SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.49 número75El niño malo cuenta hasta cien y se retira índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras v.49 n.75 Caracas  2007

 

Los tres usos del cuchillo: sobre la naturaleza y la función del drama

Mamet, David.  (2001).  Barcelona: Alba Editorial. 111 páginas.

Alí E. Rondón

Recibido: 13/03/2005

Autor al que no son ajenos el hecho teatral verdadero ni la hoguera de vanidades en que se ha convertido Hollywood, David Mamet liga las vicisitudes del decadentismo del espectáculo con un adverbio de contemporaneidad, y en ese gesto, animado por tan fecunda contradicción, nos proporciona tres ensayos de fervor estético donde manifiesta con mayor claridad sus influencias literarias definidas en Los tres usos del cuchillo.  Las sorpresas que pueden reservarnos los amoríos de folletín o la política internacional como puntos de partida para crear un texto teatral.

Pues bien, así como no escasean los estudiosos de la crónica sentimental a lo Rosa Montero, nos llega precisamente de Península Ibérica la traducción al español de Three uses of the knife,  On the nature and purpose of drama  firmada por María Faidella Martí.  Una obra quizás menor, aunque no por ello menos luminosa, y felizmente sensual, mundana.  Con seguro oficio como dramaturgo (es el autor de Glengarry Glen Ross, Speed and Plow y Sexual perversity in Chicago), como guionista cinematográfico (El cartero siempre llama dos veces, Los intocables, El veredicto) y como director de cine (Casa de juegos, Sate & Main y La trama), Mamet se destaca por sus originales puntos de vista acerca del acto creativo y por su agudo sentido crítico sobre el fenómeno teatral.  Más aún, mirándolo bien, se puede precisar que la arquitectura general del libro, tan rigurosamente bien escrito, no excluye una intención pedagógica convincente y eficaz.  A ratos pareciera el libreto de James Lipton en sus amenas pláticas con De Niro, Pacino, Hoffman, Streep, Sarandon o Nicholson desde el Actors Studio.

En su búsqueda de temas ilustrativos, el volumen se ajusta con sencillez al propósito divulgativo de estudios como  Cómo escribir el guión para cine y televisión de Doc Comparato o  Y Latinoamérica inventó la telenovela de José Ignacio Cabrunas.  Al igual que en ambos manuales Mamet traza un plano esencial del mundo humano y literario que rodea la escena (norteamericana).  Sin embargo, en cuanto a este panorama, es lícita una reserva, pues propone un abigarrado mosaico de opiniones donde alterna citas verdaderamente prescindibles.  Tres ejemplos que saltan a la memoria de inmediato serían Hitler, las novelas de Trollope y los musicales americanos.  Dicho trío sintetiza no sólo la producción romántica europea occidental que rinde culto a la excelencia del héroe, sino también al tipo de obra en la que resultan crucial lo engañoso, lo ficticio y lo falso.  Contrarias al atractivo farandulesco cuyas fealdades no provocan abatimiento ni bellezas que merezcan  celebrarse ninguna de ellas llegan a ser perturbadoras, enrevesadas o insólitas como “los poemas de Wallace Stevens, la música de Charles Ives o las novelas de Virginia Wolf” .  Dicho con palabras de Mamet:

uno no puede cantar blues si no ha sentido

antes una melancolía profunda.

Como réplica significativa para intuir  cuáles son los antihéroes y héroes que ponen rostro a las pequeñas escenas de tragedia y comedia que dan sentido a la vida intentaremos resumir a David Memet:: Una obra dramática es la forma de comunicación más íntima y aguda que podemos alcanzar a un nivel profundo para lidiar con nuestras más hondas aprensiones e intuiciones.  O sea, nada como el drama para mantenernos sanos, cuerdos y, especialmente, humanos.