Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel
versión impresa ISSN 0798-0477
INHRR v.36 n.2 Caracas 2005
Escena del crimen, los genes y el mal
Parte II
De nuestro artículo anterior se desprende, inevitablemente, una discusión ética. Es por ello, que esta segunda sección del artículo Escena del Crimen, Los Genes y El mal, el problema planteado se observará desde un ángulo de reflexión ético.
Debemos, por tanto, comenzar recordando que aquello que es referencial a lo biológico es lo que denominamos vida o lo asociado a ella. Cuando hablamos de lo vivo solemos referirnos a lo que caracteriza ese estado tan particular de la materia. Así, toda entidad que demuestra poseer capacidad metabólica, reproductiva y evolutiva es una unidad viviente. Eso que llamamos vida se monta sobre el único ejemplo que conocemos de la misma: esa diversa manifestación que hasta ahora sólo se encuentra en el planeta Tierra. Nuestro único referencial son esas diversas unidades carbonadas que observamos alrededor nuestro (perros, gatos, insectos, hermosas mujeres, niños sonrientes, entre otros). La aparición del hombre sobre el planeta hace ya unos 100 000 años por un extenso proceso evolutivo, lleno de dificultades, de azar, se traducirá en la llegada del simbolismo y la valorización trascendente de la vida a través del espíritu y la razón. La encefalización creciente de nuestro cerebro, respecto de aquel que encontramos en los otros primates, aumentó las potencialidades de las habilidades humanas y sin duda incrementó sus niveles de socialización. Estas unidades vivientes insólitas comenzaran a preguntarse sobre la existencia de sí mismo y de la otredad. Otredad no solo referida al equivalente humano que nos encara sino a las otras especies microscópicas y macroscópicas que comparten el planeta con nosotros. La Hélade, esas pequeñas comunidades separadas, independientes, pero con una lengua y política comunes que constituyeron la Grecia Antigua será el escenario donde se montará la mayor de las epopeyas humanas. Fue en Jonia s. -VIII, costa de la llamada Asia Menor (hoy, Turquía) donde se gesta tal epopeya, la mayor de las proposiciones humanas: La proposición filosófica. Definida por Sócrates como el amor a la sabiduría, fue el asombrarse ante lo real delante de mi lo que constituyó el piso sólido sobre lo cual se estructurará lo trascendente humano. Ethos proviene precisamente de una voz griega que significa costumbre y de la misma deriva la palabra Etica. Pero este término ethos para algunos se encuentra asociado a la personalidad moral. Así, se comienza a dilucidar el ethos en función de una orientación adquirida o asumida por el hombre frente a una realidad dada. Para la ética la realidad se golpea desde las preguntas de ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? ¿Qué es la virtud? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es lo justo? Cuando la realidad que nos impele a decidir sobre ella es de carácter biológico entonces toda la historia de simbolismo y trascendencia de lo vivo nos arremete y nos cuestiona. Lo ético suele trascender las leyes, aunque muchas de estas se construyen sobre principios éticos. Cuando tomamos decisión(es) sobre un aspecto dado de la realidad biológica sin duda estamos asumiendo una actitud u orientación sobre la realidad que tenemos al frente. Si miramos según la óptica occidental (y siendo algo simplistas) pudiéramos considerar tres visiones fundamentales de la ética según su historia y verter así sus consideraciones sobre problemas biológicos concretos. Una primera aproximación de la ética occidental es de carácter (1) aristocrático. Nacida muy tempranamente en el seno de la sociedad griega, esta ética toma en consideración en lo esencial los talentos naturales o innatos del individuo. Así, toda decisión ética de posición aristocrática toma en consideración lo que es bueno o malo por naturaleza. Por tanto, un individuo podrá ser músico, poeta, matemático, economista, pobre o malo, si éste es así por naturaleza. Nada hace la historia individual y/o colectiva del individuo puesel niño nació así y nada puede hacerse por ello. Por tanto, bajo esta óptica, podríamos imaginar que si un carrier screening program, diseñado para detectar genes asociados a la violencia en un población dada, detecta tres sujetos portadores de dichos genes, a la sociedad le esta perfectamente lícito eliminar tales individuos. (2) la ética meritocrática asume como esencial las filosofía asociadas a la libertad. Ya Rousseau había delineado los fundamentos de la moral meritocrática. En lo esencial se define en términos de igualdad, universalidad y libertad. Es la ética cuya proposición sobre el individuo es la de un ser de proyecto y de trascendencia. Así, no es necesario ni suficiente que un ser tenga el talento natural hacia la matemática, la música, la poesía, la política, etc, sino lo único que le es necesario para permitirse la música, la poesía, la matemática, la política, etc es la de haber nacido, es la de ser. A no ser que incapacidades biológicas extremas impidan la función correspondiente. Por tanto, estamos ante una perspectiva antinaturalista, es decir el hombre opera con libertad a pesar de las limitaciones que pudiese ofrecer la naturaleza: el instinto vs. la razón. Así, imaginemos que el racismo tiene una base biológica, entonces ¿Está la sociedad condenada a padecer semejante flagelo? Pues, NO, si lo vemos bajo la óptica meritocrática. La educación debería imponer las condicionantes necesarias para que los individuos hiciesen prevalecer la razón por encima del salvajismo. (3) la ética utilitarista domina y se expande desde el mundo anglosajón. Aquí, lo esencial es que una acción se definirá como buena si la misma ha producido el mayor bienestar al mayor número de personas comprometidas con el acto. Sin duda, la gran problemática del utilitarismo es el concepto de sacrificio en una entidad biológica que piensa sopesando entre mi bienestar personal y aquel de la mayoría. En esta tercera óptica, el hombre ya no es empujado por virtudes naturales (ética aristocrática), o por virtudes trascendentes al ser mismo (ética meritocrática); sino por el placer puro y simple (faire plaisir). Ya no importa los valores simbólicos de un hecho, acto o entidad sino cuan rentable es para mi bienestar. El bien-estar en el instante presente. A partir de esta visión filosófica del mundo, por ejemplo, ¿Es rentable traer un niño malformado a pasar trabajo en este mundo?
No voy a tomar partido ante ninguno de estos principios éticos que tienden a mostrarse como guías de nuestra conducta. En esto somos Juez, testigo y parte. Lo que si podemos decir a grandes voces es lo que recoge la comisión jurídica del CIB (Comité Internacional de Bioética) de la UNESCO en el artículo 2 de la Declaración sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos: a) Cada Individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características genéticas, b) Esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas y que se respete su carácter único y su diversidad.
No importa que grado de predisposición genética poseemos, nuestro comportamiento es el resultado de una interacción compleja, azarosa, evolutiva y trascendente entre los genes y el medio ambiente. Sabemos desde hace mucho la fuerte correlación que existe entre violencia, traumatismo cerebral y los malos tratos a repetición sufridos durante la infancia. Aquí, es tentador parafrasear a Paul Billings: Nosotros conocemos las causas de la violencia dentro de nuestra sociedad: la pobreza, la discriminación, las fallas del sistema educativo. No son los genes los que provocan esta violencia, sino nuestro sistema social (ibid. 1998). El brillante Stephen Jay Gould en su texto. La falsa medida del hombre, nos recuerda como un martillo sobre la cabeza: ...los resurgimientos del determinismo biológico se correlacionan con episodios de retroceso político, en especial con las campañas para reducir el gasto del Estado en los programas sociales, o a veces con el temor de las clases dominantes, cuando los grupos desfavorecidos siembran seria intranquilidad social o incluso amenazan con usurpar el poder. ¿Qué argumento contra el cambio social podría ser más deprimentemente eficaz que la tesis de que los órdenes establecidos, con unos grupos en la cima y otros abajo, existen como exacto reflejo de las capacidades intelectuales, innatas e inalterables, de las personas así clasificadas?
Es interesante recordar que a veces no nos percatamos de lo susceptibles que podemos ser a los condicionantes implícitos de nuestro juicio y nuestro comportamiento; y que son especialmente perniciosos ya que actúan al margen de nuestra conciencia. Así investigaciones recientes en psicología social han puesto de manifiesto la relación que existe entre memoria latente y los prejuicios que tenemos respecto al sexo, la raza y las minorías. Aunque no seamos concientes de albergar estereotipos, una vez activados ejercen una poderosa influencia sobre nuestro juicio. No hay duda que al establecer juicios de valor entramos sobre una línea bien difusa de la ética y lamentablemente para muchos, los genes no serán el argumento sobre el cual nos deberíamos escudar para resolver los problemas sociales que padecemos.
Es sólo a través de la comprensión de las leyes y el conocimiento integral de lo humano como individuo y especie que lograremos estar en un mundo mucho más justo, libre y fraterno.
Bibliografía recomendada
1. Kevles, BH. & Kevles, DJ. (1998) La Biologie des boucs emissaires. La Recherche. 311: 58-63 [ Links ]
2. Gould, SJ. (2004). La falsa medida del Hombre. 2da Edición. Biblioteca de Bolsillo. Crítica. Barcelona. España. [ Links ]
3. Galtón, F. (1998). Herencia y Eugenesia. Alianza Universidad. Alianza Editorial. Madrid. España [ Links ]