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Revista del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel

versión impresa ISSN 0798-0477

INHRR vol.44 no.2 Caracas dic. 2013

 

Federico Milá de La Roca: Un personaje inolvidable

Federico Milá de la Roca: An unforgettable character

Luis Clavell D1, Gina Balbi B2 y Magaly Pedrique de Aulacio3

1. Profesor Titular Jubilado de la Facultad de Farmacia, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela. clavelld@gmail.com

2. Personal Jubilado del Instituto Nacional de Higiene “Rafael Rangel”, Caracas, Venezuela. Teléf.: 0212-6333507

3. Profesora Titular Jubilada de la Facultad de Farmacia, Universidad Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. pedriqum@hotmail.com

Resumen

En este artículo se presenta una semblanza de la vida y obra del Dr. Federico Milá de la Roca, médico venezolano, quien fue uno de los fundadores del Instituto Nacional de Higiene, resaltando diferentes rasgos de su personalidad y sus destacadas actuaciones en el campo profesional y personal.

Palabras clave: Milá de la Roca, Federico-Biografía, Médico-Venezuela.

Abstract

This paper presents a brief biography of Federico Milá de la Roca, Venezuelan medical doctor, who was one of the founders of the Instituto Nacional de Higiene, highlighting various features of his personality and outstanding performances related with his personal and profesional life.

Key words: Milá de la Roca, Federico-Biography, Medical Doctor-Venezuela

Elaborar una semblanza no es una tarea fácil, y menos aún cuando la persona ya no está en este plano terrenal desde hace más de 20 años, el asumir este compromiso es el producto del afecto que sentimos por el Dr. Milá de la Roca y el deseo de que una persona tan importante para el Instituto Nacional de Higiene, como lo fue él, no quede por fuera de esa serie de escritos que la Revista del Instituto ha publicado para rendir homenaje a muchos de los ilustres ciudadanos que han laborado en esta institución.

En nuestro caso, todos conocimos al Dr. Milá de la Roca, como compañero de trabajo en el Instituto de Higiene, y tal relación de trabajo se convirtió con el tiempo en estrechos lazos de amistad que se mantuvieron hasta el momento de su muerte.

Su origen

Federico Carlos Milá de la Roca nació en Caracas el 27 de mayo de 1909. Fueron sus padres el Doctor Bartolomé Milá de la Roca Himiob y Carmen Elvira Milá de la Roca Rivas.

Sus estudios de Primaria y Secundaria

Estudió su primaria en el College Francais y el Colegio Andrés Bello de Caracas y su secundaria en el antiguo Liceo Caracas (luego Andrés Bello), Caracas, entre 1921 y 1924.

Su formación profesional

Se graduó de Experto Químico en 1930 en el Laboratorio Nacional en Caracas. En 1932 obtuvo su Doctorado en Ciencias Médicas en la Facultad de Medicina, de la Universidad Central de Venezuela.Su mente acuciosa e inquieta lo llevó a realizar numerosos cursos y entrenamientos, entre los que se pueden destacar los siguientes:

Ofiología y seroterapia. Instituto Vital Brazil, Niterói, Brasil, 1933-1934; Perfeccionamiento para profesores de enseñanza secundaria. Misión Pedagógica Chilena, Ministerio de Educación Nacional, 1936; Profesor de biología y química. Instituto Pedagógico (alumno fundador) Caracas, 1936-1937; Elaboración de biológicos. New York City Department of Health, 1938; Laboratorio clínico. Mississippi State Board of Health, Jackson, Mississippi, 1938; Virología (con el Dr. Ernest Goodpasture), Vanderbilt University, Nashville, Tennessee, 1939; Físico-Química (con la Prof. Margarita Cardier), UCV y UNESCO, Caracas, 1953; Síntesis orgánica (con el Prof. Fritz Frohm) UCV y UNESCO, Caracas, 1953; Mecanismos electrónicos en reacciones orgánicas (con el Prof. Gabriel Chuchani), Escuela de Química, Facultad de Ciencias, UCV y UNESCO, Caracas, 1957; Ofiología. Instituto Butantan, Sao Paulo, Brasil, 1957; Primer Curso Internacional de Valoración Biológica (con el Prof. John W. Fertig), Instituto Bacteriológico de Chile, Santiago, Chile, 1960; Hipnosis Médica (con el Prof. Isaac Gubel), Centro Médico de Caracas, Caracas, 1960 y Metodología estadística (con el Prof. Mario Pizzi), Escuela de Salud Pública, UCV, Caracas, 1960-1961.

Su familia

El 8 de agosto de 1949 se casó con Yolanda Irureta Story, y tuvo una hija: Cristina Milá de la Roca Irureta.

A continuación las palabras de su hija Cristina:

“Con mucha ilusión pero con inmensa nostalgia agradezco la oportunidad que me han brindado de recordar a mi papá en esta reseña. Indudablemente cualquier opinión estará siempre coloreada por la admiración y cariño de hija, pero tratando de ser lo más objetiva posible creo que puedo decir que mi papá fue una persona muy especial, con defectos y virtudes como todos. Muchas de estas últimas, como su fortaleza y su integridad,  las pude verdaderamente apreciar a medida que fui madurando.

 Recuerdo siempre su viva curiosidad por aprender, la que lo llevaba a mostrarse interesado por estudiar a profundidad desde el proceso científico más complicado hasta los detalles de alguna sencilla receta de cocina. Amante de la naturaleza, le encantaban los animales y las plantas, especialmente las orquídeas. Era un fotógrafo incansable, que disfrutaba recorrer el Ávila captando con su lente las bellezas del paisaje.

Mi papá fue un gran conversador. Tenía muy buena memoria y le encantaba compartir las anécdotas e historias de la Caracas de su infancia y juventud. Amante de los libros, siempre decía que todo lo que uno decidiera hacer ya había sido hecho por alguien y plasmado en un libro por lo que aconsejaba aprovechar siempre los aportes de la experiencia ajena en cualquier campo.

Para terminar quiero decir que recuerdo a mi papá como un hombre recto,  tremendamente responsable y trabajador. Como padre y esposo, siempre fue muy exigente, muy cariñoso y con un gran sentido de familia. Debo decir también que a pesar de los casi 20 años que han transcurrido desde  su muerte, todavía lo sigo extrañando”.

Cristina y su padre

Cristina y sus hijas con el Dr. Milá

 

Yolanda, Federico y sus nietas

El Dr. Milá de la Roca, dedicó su vida a la investigación, a la docencia y fue un servidor público de excelencia. Como sus actuaciones fueron en ámbitos diversos los hemos separado y resaltado lo más importante.

 El docente

Como docente es recordado con mucho afecto y respeto por sus estudiantes del Instituto Pedagógico Nacional, de los Cursos Técnicos de Laboratorio en el Instituto Nacional de Higiene y en la Escuela de Salud Pública, y de las Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología de la Universidad Central de Venezuela.

De su dedicación a la docencia tenemos un testimonio que es la “Guía de Prácticas de Bioquímica para uso de los estudiantes de Medicina” nos vamos a permitir transcribir el Prólogo de dicha obra porque de su lectura inmediatamente saltan a la vista muchas de las cualidades del Dr. Milá que pretendemos recordar en esta semblanza.

“La presente publicación tuvo su origen en 1948, al redactar nosotros, en forma mimeografiada, una Guía de Trabajos Prácticos para uso de los alumnos de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela, cuando regentamos interinamente dicha Cátedra por ausencia del Doctor Héctor Scannone y de la cual llegaron a tirarse cuatro ediciones anuales corregidas y ampliadas cada vez hasta 1952.”

Este párrafo refleja que el Dr. Milá tenía iniciativa para crear una idea y ponerla en práctica, utilizando los escasos recursos que para la época se disponían para tales fines.

“Posteriormente al encargarnos de las Cátedras de Bioquímica en las Facultades de Medicina y en la de Odontología en octubre de 1953 modificamos el número de temas expuestos y la extensión con que eran tratados, para adaptarlos al uso de los estudiantes de las respectivas asignaturas, y hemos continuado revisándola y mejorándola anualmente. Las dos primeras ediciones fueron hechas en multígrafo de alcohol y las dos siguientes en Multilith. Siendo ésta que hoy damos al alumnado en forma impresa, la novena edición mejorada.”

Vemos reflejadas aquí el tesón y el perfeccionismo del Dr. Milá, siempre a la búsqueda de la excelencia.

“No reclamamos originalidad para todas las técnicas de esta Guía, pues muchas de ellas se encuentran expuestas en muy buenos Manuales de Trabajos Prácticos elaborados por colegas latinoamericanos, norteamericanos o europeos: nuestra labor ha consistido principalmente en comparar experimentalmente las diversas técnicas propuestas, seleccionar las mejores, adaptarlas para ser ejecutadas, en laboratorios modestamente dotados y en forma fácil por nuestros alumnos; aunque en algunos casos hemos planeado de un todo los experimentos”.

Sin duda era un individuo honesto, responsable, detallista y con gran capacidad de trabajo.

“Los ejercicios elegidos tienden primordialmente, sobre todo en los análisis cualitativos y cuantitativos, a mostrar a los alumnos ejemplos de diferentes métodos conocidos, sin pretender que las técnicas citadas aquí sean las más sensibles o las exactas. Para complacer a quien desee mayores detalles, damos en muchas técnicas la cita bibliográfica que no hicimos extensiva a todos los experimentos, para no alargar el texto innecesariamente, máxime cuando damos una enumeración completa de las obras consultadas, a cuyos autores expresamos nuestro agradecimiento”.

En este párrafo vemos dibujados el sentido práctico y el criterio analítico del Dr. Milá.

“En la elaboración de esta Guía ha prestado eficaz colaboración el personal docente de las Cátedras, especialmente el Profesor Agregado Dr. Juvencio Ochoa, los asistentes Dres: César Genatios, Abelardo Guadarrama, Angel Olivo, Reinaldo Plaz, Eduardo Toro, Mauricio Sotillo, René Vizcarrondo, Armando Tremarias, Nicolás Rey, Mercedes Visconti de Rey, Bartolomé Celli y Jesús Vidal, a todos los cuales expresamos nuestro profundo reconocimiento, a mi esposa, Yolanda Irureta de Milá de la Roca, quien ha preparado los reactivos necesarios para la comparación de los métodos experimentales; al Br. José Dávila, y a la Sra. Luisa de Cárdenas, Secretaria de la Cátedra, quien copió a máquina las matrices de las cuatro anteriores ediciones, expresamos nuestra gratitud”

“Somos los primeros en reconocer que este trabajo dista de ser perfecto y asumimos la responsabilidad por los errores que pueda contener, agradeciendo de antemano cualquier crítica constructiva que tienda a mejorarlo”

Caracas, septiembre de 1957.

Federico Milá de la Roca

Indudablemente un individuo humilde, responsable y agradecido…

  El servidor público

El Dr. Milá de la Roca desempeñó numerosos cargos técnicos, con una gran vocación de servicio y se ganó el aprecio de sus jefes y colaboradores en el Hospital Vargas de Caracas donde ejerció como Externo de 1928 a 1930 y como Interno hasta 1931, siendo posteriormente Jefe de la Sección de Bacteriología y de la de Química del Laboratorio de ese mismo Hospital hasta 1932.

Entre 1935 y 1938 prestó sus servicios como médico en el Laboratorio Ofídico del Ministerio de Salubridad y de Agricultura y Cría y como Herpetólogo en el Laboratorio de Bacteriología y Parasitología del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

Fue también un personaje emblemático en el Instituto Nacional de Higiene en donde ocupó, desde 1938 hasta su jubilación en 1976, diferentes posiciones, tales como Jefe de Elaboraciones biológicas, Técnico bacteriólogo, Técnico en elaboraciones, Médico bacteriólogo, Jefe de Sección, Jefe del Laboratorio Clínico III, Microbiólogo Jefe del Departamento de Reactivos y Colorantes y Jefe encargado de la División de Servicios Técnicos y Auxiliares.

 El promotor de la Ciencia

Su labor como pionero de las sociedades científicas y profesionales de Venezuela es reflejada en sus diversas membresías: Miembro Fundador de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, Caracas, 1931; Miembro Antiguo de la Asociación Médica Venezolana, 1936; Miembro Honorario de la Asociación de Técnicos de Laboratorio, 1936; Miembro fundador del Colegio de Médicos del Distrito Federal; Miembro de la Federación Médica de Venezuela. Miembro Correspondiente de la Sociedad de Técnicos de Laboratorio de Venezuela, 1945; Miembro activo de la Sociedad Venezolana de Química, 1950, de la que fue una vez vicepresidente, dos veces secretario y cinco veces vocal de la directiva; Miembro activo fundador de la Sociedad de Médicos Laboratoristas, Clínicos y Patólogos; Miembro Fundador de la Sociedad Venezolana de Salud Pública, Caracas; Miembro de la Sociedad Venezolana de Microbiología, Capítulo Caracas y Miembro de la Sociedad de Espeleología, Caracas.

Participó en innumerables congresos y reuniones científicas y fue autor y coautor de textos docentes y trabajos científicos.

Como testimonio de su tesonera labor en las citadas instituciones, el Dr. Milá de la Roca, recibió muchas distinciones honoríficas, entre las que vale destacar: la Medalla de Oro del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social por 28 años de servicio; la Orden Andrés Bello, segunda clase; la Orden de Francisco de Miranda, segunda clase; la Medalla del 27 de junio, segunda clase; la Orden del Mérito al Trabajo, primera clase; la Orden José María Vargas, primera clase; la Medalla Enrique Tejera y un Diploma de Reconocimiento otorgado por la UCV.

El conversador

El Dr. Milá tenía un verbo delicioso, fueron muchas las conversaciones que nos permitieron conocer de primera mano la historia de las Instituciones a las que con tanto amor sirvió.

El excursionista

Además de su dedicación al trabajo era un apasionado del excursionismo, de la espeleología y de la fotografía. En tales aficiones también ocupó posiciones pioneras y destacadas.

Testimonios personales de los autores

Luis Clavell D.

Desde muy temprana edad conocía la existencia y cualidades del Dr. Federico Milá de la Roca, ya que él, y particularmente su hermano mayor Bartolomé, eran amigos de mi padre, y debido a esa amistad uno de mis hermanos mayores era ahijado de Bartolomé Milá de la Roca, y en las oportunidades en las que ellos se reunían Bartolomé llevaba saludos y comentarios de Federico como ellos lo llamaban. Posteriormente, el hermano al cual me he referido, cuando estudiaba Farmacia en la Facultad de Farmacia y Química de la Universidad Central de Venezuela, fue alumno del Dr. Federico Milá de la Roca, en la asignatura Bioquímica, constituyéndose de esta manera una relación más cercana y frecuente.

Conocí personalmente al Dr. Milá en Julio de 1959 cuando comencé a trabajar en la Sección de Microbiología del Instituto Nacional de Higiene (desde 1977l Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel), la cual compartía el segundo piso del Instituto con otras Secciones del mismo, entre las cuales estaba la Sección de Elaboración de Reactivos y Colorantes, de la cual era su jefe el Dr. Federico Milá de la Roca.

Durante los diez años que trabajé en el Instituto, a la hora del almuerzo compartíamos la mesa en la cafetería, lo que me permitió apreciar las cualidades del Dr. Milá, persona de muy grato trato, siempre dispuesto a colaborar, esto último constituía una gran ventaja para quienes en algún momento solicitábamos su cooperación, ya que dada su excelente formación, conocimiento del Instituto y capacidad didáctica, siempre lográbamos resultados positivos para nuestra consulta.

Almuerzo navideño en el Instituto Nacional de Higiene (1967)

Entre las colaboraciones que alguna vez solicitamos al Dr. Milá, estuvo la de acompañarnos, a un grupo de profesores de las Facultades de Ciencias y Farmacia de la Universidad Central de Venezuela, a San Juan de Manapiare en el Amazonas, para la recolección de muestras para un proyecto de investigación que teníamos en conjunto, colaboración que aceptó gustoso y donde pudimos apreciar su experiencia y conocimientos y beneficiarnos de los mismos.

 

Armando el campamento a orillas del Rio Ventuari (1973)

Helicóptero de CODESUR (1973)

Tomando notas de la expedición

Una muy notable cualidad del Dr. Milá era su estricto apego al cumplimiento de las leyes y las normas, a la comprobación de que aquello que el hiciera o supervisara cumpliera plenamente con los requerimientos exigidos, para él no era suficiente utilizar los procedimientos y reactivos de mejor calidad, sino que él personalmente comprobaba haber obtenido un producto de óptima calidad.

FEDERICO MILÁ DE LA ROCA Y MIS RECUERDOS, EN EL INSTITUTO NACIONAL DE HIGIENE RAFAEL RANGEL

Gina Balbi B.

Conocí al  Dr. Federico Milá de la Roca en 1964, cuando él tenía 55 años de edad y yo era una recién graduada, que ingresaba al Instituto Nacional de Higiene. Cultive su  amistad por  treinta años, hasta su muerte acaecida en 1994.  En consecuencia, este breve escrito lo dedico  a un ser humano excepcional que nos alegró la vida en nuestro quehacer diario en el Instituto y  que además de  excelente profesional  era una persona culta,  con una serie de cualidades  que intentaré  describir a lo largo de esta exposición. De igual manera tratare de  ubicar  al  amable lector  en  la vida institucional  que rodeo  a este singular  personaje ya que esa época  parece  muy lejana, debido a los cambios vertiginosos que se han sucedido desde ese  entonces.

En primer lugar debo mencionar que todos  los farmacéuticos que egresábamos de la Universidad Central de Venezuela (UCV) queríamos trabajar en el Instituto, por cuanto era un honor formar parte de su personal, dado al altísimo nivel que tenía y aun  tiene, como Institución del Estado. Tuve el privilegio de ingresar en él para ese  entonces   denominado Departamento de  Microbiología, que abarcaba tanto la Microbiología de Alimentos como la de Medicamentos y cuyo jefe era el Dr. Juan Padrón G. Era la época en que todavía servían  almuerzo en  el comedor que existía  en el ala sur del tercer piso, porque laborábamos mañana y tarde.

Pues bien, en el segundo piso del edificio sede, donde hoy en día está el Departamento de Microbiología de Alimentos, existía  un laboratorio donde preparaban los reactivos y colorantes necesarios para los otros laboratorios de la Institución y además  había un médico de apariencia  un poco extravagante, que  le sacaba   el veneno a  las serpientes, para inocularlo posteriormente en caballos.  Dada mi cercanía al laboratorio en cuestión,  todos los días veía  a ese personaje que llamaba  mi atención  y en poco tiempo debido a la osadía propia de la juventud   lo aborde para satisfacer mi curiosidad. Así conocí al Dr. Federico Milá de la Roca, quien era el jefe  de ese Servicio y vestía invariablemente  con pantalón de caqui, botas o zapatos deportivos, corbata y bata de laboratorio. Esto último   era obligatorio para todos los trabajadores del Instituto y el propio Director,  Dr. Antonio L.  Briceño Rossi, era el primero en dar el ejemplo. El Dr. Milá  resultó ser un individuo sumamente afable, de palabra fácil, con  gran conocimiento técnico, muy didáctico en sus explicaciones, quizás derivado de su experiencia docente y de inmediato se convirtió en un asesor de inestimable valor, para aquella recién graduada que  hoy escribe estas líneas.

Cena navideña en casa de los Milá

En el año 1973 me enviaron  a Washington D.C., USA,  para un entrenamiento de 6 meses en el Food and Drug Administration  (FDA),  formando parte del programa de reforzamiento del Instituto Nacional de Higiene, auspiciado por  las Naciones Unidas (PNUD).Traigo a colación este episodio porque durante mi ausencia, el Dr. Milá me escribía un relato pormenorizado de todo lo que sucedía en el Instituto, haciendo gala de su  arte de cronista que quedó plasmado en esas deliciosas cartas, así como también y entre otros, en el  informe técnico  del Viaje Científico a San Juan de Manapiare publicado la  Revista de este Instituto,  en Junio de ese año.

El almuerzo navideño que tradicionalmente se organizaba para el personal, se hacía en el comedor. Generalmente había música bailable y los caballeros eran muy cotizados porque si  algo se ha mantenido en el Instituto a lo largo de su historia, es que la gran mayoría de sus empleados, son damas.  Debo confesar que mi pareja  preferida  era el Dr. Milá de la Roca porque bailaba muy bien y para mi fortuna yo contaba con la anuencia de su esposa. Asimismo, en el Departamento de Microbiología   buscábamos siempre un motivo para  cordializar y organizábamos  pequeñas  reuniones  siendo  el primer invitado  el Dr. Milá, quien para esas ocasiones se vestía formalmente y con su amena charla nos hacía pasar  agradables veladas.

Una vez participé en una excursión a la Quebrada del Vino, con el Centro Excursionista Caracas, al cual pertenecía el Dr. Milá.  El campamento se armó en una explanada  frente a la cascada y todos los días nos desplazábamos a conocer otros  sitios de interés. La noche antes de finalizar el viaje, con la complicidad de un cielo estrellado en ese bello paisaje larense, comenté al Dr. Milá la inquietud que tenia de no poder subir la cuesta de más de  una cuadra, con mi equipo de  8 kilos de peso.   A la mañana siguiente, cuál no sería mi sorpresa cuando mi morral apareció en el  autobús y  aunque nunca supe quien lo subió, podría afirmar que fue el Dr. Milá quien con su caballerosidad característica me ayudo en ese percance. Años después descubrí que el  cansancio excesivo que me producía cargar peso y que en  ese momento atribuí a mi  falta de entrenamiento, se debía  a  un soplo en la válvula mitral.

La anécdota que voy a referir sucedió en Marzo de 1978. Una amiga alemana de escasamente 30 años de edad vino a visitarme,  no sin  antes   embarcarse en la Guaira para hacer un crucero por el Caribe. A su  regreso vi con honda preocupación a esa  pelirroja de cutis delicado, con  ampollas en el pecho,  la espalda  y por supuesto con una insolación. Según ella me comentó, ni por un instante se le  ocurrió pensar en los rigores del sol tropical, porque era muy grande la emoción de estar navegando en el mar Caribe y además,  en el fondo de su corazón,  quizás con un poco de  imaginación romántica,  esperaba que  algunos piratas   abordaran el barco  para hacer la travesía más interesante.

Lo primero que me dijo el Dr. Milá fue: ¡no te angusties! Y de inmediato me dio un remedio casero que resulto ser una maravilla. Ponerle en las lesiones, papa cruda rallada en escamas. Debo señalar que era tanto el calor que emanaba de su cuerpo que la papa se cocinaba y tenía que cambiársela cada hora aproximadamente. Así la trate, hasta que superó el problema y siempre me pregunté si ese valioso consejo del Dr. Milá, se debió a su condición de médico o de experimentado excursionista conocedor de los peligros de exponerse al sol,  por  estas latitudes.

En otra oportunidad estábamos discutiendo en el laboratorio,  sobre el sitio indicado para poner una inyección intramuscular en la región  glútea. El Dr. Milá oía con interés nuestras opiniones y de repente puso punto final a la polémica dibujándonos en dos segundos, un esquema que he conservado toda mi  vida  y que hoy pongo a disposición de los lectores para  aquellas personas interesadas en saber dónde queda el  cuadrante superior externo donde debe administrarse la inyección.

Había en el  Departamento de Microbiología  una  farmacéutica, cuyas piernas tenían fama de bonitas y dicho sea de paso eran el encanto de los caballeros que frecuentaban el Departamento cuando la mini falda estaba de moda.  Una vez la joven estaba observando al microscopio y el Dr. Milá, desde la puerta del laboratorio, estaba  embelesado contemplándole las piernas. Cuando ella levantó la mirada y él se vio descubierto, se acercó y con la mayor  inocencia  y naturalidad  le preguntó: ¿esa falda es de lana?

Mantuve una amistad muy cercana con su esposa  Yolanda Irureta Story de Milá de la Roca y  juntas hicimos un interesantísimo viaje a Turquía y España en el año 2007.  Yolanda, quien falleció en Mayo del 2011, al igual que su esposo era personal jubilado del INHRR, ya que primero trabajó en la producción de vacuna antivariólica y posteriormente en la de toxoide tetánico.  Ella solía contarme que cuando  se casaron los vecinos decían: “pobrecita esa muchachita que se está casando con ese viejo” y para justificar tal comentario  me decía entre risas: “es que Milá siempre ha aparentado más edad de la que tiene, por la barba”.

El Dr. Milá es una de esas personas que nunca se olvidan. Siempre son de grata recordación.  Es un placer evocarlo con su picardía, la anécdota graciosa,  o la  expresión vernácula pasada de moda que usaba con toda su intención para provocar nuestra hilaridad. Era frecuente oírle decir expresiones tales como: “fulanita, que bonita te queda esa cota colorada” y por supuesto fluía la risa fácil y eso daba pie para que  celebrara todas nuestras ocurrencias y lo llamáramos cariñosamente “viejito” o también “habibi” expresión árabe que se  dice a los  seres queridos.

Al final de sus días, cuando la enfermedad lo había doblegado, fuimos a visitarlo a su casa de habitación y casi no intervino en la conversación. Recuerdo que me invadió una profunda tristeza por no poder ayudarlo,  ni darle una palabra de consuelo a quien fue toda bondad a lo largo de su vida. Caballero que siempre tenía un obsequio oportuno cuando alguna de las compañeras de trabajo se enfermaba  o había sido sometida a una intervención quirúrgica. En una ocasión yo estuve hospitalizada en el Centro Médico de Caracas y  el Dr. Milá llegó con el último número de la revista española “Hola”. Demás está decir que disfruté sobremanera ese regalo y estoy segura que de alguna forma contribuyó al proceso de mi pronta recuperación.

Sin duda  fue una suerte haber compartido con el Dr. Milá  sus  últimos 12 años de actividades  en el Instituto. Cuando lo jubilaron como Jefe de la División de Servicios Técnicos Auxiliares, tenía  45 años de servicio y me causaba  gran admiración que una persona hubiera trabajado tanto tiempo en la Administración Pública. ¿Quién me hubiera dicho en ese momento  que  yo iba a superar ese record?

Magaly Pedrique de Aulacio

Muchas de las cosas que me recuerdan al Dr Milá ya están muy bien descritas en los párrafos anteriores. Algo imposible de olvidar era su afición a recolectar material de desecho porqué “podían tener alguna utilidad”, un frasquito, una cajita, un alambrito que iba a ser desechado él lo recogía y lo guardaba, la cuestión llegó a tal punto que un día Yolanda se apareció en el Departamento y nos dijo: “Les prohíbo que le den a Milá un frasquito más, porque no tenemos espacio para guardar todo lo que él recoge”.

A él le encantaba compartir con sus amigos y en muchas ocasiones nos reunía en su casa con cualquier motivo. Además era súper cumplido y no declinaba ninguna invitación.

Matrimonio de Diana Beaujon y Edgardo Romero (1979)

Recuerdo especialmente una ocasión en que me invitó a subir con ellos el Cerro El Ávila por la vía de Cotiza; aquel hermoso día de un diciembre lejano, yo en mis tempranos treinta llegué al Parque de los Venados con escaso aliento y el viejito con más de 80 años, me esperaba con su pícara sonrisa… fresco como una lechuga.

Magaly Pedrique de Aulacio

Es propicia la ocasión para agradecer al Lic. Luis Márquez por habernos solicitado la elaboración de esta semblanza de un personaje inolvidable para nosotros. Esperamos haber cumplido con la labor encomendada y que este aporte represente un homenaje a uno de los fundadores de esta institución y sea fuente de estímulo para las generaciones actuales y futuras.

Bibliografía Consultada:

1. Milá de la Roca Federico. Guía de Prácticas de Bioquímica para uso de los estudiantes de Medicina; 1957.        [ Links ]

2. Milá de la Roca Federico. Viaje Científico a San Juan de Manapiare. Revista del Instituto Nacional de Higiene. 1973; Volumen VI –junio, No 2.

3. Pedrique de Aulacio Magaly.  Biografía del Dr. Federico Milá de la Roca. En: Cazadores de Microbios en Venezuela. Editor Oswaldo Carmona, Co editor Darío Novoa Montero; 2005.

4. Expediente Personal del Dr. Federico Milá de la Roca, Gerencia de Recursos Humanos del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel.