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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.29 n.3 Caracas mar. 2004

 

Crítica de libros

Biogeografía, la dimensión espacial de la evolución.

Angel L. Viloria

Mario Zunino y Aldo Zullini (2003)

Biogeografía, la dimensión espacial de la evolución.

1a ed. castellana, aumentada y corregida. Fondo de Cultura Económica. México DF. XII+359 pp.

Mario Zunino y Aldo Zullini son profesores universitarios italianos de sólida trayectoria académica (en Urbino y Milán), zoólogos (entomólogo y nematólogo) dedicados a la investigación y a la divulgación científica. No parece casual su procedencia del norte de Italia, lugar de origen y escenario de gran actividad intelectual en torno a la biología evolutiva. El texto que aquí se comenta tiene parte de sus raíces en la tradición de lo que hoy puede llamarse la "escuela evolucionista italiana", cuya época de oro produjo el debate de la hologénesis de Daniele Rosa, depositó a gran distancia la semilla del pensamiento crítico y la revolución panbiogeográfica de Léon Croizat, y gestó, a lo largo de un siglo, la formación de pensadores de la teoría evolutiva y la biogeografía como Giuseppe Colosi, o como Baroni-Urbani, Barsanti, Colacino, Omodeo, Rizzotti, Simonetta, Zullini y Zunino, entre otros.

Biogeografía, la dimensión espacial de la evolución apareció originalmente en 1995 en lengua italiana (Casa Editrice Ambrosiana, Milano) e inmediatamente tuvo gran demanda, no solamente por sus contenidos y originalidad sino por ser hasta este momento el primer y único tratado sobre la materia que haya circulado en el ámbito italoparlante. Esta particularidad es poco menos que incomprensible, dada la inclinación intelectual arriba mencionada. Quizá hacia principios de los 90 la acumulación de impresos técnicos alcanzó finalmente un punto crítico en el que fue necesario compilar y sintetizar al menos siglo y medio de ideas en torno a los múltiples problemas que resultan de la observación y el estudio de la distribución de lo que vive en la tierra. Así imagino que nació este texto de estudio, con cuyas ilustraciones es posible pasar revista rápidamente al complejo escenario de los fenómenos biológicos en relación al espacio.

Existen cientos de libros sobre el tema, pero éste es notable porque condensa en un solo cuerpo el desarrollo del pensamiento biogeográfico anglosajón, de Wallace a nuestros días, la original y no siempre reconocida contribución de italianos y otros europeos a las grandes controversias evolutivas, y la novedosa y muy creciente escuela de biogeografía latinoamericana. Que la primera traducción al castellano, aumentada y corregida, venga a aparecer en México obedece ya no sólo a las experiencias y/o nexos académicos de los autores en ese país, sino también a la necesidad de ponerle un ingrediente fundamental a la enseñanza de la biogeografía en un sitio que es hoy por hoy epicentro de discusión y difusión de ideas para la nueva comprensión del continente americano. América es un escenario riquísimo y variado en espacios y organismos vivos; modelo ejemplar de complejidad, diversidad y contingencias históricas.

En una visita a México en octubre 2003, en ocasión de celebrarse con gran entusiasmo y sentido de pertenencia entre los asistentes las Jornadas Biogeográficas de la Red Iberoamericana de Entomología Sistemática, tuve la sensación vívida de que la biogeografía en América Latina es un caldero en ebullición. Nunca antes se había explorado y explotado el tema por tantos investigadores, la mayoría autóctonos, como en el último lustro. En el ámbito latinoamericano, tampoco se habían tratado en esta ciencia tantos temas fundamentales en tan corto tiempo. Circuló en esa reunión la novedad del texto de Zunino y Zullini, y cada quien procuró su ejemplar en las librerías del Fondo de Cultura Económica. Pronto aparecerán las memorias escritas de aquella jornada, y esta Biogeografía será cita obligada en muchos de sus capítulos.

La edición mexicana, de 2000 ejemplares, diseñada y presentada con elegancia, hace honor a los años de experiencia editorial del FCE. Fue traducida y cuidada por Marcela Pimentel y los autores. La revisión técnica del texto estuvo a cargo de Gonzalo Halffter, quien añadió 26 notas y 23 citas bibliográficas, a las 609 que componen la referencia final de este trabajo.

El texto, como en otros casos, pasa revista concisa a la historia de la biogeografía; sin embargo, contiene una sección de fundamentos conceptuales para el análisis biogeográfico que sobresale por ser clara, inteligible y profusa en gráficos ilustrativos de los asuntos que no pudieran quedar totalmente claros en la lectura del texto. Esta tendencia didáctica es más latina que anglosajona y también ha probado su éxito en casi una docena de libros recientes sobre biología evolutiva, incluyendo la biogeografía, redactados en castellano por expertos latinoamericanos y publicados por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Iniciarse en el estudio de la biogeografía requiere conceptuar claramente lo que es un área de distribución. No obstante, la enorme mayoría de los textos preexistentes no brindan suficiente importancia a esta cuestión, o simplemente la consideran demasiado abstracta o teórica. Siendo éste el tema favorito de uno de los autores (Zunino), queda fuera de duda su empeño especial en desarrollar el tópico de una manera detallada, como nunca antes se había hecho en un tratado de esta naturaleza. La consideración extensa sobre el área de distribución constituye quizás el capítulo más original de esta obra y merece un reconocimiento público especial. También es muy original la manera en que se presentan los esquemas de clasificación de las regiones biogeográficas, materia que los autores catalogan como una forma de "sistemática". Esta visión personal, pero totalmente válida, implicaría tácitamente la necesidad de reglas universales para estabilizar términos y minimizar las muchas ambigüedades clasificatorias que hoy existen. No sería atrevida la premonición de un Código Internacional de Nomenclatura Biogeográfica.

El capítulo 5 es considerablemente largo y aborda exhaustivamente la biogeografía definida en la escala ecológica. Su contenido se complementa con los capítulos 7 y 8, que aportan nociones del problema evolutivo en el ámbito espacial (la vida en el tiempo y el espacio, idea central adelantada en el título del libro), la complejidad y contingencia de la historia geológica y las formas vivientes extintas como testigos de épocas pasadas. Seguidamente se precisan y discuten los enfoques históricos que ha recibido la biogeografía, en ocasiones no sólo disímiles sino contradictorios y controvertidos, para finalizar con la aspiración que toda ciencia persigue: la posibilidad de que los próximos descubrimientos y avances lleven a unificar conceptos y metodologías.

El capítulo 6 fue intencionalmente pasado por alto. Es un pequeño manual, sinóptico, de la biología de las formas vivientes mejor entendidas por los biogeógrafos, una antología de historia natural que en cierta forma pareciera desencajar ligeramente del resto del texto. Pudo haber sido un librito aparte destinado a un público más relajado, pero no es así objetivamente, cuando evaluamos la unidad total del trabajo para entenderlo como tema.

Habrá lectores menos románticos inclinados a defender con más pasión la "dureza" matemática para la legitimación de una ciencia joven y parcialmente marginada como la biogeografía. Seguramente encontrarán gran alivio en descifrar el apéndice metodológico. Dada la agitación y el progreso actual de esta disciplina, esta porción del libro sin duda podrá quedarse corta muy pronto, pero hasta donde llega aquí es suficientemente demostrativa de la búsqueda sostenida recientemente por los expertos para darle dimensión cuantificable a las conjeturas, postulados, hipótesis y teorías biogeográficas.

Al revisar el epílogo y cotejar el glosario especializado o el índice analítico con porciones selectas del texto, resulta obvio que este libro, tratado para uso universitario, actualizado y vigente, toca en su desarrollo varios de los problemas fundamentales de la biogeografía: el área de distribución, el origen de las biotas, el origen (evolutivo) de los endemismos, la amplitud de ocurrencia de las formas de vida y, sobre todo, las maneras que el hombre ha ideado para entender tales fenómenos.

Probablemente en corto tiempo se hará necesaria una segunda tirada de este libro, y eventualmente los editores no tendrán ningún inconveniente en afrontar exitosamente esa posibilidad. Preocupa que el libro llegue de manera segura a las manos de quienes realmente lo necesitan.

Angel L. Viloria, Centro de Ecología

Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas