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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.31 n.7 Caracas jul. 2006

 

LA DIMENSIÓN ÉTICA EN LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA

Para quienes desarrollamos nuestro quehacer científico en la segunda mitad del siglo XX los equilibrios en las relaciones entre individuo, ciencia y sociedad se vieron sacudidas por cambios de gran importancia en la consideración ética de la actividad científica.

Ante los grandes avances logrados, el descomunal aumento del conocimiento científico y tecnológico y de su acervo bibliográfico, y la velocidad y alcance logrados en la difusión de tales avances, aquellos cambios en la relevancia de los aspectos éticos pasaron casi desapercibidos para muchos.

La humanidad fue sacudida por eventos casi inconcebibles, y ciertamente increíbles, que la tornaron conciente de tal dimensión ética. Dos hechos ocurridos en la década de los años 40 marcaron el cambio de rumbo: la inaudita actitud de los nazis de exterminación masiva y asquerosos experimentos en humanos, y los bombardeos atómicos a poblaciones civiles llevadas a cabo por los aliados.

Pero hubo mucho más. La biotecnología y la genética molecular han abierto fronteras y posibilidades antes no pensadas. Las perspectivas de cambios radicales en la distribución de especies y de control de las mismas, incluyendo a los humanos, sobrepasaron la preocupación de un posible uso indebido de los resultados de investigaciones puntuales. Fuera del ámbito de los laboratorios, la destrucción progresiva e irreversible de la naturaleza y sus recursos, los hallazgos de cambios climáticos que apuntan a un futuro incierto para la vida como la conocemos y las restricciones impuestas por los mecanismos de protección de mercados, son nuevos escenarios que despiertan inquietud por sus facetas éticas.

Ya no se trata solamente de faltas por plagio de contenidos o alteración de resultados, que no son raras, sino de situaciones derivadas de la investigación y el conocimiento que llevan a consecuencias desconocidas o insospechadas que alcanzan hasta la destrucción masiva.

La preocupación ha existido siempre, pero es en tiempos recientes cuando se ha comenzado a insistir en una ética de la ciencia y a considerarla en ámbitos políticos, educativos, institucionales y otros. La ética no viene a ser una añadidura novedosa a la ciencia, sino que está imbuida en las labores de investigación científica; ella no solamente intenta aclarar los valores morales del trasfondo de la actividad, sino que sustenta su discusión pública, el nuevo diálogo entre ciencia, industria y sociedad, se adentra en la responsabilidad social de la ciencia y, en fin, en la gobernabilidad de la ciencia y la tecnología.

Si bien todos aquellos quienes están involucrados en la formulación y ejecución de las políticas de ciencia y tecnología tienen su cuota de responsabilidad, quienes tienen mayores y más inmediatos conocimientos acerca de los beneficios y peligros de un aspecto determinado de una aplicación de los logros científicos y tecnológicos tienen una responsabilidad especial adicional de usar esa percepción. La responsabilidad ética del investigador es primaria. Esta responsabilidad no es grande o pequeña…es permanente, pues el conocimiento implica co-responsabilidad moral.

En las últimas décadas, en toda nuestra región se constituyeron comités asesores de bioética a nivel internacional, nacional, local y hasta institucional. Se legisló sobre bioética. Las leyes y los comités de bioética se ocuparon de proteger a las personas sujeto de investigaciones médicas, reglamentar la experimentación animal, opinar sobre temas objeto de controversia relacionados a la práctica médica, en especial aquellos que conciernen a la eutanasia, y analizar temas relacionados con la investigación en genética y reproducción humana.

Pero hoy en día los aspectos éticos de la ciencia y la tecnología abarcan mucho más que los problemas de índole médica, alcanzando a todos los campos del saber científico y también a sus relaciones con la sociedad y su responsabilidad frente a ella.

Por ello, en los últimos diez años se han establecido comités (internacionales, nacionales o locales) de ética en la ciencia y la tecnología, con una visión mucho más amplia que los anteriores comités de bioética. Los alcances de la ética de la ciencia van más allá de la investigación médica y las personas, comprenden al ambiente y todos sus componentes, o sea, la continuidad de la vida en este planeta, incluyendo la preservación de la biodiversidad, y también tocan a la utilización pacífica de los logros de la ciencia y la tecnología.

Los dilemas éticos de la ciencia no se resuelven estableciendo comités, normas y códigos, sino a través de la cabal comprensión, por parte de todos los actores, de las implicaciones y efectos de los hallazgos científicos. Cabe recordar que mientras más sabemos, más ignoramos de la realidad, y también de las consecuencias de nuestro saber.

Miguel Laufer

Interciencia