Interciencia
versión impresa ISSN 0378-1844
INCI v.34 n.3 Caracas mar. 2009
Diversidad genética del virus de inmunodeficiencia humana en las américas, con énfasis en la epidemia venezolana
Héctor R. Rangel 1, Domingo Garzaro 2 y Flor H. Pujol 3
1 Licenciado en Biología y Doctor en Ciencias, Universidad Central de Venezuela (UCV), Venezuela. Investigador, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Venezuela.
2 Licenciado en Biología, UCV, Venezuela. Técnico Asociado a la Investigación, IVIC, Venezuela.
3 Licenciada en Biología, Universidad Simón Bolívar, Venezuela. M.Sc. y Ph.Sc. en Biología, IVIC, Venezuela. Investigadora, IVIC, Venezuela. Dirección: Laboratorio de Virología Molecular, CMBC, IVIC, Apdo. 20632, Caracas 1020-A, Venezuela. e-mail: fpujol@ivic.ve
RESUMEN
Alrededor de 3 millones de personas están infectadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en las Américas y unas 110000 en Venezuela, donde la distribución de subtipos es bastante homogénea, representada principalmente por el subtipo B y una escasa representación de subtipos no B y/o formas recombinantes. El predominio del subtipo B en las Américas quizá se deba al efecto fundador de esta variante viral en los años 1960-1970, siendo Haití uno de los países donde pudo haberse iniciado la epidemia para luego diseminarse hacia otros países. El incremento en la frecuencia de subtipos no B en las Américas ha sido asociado a varios comportamientos de riesgo: el uso de drogas endovenosas, el comercio sexual y movilizaciones sanitarias o militares. En países como Cuba, Brasil y en países del Cono Sur la presencia de subtipos no B y de formas recombinantes es mayor que en el resto de la región. Esta situación pudiera ser el espejo de lo que encontremos en todo el continente americano en décadas futuras.
Genetic diversity of human immunodeficiency virus in the americas, with emphasis on the venezuelan epidemics
SUMMARY
Around 3 million people are thought to be infected with human immunodeficiency virus (HIV) in the Americas, and around 110000 in Venezuela, where HIV subtype distribution is quite homogenous, with mainly subtype B and few cases of non B subtypes or recombinant forms. The high frequency of subtype B in the Americas is probably due to a founder effect of this viral variant around 1960-1970. The epidemic might have started in Haiti and then was disseminated to other countries. The increase in frequency of non B subtypes in the Americas has been associated to several risk factors: intravenous drug abuse, commercial sex and sanitary and military movilizations. In countries like Cuba, Brasil and countries from the Southern Cone, the presence of non B subtype and recombinant forms is more frequent than in the rest of the region. This situation might mirror what we will find in all the Americas in the next decades.
Diversidade genética do vírus da imuodeficiência humana nas américas, com enfase na epidemia venezuelana
RESUMO
É estimado em mais de 3 milhões de pessoas infectadas com o vírus da imunodeficiência humana tipo 1 (HIV-1) nas Américas e cerca de 110000 na Venezuela, onde a distribuição dos subtipos é bastante homogênea, representada principalmente pelo subtipo B e uma baixa representação de subtipos não-B e / ou formas recombinates. O predomínio do subtipo B nas Américas pode ser devido ao efeito fundador desta variante viral nos anos 1960-1970, sendo o Haiti um dos países onde a epidemia pode ter começado, disseminando-se para outros países. O aumento na freqüência de subtipos não-B nas Américas tem sido associada a vários comportamentos de risco: uso de drogas endovenosas, comércio sexual e sanitário e mobilizações militares. Em países como Cuba, Brasil e países do Cone Sul, a presença de subtipos não B e formas recombinates é maior do que nas demais regiões. Esta situação poderá ser o espelho do que encontraremos em todo o continente americano nas futuras décadas.
PALABRAS CLAVE: Diversidad / Evolución / Inmunodeficiencia / Subtipos / Virus /
Recibido: 07/10/2008. Modificado: 17/02/2009. Aceptado: 18/02/2009.
El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es el agente etiológico causante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA (Epsteins, 1993). El primer caso de SIDA fue descrito en 1981 y el VIH-1 fue aislado y clonado por primera vez en 1983 por el grupo de Luc Montagnier del Instituto Pasteur de París, premio Nóbel de Medicina y Fisiología en 2008, junto con Francoise Barré-Sinousi. En 1985 en África Occidental se aisló un retrovirus similar al inicialmente descrito, aunque su secuencia genética difería en aproximadamente un 30% del VIH-1, por lo que se le consideró un tipo diferente y se le denominó VIH tipo 2 (VIH-2; Reeves y Doms, 2002). La enfermedad constituye la cuarta causa de muerte a nivel mundial y la primera en África, principalmente al Sur del Sahara (Quinn, 1995; Gayle y Hill, 2001; Sepkowitz, 2006).
El informe de ONUSIDA para el 2007 refiere 33 millones de casos en todo el mundo. Esta enfermedad sigue siendo una de las grandes amenazas para la humanidad, con 2,1 millones de muertes y 2,5 millones de nuevas infecciones cada año. África al Sur del Sahara sigue siendo el epicentro mundial de la pandemia de SIDA, donde ocurren 3/4 de las defunciones y 68% de los contagios. En Asia el número de niños y adultos infectados con VIH es de aproximadamente 8,5 millones, de los cuales 2/3 se concentran en la India. En Europa se encuentran 1,5 millones de personas infectadas con VIH, siendo Ucrania y Rusia los países más afectados. América del Norte presenta 1,4 millones de personas infectadas con VIH; Australia y Nueva Zelanda 81000 casos y el Caribe 250000 (ONUSIDA, 2007). La epidemia de VIH-SIDA en América Latina se mantiene estable; un total de 1,6 millones de personas viven con la enfermedad y ~30% de los seropositivos viven en Brasil. Sin embargo, las epidemias más intensas se están desarrollando en países pequeños como Belice y Honduras, en cada uno de los cuales al menos 1,5% de los adultos vivían con el VIH en 2005 (ONUSIDA, 2007). Mientras en países como Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, México, Panamá, Uruguay y Venezuela se han conseguido avances notables en el acceso al tratamiento del VIH, los países más pobres de América Central y los de la región andina del sur todavía intentan superar los obstáculos de accesibilidad al tratamiento.
Se han identificado tres grupos genéticos del VIH-1: el grupo M (main), el grupo O (outlier) y el grupo N (new), llamados principal, externo y nuevo, respectivamente, en español. El grupo M se ha diseminado a nivel mundial y dentro de ese grupo se han descrito varios subtipos (del A al K), además de formas recombinantes, quimeras de estos subtipos con una distribución geográfica específica (Figura 1). En África, donde se originó el VIH, coexisten prácticamente todos los subtipos con predominio del C y presencia del A, D, F, G y H, y múltiples formas recombinantes (Taylor et al., 2008). En Europa y en el continente americano predomina el subtipo B y en la antigua Unión Soviética el subtipo A. En el sureste de Asia predomina la forma recombinante AE (CRF01_AE) mientras que en el sur de ese continente existe preponderancia del subtipo C y formas recombinantes BC (Buonaguro et al., 2007; Taylor et al., 2008).
Figura 1. Arbol filogenético que describe las relaciones genéticas de los grupos (M, N y O) y subtipos del VIH-1. Se omitieron las formas recombinantes (CRF) que son quimeras entre distintos subtipos.
Si bien el subtipo B del VIH-1 es el más frecuente en América, existen marcadas diferencias en su prevalencia entre distintos países, en particular en Latinoamérica. Este trabajo pretende revisar la información existente con respecto a la diversidad genética del VIH en América, con énfasis en la epidemia venezolana.
Estrategia Analítica
Se analizaron 2 tipos de información para este estudio: la literatura existente, disponible en Medline (www.ncbi.nlm.nih.gov/sites/entrez) y la información geográfica de secuencias registradas en la base de datos de Los Alamos (www.hiv.lanl.gov), para todos los países de la región.
Diversidad Genética del VIH-1 en las Américas
Epidemia en Venezuela
El primer caso de VIH-1 en Venezuela fue reportado en 1982 y hasta el 2005 se habían registrado 53465 casos con 6372 defunciones (MSDS, 2006). La principal fuente de transmisión es la sexual, principalmente hombres que tienen sexo con hombres y la relación hombres/mujeres infectados es de ~3 a 1 para 2006.
El primer estudio de subtipificación en Venezuela fue reportado en 1995, donde se observó el predominio del subtipo B (Quiñones-Mateu et al., 1995). Posteriormenete se describe la circulación esporádica del subtipo recombinante B/F (Delgado et al., 2001; Castro et al., 2003). Más adelante se reporta también la presencia del subtipo C y de un eventual subtipo recombinante el B/C (Castro et al., 2005). Sin embargo, en todos los estudios de epidemiología molecular, aún los más recientes (Dieudonné et al., 2006; Bouchard et al., 2007; Rangel et al., 2009) y en los que permitieron la identificación de estas nuevas variantes en el país, el subtipo que predomina ampliamente sigue siendo el subtipo B.
Por otra parte, la circulación de variantes virales es un fenómeno dinámico y cambia a lo largo de los años en un país dado. Esto refuerza la importancia de mantener la vigilancia de subtipos a lo largo de los años en cada país. En ese sentido, desde el año 2003 hemos analizado la diversidad genética del VIH-1 en la población venezolana. Más de 400 aislados del VIH-1 han sido caracterizados mediante secuenciación parcial de al menos una región del genoma viral: la polimerasa viral (Pol), la envoltura (Env), el gen VIF o el gen Nef. De estos aislados virales, ~45% fueron analizados en al menos dos regiones del genoma viral, lo cual permite igualmente disminuir la probabilidad de no identificar una cepa recombinante. Del total de aislados analizados, solo 4 pertenecieron a un tipo viral distinto al subtipo B: un aislado subtipo C, una variante AG distinta a la forma recombinante circulante CRF02_AG y dos correspondientes a VIH-2 (Rangel et al., 2009). De nuevo se confirma el vasto predominio del subtipo B (>99%) aún en la actualidad en Venezuela, sugiriendo que no se han diseminado todavía otros subtipos o formas recombinantes que circulan, por ejemplo, en el Cono Sur.
Diversidad del VIH-1 en las Américas
Se estima en más de 3 millones el número de personas infectadas con el VIH en las Américas. Los países del Caribe, en general, se encuentran entre los que presentan mayores prevalencias de infección por VIH-1; de éstos Haití y República Dominicana concentran 3/4 de los 250000 casos de la región. El mayor factor de riesgo sigue siendo los hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, aunque el uso de drogas endovenosas y de jeringas compartidas ha jugado un papel significativo en la transmisión de la enfermedad en algunos países (ONUSIDA, 2007; Bastos et al., 2008).
El primer subtipo de VIH-1 introducido en las Américas fue el subtipo B, el cual continúa siendo predominante en la región. Estudios evolutivos recientes de coalescencia sugieren que el subtipo B se diseminó desde África hacia Haití hacia 1966 y fue desde ese país que luego se diseminó en Estados Unidos, siendo Haití el país fuera de África donde ocurrió la primera epidemia de VIH (Gilbert et al., 2007). La alta prevalencia del subtipo B en América se asocia a un "efecto fundador" de este subtipo (Tebit et al., 2007), es decir la formación de una población nueva viral (subtipo B en América) a partir de un número muy reducido de aislados virales iniciales.
Si bien el subtipo B sigue siendo predominante en la región, existen marcadas diferencias en su prevalencia, en particular en países de Sur América (Figura 2). En países del Cono Sur, el predominio del subtipo B se ha reducido significativamente y se ha incrementado la prevalencia de formas recombinantes BF. Varias formas recombinantes BF circulan de hecho en la región y algunas de ellas fueron introducidas desde la década de los 80 (Carr et al., 2001). Estudios evolutivos indican que estas formas recombinantes presentaron la mayor tasa de diseminación reportada para el VIH-1, con un ancestro común hacia 1992 (Aulicino et al., 2007a). Estas formas recombinantes se originaron probablemente a partir de sus ancestros parentales, las cepas puras subtipo B y F, habiendo sido introducido en América del Sur el subtipo F1 hacia la década de 1970 (Aulicino et al., 2007b).
Figura 2. Prevalencia de infección y subtipos predominantes del VIH-1 en América. Se describe la prevalencia de la infección por VIH-1 (ONUSIDA, 2007). El subtipo viral predominante en cada país se señala en negrillas y se señalan otros subtipos frecuentes. CRFs: formas recombinantes circulantes del VIH-1. CRF12_BF: forma recominante entre los subtipos B y F. Distintas formas recombinantes se han descrito en Cuba: la más frecuente, CRF19_cpx es una forma recombinante entre los subtipos A1, D y G.
Una primera observación que se deriva de la Figura 2 es que el grado de diversidad genética del VIH-1 en las Américas no se correlaciona con la prevalencia de infección de cada país. De hecho, Cuba es probablemente el país de la región con más diversidad de subtipos y formas recombinantes circulantes del VIH-1 (Pérez et al., 2006). En Cuba (Carr et al., 2001; Casado et al., 2005; Thomson et al., 2005; Pérez et al., 2006; Sierra et al., 2007) además del subtipo B, que circula con una frecuencia de ~40% se han descrito los subtipos G y C, un 20% de CRF18_cpx (forma recombinante entre los subtipos A1, F, G, H, K y U), CRF19_cpx (forma recombinante entre los subtipos A1, D y G), y 3 recombinantes BG (CRFs 20, 23 y 24). A su vez es también uno de los países con la menor prevalencia de infección, debido a una severa y efectiva campaña de prevención de la transmisión (Bayer y Healton, 1989; de Arazoza et al., 2007). La razón de la alta variabilidad genética observada para el VIH-1 en Cuba es muy probablemente los intercambios habidos entre países de África y la isla (Tabla I). En un estudio al inicio de la epidemia, en muchos de los casos de pacientes VIH-1 positivos cubanos se refirió como factor de riesgo el contacto sexual con extranjeros fuera de Cuba (Pérez-Stable, 1991).
DIVERSIDAD GENéTICA DEL VIH-1 EN LAS AMéRICAS y PATRONES DE TRANSMISIóN ASOCIADOS A LA PRESENCIA DE SUBTIPOS NO B EN LA REGIóN
En cambio, en la isla cercana que comprende a Haití y a la República Dominicana, se registran los valores más altos de prevalencia de infección por VIH-1 de la región (>1% en la población general), aunque allí sigue predominando el subtipo B. En Haití, particularmente, la alta prevalencia de infección por VIH-1 se debe a una elevada transmisión heterosexual (Pierre y Fournier, 1999) pero desde la introducción del clado fundador del subtipo B desde África no se han diseminado significativamente otros subtipos en el país. En otras islas del Caribe también predomina el subtipo B (Cleghorn et al., 2000; Noel et al., 2003; Vaughan et al., 2003; Gómez-Carrillo et al., 2006) aunque en Jamaica se describe (Heslop et al., 2005) la presencia de hasta un 4% de subtipo no B por la técnica de HMA (ensayo de mobilidad del heterodúplex).
La otra región que presenta una reducida frecuencia de subtipo B del VIH-1 es el Cono Sur (Figura 2 y Tabla I). En Argentina, las formas recombinantes BF del VIH-1 han desplazado al subtipo B, siendo éstas predominantes ahora, con prevalencia >50% (Dilernia et al., 2007; Pando et al., 2008). Estas cepas se diseminaron en Argentina principalmente a través de las poblaciones de usuarios de drogas endovenosas, adicción que ha constituido en estas últimas décadas un factor de riesgo altamente significativo de adquisición de VIH en el país (Hierholzer et al., 2002; Rodríguez et al., 2002). Existe una marcada diferencia en la prevalencia de subtipos en Argentina, en función del mecanismo de transmisión; mientras que en la población de hombres que tienen sexo con hombres predomina el subtipo B, en los usuarios de drogas endovenosas y luego por transmisión sexual a las mujeres se han diseminado las formas recombinantes BF (Ávila et al., 2002). Estas cepas también fueron adquiridas en la población infantil por transmisión vertical (Aulicino et al., 2007a). Uruguay, Chile y Paraguay también presentan una significativa prevalencia de usuarios de drogas endovenosas pero en menor cuantía que la observada en Argentina o Brasil (Rodríguez et al., 2002; Hacker et al., 2005). En este sentido, tanto el uso de drogas endovenosas (para Uruguay, por ejemplo) como la vía heterosexual (en particular en Chile) han sido mecanismos efectivos en introducir cepas distintas al subtipo B en esos países (Russell et al., 2000; Hierholzer et al., 2002; Montano et al., 2005; Ríos et al., 2005, 2007; Viñoles et al., 2005; Aguayo et al., 2008).
Dada la amplitud geográfica de Brasil, la diversidad de subtipos del VIH varía de una región a otra. La epidemia de VIH en Brasil puede considerarse como un mosaico de epidemias más que una epidemia única (Fonseca y Bastos, 2007). El subtipo predominante en Brasil sigue siendo el subtipo B. Sin embargo, es frecuente identificar otros subtipos, como el C, principalmente en el Sur del país, donde junto con la CRF31_BC representa ~40% de las infecciones (Santos et al., 2006). Asimismo, se describe la circulación de los subtipos D y F, así como múltiples formas recombinantes, en particular BF y BC (Santos et al., 2006). Asimismo, circula una variante brasileña del subtipo B, el subtipo B, con un motivo distintivo (GWGR) en la región Env (Guimarães et al., 2001; Eyer-Silva et al., 2007; Sá-Ferreira et al., 2007; Veras et al., 2007). La historia evolutiva de las distintas variantes del VIH-1 en Brasil sugiere que las epidemias de subtipo B y F se originaron en Brasil hacia finales de los años 60 y 70, respectivamente, y que sufrieron originalmente un crecimiento exponencial y luego una desaceleración hacia finales de los 80 (Bello et al., 2007). En cambio, el subtipo C parece haber surgido a partir de cepas circulantes en Burundi hacia 1980 (Bello et al., 2008).
En general, en los países de Centro América y otros países de Sur América, persiste el marcado predominio del subtipo B, como por ejemplo en Barbados, Bolivia, Las Bahamas, Colombia, Ecuador, Honduras, México, Paraguay y Perú (Rivera-Morales et al., 2001; Hierholzer et al., 2002; Montano et al., 2005; Eyzaguirre et al., 2006; Gittens et al., 2003; Gómez-Carrillo et al., 2006; Sánchez et al., 2006; Lloyd et al., 2008). OJO: Bolivia, Ecuador, Perú y Paraguay.
La situación de Norte América es algo distinta. De nuevo, el subtipo B es el predominante, tanto en Canadá y Estados Unidos como en México. Estudios evolutivos apuntan al origen de la epidemia del VIH-1 en Estados Unidos hacia finales de la década de los 60. Esto significa que la epidemia habría permanecido críptica por más de una década, en uno de los países con sistemas sanitarios y de vigilancia epidemiológica más sofisticados del mundo (Robbins et al., 2003; Gilbert et al., 2007). Sin embargo, la diversidad del VIH-1 en Estados Unidos y Canadá estaría mal apreciada si no se consideran las infecciones en minorías étnicas y los individuos que adquirieron la infección por contacto con extranjeros dentro o fuera del país (Thomson y Nájera, 2001, Brodine et al., 2003; Tovanabutra, 2005). Los subtipos no B han sido introducidos en Estados Unidos a través de la inmigración y de la adquisición de infección de personal militar durante misiones en el extranjero. La prevalencia de subtipos no B en donantes de sangre norteamericanos es ~2% en la actualidad (Weidle et al., 2000; Delwart et al., 2003). De resto, la mayoría de las variantes virales circulantes parecen haberse originado por el efecto fundador a partir de las introducciones originales del subtipo B a partir de Haití (Foley et al., 2000; Kuiken et al., 2000; Gilbert et al., 2007). En particular, no parecen haberse introducido nuevas variantes o formas recombinantes en las poblaciones de usuarios de drogas endovenosas, como ocurrió en el Cono Sur (Eyzaguirre et al., 2007). En Canadá, donde la mayor fuente de introducción de subtipos no B parece ser a través de inmigrantes, la prevalencia de subtipos no B parece ser algo mayor que en Estados Unidos (Jayaraman et al., 2003; Akouamba et al., 2005).
VIH-2 en las Américas
En lo que respecta al VIH-2, es importante señalar que lo que se denomina subtipo en VIH-2 corresponde más a grupo según la clasificación en VIH-1, ya que cada uno de los subtipos en VIH-2 corresponde muy probablemente (Peeters et al., 2003; Pujol, 2006) a una introducción independiente a partir del virus de inmunodeficiencia simia que circulan en mangabeyes (Cercocebus atys). De los ocho subtipos o grupos, los únicos dos que se identifican con cierta frecuencia fuera de África son los A y B. El único país de Suramérica que reporta secuencias de VIH-2 en la base de datos de Los Álamos es Brasil, además de los casos recientes descritos en Venezuela (Torres et al., 2007; Rangel et al., 2009) asociado igualmente a un evento de transmisión en el país (Fusuma et al., 2005). Adicionalmente, se reportan secuencias de VIH-2 en Estados Unidos. Desde 1987 (fecha en la que se identificó el primer caso de VIH-2 en Estados Unidos) hasta 1998, se habían identificado 79 personas infectadas con VIH-2 viviendo en ese país; la mayoría o casi la totalidad de ellas contrajo la infección en África (www.cdc.gov/hiv/resources/factsheets/hiv2.htm). De nuevo, la casi totalidad de las cepas de VIH-2 secuenciadas pertenecen al subtipo A, aunque fue identificado un paciente infectado con VIH-2 subtipo E.
Implicaciones de la Variabilidad Genética del VIH
Una de las primeras preguntas que surge al estudiar la variabilidad genética en las Américas es si ciertas variantes virales se ven favorecidos por una vía de transmisión particular, como ocurrió con la presencia de la forma recombinante BF asociada al uso de drogas endovenosas en los países donde esa práctica es significativa. Sin embargo, la evidencia para sustentar esta hipótesis parece más bien circunstancial y un mismo subtipo parece ser introducido o transmitido por distintas vías en función de la región del mundo donde se estudie (Geretti, 2006; Requejo, 2006; Buonaguro et al., 2007). Sin embargo, está claro que el tropismo en términos de frecuencia de uso de correceptores (CCR5 o CXCR4) varía de un subtipo a otro (Taylor et al., 2008) y esto podría estar favoreciendo la transmisión a través de una vía particular. Al parecer, el vasto predominio del subtipo B en la mayoría de los países de América se debe solo al efecto fundador descrito anteriormente (Buonaguro et al., 2007).
La otra gran pregunta es la implicación de la variabilidad genética en términos de diagnóstico, progresión a enfermedad y desarrollo de resistencia al tratamiento antirretroviral. Los tests diagnósticos actuales, en particular los moleculares, parecen garantizar una amplia identificación de las distintas variantes circulantes, aunque debido al alto grado de variabilidad del virus, con el efecto sinérgico que le confiere su alta tasa de recombinación, se plantea la inquietud de que ciertas cepas en particular pudiesen ser detectadas con menos sensibilidad por los sistemas diagnósticos (Buoanuguro et al., 2007). En cuanto a progresión a enfermedad, un trabajo reciente realizado en Uganda sugiere que ésta es más lenta en individuos infectados con VIH-1 subtipo A en comparación con los individuos infectados con subtipo D y otras formas recombinantes circulantes en la región (Kiwanuka et al., 2008). Sin embargo, hasta la fecha existen más estudios que aportan evidencia sobre la participación de la composición inmunogenética del paciente infectado como un factor preponderante en la evolución de la enfermedad, que de la variabilidad de las cepas infectantes (Kuritzkes, 2008). La terapia antirretroviral parece ser efectiva contra todas las variantes existentes, con excepción del grupo O, que muestra resistencia natural a los inihibidores de la transcriptasa reversa de tipo no nucleósido (NNRTI; Buonaguro et al., 2007). Por otra parte, aunque las mutaciones que confieren resistencia al tratamiento antirretroviral parecen corresponderse entre distintos subtipos, éstas parecen ocurrir más rápidamente en ciertos subtipos, como por ejemplo el subtipo C, con respecto al subtipo B (Taylor et al., 2008). Sin embargo, esta observación parece limitarse a algunas mutaciones puntuales y no parece existir gran diferencia en las barreras genéticas de resistencia entre subtipos (Buonaguro et al., 2007). Finalmente, la formulación de una eventual vacuna contra el VIH va a depender del contexto de variabilidad de la región donde vaya a ser aplicada, surgiendo el concepto de vacunas con representaciones antigénicas multisubtipo o capaces de inducir una respuesta multiespecífica para garantizar la protección amplia contra los subtipos circulantes en una región determinada (Brander et al., 2006). En este sentido, las regiones de América donde predomina el subtipo B tienen la ventaja de que es el subtipo para el cual existe más información sobre la aparición de resistencia a los antirretrovirales. La relativa homogeneidad de la región supone igualmente un diseño algo más sencillo de una vacuna prototipo. De todos modos, la obtención de una vacuna efectiva contra el VIH-1 es una ardua empresa que todavía no ha rendido los esperados frutos.
Conclusiones
El VIH presenta una alta complejidad genética, la cual tiende a hacerce cada vez mayor, a pesar de mantener la misma estructura organizativa. Tres grupos (M, O y N) representan un primer nivel de diversidad, de los cuales el grupo M presenta 11 subtipos (A-K) que agrupan los principales subtipos responsables de la epidemia a nivel mundial, asi como multiples formas recombinantes. Las mutaciones y recombinaciones, eventos propios del ciclo de replicación de este virus, son la fuerza impulsora de tal diversidad.
La distribución geográfica de subtipos a nivel mundial se ve dominada por posibles efectos fundadores en cada región, encontrándose, por ejemplo, un predominio del subtipo B en las Américas. Sin embargo, el subtipo predominante a nivel mundial es el C, el cual ha ido aumentando su presencia en el tiempo, incluso en las Américas. La selección y descripción de nuevas formas recombinantes, adicionales a las más comunes, es una muestra de la rápida evolución de este virus. En Venezuela el subtipo predominante es el B; sin embargo, recientemente se han descrito algunos subtipos diferentes e incluso la presencia de VIH-2. La colonización en una región de un subtipo más agresivo o con mayor capacidad adaptativa (fitness) podria traducirse en una mayor tasa de infección y dispersión. En este sentido, la ya comprometida estabilidad de la epidemia en las Américas podría sufrir un giro en las próximas décadas y pasar de ser dominada por el subtipo B a ser dominada por un nuevo subtipo, como se está observando en ciertos países del Cono Sur, donde se ha ido desplazando el subtipo B por formas recombinantes y subtipos no B.
La consecuencia de esta dinámica se traducirá a futuro en dificultades para diseñar posibles agentes vacunales efectivos, obligando a diseñar vacunas que posean un amplio espectro, capaces de neutralizar diversos subtipos de manera simultánea o mezclas de vacunas con rangos complementarios.
En resumen, a pesar del corto período de la infección del VIH, menos de 100 años en África y unos 50 en las Américas, la distribución de subtipos es un fenómeno muy dinámico que requiere de vigilancia permanente, en particular en ciertos grupos a riesgo, tanto para prevenir la transmisión, a través de campañas de educación sanitaria efectivas, como para identificar eventuales vías de introducción de nuevas variantes.
AGRADECIMIENTOS
La investigación mencionada en este trabajo fue financiada por el Proyecto FONACIT G-2005000394 y fondos LOCTI, Venezuela.
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