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versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.30 n.2 Caracas feb. 2005

 

VALORACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD: PERSPECTIVA DE LA ECONOMÍA AMBIENTAL Y LA ECONOMIA ECOLÓGICA

Juana R. Figueroa

Juana R. Figueroa. Química, Universidad Central de Venezuela. Magíster en Gerencia, Universidad de Guayana, Venezuela. Candidata al Doctorado en Formación Empleo y Desarrollo Regional, Universidad de la Laguna, España. Docente Investigador, Centro de Investigación de Gestión Ambiental y Desarrollo Sustentable (CIGADS) de la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG). Dirección: CIGADS-UNEG, Chilemex, sector Chile. Puerto Ordaz, Estado Bolívar, Venezuela. e-mail: jfiguero@cantv.net

Resumen

Los enfoques de la economía ambiental y ecológica con respecto a la valoración de la biodiversidad son comparados en el contexto del desarrollo sostenible, utilizando investigación documental. Los resultados señalan que los métodos de valoración ambiental recogen una mínima parte del valor de los bienes y servicios asociados a la biodiversidad y, en los casos donde son aplicados, los supuestos necesarios tienen alto grado de arbitrariedad. Según la perspectiva del enfoque de la economía ecológica, se concluye que cualquier metodología de valoración debe incorporar información de otras disciplinas con fundamento en sistemas de valores, para que tenga lugar una interacción adecuada entre los sistemas socioeconómicos y ecológicos que garanticen una gestión sostenible de la biodiversidad.

Summary

The approaches of economic and environmental economies with regard to the appraisal of biodiversity are compared within the framework of sustainable development, through documentary research. The results indicate that the environmental appraisal methods collect a minimal portion of the value of goods and services associated to biodiversity and, when applied, the needed assumptions are grossly arbitrary. According to the perspective of ecological economics it is concluded that any appraisal methodology should include information from other fields, based on systems of values, so as to achieve an adequate interaction among socio-economic and ecological systems to warrant a sustainable management of biodiversity.

Resumo

Os enfoques da economia ambiental e ecológica com respeito à valorização da biodiversidade são comparados no contexto do desenvolvimento sustentável, utilizando investigação documental. Os resultados mostram que os métodos de valorização ambiental recolhem uma mínima parte do valor dos bens e serviços associados à biodiversidade e, nos casos onde são aplicados, os supostos necessários tem alto grau de arbitrariedade. Segundo a perspectiva do enfoque da economia ecológica, se conclui que qualquer metodologia de valorização deve incorporar informação de outras disciplinas com fundamento em sistemas de valores, para que tenha lugar uma interação adequada entre os sistemas socioeconômicos e ecológicos que garantam uma gestão sustentável da biodiversidade.

PALABRAS CLAVE / Desarrollo Sostenible / Economía Ambiental / Economía Ecológica / Valoración de la Biodiversidad / Valoración Ambiental /

Recibido: 18/09/2004. Modificado: 26/01/2005. Aceptado: 28/01/2005.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica, establece que "la conservación de la diversidad biológica es interés común de toda la humanidad". No obstante, a nivel mundial, regional y local se manifiesta constantemente preocupación por su considerable reducción, como consecuencia de determinadas actividades humanas, programas de estabilización y reformas económicas implementadas, aunado a la falta de información y conocimiento sobre la biodiversidad.

Es importante conocer y resaltar los valores de la biodiversidad, como estrategia inmediata para la toma de decisiones concernientes a la planificación y desarrollo, pues la mayoría de estas decisiones se basan en consideraciones de índole económica, determinada por las fuerzas que intervienen en el sistema de libre mercado.

El valor económico, junto al ecológico y al científico, son los pilares fundamentales para lograr una utilización sostenible de la biodiversidad. Es importante destacar que la valoración económica no constituye una panacea para todas las decisiones y, que no representa más que uno de los factores que intervienen en el proceso decisorio, juntamente con otras importantes consideraciones políticas, sociales y culturales.

En este sentido, tomar decisiones únicamente sobre la base de la valoración económica, ignoraría los múltiples objetivos, no solamente el económico, de los demás entes involucrados en la toma de decisiones en el proceso de desarrollo económico. Las técnicas de valoración económica no apuntan a entregar el valor de la biodiversidad per se, sino estimaciones del valor económico asociado a ciertos bienes o servicios compatibles con la conservación de la misma.

El propósito de este trabajo es comparar los enfoques de la economía ambiental y la economía ecológica respecto a la valoración de la biodiversidad, en el contexto de desarrollo sostenible y utilizando investigación documental, a objeto de resaltar los valores intrínsicos de la biodiversidad, para que los decisores y planificadores consideren no solo la eficiencia económica, sino también los sistemas de valores o ética de partida en su valoración, procurando una vía adecuada hacia un futuro sostenible.

Importancia de la Biodiversidad

Durante los últimos años la preocupación mundial por la explotación racional de los recursos naturales y ambientales se ha incrementado considerablemente; sin embargo, los programas de estabilización y reformas económicas implementadas han tenido, y siguen teniendo, consecuencias negativas sobre la biodiversidad y los recursos biológicos. Ello implica que, aunque el concepto de desarrollo sostenible esté en boga en todos los ambientes políticos, académicos y científicos, aún no se ha internalizado en términos prácticos su verdadero significado.

La diversidad biológica es un estabilizador ecológico dentro del contexto de desarrollo sostenible, porque mientras mayor sea la diversidad del ecosistema, las especies y los genes, los sistemas biológicos tendrán mayor capacidad de mantener la integridad de sus relaciones básicas (resiliencia). Esta capacidad de los sistemas biológicos asegura la permanencia de los mismos a través del tiempo. En este sentido, la conservación de la biodiversidad puede ser considerada como un elemento esencial de cualquier propuesta de desarrollo sostenible (Holling, 1994; Claro et al., 1996).

La biodiversidad es importante tanto desde el punto de vista ecológico, ya que los ecosistemas mantienen el equilibrio de funciones vitales para la vida de las especies, incluyendo al ser humano, como desde el punto de vista socioeconómico, por el sostén que brinda en términos de materias primas para procesos de producción o bienes para el consumo y servicios ambientales.

Muchos autores consideran funciones ambientales y servicios ambientales como términos equivalentes. En realidad no existe una definición y clasificación única y acabada sobre los servicios ambientales. Algunos autores (Hueting, 1990) diferencian entre servicios ambientales, funciones ambientales y bienes ambientales. Definen bien ambiental como producto de la naturaleza directamente aprovechado por el ser humano, funciones ambientales o ecológicas como los posibles usos de la naturaleza por los humanos, y servicios ambientales como las posibilidades o el potencial a ser utilizados por los humanos para su propio bienestar. Otros autores (De Groot, 1992) consideran que los ecosistemas proveen solamente funciones reguladoras, productivas, portadoras e informativas. Lo importante es entender como la sociedad percibe los usos de los flujos de servicios ambientales que provienen de un ecosistema de sus especies y de su material genético.

Los recursos de la biodiversidad constituyen un potencial enorme para el desarrollo sustentable futuro en base a nuevas alternativas de uso, especialmente en lo referente a los recursos genéticos, las plantas medicinales para la obtención de nuevos fármacos y los microorganismos, el ecoturismo, la agricultura en base a las especies nativas, la cría de animales para diversos fines y el manejo forestal, entre otros.

La Figura 1 muestra en forma esquemática los servicios que presta la biodiversidad en las tres dimensiones: genes, especies y ecosistema.

Valoración Económica

La valoración económica del medio ambiente consiste en darle un valor monetario a bienes y servicios ambientales que no son transados en los mercados y por tanto no tienen precio explícito (CONAMA, 1998a, b).

La noción de valoración económica de la biodiversidad solo es capaz de reconocer aquellos valores asociados a una posición ética denominada subjetivismo antropocéntrico (Oksanen, 1997), demostrando que los valores económicos no se encuentran en la diversidad biológica ni en los entes biológicos que la determinan, sino que son generadas por las personas que la valoran, y definiendo el valor económico de un recurso natural como la sumatoria de los montos que están dispuestos a pagar todos los individuos involucrados en el uso o manejo de dicho recurso.

La disposición a pagar refleja las preferencias individuales por el bien en cuestión, siendo la valoración económica de un recurso natural o ambiental la medida monetaria de las preferencias de los individuos.

Cabe aclarar que lo que se valora no es el medio ambiente o la vida en sí, sino las preferencias de las personas por cambios en el estado del medio ambiente o por cambio en los niveles de riesgo para sus vidas (o la de otros seres humanos). En este sentido la valoración económica es antropomórfica y está influenciada por la cultura del grupo poblacional al cual se le pregunta sus preferencias. Es, por lo tanto, una valoración para las generaciones actuales, más que para las generaciones futuras. Aceptar que sean los consumidores los que determinen en definitiva la estructura productiva y distributiva de la sociedad supone aceptar como bueno el principio de la soberanía del consumidor y el sistema de democracia del mercado.

La valoración económica se refiere fundamentalmente a determinar una curva de demanda para los bienes y servicios de los ecosistemas; es decir, el valor que las personas le asignan a los recursos biológicos, expresado en términos monetarios (Azqueta y Field, 1998).

El valor intrínseco de la diversidad biológica, no puede ser reducido a una unidad monetaria. Este supuesto es argumentado por los científicos de la economía ecológica (Castilla, 1992a, b; Bermejo, 1994; Martínez, 1995; Naredo, 1996; Daly, 1998), quienes descalifican la valoración económica como un problema metodológico.

El objetivo principal de la valoración económica es indicar la eficiencia económica general de los usos alternativos de la biodiversidad, sin considerar los aspectos relacionados con la equidad de las decisiones. Los conocimientos científicos actuales acerca de los sistemas ecológicos no proveen la información necesaria para realizar una evaluación económica exhaustiva. Por último, la valoración económica de la biodiversidad está íntimamente ligada a beneficiar las condiciones humanas, sin importar el impacto sobre el resto de los seres vivos.

En resumen, la valoración monetaria de la biodiversidad tiene limitaciones, y son necesarios muchos supuestos que la hacen muy criticable en los casos en que se intenta hacerla. Es desaconsejable para la gestión ambiental. La tentación de poner precio para que el mercado dirija la gestión es un riesgo que hay que tener presente. Desde una perspectiva más ecológica, la conservación de la biodiversidad debe responder a criterios morales más que a consideraciones de eficiencia económica.

Valor Económico Total (VET) de Proteger la Biodiversidad

Los valores económicos asociados a la protección de la biodiversidad son diversos y de distintos tipos. El valor económico total (VET) permite, conceptualmente, agrupar la totalidad de los diferentes valores económicos de la diversidad biológica, distinguiendo las distintas maneras en que éstos benefician al ser humano (Pearce y Morán, 1994).

El VET pone de manifiesto que la biodiversidad ofrece una gran variedad de bienes y servicios, tanto bienes tangibles básicos para la subsistencia, tales como comida y plantas medicinales, como servicios ecosistémicos o ambientales que apoyan la totalidad de las actividades humanas.

En términos simples, el VET de la biodiversidad está formado por los valores de uso y valores de no uso. Los valores de uso están asociados a la satisfacción de preferencias y necesidades derivadas del uso de recursos biológicos, los cuáles a su vez se dividen en valores de uso directo, valores de uso indirecto y valores de uso de opción o valor potencial. Los valores de uso directo, a su vez, son subdivididos en valor de uso directo extractivo y valor de uso directo no extractivo.

Son valores de uso directo, en cuanto reportan beneficios a los seres humanos, a través de productos o servicios. Es el valor más obvio, pero no siempre es posible medirlo en términos económicos. Por ejemplo, en el caso de un bosque se puede evaluar el valor directo de la madera mediante los precios vigentes en el mercado. Sin embargo, en el caso de las plantas medicinales, ¿cómo se podría evaluar el valor directo por el valor de las vidas salvadas?

Los valores de uso directo extractivo, son aquellos usados como materia prima y bienes de consumo tales como producción de madera, leña y forraje, producción de peces, gomas, cultivos, nueces, frutas, cosechas, agricultura de subsistencia, cacería y pesca.

Los valores de uso directo no extractivo son aquellos percibidos por los individuos tales como actividades recreativas (ecoturismo, pesca deportiva y otras actividades de recreación), actividades culturales y religiosas, estética, artística, educacional, espiritual y valores científicos.

Los valores de uso indirecto de la biodiversidad corresponden principalmente a las funciones ecológicas o ecosistémicas, tal como lo plantean la mayoría de los autores (Pearce y Morán, 1994; Barbier et al., 1997). Estas funciones ecológicas cumplen un rol regulador o de apoyo a las actividades económicas que se asocian al respectivo recurso. Generalmente benefician a la sociedad entera más que a un grupo limitado de personas, y su valor económico reside en que sustentan gran parte de los recursos biológicos asociados a los valores de uso directo, permiten la actividad económica e incrementan el bienestar de las personas. Las contribuciones económicas de estas funciones no son transadas en los mercados y en general son ignorados en los procesos de gestión de los sistemas biológicos (Barbier et al., 1997).

Respecto al valor de no uso, éste no implica interacciones hombre-medio y se asocia al valor intrínsico del recurso biológico.

La Economía Ambiental

La economía ambiental está focalizada en la valoración monetaria de los beneficios y costos ambientales. Los supuestos de los que parte la economía neoclásica, plantean serios problemas. Como lo señala Hauwermeiren (1999), el principal de estos problemas es que los bienes y servicios ambientales tienen frecuentemente un valor de uso, pero no de mercado.

En este sentido el debate en torno a la valoración monetaria del medio ambiente se presenta en diferentes ámbitos del análisis económico. La economía ambiental y de los recursos naturales estudia dos cuestiones principales, el problema de las externalidades ambientales y la asignación intergeneracional óptima de los recursos agotables.

La Economía Ecológica

Ésta es considerada como una crítica ecológica a la economía convencional. Se trata de un nuevo enfoque sobre las interrelaciones dinámicas entre los sistemas económicos y el total del conjunto de los sistemas físico y social. Hace de la discusión de la equidad, la distribución, la ética y los procesos culturales un elemento central para la comprensión del problema de la sustentabilidad. Es por lo tanto una visión sistémica y transdiciplinaria que trasciende el actual paradigma económico (Hauwermeiren, 1999).

La economía ecológica propone un sistema económico eco-integrador que modifique los objetivos de la producción, el modelo de consumo, la orientación del cambio tecnológico y de las relaciones entre naciones subdesarrolladas e industrializadas. Esta disciplina es crítica de la economía ambiental en cuanto a el sistema económico, la concepción de bienes, el mecanismo de interiorizar las externalidades y al mecanismo de mercado en la gestión ambiental.

Según Daly (1998) la economía ecológica se articula sobre tres nociones biofísicas fundamentales: a) La ley de la conservación de la energía en un sistema cerrado, donde la energía mecánica, química, térmica, eléctrica o potencial es constante; la materia y la energía no se crean ni se destruyen, solo se transforman. b) La ley de la entropía, que dice que la materia y la energía se degradan continua e irrevocablemente desde una forma ordenada a una forma desordenada, es decir, desde una forma disponible a otra forma no disponible, independientemente de que sea utilizada o no. c) La imposibilidad de generar más residuos de los que puede tolerar la capacidad de asimilación de los ecosistemas, so pena de destrucción de los mismos y de la vida humana.

La economía ecológica supone una visión sistémica y transdiciplinaria, que trasciende la perspectiva del paradigma económico predominante en la actualidad. Reconoce que la racionalidad económica y la racionalidad ecológica no son suficientes por si solas para alcanzar decisiones correctas acerca de los problemas ecológicos y/o económicos.

Comparación entre los Enfoques

Los enfoques de la economía ambiental y de la economía ecológica difieren en el análisis que respectivamente hacen del concepto de desarrollo sostenible.

La economía ambiental parte del supuesto de que las preferencias individuales se pueden sumar para obtener las preferencias de la sociedad en su conjunto. Esto implica aceptar el principio de la soberanía del consumidor y el sistema de democracia del mercado. En todo caso, lo que se valora son las preferencias de las generaciones presentes y no una medida exacta del valor del recurso. Además, es casi imposible conocer las preferencias de las generaciones futuras.

Por otra parte, la posibilidad de sumar los diferentes valores se ve restringida por la dificultad de reducir los mismos a una unidad de medida común. Es casi imposible asignar valor monetario a bienes y servicios intangibles tales como el valor de existencia, de legado y a los valores ecosistémicos.

Para poder calcular o tratar de calcular los valores de los bienes o servicios que provee la biodiversidad, estos métodos de la economía ambiental aplican una reducción del universo con una visión unidimensional, lo que implica que muchos bienes y servicios ecosistémicos quedan fuera del análisis, tratando de adaptar la realidad a lo restringido de la metodología.

Elegir una alta tasa de interés de mercado implica que la tasa de descuento correspondiente refleja una mayor importancia del consumo presente, lo que representa mayor extracción de recursos naturales, si es que no lleva a su destrucción. Según Castilla (1994) esto es una prueba clara de que la valoración económica va por un lado y el funcionamiento de los ecosistemas por otro.

La economía ecológica, por su parte, sustituye las preferencias individuales por un estándar de aceptación general. Propone la utilización de medidas físicas en el entendido de que es imposible traducir ciertos servicios ambientales únicamente en medidas monetarias. Sugiere un enfoque sistémico que permite captar la complejidad de los sistemas que abarca y de las interrelaciones existentes entre ellos. Trata de adaptar la metodología a lo complejo de la realidad. Propone un modelo ecointegrador que modifique los objetivos de la producción, el modelo de consumo, la orientación del cambio tecnológico y de las relaciones entre naciones subdesarrolladas e industrializadas.

La economía ecológica se basa en principios éticos y sociales que sobrepasan el ámbito puramente económico. Sugiere una tasa de descuento igual a cero, lo que implica igual importancia en el presente y el futuro para los recursos de la biodiversidad.

Lo que subyace y diferencia los enfoques ambiental y ecológico es el sistema de valores o la ética de donde parten los mismos. Frente a la idea de un beneficio financiero a corto plazo está la idea de lo sostenible, del mantenimiento de la vida en forma indefinida.

Con base en la discusión previa, en la Tabla I se resume la comparación entre el enfoque de la economía ambiental y la economía ecológica.

Como alternativa a los métodos de valoración económica y de acuerdo al enfoque de la economía ecológica, Hueting (1990) ha propuesto el modelo de desarrollo sostenible que se muestra en la Figura 2.

Es posible decir que la crisis ecológica ambiental es un componente destacado de la crisis global de nuestra civilización industrial, por lo que no se puede estudiar separadamente del contexto general. Por eso urge lograr una mejor gestión política, ampliar la legislación en materia medio ambiental, potenciar una educación de respeto al medio ambiente y a las generaciones futuras, y desde el terreno de la filosofía práctica, diseñar una ética capaz de enfrentarse a estos nuevos retos.

Conclusiones

Para realizar estudios de valoración económica es imprescindible la adecuada comprensión del papel que desempeña la biodiversidad en los propósitos centrales de la sustentabilidad. Según la perspectiva del enfoque de la economía ecológica, cualquier metodología de valoración debe incorporar información de otras disciplinas con fundamento en sistemas de valores, para que tenga lugar una interacción adecuada entre los sistemas socioeconómicos y ecológicos que garantice una gestión sostenible de la biodiversidad. Dado que los valores de existencia y los valores de opción de los recursos biológicos son metodológicamente difícil de medir en términos monetarios, en estos casos, los métodos de valoración económica deben utilizarse solo como instrumentos complementarios para las políticas de asignación de recursos. Las técnicas de valoración no apuntan a entregar el valor de la biodiversidad per se, sino estimaciones del valor económico asociado a ciertos bienes o servicios compatibles con la conservación de la misma.

REFERENCIAS

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