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Revista de Filosofía

versión impresa ISSN 0798-1171

RF v.23 n.50 Maracaibo mayo 2005

 

SPENCER, Robert. Islam Unveiled:Disturbing Questions about the World’s Fastest Growing Faith. San Francisco: Encounter Books. 2004, pp. 228.

En la misma tónica del libro que recién he reseñado, Robert Spencer ha escrito Islam Unveiled, como un análisis sobre lo que realmente constituye la religión islámica. Spencer llega a las mismas conclusiones que Ibn Warraq: el Islam no es una religión de paz, promueve valores marciales, es incompatible con la democracia, con los derechos humanos, relega a la mujer a una posición inferior, y ejerce despotismos sobre las minorías religiosas. El autor reprocha a Bush y a todos los que promueven lo ‘políticamente correct’, por declarar constantemente que el Islam es una religión de paz. Para Spencer, lo que Bin Laden está haciendo está bien avalado por el grueso de las tradiciones y doctrinas islámicas.

Como Ibn Warraq, Spencer también expone la dudosa moralidad de Mahoma, señalando las mismas instancias en las que el Corán pareciera haber sido revelado para acomodar los fines personales del Profeta. Con respecto a Mahoma, el autor elabora una opinión que creo muy acertada: aún si intentásemos relativizar la cruel conducta de Mahoma, apelando a las condiciones de su época, esto dista de ser lo que los propios musulmanes hacen, pues ellos consideran la conducta de Mahoma como ejemplar para todas las épocas. Siendo esto así, argumenta Spencer, no es difícil ver cómo los terroristas suicidas se inspiran en una figura militar y religiosa que podía autorizar la matanza de casi toda una tribu, o de poetas cuyos versos les resultaban incómodos.

Spencer nunca llega a caer en la intransigencia racionalista de Ibn Warraq. Si bien su simpatía es claramente con la sociedad secular y liberal, nunca se ve en la necesidad de atacar a la religión per se. Spencer está plenamente consciente de que Occidente, aún secularizado, es fundamentalmente cristiano. Como muchos otros sociólogos e historiadores de la religión antes que él, está al tanto que el cristianismo ha sido un fundamento de la secularización en Occidente. Siendo esto así, Spencer se preocupa, a diferencia de Ibn Warraq, de comparar el Islam con el cristianismo.

Como muchos otros, Spencer concede que tanto en el cristianismo como en el Islam, hay espacios tanto para la paz como para la guerra y la intolerancia. Tanto en la Biblia como en el Corán, difícilmente se encuentran versos con mayor autoridad que otros, pues todos han sido divinamente revelados. Es cierto que los teólogos islámicos desarrollaron el sistema de abrogaciones para hacer frente al problema de las contradicciones, pero Spencer destaca que entre los versos abrogados, no figura ningún verso violento, y entre los versos abrogantes, no figura ningún verso que avale la paz y la tolerancia. Si todos los pasajes tienen más o menos la misma autoridad, entonces, Spencer destaca que se debe recurrir al balance, pues al final, esto es lo que los mismos musulmanes y cristianos hacen. En general, Spencer opina que el Corán se inclina a la mistificación de la violencia mucho más que la Biblia.

Esto pudiera ser discutible. Pero, Spencer destaca un aspecto, que si bien sólo le otorga importancia secundaria, yo creo que es su contribución más importante en el libro, y uno de las claves para comprender la violencia islámica. Spencer reconoce lo que yo destacaba en la reseña anterior: igual que en el Corán, en la Biblia se mistifican batallas, Dios es aterradoramente violento, se prescriben severas leyes contra las mujeres, etc. ¿Por qué, entonces, los cristianos contemporáneos no matan en nombre de la fe, mientras que los musulmanes sí lo hacen?

En la reseña anterior mencioné la respuesta de Ibn Warraq: porque en el Islam no hay un ‘dar a César lo que es de César’, la separación del Estado y la religión es inexistente. Spencer agrega otra razón, que yo considero muy acertada: en la Biblia, se perfila la Revelación como un proceso de maduración gradual. De forma tal que los judíos y cristianos saben que, si bien hubo una batalla de Jericó con un aval divino, esa violencia ya ha sido superada; que si bien antaño se apedreaban mujeres adúlteras, esto ya no tiene sentido. El propio Spencer señala la importancia de Jesús en este proceso, al exhortar a sus seguidores a trascender la Ley de Moisés, aún sin profanarla.

En el Corán no se encuentra este proceso de maduración. En primer lugar, el Corán es eterno, de forma tal que tiene la misma vigencia ayer, hoy, mañana y siempre. Y, además, fue revelado de una vez por todas, de modo que no se desprende de ello un proceso gradual de revelación. Así, a diferencia del judío y del cristiano, el musulmán toma su Libro Sagrado como un texto vigente para todas las épocas. Las batallas y las luchas armadas contra los infieles no sólo son para el siglo VII, sino también para el siglo XXI.

Gabriel Andrade
gabrielernesto2000@yahoo.com
Universidad del Zulia