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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras vol.55 no.88 Caracas jun. 2013

 

Lemus, Yhonais. (2013). Hilos celestes. Caracas: Editorial Torino, C.A.

Prof. José Rafael Simón Pérez

En las líneas que siguen intentaré reseñar, aunque sin develar todas sus claves, para que el posible lector no pierda interés en los versos de sus 101 páginas, el poemario Hilos celestes, cuya autoría le pertenece a la poeta Yhonais Lemus. Pero antes de desarrollar lo anunciado contextualicemos grosso modoel devenir existencial y la obra, que ya tiene, de esta joven promesa de la literatura venezolana contemporánea.

Yhonais Lemus es profesora egresada del Departamento de Castellano, Literatura y Latín del Instituto Pedagógico de Caracas, núcleo de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Durante muchos años participó de forma activa, cada tarde de viernes, en el Taller Literario "Marco Antonio Martínez", fundado por José Vicente Abreu en el año 1976, taller adscrito al Instituto Venezolano de Investigaciones Lingüísticas y Literarias "Andrés Bello" (IVILLAB). De hecho, muchas de sus creaciones poéticas se encuentran plasmadas en las páginas de la revista Para las telarañas, órgano de publicación de dicho taller. Así mismo, ha participado en otros eventos literarios como el Festival Mundial de Poesía, en sus ediciones cuarta y séptima, así como en los cursos de creación de la editorial estatal Monte Ávila.Hilos celestes es su segundo libro. Con el primero, La trascendencia de los insectos, se hizo acreedora del segundo premio del primer Concurso de Poesía "Elsa Morales" correspondiente al año 2008. ¿Ven y entienden ahora por qué en el primer párrafo señalé que Lemus es una joven promesa de la literatura venezolana emergente?

Hablemos ahora de Hilos celestes. Se trata de un poemario dividido claramente en tres partes: Cuerpo de un grito, El eco articulado y La palabra erguida. Consta de 62 poemas, algunos titulados, otros no. Algunos breves, la mayoría, otros no tanto. Recuerdo en este punto la contundente brevedad de esa forma de poesía tradicional japonesa denominada haikuy del propio minicuento. Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. ¿Les suena el nombre del escritor centroamericano Augusto Monterroso, todo un maestro del género llamado microrrelato? Hecha la digresión, sigamos con nuestro objetivo planteado. El libro cuenta con dos prólogos, uno firmado por el prof.Einar Goyo Ponte, Jefe del Departamento de Castellano, Literatura y Latín del Instituto Pedagógico de Caracas y el otro escrito por el poeta mirandino Julio Valderrey. En la portada, toda ella vestida de distintos matices de azul, se ven a las moiras "tejer y des-tejer" esos hilos ¿celestes? de la vida y de la muerte. Y del destino individual de cada uno. Recordemos que las moiras, sus equivalentes romanas serían las denominadas parcas, son las figuras mitológicas que controlaban el metafórico hilo de la vida de cada mortal, desde el momento del alumbramiento, llanto incluido, hasta la mismísima muerte. Goyo Ponte, en unas palabras iniciales que invitan a la lectura del trabajo de Lemus, destaca que dicha autora siempre está "asomándose al mito" y "dialogando con él". Y añade que entre el mito y la poesía hay tanta cercanía que parecen habitar el mismo espacio.

Como ya se mencionó en un párrafo anterior, en el poemario Hilos celestes, de Yhonais Lemus, se distinguen tres partes. La primera, Cuerpo de un grito, recoge 21 poemas.El leitmotiv de tales creaciones, si cabe tal expresión, es la ciudad. La propia poeta reconoce que el caos citadino fue el motivo de inspiración inicial para su libro en una generosa dedicatoria a quien estas líneas escribe. Esa urbe llena de túneles y de trenes en los que se agolpan viajeros (cualquier parecido con un viaje en el Metro de Caracas, suponemos es pura coincidencia), de bocinas, de tubos de escape, de radiadores y de un humo negro que va aniquilando la pureza y contaminando de a poco el aire que baja de nuestro cerro guardián.

Valderrey, en uno de los prólogos del texto, acota que el yo poético representa el espacio urbano con un tono de flagelación, desasosiego y hasta desarraigo. En definitiva, se trata de una ciudad hostil y dolorosa, en la que hasta "…los días se suicidan" hastiados del tráfico cotidiano que serpentea por las autopistas, avenidas y calles, de la misma rutina y del cemento que cada vez se apodera de más espacios, tal como la creadora "denuncia" en las líneas de "En espera", poema acompañado de un epígrafe tomado de la obra del poeta Vicente Huidobro.

En este punto, podríamos hacer una conexión con la narrativa venezolana contemporánea o emergente, puesto que una de sus principales características es, justamente, su carácter urbano, además de la recuperación de la anécdota, mientras que el experimentalismo con el lenguaje, recurso muy empleado en los años ’70, ha pasado a un muy segundo plano.

El eco articulado es el título que identifica la segunda parte del poemario. Condensa en su totalidad 11 poemas. La última parte lleva por nombre La palabra erguida y parece, a simple vista, una continuación inmediata de la anterior. Cuenta con 30 poemas. En ambas, la palabra se erige como absoluta protagonista, pues permite en este caso al yo poético escapar, evadirse de la dura cotidianidad citadina, descrita al detalle en la primera parte del texto, así como su desdoblamiento. La palabra, entidad que nos diferencia de otras especies yque nos permite otorgarle esencia corpórea al pensamiento, adquiere matices humanos en los versos de Lemus: palpita, respira, dice. A través de ella, de la palabra y del poder que encierra en su seno, el poeta enuncia y plasma las "metáforas luminosas" que crea, así como el eco de las imágenes que atrapa.

Hilos celestes también colecciona epígrafes y dedicatorias familiares. A mi modo de ver, destaca uno salido de la voz o de la pluma de ese grande llamado Eugenio Montejo: "La poesía cruza la tierra sola,/ apoya su voz en el dolor del mundo/ y nada pide, ni siquiera palabras". Que la poesía no tiene explicación: al leer cada verso se siente, se vibra. Siente uno que sigue vivo y nada más.

Para concluir esta breve reseña, apunto una humilde aspiración: que ella sirva, al menos, de detonante para descubrir y conocer el talento y el buen hacer como poeta de Yhonais Lemus, representante de esa nueva camada de escritores nacionales, quienes desde los espacios y géneros más diversos, testimonian las entrañas de la Venezuela de hoy, la urbana y la de la provincia, sin calificativos innecesarios, el trazo poético mientras más limpio mejor, más allá de la polarización y de la diatriba política que colma las páginas de nuestros ojos a diario. ¡A leer, pues!