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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras vol.53 no.84 Caracas jun. 2011

 

Del peligro de una sola historia al poder de "otras" historias

Leonora Simonovis

University of San Diego

leosimonovis@gmail.com

Resumen

El siguiente texto pertenece a una videoconferencia dictada en el IVILLAB en octubre de 2011. En él, la autora discute cómo la influencia de discursos dominantes afecta la percepción y la identidad de grupos minoritarios, creando así una perspectiva única que no representa la multiplicidad de sujetos y de voces que existen dentro de una misma cultura. Asimismo, la autora reflexiona sobre su experiencia personal y docente a partir de su encuentro con dos líderes indígenas reconocidas internacionalmente.

Palabras claves: discurso dominante, prejuicios culturales, historias, grupos minoritarios.

En una conferencia titulada "El peligro de una sola historia," la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie le explica a su audiencia el proceso que la llevó a convertirse en escritora, así como sus experiencias como inmigrante en los Estados Unidos. Subraya el hecho de que cuando comenzó a escribir, sus personajes eran iguales a los de los libros que ella leía de niña: rubios habitantes de países invernales que comían alimentos exóticos y desconocidos para una persona no europea. La autora hace énfasis en la influencia que el discurso colonizador europeo tuvo en su propia escritura y cuenta cómo inconcientemente ella reproducía en su escritura imágenes de un mundo distinto al de ella –y considerado mejor y más "perfecto"- cuyos imaginarios le habían sido impuestos mediante la influencia de diferentes medios –libros, periódicos, radio.

Adichie cuenta de forma graciosa cómo cuando comenzó a escribir sus personajes bebían cerveza de gengibre -aunque ella no tenía idea de qué era esto ni a qué sabía- , hablaban sobre el cambio de las estaciones y jugaban en la nieve. Obviamente ninguno de estos elementos existía en Nigeria o en África, así que su relación con la literatura y con su propio proceso de escritura comenzó siendo algo distante y extraño con lo cual no podía identificarse. Hasta que comenzó a leer la literatura de su propio continente y se dio cuenta de que las personas como ella, "del color del chocolate," también podían protagonizar obras de ficción. Su percepción de la literatura cambió completamente y también su forma de entender el mundo, porque de ahí en adelante comenzó a escribir sobre África y sobre gente con experiencias similares a la suya.

Sin embargo, cuando Adichie emigró a los Estados Unidos, tuvo que re-definirse dentro de un nuevo sistema que posee una categoría general para gente como ella: "africana" y también debió soportar la ignorancia de algunos quienes, sin saber lo que ocurría en el mundo exterior, tenían una concepción estereotipada de África en la que leones, jirafas, cebras y otros animales salvajes corrían por una sabana enorme mientras un jeep cargado de individuos de piel blanca y vestidos de kaki admiraban el paisaje. Así que su escritura tomó otro giro, distinto al anterior, donde la autora comenzó a explorar la experiencia del exiliado nigeriano en los Estados Unidos, específicamente en su libro de cuentos The Thing Around Your Neck (2009), el cual narra historias de distintos sujetos que, aunque vienen del mismo país, no pertenecen a la misma clase social o a la misma región o no tienen las mismas costumbres y por tanto sus experiencias como inmigrantes son sumamente variadas. Con esto la autora demuestra que no todos los "africanos" son iguales y que dentro de un mismo país existen también las diferencias.

La historia de Adichie no es única. En todos los rincones del mundo existe el peligro de caer en prejuicios y estereotipos sobre una cultura, un país o ciertos individuos. Y esto sucede por el hecho de que solo conocemos una parte de la historia y no tenemos otras perspectivas que nos permitan expandir nuestra visión. La misma Adichie comenta que durante un tiempo se dejó influenciar por las noticias atroces que escuchaba sobre México en los Estados Unidos y que cuando visitó México tuvo que reprenderse a sí misma porque lo que esperaba ver y lo que vio fueron dos cosas complemente distintas. De este modo se dio cuenta que se había dejado llevar por una única historia en la que México era representado como un país violento y en el que la gente era infeliz y vivía en la zozobra.

Las concepciones que definen a individuos que pertenecen a un grupo racial o étnico se formulan desde los tiempos de la colonia y con el tiempo se han convertido en parte del folklore y la cultura popular. Pero no solo ocurren de un país a otro, sino que también dentro de una misma cultura podemos observar este fenómeno, el cual usualmente se manifiesta en el discurso cotidiano mediante comentarios "humorísticos" o "satíricos" que sutilmente aluden a un miedo colectivo hacia todo aquello que es diferente, bien sea por el color de la piel, las prácticas religiosas, preferencias sexuales o lugar de origen.

En los Estados Unidos –al igual que en muchos otros países hoy día- la influencia de los medios de comunicación, el cine y la televisión han ayudado a difundir el mito del "sueño americano" y por ende, quienes no se informan ni van más allá de lo visto, no saben que existen otras ideas, otras gentes y otras formas de ver el mundo dentro de este país. La influencia de series de televisión y películas de Hollywood crea una imagen homogeneizada y sanitizada de este país que no toma en cuenta a la mayoría de la población y que además, crea una imagen "blanqueda" del norteamericano que encubre un hecho que muchos se empeñan en negar: este es un país de inmigrantes. Y un país que además, sigue atrayendo inmigrantes por diferentes razones. En su crónica La travesía de Enrique (2006), la periodista argentino-americana Sonia Nazario entrevistó a varios niños que cruzaron las fronteras de diferentes países centroamericanos para llegar a México y de ahí a Estados Unidos. Cuando les preguntaba que por qué querían venir aquí, muchos alegaban que tenían algún familiar (madres sobretodo) allí y que habían visto películas y series de televisión donde todo se veía mejor y más bonito. Pero en esta travesía muchos de estos niños, si llegan, lo hacen en mal estado de salud, a veces no encuentran a sus madres y algunos terminan metiéndose en actividades criminales o son deportados. Una gran cantidad muere sin haber cruzado, asesinados por las bandas que hay en las fronteras o se enferman y deben quedarse en algún país intermedio por un tiempo indefinido. Lo que presentan los medios y lo que realmente sucede son dos cosas muy diferentes, pero para estos niños la oportunidad de una vida mejor y el volver a ver a sus madres es un motivo muy poderoso para dejarlo todo y embarcarse en el cruce.

Y allí está la clave, en la variedad de perspectivas, de historias, de puntos de vista, en lo que se considera la verdad impuesta por un grupo dominante y lo que está detrás de ese discurso. En los últimos cuatro años he tenido el privilegio de conocer a dos mujeres que me hicieron recordar que existen otras historias que vale la pena contar y dar a conocer, así como lo importante que es poder sopesar diferentes opiniones sin la mediación de otros. El primero de estos personajes es Rigoberta Menchú, la controversial líder indígena guatemalteca quien ganó el Premio Nobel de la Paz en 1993. El segundo, otra líder indígena, norteamericana en este caso: Winona LaDuke.

Durante mi vida universitaria escuché a diferentes personalidades hablar de Rigoberta Menchú y por supuesto en algún momento pasó por mis manos Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983), un testimonio sobre la vida de Rigoberta y las luchas de los pueblos indígenas en Guatemala editado por la antropóloga venezolana Elizabeth Burgos. El libro suscitó innumerables entre otras cosas porque luego se comprobó que Rigoberta había cambiado algunas partes de su historia. Aunque esto es cierto –la misma Menchú admitió haber cambiado cosas- muchas acusaciones cayeron sobre Rigoberta, acusándola de falsificar la verdad y de mentir al mundo acerca de una situación tan grave. Sin embargo, dos de las cosas que surgieron en su defensa fueron la mediación/traducción de Burgos, quien debía poner en palabras la historia y además conservar el mensaje y además el poco dominio del español que tenía Rigoberta en ese momento. Todo esto forma parte del discurso académico que gira en torno al testimonio como género y a la propia Rigoberta y el tener conocimiento sobre él me permitió tener una visión objetiva y crítica del problema pero siempre manteniendo una distancia relativamente "segura," la distancia que otorga el trabajar con textos y no necesariamente con personas de carne y hueso.

Hace tres años Rigoberta Menchú fue invitada a mi universidad a hablar sobre los derechos humanos durante el marco de la Semana Internacional. Se me encargó a mí la tarea de ser su traductora oficial –del español al inglés- durante este evento, ya que como latinoamericana tal vez tendría una mejor oportunidad de formar lazos con nuestra invitada. Al principio tenía cierta reticencia, no solamente por lo que había leído sino por los comentarios de colegas y amigos académicos que me decían que seguramente esto iba a ser negativo para mi carrera. Pero a pesar de esto decidí tomar la oportunidad que se me presentaba. Pasé tiempo con ella, conversamos, conoció a algunos de mis estudiantes y debo decir que mi perspectiva cambió por completo porque Rigoberta pasó de tener 200 páginas a tener un cuerpo, dos brazos, dos piernas y sobretodo, una voz que todavía puedo escuchar en momentos cuando me siento intranquila y no sé muy bien que hacer. Recuerdo que en medio de mis nervios antes de salir a la tarima, me puso una mano en el hombro y me dijo: "Ahora somos una sola boca, una sola voz." Aprendí en esas pocas horas que quienes intentaron acallarla mediante la búsqueda de LA verdad nunca entendieron realmente SU verdad, ni tampoco se pusieron a pensar que a ella no le interesan los testimonios, ni las teorías, ni el feminismo, ni las conferencias académicas sino la gente, SU gente a la que ha visto sufrir y morir luchando por sus derechos. Esa Rigoberta me pareció mucho más real y más tangible que la otra construida y reconstruida muchas veces por "otros" diferentes a ella. Y esa es la imagen sobre la cual enseño a mis estudiantes y con la que trato de transmitirles mi experiencia, así como también el hecho de que la educación se recibe dentro y fuera de las aulas y que lo que aprendemos debemos llevarlo más allá del recinto universitario, porque de otra manera se estanca contenido en estas cuatro paredes.

Otra experiencia similar ocurrió el otoño pasado cuando tuve la oportunidad de conocer a Winona LaDuke, activista indígena que ha trabajado incansablemente por su tribu y por otras tribus aquí en los estados Unidos y que ha logrado mover los cimientos más fuertes de corporaciones internacionales petroleras y mineras cuya invasión en los territorios indígenas causaron estragos en la salud y el bienestar de sus pobladores.

Winona pertenece a la tribu de los Ojibwe en el norte de Minnesota, en la frontera con Canadá. Durante su infancia vivió en la ciudad de Los Ángeles pero luego se mudó a Minnesota con su familia donde crió a sus tres hijos y desde donde realiza todas las actividades relacionadas con su trabajo. Esta activista estudió economía ambiental en la universidad de Harvard y también en el Instituto Tecnológico de Massachussets, dos de las universidades más prestigiosas de este país, pero cuenta que desde los 18 años, dejaba la universidad durante meses para trabajar en distintos casos de abuso perpetrados contra poblaciones indígenas diversas, como por ejemplo los indios Navajo en California, quienes tenían un alto índice de mortalidad debido a la explotación de minas de carbón en la zona. Winona se dedicó a estudiar los impactos que producía el carbón el los pulmones de los trabajadores, así como la contaminación del agua y los alimentos y lanzó una campaña, conjuntamente con otros activistas, contra la compañía que estaba detrás de la explotación de las minas.

Winona también participó en la primera conferencia de las Naciones Unidas donde se pidió que se tomaran en cuenta los derechos de los indígenas –decisión que no se tomó sino hasta 30 años más tarde. Aparte de esto ha trabajado mucho para su reservación y fundado dos organizaciones sin fines de lucro que tienen como fin concientizar a la gente sobre prácticas ambientales sostenibles que beneficien a las distintas comunidades y a través de las cuales pueda ahorrarse energía.

Durante su estadía aquí, hubo tres temas de los que habló Winona. El primero fue el uso de formas de energía más eficientes como la energía solar y de viento. Mostró cómo en su reservación han instalado este tipo de fuentes de energía que además han generado más empleos para personas que antes no lo tenían como por ejemplo veteranos de guerra que tienen algún trauma pero que son socialmente funcionales y que no son empleados en ningún otro lugar. O personas que no tienen un título pero tienen conocimientos básicos de ingeniería o mecánica.

El segundo tema del que habló fue la localización de los recursos y de cómo se malgasta la energía cuando se importan productos de un lugar a otro. Además, la calidad del producto no es la misma puesto que ha sido congelado y descongelado para la venta. En su reservación ellos siembran y cosechan sus propios productos que venden a tiendas y supermercados locales donde las personas pueden comprarlos a bajo costo y además disfrutar de la calidad. Es algo que aquí en California se ha hecho con las organizaciones de agricultura comunitaria y en las que la población apoya la producción de productos locales, ahorrando así dinero que puede ser usado con otros fines.

Finalmente Winona habló de la importancia de la educación para la población en general y de cómo muchas veces los indígenas no quieren salir de sus reservaciones por miedo a la discriminación o porque no se sienten cómodos y entonces las reservaciones no progresan. La activista subrayó la importancia de recibir una educación que permita cuestionar las prácticas nocivas de corporaciones, que permita dar una perspectiva que ayude a las comunidades y a los individuos a luchar por un progreso que no necesariamente es de carácter tecnológico o científico, sino, por falta de una mejor palabra, humano. Que ve en la salud y en el bienestar comunitario la solución para un país mejor y más saludable. El poder conversar con ella y aprender de sobre su vida es una experiencia invaluable que no se encuentra ni en libros ni en enciclopedias y que además añade una voz y una historia más, ofreciendo así otra perspectiva que considerar a la hora de entender la política y la economía norteamericana y mundial.

Al principio de esta conferencia pensaba hablar sobre una obra literaria que leí recientemente pero luego decidí que aunque los libros nos enseñan mucho, ese aprendizaje no tiene sentido sino podemos conectarlo con el mundo que nos rodea. En la Escuela de Letras de la UCV, teníamos una materia llamada "Literatura y Vida" y apenas ahora, después de más de una década de haberme graduado, es que empiezo a entender realmente lo que esa relación entre la literatura y la vida significa. Esa multiplicidad de experiencias, de historias y de sujetos que contrarrestan los discursos homogeneizadores representan una realidad que no siempre es tan evidente pero en la que vale la pena indagar puesto que nos enseña mucho, no solo sobre "otros" sino también sobre nosotros mismos.

Referencias

1. Adichie, Chimamanda Ngozi. El peligro de una sola historia [en línea] http://www.ted.com/speakers/chimamanda_ngozi_adichie.html [Consulta: 30 de septiembre de 2011].        [ Links ]

2. Adichie, Chimamanda Ngozi (2009). The Thing Around Your Neck. Canada: Alfred A. Knopf.        [ Links ]

3. Menchú, Rigoberta (1998). Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. Elizabeth Burgos, ed. México: Siglo XXI.        [ Links ]