos, "cuyo evangelio fue escrito casi totalmente en Roma y tuvo que ver mucho con lo que dictaba San Pedro, primer papa, e igual que Mateo, la raíz afectiva que los afirmara a esa "Piedra que era Cristo", precedía aspectos de la vida y milagros de Jesús "con todo el sentimiento desbordado" (incluido el de culpa por haberlo negado 3 veces antes del canto del gallo como Jesús lo había profetizado a San Pedro aquella noche en que Judas lo entregara), "llenos de reverencia y gran amor por el maestro victorioso y regresado de la muerte por su resurrección: Marcos pinta un retrato fiel del carácter de Jesús, cita poco el AT y pinta una imagen vívida e impresionante del Redentor". Lucas, quien era médico de vastísima cultura y además conocía los evangelios de Mateo y de Marcos, fijó las pautas metodológicas para ubicar en el tiempo, lugares y cronologías, los sucesos ocurridos a "el Señor", según los anuncios de los profetas, y complementó su evangelio con los "Hechos de los Apóstoles" llamado el quinto de los evangelios. "Destacan, la belleza de su estilo, el calor y sentimiento de sus narraciones: un maravilloso retrato del Salvador; nuevas parábolas y el amor de Jesús por los pecadores y los pobres".

    Mientras Juan, el amado por ser el más joven de los 12 y el más cercano a Jesús en su devoción y grandísimo afecto, y además por estar dotado de una brillante preparación filosófica y metafísica, es el teólogo, que no solamente insistía en los lugares y horas en que ocurrieron los hechos sino que "estaban cargados de profundas meditaciones como el beso del cielo y la tierra y asegurando que Jesús era producto del engendro de su Padre desde antes del origen del espacio y de todos los tiempos". Desde siempre.

    "Complementa los evangelios de los sinópticos o panorámicos con discursos profundos difíciles de entender. Destellos de un gran amor y fidelidad por el maestro. El misterio de la eterna existencia del Hijo de Dios y la misión que Cristo había recibido del Padre".

    Y lo más maravilloso de todo es que los 4 evangelistas, en diferentes tiempos, lugares y vínculos, concordaron en lo básico y fundamental de los sobrecogedores y singulares hechos relatados: especie de unidad en la diversidad.

    Hubo, reconocidos por la historia, unos cincuenta mil testigos oculares de Jesús.

    Recientemente han aparecido nuevas evidencias: los 800 Rollos del Mar Muerto o de Qumrán en 1947, a 50 km de Jerusalén, los cuales se encuentran en el Museo de Historia de Tel Aviv, capital de Israel. Una guía turística nos informó, en una ocasión, que tal hallazgo ocurrió por casualidad: que a un pastor de cabras, se le fue una, corriendo y al final se metió en una de las muchas grutas del lugar (acantilado donde se puede apreciar un antiguo nivel del retirado Mar Muerto). El pastor le tiraba piedras y oyó extrañas sonoridades como de porcelana dentro de la gruta: allí guardaron los esenios los pergaminos o rollos dentro de jarras largas de arcilla, cuando era inminente la llegada de las tropas romanas. Los beduinos, árabes nómadas, se encargaron de sacar, previa excavación, las jarras y pergaminos y los vendían en Jerusalén. Uno de esos pergaminos se identificó como el "libro del profeta Isaías", otro como "la guerra de los hijos de la luz (del bien, la verdad y el amor) y los hijos de las tinieblas (del mal, el engaño, la mentira y del error)"(4). Guerra que nunca terminará porque siempre habrá de los dos grupos, hasta la consumación de los siglos, hasta el fin del mundo, porque Dios y el demonio siempre existirán aunque no coexistan jamás: Cristo y anticristo. Pero con la resurrección de Jesucristo, Dios vence al mundo y se derrama por nuestra fe. Ojalá se cumpliera la ficción poética de Santa Teresa de Jesús: "Si el diablo se dispusiera a amar dejaría de ser diablo". Siguen "el libro de los salmos", "rollos de los himnos", "el manual de la disciplina" y el "comentario de Habacuc". Asimismo "la Torá de Moisés", "el Talmud", "el Deuteronomio", "del Mesías o Maestro de Justicia".

    Se consideran estos "Rollos" como el mayor descubrimiento arqueológico de los tiempos modernos. Dice Qumrán de Eliette Abécassis en su reverso: "Constituye un apasionante viaje a través del misticismo judío y el cristianismo como piedras angulares de una cultura que no está dispuesta a permitir que esos pilares se desmoronen"(4).

    Todos estos rollos relatan una historia exactamente igual a la escrita en la Biblia y sobre los primeros cristianos. Juan el Bautista, precursor y primo de Jesús, era del pueblo de los escribas más brillantes: esenios, anacoretas, ermitaños, que abandonaron su familia para irse a vivir en comunidad en esa zona aledaña al Mar Muerto donde la meditación y el ascetismo religioso fueron su ley. Que es como decir las mismas verdades por un camino nuevo. Y los eruditos esenios proclamaron a Jesucristo como "el Mesías" y como dato curioso, en ese libro se informa que el "Rollo número 7", que se refiere a Él se extravió y a los judíos no les conviene la concordancia de este documento con los evangelios, para seguir esperando a "su Mesías".

    La historia de Jesucristo parte la historia universal en antes (4000 años) y después de Cristo (2000 años). Es una verdad axiomática. Según Carlos Zubillaga "la historia del universo tiene para el cristiano tres grandes momentos: la creación, la caída de Adán y Eva y la muerte y resurrección de Cristo, que representa la victoria de la raza humana sobre el sufrimiento y la muerte, principales consecuencias de la caída de Adán y Eva, nuestros primeros padres".

    Fue tan esplendorosa la historia de Jesucristo, que de los doce apóstoles, con la excepción de Judas, cuyo arrepentimiento lo condujo a la horca, por lo menos diez de los restantes se dejaron matar por Él, unos crucificados pero todos martirizados y los seguidores, que fueron aumentando cada vez más, también martirizados y desguazados, como lo describe René de Chateaubriand en "Los mártires del cristianismo". Todos los lugares del periplo humano y divino de Jesús están allí plasmados en la historia, vivos como Él, en la Tierra Santa. ¡Yo los vi y los viví, los sufrí y los glorifiqué! Todo ese recorrido del papiro de Oxford o de Jesús (1937 a 1940) que un súbdito inglés compró en El Cairo y lo mandó a su colegio en Oxford: se comprobó que pertenecía a un pedazo de la última cena de Jesús con sus discípulos (Documento "Discovery Channel"). Los millones de fervorosos militantes que cada vez más engrosamos ese hermoso y pacífico ejército de soldados para el amor, el perdón y la paz. La exclamación del centurión romano que le clavó aquel lanzazo atroz en el costado puro de donde brotó la sangre redentora, al contemplar como se oscurecía el espacio con aquella lluvia torrencial y aquel terremoto que partió la roca en el pie de la cruz donde fallecía Jesucristo y quien gritara a sus compañeros, a todo pulmón: "Hemos matado a Dios". ¡Primeros cristianos convertidos! ¿Será mentira lo que vieron tantos ojos? La tumba de José de Arimatea, quien pidió a los romanos el cuerpo extinto del Cristo para sepultarlo, está allí, viva, pero vacía, porque el muerto se le fue: el sepulcro donde estuvo el sagrado cuerpo de Cristo con una tapa de piedra inmensa, colocada por los fariseos, que pidieron a Pilatos redoblar la vigilancia. Porque con el anuncio de Jesús cuando furioso, tirándoles las mesas encima y flagelándolos con un látigo, porque engañando al pueblo con ventas fraudulentas, al mismo tiempo profanaban el "Templo de su Padre", a lo que aquellos, amenazantes, le imprecaban: "¿Sabes lo que le pasa a los blasfemos, que se hacen llamar hijos de Dios?". A esto Jesús contestó con frialdad, sin inmutarse: "¡Sí lo sé! ¡Serán crucificados!". Y agregó: "En verdad les digo: podréis destruir el "Templo vivo de mi Padre" (es decir, a Él mismo) y en tres días lo reedificaré"(lo que significaba que resucitaría al tercer día). Pilatos había contestado, en el supuesto de que los apóstoles, fanáticos, según el temor de los fariseos, se robaran el cadáver y simularan una resurrección, "¡conviértanse ustedes en los celadores de su tumba!". Así lo hicieron (segundos convertidos, de su propio pueblo).

    A los animales dio Dios una inteligencia rudimentaria que va creciendo en la escala zoológica mezclada con instinto, más desarrollado que en el hombre, lo que les confiere unos mecanismos de defensa frente a las adversidades del medio ambiente, innatos, que no necesitan entrenamiento o aprendizaje, aunque estos se los perfecciona. Así, cualquier animal, al nacer, usted lo pone en el agua y sabe nadar, desde un patico hasta un perro, avestruz, saurio, quelonio, ofidio, etc. El hombre, en cambio, cuando nace, es el ser más inútil e indefenso: incapaz de buscar el seno materno para alimentarse y recibir la primera manifestación de amor. A tal punto que si la madre humana no fuese lo inteligente que es, que toma el niño en su regazo y le mete el pezón dentro de su boquita indecisa y desorientada, pero ansiosa de amamantarse, si no existiera en su madre dicha determinante inteligencia, se pudiera afirmar que todo niño, es decir, toda la humanidad, hubiese sucumbido al nacer. Después que el niño crece, mediante entrenamiento, es cuando empieza a desarrollar su instinto de conservación: ¡que maravilla!

    Asimismo, es asombroso observar como en la escala zoológica la relación feto pélvica, para asegurar la supervivencia, es mayor en la medida que el animal es más torpe, por lo que puede parir su cría sin auxilio alguno, diciéndose por ejemplo que una jirafa no tiene inconveniente en parir un feto doblado (en cuadruplicatio corporis). En cambio que el ser humano (la mujer), más inteligente, tiene la relación feto pélvica más ajustada, al punto que hoy día se puede decir que aproximadamente una cuarta parte de los alumbramientos humanos termina en cesárea o parto instrumental (de 1 563 partos, de enero a junio de este año, hubo 403 cesáreas en el hospital de Valle de la Pascua). Casi siempre, en los partos más normales o eutócicos necesita la asistencia por partero o comadrona para ayudarla a parir.

    El animal pequeñito, huye de la candela, en cambio el niño, deslumbrado por la luz y azuzado por la curiosidad, es capaz en algunos casos de avanzar hacia el fuego y quemarse como una mariposa. Mirar una serpiente vistosa o llamativa por sus colores y tratar de agarrarla (mi hijo JG estuvo a punto de agarrar una coral, si no hubiese estado yo con él, lo habría matado la serpiente), en cambio el animal siempre le huye. A todo esto ¿qué es más razonable admitir, que es cuestión de azar o casualidad? ¿O que una inteligencia superior ha ordenado todo ello para que ocurra de esa manera? Así es todo en biología, cada día más llena de asombros, desde la más elemental, molecular, celular, hasta los seres más desarrollados.

    Me atrevo a pensar que en el origen tuvo que haber creacionismo, así fuese biológicamente, por generación espontánea. Recuerdo cuando mi profesor de Biología, el sabio paisano Dr. José Francisco Torrealba, nos hablaba de una tal primera proteína, llamada por Delgado Palacios protalbúmina, que pudo dar origen a los más rudimentarios vegetales: una bacteria, una talofita, así como a animales primarios unicelulares o protozoarios. En un primer momento hay creacionismo y posteriormente, evolucionismo. En éste debemos tomar en cuenta la mutación genética (de Vries), la influencia del medio ambiente (Lamarck), aceptado por Carlos Darwin, quien agregó la supervivencia del más apto. Ahora, como esto es teoría, amén de las especies que se fueron creando, según la Biblia guardan una curiosa secuencia de aparición de acuerdo al orden taxonómico evolutivo donde ciencia y religión parece que se besan, no nos da autoridad para afirmar por ejemplo, que los árboles más corpulentos tengan que descender de una elemental talofita; asimismo, que los animales más desarrollados tengan que proceder de un protozoario. Y abrigo la esperanza que nosotros los hombres, empezando por homínidos, no tengamos que provenir de un primate, bicho tan feo y peludo.

    No debemos confrontar sistemáticamente la ciencia con la fe sino que cuando se pueda conciliar se debe transigir: creacionismo y evolucionismo no excluyentes, faltándome definir el mutacionismo, creado por Hugo de Vries en 1901, "que asigna a las mutaciones el papel principal en la aparición de nuevas especies". Creo en la herencia como constante biológica que nos confiere especificidad: identidad en el ser y su descendencia, tanto en menor grado, que en la mutación o variación de la especie. Me hago estas preguntas: ¿puede más la mutación, influida por la genética (genotipo) o el medio ambiente (paratipo), que la especie como cuasi constante biológica? O de otra manera: ¿no es mayor la persistencia de los caracteres genéticos hereditarios que los influidos por el ambiente o adquiridos? Y como curiosidad de viejas lecciones aprendidas, de cuya vigencia no estoy convencido, conocí en mis tiempos de bachillerato, una denominada herencia por impregnación, cuyo ejemplo era el siguiente. Si una borrica es servida sucesivamente por cebra macho y después por un borrico, va a tener un hijo cebroide, posiblemente estéril por su hibridismo (5).

    ¿En qué sustentamos estas dos hipótesis sobre el origen del hombre? Claro que los hallazgos paleontológicos, antropológicos, arqueológicos, etc., de la prehistoria, han conducido a cotejar de manera incompleta, las etapas de la evolución de la especie Hombre, desde el Australopithecus robustus, Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens neanderthalensis hasta el Homo sapiens sapiens. Se me ocurre evocar los capítulos de la historia bíblica sobre la creación del hombre, con tres descendencias sucesivas a partir de Adán y Eva, nuestros primeros padres. Luego, nuestro segundo padre Noé, padre de las nuevas razas humanas posdiluvianas, en su arca (diluvio universal), salvándose con su familia y parejas de animales de diferentes especies.

    Con revelaciones divinas a partir de los primeros padres de cada generación; con sus descendencias, en este caso, a partir de su primer hijo Sem. Semitas, por antonomasia los hebreos, pero también los de habla arameo, como Jesucristo, el siríaco, caldeo, asirio, árabe y el himiriata. De su segundo hijo Cam, los camitas, padre de los africanos y los de Asia occidental. Y de Jafet, la raza blanca (europeos).

    Sin ninguna timidez seudocientífica, inocentemente, me he hecho estas preguntas: ¿no podría ser más válido (todo es teoría) este esquema descrito de razas conforme a la Biblia? ¿Fue que cada raza o grupo humano debía descender de un gorila antropoide amarillo para la raza amarilla (lejano oriente)? ¿De un gorila negro para la raza negra o africana? ¿De un gorila blanco para la raza blanca? En este caso supongo que se incluiría a los que en la Biblia aparecen como semitas, además de los blancos europeos propiamente dichos. Y también me pregunto: ¿porqué existe el hombre en lugares donde no existen o existieron tales primates? ¿Aceptan los blancos 100%, que descienden de los negros? ¡Claro que si admiten que descendemos del mono, automáticamente tienen que aceptar que descendemos de los negros, más cercanos a los primates, por evolución, en la taxonomía de la escala zoológica! Y como tercera generación, vía Abraham, linaje Isaac, Jacob, David, Jesucristo (los hijos del amor). O Abraham, vía Agar (esclava egipcia), Ismael, padre de los pueblos árabes, Mahoma, profeta de su dios Alá, creador por revelación, de la doctrina del pueblo árabe, ismaelitas, mahometanos, islamitas, musulmanes (los hijos del pecado). ¿Entonces?

    Tenemos bases para creer en todo, pero no de manera total ni parcializada, porque ello sería dogmático y estaría reñido con la ciencia. Y sería conveniente recordar los misterios y las fronteras de la ciencia y la infinitud de la fe. Como dijera Pi Suñer: "para explicar la fenomenología de la vida se comienza con la física y la bioquímica, pero se termina inevitablemente en la metafísica cuando se trata de hurgar sobre el origen de la vida, porque allí donde termina la ciencia comienza el misterio".

    En este orden de ideas, ¿cómo explicar el "código secreto de la Biblia"? (6), donde según los más conspicuos matemáticos, que lo han admitido como una verdad incontrovertible, figuran en ella palabras como "ordenadores" y otras similares, como si en esa remota época hubiese existido una cultura superior tan completa como la actual, o ¿será que quienes escribieron la Biblia recibieron el influjo sobre-natural del Espíritu Santo? Porque en ese código, por ejemplo, cada cien palabras, más o menos, como en un crucigrama, sean verticales, horizontales o diagonales, aparecen las claves o nombres completos de grandes sucesos ocurridos después, cada uno en su tiempo y lugar anunciado como una profecía y ¿que raro tendría si ese "libro mayor" fue escrito por profetas? El desastre de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, la guerra del Golfo y las mundiales, la llegada del hombre a la luna, los asesinatos de los Kennedy, Dallas, Oswald, el asesinato del primer ministro de Israel Itzhak Rabín en manos de Amir, el de Mahatma Gandhi, el intento de asesinato de Juan Pablo II y un largo número de etcéteras. Cada suceso escrito en hebreo y debajo de cada profecía las palabras descifradas por ordenadores.

    Se leen por ejemplo, en ese libro, frases como estas: "el físico Davis sugirió que un artefacto extraterrestre podría estar programado para manifestarse sólo cuando la civilización terrícola atravesase determinado umbral de conocimiento. Un mensaje temporizado que sólo ha podido abrirse gracias al desarrollo de los ordenadores" Davis fue ganador del premio Templeton de ciencia y religión. "Lo que Moisés recibió en el Monte Sinaí fue por tanto, una base de datos interactiva (diálogo), igual a aquella voz salida de la nada que le habló a Abraham, al igual que una terminal interactiva moderna a la que hasta ahora no habíamos podido acceder adecuadamente". Se dice allí que Newton estuvo trabajando en esto. Continúo las citas: "el título del código de la Biblia también esta codificado en el texto bíblico y estas palabras significan lo mismo; el término "ordenador" aparece codificado en el último capítulo de Daniel seis veces". Recuerdo que cuatro de esas veces están en el Exodo. Para terminar cito: "Hoy podemos acceder informáticamente a un antiguo código de la Biblia, que estaba oculto". Agrego yo: oculto como Dios, pero infiero que los ocultos somos nosotros.

    Debo declarar con la mayor sinceridad que no abrigo ni el más remoto deseo de convencer o catequizar a nadie. Cada hombre es libre y dueño de sus actos; me agradaría sí que me comprendieran que el tiempo que les he robado como "buen ladrón" ha sido con el único propósito de traerles un breve testimonio de mi vida cristiana, derramado del poder y la misericordia de Dios: ¡Aleluya, Aleluya!

    Y esa vida cristiana comenzó y floreció en mi cuando me arrullaba la suavecita voz de mi madre menudita e inmensa en su afán de adornar altares y vestir vírgenes y santos. Después, mi modesta formación doctrinaria, mi devoción transparente por la fe y la práctica del bien. Mis estudios de medicina, me hicieron pensar, en la hondura de mi ser místico, que así como los sacerdotes eran los médicos del alma, nuestro apostolado médico-holístico nos conduciría a un sacerdocio del cuerpo, mente y espíritu o alma, que pertenecen por igual a Dios.

    La medicina me ha hecho soñar siempre con Dios, al que alcancé definitivamente cuando abrí mis ojos absortos y contemplar en los museos de historia (Metropolitano de Nueva York, Londres, Tel Aviv) la más prístina verdad, igual que en los Lugares Santos; ese bello museo del más refinado arte en las pinturas de la Capilla Sixtina, únicas, irrepetibles, Louvre. En fin, si no existiera Dios yo jamás habría nacido, tal es mi convicción.

De lo humano y lo divino

Síntesis poética

El ser humano tiene la grandeza y el honor

de haber sido creado por Dios a su imagen y semejanza.

Es cerebralmente, el animal más desarrollado,

allí donde se crean los procesos mentales y los fenómenos psíquicos

que pertenecen al alma, llena del Espíritu Santo

que hace al hombre inmortal (...)

Me pregunto: ¿Qué hace florecer la primavera:

esa declinación hermosa de colores

con su policromía sensual...

al amor invitando?

No tengo que decir cosas más bellas

para creer que Dios existe;

¿tengo que preguntar: ¡Naturaleza,

donde está tu ojo oculto y no lo viste!?

Dios se mira en todo lo que hizo,

se oye en silencio cuando oramos,

nos insufló la vida cuando quiso

y en las lágrimas está cuando lloramos.

No es sensorial el Dios que amamos

y solamente, si acaso, lo sentimos;

cuando llega el alivio si rogamos

y volvemos a reír cuando sufrimos:

seguros de su amor siempre quedamos

con todo el amor que le ofrecimos! (...)

 

Porqué será que a enormes distancias,

plantas diversas de sexos distintos

al unísono,

entran en esa orquesta de la vida

en perfecta floración para perpetuar la especie

y eternizar la orden de creced y multiplicaos...;

y Dios como un Director de Orquesta,

gozando con su batuta y con el mundo y su alegría,

entona sus himnos a la vida...

y el bosque irrumpe con su milenaria melodía,

con esa vida que brota en el lejano rumor

de las semillas que nacen con su susurro al germinar:

tenue quejido, imperceptible bostezo de la tierra,

que el oído de rudos agricultores

puede escuchar en forma suprasensorial !

 

Y después de esa primavera vendrá el verano

la sequía, el resol,

la hojarasca rodando el silencio,

el calor sofocante y el sol que reverbera,

aturde y encandila, entorpece y deshidrata

a animales y plantas,

alimentando con amor pagano al incrédulo desierto.

Vendrá el otoño con sus árboles desnudos

y con sus flores de olvido en el calor de sus noches

silenciosas y oscuras.

 

Y más tarde el invierno a entumecernos los huesos,

erizando nuestra piel con su escarcha de nieve

que congela el viento, y el agua se transforma

en rígida e inmóvil corriente

por donde riela el frío bostezando bocanadas

de frío vapor de agua que danza en la neblina.

 

En nuestra zona tropical apreciamos

invierno y verano en la plenitud y apogeo de sus solsticios

y esbozos de primavera y otoño en el perigeo de sus equinoccios.

 

El hombre, ante esas maravillas, con sus miedos ancestrales y adquiridos,

tenía que refugiarse en Dios como necesidad suprema,

y como alivio, protección y amparo de su desolado espíritu.

 

Y como el hombre, lleno de inseguridad a pesar del amor con que fue creado,

se convirtió en transgresor de la Ley,

tuvo Dios que mandar a su hijo, Jesucristo,

a poner orden en un mundo tan lleno de caos,

encarnándolo en el Vientre Puro de María Santísima.

 

Desde el Principio, antes de la creación, Dios existía,

como suprema Energía al decir de Einstein,

a lo que agregué Primaria y Eterna;

y después de la creación del hombre, existió también en la mente de éste,

lleno de inseguridad y de temor desde que lo creó.

 

Esta ha sido la experiencia más sobrecogedora que he vivido:

portentosa, documental, testimonial, irrepetible.

    Ya no se puede decir, irreverente, que nadie ha regresado del otro mundo: Jesucristo había resucitado a Lázaro, a la hija de Jairo, a sí mismo! Hoy, con los modernos equipos de reanimación cardiorrespiratoria, pacientes que estuvieron clínicamente muertos volvieron a la vida y algunos han expresado haber sentido coincidentes y exquisitas sensaciones de haber abandonado este mundo; luego haber sido impulsados por una poderosa fuerza como tripulantes de un vertiginoso cohete, hasta llegar a un hermoso lugar parecido al descrito por Dante en su capítulo sobre El Paraíso: llanuras, palmares, montañas, palomas, pájaros, mariposas como hojas que vuelan. Como está descrito también en "Vida después de la vida" o después de la muerte, y en las "magnificentes lejanías del Paraíso Perdido" del gran poeta inglés John Milton. Y en lo alto del insólito escenario, una bellísima cascada y detrás de ella un luminoso arco iris con un efecto magnífico, que las mínimas partículas como transparente llovizna con el sol desde el ocaso atravesando ese tenue encaje de agua, producía el espectral fenómeno de Newton, de refracción de la luz solar, arco iris, que según su longitud de onda de mayor a menor son siete: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul , añil y violeta, no apareciendo, por ser invisibles, los infrarrojos o calóricos, de ondas más largas, ni los ultravioletas o actínicos de ondas más cortas.

    Tengo un caso personal: paciente RMA, 75 años, bien orientado en tiempo, espacio y persona, quien sufrió infarto masivo al miocardio, con shock mixto neurogénico y cardiogénico, cuya patología terminó en angioplastia coronaria. Le pregunté sin sugerencia previa y con ausencia total de información, si había sentido algo durante ese trance: "se me fue el mundo". "Las caras de las personas que me atendían, se tornaron primero borrosas y luego borradas, luego sentí que me elevaba a gran velocidad como por dentro de un túnel, hasta llegar a un lugar muy bonito. Mi madre, fallecida, salió con sus brazos abiertos como a recibirme y mi padre, también extinto, sin percibir mi llegada, como un buen llanero, miraba el horizonte. Pero en la breve conversación con mi madre, esta me dijo: pero tu no te quedas todavía. En ese momento, el trabajo de auxilios, parece haber dado resultados y comenzaron a aparecer, ya no angustiados sino sosegados, los rostros que se habían apagado delante de mí, antes de realizar el extraordinario viaje fugaz al otro mundo". ¡Por Dios, es fiel este relato! Sin embargo, es una quimera pensar que se acabaron los impíos y que vamos a vivir desde hoy como lo manda Dios. ¡Ojalá!

Además, yo no necesito amarrarme a ninguna de esas verdades,

para creer en Dios, sino que libremente le aseguro a mi cuerpo,

mente y espíritu esto:

Dios es el amor que me dio la vida desde el deseo de mis padres,

que venía de un amor más antiguo y lejano

de la orilla extinguida de un naciente principio

que comenzó el camino, extraño a la razón humana.

Dios es la pregunta que suscita las más diversas respuestas,

imprecisas y vagas de la mente.

A Dios no lo encontramos haciéndonos preguntas,

porque Él es la respuesta a todas las preguntas

y las angustias que martirizan la vida del hombre;

alivia todas las divagaciones y dudas,

y serena nuestras soledades y sueños

abrumados o rotos.

Él es el padre más grande, que está por encima de mis padres.

Para mirar a Dios hay que cerrar los ojos;

para oírlo, ausentarse del sonido

para sentirlo en el más hondo silencio de la meditación.

Dios nace de lo más bello de un principio

que no comenzó porque es eterno.

Es el origen de todo lo que tiene que ver con el amor,

el sentimiento, la justicia, el perdón, la verdad y la razón.

Es un punto suspensivo que deja la razón en la mente del hombre

cuando lo aturde la vida o lo alegra la felicidad.

Dios es dejarse llevar involuntariamente

por un camino distinto al que nos enseña la Historia

y sin tomar en cuenta los testimonios, mensajes y profecías del Antiguo

y el Nuevo Testamento, ni las verdades ni los misterios

revelados en tan maravillosa secuencia.

El hombre encuentra a Dios serenamente

cuando se ha dejado llevar en forma desprevenida y desprejuiciada,

cuando se va alejando del mundo de los mortales,

y, así, en la medida que se aleja se va acercando

a la más nítida y total, verdadera presencia de Dios.

 

Dios llegó y creó al hombre

y después este fue a buscarlo

y lo encontró en sí mismo cuando se marchó en silencio

sin hacer más preguntas,

todas innecesarias e inútiles,

a buscarlo en todas las cosas que se volvieron sencillas,

cuando el hombre eliminó la protesta y la rebeldía

y se llenó luego de humildad y la pureza,

necesarias para llegar a Dios y hablar con él.

Tan sencillo como esto...y ya está.

 

Así que primero fue el amor de Dios hacia los hombres: amor divino; luego amor humano hacia Dios y hacia los hombres.

Luego amor de Cristo hacia nosotros: amor divino y humano,

hasta morir por nosotros en la cruz.

Resurrección y Vida Eterna:

Divinidad Humanizada;

maravilloso puente entre Dios y el hombre;

realidad concreta del Padre;

Dios abstracto en su hijo humanizado:

de carne, hueso, sangre, Espíritu Santo, salvación y vida eterna:

"El que cree en mí, aunque haya muerto no morirá eternamente,

porque Yo lo resucitaré en el último día" (...)

"Yo soy la verdad, el camino, la resurrección y la vida" (...)

"Ama a tu prójimo como a ti mismo, como Dios nos ha amado,

como Yo os he amado" (...)

"Padre: perdónalos porque no saben lo que hacen" (...)

"Quiero amar hasta el final" (...)

"Mientras yo los amo ellos me matan" (...)

"Uno de ustedes me entregará" (...)

"Será aquel que coma el pan que yo moje" (...)

"Lo que tengas que hacer hazlo rápido" (...)

"En tus manos encomiendo mi espíritu" (...)

"Todo se ha consumado, según las escrituras".

    Y volviendo atrás, creo que el primer milagro de aquel niño bello de carne rosada, con cinco añitos de edad: unos chamitos contemporáneos mataron a pedradas un pajarito; Jesús, desconsolado, lo tomó en sus manos pidiendo a su Padre que le devolviera la vida. ¿Cuál no sería la sorpresa cuando de sus manos salió volando el pajarillo? Miento! Porque el primer milagro fue su engendro y el segundo, el desplazamiento masivo de animales y gentes para ir a adorarlo desde la misma noche de su nacimiento en el establo de Belén, incluyendo los Reyes Magos, guiados por la estrella redentora, cabrestera del amor y de la fe.

    Es una bella historia que solamente ateos rebeldes o extremistas agnósticos podrían negar.

    Colegas: no enfrentemos la objetividad de la ciencia con la subjetividad de la fe, lo abstracto, lo metafísico, la ciencia del espíritu.

    Hoy las tres cuartas partes de la humanidad padecen enfermedad no orgánica o física, sino variaciones que van desde lo puramente funcional, emocional, pasando por las manifestaciones psicofisiopatológicas, biopsicosociales, psicosomáticas y somatopsíquicas.

    En este contexto estaremos hablando de medicina antropológica, holística...y humanizada por el humanismo cristiano.

Agregado histórico y metafísico

    Como agregado histórico y metafísico, invoco, como curiosidades filosóficas, la existencia de grandes librepensadores que en su juventud de cabezas calientes hablaron de Dios con menosprecio y displicencia y en su madurez se expresaron de Él con respeto, reverencia y hasta con recogimiento y veneración.

    Por vía de ejemplo, puedo citar los casos de Voltaire, tan rebelde, gran enciclopedista francés, cuando ya anciano, en una travesía en barco, desde la costa francesa en Calais hasta la inglesa de Dover, se desató una tempestad que casi hizo zozobrar la embarcación. Se cuenta que lo encontraron en su camarote rezando el santo rosario.

    El gran poeta, escritor y novelista Víctor Hugo, también galo, cuando joven expresaba: Dios es un arriero triste. Supongo que se refería a un pastor sin alegría que arreaba su rebaño de ovejas. En cambio, en su senectud, expresaría este primor de literatura filosófica: "Todas las cosas y todas las criaturas son opacas; detrás de todas las cosas y todas las criaturas está Dios; amar a un ser es hacerlo transparente".

    Ya con anterioridad citamos al doctor Augusto Pi Suñer, gran profesor de biología, republicano, aventado a Venezuela durante la guerra civil española, donde se desempeñó como profesor de fisiología en nuestra UCV, quien más bien por su ideología, era lo contrario de ser un santero.

    El físico y matemático judío Albert Einstein, creador de la teoría de la relatividad y de la fisión nuclear (bomba atómica), cuando se le preguntó que opinión tenía él sobre la existencia de Dios, contestó: "Como la idea que tengo de Él no la puedo expresar mediante silogismo filosófico ni de una ecuación física o matemática, me conformo con imaginármelo como la suprema energía", a lo que como he dicho anteriormente, me atreví agregar: primaria y eterna.

    Un pensador comunista lanzó esta belleza de pensamiento: "Si Jesucristo no fue Dios, merecía serlo". Y nuestro Miguel Otero Silva, con su "premio Lenin" debajo del brazo, escribió esa linda reconciliación con Dios que es "La piedra que era Cristo".

    Por último, Lin Yu Tang, filósofo y novelista chino, de cultura oriental, claro que formado en occidente, premio Nobel de literatura, nos entrega esas dos preciosas obras, ¿Por qué creo en Dios? y De pagano a cristiano.

    Roma, que no era culpable de la muerte de Jesús, anunciada por los profetas, aunque Pilatos lavara sus manos: "No soy culpable de la muerte de este justo" y Jesús proclamara: "Nadie es profeta en su tierra" y "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", el peso en la conciencia del imperio era tanto, porque al fin y al cabo, ante la historia, Pilatos había firmado la sentencia de muerte en la cruz, Roma, para borrar esa mancha, se llevó para allá el centro del cristianismo y obtuvo por ello el perdón universal.

REFERENCIAS

1. Diccionario Enciclopédico de Montaner. Barcelona (España): Ediciones Montaner y Simón; 1986.

2. Diccionario Jackson. Nueva York: The Colonial Press Inc; 1986.

3. Nuevo Testamento. Edición Ecuménica. Barcelona (España): Editorial Herder; 1968.

4. Qumrán de Eliette, A. Un thriller teológico tras la pista de los manuscritos del Mar Muerto. Barcelona (España): Ediciones "B" SA; 1999.

5. Pequeño Larousse Ilustrado. Cuarta edición. Santa Fe de Bogotá (Colombia): Printer colombiana SA; 1998.

6. Drosnin M. Código secreto de la Biblia. Barcelona (España): Editorial Planeta SA; 1997.