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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.33 n.12 Caracas dic. 2008

 

Las prioridades en ciencia y tecnología.

La orientación de las actividades desarrolladas en el sector científico-tecnológico ha sido y será un asunto de particular relevancia, tanto a nivel de las instituciones como de los países y hasta la región. Por abundantes que fuesen los recursos disponibles, lo esperable es que la suma de las necesidades y aspiraciones sean siempre mayores, generando frustrantes situaciones de limitación o déficit.

Los organismos de planificación y fomento de la ciencia, así como los entes internacionales que implementan programas de cooperación, tienen de manera permanente la necesidad de revisar y evaluar las líneas programáticas que han sido previamente establecidas. A menudo los cambios de gobierno o incluso hasta de las correspondientes autoridades o funcionarios responsables conllevan modificaciones, a veces radicales y abruptas, de las líneas establecidas por sus predecesores, introduciendo nuevas variables en las políticas de desarrollo científico-tecnológico.

Cuando las prioridades son establecidas por la comunidad científica, es habitual encontrarse con sendos e interminables listados de proyectos y actividades que no reflejan otra cosa que las orientaciones, intereses y campos de acción individual de cada investigador, grupo o institución participante. Siendo que para cada quien la actividad de la cual se ocupa es la más importante, o al menos se encuentra entre aquellas que no pueden ser dejadas de lado, tal resultado no es extraño.

Cuando son las autoridades del sector quienes determinan esas prioridades, no es poco común encontrarse con que miembros de la comunidad científica sientan que son relegados o que su trabajo no es tomado debidamente en cuenta. La postura que deben tener los funcionarios responsables de la planificación ha de estar enfocada hacia las orientaciones que se quiera dar al desarrollo, considerando la visión de futuro que se tenga de la región, del país o de la sociedad, y siempre por encima de las consideraciones personales y grupales.

En nuestros países se tienen casos que van desde un fácil laissez faire generalizado hasta una orientación estatal rígida y excluyente, pasando por variadas formas de interacción y consulta entre los agentes involucrados. Con frecuencia, estas últimas resultan en interminables rondas de argumentación y, en ocasiones, dan lugar a la justificación de congresos nacionales de ciencia y tecnología.

No debería haber duda alguna respecto a que las trayectorias individuales que han mostrado ser productivas de trabajos de alta calidad y los grupos consolidados con buena productividad y capacidad de formación de nuevas generaciones deben contar con el apoyo necesario y su continuidad estar asegurada por cualquier sistema o mecanismo de planificación. Un elemento ineludible en la concepción y estructuración de cualquier plan de acción es la necesidad de contar con los recursos humanos suficientes, con el más alto nivel y la mejor formación posibles, para acometer el logro de las metas que sean establecidas.

Mientras más amplios sean los objetivos trazados, a mayores restricciones estarán sometidos los recursos disponibles para ciertas actividades en un momento dado. Por otra parte, la concentración excesiva en reducidas líneas de acción hace que muchos sean los componentes valiosos de la comunidad científica que son relegados a un segundo plano. De esta última forma se hace posible lograr un mayor progreso en determinadas áreas, pero a más largo plazo se revela la existencia de deficiencias importantes en la capacidad de desarrollo científico-tecnológico, razón por la cual es deseable la diversidad de líneas.

En cualquier caso, las orientaciones que se establezcan y los caminos que se tracen para la sociedad en general deben también ser principios orientadores de la planificación sectorial y ser determinantes en la fijación de prioridades y consiguiente asignación de los recursos disponibles. No obstante, las orientaciones políticas y las modas deben ser manejadas con la mayor cautela posible, de manera tal que no sea distorsionada la racionalidad de los verdaderos objetivos ni la intención de alcanzar un progreso sólido y mantenido en el tiempo, capaz de generar bienestar en toda la población.

Miguel Laufer,

Director