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EPISTEME

versión impresa ISSN 0798-4324

EPISTEME v.25 n.1 caracas  2005

 

Sabine Knabenschuh  de Porta

La “fenomenología” de Wittgenstein: cuestiones terminológicas **

Resumen

A fin de reorientar la pregunta por el mensaje “fenomenológico” de Wittgenstein hacia aquellas ocasiones en las cuales el autor efectivamente usa el término ‘fenomenología’ para referirse a su propio modo de filosofar, el presente trabajo enfoca el trasfondo de tal uso a partir de los textos y contextos de principios de los años 30. El acercamiento es, a este respecto, doble: por un lado se trata de aclarar qué sentido(s) podría adquirir la palabra ‘fenomenología’ (y términos afines) en el pensamiento
wittgensteineano; por otro lado, se intenta contestar la pregunta por una posible filiación de dicha terminología. Tal revisión evidencia que la “fenomenología” de Wittgenstein es, en última instancia, una fenomenología sui generis, una gramática que enfrenta los problemas de la articulación de la experiencia inmediata, muy diferente de cualquier intento de edificar una ciencia sistemática de lo fenoménico.

Palabras clave: Fenomenología, gramática, experiencia

Wittgenstein’s “Phenomenology”: Terminological Issues

Abstract

In order to re-direct the question concerning Wittgenstein’s “phenomenological” message towards the occasions in which the author actually uses the term ‘phenomenology’ to refer to his own way of philosophizing, this essay focusses on the background of such use, beginning with the texts and contexts of the early nineteen thirties. In this respect, a double approach is  attempted: on  the  one  hand, by trying to clarify which meaning(s) the word ‘phenomenology’ (and related terms) might assume within Wittgensteinian thought; and on the other hand,  by attempting  to answer the question  concerning a possible  filiation of that terminology. The revision reveals Wittgenstein’s “phenomenology” to be, after all, a sui generis phenomenology: a grammar which faces the problems of articulation of the immediate experience, quite different from any attempt to edify a systematic science of phenomena.

Keywords: Phenomenology, grammar, experience.

Recibido: 07-01- 200 4 - A ceptado: 26-02-2004

I

El puzzle planteado, en 1968, por Herbert Spiegelberg1; se ha convertido en un tema de cuya pertinencia ya no se duda. En consonancia con el creciente interés por detectar puntos de contacto entre “Analíticos” y “Continentales”, también la pregunta específica por un posible matiz fenomenológico de la filosofía wittgensteineana ha encontrado su lugar en la literatura secundaria; con el resultado de que, hoy por hoy, hallamos cuatro tendencias o versiones interpretativas sobre el particular, identificables según sus respectivos iniciadores: la versión Spiegelberg, de carácter predominantemente histórico (es decir, más documental que exegético); la versión Gier,2; la que, en última instancia, busca una interpretación existencialista de lo que presenta como el enfoque fenomenológico de Wittgenstein; la versión Hintikka,3; con una marcada orientación epistemológica, centrada en el tema de la experiencia inmediata; y la versión Stern,4; la cual sigue una lectura cercana a las nuevas tendencias de la filosofía de la mente y desconectada de la tradición fenomenológica propiamente dicha.

Cada una de esas tendencias de interpretación le imprime un sello peculiar a aquella misteriosa “fenomenología” con la cual el mismo Wittgenstein se identifica en ocasiones, y que todas ellas tratan de tematizar y contextualizar. Cada una ofrece, sin lugar a dudas, ideas importantes y cuidadosamente fundamentadas, aprovechando la -desde finales de los años 60-progresiva disponibilidad de los textos wittgensteineanos. Y, sin embargo, creo percibir que todas ellas descuidan (en mayor o menor grado, según el caso) un paso inicial, indispensable -a mi modo de ver para tocar el nervio central de la preocupación fenomenológica de Wittgenstein. Delinear precisamente ese paso inicial será, en resumidas cuentas, la tarea de las páginas que siguen. 

En concreto, propongo encaminar una reorientación del asunto a partir de los textos y contextos de principios de los años 30. Pues, si bien es cierto que en las cuatro versiones mencionadas se subraya la importancia de los años 1929, 1930 y subsiguientes, es igualmente cierto que, en concordancia con la respectiva argumentación general, tal importancia se enfoca bajo signos harto diferentes; considerándose los elementos fenomenológicos de dicha época, respectivamente, como interludio con cierta influencia puntual en el pensamiento posterior, como puente entre una lógica que se acerca a lo gramatical y una gramática que se acerca a lo vital, como momento organizador de prioridades (en el cual todo -particularmente la pregunta por un lenguaje fenomenológico especial-se pone en su lugar), o como inicio de una filosofía de la mente sin psicologismo.5; Y estas divergencias se deben -según creo-mayormente al hecho de que en todas esas interpretaciones se sigue considerando la época en cuestión una mera “fase transitoria”, y que, debido a ello, su análisis se efectúa en última instancia desde (la respectiva lectura de) las obras anteriores y/o posteriores. Me parece que ni siquiera Stern, uno de los comentadores que más valor le han dado a dicha época, se salva de esta crítica.

Pero todo indica que el desarrollo de la peculiar “fenomenología” de Wittgenstein debe ubicarse primariamente en el marco de las “investigaciones gramaticales” que caracterizan su pensamiento durante los primeros años después de haber regresado a la academia británica; de tal manera que cualquier intento de evaluar su obra desde un ángulo fenomenológico (desde cualquier ángulo fenomenológico) carecerá de solidez si no se esclarece con anterioridad el correspondiente mensaje de aquellos textos en los cuales Wittgenstein efectivamente usa el término ‘fenomenología’ para referirse a su propio modo de filosofar.

Esto, a su vez, implica que toda pesquisa en torno al tema en cuestión tendrá que iniciarse con el término mismo. Pues hay que reconocer que las célebres palabras de Wittgenstein “De mi trabajo se podría decir que es 6; ‘fenomenología’”7; son, en un primer momento, más desconcertantes que reveladoras. Habida cuenta de la aversión de aquel porfiado vienés contra toda teoría y todo programa filosófico, dicha aseveración no puede sino parecer extraña y suscitar ciertas preguntas, tales como ¿qué quiso decir Wittgenstein con palabras como las citadas?, ¿por qué utilizó (en esa y en otras ocasiones) el término ‘fenomenología’?, y -ante todo-¿en qué sentido lo utilizó?

La complejidad de estos interrogantes queda clara si recordamos que ya el mismo término ‘fenomenología’ (y derivados) se nos presenta como harto controversial. En primer lugar, porque se ha utilizado, no solamente en el ámbito filosófico, sino también en ciertos textos de física teórica. En segundo lugar, porque dentro del mismo ámbito filosófico ha sido empleado con connotaciones diferentes y, como si esto fuera poco, frecuentemente oscuras. No es de extrañar, entonces, que el uso wittgensteineano del término se haya interpretado de múltiples y muy variadas (aunque -como veremos-no siempre pertinentes) maneras, haciéndolo fluctuar, según el caso, entre -alguna-connotación física, -alguna-connotación filosófica tradicional, y, a lo que parece, una connotación nueva, originaria de su propio pensamiento. Difícilmente el panorama podría ser más intrincado.7

La cuestión terminológica no es, entonces, nada ociosa. Si bien concuerdo con la -ocasionalmente expresada-opinión de Spiegelberg según la cual, después de todo, resulta ser menos significativo preguntar por la terminología empleada que por las concepciones efectivamente manejadas (lleven éstas explícitamente la etiqueta ‘fenomenología’ o no),8 concuerdo igualmente con su inicial -y, en última instancia, persistente-impresión de que en este contexto (y -podemos añadir-no solamente en éste) la misma terminología wittgensteineana constituye un auténtico puzzle que conviene tratar de resolver. A fin de cuentas, alguna importancia debe tener el hecho de que, durante una(s) época(s), Wittgenstein hable de “fenomenología”, y durante otras, no. Algo señalará, sin lugar a dudas, ese uso aparentemente irregular. Considero por tanto oportuno reasumir la tarea -trazada por el mismo Spiegelberg-de intentar aclarar, a partir de los concernientes textos clave, qué sentido -o, más exactamente, sentidos-podría adquirir la palabra ‘fenomenología’ en la obra wittgensteineana.9

II

Parece que Wittgenstein empezó a utilizar con cierta decisión el término Phänomenologie (‘fenomenología’) en febrero del año 1929, recién reinstalado en Cambridge, y a unos meses de recibir su título de doctor en filosofía (y, casi en el acto, su -más que oportuna-beca de investigación). Sus primeras anotaciones al respecto10 son cautelosas, y lo único de lo cual parece estar convencido ya en ese momento es que, para dar cuenta de la articulabilidad de la experiencia -tema éste que, muy probablemente, fue el principal móvil de su vuelta a la filosofía-,11 hace falta algún tipo de “fenomenología”. Pero, al menos tentativamente, también algunas otras ideas que posteriormente cimentarían su terminología, se esbozan ya en esas notas iniciales. En MS 105, 12 por ejemplo, se lee lo siguiente:

 

“Mucho parece hablar a favor de que la representación [;Abbildung] del espacio visual por la física fuera realmente la más simple. Es decir, que la física fuera la verdadera fenomenología. Pero a esto puede objetarse algo: sucede que la física busca [;strebt … an] [la] verdad, es decir, predicciones correctas de los sucesos, mientras que la fenomenología no hace esto; ella busca [el] sentido, no [la] verdad. - Pero se puede decir: La física tiene un lenguaje, y en ese lenguaje dice proposiciones. Estas proposiciones pueden ser verdaderas o falsas. Estas proposiciones constituyen la física, y la gramática [constituye] la fenomenología (o como quiera llamarse)”.13

 

Aquí se perfilan varias ideas importantes que, en principio, no cambiarán en todo el desarrollo de la “fenomenología” wittgensteineana:

 

·En lo que respecta tanto a sus objetivos como a su lenguaje, la fenomenología se diferencia de la física (es decir, del tipo de enfoque atribuible, no sólo a toda ciencia empírica, sino también a todo acercamiento al mundo que implique articulaciones de orden hipotético tal como se manifiestan en el lenguaje común).14

·La fenomenología es, en última instancia, gramática (en tanto que visualización de sistemas abiertos de potencialidades epistémico-conceptuales).15

·El término ‘fenomenología’ -ya sobrecargado de connotaciones desde otros sistemas de pensamiento-debe considerarse más bien un nombre provisional dentro del marco de la filosofía de Wittgenstein.16

Dados estos postulados, no es de extrañar que muy pronto aparezca en los escritos de Wittgenstein el -tan discutido-término phänomenologische Sprache (‘lenguaje fenomenológico’). La idea constante al respecto es que (en concordancia con el primer postulado) el lenguaje fenomenológico se diferencia del lenguaje físico,17 por cuanto el primero es entendido como “[l]a descripción de la percepción sensorial [Sinneswahrnehmung] sin ingrediente hipotético”.18 Pero la noción de lenguaje fenomenológico no es tan sencilla como pudiera parecer a primera vista. Aparte de ser, ya en sí, ambigua (por poder referirse en principio tanto al lenguaje de la fenomenología, como al lenguaje al cual ésta se dirige), será además objeto de un importante cambio en el pensamiento wittgensteineano: el célebre rechazo del lenguaje fenomenológico “primario” en octubre de 1929.

La lucha conceptual de Wittgenstein antes de llegar a convencerse no solamente de la conveniencia sino incluso de la perentoriedad de tal rechazo, fue considerable. Y, además, completamente entendible: al fin y al cabo, una descripción no-hipotética de la experiencia inmediata podría imaginarse, o como realizable sólo mediante un lenguaje (formalizado) especial y primario, o como sencillamente imposible, o como únicamente factible por medio de un manejo diversificado del lenguaje común. De hecho, éstas fueron, a grandes rasgos y en ese mismo orden, las tres etapas en el desarrollo del concepto de lenguaje fenomenológico en los textos wittgensteineanos del año 1929. Sus primeras anotaciones reflejan más que nada el desconcierto que le produce el “pantano encantado” al cual le llevaría la confianza en un lenguaje fenomenológico especial, cuya (¿aparente?) ventaja de permitir expresiones más breves y menos ambiguas que el lenguaje físico común (al describir la misma realidad que éste), se desvirtuaría inevitablemente por la desventaja de que, en él, “todo lo captable desaparece”;19 de manera que parece imponerse la conclusión de considerar tal lenguaje no sólo ineficaz sino sencillamente quimérico. No obstante, la persistente convicción de Wittgenstein de que, en última instancia, la cuestión no está en preguntarse por la posibilidad de un lenguaje fenomenológico, sino más bien en saber cuáles serían sus límites,20 desemboca finalmente en un desenlace tan simple como efectivo: el límite del lenguaje fenomenológico, el punto en que tiene que “pararse” [Halt machen], es precisamente el de la pretensión de constituirse en un lenguaje primario y especial; pues, por muy “fenomenológico” que sea, también él pertenece al lenguaje común, y sólo puede distinguirse dentro del marco de éste en virtud de un manejo específico de sus medios.

A esta conclusión llega Wittgenstein (según evidencia la meticulosa documentación -aunque no necesariamente la interpretación-de Hintikka & Hintikka)21 el día 22 de octubre de 1929; y cuando, a comienzos de 1930, corrige, modifica y reorganiza los contenidos de las Observaciones filosóficas, el resultado de la lucha es presentado -directamente al inicio, eso sí-de una manera más bien lacónica. El pasaje (innumerables veces citado, pero imprescindible también en nuestro contexto) es el siguiente:

 

“El lenguaje fenomenológico o -como [yo] lo llamaba-‘lenguaje primario’ no es lo que ahora percibo como mi objetivo; ahora ya no lo considero necesario. Todo lo que es posible y necesario, es separar lo esencial de nuestro lenguaje, de lo que le es inesencial. - … - Una captación [Erkenntnis] de aquello que le es esencial a nuestro lenguaje y [de lo] que le es inesencial a efectos de [poder] representar, una captación de cuáles partes de nuestro lenguaje son ruedas que marchan en vacío, desemboca en la construcción de un lenguaje fenomenológico”.22

 

En otras palabras, ya no23 se trata de la búsqueda de un lenguaje fenomenológico especial ni primario, sino de la comprensión de la función fenomenológica de nuestro lenguaje común en tanto que una de sus posibles manifestaciones.24 Lo que -por así decir-le queda al lenguaje fenomenológico de la anterior atribución de prioridad (o sea, de considerarse un lenguaje “primario”), es la convicción de que, de alguna manera, está relacionado con “lo esencial” [das Wesentliche] del lenguaje común (y -podemos completar-de nuestro encuentro epistémico con el mundo), vale decir, con su mecanismo de funcionamiento; de modo que los primeros dos de los arriba mencionados postulados se refuerzan de una forma completamente natural y coherente.

En concordancia con la así empleada (y, en lo que respecta a su contenido específico, eventualmente modificada) terminología, aparecen en los escritos wittgensteineanos de los años 1929-1933 -y reaparecen, ocasionalmente, en las Observaciones sobre los colores (pertenecientes a los últimos años de vida del filósofo vienés)-, junto con los términos Phänomenologie y phänomenologische Sprache, expresiones como phänomenologische Aussage (diferenciándose la aserción fenomenológica de la hipótesis),25 phänomenologische Bedeutung (subrayándose que cada significado fenomenológico corresponde a un solo modo de verificación),26 phänomenologische Beschreibung (advirtiéndose que la descripción fenomenológica es, en última instancia, considerablemente más compleja que la descripción mediante hipótesis),26 phänomenologische Untersuchung (señalándose, en este mismo sentido, el riesgo inherente a toda investigación fenomenológica de las impresiones sensoriales, de considerar éstas más simples de lo que son),28 phänomenologische Geometrie (oponiéndose la geometría fenomenológica a aquella geometría que está al servicio de la física),29 phänomenologische Analyse (insistiéndose en que un análisis fenomenológico -como el de la teoría de los colores de Johann Wolfgang von Goethe-es un análisis conceptual inconmensurable con el de la física),30 phänomenologische Farbenlehre (sosteniéndose, en concordancia con lo anterior, que, de ser posible una teoría o doctrina fenomenológica de los colores -o mejor, una fenomenología de los colores sistemáticamente presentada-, ésta debería tratar sólo de lo realmente perceptible),31 y, finalmente, Phänomenologisches [= das Phänomenologische] (recalcándose que también dentro del marco de la gramática cabe diferenciar entre lo fenomenológico -es decir, elementos o factores fenomenológicos-y lo no fenomenológico -elementos o factores meramente lógicos-).32

Todos esos usos terminológicos se integran orgánica y coherentemente en el marco conceptual establecido por los primeros dos de los inicialmente señalados postulados (la diferencia esencial entre fenomenología y física -en el sentido señalado-, y la naturaleza gramatical de la fenomenología), junto con la -también ya referida-modificación de la noción de lenguaje fenomenológico. Resta aclarar la pertinencia, para todo ese desarrollo, del tercero de los postulados mencionados (el carácter provisional del término ‘fenomenología’ y derivados). Aparte de las ocasionales insinuaciones proporcionadas por los mismos textos wittgensteineanos,33disponemos de dos indicios más que fundamentan esta lectura. El primero es el hecho de que durante largos años (aproximadamente de 1934 a 1949, exceptuando algunas pocas ocurrencias puntuales), Wittgenstein deja de utilizar tal terminología, a pesar de continuar desarrollando su pensamiento de una manera completamente orgánica. El segundo es su manera de emplear el término básico Phänomen [‘fenómeno’], la cual merece que le dediquemos unas líneas adicionales.

Al haberse dado cuenta de que la pretensión de un análisis último del fenómeno presente34 le llevaría a una calle ciega (lo cual corresponde a su ya presentada modificación del concepto de lenguaje fenomenológico),35 Wittgenstein empieza a emplear el término ‘fenómeno’ de una forma cada vez más cercana al uso común,36 y cada vez más lejana de los usos específicos que se le han dado en diferentes sistemas filosóficos desde G.W.F. Hegel hasta Maurice Merleau-Ponty.37 Siendo la constante en ese empleo wittgensteineano el énfasis en que los fenómenos pertenecen al ámbito de la experiencia inmediata (en tanto que, primero, factores experienciales y, segundo, “facetas” conectables mediante proposiciones hipotéticas),38 Wittgenstein subraya con progresiva convicción que (a) tales fenómenos no son en absoluto tan primitivos como suelen imaginarse,39 debido a lo cual (b) la preocupación por los fenómenos es una búsqueda de claridad en la gramática de su descripción (y no de algo detrás de ellos),40 y todo ello bajo el denominador común de que (c) según lo que viene siendo importante en la vida, el lenguaje muestra una actitud [Einstellung] ante los fenómenos.41

Aquí se asoma una acepción del término ‘fenómeno’ que, efectivamente -conforme ya se dijo-, se parece más a su uso corriente (o, si se quiere, intuitivo) que a cualquier empleo específico dentro de un determinado sistema filosófico: la acepción en el sentido de lo que (por darse en la realidad) llama nuestra atención.42Siendo ésta -según creo-la acepción que en el fondo maneja (o prefiere manejar) Wittgenstein,43 resulta ser muy natural y entendible su insistencia en que “la sensación [Gefühl] de que el fenómeno se nos escapa” nunca se da en la “vida común”, sino sólo “cuando filosofamos”,44 vale decir, cuando ocultamos -tal vez involuntaria pero en todo caso artificialmente-aquella relación vital entre lo dado que reclama nuestra atención y la atención que efectivamente le prestamos o podemos prestar. No es de extrañar, por tanto, que el término ‘fenomenología’ (en apariencia el nombre de un sistema filosófico de precisamente esas características) no pudo parecerle a nuestro pensador iconoclasta, a pesar de toda la cautela con que lo usaba, más que una denominación provisional de lo que él mismo pretendía hacer con su filosofía.45

III

Ahora bien, tales usos (¿y abusos?) terminológicos por parte de Wittgenstein han encontrado -como ya se mencionó al inicio del presente artículo-múltiples interpretaciones en la literatura secundaria. Una de tales tendencias interpretativas se condensa en la presunción de que la fuente para el uso wittgensteineano del término ‘fenomenología’ haya sido la vertiente metacientífica de la física teórica. Lo cual, en principio, no sería de extrañar, si se considera, por un lado, el gran interés del joven Wittgenstein en ese campo, y por otro lado, el hecho de que el término ‘fenomenología’ es efectivamente manejado por unos cuantos grandes físicos (y filósofos de la ciencia) de finales del siglo XIX y principios del XX, entre ellos Ernst Mach y Ludwig Boltzmann. La “física fenomenológica” de la cual hablaban éstos (ciertamente, Boltzmann de una manera más crítica que Mach), en cuanto ciencia que -con una innegable herencia newtoniana-pretende liberarse de todo postulado hipotético, no puede haber sido algo desconocido para el Wittgenstein adolescente quien, en esa misma época, lucha por encontrar un camino en la encrucijada entre ciencia, matemática y filosofía, y quien, años más tarde (en una conocida anotación de 1931),46 nombra a
Boltzmann como el primero de los diez pensadores que más han influido sobre su propio desarrollo intelectual. Pero debemos cuidarnos de conclusiones apresuradas.

En lo que concierne a Mach, no cabe duda de que Wittgenstein conocía su idea de una “física fenomenológica”. Sus propias críticas a Mach lo evidencian claramente.47 Pero esas mismas críticas, a su vez, muestran con igual claridad que está lejos de seguirle, es decir, de -en palabras de Spiegelberg-“considerar la posibilidad de una física fenomenológica al estilo de Ernst Mach”.48 En concordancia con ello (y, además, en atención al hecho de que la “fenomenología” de Mach se basa en presupuestos más bien fenomenistas y no en una búsqueda del -como lo formula Gier-“logos de [los] phenomena”),49 la literatura secundaria parecía haber llegado ya a una especie de acuerdo en el sentido de descartar una filiación machiana de la terminología wittgensteineana.50 Hasta que Hintikka, en 1995, retoma el tema desde una vía indirecta, pasando por la relación Husserl - Mach, y afirmando: primero, que ciertos pasajes de las Conferencias de Amsterdam “no dejan lugar a duda de que Husserl vio su fenomenología como una continuación y radicalización de los enfoques metodológicos de filósofos de la física como Mach”; segundo, que la en principio mayor afinidad del pensamiento wittgensteineano con el de Boltzmann “no significa que [Wittgenstein] no se haya, finalmente, ubicado de cierta manera al lado de Mach, más que de Boltzmann, en lo tocante a la posibilidad de la representación libre de hipótesis”; y tercero, que todo ello señala un “parentesco” entre Husserl y Wittgenstein en el sentido de que “muy probablemente su uso del término ‘fenomenología’ y sus ideas acerca de lo que es [la] fenomenología tenían una fuente común”.51

Pero esta interpretación, ya internamente discutible por basarse en una argumentación más bien débil,52 adolece además de una falla externa que me parece insuperable: pierde de vista que Wittgenstein empieza a utilizar el término ‘fenomenología’ precisamente en aquella época -los años 30-en que tanto sus críticas a Mach como su rechazo de la filosofía husserliana se manifiestan expresamente en sus textos, y que, en vista de ello, el postulado de la herencia machiana de la terminología de nuestro filósofo pierde gran parte de -si no toda-su verosimilitud.

Referente a Boltzmann, el panorama se presenta al menos libre de contradicciones. El profundo aprecio que el joven Wittgenstein sentía por el pensamiento de Ludwig Boltzmann es un hecho biográfico bien conocido, y no hay indicio alguno de un cambio de actitud en épocas posteriores. También es llamativo el paralelismo entre Wittgenstein (el de los años 30) y Boltzmann en el sentido de, por un lado, interesarse vivamente en la pregunta por la posibilidad de una descripción fenomenológica del mundo experiencial, y por otro lado, percibir con toda claridad que, dada la constitución del pensamiento y lenguaje humanos, tal descripción no lograría en ningún momento liberarse por completo de ciertos ingredientes hipotéticos (es decir, deslindarse de manera inequívoca del lenguaje no-fenomenológico). No sorprende, por tanto, que la deuda intelectual de Wittgenstein con Boltzmann se haya tratado de extender, en algunos textos de la literatura secundaria reciente, a la utilización del término ‘fenomenología’.53 Pero, también aquí, una parte del arriba señalado problema histórico (o, como lo hemos llamado, externo) persiste: tampoco esta línea de interpretación logra dar cuenta de la introducción tardía del término mismo en los textos de Wittgenstein.  

Todo indica, entonces, que habrá que descartar la “física fenomenológica” como fuente directa de la terminología wittgensteineana. Si bien las críticas de Wittgenstein a Mach indican que las teorías de éste le eran bien conocidas, si bien su gran respeto a Boltzmann queda fuera de toda duda, no debe olvidarse que esas relaciones han de ubicarse en la época anterior al Tractatus - mientras que el término ‘fenomenología’ no aparece en los escritos de Wittgenstein sino a partir de 1929.54 Los defensores de la filiación física (o metacientífica) de la “fenomenología” wittgensteineana suelen, o apartar olímpicamente este simple dato histórico, o aventurar conjeturas tan débiles como aquella según la cual la actitud crítica de Boltzmann respecto a la efectiva factibilidad de una física fenomenológica pura (es decir, completamente libre de presupuestos hipotéticos) haya llevado al joven Wittgenstein, admirador de Boltzmann, a evitar el término ‘fenomenología’ en la época del Tractatus 55 (lo cual, desde luego, aun en el caso de ser cierto no explicaría por qué no sigue evitándolo después de 1929).

A esta falla histórica se suma el hecho de que -como acertadamente observa Spiegelberg-“la Phänomenologie de Wittgenstein se opone a la física, la fisiología y la psicología, mientras que la de Boltzmann es, a lo que parece, una subdivisión de la física”.56 Hecho éste que no debe subestimarse. Pues realmente se trata, en el caso de Wittgenstein, de una oposición (siendo precisamente la oposición entre lenguaje físico y “lenguaje fenomenológico” -o lenguaje de la experiencia inmediata-uno de los puntos centrales de sus “investigaciones gramaticales”); con lo cual la idea de que haya efectuado una simple transposición de un concepto (el de fenomenología o descripción fenomenológica) de un ámbito a otro (del científico al no científico)57 se vuelve sumamente frágil y cuestionable, por no decir absurda.

En lo que respecta, finalmente, a los esfuerzos de algunos comentadores de llamar la atención sobre la relación Husserl - Mach, cabe señalar que la consideración de dicha relación (ya en sí polémica) seguirá siendo, en todo caso, poco pertinente para la interpretación de la “fenomenología” wittgensteineana mientras que no se haya mostrado que hubo una influencia de Husserl sobre Wittgenstein - lo cual es altamente improbable.58

Con la última observación ya hemos adelantado un aspecto de una réplica a otra posible variante interpretativa de la terminología wittgensteineana, según la cual ésta habría de conectarse con la tradición fenomenológica a partir de Edmund Husserl.59 De hecho, tal variante se ha mostrado como poco fructífera, y ha sido sustituida generalmente por una mera búsqueda de paralelismos, libre de la pretensión de señalar influencias conceptuales y/o terminológicas. Los motivos de tal reemplazo (o, habría que decir, de su conveniencia, considerando que no todos los comentadores de Wittgenstein han renunciado aún a la idea de las filiaciones directas) son relativamente fáciles de señalar. En vista de que los textos wittgensteineanos no reflejan ningún interés específico por la filosofía de Husserl, y que su actitud ante el programa husserliano parece haber sido más bien crítica o, en todo caso -como lo presenta Spiegelberg-evasiva,60 una filiación terminológica entre Husserl y Wittgenstein se descartó muy pronto -y según creo, justificadamente-en la literatura secundaria.61 Ciertamente, no (al menos no con la misma rapidez) la idea de una filiación indirecta, siendo el nombre que más se ha mencionado al respecto el de Rudolf Carnap en tanto que autor de Der logische Aufbau der Welt [La construcción lógica del mundo], publicado en 1928.

No obstante, los resultados de tales tentativas de interpretación62 tuvieron que llevar a la convicción de que, primero, a pesar de haber asistido Carnap a varios seminarios de Husserl y de ser frecuentes sus referencias a Husserl en el Aufbau, su efectivo manejo del término ‘fenomenología’ (junto con el de ‘vivencia’) es, en rigor, otro (básicamente, por dirigirse a estructuras más que a esencias); y que, segundo, a pesar de percibirse una mayor cercanía de la acepción wittgensteineana de ‘fenomenología’ a la de Carnap que a la de Husserl, tampoco puede hablarse propiamente de una coincidencia entre Carnap y Wittgenstein (entre otras cosas, porque la descripción fenomenológica, de especial importancia para éste, no es sino un aspecto supeditado a la construcción -o constitución-fenomenológica para aquél - lo cual equivale a la diferencia entre una búsqueda de elementos significativos epistémicamente pertinentes, y una búsqueda de elementos epistémicos ontológicamente fundados). Si a ello se añade el hecho de que Wittgenstein no suele relacionar su término (y concepto) ‘fenomenología’ con la idea de Erlebnis [vivencia], sino más bien con la de Erfahrung [experiencia],63 y, finalmente, la bien conocida tensión personal entre Wittgenstein y Carnap durante todo el tiempo en que compartían ciertos escenarios, no queda prácticamente ningún motivo para suponer que, al empezar a hablar de “fenomenología”, Wittgenstein se haya dejado influenciar de alguna manera por Carnap.

Debido a razones más obvias aún, tampoco Martin Heidegger puede considerarse un precursor de la terminología wittgensteineana. Como se sabe, después de la publicación de Ser y tiempo en 1927, el mismo Heidegger renunció casi por completo a hablar de “fenomenología” en -y con referencia a-su propia filosofía;64 dado lo cual es muy improbable que Wittgenstein (cuya única alusión conocida a Heidegger, la que se refiere precisamente a dicho texto, toca un tema más bien ético)65 haya tenido demasiada oportunidad (sin hablar siquiera del interés) de inspirarse en él. Hay, ciertamente, una curiosa afinidad entre ambos pensadores por cuanto cada uno por su parte empieza a distanciarse, en algún momento (en 1928 uno, y en 1934 el otro), del rótulo ‘fenomenología’; lo cual bien puede entenderse como una reacción coincidente en contra del peculiar y sofisticado sistema de Husserl - sin que ello tenga que implicar un abandono del respectivo enfoque o incluso método fenomenológico.66 Pero sería una clara sobreinterpretación tratar de atribuir este paralelismo a una influencia de Heidegger sobre Wittgenstein (tanto más cuanto que no diría nada sobre el efectivo uso del término ‘fenomenología’ en toda una serie de textos wittgensteineanos).

IV

En resumidas cuentas, la búsqueda de una filiación terminológica concreta de la “fenomenología” de Wittgenstein no tiene visos de arrojar resultados demasiado reveladores (y, de hecho, no ha arrojado tales resultados en ningún texto secundario). En todo caso cabe afirmar -como ya lo hizo Spiegelberg en 1968-que, a finales de los años 20 (cuando, poco antes de regresar a Cambridge, Wittgenstein entra en contacto con algunos miembros del Círculo de Viena), hablar de fenomenología “formaba parte de la atmósfera general en todas partes de Alemania y Austria”, y asumir -también con Spiegelberg-que “algo del hablar y escribir sobre fenomenología que estaba en el aire cuando Wittgenstein abandonó Viena se infiltró en su pensamiento”, de modo que “lo retomó al encontrarse ante la tarea de presentar sus ideas a un público nuevo”.67 (A lo cual cabe añadir -de conformidad con lo ya expuesto en otros trabajos sobre esa misma fase de su filosofía-68 que, en ese momento, lo “nuevo” para él no fue sólo el “público” británico, sino también la misma dirección que había empezado a tomar su propio pensamiento). Esta -tercera-interpretación de la terminología wittgensteineana -la que, en última instancia, desemboca en la opinión de que la “fenomenología” de Wittgenstein ha de ser una fenomenología sui generis, y que las posibles coincidencias con otros sistemas de pensamiento pueden considerarse a lo sumo como paralelismos (ciertamente interesantes, pero en ningún momento reducibles a algún tipo de “filiación”)-es, a mi juicio, la lectura más acertada.69

Incluso ofrece una respuesta plausible a la pregunta (que hasta ahora sólo hemos tocado de pasada) de por qué el término ‘fenomenología’ (y derivados) desaparece casi totalmente de los textos wittgensteineanos desde mediados de los años 30 hasta finales de los 40, y por qué se maneja con tan excesiva cautela cuando finalmente vuelve a aparecer en las Observaciones sobre los colores. Tratándose siempre para Wittgenstein -como hemos venido argumentando-de un término aplicable tan sólo provisionalmente a sus “investigaciones gramaticales” en torno a la experiencia inmediata, no es, en realidad, nada sorprendente que, en la medida en que seguía desarrollándose su pensamiento, esa provisionalidad se convirtiera paulatinamente en inaplicabilidad. A tal respecto influían, seguramente, tanto su creciente sensibilidad ante la distancia (temática y -sobre todo-metodológica) entre su propia filosofía y las así denominadas (o autodenominadas) “fenomenologías” (en especial, la husserliana),71 como el hecho de que, a mediados de los años 30 (cuando, según parece, consideraba lo suficientemente aclarado su nuevo punto de partida, el que consiste -como trataré de mostrar en otra ocasión-70 en una actitud o perspectiva fenomenológica, muy diferente de una fenomenología entendida como programa o sistema), su atención empieza a dirigirse a temas más específicos (los lenguajes ético, estético y religioso, y especialmente el “lenguaje psicológico”).72 Dado este desarrollo, también su insistente afirmación, en las Observaciones sobre los colores (en las cuales vuelve una vez más a dicho punto de partida, probablemente por sentir que, a pesar de todo, habían quedado preguntas abiertas), de que “73o hay, ciertamente, fenomenología, pero sí problemas fenomenológicos”,74 pierde su carácter enigmático. En ese momento, Wittgenstein renuncia finalmente a llamar su propia filosofía “fenomenología” por haberse convencido de que su manera de enfrentar los problemas de la articulabilidad de la experiencia inmediata es, definitivamente, inconmensurable con cualquier intento (condenado a fracasar, según su perspectiva) de edificar una ciencia sistemática de lo fenoménico. Lo cual, a su vez, no sería entendible si no fuese por su peculiar concepción de gramática. He aquí el impulso para un segundo paso.

Centro de Estudios Filosóficos “Adolfo García Díaz”

Universidad del Zulia, Maracaibo sknaben@iamnet.com

 

Siglas utilizadas para la citación de textos wittgensteineanos (o “cuasi-wittgensteineanos”)

 

 

BF

-

Bemerkungen über die Farben (1977), ed. G.E.M. Anscombe, en WA, t. 8, pp. 7- 112 [Observaciones sobre los colores]

BlB

-

Das Blaue Buch (1958), ed. Rush Rhees, trad. Petra von Morstein, en WA, t. 5, pp. 15- 116 [Cuaderno Azul]

BrB

-

Eine philosophische Betrachtung (Das Braune Buch) (1969), ed. Rush Rhees, trad. (parte II) Petra von Morstein, en WA, t. 5, pp. 117- 282 [Cuaderno Marrón]

BT

-

Big Typescript (TS 213), en Wittgenstein’s Nachlass. The Bergen Electronic Edition, The University of Bergen, Oxford University Press / The Wittgenstein Trustees, 2000 [Gran Mecanograma]

LSDPE

-

“The Language of Sense Data and Private Experience” (1984; Rush Rhees), en PO, pp. 289- 367 [“El lenguaje de los datos de los sentidos y de la experiencia privada (Rhees)”]

M:L30/33

-

MOORE, George Edward, “Wittgenstein’s Lectures in 1930- 1933”, en PO, pp. 45- 114 [“Las clases de Wittgenstein durante el período 1930-33”]

MS ...

-

Manuscript … [Manuscrito …], según el catálogo de G.H. v. Wright

NPESD

-

“Notes for Lectures on ‘Private Experience’ and ‘Sense Data’” (1968), eds. Rush Rhees y David Stern, en PO, pp. 200- 288 [“Notas para las clases sobre ‘la experiencia privada’ y ‘los datos de los sentidos’”093;

PB

-

Philosophische Bemerkungen (1964), ed. Rush Rhees, WA, t. 2 [Observaciones filosóficas]

PG

-

Philosophische Grammatik (1969), ed. Rush Rhees, WA, t. 4 [Gramática filosófica]

Phän

-

“Phänomenologie”, en BT, §§ 94- 100, pp. 436- 485 [“Fenomenología”]

Phil

-

“Philosophie”, en PO, pp. 158- 199 [“Filosofía”]

PO

-

Philosophical Occasions 1912- 1951 (1993), eds. James C. Klagge y Alfred Nordmann, Indianapolis / Cambridge, Hackett Publishing Company, 21994

RLF

-

“Some Remarks on Logical Form”, ed. The Aristotelian Society, en PO, pp. 28- 35 [“Algunas observaciones sobre la forma lógica”]

VB

-

Vermischte Bemerkungen (1977), eds. G.H. von Wright y Heikki Nyman, en WA, t. 8, pp. 445‑573 [Observaciones / Cultura y valor]

WA

-

Werkausgabe (8 tomos), Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1984

WV32/35(1) / (2)

-

Ludwig Wittgenstein. Vorlesungen Cambridge 1932- 1935 (1979), ed. Alice Ambrose, trad. J. Schulte, en Ludwig Wittgenstein. Vorlesungen 1930- 1935, Frankfurt a/M, Suhrkamp, 21989, pp. 141- 442; (1) : año académico 1932/33, cap. I+IV, pp. 147- 198, 415- 442; (2): años académicos 1933/34 y 1934/35, cap. II+III, pp. 199‑414 [Lecciones en Cambridge 1932-1935]

WWK

-

Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis (1967), ed. B.F. McGuinness, WA, t. 3 [Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena]

 

 

Notas o Pie de páginas

*Este trabajo sintetiza algunos resultados parciales del Proyecto de Investigación N° CH-1059- 02, auspiciado por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CONDES) de la Universidad del Zulia, Maracaibo. Está, además, estrechamente relacionado con los siguientes artículos de mi autoría a los cuales me remitiré (mediante las siglas indicadas) en ciertas ocasiones: “Apuntes epistemológicos al Tractatus wittgensteineano: el espacio lógico”, en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 36, 2000, pp. 31- 46 [K:esp.lóg.I]; “Del espacio lógico a los espacios de incertidumbre. Wittgenstein, 1929- 1933”, en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 39, 2001, pp. 7- 24 [K:esp.lóg.II]; “En torno a la experiencia: L. Wittgenstein y C.I. Lewis”, en Areté. Revista de Filosofía (Lima, Pontif. Univ. Católica del Perú), XIV/2, 2002, pp. 211- 247 [K:exp.]; “Multiplicidad y conocimiento. Alcances y trasfondos de un concepto wittgensteineano”, en Ideas y Valores (Bogotá, Univ. Nacional de Colombia), 121, 2003, pp. 3- 39 [K:mult.]; “El mito de la ‘fase verificacionista’ de Wittgenstein”, en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 48, 2004, pp. 7- 42 [K:verif.]. - La traducción de las citas provenientes directamente de textos (primarios o secundarios) en alemán o inglés son de mi responsabilidad.

01. Cf. Spiegelberg, H., “The Puzzle of Wittgenstein’s Phänomenologie (1929- ?)” (1968/79), en Id., The Context of the Phenomenological Movement, Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1994 (1981), pp. 202- 228.

02. Cf. Gier, N. F., Wittgenstein and Phenomenology. A Comparative Study of the Later Wittgenstein, Husserl, Heidegger and Merleau-Ponty, Albany, State University of New York Press, 1981.

03. Cf. Hintikka, J. & Hintikka, M., Investigating Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1986, esp. cap. 3, 6, 7 [pp. 45- 86, 137- 160, 161- 175]; Hintikka, J., Ludwig Wittgenstein: Half-Truths and One-and-a-Half-Truths, Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1996, esp. art. 3, 4, 5, 9, 10 [“The Idea of Phenomenology in Wittgenstein and Husserl” (1995), pp. 55- 78; “Die Wende der Philosophie: Wittgenstein’s New Logic of 1928” (1988), pp. 79- 106; “Wittgenstein’s annus mirabilis: 1929 (1985, con Hintikka M.), pp. 107- 124; “Wittgenstein as a Philosopher of Immediate Experience” (1990), pp. 191- 208; “Wittgenstein and the Problem of Phenomenology” (1990), pp. 209- 241]. - Cf. también el intento de sistematizar, complementar y contextualizar las consideraciones de Hintikka (& Hintikka) sobre la temática, en Park, Byong- Chul, Phenomenological Aspects of Wittgenstein’s Philosophy, Dordrecht, Kluwer, 1998.

04. Cf. Stern, D. G., Wittgenstein on Mind and Language, New York / Oxford, Oxford University Press, 1996 (1995), esp. cap. 4 y 5 [pp. 91- 127, 128- 159].

05. Cabe subrayar que, si bien este apretado resumen no puede - ni pretende- hacer justicia a los cuatro enfoques interpretativos mencionados, una consideración más detallada de los mismos sobrepasaría el marco temático del presente artículo. Tengo en preparación (y espero poder publicar en breve) otro trabajo dedicado específicamente a mostrar tanto la riqueza (actual o potencial) como los riesgos (o incluso errores) hermenéuticos inherentes a cada una de dichas tendencias.

06. De una conversación - probablemente del año 1930- con su alumno Maurice Drury, según el testimonio de éste: “You could say of my work that it is ‘phenomenology’.” [Drury, M. O’C., “Conversations with Wittgenstein”, en Rhees, R. (ed.), Personal Recollections of Ludwig Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1981 (1976) (pp. 112- 189), p. 131; citado p.ej. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 150.] Lo curioso es que también hay un testimonio parecido respecto al último año de vida de Wittgenstein, a veinte años de la conversación con Drury: según cuenta G. H. von Wright (en una comunicación dirigida a Spiegelberg), Wittgenstein, al ocuparse nuevamente del tema de los colores, “decía a menudo que lo que estaba haciendo era algo así como lo que algunos filósofos llaman ‘fenomenología’” [texto orig. cit. en Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 214]. Lo cual muestra que la preocupación fenomenológica de Wittgenstein - cualesquiera que sean sus rasgos específicos- no fue simplemente una pasión pasajera.

07. A dicho panorama habrá que añadir el hecho de que la tradición anglosajona contemporánea ha llegado a aplicar el término ‘fenomenología’ a todo tipo de descripción de la experiencia inmediata; uso éste que - aparte de su generalidad- se hace aún más complejo debido a las connotaciones del término inglés ‘experience’ (el cual en principio es ambiguo, pudiendo significar tanto ‘experiencia’ como ‘vivencia’, pero que suele utilizarse principalmente - y, a lo que parece, cada vez más- en el sentido de una vivencia autoconsciente [Cf. también K:esp., p. 215n]).

08. Cf. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 212. - La misma opinión comparten, obviamente, todos aquellos comentadores que tratan de evidenciar los rasgos fenomenológicos (en sentido tradicional) de la filosofía wittgensteineana: al fin y al cabo, ninguno de ellos ha limitado su respectivo estudio a los textos en que efectivamente aparece el término.

09. Huelga decir que una respuesta concluyente a ese interrogante (si es que la hay) no podrá aventurarse sino después de haberse evaluado en detalle las concepciones subyacentes a los respectivos usos terminológicos. Es de subrayar, por tanto, que en este lugar se trata solamente de (la primera parte de) un paso previo cuya finalidad consiste en deslindar las posibles implicaciones de la terminología empleada.

10. Evidentemente, no puedo referirme con ello sino a los textos wittgensteineanos efectivamente conservados. Nada sabemos, por ejemplo, sobre el contenido de los cuadernos de notas pertenecientes a los últimos años que Wittgenstein pasó en Austria, antes de dirigirse nuevamente a Inglaterra; y, siendo muy probable que éstos formaron parte del material quemado por orden del mismo autor, es de sospechar que dicha laguna en el Nachlaß wittgensteineano permanecerá.

11. Cf. p.ej. su carta a Schlick, del 18/02/1929 [cit. en WWK, “Prefacio del editor”, p. 17].

12. Por no tener acceso ni a los originales ni a la versión electrónica de los manuscritos pertenecientes al Nachlaß wittgensteineano - inéditos en lo que respecta a la publicación convencional- , tuve que limitarme, en el presente estudio, a consultar y evaluar los pasajes originales aducidos por otros autores, principalmente Stern e Hintikka. (Véase al respecto la reveladora colección de pasajes originales que aparece en el apéndice del libro de Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., pp. 193- 204].) La procedencia de las respectivas citas se indicará en cada caso.

13. MS 105, p. 3 (texto orig. cit. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit.,
p. 173).

14. Cf. también PB 1, p. 51; 57, p. 88; WWK 25/12/1929, p. 63; MS 107,
p. 160 (texto orig. cit. en Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 112). - Acerca de lo que Wittgenstein llama “física”, “espacio físico” y “lenguaje físico” (en oposición a la experiencia inmediata, su “espacio” y su lenguaje), Cf. p.ej. K:exp., pp. 219- 226; K:mult., pp. 21- 22. Dentro del marco del presente trabajo es especialmente importante la (al menos aparente) “prioridad” que - según señala Wittgenstein- suele adquirir el lenguaje “físico” en el uso del lenguaje común (de las lenguas occidentales) [Cfr. K:mult., p. 22n].

15. Cf. también PB 1, p. 51; 4, p. 53; Phän 94, p. 437. - Respecto a la peculiar concepción wittgensteineana de “gramática” (basada a su vez en las de “espacio lógico” y “multiplicidad” [cf. K:esp.lóg.I, K:esp.lóg.II, K:mult.]), cf. p.ej. K:esp.lóg.II, pp. 12- 14, 16- 19; K:exp., p. 216; K:mult., pp. 17- 18; K:verif.,
pp. 25- 26.

[16] Cf. también BF I 53, p. 23; II 3, p. 35; III 248, p. 91; también las expresas críticas a Husserl [cf. nota 58]. - Incluso Gier opina - con referencia al paréntesis final de la cita arriba aducida- que para Wittgenstein “el rótulo no significa mucho”, Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., p. 93.

[17] Cfr. al respecto PB 75, p. 103; 213, p. 267; Phän 98, p. 467.

[18] BT § 101, p. 491 (texto orig. cit. en Stern, Wittgenstein on Mind…, cit.,
p. 199).

[19]. Cf. MS 105, pp. 116 (texto orig. cit. en Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., p. 199; cfr. también Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 110) y 122 (texto orig. cit. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., pp. 172- 173).

[20]. Cf. MS 107, p. 3 (texto orig. cit. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 172; Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 110; Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., p. 200): “Y no obstante puede haber un lenguaje fenomenológico. (¿Dónde habrá de pararse [Halt machen] éste?)”.

[21]. Cf. Hintikka, …Half-Truths…, cit. (“Wittgenstein’s Annus Mirabilis: 1929”), p. 112.

[22]. PB 1, p. 51. Cf. también WWK 22/12/1929, p. 45. - Como ya han señalado otros comentadores. Cf. p.ej. Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 140, una interesante variante del primer pasaje citado de PB 1 aparece en una anotación anterior, del 29/11/1929 [MS 107, p. 205]: allí dice, en vez de “ya no lo considero necesario”, “ya no lo considero posible” (énfasis mío). Ciertamente, dada la continuación de ambas citas, no creo que la variación revista tanta importancia como se le ha atribuido.

[23]. Concuerdo con Spiegelberg en que la época anterior, a la cual el mismo Wittgenstein hace referencia en este pasaje, ha de ser la inmediatamente anterior (incluyendo, tal vez, los últimos años en Austria [cf. nota 10], pero de ningún modo - como interpretan Hintikka y seguidores- la época del Tractatus [cf. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 227]. Las anotaciones de Rush Rhees y Brian McGuinness, editores de las Observaciones filosóficas y de Wittgenstein y el Círculo de Viena, respectivamente, confirman plenamente esta lectura. Cf. PB, “Nota del editor”, p. 318; WWK 22/12/1929, p. 45n.

[24]Cfr. también MS 107, p. 3 (texto orig. cit. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 172; Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., pp. 200- 201). - Stern habla en este contexto de dos usos, por parte de Wittgenstein, del término ‘fenomenología’: uno en sentido restringido, y otro en sentido amplio. Cf. Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., pp. 137, 152. Lectura ésta que me parece mucho más acertada que los intentos de otros comentadores, de oponer al “lenguaje fenomenológico primario” un “lenguaje fenomenológico secundario” Cf. p.ej. Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 214; también Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 204, puesto que, al consolidarse la idea wittgensteineana del lenguaje fenomenológico como función fenomenológica de (cierto manejo específico de) nuestro lenguaje común, la mera idea de que ésta adquiera un carácter “secundario” no puede sino parecer absurda.

[25]Cf. WWK 22/03/1930, p. 101. - Respecto a la diferenciación entre “hipótesis” y “aserción” (o “proposición genuina”), Cf. p.ej. K:exp., pp. 220- 222, 232- 233, 236- 238, 241- 247; K:verif., pp. 33- 40.

[26]Cf. WWK 25/12/1929, p. 65. - Para la idea wittgensteineana de “verificación” - en tanto que, básicamente, visualización gramatical- , Cf. p.ej. K:exp., pp. 221- 222, 241- 245; K:verif., pp. 12- 13, 26- 42.

[27]Cf. PB 230, p. 286; también MS 106, p. 102 (texto orig. cit. en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 174).

[28]Cf. PB 224, p. 281; Phän 98, p. 467.

[29]Cf. PB 217, p. 271.

[30]Cf. BF II 16, p. 37.

[31]Cf. PB 218, p. 273.

[32]Cf. PG I apénd. 5, p. 215. - Según refiere Spiegelberg, Wittgenstein incluso llega a hablar en (al menos) una ocasión de una “diferencia de esencia” [Wesensunterschied] entre gramática lógica y fenomenológica [MS 111 (cit. en trad. al ingl. en Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 224)].

[33]Cf. nota 16.

[34]Hasta cierto punto, tal objetivo (y el correspondiente manejo del término ‘fenómeno’) se refleja aún en su conferencia “Algunas observaciones sobre la forma lógica” Cf. RLF, pp. 30, 31, 32, 35; lo cual podría explicar el hecho de que, en el congreso al cual estaba destinada la conferencia, Wittgenstein desistiera de pronunciarla efectivamente y optara por plantear un tema completamente diferente, y que más adelante, en 1933, él mismo desacreditara expresamente ese breve texto como “carente de todo valor” [quite worthless: RLF, p. 28]. En concordancia con ello supongo que, cuando a finales de 1929 habla (en presencia de Waismann y Schlick) del análisis lógico de los fenómenos como condición para conocer la forma de las proposiciones elementales [cfr. WWK 22/12/1929, p. 42], ello debe entenderse ya a título de hipótesis; tanto más cuanto que en esa misma época empieza a desembarazarse también de la noción de proposición elemental, la cual - según escribe en las Observaciones filosóficas- “pierde ahora su anterior significado” [PB 83,
p. 111].

[35]Cf. al respecto MS 105, p. 118, y BT § 102, p. 496 (textos orig. cit. en Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., p. 199).

[36]Cabe señalar que, en el idioma alemán, tal uso común acentúa especialmente ‑más que en inglés o español, por ejemplo- la connotación de ‘suceso llamativo’ o ‘sorprendente’.

[37]No es ésta la opinión de, por ejemplo, David Pears. Rechazando la interpretación (defendida por Hintikka) de los “fenómenos” de Wittgenstein en el sentido de “datos sensoriales” [sense-data] russellianos, Pears les atribuye un carácter más bien kantiano, Cf. Pears, D., The False Prison. A Study of the Development of Wittgenstein’s Philosophy, 2 vols., Oxford, Clarendon Press, 1987/88, vol. I, pp. 93, 95. Una interpretación un tanto frágil si se considera que en el Tractatus, según Pears igualmente de “orientación kantiana”, no aparece el término ‘fenómeno’ (exceptuando el - como lo llama Spiegelberg- “uso incidental e irrelevante”, Cf. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 209, en el parágrafo 6.423).

[38]Cf. p.ej. WWK 04/01/1931, p. 161; NPESD, p. 279. Un ejemplo de semejante fenómeno inmediatamente observable sería - según palabras del mismo Wittgenstein- un punto luminoso. Cf. PB 225, p. 283. - Respecto a lo que Wittgenstein llama “faceta(s) de hipótesis”, cfr. p.ej. K:exp., p. 221; K:verif.,
p. 35.

[39]Cf. PB 209, p. 260; 224, p. 281.

[40]Cf. Phän 96, p. 460.

[41]Cf. PB 53, p. 84.

[42]De cierta manera, esta acepción parece estar presente también en los inicios del pensamiento husserliano: su célebre lema de volver “a las cosas mismas” [zu den Sachen selbst] no es, en última instancia, sino una exhortación a centrarse en aquello que, por ser dado, reclama nuestra atención.

[43]Cf. por ejemplo las ocurrencias del término en PG I 59, p. 99; 77, p. 121; 96- 97, pp. 144- 145; 108, p. 158; 117, p. 167; 130, p. 180; M:L30/33 A,
pp. 53, 102; WV32/35(1) I 15, p. 164; I 30, p. 188; WV32/35(2) III Mich. T. 8, p. 262; Easter T. 7, p. 386; BlB, pp. 31, 76, 79; BrB 16, p. 254; 18, p. 258; NPESD, pp. 208, 217, 222, 246, 272, 281, 282; LSDPE XV, pp. 346, 347.

[44]PB 52, p. 83; cf. también Phil 91, p. 190; PG I 120, p. 169.

[45]Toda esta constelación podría explicar también por qué, en sus clases, Wittgenstein evitaba - con muy contadas excepciones [Cfr. al respecto Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 223]- hablar de “fenomenología”.

[46]Cf. VB 1931, p. 476.

[47]Cf. p.ej. PB 213, p. 267: “Uno de los ejemplos más claros de la confusión entre lenguaje físico [physikalischer] y fenomenológico es la imagen que Mach diseñó de su campo visual…”. - Cf. también PB 1, p. 52.

[48]Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 204.

[49]Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., p. 94.

[50]Cf. p.ej. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 204; Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., pp. 93- 94; Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 149.

[51]Hintikka, …Half-Truths…, cit., pp. 59, 63, 58.

[52]Respecto a la supuesta autodeclaración de Husserl como heredero terminológico de Mach, Hintikka aduce un pasaje de las Conferencias de Amsterdam [Husserliana, vol. IX, p. 303, cit. en trad. al ingl. en Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 59: “[L]a radicalización de esos desarrollos metodológicos (que incidentalmente ya eran llamados fenomenológicos) fue… lo que llevó a una nueva metodología de [una] investigación puramente psíquica [psychisch; Hintikka traduce psychological]…”] que - según me parece- no puede referirse a Husserl mismo, sino a su maestro Franz Brentano (de cuyo pensamiento declara más de una vez haberse alejado considerablemente en el desarrollo de su propia filosofía); de modo que la “herencia” sería en todo caso indirecta. Y en lo que concierne a la supuesta ubicación de Wittgenstein al lado de Mach, queda claro que ésta tan sólo podría sostenerse dentro del marco de la peculiar lectura de Hintikka del Tractatus en términos de una variante de la teoría del conocimiento russelliana (la cual considero sumamente dudable). De esta manera, la conclusión de Hintikka - respecto a la “fuente común” de Husserl y Wittgenstein- tiende a caerse junto con las premisas de las cuales se deriva. Cabe añadir que también el intento de Park de poner en orden las interpretaciones de Hintikka, muestra claramente - aunque sospecho que a pesar suyo- que tal postulado no es sostenible Cf. Park, Phenomenological Aspects…, cit., pp. 10- 11; también p. 194.

[53]       Cf. p.ej. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., pp. 226‑227; Hintikka, …Half-Truths…, cit., pp. 60‑61; Park, Phenomenological Aspects…, cit., p. 13.

[54]       Otro es, por ejemplo, el caso del término ‘multiplicidad’, cuyo uso por parte de Wittgenstein tiene una clara filiación matemática ubicable en la época del Tractatus. La diferencia consiste en que ese término aparece efectivamente en el Tractatus, y que en los escritos posteriores tan sólo es sometido a ciertas modificaciones de orientación epistemológica. Cf. al respecto K:mult. (esp. pp. 7‑24)

[55]          Cf. p.ej. Park, Phenomenological Aspects…, cit., pp. 13‑14.

[56]       Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 227; Cf. también Stern, Wittgenstein on Mind…, cit., p. 37.

[57]Ésta es la (según me parece, errónea) posición que - criticando a su vez a Spiegelberg- defiende Hintikka en 1995: “[la] libertad de las hipótesis es, mutatis el mutandis que en este caso es el contexto intelectual (epistemológico vs. físico), precisamente lo que estaba en cuestión entre ‘fenomenólogos’ como Mach y realistas como Boltzmann” en Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 61.

[58]Sólo hace falta considerar la actitud de rechazo ante el programa filosófico de Husserl, que Wittgenstein muestra en sus conversaciones con Schlick y Waismann, Cf. p.ej. WWK 25/12/1929, p. 67; también la nota 60 del presente trabajo], o anécdotas como la que cuenta Spiegelberg: “Profesor J.N. Findlay me contó durante una conversación que, cuando en 1939 le mencionó a Wittgenstein las Logische Untersuchungen de Husserl, él expresó un cierto asombro respecto a que aún estaba interesado en ese viejo texto”, Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 218n.

[59]A este respecto habrá que recordar, ciertamente, que la así llamada tradición fenomenológica dista mucho de mostrar rasgos de uniformidad. Lo cual, desde luego, no necesita considerarse un aspecto negativo, a no ser que se siga la opinión de justamente el mismo Husserl, quien estaba convencido de que cualesquiera diferencias entre su fenomenología y la “tradición fenomenológica” subsiguiente se debían a que prácticamente nadie logró entender la “fenomenología original” (la auténtica, para Husserl). Así descalifica - en una carta de 1933, dirigida a E. Parl Welch de la California School of Philosophy [texto orig. cit. en Spiegelberg, The Context…, cit., pp. 176- 180]- las filosofías de Scheler y Heidegger como “muy ingeniosas recaídas en las viejas ingenuidades filosóficas”, y advierte expresamente que colocar su propia fenomenología “en un mismo nivel con la heideggeriana”, equivale a despojarla “de su sentido genuino” [ibid., pp. 176- 177].

[60]En una de sus conversaciones vienesas, Wittgenstein aduce - en respuesta a la pregunta de Schlick por el supuesto carácter sintético a priori de las aserciones fenomenológicas- que, de ser sintética una aserción de imposibilidad lógica del tipo ‘Un objeto no puede ser - simultáneamente- rojo y verde’, habría que aceptar también la legitimidad de su negación y concluir la posibilidad - empírica- de lo - lógicamente- imposible; en vista de lo cual “a Husserl no le quedó otra salida sino declarar que había además una tercera posibilidad” [WWK 25/12/1929, p. 67]. Respecto a este comentario, Spiegelberg escribe con (¿excesiva?) cautela: “[P]areciera como si Wittgenstein no quería comprometerse [was noncommittal] en lo tocante a la relación de su propia Phänomenologie con la de Husserl. Simplemente rechazó una doctrina particular perteneciente a esta [última] tal como la había presentado Schlick.” Cf. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 209.

[61]Incluso Hintikka, quien anteriormente había defendido que “[l]o que separa a los dos [= Wittgenstein y Husserl] no es su respectiva concepción acerca de la fenomenología sino sus concepciones acerca de la lógica”, en Hintikka & Hintikka, Investigating…, cit., p. 153, se retracta en 1995, al señalar que existe una “diferencia de lo más nítida y de lo más notable” entre ambos, y precisamente, “una diferencia fenomenológica” Cf. Hintikka, …Half-Truths…, cit., p. 64, por cuanto en el pensamiento de Wittgenstein no hay lugar alguno para los datos hiléticos inarticulados y amorfos, tan importantes para Husserl (con lo cual la - antes al menos insinuada- posibilidad de una filiación terminológica termina por desvanecerse).

[62]Cf. al respecto Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., pp. 210- 211.

[63]Cabe recordar que, en los pocos casos en que usa la palabra Erlebnis, la maneja más bien como sinónimo de Erfahrung, es decir, con el mismo acento en el factor objetivo de lo experiencial, Cf. K:exp., p. 215n.

[64]Cf. al respecto Spiegelberg, The Context…, cit., p. 53. Como subraya Spiegelberg, esta decisión por parte de Heidegger (junto con el efecto nada secundario de que, en términos generales, “[la] fenomenología y la filosofía de la existencia seguían siendo dos movimientos completamente separados, al menos en lo que a Alemania respecta”) debió tener su origen en las fuertes críticas de Husserl a su ex- discípulo [Cf. nota 59] y el subsiguiente enfriamiento de las relaciones entre ambos.

[65]Cf. WWK 30/12/1929, p. 68. - Lo que sí es interesante (como posible criterio de revisión de los supuestos paralelismos entre Wittgenstein y Carnap, por ejemplo, Cf. también K:verif., pp. 16- 18, 41- 42), es el hecho de que - como lo presenta Gier- “aparentemente, Wittgenstein no tuvo dificultad alguna en comprender los conceptos heideggerianos de Ser y Angustia [Angst; Gier traduce dread]; algo que al modo de ver de un positivista como Carnap era el colmo de la locura filosófica”, en Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., p. 5.

[66]En este orden de ideas observa acertadamente Thomas Fay (si bien se equivoca al suponer que Wittgenstein ya no usaba el término ‘fenomenología’ después de 1930): “[E]l hecho de que [Wittgenstein] haya dejado de usar el término ‘fenomenología’ no significa necesariamente que haya dejado de usar conceptos fenomenológicos y al menos algún tipo de método fenomenológico. Y esto, desde luego, vale igualmente para Heidegger.” [Fay, T. A., “The Hermeneutical Phenomenology of Language in the Later Heidegger and Wittgenstein”, en Diálogos (San Juan, Univ. de Puerto Rico), 59, 1992 (pp. 19- 35), p. 20.] - Respecto al paralelismo entre Wittgenstein y Heidegger en el abandono del término ‘fenomenología’, cf. también Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 213.

[67]Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 211.

[68]Cf. los trabajos señalados en la nota inicial del presente artículo.

[69]Uno de los comentadores que parecen compartir este enfoque es David Stern. Ciertamente, no lo argumenta. Es interesante observar que - a diferencia de Spiegelberg, Gier e Hintikka- Stern ni siquiera participa en el intento de buscar algún tipo de fuente para el término ‘fenomenología’ en Wittgenstein, sino que supone, de entrada, una connotación independiente de las tradiciones metacientíficas y filosóficas.

[70]Diferentes variantes de esta idea se encuentran en numerosos textos secundarios Cf. p.ej. Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 213; Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., p. 113; Garver, Newton, “Philosophy as grammar”, en Sluga, Hans & Stern, David G. (eds.), The Cambridge Companion to Wittgenstein, New York / Cambridge, Cambridge University Press, 1996 (pp. 139- 170), pp. 146- 147]. En lo que respecta a la conjetura de von Wright (en su ya mencionada carta a Spiegelberg [Cf. nota 6]) de que la actitud de Wittgenstein “está relacionada… con el énfasis que, en sus pesquisas filosóficas, quiso poner en el lenguaje” [texto orig. cit. en Spiegelberg, “The Puzzle…”, cit., p. 214], cabe señalar que, mirándola bien, no resulta ser tan convincente como pudiera parecer a primera vista, puesto que la consideración del lenguaje es en realidad un ingrediente de toda fenomenología, manejándose, según el caso, de diferentes maneras. (En este orden de ideas contraataca, por ejemplo, Gier: “[a]parentemente, Wittgenstein no estaba consciente del hecho de que por lo menos dos de los principales fenomenólogos existencialistas, Heidegger y Merleau-Ponty, enfatizan el rol esencial [necessary] del lenguaje” [Gier, Wittgenstein and Phenomenology…, cit., p. 93]; crítica ésta que sería acertada si Gier la aplicara, no a Wittgenstein - a quien, según creo, no es aplicable- , sino al autor de la mencionada conjetura, von Wright.) No es muy probable, entonces, que haya sido el mero interés por el lenguaje el que había aumentado las reservas de Wittgenstein ante el rótulo ‘fenomenología’, sino en todo caso su visión específica de la función y potencialidad (epistémica) del lenguaje.

[71]Me refiero a diversos trabajos que pretendo presentar en breve, y que constituirán una especie de continuación del presente estudio preliminar.

[72]Curiosamente, el tema del lenguaje matemático acompaña todo este desarrollo, plasmándose eventualmente los resultados más resaltantes de ello en el texto publicado bajo el título Observaciones sobre los fundamentos de la matemática.

[73]BF I 53, p. 23; III 248, p. 91.

[74]Esta última expresión se refiere a las recopilaciones, apuntes y notas de los alumnos e interlocutores de Wittgenstein; incluyendo el conocido texto de Moore [M:L30/33], contentivo de una secuencia de apuntes de clase, citas literales y comentarios