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Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel

versión impresa ISSN 0798-0477

INHRR v.35 n.2 Caracas jul. 2004

 

Breves en Ciencia y Tecnología

Terrorismo y las armas de cuarta generación

En el año 1999, una micro-noticia circuló en varios diarios norteamericanos: "En el 2006, La Armada Americana recibirá de la firma farmacéutica Dynaport, de Virginia, 300.000 dosis de vacuna contra la viruela". Si ejercitamos ligeramente nuestra memoria, debemos recordar que el último caso de variola major (la forma más grave de la viruela) se remonta a 1975, en Bangladesh. Sin embargo, ya en 1970, la viruela había sido completamente erradicada. Hoy, la mayoría de la población mundial se encuentra sin defensa inmunológica (por ausencia de vacunación) frente a la viruela. Así, un ataque deliberado con dicho agente viral provocaría una epidemia sin precedente en la historia de la humanidad.

Aquello que se denominó en algún momento como "el arma nuclear de los pobres", las armas biológicas, y que ha sido agitado de vez en cuando por los países occidentales para recriminar a todo país supuestamente hostil o "irresponsable". Hoy, sabemos que fueron desarrolladas primariamente por esos mismos países, tales como: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Unión Soviética, Alemania, Japón y Canadá. Los agentes biológicos militarizables fueron experimentados ampliamente durante el curso del siglo XX. Varios países europeos llevaron a término diversas armas biológicas entre los años 30 y 40. En Japón, entre 1939 y 1942, Ishii Shiro y Kitano Misaji llevaron a cabo en su Unidad 731 verdaderos ataques con agentes biológicos a las provincias de Ningpo, Chinhua, Chuchou de Chechiang en China, provocando la contaminación de reservas de aguas potables y alimentos con Antrax, Plaga y/o Cólera. Además, se estima que cerca de unos 3000 prisioneros de guerra murieron sometidos a experimentos con agentes biológicos en esta Unidad.

Estados Unidos tampoco es ajeno a la utilización de agentes biológicos con sentido bélico. El programa biológico militar de los EE.UU. debutó en el año 1942 en una Unidad de Investigación en Camp Detrick, en Maryland. Se contrató los servicios de Ishii Shiro y Kitano Misaji (Unidad 731. Japón) para colaborar en el programa de desarrollo de armas biológicas. Hacia 1960, EE.UU. disponía de un arsenal enorme de agentes biológicos diversos (Antrax, la toxina del botulismo, Tularemia, Brucelosis., Fiebre Q, la enterotoxina estafilocóccica, y Encefalitis Equina Venezolana).

Hoy, la lucha contra el terrorismo se ha convertido en la prioridad de la comunidad internacional, particularmente después de aquellos ataques, en New York y Washington, del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, la humanidad parece estar a merced de la liberación intencional de cualquiera de estos agentes. De allí que el Consejo de Seguridad de la ONU adopta una resolución que obliga a los 191 Estados miembros a cambiar sus legislaciones para adaptarse a esta lucha. La resolución 1540 obliga a los Estados a adoptar y aplicar legislaciones que impidan la fabricación, adquisición, posesión, transportación o utilización de armas nucleares, químicas y/o biológicas. Sin embargo, de nuevo esta amenaza parece cernirse sobre la humanidad. En este contexto, el término bioterrorismo alude a toda liberación intencional de agentes biológicos tipo ántrax, viruela y otros inductores de enfermedad con el objeto de provocar daño, pánico y/o desconcierto en la estructura estadal y/o civil de un país dado. Así, los agentes biológicos que parecen tener mayor potencial terrorista y no diferentes a aquellos de uso militar son: Bacillus anthracis (ántrax), Francisella tullarensis (tularemia), Yersinia pestis (Plaga), viruela, agentes virales de fiebres hemorrágicas y la toxina del botulismo. A la lista podrían incluirse: Brucella ssp. (Brucelosis), Vibrio cholerae (cólera), Burkholderia pseudoimallei (anteriormente clasificado como Pseudomonas mallei, Muermo), Coxiella burnetti (Fiebre Q), agentes de encefalitis virales, la enterotoxina estafilocóccica, la ricina y las micotoxinas. En total, se estima que existen unos 250 agentes patógenos que son susceptibles a ser utilizados como arma de carácter bélico o terrorista. Este tipo de amenaza ha conllevado a cambios importantes en la práctica médica. Ya los clínicos deben incluir en la diagnosis diferencial al ántrax o a la viruela, teniendo su decisión de esta manera una repercusión contundente en salud pública. Sin embargo, puede que en el inmediato futuro esta visión aparentemente compleja alcance ribetes espeluznantes. Si nos atenemos a las palabras de Claire Fraser (esposa de Craig Vanter, presidente de Celera genomic) las armas de cuarta generación serán construida a base de: 1) Introducir discretamente un virus dentro del genoma de una población blanco previamente seleccionada, el cual se mantendrá durmiente hasta su activación voluntaria por acción de una señal, 2) síntesis de agentes patógenos completamente nuevos, 3) Inducir los mecanismos de apoptosis (muerte celular), entre, sin dudas, otras posibilidades.

¿Y todavía nos preguntamos para qué La Armada Americana invirtió en 1999, en un contrato con la Dynaport y antes de cualquier atentado, para proveerse de 300000 dosis de vacuna contra la viruela para el 2006?

Estamos, sin duda, frente a un gran reto donde nuestras armas centrales serán el conocimiento, la prevención, la seguridad y defensa frente a este inusitado panorama.

DR. CARLOS APONTE

INHRR

1. Binder, P. & Lepick, O. 2001. Les Armes Biologiques. Que sais-Je? Presses Universitaires de France.

2. Organización Panamericana de la Salud. 2003. Respuesta de la Salud Pública a las armas biológicas y químicas. Biblioteca Sede OPS