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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.31 n.9 Caracas sep. 2006

 

La misión ciencia.

Máximo García Sucre, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas

La Misión Ciencia fue anunciada el 13-12-2005 por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y lanzada oficialmente el 19-02-2006 por el mismo Presidente en el marco de su programa semanal semanal de radio, Aló Presidente. Si tomamos esta última fecha como inicio de la Misión, han pasado 6 meses durante los cuales se han llevado a cabo muchas discusiones, expuesto diversos enfoques, y elaborado esquemas y planes. Es comprensible que haya sido así, ya que se trata de una idea novedosa en política de desarrollo científico y tecnológico que el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT), entre otros ministerios, ha quedado encargado de llevar adelante hasta su concreción.

Se han establecido cinco áreas prioritarias: Salud, Hábitat y Desarrollo Endógeno, Energías, Soberanía y Seguridad Alimentaria, y Seguridad y Defensa. Además se formuló un plan de formación en Ciencias Básicas con un ambicioso sistema de becas de postgrado y pregrado (2000 y 5000 becas respectivamente hasta ahora) en las universidades nacionales, con miras a la formación de nuevos científicos y tecnólogos que le den apoyo al desarrollo de las áreas mencionadas. Así mismo, se incluyó una vertiente internacional que igualmente venga a dar apoyo a las actividades de investigación, aplicación tecnológica, innovación y formación de nuevas capacidades. El Primer Encuentro Cuba-Venezuela en Apoyo a la Misión Ciencia, llevado a cabo en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) del 1 al 3 de agosto pasado, es un ejemplo del inicio de esta colaboración internacional. Por otro lado, la Misión Ciencia debe llegar a todos los estratos de la población, para lo que se la ha dotado del mayor presupuesto (941000 millones de bolívares, equivalentes a 438 millones de USD) de plan de desarrollo científico alguno en Venezuela. Se trata, pues, de un plan realmente ambicioso, que pudiera cambiar el panorama científico venezolano, con importantes consecuencias en el nivel de desarrollo social, económico y cultural del país.

Semejante reto ha propiciado el planteamiento de diversos enfoques sobre la naturaleza de la ciencia y la tecnología. Como es sabido, la discusión sobre estos diversos enfoques prosigue no solo a nivel nacional. Persiste internacionalmente, y va desde los foros de la UNESCO hasta las organizaciones que se ocupan de la preservación del ambiente. Soy de la opinión que este debate ha quedado superado en lo que concierne a la Misión Ciencia. Porque, independientemente de que la ciencia sea o no una actividad donde los esquemas de poder luchan descarnadamente, abra o no posibilidades insospechadas de dominación, ésta sigue teniendo una estructura, que si no se tiene en cuenta, no se está haciendo ciencia. Y lo mismo ocurre con la tecnología. Por lo tanto, lo recomendable es respetar esos rasgos estructurales fundamentales, por un lado de la ciencia y por otro de la tecnología, teniendo en cuenta las peculiaridades de cada rama del conocimiento (por ejemplo, tener en cuenta las peculiaridades de las ciencias naturales y las peculiaridades de la ciencias sociales). Esto, independientemente de los diversos enfoques epistemológicos, cuya discusión sigue y seguirá siendo, por mucho tiempo, intelectualmente estimulante.

Inicialmente se hizo una convocatoria de preproyectos que tuvo la utilidad de dar una idea más concreta de las diversas líneas de investigación que los investigadores estaban dispuestos a desarrollar en el marco de la Misión Ciencia. Se recibieron más de 1000 proyectos, de los cuales 153 provinieron del IVIC, instituto adscrito al MCT. Con base en esa información, se hizo a todo el país, del 18-06-06 al 18-07-06, una Convocatoria de Capacidades en las áreas de Salud, Hábitat y Desarrollo Endógeno, Soberanía y Seguridad Alimentaria, para la solución de problemas. Más recientemente, y con la misma metodología, se hizo la correspondiente convocatoria en Energías, la cual permanecerá abierta hasta el 05-09-06. Con estas convocatorias podrán identificarse los laboratorios y grupos de trabajo, con sus respectivos temas de investigación, con miras a poder identificar cuáles podrían ser los nodos de las redes que se formarán, una vez que los diversos grupos presenten sus proyectos de investigación. Es decir, que después de las recientes convocatorias de capacidades, vendrá una convocatoria para la formulación de proyectos. Estos podrán ser un desarrollo de los preproyectos presentados inicialmente, o de nuevos proyectos.

En el marco de la Misión Ciencia, las labores de investigación, innovación y extensión se harán trabajando en redes de grupos de investigación. Es una estrategia que tiene en cuenta el carácter sistémico de la ciencia, de la tecnología y sus aplicaciones. Como todos sabemos, un sistema está formado por diversas partes y las conexiones que estas tienen entre sí. Los nodos mencionados son las partes de la red, y las conexiones vendrán dadas por la manera como estos nodos se van a relacionar entre sí. El rendimiento de las redes dependerá de la calidad del trabajo en cada nodo, pero también dependerá, y mucho, de la manera como estos nodos van a ser conectados entre sí. Una red con demasiados nodos será de más difícil manejo y, por lo tanto, se deberá optimizar su rendimiento. Si tiene muy pocos nodos tenderá a no funcionar como una red, sino como un grupo de trabajo. Si está excesivamente interconectada, eso tenderá a obstaculizar el trabajo en cada nodo, y a disolver responsabilidades. En breve, hay todo un trabajo de organización y optimización al cual se ha abocado el MCT, como una de sus principales actividades. Aunque no la única, y esto es importante de subrayar, porque la Agenda Ordinaria del Ministerio continúa. Es decir, la agenda donde se prosigue con los proyectos de investigación, innovación y extensión, y formación de capacidades, que viene desarrollando el Ministerio desde el año 2000. La Misión Ciencia, es una nueva actividad que se agrega a esa Agenda Ordinaria a partir de febrero de 2006, en la que predomina el carácter aplicado, en contraste con la Agenda Ordinaria, en la que se ha procurado un balance entre los proyectos aplicados y los de investigación básica.

Todo gran reto trae consigo la posibilidad de no tener éxito. Ese es el riesgo. Pero también trae consigo la posibilidad de tenerlo. Sería ideal que para que esto último ocurriera, logremos trabajar con dedicación y honestidad, porque si ésto llega a ser el caso de la Misión Ciencia, habremos dado un paso muy importante en pro del nivel científico, tecnológico, social, económico y cultural del país.

MISIÓN CIENCIA: PRODUCCIÓN, ENSEÑAZA Y GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO

Rigoberto Lanz, Universidad Central de Venezuela

Como luce evidente, hay una parte importante de la discusión sobre la Misión Ciencia que reposa en confusiones y malentendidos. Demasiadas interpretaciones libres, exceso de sobre-entendidos, abundancia de prejuicios y recepciones acomodadas al gusto. Estos vicios interpretativos son muy comunes en las grillas intelectuales y en las trifulcas políticas de la opinión pública. Desde luego, también encontramos enredos conceptuales que provienen de otros lados. Tratándose de un asunto tan sensible en la cultura occidental como la ciencia y la técnica es más que comprensible que nos consigamos con frecuencia con actitudes intelectuales que son más bien aptitudes culturales. En lo que me toca en este interesante diálogo que transcurre de maneras muy heterodoxas, creo que es posible puntualizar varios problemas que resuenan recurrentemente. Veamos:

Lo que entiendo por "ciencia"

La "ciencia" a la que nos referimos en este debate es estrictamente el modelo epistémico que se instaló en occidente con la Modernidad a partir del siglo XVIII. Poco importa la historia de las ideas o lo que acontecía con los griegos hace miles de años o lo que piensa este o aquel autor. Esa "ciencia" consiste en una lógica del conocimiento (prácticas y discursos articulados a redes semióticas precisas) que se desparrama por todos los tejidos sociales (cultura, escuela, opinión pública, etc.) conformando un sistema de reglas, un cuerpo de parámetros de validez, unos criterios de legitimación de saberes, unas pautas de aplicabilidad (tecnología). Este modo de producir, circular y consumir el conocimiento se hizo históricamente dominante en el marco de la Modernidad triunfante, merced a la articulación con las redes socio-políticas del poder. Las ciencias devienen "la" ciencia merced a los múltiples deslizamientos de la ética, la objetividad y la retórica del bien común. La "ciencia normal" es un sistema de creencias, procedimientos, convenciones, maneras de conocer, modos de enseñar y formas de gestionar el conocimiento que pertenecen a una cultura, que son constitutivas de las relaciones de dominación que prevalecen en este tipo de sociedades. Esta lógica no depende de la intención o la voluntad de este o aquel investigador. Se trata de una racionalidad fundante, la misma de la Modernidad; lo que está en juego es un modelo cognitivo completo y este o aquel "exceso" de los "malos usos" del conocimiento científico.

La ciencia que se enseña debe ser transformada radicalmente

En este punto no sé por qué persisten las confusiones: el paradigma de ciencia impuesto desde hace siglos por imperio del poder es el mismo modelo de ciencia que se impone en todo el sistema educativo, sin excepciones. No es posible una cambio de paradigmas en la gestión científico-técnica que se haga la vista gorda con lo que se está enseñando (y cómo se está enseñando) en el espacio escolar. Allí los desafíos son muy grandes. Se está luchando contra una mentalidad instalada por siglos, remachada por todos los aparatos simbólicos de la sociedad, regimentada por los imperativos del Estado y cuidadosamente administrada por la extendida burocracia de la ciencia, incluidas legiones de académicos que funcionan estrictamente en la misma longitud de onda. Este problema se vive de manera mucho más aguda en organizaciones expresamente consagradas a esta finalidad, como los Pedagógicos o las Facultades de Educación. Los diagnósticos abundan. Los planteamientos sobre el estado de este problema son numerosos. ¿Qué falta entonces? Sencillamente la voluntad verdadera de generar un proceso de transformación que toque la propia base epistémica donde reposa toda esta arquitectura de planes de estudio, lógicas curriculares, concepciones docentes, trayectorias de formación, organización de experiencias, etc. Las mismas resistencias que se encuentran en los viejos aparatos de la ciencia frente a los procesos de cambio van a aparecer a su turno en el seno de estas universidades pedagógicas urgidas de mutaciones conceptuales, históricas y organizacionales. En el fondo es el mismo proceso: cambio cualitativo de los modos de producción de conocimiento y modificación profunda de los sistemas de enseñanza. Una cosa evoca a la otra, recordándonos que de lo que se trata es de una revolución cultural.

Los modelos de gestión no son neutros... tampoco el de ciencia y tecnología

Hemos insistido en la simultaneidad del esfuerzo de transformación en el triángulo que conforman la producción, la enseñanza y la gestión de la ciencia. Hay una falsa creencia según la cual "lo administrativo" es una suerte de tierra de nadie donde solo cuentan los atributos abstractos de las competencias profesionales. Esta simplificación se acomoda bien a los intereses objetivos de un amplio funcionariado que hace de sus prácticas y discursos un modelo funcional a la lógica prevaleciente en el plano de la producción científico-técnica y en la esfera de la enseñanza. Nada de ello es casual. Asistimos a la propagación de una racionalidad que circula en todo el entramado del Estado y se difunde al conjunto de la sociedad. Esos modelos de gestión, tanto en su lógica organizacional estricta, como en el clima cultural donde se reproducen, expresan claramente los contenidos de las relaciones de dominación que sirven de lecho a todas las prácticas sociales de esta sociedad. Por ello los cambios que se emblematizan en la Misión Ciencia tienen también una fuerte carga cuestionadora dirigida hacia las viejas estructuras burocráticas que pautan un tipo de relacionamiento con la sociedad, un modo elitesco de apropiación del conocimiento, una forma disciplinaria de organizar los saberes.

La apuesta por el diálogo de saberes y la democratización del conocimiento

En un nuevo paradigma de las ciencias y de las técnicas el principio rector es la horizontalización de las prácticas culturales, el destronamiento de las jerarquías burocráticas y de las pretensiones de "superioridad" de las prácticas culturales o cognitivas. Las sociedades son lo que son en buena medida por la naturaleza de sus modos de producir conocimiento, por el modo como garantizan la comunicación de sus saberes, por la riqueza de las tradiciones colectivas en la fecundación de sus acerbos. Allí los saberes tradicionales tienen algún aporte que hacer, la vieja ciencia incluida. Lo que cuenta es la instauración de una nueva lógica en la producción y apropiación de saberes; el establecimiento de formas democráticas en todos ámbitos para legitimar los saberes que finalmente se hacen patrimonio de los pueblos. El diálogo de saberes es efectivamente esta nueva racionalidad en donde los puntos de partida epistemológicos se entrecruzan con los efectos prácticos de la acción de la gente. Los desarrollos tecnológicos más sofisticados, los saberes especializados más complejos se entreveran con saberes históricamente acumulados por la práctica de los pueblos en distintas esferas de la actividad social. Estos tejidos semióticos no pueden ser enseñados de cualquier manera: hace falta aquí una verdadera conmoción del viejo modelo pedagógico que abra paso a una concepción de la formación -para toda la vida- en donde lo esencial consista en el cultivo de la más alta sensibilidad y la más completa performatividad, es decir, el tránsito por procesos de formación donde el cultivo del espíritu corre parejo con la dotación de dispositivos cognitivos de la más alta calidad. Ese escenario dista mucho de los espacios pedagógicos tal como los padecemos hoy en nuestras universidades. De allí la necesidad de articular la labor de soporte empírico de los ambientes de investigación con el trabajo de carpintería mayor de rediseñar profundamente el paisaje académico de la enseñanza de las ciencias en Venezuela.

Un nuevo paradigma para las ciencias y las técnicas demanda un esfuerzo sostenido de implantación de los nuevos tejidos institucionales que concuerden con los sentidos más profundos de una revolución cultural de esta envergadura. Allí no hay línea recta ni causalismos. Nadie tiene por allí guardado algún modelo de gestión que asegure esta consistencia. Se trata más bien de una búsqueda colectiva donde se pone a prueba una experiencia histórica de gran valor acumulada por civilizaciones enteras que han confrontado en su momento los mismos problemas de articulación entre la producción, la enseñaza y la gestión del conocimiento.

Misión Ciencia es una política pública confeccionada para producir un impacto inmediato en el sistema nacional de ciencia y tecnología del país. Esa multiplicidad de impactos va adquiriendo visibilidad en la misma medida en que van desarrollándose los portafolios de proyectos que están en curso. Esta no es una suposición sino una constatación disponible de inmediato. El otro tipo de impactos, aquellos dirigidos a transformar estructuras, remover prácticas y cambiar mentalidades, irán notándose más lentamente... justo cuanto estalla la "razón sensible" en las nuevas voces que nombran lo que de otro modo no es nombrable.

LA MISION CIENCIA CONTRA LA CIENCIA

Eduardo Vásquez, Universidad Central de Venezuela

Satisfacer la solicitud de reflexionar acerca de los fundamentos políticos y epistemológicos de la Misión Ciencia requiere conocerlos, lo cual no resulta posible pues no hay fuentes sobre el particular. La misión de la Misión, según la página web de la última es "Modelar una nueva cultura científica y tecnológica….. con la finalidad de alcanzar mayores niveles de soberanía", así como la "Incorporación masiva de actores sociales…… para el desarrollo endógeno y la integración latinoamericana". Si bien no hay escritos que fundamenten formalmente a la Misión Ciencia, el profesor Rigoberto Lanz ha escrito abundantemente sobre el tema en la prensa nacional y sus ensayos constituyen, por ahora, la mejor fuente de referencia.

Lo cierto es que los artículos del profesor Lanz publicados en el diario caraqueño El Nacional para dar a conocer en qué consiste la Misión Ciencia giran alrededor de varias tesis principales: la verdad, el método científico, la universalidad de la ciencia, no son más que falacias. Estos componentes de la ciencia son, pues, engaño, fraude o mentira, hechos para producir daños.

Con la Ilustración, sus fundadores se propusieron utilizar las verdades descubiertas por la ciencia para atacar y liquidar el poder dominante y sus ideas. Para ello, los ilustrados se basaron en la razón. No es fácil definir que se entiende por tal, pero sus características pueden ser enumeradas. Va en contra de los dogmas que tienen como origen la creencia, la fe, lo no demostrable y probable, esto es, la razón es sobre todo crítica. La razón es propia de todos los hombres. Kant caracterizó a la Ilustración de la siguiente manera: ten valor de servirte de tu propio entendimiento. Los hombres no debían dejarse guiar por prejuicios, por poderes que no soportaran el análisis de la razón. Como es evidente, este poder de la razón convertía a los hombres en seres libres, ya que la libertad para esa filosofía consistía en la autonomía de los hombres. Autonomía frente a cualquier poder, sea éste el de la religión, el de un monarca, o el de la naturaleza. La ciencia que se desarrolla a partir de la Ilustración se fundamenta en esa premisa: el conocimiento elaborado por la razón es libertad o es un poder liberador. Convertía a los hombres en dueños de sí mismos.

Reducir la razón en razón instrumental, para vituperarla, como lo hace Rigoberto Lanz, es desconocer lo que es la razón. Pues la razón instrumental, como aparece en Hegel y en Marx, es la razón convertida en instrumento para actuar sobre la naturaleza. Los instrumentos de producción, los instrumentos médicos o farmacéuticos, son la razón en acción.

Rigoberto Lanz convierte a la ciencia y a la razón que la hace posible en falacias, esto es, en fraude y engaño para dañar. Como vimos anteriormente, éste no es el propósito de los pensadores de la Ilustración y de la modernidad, época constituida por la filosofía de los Ilustrados. La razón crítica fue y sigue siendo un instrumento de liberación. Es por eso que es temida por los dictadores, por los que les sirven y por los que rechazan toda critica fundada en el razonamiento y en la argumentación. Siempre las dictaduras, los hombres providenciales, los que se creen elegidos por poderes sobrehumanos, tendrán como enemiga a la ciencia, al pensamiento racional. El profesor Lanz quiere eliminar el método científico, pero nada dice acerca de por qué es falaz. Abomina a la verdad, pero pretende que lo que él dice es verdadero. Rechaza la universalidad, pero quiere exportar "la nueva ciencia", lo cual supone que vale para otros y no solo es local. Nunca encontraremos en su anatema la menor explicación. La manera como argumenta es propia de un misionero, de propagador de una religión basada en condenas, en anatemas, sin pruebas y sin argumentación. En esto, al menos, es coherente, pues si condena a la razón no puede utilizarla. Nunca encontraremos en el profesor Lanz argumentos, pruebas, comprobaciones empíricas, conocimientos históricos. Sólo anatemas y condenas. En esto justifica su nombre: es una misión. Pero no merece el nombre de ciencia.

Cuando acude a la historia para sostener sus ex-abruptos exhibe su desconocimiento. Por ejemplo, cuando explica su misión a los niños, de manera pueril, solamente lanza afirmaciones huecas. Así, lanza al aire esta tesis "Ninguna ciencia nace de los saberes subalternos (sic), desde la prácticas de las clases sociales oprimidas…"¿A qué llama saberes subalternos?

Si hay algo que no hacen las clases opresoras es ciencia. Galileo no pertenecía a la clase opresora, ni Newton ni Einstein. Pasteur transformó tanto la biología que se habla del mundo de antes y de después de Pasteur. Darwin fue condenado por la religión y por los aristócratas, pues no les gustó su ascendencia. Son legiones los científicos que vienen de las clases menos favorecidas. En el campo de la filosofía encontrará al modesto Kant, que, según Heine, no cortaba cabezas reales, sino divinas. Marx escribió toda su obra dentro de la mayor estrechez. Lo mismo Spinoza y Hegel. Y la revolución industrial se produjo gracias a que hombres de extracción popular aplicaron la ciencia a la producción industrial. Arkwright era un pobre barbero y fue el inventor de la máquina de hilar (1769). De él dijo Carlyle: "¡Qué fenómeno histórico es este barbero cachetón, barrigón, tan aguantador, tan inventor. Este hombre habría de darle a Inglaterra el poderío del algodón!" Después de anotar que Inglaterra poseía un sistema social bastante flexible para permitir el ascenso de aventureros oscuros, Heilbronner escribe: "solo después de observar el efecto catalizador producido por el hecho de haberse desatado y puesto a trabajar la energía de esos hombres talentosos de los rangos bajos y medios del orden social, podemos apreciar el efecto de inmensa liberación que trajeron las anteriores revoluciones económicas y políticas".

La ambigüedad es una de las características de los escritos de Rigoberto Lanz. En efecto, sostiene que "la ciencia es históricamente el saber dominante de la modernidad". Es cierto, en las escuelas y en la Universidad se enseña, no tanto ciencia, como a pensar científica y racionalmente. Se piensa, como Montaigne que "más vale cabeza bien hecha que cabeza bien llena". Pero a ese pensamiento le queda mucho por hacer. Tiene que luchar contra los iluminados, los elegidos, los que tienen, no pensamientos, sino uniformes y armas. Los medios de comunicación no han acabado con los mitos, por el contrario, los crean más temibles que antes. Y vemos como muchos intelectuales, carentes de razón crítica, se someten, no al poder de la razón, sino al de la fuerza y del odio. Tiene razón en odiar a la razón, a la ciencia y al espíritu científico. Es su enemiga. ¡Muerte al pensamiento critico racional! Este es el grito de guerra de la Misión Ciencia.

¿Puede existir una política pública para la ciencia?

Heinz R. Sonntag, Universidad Central de Venezuela

Desde hace algún tiempo, un grupo de militantes de la revolución bolivariana (recién rebautizado "Socialismo del siglo XXI") en Venezuela promueve una Misión Ciencia, al estilo de otras Misiones orientadas a, por ejemplo, alfabetizar toda la población, establecer una sistema de salud en los barrios populares, promover el avance de jóvenes con estudios secundarios interrumpidos o no a obtener el bachillerato, introducir hombres y mujeres más o menos jóvenes en los estudios superiores, enseñar destrezas y capacidades a desempleados y desempleadas, etc. El régimen de Hugo Chávez Frías estableció tales misiones a partir de 2003 con miras a elevar otra vez su imagen pública, algo caída con miras al Referéndum Revocatorio Presidencial en agosto de 2004. Logrado este objetivo, esto es: habiéndolo ganado (con o sin trampas montadas por el Consejo Electoral Nacional), mantuvo las misiones y agregó más a las existentes, entre ellas finalmente la que nos ocupa.

El mecanismo de las Misiones es igual para todas: Los y las que están inscritos e inscritas reciben una suerte de beca, con un monto variable de acuerdo con el tipo de objetivo de la respectiva Misión. Los objetivos, curricula, tiempos y demás detalles son fijados por la Presidencia del Estado, mas no diseñados ni consultados con aquellas instituciones del mismo que tienen a su cargo la salud publica, la educación, la educación superior, etc., de modo que las Misiones funcionan paralelas a la institucionalidad formal-constitucional del Estado. Tampoco se consultan organizaciones de la sociedad civil que tengan que ver con los objetivos de las Misiones. El financiamiento proviene directamente de la Presidencia de la República, no aparece en el presupuesto anual aprobado por la Asamblea Nacional y no está sometido al control normal de los demás órganos de la Administración Publica.

En el caso de la Misión Ciencia, sin embargo, existe una vinculación con el Ministerio de Ciencia y Tecnología. La ministra y demás altos funcionarios y funcionarias tienen una cierta ingerencia funcional, a pesar de que el diseño de la misma haya sido hecho por un grupo de científicos que militan en las filas del "chavismo", una vez más sin ningún tipo de consulta con las instituciones científicas, especialmente las seis universidades autónomas del país, las Academias y la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (AsoVAC). Estas fueron informadas a posteriori, al estilo de "tómalo o déjalo".

Esta primera mirada al sistema de las Misiones, incluida la de Ciencia, impone una observación inicial. Su estructura institucional es prácticamente para-estatal. Ello conduce una conclusión acerca de la visión de Estado que cultivan las elites de la Revolución y especialmente su líder. Es una característica del totalitarismo, llámese fascismo o comunismo, que sus lideres y protagonistas diseñan y construyen un conjunto de instituciones y estructuras paralelas a las previstas en las constituciones y leyes de los Estados que dominan, conjunto que depende del partido y, en ultima instancia, del líder (independientemente de cómo este ha llegado al puesto que ocupa, por elecciones o un golpe de estado). Estas instituciones y estructuras tienen como fin último el de garantizar que todos los miembros de la respectiva sociedad, además de "ciudadanos" (¿o hay que decir "súbditos"?), estén en todas sus actividades envueltos todo el tiempo en el plan-de-vida que la respectiva ideología les ha impuesto.

Nuestra segunda mirada se centra en la Misión Ciencia. Como cada uno de los totalitarismos implica una visión holística del mundo y del ser humano en sociedad, la cultura y la ciencia tienen que cumplir determinadas funciones, esto es: deben ser "socialmente pertinentes". Si nos concentramos en la ciencia, solamente son permisibles aquellas investigaciones, reflexiones, interpretaciones, análisis, etc. que ayuden a construir y amoldar la sociedad de acuerdo con la respectiva ideología. Por lo tanto, la Misión Ciencia postula una serie de prioridades, todas relacionadas con el "socialismo del siglo XXI", verdad final del proyecto que encarnan el régimen y su líder. La distribución de los considerables fondos previstos para esta Misión se hace en función de que las solicitudes de financiamiento, por ende los proyectos, cumplan con alguna o algunas de tales prioridades.

En tercer lugar, una Misión Ciencia concebida en tales términos debe a priori negar los paradigmas que orientan nuestras investigaciones científicas hasta ahora. Como estos se basan, desde Descartes y Newton, pasando por el Iluminismo, el desarrollo de las ciencias naturales y después del pensamiento y la ciencia sociales, a lo largo de más de cuatro siglos, en el concepto y la practica de la razón, la primera deconstrucción que debe hacerse es la de este "monstruo". Los ideales y principios que ella ha generado y que han sido asumidos y practicados por las sociedades occidentales deben ser destruidos igualmente, al tiempo que las narrativas y las prácticas y los sistemas que ellos nos han ayudado a construir. ¡Viva la sinrazón, vivan Herder, Nietzsche, Heidegger, Jung, Bataille! ¡Vivan Maffesoli, Lyotard y demás postmodernistas! Richard Wolin los llama los "seguidores de la sinrazón". ¡Mueran los que trataron y tratan de revivir la modernidad y salvar la razón: Adorno, Horkheimer, Marcuse, Habermas, Rorty, Charles Taylor! De aquí a la famosa frase de un general de la Guerra Civil de España: "!Muera la inteligencia!" no hay sino un paso.

Claro, con toda la tradición de la búsqueda de la(s) verdad(es) tirada al basurero de la historia y quemada allí, la vida propia de la ciencia muere, y nace una Misión Ciencia, esto es: un conjunto de prácticas orientadas por el régimen. Parafraseo a Fernando Rodríguez: "La condición de la libertad es la pluralidad." y agrego que la condición de la pluralidad es la libertad, para sostener que dicha libertad y la pluralidad no deben ser limitadas, no por un régimen como lo tenemos hoy en día en Venezuela y en la menor de las medidas por ningún Estado. Una política pública del Estado presupone la existencia de estructuras, instituciones y prácticas realmente democráticas, con la participación de todos los ciudadanos. Esto implica algo casi imposible, ya que al hablar de política hablamos de poder: que en una política pública no esté presente la pretensión del poder, mucho menos de un poder absoluto.

Termino con una frase de mi amigo Immanuel Wallerstein: "¿Existe una verdad socialmente localizada que sea útil, y tenga al mismo tiempo alguna base de credibilidad más allá de las afirmaciones de autor? En otras palabras, ¿puede existir una verdad que sea colectivamente validada y controlada pero no al alcance de las demandas imperativas de los participantes en las batallas políticas inmediatas? Y si es así, ¿cómo podemos llegar a ella?"

Esta, sí, es la cuestión.