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Revista de la Facultad de Medicina

versión impresa ISSN 0798-0469

RFM v.26 n.1 Caracas ene. 2003

 

EDITORIAL

 

FELIX PIFANO: 

LA HISTORIA VIVIENTE DE LA MEDICINA TROPICAL

 

     En este año de gracia cumple 90 años de edad el Dr. Felix Pifano, Profesor Emérito de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, 75 años la Fundación de la Cátedra de Medicina Tropical de esta Universidad y 60 años la organización de la consulta de Endemias Rurales de la Cátedra. Por lo cual sus profesores activos decidieron declararlo, año jubilar de Medicina Tropical y efectuarle una entrevista al Dr. Felix Pifano.

     ¿Dr. Pifano podemos considerarlo Profesor Emérito de la Medicina Tropical Venezolana?

     - Pedro, a mi no me corresponde calificarme. Emérito se refiere a la persona que retirada de su oficio o empleo goza de premios o reconocimientos. Reconocimientos he tenido muchísimos sobre todo de mis discípulos.

     ¿Cómo fueron sus inicios en Medicina Tropical?

     - Comencé muy joven, a los 23 años trabajando la medicina rural en mi estado Yaracuy, diagnosticando y tratando las enfermedades endémicas que llegaban a mi consulta, en eso pasé mi juventud entusiasmado por el servicio a los necesitados y por las ganas de resolver la problemática de salud de los pacientes solicitantes.

     ¿Dónde estaba cuando suceden los grandes acontecimientos del 35 del siglo pasado (la huelga petrolera del Zulia y la muerte del Benemérito Gómez)?

     - Trabajando a brazo partido por los campos de Yaracuy, tratando leishmaniasis, tuberculosis, diarreas, parasitosis intestinales, paludismo y mal de chagas que mataban a niños y sus progenitores. El Doctor Arnoldo Gabaldón me invitó en 1938 a un viaje por Centroamérica para ver el trabajo de la Fundación Rockefeller en Costa Rica y los estudios que realizaban en el Canal de Panamá, donde la gente moría de fiebre amarilla y paludismo. Permanecí durante varios meses en la región Centroamericana. Al regreso Gabaldón me propuso trabajar en Malariología del Estado Yaracuy. Él era el Director de Malariología de Venezuela y comandaba la lucha antimalárica en el país. Fui soldado de esa admirable campaña para erradicar la endemia. Luego me trajo a Caracas, a trabajar en el Instituto de Higiene.

     En 1939 estaba en el Hospital Vargas con el profesor Jaffé de Anatomía Patológica, atendía una consulta y daba clases de Clínica Médica en el Servicio del Doctor Ruiz Rodríguez, quien había sido mi profesor en esa disciplina. Tenía acceso a todos los pacientes hospitalizados. En ese hospital tenía un cuartico con un microscopio y atendía pacientes en demanda de asistencia médica.

     ¿Cómo llegó a la Medicina Tropical?

     - Todo mi ejercicio profesional había sido en enfermedades que condiciona la situación geográfica del trópico venezolano. La Cátedra de Medicina Tropical la fundó el Doctor Enrique Tejera, el 1 de febrero de 1926. Por lo que está cumpliendo 75 años. ¡Tres cuartos de siglo!. Se daba una clase semanal de Patología Tropical a los estudiantes de la Facultad de Medicina. Al Doctor Enrique Tejera le sucede en la Jefatura de la Cátedra, el Doctor Martín Vegas. El 21 de enero de 1942 concursé por la jefatura de la cátedra, siendo el jurado los Dres. Enrique Tejera, JR Risquez y JM Ruíz Rodríguez. Continúa con su consulta de Endemias Rurales que prácticamente se confundía con las actividades docentes de la Cátedra y con el Servicio de Medicina el Dr. Ruíz Rodríguez.

     ¿Qué participación política tuvo en la última dictadura que padeció Venezuela?

     - Aunque nunca me metí en política tuve muchos inconvenientes, me expulsaron del país por firmar un documento con Uslar Pietri por ideas democráticas. Primero me sacaron de la nómina del trabajo y tenía que presentarme semanalmente a la Seguridad Nacional. Me fui a México a estudiar Cardiología al Instituto Mexicano de esa especialidad. Regreso a la caída de Pérez Jiménez y se crea el Instituto de Medicina Tropical durante el gobierno de Rómulo Betancourt. Organiza las secciones del Instituto y va a Brasil a establecer un convenio de intercambio con el profesor Lacaz para enviar profesores de Medicina Tropical. Todos los docentes de la Cátedra fueron a Brasil a realizar el curso con el profesor: Edgard Belfort, Alejandro Mondolfi, Rafael Orihuela, Salha Abdul, Jaime Torres, Alexis Rodríguez entre otros.

     Estuve en la Jefatura de la Cátedra durante 40 años del 21 de Enero de 1941 al 21 de Junio de 1981, quedándome al final como Director del Instituto hasta mi retiro por enfermedad. Innumerables las promociones de médicos de la Facultad que pasaron por mis manos.

     ¿Su actuación en el Instituto de Medicina Tropical se confunde con su actividad docente?

     - Lo que hice fue organizar las Secciones del Instituto. Para mi la prioritaria era la de Endemias rurales que alimentaba mi actividad docente y de investigación, por ser mi formación eminentemente clínica. Daba libertad absoluta para la investigación, sin restricciones para el desarrollo de las ideas. Los profesores organizaron sus Secciones. Para organizar hay que sacrificar mucho. Hoy lo veo de lejos y no percibo la evolución universitaria muy bien. Yo no alcancé a escribir todo lo que hice. Mi pasión era la docencia y en ella transcurrió mi mayor tránsito universitario.

     ¿Además de su pasión por la Medicina Tropical que otras actividades realizaba?

     - Me gustaba mucho viajar, conocí innumerables países de este ancho mundo. Durante un viaje con mi esposa y Arnoldo Gabaldón a la antigua Unión Soviética, donde intervine en docencia en la Universidad Patric Lumumba de Moscú. Observé la realidad del ciudadano común soviético, su desolación, tristeza y desesperanza. Le dije a Gabaldón. "Esto no podrá durar mucho, esto caerá pronto, porque el ser humano es para otra cosa, para tener esperanza y fe en el futuro, aquí no veo esas dos cosas. El tiempo me dio la razón y pude ver el desmoronamiento de esa realidad, con la caída del Muro de Berlín y del sistema socialista.

     ¿Cómo ve la situación del país y de la Universidad Central?

      - No me gusta profetizar. Pero el país no se merece la situación por la cual está atravesando. Transita un camino que no debe durar mucho. Interpreta lo que voy a decirle: Que no dejen perder a la Universidad, su destino no lo veo claro. No puedo evitar hablar del futuro. Visualizo al país sin futuro, como un país que se lo estuviera llevando el diablo. Hay que reaccionar. El país y la Universidad tienen suficientes reservas morales e intelectuales para sobreponerse a lo que pueda sobrevenir. Nunca me metí en política ya te dije lo que me pasó con Uslar Pietri.

     ¿Cómo piensa terminar esta entrevista, yo no encuentro como hacerlo?

     - Déjame concluir con unos pensamientos que escribí hace muchos años y que tengo guardados en mi carpeta. Déjame encontrarlos.

     "El problema está no en lo que la gente ignora, si no en las muchas cosas que cree saber, pero que no se corresponden con la realidad".

     Otro. "Hombre educado es aquel que escucha con atención cosas conocidas que se las dice una persona que las ignora, ya que es más elegante dejarse engañar que demostrar desconfianza".

     El último. "Es tan peligroso considerarse dueño exclusivo de la propia honestidad como el hecho de no poseerla".

     Siempre he sido un rebelde pacífico, que dice lo que siente y expresa puntos de vista con franqueza.

     Bien Pedro te deseo buena suerte y que el destino te sea justo.

Caracas, 17 de noviembre de 2001.

Pedro Navarro y María Luisa Safar