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Revista de Filosofía

versión impresa ISSN 0798-1171

RF v.25 n.56 Maracaibo ago. 2007

 

CARBON SIERRA, Amaury: Presbítero Félix Varela y Morales. Metafísica. Tomo II de las Instituciones de Filosofía Ecléctica editadas para el uso de la juventud estudiosa, ed. facsimilar y traducción castellana, Vitral, Pinar del Río (Cuba), 271 págs.

Una edición a cargo del Dr. Amaury Carbón Sierra. Nacido –según la presentación de la solapa del libro- en Banes, en 1942. “Latinista, -continúa la solapa- Profesor Titular de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de la Habana. Doctor en Ciencias Filológicas. Miembro de la Sociedad Internacional de Estudios Neolatinos y de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Ha publicado diversos artículos en libros y revistas en Cuba y en el extranjero”. Más allá de esta fría información académica, podríamos añadir algo más sobre el editor de la obra, en datos que descubrimos no ya en la solapa, sino solapados y escondidos en la presentación de la edición; y datos que nos revelan quizá mucho más de su acucioso espíritu investigativo.

En efecto, hace falta un espíritu investigativo algo más que acucioso para persistir en la búsqueda de una obra que, aunque publicada en 1812, era “sólo mencionada desde hace más de medio siglo”1, y que había pasado inadvertida para otros investigadores, para quienes éste era un tomo “por desgracia no localizado”2. Porque el Dr. Carbón Sierra vino a deshacer esta desgracia y a poner en evidencia la inconsistencia investigativa de tantos que tuvieron en sus manos, como él, el tomo primero, y no fueron capaces de abrirlo para encontrar al final, donde correspondía, este tomo segundo “encuadernado a continuación del tomo I”3. Y lo tuvieron ahí mismo, en el Departamento de Libros Raros y Valiosos de la Biblioteca Nacional de La Habana, donde se conserva.

Y hace falta un espíritu investigativo algo más que constante y paciente para descifrar un original que, con el acoso del tiempo, resulta en muchas de sus páginas de no muy fácil lectura. Según el editor, “para evitar un deterioro mayor, se prefirió no maltratar el original” y reproducirlo como estaba. Algo que, a fin de cuentas, habremos de agradecer quienes nos dedicamos a este tipo de trabajo, por cuanto el lector podrá así apreciar lo laborioso que la mayoría de las veces resulta. Pero el Dr. Carbón Sierra no se detuvo en ello, y añadió una excelente traducción, para alivio de recelosos de Ovidios y Cicerones. Tratándose de obra principal de uno de los principales pensadores cubanos, la importancia de esta edición es por sí misma evidente, igual que la importancia del trabajo del Dr. Carbón Sierra. Esperemos que los círculos intelectuales cubanos sepan apreciar su esfuerzo y resultado.

Como decimos, esta Metaphysica es el segundo volumen de las Instituciones Philosophiae Eclecticae ad usum studiosae iuventutis editae, y publicadas, sin indicación de autor, en 1812, en la imprenta habanera de Antonio Gil. El primer volumen lo constituía la Logica4.

Hasta 1771 no tiene lugar la reforma de las Universidades en España, con la implantación de las Cátedras de Astronomía, Matemática, Física Experimental y Química. Sólo en 1787 el Consejo de Castilla ordena al Claustro de Salamanca el empleo de las Institutiones Philosophicae, del francés y profesor en Roma, François Jacquier5. Muy difícilmente las colonias podrían haber disfrutado de unas directrices formativas no implantadas en la metrópoli. Como sea, la primera cátedra norteamericana de Teología no se abrió sino hasta 1791, mucho más tarde que en las colonias iberoamericanas, en donde se dispersaron más de veinte institutos universitarios6. Pero, además de esto, llegado el momento, también se supo en las colonias dar el paso hacia el pensamiento moderno. Y no precisamente más tarde que en la metrópoli. Desde México, con los Elementos de Filosofía Moderna del Oratoriano Díaz de Gamarra, publicados en 1774, hasta Argentina, donde en la Universidad de Córdoba, y a partir de 1780, se desempeña el Franciscano Fray José Elías del Carmen con sus Conclusiones ex universa Philosophia7. Pasando por los Alzate y otros más en México; José Antonio Liendo Goicoechea, en Guatemala; José Agustín Caballero, en Cuba; Sánchez Valverde en Santo Domingo; Baltasar Marrero, en Venezuela; Caballero y Góngora, en Bogotá; José Eugenio Llano Zapata, en Perú; Juan Baltasar Maciel, en Buenos Aires... Y, de nuevo en Cuba, aunque años más tarde, Félix Varela. Sin embargo, uno no entiende cómo una Antología del pensamiento latinoamericano pueda obviar el referirse a Varela. La de Monal, por ejemplo, a pesar de reconocer que en ella “algunos de los nombres que aparecen son casi desconocidos fuera de las fronteras de sus propios países”, y con todo y estar editada en Cuba y deberse a autoría cubana, no le dedica ni una sola línea; ni siquiera para dejar constancia de su nombre8.

Años más tarde, sí, pero enlazando con la lista de otros reformadores de la Filosofía. Porque, coincidencialmente, Varela nace  en La Habana, cuando Baltasar Marrero, el catedrático innovador de Caracas, tomaba posesión de su Cátedra, en 1788. Enlazaba con la lista y se hacía él mismo un innovador. El quien inicia en el Seminario de San Carlos la reflexión sobre la ciencia; él quien pretende dirigir esa ciencia para influir en la sociedad; él de quien, nada menos que por boca de José de la Luz Caballero, se dijo que “mientras se piense en la Isla de Cuba, se pensará en quien nos enseñó primero en pensar”9; él, el primero que en Cuba abandonó el latín como lengua académica, para utilizar en su Cátedra el castellano. ¿No era justo que Carbón Sierra continuara su estela y nos facilitara la traducción de la Metafísica vareliana?

La Metafísica de Varela es, más bien, breve. O, quizá mejor, muy breve. Estrictamente hablando, son sólo escasas diez páginas, en la letra no precisamente menuda de la edición. Ello pueda darnos idea ya del enfoque “modernista” que le imprime su autor. No era raro esto en la época. Ya en 1758, la Metafísica del caraqueño Antonio José Suárez de Urbina ocupa también sólo folio y medio del manuscrito. Las 109 páginas restantes de Varela las ocupan la Parte II o Psicología, dedicada al estudio de la mente humana, al de la relación de ésta con el cuerpo y al de las afecciones anímicas; y la Parte III, que se ocupa de la Teología Natural o Teodicea. En todas ellas, como acota el Estudio Introductoria de José Rodríguez Alegre, “en diálogo con los pensadores más importantes de Europa, el maestro de San Carlos va desbrozando camino y asentando una reflexión que se caracteriza por su libertad de juicio, su apego al análisis de la realidad, sin dejarse agarrar por las marañas de las teorías y las discusiones bizantinas entre escuelas”10.

Angel Muñoz García

Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela

Notas

1 P. 19.

2 AGRAMONTE, R.: José Agustín Caballero y los orígenes de la conciencia cubana, Ucar y García, La Habana, 1952, p. 169.

3 P. 19.

4 Puede verse en TORRES-CUEVA, E., IBARRA, J. y GARCÍA, M. (eds.), Felix Varela. Obras, Tomo I, Ed. Cultura Popular, La Habana, 1977.

5 (1711-1788). El título completo de la obra es Institutiones Philosophicae ad studia theologica potissimum accommodata, editada en 1757, y reeditada en Alcalá 1785 y 1794, y en Madrid 1814. Los dos primeros tomos, dedicados a Lógica y Ontología, son aún netamente escolásticos; pero los otros dos están dedicados libremente a Aritmética, Algebra, Geometría, Física, Astronomía, Geografía y Filosofía Moral. De gran popularidad en España, en donde ya antes de 1790 tuvo tres ediciones, fue recomendada en 1791 en la Universidad de Sto. Tomás de Quito, y en 1802 en la argentina de Córdoba. Cfr. Leal, I., “Andrés Bello y la Universidad de Caracas”, en Bello y Caracas. Primer Congreso del Bicentenario, Caracas, 1979, p. 174.

6 Parra Leon, C.: La Instrucción en Caracas (1567-1725), Caracas 1930, pp. 58 y 64.

7 Cfr. Furlong, G.: Nacimiento y desarrollo de la Filosofía en el Río de la Plata, 1536-1810, Buenos Aires, 1952, p. 265.

8 Monal, I.: Las ideas en América Latina, Casa de las Américas, La Habana, 1985.

9 RODRIGUEZ, J.: Vida del Presbítero Félix Varela, Arellano, La Habana, 1944, p. 255.

10 P. 11-12. Terminando este comentario nos enteramos del fallecimiento del Dr. Carbón Sierra. Sirvan estas lineas como homenaje de nuestra Revista, y como nota de condolencia a su familia.