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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras vol.54 no.87 Caracas dic. 2012

 

Cuentos inquietantes / contos inquietantes (2011) De Marcelo Carneiro Da Cunha, Marçal Aquino, Alberto Barrera Tyszka, Humberto Mata (Trad. Newi Tábora, Graciela Da Silva, Ricardo Tavares) Caracas: Ediciones Instituto Cultural Brasil Venezuela. 168 pp.

Alí E. Rondón

Quizás la mejor apuesta a favor de este tributo bilingüe a la literatura policial que desde 2011 circula entre nosotros bajo el sello Ediciones Brasil Venezuela, sea la presentación. Una especie de luz amarilla intermitente para quien decida tomar la senda de Carneiro, Aquino, Barrera Tyszka y Mata.

"Brasileños y venezolanos, estos cuatro escritores comparten la misma mirada sobre el destino y los cálculos clásicos de la narrativa policial. El delito es difuso, inclasificable, accidentado; la observación es equívoca, falible, inoperante; la deducción lógica es ambigua y controversial; el móvil está irremediablemente camuflado en el juego huracanado del azar y el traspiés" (p. 7).

Quien sabe si la advertencia disparada así, a quemarropa, sea para televidentes asiduos a La Ley y el orden, Wallander, Maigret o fans de Agatha Christie. No suena a mera casualidad esa aclaratoria tajante de que esto es así y punto. En dos platos

"No hay manera de encontrar en estos relatos de crímenes ningún combate de inteligencias entre el detective y el delincuente, ninguna asepsia de laboratorio forense y, mucho menos, un claro límite entre el bien y el mal" (p. 7).

Para hablar de estos cuentos entonces, nada mejor que comenzar diciendo que su escritura exhibe una extraordinaria inventiva. Son crónicas de vidas inestables en busca de algún centro de gravedad. En Diez años después, pequeña mejoría, por ejemplo, Marcelo Carneiro Da Cunha reelabora con refinado sadismo la fábula aquella del cazador cazado. En Boquerón Humberto Mata dibuja con palabras la degradación progresiva de un funcionario policial que termina devorado por la perplejidad perturbadora del caso que investiga. Un asunto sentimental no es más que el pretexto inventado por Alberto Barrera Tyszka para pasear al protagonista por un bar, el apartamento, la Comisaria Central, la buhardilla de una vieja quiromántica, otra vez el bar y el basurero al final de una calle. Dicho de manera más sencilla: Emilio Arcaya aún no se recupera de la frustración y sigue con sus "pataletas adultas" por el abandono de Gisela. Pero quizás el más inquietante de estos textos sea Echenique.

Con él, Marçal Aquino nos estruja los razonamientos tortuosos de personajes que desconfían uno de otros, mientras esperan rescatar a un secuestrado de la guerrilla colombiana en plena selva. Para colmo el título del cuento proviene de una raíz cuya pócima desata alucinaciones en el narrador.

Con el respeto que nos merece el cineasta estadounidense Quentin Tarantino (1963-) quisiéramos ahora comparar los méritos de Cuentos inquietantes con el catálogo nada prosaico de su filmografía. Al director y guionista de Tiempos violentos, Perros de reserva, Asesinos por naturaleza, Kill Bill, Bastardos sin gloria y Django se le ha acusado de cierta predilección por el crimen, la violencia exacerbada, los hechos sangrientos y las acerbas críticas lanzadas con sorna hacia la sociedad contemporánea. Pues bien, los autores de Cuentos inquietantes son aves agoreras que escriben con la misma desolación de Tarantino. Sus víctimas y victimarios rozan de cerca al lector con sus emociones. Riegan semillas habituales de duda, celos, envidia; tararean algún poema de Rafael Cadenas o la letra de boleros; recurren al pensamiento mágico y al licor como quien clama por una tregua para reponerse a su infierno particular, pero nada de tumbarse en la cama en silencio y clavar la mirada en el techo. Jamás disfrazan sus patologías de normalidad-como diría el Dr. César Landaeta. Que por ese camino Carneiro, Aquino, Barrera Tyszka y Mata nos sorprendan con obsesiones estéticas y nos dejen algo positivo es un plus, un valor agregado. Es para sentirse muy recompensados en tanto lectores. A fin de cuentas, desde la primera línea sospechábamos que algo grave, gravísimo estaba a punto de pasarle a los personajes. Lo demás es esa ambientación que abre la puerta a revelaciones, a enigmas cada vez más terribles y oscuros. Es esa atmósfera en la que el suspenso, la acción y la tragedia se conjugan con un realismo único, tanto que el espectador se siente inmerso en un unitario para la televisión. Ah, y lo mejor, no echamos en falta los efectos especiales para quedarnos sin aliento.

A partir de la página 87 apreciamos-valga la paradoja-otra gran virtud del volumen. Allí comienza en portugués la conjura del proyecto ideado por Irlanda Rincón Chalbaud (Directora del Instituto Cultural Brasil Venezuela) y patrocinado por José Antonio Marcandes de Carvalho (Embajador de la República Federativa de Brasil). Impecable trabajo, señores. Desde ya esperamos el segundo título de esta colección que honra a la literatura binacional.