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Letras

versión impresa ISSN 0459-1283

Letras vol.55 no.89 Caracas dic. 2013

 

Chulapos Mambo

Juan Carlos Méndez Guédez (2012). Caracas:

Editorial Lugar Común. 365 páginas

Juan  Manuel Romero

Con Una tumba para Boris Davidovich y Lección de anatomía, Danilo Kiš articuló la mediocridad de una ideología monocromática en la antigua Yugoslavia. El húngaro y premio Nobel Imre Kertész, labró con sudores dolorosos la repugnancia del totalitarismo con varias de sus novelas. En Latinoamérica hay pocos que han tratado con acierto los desaciertos de algunos regímenes. Un texto destacable es La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. Pero en el caso específico de Venezuela, a partir del año 1998, dar cuenta de un vendaval revolucionario, no ha sido una tarea sencilla. La literatura nacional registra a pocos autores que hayan encarado con valentía, nitidez, sinceridad y hasta con humor, al neo Estado abrumador, multiforme, ubicuo, presto a la resolución espontánea de los problemas más urgentes, incluso a la omisión de sus culpas o de sus responsabilidades. Tampoco muchos autores han podido descifrar con acierto la cantera de personajes y personajillos revolucionarios que son las fotografías más indecorosas de una idiosincrasia que tiende a lo vergonzante, a la doble moral, al  humor negro.

Lo anterior viene al caso por Chulapos mambo, novela de Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967). En ella se aprecia de soslayo a una nación sin nombre (que fácilmente podría ser Venezuela), obnubilada, por tanto chaparrón político incoherente y risible. Aunque lo grandioso de la novela no es ser simplemente la crónica reciente de un país latinoamericano, sino que con todo ese magma, con todo ese pastiche de personajes, la carcajada feroz se mantiene a lo largo de todo el texto con sus tres antihéroes esperpénticos.

Chulapos mambo es una exploración erótica de nuestros parajes (y nuestros sujetos) híbridos y que ya, per se, en cuanto a su idiosincrasia, son subversivos ante la idea de identidad pura o ante la incipiente programación rígida y cuartelaría que necesita controlarlo todo.

La novela de Méndez Guédez es frontal y no es apta para resentidos ni para lugar comunistas. También se podría decir más, parodiando un poco el título de la novela de Cormac Mc Carty, esta no es una novela para viejos. Lo más seguro es que para más de uno podría resultarle una novela incómoda, un desparpajo y hasta una ofensa. Pero al terminar la obra lo que queda es una sensación de haber leído un festejo en donde lo que se celebra es el lenguaje, o sea, las múltiples maneras de ser canalla, gracioso o ingenuo.

Evidentemente es una novela compleja por su nitidez para representar lo que para unos es una tragedia y para otros es un modus vivendi muy lucrativo. Y como Chulapos mambo es un ejercicio narrativo de una magnitud e importancia considerable en el ámbito de la literatura nacional los carriles diversos de su anécdota terminan siendo, a propósito de servir de reflejo de un país, un verdadero disparate tragicómico en el que se reinventan ópticas, se desconocen ciertas comodidades y se complejiza los ángulos más sencillos.

En esta novela giran como en una gran ruleta de circo varios temas que no le dan tregua al lector. Se puede salir mareado de la ligereza del mundillo literario cada vez más seducido por la ramplona farándula. También hay una cáustica revisión del discurso amoroso como si en vez de hacer daño, más bien oliera mal. Nadie puede quedar ajeno al descaro con el que se trata la xenofobia reinante aún en Europa. Aunque quizás el rasgo que más pueda destacarse de la novela es la ridiculez y la cursilería con la que se retrata una revolución caricaturesca vista desde una Madrid tan caliente como fiesta caribeña.

Juan Carlos Méndez Guédez ha sido un autor prolífico y ha marcado diversos registros, lo que le ha deparado no pocos galardones literarios. Con Arena negra obtuvo el I Premio al libro del año de los libreros de Venezuela. Con Tal vez la lluvia recibió el Premio Internacional Ciudad de Barbastro; con Una tarde con campanas fue finalista del Premio Fernando Quiñones; así como también fue finalista en el premio de novela Rómulo Gallegos con El libro de Esther. Otras de sus obras narrativas de larga extensión son: Árbol de luna y Retrato de Abel con isla volcánica al fondo. Este autor igualmente ha publicado algunos libros de relatos como Hasta luego, Míster Salinger y Tan nítido en el recuerdo.

Cuando el conflicto es tan pendular en las menudencias del día a día, es importante apropiarse de una óptica severa y, al mismo tiempo, sincera -digamos como la óptica literaria- que dé cuenta de un perfil actual de lo que vamos siendo y nos haga saber sobre cuáles son los límites que ya estamos rebasando y cuáles alarmas están a punto de sonar (o quizás escuchar las que están sonando hace bastante rato). Este ejercicio bien podría cumplirse con la lectura de Chulapos mambo.