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Gaceta Médica de Caracas

versión impresa ISSN 0367-4762

Gac Méd Caracas v.113 n.3 Caracas jul. 2005

 

Discurso de bienvenida al Dr. Francisco C. Herrera K. como Individuo de Número Sillón XI por el Académico

Dr. Carlos A. Hernández H

Dr. Carlos A. Hernández H.

Individuo de Número

Señor Doctor Juan José Puigbó

Presidente de la Academia Nacional de Medicina y demás integrantes de la Junta Directiva

Señores Académicos

Individuos de Número

Miembros Correspondientes

Invitados de Cortesía

Hijos, familiares y amigos

del Dr. Francisco Carlos Herrera Kompanek

Señoras y Señores:

La solemnidad de este histórico y antiguo Paraninfo del Palacio de las Academias, nos trae el mensaje de que algo de trascendencia está aconteciendo y nos hace evocar otros momentos similares, de protagonistas académicos y de todos los colegas honorables que han dado realce a la medicina nacional.

Tan importante es el acto de hoy, que se realiza en presencia de las figuras a quienes veneramos y respetamos, porque necesitamos de su sabiduría, de su ciencia, de su santidad, de su heroísmo y de todas las grandezas de sus espíritus superiores, para ingresar en el mundo de la cultura médica vernácula.

Nuestra Corporación ha sido creada para atesorar y hacer imperecedera y continua la vida institucional y académica de los médicos. Cumpliendo con ese mandato, recibimos hoy a un nuevo Académico.

Pocas veces, el personaje escogido es tan adecuado para la responsabilidad a la cual se está invistiendo, como es el caso del Dr. Francisco Herrera K., mi amigo personal, el cual me es conocido porque ambos éramos vecinos de la caraqueñísima parroquia de La Pastora, en donde nació el 23 de marzo de 1935, y ha continuado viviendo en el mismo lugar, conservando por muchos años su misma dirección. Estudia secundaria en los Liceos Andrés Bello y Aplicación de Caracas; los estudios universitarios los realiza en la Universidad Central de Venezuela, en donde se gradúa de médico-cirujano en 1959 y en 1974 obtiene el grado de doctor en ciencias médicas con el trabajo de investigación: "Mecanismo de acción de la hormona antidiurética sobre el transporte de sodio a través de la piel de la rana".

Electo Miembro Correspondiente Nacional de nuestra Corporación el 15 de agosto de 1999, sucediendo al Dr. Ladimiro Espinoza León en el Puesto Nº 6, es elevado a la categoría de Numerario el 27 de noviembre de 2003 para ocupar el Sillón Nº XI en sustitución del Dr. Hernán Méndez Castellano.

Las primeras influencias académicas le fueron ofrecidas por el Dr. J.A. Jove en el laboratorio de bilharzia del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social; nuestro común profesor Dr. Alberto Rivero le permite actuar en su cátedra de histología, donde comienza sus investigaciones y le ayuda en la preparación de láminas de histología para la docencia; quien lo puso en comunicación con el Dr. Luis M. Carbonell, facilitándole el ingreso al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), donde le dan la oportunidad nada menos que para hacer una pasantía en la Universidad de Harvard, con una duración de 103 semanas de 1959 a 1961, donde estudia el transporte de electrolitos y agua, además de estudiar bioquímica en el departamento de fisiología de la misma universidad, en donde obtuvo el título de fellow en ciencias fisiológicas. Otro personaje en su formación como Investigador fue el Dr. Antonio Sanabria, quien además de ser su médico tratante le obsequia muchos libros, en especial uno que trata sobre William Withering, el cual le fue muy útil en la preparación de su trabajo de incorporación como Miembro Correspondiente Nacional a la Academia de Medicina. Otro de sus ductores en su formación, es un miembro de la Academia de Medicina: el Dr. Alfredo Planchart, quien además de guiarlo le brindó su amistad.

A su regreso de Harvard continúa trabajando en la Universidad Central de Venezuela, en la Facultad de Ciencias; en la División de Ciencias de la Universidad Simón Bolívar y en el IVIC; allí funda el laboratorio de ecofisiología animal, donde llega a ser coordinador del centro de bioquímica y biofísica, además de ser vice-decano del centro de estudios avanzados de esa institución.

Es Miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Ciencias Fisiológicas. En la Universidad Central de Venezuela, Facultad de Agronomía, trabaja en los cursos de posgrado: uso de isótopos de 1962 a 1965. En el curso de biofísica del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina, en 1965 y en el curso de Biofísica, posgrado de farmacología, de la Facultad de Farmacia.

Llega a profesor titular en tópicos avanzados en fisiología animal en la Universidad Simón Bolívar.

Ha sido invitado por la Unidad de Hipertensión Arterial del Hospital Universitario de Caracas. Miembro de la directiva de ASOVAC, miembro de la junta directiva del CONICIT, miembro de la comisión médica del IVIC, miembro de la comisión de redacción de la "Gaceta Médica de Caracas" y de varias comisiones científicas de la Academia Nacional de Medicina.

Ha sido investigador invitado del Departamento de Fisiología de la Universidad de Louvain-Bélgica 1971-1972. Investigador invitado en el Departamento de Farmacología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Cambridge (1978-1979).

También ha sido invitado para dictar cursos y conferencias en diferentes congresos nacionales e internacionales y en otras reuniones científicas como en Estocolmo, Estados Unidos de Norteamérica, Caracas, Viena, México, Rumania, Munich, Chile, Argentina, Suiza, Bucarest, París, Bélgica y Escocia que tienen el sello de reconocimiento, pues no se invita a quien no tiene nada que dar, ni experiencia que transmitir.

Ha sido seleccionado para escribir cinco temas en libros escogidos de su especialidad. Ha sido director de tesis de grado para licenciados o magíster sientiarum en las diversas Facultades de Ciencias donde ha actuado. Ha publicado cincuenta y seis trabajos en acreditadas revistas de fisiología y biología marina, tanto nacionales como internacionales.

Tanto interés por la física y la química debieron originarse en las dudas e incertidumbres que aquellos aparatos y reactivos del taller de su padre despertaron en él. ¿Cuáles eran los secretos que acompañaban a la aparición de imágenes y figuras con las que se llenaban las tarjetas en blanco que se transformaban en fotografías?

¿Cuáles eran los secretos que guardaban aquellas imágenes donde a veces podía reconocer caras y facciones? Su padre Carlos Herrera a veces le parecía un mago que podía realizar esos milagros, muchas fueron las explicaciones que Francisco Herrera K., intentó ante aquellas revelaciones que le parecían mágicas.

Las sustancias y reactivos capaces de producir estos fenómenos tenían para nuestro recipiendario, secretos insondables que lo mantuvieron curioso, expectante y en actitud investigativa hasta que la bioquímica y biofísica le fueron mostrando el atractivo mundo de la investigación, que si bien lo aceptó y le abrió caminos, lo atrapó para siempre y es allí en donde la Academia lo encuentra, dedicado a la investigación y a la develación de secretos.

Proveniente de una familia de Académicos e investigadores, otros caminos le esperaban ya antes de que naciera. Sus tíos Bernardo y Andrés fueron fundadores de nuestra Academia de Medicina, así como también sus primos Pedro Herrera Tovar y Martín Herrera. Francisco Herrera Guerrero, hijo de Andrés Herrera Vegas, fue también Académico, lo mismo que su nieto Francisco Herrera Luque.

Ya el Dr. Herrera en nuestra sesión pasada leyó su trabajo de incorporación: "Algunos aspectos bioelectrolíticos de la fisiología y farmacología", el cual oímos, además del juicio del Presidente de la Academia, Dr. Juan José Puigbó, quien señaló las excelencias del trabajo.

Tanto el trabajo de Incorporación como los comentarios del Dr. Juan José Puigbó, han sido gratamente recibidos y justamente valorados en la magnitud de su sabiduría, así como en su discurso de incorporación, donde nos hace un brillante y minucioso boceto histórico sobre la formación del investigador; por eso con beneplácito y en nombre de la comunidad Académica, le damos la bienvenida y le comunicamos con la emoción de quienes reciben una gratificación por su llegada e integración a nuestro grupo académico; por eso en nombre de todos, lo invitamos a ocupar su Sillón Nº XI, el cual hace 100 años su tío Bernardo Herrera Vegas ocupó como uno de los Fundadores de nuestra Institución.

¡Sea usted bienvenido!

 

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Cincuenta y nueve años… de graduados*

Cincuenta y nueve años de graduados ¡una pelusa!

Cuán bien recuerdo, cuando el bachillerato terminamos.

Cuatro años de secundaria habían finalizado.

¡Qué tiempo tan largo! ¡Y ahora seis años más!

Era algo de nunca acabar.

Es que el tiempo, en aquel entonces caminaba despacio.

Y luego un año de medicina rural; largo también.

¡Y que sola y atractiva es la medicina rural!

En un pueblo, al lado del sacerdote y el jefe civil,

el médico una autoridad indiscutible llega a ser.

"Más vale ser cabeza de ratón que cola de león".

Pero, pero de quedarse tendría que ser para toda la vida.

Y en aquella época, algo largísimo, toda una vida era.

Imposible mantenerse al día en los avances de la medicina,

sin siquiera la posibilidad de los problemas dudosos resolver.

El ejercicio solitario de la profesión, sin la bibliografía adecuada,

sin la posibilidad con otros colegas, los difíciles casos consultar,

quedarse era enterrarse como profesional. ¡Había que salir!

Mirando hacia atrás ¡cuantas cosas han cambiado! ¡cuantas!

La medicina un apostolado era, sin que lo económico lo esencial fuera,

Mas el arte que la ciencia predominaba,

y el amor, eje fundamental del ejercicio profesional, era.

Amor al ser humano como un todo: cuerpo y espíritu UNO.

Ya esa medicina no existe: ahora la tecnología,

casi la función de cada célula es capaz de investigar.

Pero esa célula no tiene nombre ni apellido.

No es, ni puede un ser humano ser:

¡este, entre la niebla llegó a desaparecer!

Y se habla del caso número tal, disecado hasta más no poder.

Sí, es cierto, más vidas pueden, sólo por un tiempo prolongarse,

porque la muerte, por el hombre nunca, nunca será vencida.

Y si alguna vez, recién graduados creímos, que partíamos lanzas con ella,

si la consideramos nuestra enemiga, y si nos envanecimos,

cuando alguna vez "triunfantes" derrotarla creímos,

ahora, cuando se nos acerca, después de derrotarnos una y otra vez,

más vale darle la mano, y en nuestra amiga convertirla.

A lo mejor una bella compañera resulta, que sólo nos recuerda,

que cada minuto, cada segundo, debemos disfrutar y agradecer.

A Dios gracias, por los de la Promoción que todavía estamos.

Y roguemos por los compañeros que hoy de menos echamos.

¡Como se fue el tiempo entre nuestras manos!

Dr. Miguel A Römer.

17 de febrero de 2005.

*Con motivo de cumplirse 59 años de la Promoción "J.M. Vargas", el 16 de febrero de 2005.