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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras v.49 n.74 Caracas  2007

 

CORRECTOR DE ESTILO

 Quero Arévalo, Miltón (2005).  Caracas:

 Editorial Norma. 180 páginas.

José Rafael Simón

Recibido: 15-06-2007

Confieso, aunque con cierto rescoldo de vergüenza, que no soy un frecuente lector de literatura venezolana. Confieso también que para nada conocía, ni me sonaba tampoco, el nombre de Milton Quero Arévalo. No obstante, un día leí en la prensa que su obra Corrector de estilo había sido distinguida con el Premio de Novela Adriano González León, correspondiente al año 2004. En ese mismo escrito, el autor manifestaba que su novela se paseaba por el mundillo de los profesores de literatura, del ámbito universitario, de la soledad, del amor encontrado después de los sesenta años. Lo que pintaba el referido autor me pareció interesante. Sirvió de motivación, de detonante, de punto de partida. Y aquí estoy, tratando de reseñar para ustedes, los otros, los posibles lectores, Corrector de estilo.

En primer lugar, hay que hacer referencia obligada a la anécdota de la novela Corrector de estilo, estructurada en diez y seis partes sin título identificatorio alguno. Y ahí vamos. Nectario Medrano Rodríguez, hombre de 65 años de edad, forma parte del Círculo de la Testosterona Literaria de la ciudad de Maracaibo, donde “se burla el sol de todos nosotros; atraviesa con indolencia las cortinas y persianas con las que solemos aislarnos de la furia del gran carro, mientras permanecemos hundidos en una incógnita que la ciudad nos ofrece, y que apenas se diluye muy entrada la tarde, cuando salimos como hormigas de la  cueva a ver los restos de la ciudad que nos dejó su incendiado talante...” En dicho círculo se encuentran también hombres de la talla del profesor Nicanor Antúnez, conocido en los bajos fondos como Nicasio Abreviatura, Magio Fernández (bautizado como el Barón de la Enjuta Figura), y el Rafa de la Girondina, un fanático hasta los tuétanos de la tauromaquia y el único del grupo que no tiene aparentemente aficiones (o aflicciones, será mejor decir) literarias.

A Nectario Medrano Rodríguez le presentan una mujer, Misleidy Graterol de Urdaneta, quien está escribiendo un libro de memorias con el originalísimo título de Al final del camino. Quiere Misleidy que Nectario, el que se ha pasado toda una vida escribiendo los aburridísimos Tópicos Shell, le corrija sus memorias. Que funja de eso que se llama corrector de estilo, pues. Así va conociendo Nectario a Misleidy, casada con un ganadero de la zona llamado Echeto Jefferson Urdaneta. Pero Nectario hace más: va conociendo los adentros de Misleidy Graterol de Urdaneta, se cuela en los fragmentos de su vida que ella refiere en sus memorias, como los bautizos de los hijos, se transforma en su caballero salvador y termina enamorándose. Y se monta con ella en un autobús Ruta 6 y termina besándola en un típico enlosao maracucho, mientras el brollo ya ha empezado a transitar las aceras marabinas. Y una vez que esto ocurre siente Nectario que Maracaibo, ese espacio urbano marcado por un sol inclemente y por un clima y por una forma de ser bien mollejúa, tiene un absoluto sentido. Y se van a Mérida Misleidy y Nectario a tratar de ser felices, pero... Como comprenderán, no es de buen gusto referir el final.

En Corrector de estilo, también se cuentan pinceladas de las historias de los otros integrantes del Círculo de la Testosterona Literaria: el profesor Nicanor Antúnez, quien todavía vive con su madre y sólo lo motiva una incapacitación del IPASME que nunca llega; Magio Fernández, bautizado como el Barón de la Enjuta Figura, enamorado de una prostituta llamada Katiuska que trabaja en el burdel El conejo loco, atendido por el portu Ferreira;  y el Rafa de la Girondina, trabajador del puerto y quien sólo desea viajar por el mundo. Todos mayores de sesenta años y con los sueños sin realizar. Y sin conocer el amor.

La anécdota que hemos referido está impregnada de humor. Un humor sustentado muchas veces en lo escatológico. (“El Barón preguntaba: ¿Cuánto es? Pagando los antojitos de la novia-puta, ella modulando, tensando la cuerda del “amor” o tal vez la del interés. Antojitos iban, antojitos venían y el Barón sacando la cartera y pagando cuanta güevonada se le ocurriera a la puta de su novia”). Pero ese humor en ocasiones adquiere un fino tono de burla, como cuando el profesor Nicanor Antúnez, Nicasio Abreviatura, pasa la lista de los alumnos en una de sus clases y elabora “con los nombres y apellidos sintagmas adoloridos que causan en los estudiantes, la impresión de una locura en ascenso”... Madamleidy Acosta, Ginette Puche, Yandir Molina, Yalesvky Ramona, Maikelin Villalobos, son algunos de esos nombres.

Asimismo, en las diez y seis partes de la novela, hay espacio para la denominada crítica social. Referiremos sólo dos ejemplos. En el primero, el profesor Nicasio Abreviatura está presentando en la Casa de la Capitulación el libro La Batalla Naval del Lago. Arranca su discurso hablando del proceloso (confieso que no sabía la significación del término, así que la busque en mi viejo Larousse: tormentoso, borrascoso) lago. Al escuchar tales palabras, Nectario entabla una conversación con el Barón de la Enjuta Figura para decirle que él no ve lo proceloso del lago por ninguna parte. Que más bien él lo ve boñigoso y mierdoso. Habría que agregar también lemnoso, si se nos permite la licencia. Otra especie de denuncia que se hace tiene que ver con la situación de algunas etnias indígenas, sobre todo los goajiros, que pululan mendigando por las calles marabinas.

Ya para concluir esta reseña, quisiera referirme al autor de la obra, Milton Quero Arévalo, y al premio literario al cual se hizo acreedora la novela.

Quero Arévalo nació en la ciudad de Coro en el año 1959. Es Licenciado en Letras graduado en la Universidad del Zulia. También estudió actuación en la Escuela de Teatro Porfirio Rodríguez. Ha participado en diversos concursos literarios: Primer Premio de Narrativa en la Bienal de Literatura Antonio Arráiz (2002), Mención de Honor en la Bienal de Literatura Miguel Ramón Utrera (2004), Primer Premio en la Bienal de Literatura Eduardo Sifontes (2004), etc. Además de haberse ganado todos estos premios, Milton Quero Arévalo aparece en la novela como el autor de un cuento llamado Hotel Grande, sobre el hotel homónimo de Maracaibo. Pero dicho autor ya ha fallecido y el texto es recuperado por uno de sus descendientes, quien lo encuentra en un baúl entre otros objetos propiedad del mencionado autor. Sin duda alguna, un hecho muy curioso. Y otro hecho curioso deviene en lo siguiente. Resulta que Nectario Medrano Rodríguez, quien pareciera estar siempre insatisfecho con el talante de la ciudad de Maracaibo, lleva unos treinta años viviendo allí aproximadamente. Pero no es oriundo de allí. En este sentido, tal vez el personaje sirva como vehículo de escape para Milton Quero Arévalo, quien ha hecho parte de su vida en Maracaibo, pero tampoco ha nacido en la tierra del sol amada. Sin duda, otro hecho curioso. Igualmente, no hay que olvidar que dentro de la trama de la novela el autor de Corrector de estilo, es el mismo Nectario, quien recoge en la misma las peripecias vitales de los integrantes del Círculo de la Testosterona Literaria. Es decir, la novela dentro de la novela. Más curiosidades, pues.

Asimismo, vale mencionar que Corrector de estilo, el texto que nos ha ocupado en estas páginas, se hizo acreedora por unanimidad del Premio de Novela Adriano González León  2004 patrocinado por el Grupo Editorial Norma, el Pen Club de Venezuela y Econoinvest Casa de Bolsa. El jurado estuvo compuesto por destacados representantes de las letras de nuestro país: Victoria De Estefano, Juan Diego Mejía, Luz Marina Rivas, Óscar Marcano y Quim Monzó. Entre otros elementos, los miembros del jurado evaluador destacaron la fina ironía manejada por el autor en la novela, así como la acertada reconstrucción del espacio urbano donde transcurren los acontecimientos, que no es otro sino la ciudad de Maracaibo, con ese sol siempre desbordándose en la espalda de los hombres y de las cosas.

Ahí sigue, pues, Corrector de estilo, la novela del falconiano Milton Quero Arévalo, en espera de lectores. Y mientras ella sigue aguardando a alguien que roce sus páginas, es muy probable que Nectario y Misleidy continúen haciendo el amor montados en el taxi Ford Fairlane 500 de Valmore Concho, recorriendo las calles de esa ciudad que es toda sol y calor y habla y una forma particular de ser y música: Maracaibo. Maracaibo de solares abandonados y de construcciones sin estilo. Maracaibo de sitios feos cubiertos con sábanas.