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Revista de la Facultad de Ingeniería Universidad Central de Venezuela
versión impresa ISSN 0798-4065
Rev. Fac. Ing. UCV v.20 n.4 Caracas oct. 2005
estrategias de mitigación y control de inundaciones y aludes torrenciales en el Estado Vargas y en el Valle de Caracas: situación actual y perspectivas futuras
JOSÉ LUIS LÓPEZ S.
Instituto de Mecánica de Fluidos, Facultad de Ingeniería, Universidad Central de Venezuela.
E-mail: jlopez@imf.ing.ucv.ve
RESUMEN
Los aludes torrenciales que se produjeron el año 1999 en el Estado Vargas dejaron grandes lecciones a los venezolanos. Las pérdidas humanas hubieran podido minimizarse en caso de que se hubiesen implementado un conjunto de medidas de prevención y mitigación. En este trabajo se discuten las diferentes estrategias de mitigación contra aludes torrenciales, estableciendo la distinción entre las medidas estructurales y no estructurales. Se revisan las medidas que se están implementando en el Estado Vargas y en el valle de Caracas, y se recomiendan acciones para orientar los esfuerzos que se están realizando a fin de mitigar los efectos por ocurrencia de nuevos aludes torrenciales.
Palabras Claves: inundaciones, aludes torrenciales, estrategias de mitigación, Estado Vargas.
MITIGATION STRATEGIES AND FLOOD AND DEBRIS-FLOW CONTROL IN THE STATE OF VARGAS AND THE CARACAS VALLEY: ACTUAL SITUATION AND FUTURE PERSPECTIVES
ABSTRACT
The catastrophic debris flows that occurred along the State of Vargas in 1999 left many lessons to the Venezuelan people. The human losses could have been minimized if some mitigation and prevention measures had been implemented. In this paper, different strategies for protecting against debris flows are discussed, establishing a distinction between structural and non-structural measures. The strategies that have been implemented by local authorities are critically reviewed and some recommendations are made to mitigate the effects of the occurrence of new debris flows.
Key Words: floods, debris flows, mitigation strategies, Vargas State.
Recibido: enero de 2005 Recibido en forma final revisado: diciembre de 2005
1. INTRODUCCIÓN
Los ríos de montaña al llegar al pié de monte sufren un cambio brusco en su pendiente y gradiente hidráulico, por lo cual, en época de crecientes tienden a depositar sus arrastres sólidos para formar lo que se conoce como el
abanico aluvial del río. La falta de terrenos adecuados para urbanizar, ha hecho que numerosas ciudades y poblaciones se asienten sobre las laderas y abanicos aluviales de los ríos de montaña. Los deslizamientos, los flujos de detritos o aludes torrenciales, y las inundaciones, ocurren natural y frecuentemente en estos ambientes, amenazando gravemente los desarrollos urbanos allí asentados. Es por estas razones que la ocupación de los abanicos aluviales tiene que ir acompañada de medidas de control y mitigación contra la
amenaza torrencial. El evento catastrófico ocurrido en Venezuela, en el Estado Vargas, en 1999, representa un caso dramático de una tragedia causada por la ocupación indebida de abanicos aluviales. De nada valieron los antecedentes previos que alertaban que el Litoral Central era una zona de alto riesgo sujeta a frecuentes inundaciones, tales como las de 1798, 1912, 1938, 1944, 1948, 1951 y 1954. Por una parte, se permitió la construcción anárquica de viviendas en las cercanías de los cauces, en los cañones o gargantas de los torrentes, y en las laderas de cerros inestables, y por la otra, no se tomaron las medidas más elementales de prevención. La situación se ilustra claramente en la Figura 1, donde se presenta una comparación de fotografías aéreas de diferentes años en la Urbanización Tanaguarena. Puede observarse que los deslaves que se produjeron en 1951 inundaron de sedimentos casi las mismas zonas que los de 1999. Sin embargo, estas áreas fueron ocupadas y urbanizadas sin tomar ninguna medida de prevención. El evento de 1951 no existía en la mente de quienes poblaron a riesgo de sus propias vidas el cañón del río Cerro Grande y su abanico aluvial (Figura 1).
En este trabajo se hace una revisión de las medidas de control y estrategias de mitigación comúnmente utilizadas en otros países para protegerse contra aludes torrenciales. Se establece la diferencia entre las medidas estructurales y las no estructurales y se presenta un resumen de las medidas que se están implementando en el Estado Vargas. Finalmente se establecen recomendaciones para orientar los esfuerzos que se realizan actualmente en nuestro país para evitar la repetición de una nueva tragedia.
2. LOS ALUDES TORRENCIALES
Se entiende por «Alud Torrencial» como aquellos flujos con altas concentraciones de sedimentos (hiperconcentraciones) que se generan en las cuencas montañosas, cuyo origen esta asociado a la ocurrencia de deslizamientos durante lluvias prolongadas y de alta intensidad, y que pueden estar conformados por agua, barro, rocas, y grandes restos de vegetación, sí como por todo tipo de desperdicios y arrastres de materiales fabricados por el hombre. Los tamaños de los sedimentos arrastrados varían desde micrones (arcillas) hasta
varios metros de diámetro (peñones). Usualmente se acepta un valor de 20% para definir el límite inferior de concentración (en volumen) de los flujos hiperconcentrados. Para concentraciones menores que 20% se considera un flujo de agua con arrastre convencional de carga suspendida y carga de fondo. No existe una clasificación única para caracterizar a los aludes torrenciales. Takahashi (1991) se refiere a flujos de detritos rocosos, flujos inmaduros de detritos, y flujos turbulentos de barro. Wang (1994) clasifica los flujos en viscosos, subviscosos, y no-viscosos, basándose en las características del flujo y la densidad de la mezcla de agua y sedimentos. También Wang los clasifica, en función de la composición del material sólido, en flujos de barro, flujos de barro y rocas, y flujos de agua y rocas. Julien y O´Brien (1997) se refieren a los flujos de sedimentos hiperconcentrados y los clasifican en inundaciones de barros (mud floods), flujos de barro mudflows), y flujos de detritos (debris flows). Aguirre y Moncada (1999) utilizan otra clasificación y se refieren a los aluviones de agua, flujos hiperconcentrados, y flujos de barros y escombros. De acuerdo a Julien y O´Brien, los flujos de agua y barros son hiperconcentraciones de partículas no-cohesivas, tales como las arenas y los limos. La concentración de sedimentos varía entre 20% y un máximo de 45% en volumen. Los flujos de barros se caracterizan por altas concentraciones de limos y arcillas tamaños de sedimentos menores que 0,0625 mm) lo cual cambia las propiedades de la matriz del fluido. En general se acepta que si más de la mitad de la fracción sólida está compuesta por granos mayores que las arenas, se usa el término de flujos de detritos, en lugar de flujo de
barros. Los flujos de detritos se refieren a una mezcla de agua y sedimentos compuestos por finos, arena, grava,
cantos rodados y peñones, incluyendo restos vegetales como ramas y troncos de árboles, pudiendo incluir también a objetos como carros, restos de casas, y otros materiales antropogénicos. Los flujos de detritos tienen una consistencia similar a la del concreto húmedo y pueden desplazarse a velocidades cercanas a los 20 m/s, por lo que tienen una gran poder de destrucción. La Figura 2 presenta algunos ejemplos de diferentes aludes torrenciales observados en el Estado Vargas, donde se usa la clasificación de Julien y O´Brien (1997) para intentar caracterizar los flujos observados. La Figura 2a corresponde a una creciente observada el 3/12/01 sobre el aliviadero de la presa en la Quebrada Paso del Caballo, en el Estado Vargas. La concentración volumétrica medida en este sitio fue cercana a 7%, por lo que clasifica como un flujo convencional de agua y sedimentos. La Figura 2b muestra un carro semienterrado en una matriz fina de sedimentos cerca de la población de Macuto en Diciembre 1999, en donde ocurrió
posiblemente un flujo de barros. La Figura 2c indica la gran cantidad de peñones depositados en la Urbanización Los Corales en Diciembre del 99, después del paso de un flujo de detritos.
Los flujos de barros o flujos de detritos pueden ocurrir como una secuencia de frentes de ondas que se desplazan en un flujo pulsátil, no-permanente. Un modelo generalmente aceptado para una onda del flujo de detritos es el que se muestra en la Figura 3 (Hubl y Steinwendtner, 2000). Se distinguen tres partes en la onda: el frente, el cuerpo, y la cola. El frente de onda consiste fundamentalmente de grandes clastos y es seguido por el cuerpo, donde la gran viscosidad de la mezcla puede dar origen a un flujo laminar.
En la cola de la onda, la concentración de finos decrece y el flujo es turbulento. Las tres fases forman un medio continuo donde el tamaño del sedimento, la concentración, y la viscosidad, decrecen desde el frente a la cola del flujo de detritos.
3. ESTRATEGIAS DE MITIGACIÓN
3.1 Medidas Estructurales
Las medidas de mitigación se clasifican usualmente en medidas estructurales y no estructurales. Las medidas
estructurales se basan en la construcción de obras hidráulicas para el control de los flujos y de los sedimentos aportados por los torrentes. Estas obras de control consisten básicamente en: a) obras de control de erosión en cárcavas, laderas y pendientes inestables; b) obras de estabilización de cauces; c) obras de control y retención de sedimentos; y d) obras de conducción de flujos (canalizaciones).
Las obras de control de erosión tienen como objetivo disminuir el aporte de sedimentos en los tramos superiores
de la cuenca, mediante pequeñas obras y trabajos de retención y protección de suelos, control de laderas y
pendientes, reforestación, enfajinado, y obras de drenaje para estabilización de taludes. Las obras de estabilización de cauces se refieren a una serie de pequeñas presas escalonadas que se construyen en los tributarios para estabilizar las pendientes de los cauces y laderas, reduciendo la energía del flujo para transportar los sedimentos. Las obras de control y retención de sedimentos consisten en presas para capturar y almacenar los arrastres sólidos, las cuales se construyen usualmente en la garganta del torrente o en sus afluentes principales. También se incluyen en este grupo las lagunas de sedimentación que cumplen el mismo propósito y se construyen en los abanicos aluviales cuando existen espacios suficientes para depositar los sedimentos.
Las obras de conducción se utilizan para guiar y conducir los flujos desde las presas o lagunas de almacenamiento hasta un sitio seguro de descarga. Ellas consisten en canalizaciones, diques y bermas, estructuras de caída, y obras de disipación.
Las presas de control de sedimentos pueden ser del tipo cerrado o abierto, también llamadas impermeables o
permeables, respectivamente. Ambas cumplen la función de reducir la concentración de sedimentos y la descarga pico de las crecientes. Las presas cerradas (impermeables) interceptan la mayor proporción del material arrastrado, excepto las particular más finas que pasan cuando las crecientes desbordan la presa. Las presas abiertas (permeables) se construyen con aberturas en el cuerpo de la estructura las cuales pueden ser del tipo ranurado, cuando la abertura alcanza la cresta (presas ranuradas) o del tipo de ventanas, cuando no la alcanza (presas con ventanas). En esta forma se permite que parte del sedimento pase a través de la presa. Estas estructuras pueden mantener intacta su capacidad de almacenamiento por periodos mas largos de tiempo, además de reducir el impacto erosivo sobre los tramos aguas abajo ya que el caudal sólido no es
interrumpido bruscamente. Si las aberturas son lo suficientemente grandes, los eventos ordinarios (crecientes
anuales) no deberían reducir su capacidad de almacenamiento, dejándola intacta para las grandes crecientes. Dos ejemplos de este tipo de presa abierta se muestran en la Figura 4. La selección del tipo de presa a usar para el control de los sedimentos depende en buena medida del tipo de flujo o alud torrencial que se pueda generar en la cuenca. Por ejemplo, los flujos de detritos exigen la construcción de presas abiertas ranuradas en el cañón del torrente para remover los grandes clastos de la matriz del flujo. Los flujos de barros por otro lado requieren de la construcción de presas abiertascon ventanas o de lagunas de sedimentación para almacenar los arrastres sólidos y reducir las concentraciones del flujo. El ancho de las ventanas o de las ranuras es una función del material a retener. En la práctica se usa un valor de
1,5 a 3 veces el diámetro del material a ser retenido por la estructura (Mitzuyama y Ishikawa, 1988; Armanini y
Larcher, 2001). Debido a la gran cantidad de incertidumbres, estas prácticas se basan usualmente en la experiencia del ingeniero que diseña las obras. Una aproximación más racional para el diseño de las presas ranuradas ha sido presentada por Armanini y Larcher (2001), basada en las ecuaciones de conservación de masa y cantidad de movimiento para el agua y el sedimento, combinado con experiencias de laboratorio. El ancho de la ranura se obtiene como una función de las características del sedimento, de la geometría del cauce, y del caudal líquido y sólido del flujo. El factor más importante para el diseño de las presas es la determinación apropiada del volumen de sedimentos a ser retenido por las mismas. Una vez seleccionada la creciente de diseño, el volumen de sedimentos transportado por el alud torrencial (Vs), correspondiente a dicho periodo de retorno, puede ser estimado en base a las experiencias Japonesas (Mizuyama e Ishikawa, 1988) como:
donde Va es el volumen total de agua del hidrograma correspondiente; C* es la concentración volumétrica de
sedimentos en el lecho, la cual es igual a (1-p), siendo p la porosidad del material; S es el grado de saturación de los sedimentos en el lecho; y Cd es la concentración de sedimentos del alud torrencial que se calcula con la fórmula de Takahashi:
El valor calculado de Vs no puede ser mayor que el volumen potencial de sedimentos (Vsp) disponibles en la cuenca para ser arrastrados por el flujo, por lo que es necesario realizar un trabajo de campo, basado en observaciones y levantamientos topográficos, para determinar los espesores y los volúmenes de los depósitos sedimentarios existentes en el lecho y en las laderas de la cuenca. Si este volumen es menor que el valor calculado de Vs , deberá tomarse el valor de Vsp para el diseño de las presas.
Córdova J.R. y González M. (2003) utilizando datos de los volúmenes de sedimentos depositados por las crecientes de 1999 en el Estado Vargas, obtuvieron por regresión múltiple una ecuación que permite estimar el volumen de sedimentos asociado a la ocurrencia de la crecida centenaria como una las cuencas tributarias, los gastos líquidos máximos de dichas crecidas, y las pendientes del cauce principal. La ecuación obtenida, basada en las metodologías del Cuerpo de Ingenieros (U.S. Army, 2000) y de O´Brien et al. (1993), es la siguiente:
donde: Log es el logaritmo en base 10; Vus es la producción unitaria de sedimentos (m3/s/km2); A es el área de la cuenca en km2; Qu es el caudal unitario máximo (m3/s/km2); y RR es la pendiente del cauce en %.
Los resultados de la aplicación del método de Takahashi a varias cuencas del Estado Vargas se presentan en la Tabla 1. A manera de comparación se incluyen en la tabla los valores de la producción de sedimentos dados por la ecuación (3), tomados de Córdova y González (2001). Los valores de Vs se refieren al volumen total de sedimentos (gruesos y finos) transportado por un alud torrencial con un periodo de retorno de 100 años. Se observa una gran diferencia en los resultados de ambas metodologías. Los volúmenes de sedimentos dados por el método de Takahashi son entre 1 y 3 veces mayores que los dados por la ecuación (3). Hay que darle mayor crédito a esta última ecuación ya que ella fue obtenida mediante un proceso de calibración basado en las mediciones de los volúmenes de sedimentos acumulados durante el evento de 1999. En todo caso, los
resultados indican el gran potencial de producción de sedimentos que tienen las cuencas de Vargas. Es decir, en
caso de existir disponibilidad del material sedimentario en las cuencas, la producción esperada de sedimentos para la creciente centenaria estaría en el orden dado por la Tabla 1 (ecuación 3).
3.2 Medidas No-Estructurales
Las medidas no estructurales se basan en los siguientes aspectos: a) instrumentación de sistemas de monitoreo de variables hidrometeorológicas en la cuenca; b) construcción de sistemas de alerta temprana para aviso a la población; c) elaboración de planes de contingencia y evacuación de la población; y d) elaboración de mapas de amenaza y riesgo. La Figura 5 presenta en forma esquemática las medidas de prevención y control de aludes torrenciales descritas anteriormente. Ellas no deben ser vistas como medidas o acciones individuales, sino que deben ser tratadas y aplicadas conjuntamente en forma integral, a fin de reducir al máximo posible el riesgo de daños por ocurrencia del evento torrencial.
El sistema de monitoreo hidrometeorológico requiere de la instalación de estaciones automáticas y telemétricas para la captación de los datos de precipitación en tiempo real, los cuales se transmiten a una estación central que reporta a las instituciones encargadas de dar las señales de alerta a la población. La implementación de un sistema de alerta temprana requiere de la definición de los umbrales de lluvia o valores críticos que pueden generar aludes torrenciales.
4. ESTADO ACTUAL DE LAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN EN EL ESTADO VARGAS
4.1 Presas de Control de Sedimentos
Hasta el presente se han construido unas 24 presas para el control de sedimentos en el Estado Vargas, repartidas entre las cuencas de Curucutí, Guanape, Piedra Azul, El Cojo, Alcantarilla, Macuto, y Camurí Chico, las cuales brindan un cierto grado de protección a las poblaciones ubicadas aguas debajo de dichas obras. Ejemplos de algunas de estaspresas se presentan en la Figura 6.
La primera presa que se construyó fue la presa de Guanape, una presa ranurada de concreto armado de 4,5 m de altura, la cual se terminó de construir en Mayo del 2001 (Figura 7). A pesar de ser una presa abierta, la tormenta de Diciembre del 2001 la llenó completamente de sedimentos. El periodo de retorno estimado de la creciente fue de tan solo 2.5 años, aproximadamente. La foto de la Figura 7c muestra la acumulación de sedimentos (arenas, gravas y cantos rodados) retenidos en la presa debido a la obstrucción producida por los arrastres vegetales y troncos de árboles,
los cuales convirtieron la presa abierta en una presa cerrada.
A pesar de haber cumplido la presa con su función (retención de sedimentos en crecientes) su periodo de vida útil ha podido extenderse de haberse construido una vía de acceso para efectuar la limpieza de la misma.
La presa de Macuto es una presa de gaviones de 7 m de altura y se terminó de construir en Marzo del 2003. La Figura 8 muestra los perfiles longitudinales de lecho medidos en diferentes fechas aguas arriba de la presa Macuto, indicando el proceso de sedimentación que ha estado ocurriendo en el cauce. A pesar de no haber ocurrido crecientes significativas en el curso de agua, la presa se ha ido sedimentando paulatinamente debido a que carece de ventanas o aberturas para dejar pasar los flujos bajos y su carga de sedimentos.
Observaciones hechas en Enero del 2005 mostraban que el nivel del lecho, conformados mayormente por material
arenoso, limos y gravas, estaba a tan solo 0,75 m de alcanzar el tope de la cresta de la estructura. La comparación de la foto de la Figura 6c (vista desde aguas abajo de la presa Macuto) con la Figura 8a (vista desde aguas arriba) resalta el grado de sedimentación en que se encontraba la presa para esta fecha.
La capacidad de almacenamiento de la presa de Macuto es de 22.000 m3, valor este calculado suponiendo una pendiente de equilibrio igual a 2/3 la pendiente original del cauce. El volumen de material acumulado para Enero de 2005 era de aproximadamente 10.000 m3, por lo que quedaban disponibles unos 12.000 m3 para retención y almacenamiento de sedimentos. Un estudio geomorfológico reciente llevado a cabo en la cuenca del Río San José de Galipán (Bukor, K. y Tagliaferro, M., 2004), indica que el volumen de sedimentos almacenados en los tramos inferior (garganta) y medio está en el orden de 60.000 m3, valor este que es cinco veces mayor que la capacidad de almacenamiento actual de la presa.
La conclusión que se desprende de las consideraciones anteriores, es que las presas que se han construido en el
Estado Vargas se están sedimentando rápidamente, y que por no tener una capacidad adecuada de almacenamiento van a quedar fuera de servicio en un periodo corto de tiempo.
Esto se acrecienta por la ausencia de ventanas o conductos de salida en algunas de las presas que no permiten el paso de los sedimentos transportados por las crecientes ordinarias.
4.2 Sistemas de Monitoreo Hidrometeorológico y Alerta Temprana Una de las causas de la tragedia de Vargas fue que no existían sistemas de alerta que pudieran dar un aviso anticipado a la población para tomar las medidas de evacuación necesarias.
La posibilidad de que se generen aludes torrenciales depende de la cantidad e intensidad de la lluvia, del grado de
saturación de los suelos, de la presencia de pendientes pronunciadas en la cuenca, así como de las características de los suelos para proveer el material sedimentario para la formación de los aludes. Por esta razón, los dos factores más importantes para el establecimiento de un sistema de alerta temprana son el monitoreo continuo de la lluvia y de la humedad del suelo. Para que se pueda instrumentar el sistema de alerta se requiere que las estaciones de monitoreo sean telemétricas, es decir que transmitan información en tiempo real, a intervalos regulares (cada 5 o 10 minutos, por ejemplo) a un sistema central de control el cual debe encargarse de dar la señal de alerta a los organismos competentes.
La Tabla 2 y la Figura 9 muestran la ubicación y las características más importantes de las estaciones
hidrometeorológicas actualmente operativas en las cuencas donde se produjeron los aludes torrenciales de 1999, dentro de los límites del Estado Vargas y del valle de Caracas. En total hay 25 estaciones repartidas entre el Estado Vargas (14) y Caracas (11), de las cuales solamente nueve (9) de ellas son telemétricas. La mayoría de las estaciones telemétricas están ubicadas en la cuenca de San José de Galipán, donde el Instituto de Mecánica de Fluidos (IMF) en conjunto con el Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica (DIH), de la Universidad Central de Venezuela (UCV), llevan a cabo un proyecto de investigación sobre la generación de aludes torrenciales y sus medidas de prevención.
Adicionalmente, el Ministerio del Ambiente y de los Recursos naturales (MARN) instaló el año 2004 un radar
meteorológico Doppler en la Colonia Tovar (Figura 10), el cual constituye una herramienta importante a los fines de predicción anticipada de la lluvia con varias horas o días de antelación. El radar permite un barrido atmosférico con un radio de alcance de hasta 150 km y se basa en el efecto Doppler, de emitir ondas que rebotan en las gotas de agua de las nubes, por lo que se puede medir la cantidad de agua que ellas transportan. El radar es parte del programa VENEHMET que tiene como objetivo la actualización y 4.3 Mapas de Amenaza Los mapas de amenaza son mapas topográficos en donde se indican zonas con diferentes colores que corresponden a un cierto grado o nivel potencial de peligrosidad que existe en un sitio debido a la posible ocurrencia de un alud torrencial. Investigadores del Instituto de Mecánica de Fluidos (IMF), (García et al., 2003), han desarrollado una metodología para la obtención de mapas de amenaza por inundación torrencial, utilizando modelos matemáticos de simulación de flujos torrenciales acoplados con modelos digitales del terreno (DTM) y sistemas de información geográfica (SIG). Esta metodología ha sido aplicada en 19 cuencas del estado Vargas y 7 cuencas del valle de Caracas, en un trabajo llevado a cabo conjuntamente con el Instituto Geográfico de Venezuela Simón Bolívar (IGVSB) en el marco del Proyecto ÁVILA. Los resultados de los mapas de amenaza indican que importantes áreas
urbanizadas del Estado Vargas y del valle de Caracas están ubicadas dentro de zonas con alto riesgo de sufrir
inundaciones torrenciales. modernización de la red de estaciones hidrometeorológicas de todo el país. Las imágenes del radar Doppler van a ser procesadas y analizadas en un centro de control a instalarse en el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMETH) cuya sede se tiene prevista en Sartenejas.
Ejemplos de estos mapas de amenaza se presentan en la Figura 11, para algunas cuencas del Estado Vargas. El color rojo se usa para representar la Amenaza Alta que indica zonas en donde las personas y bienes están en peligro tanto dentro como fuera de las viviendas, pudiendo las edificaciones su rir daños o destrucción repentina. La Amenaza Media se representa con color naranja, y se refiere a zonas donde las personas y bienes están en peligro principalmente fuera de las viviendas o edificaciones, y el daño es bajo en el interior de las mismas. El color amarillo denota la zona de Amenaza Baja, donde el peligro es bajo para las personas y bienes, pudiendo las edificaciones sufrir daños leves.
Los mapas de amenaza son una herramienta fundamental para planificar el ordenamiento del territorio, y sirven para concienciar a la población sobre los peligros de ocupar zonas de alto riesgo. Adicionalmente sirven de ayuda a los urbanistas y planificadores para el diseño de planes de contingencia, ubicación de áreas de refugio, y selección de vías de escape en las cuencas de estudio.
5. PERSPECTIVAS FUTURAS
Los sistemas de alerta temprana contra aludes torrenciales se basan usualmente en el monitoreo de la lluvia, mediante pluviómetros, y el monitoreo de la presión de poros del subsuelo, mediante piezómetros. Ambos instrumentos deben estar conectados a un sistema de adquisición y transmisión de datos. Estos sistemas han sido instalados en muchas ciudades del mundo (E. Gajardo, 2000, Ortigao, et al., 2000).
Sin embargo, las experiencias con los sensores para medir la presión de poros (piezómetros) indican que muchos suelos no muestran ningún signo de una falla inminente hasta que esta se produce bajo una tormenta severa (Ortigao, et al., 2000). Por otra parte los aludes torrenciales que se produjeron en Vargas se originaron por miles de deslizamientos y movimientos de masas, por lo cual se requeriría de una cantidad inmensa de sensores
piezométricos para poder monitorear todos los potenciales sitios de fallas de taludes en las cuencas. Por esta razón se considera más conveniente concentrarse en el monitoreo de la lluvia a los fines de establecimiento de un sistema de
alerta temprana en Vargas y en Caracas. El programa PREDERES, proyecto de prevención y reconstrucción social de Vargas, coordinado por CORPOVARGAS y la Unión Europea (UE), prevé la instalación de una red de monitoreo y sistema de alerta para las cuencas de Tacagua, Mamo y La Zorra, ubicadas en la Parroquia de Catia La Mar. Los trabajos se iniciaron en Diciembre del 2004 y se espera contar con unas 21 estaciones de monitoreo hidrometeorológico en estas cuencas, las cuales estarían operativas para finales del año 2006.
6. CONCLUSIONES
1) Se ha hecho una descripción de las medidas y estrategias que se requieren para mitigar el efecto de los aludes torrenciales, y se ha revisado el estado actual de las medidas estructurales y no estructurales que se están implementando en el Estado Vargas.
2) Análisis realizados con ecuaciones predictoras sugieren que las cuencas de Vargas tienen un gran potencial de
producción de sedimentos. Esto se corrobora con observaciones y mediciones de campo que indican el grado
acelerado de sedimentación que está ocurriendo en algunas de las presas de control de sedimentos que se han construido en el Estado Vargas.
3) El objetivo principal de las presas de control de sedimentos es el de poder retener una proporción
significativa de los arrastres sólidos en época de crecientes, y reducir la concentración del flujo y el caudal pico aguas abajo. Para ello es indispensable que las presas estén vacías, es decir que tengan intacta su capacidad de almacenamiento en el momento en que ocurra el alud torrencial. Por lo tanto la remoción periódica de los depósitos de sedimentos acumulados en las presas es vital para que las presas cumplan con su función de retención.
4) Para aumentar la vida útil de las presas se recomienda construir presas más grandes capaces de almacenar una porción importante de los volúmenes de sedimentos transportados por las crecientes extraordinarias, y la incorporación de ventanas o conductos de salida en las presas para permtir el paso de los sedimentos transportados por las crecientes ordinarias.
5) Se deben intensificar los esfuerzos para la implementación de los sistemas de alerta temprana en las cuencas del Estado Vargas y del valle de Caracas. La instalación de una red de monitoreo y alerta temprana para doce (12) cuencas prioritarias acarrea un costo en el orden de novecientos mil dólares. El manejo, operación y mantenimiento de esta red debe realizarse directamente por centros de control a ser creados a nivel regional, donde se involucre a las comunidades afectadas para que participen en dichas actividades.
6) El sistema de alerta temprana con base en la red de estaciones pluviométricas debe ampliarse para incorporar
los sistemas de información provistos por las imágenes de satélite y el radar meteorológico Doppler, los cuales
permiten realizar pronósticos con mayor antelación. La interpretación y análisis de los datos meteorológicos, y su
integración con los datos de las estaciones terrestres se hacen indispensables a los fines de reducir los riesgos de ocurrencia de una nueva tragedia en el Estado Vargas.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo es parte de una investigación que ha sido
financiada por el FONACIT y el Ministerio de Ciencia y
Tecnología.
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