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Interciencia

versión impresa ISSN 0378-1844

INCI v.34 n.8 Caracas ago. 2009

 

Treinta años de viena y diez de budapest: Donde estamos en américa latina?

En agosto de 1979 se reunieron decidores de política y miembros de la comunidad científica y tecnológica internacional, convocados por Naciones Unidas para celebrar, en Viena, una conferencia dedicada a examinar la situación mundial de la ciencia y la tecnología, y definir los pasos necesarios para acelerar su dominio por los países en desarrollo, como parte de su búsqueda de progreso. La reunión fue una oportunidad para que cada país, grande o pequeño, examinara la situación en que se encontraba. El resultado del examen no fue alentador para la mayoría de los países en desarrollo. A pesar de importantes esfuerzos realizados en décadas pasadas, pocos habían conseguido dominar el conocimiento científico y tecnológico y ponerlo al servicio de sus sociedades como fuente de riqueza.

La Conferencia de Viena se realizó cuando la teoría de la dependencia continuaba en boga y naturalmente se debían "achacar" muchos de los males a los países dominantes. El Plan de Acción de Viena y los instrumentos resultantes de las negociaciones, que reflejan de alguna manera ese sentimiento de dependencia, intentaron superar deficiencias existentes, pero fueron en la práctica de corta duración, por la falta de voluntad política de todos los países.

La Conferencia de Budapest, convocada por UNESCO e ICSU en 1999, se realizó en momentos en que el mundo estaba influido por la magia del "libre mercado". La mayoría de países en desarrollo tomaban caminos de privatización, reducción del estado (incluyendo el aporte estatal a la ciencia y tecnología), libre comercio y otras medidas "neoliberales" que hoy son severamente cuestionadas por todos los gobiernos, algunos de manera demagógica sin tampoco hacer mucho por sus sociedades y menos por la ciencia, tecnología e innovación. Al mismo tiempo, en Budapest, el término de innovación y el concepto de sistemas de innovación, prácticamente inexistentes en Viena, estaban en pleno auge y ya se entendían mejor los procesos mediante los cuales los países, sus organizaciones y empresas adquirían mayor competitividad.

Han pasado tres décadas de Viena y una de Budapest, pero nuestros indicadores científicos, tecnológicos y de innovación, si bien han mejorado en varios países, distan mucho de lo deseado y más bien se apartan de países desarrollados y varios en desarrollo. Nuestras universidades, con honrosas excepciones, continúan en posiciones subsidiarias en los indicadores de excelencia y calidad. En fin, nuestro esfuerzo científico, tecnológico y de innovación continúa siendo lento y la brecha que nos separa del desarrollo se amplía cada vez más.

Un reciente estudio auspiciado por el IDRC del Canadá muestra claramente, a partir de la opinión de dirigentes de política de la ciencia, la tecnología y la innovación, que en efecto han habido muchos avances en la aplicación de políticas adoptadas en los últimos años, pero existen un sinnúmero de limitaciones a ser superadas mediante la adopción de nuevas y mas decididas políticas nacionales.

Los países en desarrollo que han surgido o están en ese proceso, tales como China o India, y cerca de nosotros Brasil, no han necesitado de las ampulosas declaraciones de Viena o Budapest, sino han realizado logros importantes como resultado de sus propios esfuerzos y decisiones. Ya en décadas anteriores siguieron esos mismos caminos los denominados tigres asiáticos.

No es que las declaraciones de Viena y Budapest no sirvieran para guiar a los países, pues son resultado de comparar, analizar y sugerir caminos a partir de experiencias vividas, y constituyen consensos de colaboración importantes; lo que ocurre es que esas declaraciones, sin una voluntad propia de aplicarlas, no son sino un "saludo a la bandera". La reciente Declaración de la Región adoptada en ocasión de los diez años de la Conferencia de Budapest reconoce claramente que el primer paso hacia el dominio de la ciencia, la tecnología y la innovación para el desarrollo depende de cada país.

En este momento de transición a la era del conocimiento y dada la urgente necesidad de enfrentar los retos del desarrollo en un entorno social y económico difícil, es hora que los países de América Latina tomen nuevas y valientes decisiones para reexaminar el esfuerzo realizado y definir rumbos novedosos y originales, especialmente cuando los procesos de investigación e innovación se han tornado más complejos y requieren de nuevos enfoques para la definición de políticas y estrategias.

Carlos Aguirre Bastos

Academia Nacional de Ciencias de Bolivia Mahabir P Gupta, Director Ejecutivo, Asociación Interciencia. Bolivia.