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EPISTEME
versión impresa ISSN 0798-4324
EPISTEME vol.30 no.1 caracas jun. 2010
Fenomenología wittgensteineana: una réplica a cuatro interpretaciones*
Sabine Knaben S chuh de Porta1
1 Centro de Estudios Filosóficos Adolfo García Díaz Universidad del Zulia, Maracaibo. E-mail del autor: sabinekdp@gmail.com
Resumen: En vista de la insistencia con la cual Wittgenstein en algunas ocasio- nes llama su propia filosofía una fenomenología pero en otras rechaza cate- góricamente tal equivalencia, y encontrándose en la literatura secundaria cua- tro tendencias interpretativas diferentes de la fenomenología propiamente (¿o supuestamente?) wittgensteineana, el presente trabajo trata de desarrollar una evaluación crítica de dichas tendencias. Éstas son, en concreto, las lecturas de Spiegelberg, Gier, Hintikka y Stern, respecto a las cuales se procura señalar tanto los aciertos como las debilidades exegéticas. El artículo desemboca en el discernimiento de que ninguna de las versiones analizadas logra tocar el núcleo de la preocupación fenomenológica de Wittgenstein; de modo que ese importante paso queda aún por realizarse.
Palabras clave: Spiegelberg, Gier, Hintikka, Stern.
Wittgensteinians phenomenology: one replica to four interpretations
Abstract: Wittgenstein repeatedly calls his own philosophy a phenomenolo- gy, but in other occasions categorically rejects such equivalence, and conside- ring that secondary literature shows four different interpretative approaches to proper (or allegedly?) Wittgensteinians phenomenology, this essay seeks to develop a critical appraisal of these four trends of interpretation, namely, Spiegelberg, Gier, Hintikka and Sterns readings. Regarding each one, we will be pointing out both the exegetical strengths and weaknesses. The article leads to the discernment that none of the analyzed versions manages to get to the core of wittgensteins phenomenological concern; so that there remains an important step to be done.
Keywords: Spiegelberg, Gier, Hintikka, Stern.
Recibido 15-09-09 Aceptado 25-09-09
I
En el capítulo introductorio de mi artículo «La fenomenología de Wittgenstein: cuestiones terminológicas»1, hago referencia, muy su- cintamente, a cuatro tendencias interpretativas diferentes que respecto a la fenomenología wittgensteineana encontramos en la literatura se- cundaria. El presente trabajo retoma dichas tendencias con mayor deta- lle, a fin de desarrollar una evaluación crítica de las mismas (evaluación que habría sobrepasado el marco temático del artículo mencionado). En este orden de ideas, pretendo ofrecer aquí una suerte de continuación de aquel primer acercamiento, de tal modo que conjuntamente ambos artículos terminen preparando el camino para una elucidación lo más fundamentada posible de lo que Wittgenstein consideraba su fenome- nología; convirtiéndose lo que en aquel escrito había sido anunciado como un segundo paso2, después de todo, en el tercero.
Confío en que el eventual y paciente lector de las presentes páginas conozca los contenidos de al menos algunos de los trabajos previos mediante los cuales he tratado de encaminar una reinterpretación epistemológicamente orientada de la época transitoria de Ludwig Wittgenstein (con las Observaciones filosóficas como texto central) y de señalar la estrecha conexión entre dicha época y la de principios de los años 50 (con Sobre la certeza como texto clave), mostrando que tal intento tiene visos de abrir horizontes muy prometedores tanto para la interpretación de la filosofía wittgensteineana como para la inserción de ésta en el campo de la epistemología. Pues bien, en este mismo orden de ideas la pregunta por la fenomenología de nuestro excéntrico pensador vienés constituye una vía más por ensayar, una vía que -según creo- puede revelarse como particularmente fructífera. Habiéndose evidenciado en varios de los trabajos referidos3 que, dentro del marco nocional gramática - espacio(s) lógico(s) - multiplicidad, las organizaciones conceptuales de la experiencia inmediata adquieren para Wittgenstein el status epistémico de una certeza vital, se impone casi inevitablemente el interrogante de si (y hasta qué punto) esta preocupación tan honda por la función vital de lo inmediatamente experimentado y su articulación justificaría también un intento de interpretación propiamente fenomenológica de los textos de principios de los años 30 - e incluso de escritos posteriores.
Con lo cual está delineado, en toda su extensión (y con toda su dificultad), el objetivo que el presente trabajo tiene en común con aquel mencionado al inicio de este capítulo y con aquel otro que se encuentra aún en preparación4: en última instancia se busca ofrecer con la arriba anunciada elucidación de lo que Wittgenstein consideraba su fenomenología una propuesta de interpretación de la peculiar fenomenología tal como se perfila en textos como las Observaciones filosóficas, en la esperanza de proporcionar, así, otro argumento en pro de la revalorización de la mal llamada época transitoria como período clave para en- tender a cabalidad los trasfondos gnoseológicamente relevantes del pensamiento (de todo el pensamiento) wittgensteineano. Cabe añadir que el propósito de este acercamiento (incluyendo el trabajo proyectado como continuación del presente) no es una comparación de la fenomenología de Wittgenstein con otras, sino más bien (a modo de paso previo para eventuales estudios comparativos) una dilucidación de ésta en tanto que fenomenología, o mejor, visión fenomenológica. Dentro de tal marco, el objetivo específico del presente trabajo es como queda dicho evaluar lo que podríamos llamar la prehistoria de dicha búsqueda.
II
El mencionado propósito no es, de modo alguno, tan atrevido como a primera vista pueda parecer. Incluso se inserta en una tendencia ya harto común en la filosofía contemporánea. No es ningún secreto que, en nuestros días, la línea divisoria entre Analíticos y Continentales está perdiendo el talante categórico que en un momento se le atribuía. Después de todo, la supuesta dicotomía parece no ser tal, y desde varias décadas atrás- la literatura secundaria ha dado abundante cuenta de ello. Se realizan cada vez más intentos de señalar paralelos y puntos de contacto entre ambas maneras de concebir y hacer frente a la tarea filosófica, aumentando visiblemente la convicción de que como lo formula, ya en 1976, Harold A. Durfee bien podría descubrirse algún terreno común de encuentro, algún marco de referencia, algún conjunto de problemas, algún método o procedimiento que haga posible un diálogo genuino.5
Conectándose dicho diálogo -el cual, en efecto, se encuentra en proceso- con el interés por la constelación filosófica que lo ha hecho posible, y resaltándose, en gran parte de las respectivas evaluaciones, las figuras de Ludwig Wittgenstein y Martin Heidegger6, no es de extrañar que también la pregunta específica por un posible matiz fenomenológico de la filosofía wittgensteineana haya dejado de sonar insólita, indebida o simplemente impropia; tanto más cuanto que tal pregunta promete encaminar una explicación del enigmático uso ocasional, por parte del mismo Wittgenstein, del término fenomenología en relación con su propia filosofía7. Así, la pregunta por la fenomenología
wittgensteineana se ha convertido en una interrogante de cuya pertinencia ya no se duda; y, como tal interrogante, si bien no ha movido a multitudes, sí ha hecho escuela. Las divergencias se encuentran en las respuestas. Desde luego, como suele suceder con los temas de moda, también éste ha sido tratado en no pocas ocasiones de una manera un tanto superficial. En este orden de ideas, abundan en la literatura secundaria ciertos juicios generalizados, que van desde la exaltación hasta la minimización de un posible mensaje fenomenológico de Wittgenstein, y que, en rigor, no aportan demasiado a una discusión seria del asunto. Como representante -tal vez el más enfático- del primer grupo podemos nombrar a Gerd Brand, quien se expresa en los siguientes términos:
El pensamiento de Wittgenstein se mueve entre dos polos: Es ver- hält sich so und so (Las cosas suceden de tal y tal modo) y Es wird so und so gehandelt (Se actúa de tal y tal modo). Cómo suceden las cosas y cómo actúa uno, es algo que se muestra, que se capta en el obrar mismo y que, finalmente, nos viene dado en formas de vida correspondientes. Me parece obvio que, aunque sólo sea en trozos -trozos que, sin embargo, son importantes y fundamentales-, sobre una base como ésta se lleva a cabo una descripción esclarecedora de cómo comprenden los hombres el mundo y de cómo actúan en él - por tanto, una fenomenología de la Lebenswelt. [
] Así, Wittgenstein es para mí el fenomenólogo por antonomasia.8
En el otro extremo de la escala valorativa encontramos juicios como el de Carla Cordua, quien -respecto a esta temática- se limita a hablar, en una escueta nota a pie de página, de un breve período fenomenológico en los años 29 al 30, durante el cual Wittgenstein sólo considera auténticas oraciones a las fenomenológicas9. Lo que tienen en común ambos tipos de apreciación es su falta de fundamentación.
Respecto al primero, queda claro que la generalidad del mismo resulta ser sumamente susceptible a todo tipo de objeciones. Sólo hace falta recordar dudas totalmente legítimas como la de Fernando Montero cuando señala que
[...] al menos, sería discutible que las importantes contribuciones del Tractatus en favor de una lógica formal, que constituye un artificio superpuesto a los lenguajes ordinarios, tendente a su idealización, caiga dentro de las exigencias descriptivas de la fenomenología.10
E incluso de encontrarse una respuesta satisfactoria a semejante planteamiento, todavía no se habría aclarado qué clases de elementos fenomenológicos se hallan en cuáles textos wittgensteineanos, ni determinado si se trata en todos los casos de un mismo proyecto fenomenológico o de diferentes propuestas fenomenológicas puntuales, ni señalado las posibles implicaciones de una interpretación de Wittgenstein en términos fenomenológicos (dentro del marco de su pensamiento, y respecto a la filosofía contemporánea en general). En lo tocante al segundo tipo de juicio, llama la atención que no sólo excluye de antemano los primeros escritos de Wittgenstein (lo cual requeriría al menos una justificación), sino que además coloca entre paréntesis una buena parte de las obras intermedias y todas las tardías (lo que, dada la inicial dificultad de acceder a los textos originales, hubiera sido aún entendible en los años 60, pero seguramente ya no en los 90). En fin, sea cual sea el interés del respectivo autor al acercarse al pensamiento wittgensteineano, considero que, de mencionarse, el tema del lenguaje fenomenológico merece una mayor atención.
Ahora bien, tampoco faltan los comentadores de Wittgenstein quienes efectivamente le han prestado tal atención a la temática en cuestión, quienes la han tratado tan amplia como entusiastamente, y quienes han establecido -según mi criterio- una valiosa base para nuevas reflexiones críticas. Con el resultado de que, hoy por hoy, hallamos en la literatura secundaria cuatro tendencias o versiones interpretativas sobre el particular, las que identificaré aquí -según sus respectivos iniciadores- como las versiones Spiegelberg, Gier, Hintikka y Stern. Cada una de esas tendencias de interpretación -parcialmente coincidentes, al modo de un aire de familia wittgensteineano- le imprime un sello peculiar a aquella misteriosa fenomenología con la cual el mismo Wittgenstein se identifica en ocasiones, y que todas ellas tratan de tematizar y contextualizar. Cada una ofrece, sin lugar a dudas, ideas importantes y cuidadosamente fundamentadas, aprovechando la -desde finales de los años 60- creciente disponibilidad de los textos wittgensteineanos. Y, sin embargo, creo percibir que ninguna de ellas ha tocado aún el nervio central de la preocupación fenomenológica de Wittgenstein. Evidenciar esto mismo será, en resumidas cuentas (y en concordancia con lo antes dicho), la tarea de las páginas que siguen.
III
Con vista a la crítica que se acaba de formular -y en la esperanza de convertirla en una crítica constructiva- convendrá preparar el terreno mediante una síntesis de los cuatro enfoques interpretativos mencionados11; síntesis ésta que, dadas las considerables diferencias entre los respectivos puntos de vista, se presentará en apartados separados. Sólo así -me parece- podrán visualizarse tanto la riqueza (actual o potencial) como los riesgos (o incluso errores) hermenéuticos inherentes a cada una de las tendencias -iniciadas, como queda dicho, por Herbert Spiegelberg, Nicholas Gier, Jaakko Hintikka y David Sternque hasta el momento han tratado de dar cuenta de los rasgos fenomenológicos del pensamiento wittgensteineano. Según la versión Spiegelberg12, de carácter predominantemente histórico (es decir, más documental que exegético), la fenomenología wittgensteineana se sitúa sobre todo entre los años 1929 y 1933 (duran- te los que Wittgenstein integra, efectivamente, términos como fenomenología, lenguaje fenomenológico y descripción fenomenológica al desarrollo de sus ideas), adquiriendo especial importancia en 1930, momento en el cual tiene lugar la redacción y revisión de las Observaciones filosóficas.13 Se señala una cierta dualidad en el uso wittgensteineano de los términos fenomenología y fenomenológico/-a, diferenciando entre una acepción relacionada propiamente con los fenómenos de la experiencia inmediata (y conectada, en un primer momento, con la idea transitoria de un lenguaje primario), y otra, dirigida hacia las posibilidades (la gramática) de tales fenómenos. Evaluándose esta segunda concepción como una especie de metafenomenología originariamente wittgensteineana, se admite una continuidad de tal posición (excluida la terminología) hasta las Observaciones sobre los colores; pero se subraya que, en última instancia, pertenece a la mencionada época inmediatamente después del regreso de Wittgenstein a Cambridge. De esta manera, el interludio fenomenológico es visto, en todo caso (y, evidentemente, en concordancia con la aún muy difundida bisegmentación de la filosofía wittgensteineana), como un peldaño hacia el pensamiento posterior, un peldaño del cual reaparecen algunos elementos en los últimos textos escritos por Wittgenstein. Lo que queda sumamente claro en toda la exposición es que, de existir realmente una fenomenología en Wittgenstein, la clave de ésta se encuentra en su peculiar acepción (tan criticada por Moore) 14 de la noción de gramática (y en la idea de que el ámbito de tal fenomenología se ubicaría, de cierta manera, entre el pensamiento científico- empírico y el lógico-formal) 15. Considero éste un aspecto sumamente valioso de la interpretación de Spiegelberg; en especial si tenemos en cuenta que aquí se trata de un auténtico trabajo de pionero, en medio de un panorama documental aún muy poco organizado. En efecto, es la gramática a lo Wittgenstein (metodológicamente diferenciada tanto del ámbito empírico como del formal, pero temáticamente conectada con ambos, por relacionarse con la experiencia al igual que con su articulabilidad) la que representa y encarna la faceta fenomenológica de su filosofía.
El punto débil de la lectura de Spiegelberg16 se encuentra -a mi parecer- en la diferenciación entre las distintas maneras de manejar Wittgenstein el término fenomenología y afines. De hecho, la dualidad se da tan sólo respecto a la creencia o no en la posibilidad de un lenguaje (fenomenológico) primario; mientras que la atención a los fenómenos de la experiencia inmediata y la gramática fenomenológica dirigida a las posibilidades de tales fenómenos no son sino dos caras de la misma moneda: la primera no constituye para Wittgenstein un paso previo y transitorio hacia la segunda, sino más bien su faceta más importante.
En la versión Gier17, la que, en última instancia, busca una interpretación existencialista del enfoque fenomenológico de Wittgenstein, este último aspecto ya no aparece como problemático. Aquí el acento está más bien en tratar de evidenciar la presencia de -diferentes- conceptos fenomenológicos durante casi todo el desarrollo de la filosofía wittgensteineana. Incluso se sugiere que ésta experimentó una evolución parecida a la de la misma tradición fenomenológica, desde una posición cuasi-husserliana hasta una auténtica fenomenología del mundo de la vida [full life‑world‑phenomenology]18. En este orden de ideas, el estudio de Gier es básicamente comparativo: trata de descubrir paralelos y semejanzas entre la fenomenología wittgensteineana y, respectivamente, la fenomenología trascendental, la existencialista y la hermenéutica. Así, por ejemplo19, intenta evidenciar varios paralelismos entre Wittgenstein y Husserl, con especial acento en el respectivo desarrollo del concepto de gramática (como algo que tiene que ver, no con verdad y falsedad, sino con la posibilidad de sentido)20; subraya la cercanía de las formas de vida [Lebensformen] wittgensteineanas a los existenciarios [Existenzialen] heideggerianos (en tanto que punto de partida para una filosofía descriptiva de estructuras vitales)21; y procura conectar el peculiar holismo (basado en la noción de relación interna) que caracteriza la filosofía de Wittgenstein al menos desde los años 30, con la filosofía de la percepción (y la idea del objeto como espejo de todos los demás) de Maurice Merleau-Ponty.22
Involucrando de esta manera prácticamente la obra completa de Wittgenstein en su análisis (aunque, en lo que respecta al Tractatus, se limita a señalar algunas conexiones muy puntuales y básicamente terminológicas)23, Gier acentúa sin embargo -al igual que Spiegelberg- la importancia e interconexión de los conceptos wittgensteineanos de fenomenología y gramática específicamente en las obras intermedias [middle works] (con la -en varios aspectos objetable- peculiaridad de que agrupa como tales todos los textos de Wittgenstein entre Tractatus e In‑ vestigaciones, de manera que la concerniente apreciación de Spiegelberg parece ser, después de todo, más pertinente). Por otro lado, se encamina una evaluación nueva y -según creo- muy prometedora de la temática por medio de, primero, la insistencia de Gier en el peso que la vida -lo vital- recibe en los textos wittgensteineanos desde comienzos de los años 30, y, segundo, su atención en el peculiar holismo del Wittgenstein tardío (pertinente, según veremos, también para el intermedio) en conexión con el concepto -casi omnipresente en su obra- de perspicuidad.
Éstos son, a mi parecer, impulsos importantes que pueden aportar mucho al intento de delinear las características de una fenomenología a lo Wittgenstein, aunque -y allí percibo (junto con una cierta sobrevaloración de las ideas wittgensteineanas en el sentido de los programas fenomenológicos tradicionales) 24 la principal debilidad del análisis de Gier- se nota la falta de una adecuada conexión entre tales impulsos. Conexión ésta que no será factible sino a partir de la ya repetidamente mencionada noción de gramática en toda su complejidad25 - incluyendo esencialmente sus facetas epistemológicas.
Precisamente una marcada orientación epistemológica -centrada en el interés de Wittgenstein por la experiencia inmediata- sigue la versión Hintikka26 (de manera que no es de extrañar que Gier e Hintikka interpreten el período intermedio de Wittgenstein -respecto de cuya importancia concuerdan en un ciento por ciento- de una manera harto diferente). Desde este nuevo ángulo, se atribuye ya al Tractatus una búsqueda de un lenguaje fenomenológico (trazando conexiones tanto con Bertrand Russell como con Edmund Husserl)27, y se considera el momento en que Wittgenstein manifiesta su pérdida de interés en un lenguaje fenomenológico especial -a principios de los años 30- como un momento de sub- ordinación del lenguaje fenomenológico al fisicalista. Se argumenta que, si bien la preocupación por lo fenomenológico se mantiene, pasa a ser sin embargo un tema supeditado al de los juegos de lenguaje.28
Lo particular de esta versión consiste en el modo en que se trata de integrar, expresa y esencialmente, el Tractatus en la evolución del pensamiento de Wittgenstein en tanto que relacionado con la posibilidad de un lenguaje fenomenológico. Es una interpretación que considero aporta un gran número de ideas interesantes y ciertamente valiosas (en especial en lo que se refiere a la acentuación, en la filosofía wittgensteineana, de la experiencia inmediata), pero que -a mi parecer- incurre en una cierta sobreinterpretación del Tractatus y, junto con ésta, en una excesiva esquematización (e incluso dramatización) de la evolución de la fenomenología wittgensteineana.29 Tal evolución -sostienen Hintikka y seguidores- se dio en tres pasos, identificados respectiva- mente con la época del Tractatus, la intermedia y la de las Investigaciones:
Entendiendo el objeto tractariano -el que, en esta interpretación, es asimilado al objeto de familiarización [object of acquaintance] de Russell- como objeto de la experiencia inmediata, la captación del cual -y aquí se ve la única oposición a Russell30- incluye (la captación de) las formas lógicas correspondientes, se asegura que el lenguaje cuya reconstrucción busca el Tractatus es un lenguaje fenomenológico: primario, básico e inmediato.31
El gran cambio -continúa la argumentación- ocurre en 1929, año en el cual Wittgenstein llega a rechazar el lenguaje fenomenológico y a postular la preeminencia del lenguaje físico32, todo ello bajo el denominador común de la noción de regla como factor determinante de sentido; con lo cual pareciera querer implicar -siempre siguiendo a Hintikka- que no debemos tratar de expresar lo inmediatamente experimentado sin la ayuda del lenguaje físico.33
En una tercera fase, finalmente, se cree ver (específicamente, en la tematización de la polémica pregunta por el lenguaje privado) un cambio de énfasis dentro de la fenomenología wittgensteineana, en el sentido de que lo prioritario para Wittgenstein ya no es la regla misma, sino el juego de lenguaje en el marco del cual ésta adquiere sus funciones; interpretándose su pérdida de interés por un lenguaje propiamente fenomenológico (la que -según se subraya- no equivale a una pérdida de interés general en lo fenomenológico) como un efecto natural de dicho cambio.
A esta lectura, marcadamente -repitámoslo una vez más- epistemológica y, según creo, en principio viable, podría objetarse sin embargo lo siguiente34:
La idea de las formas lógicas empacadas en [packed into] objetos simples o de los objetos simples equipados de [equipped with] formas lógicas35 es, sin lugar a dudas, una de las ideas fundamentales del Tractatus. Habrá que considerar, no obstante, que una interpretación propiamente epistemológica de tal idea crea -y deja- una laguna de la cual una consideración meramente lógica estaría libre: la pregunta acerca de cómo -en qué sentido- tales formas se encuentran empacadas en tales objetos, y cómo -en qué sentido- aquéllas nos son dadas [are given to us], en nuestra vida epistémica, junto con éstos36 (lo cual equivale a la exigencia de una aclaración epistemológica de lo que se quiere considerar epistémicamente decisivo). Y esta pregunta -creo-, si bien se insinúa ya en el Tractatus, no llega a tematizarse (y, en última instancia, contestarse) sino a partir de las Observaciones filosóficas y demás textos de la misma época. En consecuencia, no parece justificado atribuir al objeto tractariano más que la insinuación de un status epistémico (cualquiera que éste sea)37: es cierto que, epistemológica- mente considerado, tal objeto tendría que ser un objeto de la experiencia inmediata, pero el acento del Tractatus sencillamente (aún) no está en tal consideración epistemológica.38 No creo, por tanto, que sea admisible interpretar el Tractatus como una variante modificada de la teoría del conocimiento russelliana.39 Lo único que podemos afirmar al respecto es que, ciertamente, los interrogantes propiamente epistemológicos se preparan,40 de manera que el paso siguiente vendría a ser (y efectivamente, al desarrollarse la noción wittgensteineana de gramática, fue) el paso de la idea de forma lógica a la pregunta de cómo llegamos a ella.
Lo que pareciera ser, a finales de los años 20 y comienzos de los 30, un rechazo del lenguaje fenomenológico, no es -según creo- sino una renuncia a la idea de un lenguaje especial y claramente delinea- do para la articulación de la experiencia inmediata. Ahora la tarea es mostrar cómo, con un mismo dispositivo (proveniente en principio del lenguaje físico), se constituyen al menos dos gramáticas diferentes pero interrelacionadas (e igualmente legítimas): la(s) gramática(s) del espacio físico y la(s) gramática(s) de la experiencia inmediata. Es precisamente aquí donde lo propiamente fenomenológico del pensamiento wittgensteineano se manifiesta con mayor insistencia y claridad. Y en lo que respecta a la supuesta preeminencia de la regla cabe anotar que, por mucha importancia que haya adquirido dicha noción en varias obras de Wittgenstein, ésta siempre se supedita a la idea de un cierto dominio dentro del cual las reglas fungen como tales; llámense esos dominios -en unos textos- espacios (lógicos) o -en otros- formas de vida. Es decir, las reglas siempre se subordinan a los marcos dentro de los cuales constituimos las respectivas gramáticas (en tanto que expresión de espacios lógicos) o juegos de lenguaje (en cuanto expresión de formas de vida). Éste es el punto en que -según mi lectura- Wittgenstein prepara el paso de la constitución gramatical de nuestros registros a la praxis en la cual manejamos éstos.41
Enfocada de esta manera, la preocupación por la praxis de nuestros movimientos lingüísticos no constituye -según creo- sino un intento de aclarar los mecanismos, la dinámica de algo ya presupuesto: se trata de la pregunta de cómo desplegamos la mencionada funcionalidad de las reglas dentro de los distintos dominios, o, dicho de otra manera, cómo operamos con los elementos lingüísticos en función de diferentes sistemas epistémicos y vitales. En este orden de ideas, el interés fenomenológico sigue siendo el mismo, pero las reflexiones (o, si se quiere, las elucidaciones o descripciones) ya no necesitan centrarse prioritariamente en este punto, sencillamente porque su articulabilidad ha dejado de constituir un problema para Wittgenstein. Lo que sigue problemático al respecto -y, por tanto, se retoma y tematiza en los últimos escritos wittgensteineanos, especialmente en Sobre la certeza- es el valor epistémico que la articulación de lo inmediatamente experimentado pueda adquirir en nuestra vida.
Algunas de estas últimas ideas se encuentran también -al menos implícitamente- en la versión Stern42, aunque ciertamente bajo otro signo: siguiendo una lectura cercana a las nuevas tendencias de la filosofía de la mente y desconectada de la tradición fenomenológica propiamente dicha, Stern trata de atribuir al pensamiento wittgensteineano (en especial, al de principios de los años 30) una diferenciación entre mundo mental y mundo físico. Rechaza la interpretación del Tractatus en términos fenomenológicos (específicamente, tal como se presenta en la versión Hintikka)43, considerando -como la mayoría de los comentadores- el año 1929 como momento inicial de la fenomenología wittgensteineana. En este orden de ideas, insiste en que Wittgenstein, aun habiendo reconocido que un lenguaje fenomenológico auténtico -la idea del cual le había atraído en un primer acercamiento- no es posible, sí sigue interesándose en -y buscando- una especie de lenguaje fenomenológico limitado.44
En mayor grado aún que las demás versiones, esta interpretación acentúa la importancia que respecto al desarrollo de la fenomenología wittgensteineana adquiere la época 1929-33 -origen de la noción de gramática (filosófica)-, en tanto que aquella fase en la cual el interés de Wittgenstein por la articulabilidad de la experiencia inmediata se manifiesta con especial énfasis.45 En este orden de ideas, uno de los grandes méritos del trabajo de Stern dentro del marco de nuestra temática es -a mi juicio- el haber señalado que, en última instancia, todos los cambios ocurridos en esa fase del pensamiento wittgensteineano (incluyendo el último paso de la presentación de Hintikka) se relacionan con la paula- tina modificación de su noción de contexto.46 Ésta es, evidentemente, una idea muy valiosa para la discusión en torno al holismo de Wittgenstein, ya tematizado (pero menos explorado) en la versión Gier.
La faceta no tan convincente de la lectura de Stern es -según mi criterio- su insistencia en presentar los esfuerzos de Wittgenstein por entender los mecanismos de la articulación de lo experiencial como un intento de resolver el problema de cómo describir lo mental47. Me parece que en todo caso cabría hablar de un intento de describir lo que se suele considerar (por ejemplo, en psicología) lo mental - con lo cual, evidentemente, se haría más difícil la visión de una filosofía de la mente, pero se volvería a abrir el camino hacia los rasgos propiamente fenomenológicos de la filosofía de Wittgenstein. Y esos rasgos (si bien se logra aclarar cuáles son las acepciones del término fenomenología que Wittgenstein no comparte)48 no entran en la consideración de Stern -a no ser que sustituyamos (en franco irrespeto a las intenciones del autor) su adjetivo mental en casi todas sus ocurrencias por el adjetivo fenomenológico.
IV
Hasta aquí, entonces, nuestro recuento de la discusión en torno a la fenomenología wittgensteineana. Cuando se retome ésta en el arriba anunciado trabajo de continuación49, desde luego no se pretenderá decir la última palabra al respecto. Ni siquiera la penúltima. La intención será más bien encaminar una reorientación del asunto a partir de los textos y contextos de comienzos de los años 30 y 50, con las Observaciones filosóficas y Sobre la certeza como ejes principales. Considero ésta la única manera de siquiera tratar de resolver la polémica.
Pues, si bien es cierto que en las cuatro versiones reseñadas se subraya la importancia de los años 1929, 1930 y subsiguientes, es igual- mente cierto que, en concordancia con la respectiva argumentación general, tal importancia se enfoca bajo signos diferentes; considerándose los elementos fenomenológicos de dicha época, respectivamente, como interludio con cierta influencia puntual en el pensamiento posterior, como puente entre una lógica que se acerca a lo gramatical y una gramática que se acerca a lo vital, como momento organizador de prioridades (en el cual todo -particularmente la pregunta por un lenguaje fenomenológico especial- se pone en su lugar), o como inicio de una filosofía de la mente sin psicologismo.
Aparte de ello, la importante conexión con el pensamiento wittgensteineano reflejado en sus últimos escritos (de principios de los años 50) apenas se insinúa; y en todo caso no queda claro, en ninguno de los casos analizados, en qué dirección (mirando desde los años 50 a los 30, o viceversa) habría de contemplar dicha conexión. En este orden de ideas, las divergencias exegéticas que hasta el momento encontramos en la literatura secundaria se deben -según creo- mayormente al hecho de que se sigue considerando la época 1929-1933/35 una mera fase transitoria, y que, debido a ello, su análisis se efectúa en última instancia -y exclusivamente- desde (la respectiva lectura de) las obras anteriores y/o posteriores. Me parece que ni siquiera Stern, uno de los comentadores que más valor le han dado a la época en cuestión, se salva de esta crítica.
Mi propuesta general -de que se invierta el tradicional acercamiento a la obra de Wittgenstein y que, antes de relacionar las nociones clave de principios de los años 30 con las nociones clave anteriores o posteriores, se aclare la constelación conceptual dentro de esa problemática época- se extiende, entonces, también al tema específico que en este momento nos interesa. Pues todo indica -pace Hintikka- que también (e incluso diría: sobre todo) el desarrollo de la peculiar fenomenología de Wittgenstein debe ubicarse primariamente en el marco de las investigaciones gramaticales que caracterizan su pensamiento durante los primeros años después de haber regresado a la academia británica, y debe por tanto analizarse conjuntamente con ese marco en todo su alcance; de tal manera que cualquier intento de evaluar las de- más obras de nuestro autor desde un ángulo fenomenológico (desde cualquier ángulo fenomenológico) carecerá de solidez si no se esclarece con anterioridad el correspondiente mensaje de aquellos textos en los cuales el propio Wittgenstein considera su modo de filosofar una especie de fenomenología.
Siglas para los textos wittgensteineanos (o cuasi-wittgensteineanos50) utilizados:
BF -Bemerkungen über die Farben (1977), ed. G.E.M. Anscombe, en WA, t. 8, pp. 7-112 [Observaciones sobre los colores].
BlB -Das Blaue Buch (1958), ed. R. Rhees, trad. P. von Morstein, en WA, t. 5, pp. 15-116 [Cuaderno Azul].
BrB -Eine philosophische Betrachtung (Das Braune Buch) (1969), ed. R. Rhees, trad. (parte II) P. von Morstein, en WA, t. 5, pp. 117-282 [Cuaderno Marrón].
BT -The Big Typescript (TS 213), Ludwig Wittgenstein. Wiener Ausgabe, ed. M. Nedo, Wien, Springer, 2000, tomo 11 [El Gran Mecanograma].
CRKM -Cartas a Russell, Keynes y Moore (1974), eds. G.H. von Wright y B.F. McGuinness, trad. N. Míguez, Taurus, Madrid, 1979.
Ideal - «Idealismus, etc.», en BT, §§ 101-107, pp. 325-353 [«Idealismo»].
LSDPE - «The Language of Sense Data and Private Experience» (1984; R. Rhees), en PO, pp. 289-367 [«El lenguaje de los datos de los sentidos y de la experiencia privada (Rhees)»].
M:L30/33 - Moore, G.E., «Wittgensteins Lectures in 1930-1933», en PO, pp. 45-114 [«Las clases de Wittgenstein durante el período 1930-33»].
NPESD - «Notes for Lectures on Private Experience and Sense Data» (1968), eds. R. Rhees y D. Stern, en PO, pp. 200-288 [«Notas para las clases sobre la experiencia privada y los datos de los sentidos»].
PB - Philosophische Bemerkungen (1964), ed. R. Rhees, WA, t. 2 [Observaciones filosóficas].
PG - Philosophische Grammatik (1969), ed. R. Rhees, WA, t. 4 [Gramática filosófica].
Phän - «Phänomenologie», en BT, §§ 94-100, pp. 293-323 [«Fenomenología»].
Phil - «Philosophie», en PO, pp. 158-199 [«Filosofía»].
PO - Philosophical Occasions 1912‑1951 (1993), eds. J.C. Klagge y A. Nordmann, Indianapolis / Cambridge, Hackett Publishing Company, 21994.
PU - Philosophische Untersuchungen (1953), eds. G.E.M. Anscombe / G.H. von Wright / R. Rhees, WA, t. 1, pp. 225-618 [Investigaciones filosóficas].
RLF - «Some Remarks on Logical Form», ed. The Aristotelian Society, en PO, pp. 28-35 [«Algunas observaciones sobre la forma lógica»] TLP Tractatus logico‑philosophicus (1921/22), ed. 1971 de D.F. Pears y B.F. McGuinness, WA, t. 1, pp. 7-85.
VB - Vermischte Bemerkungen (1977), eds. G.H. von Wright y H. Nyman, en WA, t. 8, pp. 445-573 [Observaciones / Cultura y valor]
WA - Werkausgabe (8 tomos), Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1984 [Obras].
WL30/32 - Wittgensteins Lectures. Cambridge, 1930‑1932, ed. D. Lee, Oxford, Basil Blackwell, 1980 [Lecciones en Cambridge 1930‑ 1932].
WV32/35(1)/(2) - Ludwig Wittgenstein. Vorlesungen Cambridge 1932‑1935 (1979), ed. A. Ambrose, trad. J. Schulte, en Ludwig Wittgenstein. Vorlesungen 1930‑1935, Frankfurt a/M, Suhrkamp, 21989, pp. 141-442; (1) : año académico 1932/33, cap. I+IV, pp. 147-198, 415-442; (2) : años académicos 1933/34 y 1934/35, cap. II+III, pp. 199-414 [Lecciones en Cambridge 1932‑1935].
WWK - Ludwig Wittgenstein und der Wiener Kreis (1967), ed. B.F. McGuinness, WA, t. 3 [Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena].
Siglas para los trabajos previos realizados (Knabenschuh de Porta, S.):
SKdP-2000 - «Apuntes epistemológicos al Tractatus wittgensteineano: el espacio lógico», en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 36 (2000), pp. 31-46.
SKdP‑2001 - «Del espacio lógico a los espacios de incertidumbre. Wittgenstein, 1929-1933», en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 39 (2001), pp. 7-24.
SKdP‑2002 - «En torno a la experiencia: L. Wittgenstein y C.I. Lewis», en Areté. Revista de Filosofía (Lima, Pontif. Univ. Católica del Perú), XIV/2 (2002), pp. 211-247.
SKdP‑2003 - «Multiplicidad y conocimiento. Alcances y trasfondos de un concepto wittgensteineano», en Ideas y Valores (Bogotá, Univ. Nacional de Colombia), 121 (2003), pp. 3-39.
SKdP‑2004 - «El mito de la fase verificacionista de Wittgenstein», en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 48 (2004), pp. 7-42 SKdP-2005 - «La fenomenología de Wittgenstein: cuestiones terminológicas», en Episteme NS (Caracas, Univ. Central de Venezuela), 25/1 (2005), pp. 1-28.
SKdP‑2006 - «Tiempo y memoria. Un capítulo de gramática wittgensteineana», en Revista de Filosofía (Maracaibo, Univ. del Zulia), 52 (2006), pp. 7-28.
SKdP‑2007a - «Conocimiento e imaginación: en torno a las relaciones internas del mundo humano» (Conferencia), en Memoria del 1er Congreso Nacional de Investigación y Postgrados en Humanidades y Educación (L.U.Z.), edición electrónica (CD), Maracaibo, Univ. del Zulia, 2007 [Programa I \ Conocimiento e imaginación.pdf (Mensajes y Conferencias)].
SKdP‑2007b - «Lo posible y lo real, o: cómo la justificación deviene en persuasión» (Conferencia, incl. sesión de preguntas), en Memorias del Congreso Internacional: Wittgenstein en Español ‑Selección de Conferencias‑, edición electrónica (videograbación DVD), México, UNAM, 2007 [DVD N° 2 de 6, Sesión 3].
SKdP‑2007c - «Wittgenstein: lenguaje fenomenológico y lo esencial», en Martínez Contreras, J. y Ponce de León, A. [eds.], El Saber Filosófico (3 vols.), México, Siglo XXI, 2007, vol. 3, pp. 309-318
SKdP‑2007d -«Grammatik als Erfahrungsprinzip: Wittgensteins lebensweltlicher Holismus», en Idealismus und sprachanalytische Philosophie, Wittgenstein‑Studien (ILWG), vol. 13 [eds. Lütterfelds, W. y Padilla Gálvez, J.], Frankfurt a/M, Peter Lang, 2007, pp. 113-124.
SKdP‑2007e - «Gramática como principio experiencial: el holismo vital de Wittgenstein», en Padilla Gálvez, J. [ed.], El laberinto del lenguaje. Ludwig Wittgenstein y la filosofía analítica / The Labyrinth of Language. Ludwig Wittgenstein and the Analytic Philosophy, Cuenca, Univ. de Castilla - La Mancha, 2007, pp. 75-94.
Notas
* Este artículo presenta uno de los pilares principales de mis Proyectos de Investigación N° CH-0253-06 y CH-0082-09 auspiciados por el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CONDES) de la Universidad del Zulia, Maracaibo. Está, además, estrechamente relacionado con varios trabajos de mi autoría [cf. lista al final de este artículo] a los cuales me remitiré en ciertas ocasiones. - La traducción de las citas provenientes directamente de textos (primarios o secundarios) en alemán o inglés son de mi responsabilidad.
1. Cf. SKdP‑2005.
2. Cf. Ibid., p. 26.
3. Cf. especialmente SKdP 2002, 2004, 2006, 2007d, 2007e, 2009a.
4. En SKdP 2007c y 2008a se hallan dos (aún un tanto tímidos) intentos de preparar ese tercer trabajo -el decisivo- sobre la temática.
5. Durfee, H.A. (ed.), Analytic Philosophy and Phenomenology, The Hague, Martinus Nijhoff, 1976, «Introducción», p. 2.
6. En este orden de ideas afirma, por ejemplo, Karl-Otto Apel en una conferencia del año 1989: Hoy en día ya no nos las habemos [
] con los ámbitos, herméticamente cerrados el uno al otro, de la filosofía analítica (anglosajón-escandinava) y la filosofía fenomenológica (europeo-continental). Más bien se produjeron[
] una convergencia y [una] compenetración en la línea de un giro linguo‑pragmático, o bien, hermenéutico, y esta situación ha de agradecerse en gran medida a la convergencia en la historia de las influencias de Wittgenstein y Heidegger[
] [Apel, K.-O., «Wittgenstein und Heidegger: Kritische Wiederholung und Ergänzung eines Ver- gleichs», en McGuinness, B.F. (ed.), Der Löwe spricht ... und wir können ihn nicht verstehen (Wittgenstein-Symposium Frankfurt, 1989), Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1991 (pp. 27-68), p. 27]. - Cabe subrayar que también Hans-Georg Gadamer, representante clave de la hermenéutica contemporánea, llegó a adoptar esta misma perspectiva [cf. p.ej. Gadamer, H.-G., «Die Vielfalt der Sprachen und das Verstehen der Welt», en Id., Gesammelte Werke (10 tomos), Tübingen, UTB, 1999, t. 8 (pp. 339-349), pp. 343-344].
7. Cf. p.ej. Drury, M. OC., «Conversations with Wittgenstein» (1976), in Rhees, R. (ed.), Personal Recollections of Ludwig Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1981 (pp. 112-189), p. 131; citado p.ej. en Hintikka, J. & Hintikka, M., Investigating Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1986, p. 150; también Spiegelberg, H., «The Puzzle of Wittgensteins Phänomenologie (1929-?)» (1968/79), en Id., The Context of the Phe‑ nomenological Movement (1981), Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1994 (pp. 202-228), p. 214.
8. Brand, G., Los textos fundamentales de Wittgenstein (1975, trad. J. Muñoz e I. Reguera), Madrid, Alianza, 1981, pp. 16-17.
9. Cordua, C., Wittgenstein. Reorientación de la Filosofía, Santiago, Dolmen, 1997, p. 70n.
10. Montero, F., Retorno a la fenomenología, Barcelona, Anthropos, 1987, p. 32.
11. Debo subrayar que en este lugar tan sólo se pretende ofrecer un breve esbozo crítico, no una crítica exhaustiva, de cada uno de los cuatro enfoques. - Asimismo cabe señalar que, si bien la mayoría de las demás contribuciones sobre la temática -es decir, tanto de los intentos de resaltar las peculiaridades de la fenomenología wittgensteineana [cf. p.ej. Soto, C.H., «El interludio fenomenológico de Wittgenstein», en Crítica (México D.F., UNAM), XIII/39 (1981), pp. 25-43; Moreno, A.R., «Wittgenstein: Fenomenologia e problemas fenomenológicos», en Wrigley, M. (ed.), Wittgenstein (Manuscrito, XVIII/2), Campinas, Universidade Estadual de Campinas, 1995, pp. 199-225], como de los de relacionar ésta con las tradicio- nes fenomenológicas, existencialistas y/o hermenéuticas [cf. p.ej. Apel, K.-O., «Hermeneutik und Sinnkritik», en Id., Transformation der Philosophie, 2 tomos, Frankfurt a/M, Suhrkamp, 1973, t. I, pp. 223-377; Raggio, A., «La reflexión: Husserl y Wittgenstein», versión electrónica (3 págs. de Id., Escritos en homenaje a Ambrosio Gioja. Derecho, filosofía y lenguaje, Buenos Aires, 1977) en http://www. c5.efn.uncor.edu/info/raggio /03obra/fml/feno/hus-wit.htm; Castilla Lázaro, R., «Wittgenstein, Hans Lipps y los supuestos de la predicación», en Diálogos (San Juan, Univ. de Puerto Rico), XXV/56 (1990), pp. 123-133; Apel, «Wittgen- stein und Heidegger
», cit.; Rorty, R., «Wittgenstein, Heidegger y la reificación del lenguaje», en Id., Ensayos sobre Heidegger y otros pensadores contemporáneos (1991, trad. J. Vigil Rubio), Buenos Aires, Paidós, 1993, pp. 79-99; McGinn, M., «The Real Problem of Others: Cavell, Merleau-Ponty and Wittgenstein on Scepticism about Other Minds», en European Journal of Philosophy (Oxford, UK / Malden, USA, Blackwell), 6/1 (1998), pp. 45-58; Soulez, A., «Comment saisir une relation dimpossibilité? Deux solutions pour un même problème dintuition (Wittgens- tein et Husserl)», en Manuscrito (Campinas, Universidade Estadual de Campi- nas), XXIII/2 (2000), pp. 325-349]- se mueve, deliberadamente o no, dentro del marco de alguna de las cuatro tendencias a reseñar, también se encuentran esporádicamente lecturas no tan fácilmente clasificables. Sirva como ejemplo la (desde mi punto de vista, muy discutible) interpretación de Elisabeth Rigal, quien trata de diferenciar entre dos fenomenologías wittgensteineanas: una, transitoria, de principios de los años 30, y otra, definitiva, de la época de Sobre los colores [cf. Rigal, E., «The Duality of Wittgensteins Phenomenological Actuality», versión electrónica (13 pp. de Wittgenstein and Contemporary Theories of Language, French‑Norwegian seminar in Skjolden, 23‑26 May 1992, eds. P. Henry y A. Utaker, Working Papers from the Wittgensteinian Archives at the University of Bergen, no. 5, Bergen, 1992, cap. 6) en http://www.hit.uib.no/wab/el_texts/no5/rigal1.htm].
12. Cf. Spiegelberg, «The Puzzle...», cit. - En pocos lugares queda tan evidente como en esta -doble- contribución de Spiegelberg, hasta qué grado el avance de las interpretaciones del pensamiento wittgensteineano dependía de la sólo paulatinamente creciente disponibilidad de las fuentes: en su suplemento de 1979, Spiegelberg pudo añadir un gran número de datos y conclusiones nuevas, a las que, al redactar el artículo original en 1968, todavía no había tenido acceso; y de análoga manera, ese mismo suplemento está, a su vez, en clara desventaja frente a escritos posteriores de otros comentadores (véase por ejemplo las contribuciones que se reseñarán a continuación), sencillamente debido a las aún limitadas posibilidades de documentación.
13. Como punto de partida de esta apreciación se señala, en el mismo texto de Spiegelberg, un artículo de Rush Rhees [Rhees, R., «The Tractatus: Seeds of Some Misunderstandings», The Philosophical Review, 73, 1963, pp. 213-220], en el cual se afirma -de pasada- que en 1929 Wittgenstein había tratado la idea de un lenguaje fenomenológico y [había] postulado una teoría de los colores puramente fenomenológica; que, no obstante, había abandonado la idea de un lenguaje fenomenológico unos pocos meses después de haberla sugerido, pero que había continuado hablando durante un tiempo de una fenomenología que tuviera que ver con las gramáticas o las posibilidades de los diversos campos sensoriales [sensory fields] [citado en Spiegelberg, «The Puzzle...», cit., p. 202]. De hecho, parece que dicha observación puede considerarse el primer motor de prácticamente todos los intentos de evaluar la factibilidad de una interpretación de Wittgenstein en términos fenomenológicos - exceptuando solamente algunos pocos estudios de sondeo de finales de los años 50 y comienzos de los 60 [cf. al respecto ibid., p. 216; también Park, B.-Ch., Phenomenological Aspects of Wittgensteins Philosophy, Dordrecht, Kluwer, 1998, pp. 179-182].
14. Respecto a la -ya casi legendaria- aversión de Moore contra la concepción wittgensteineana de gramática, cf. M:L30/33 A, p. 69.
15. Debo admitir que la relación -según creo, esencial- entre ambas ideas es tan sólo insinuada en el texto de Spiegelberg. Lo que efectivamente hace este autor (aparte de subrayar la importancia de la noción wittgensteineana de gramática) es señalar -a partir de varios conocidos pasajes de Sobre la certeza- que a la postre, Wittgenstein admitió que había un lugar para un [tipo de] estudio a medio camino entre física y lógica, y que existía la tentación de llamarlo fenomenología; sólo que negaba que [ese tipo de estudio] pudiera ser más que una colección de problemas aparentemente insolubles, aunque susceptibles de observaciones [Spiegelberg, «The Puzzle...», cit., p. 225]. Faltaría por añadir que precisamente la gramática wittgensteineana tiene esa característica de encontrarse entre física y lógica (ciertamente, no como una colección de problemas aparentemente insolubles, sino más bien como un intento de proporcionar perspicuidad en vez de solucionar problemas).
16. Según Park -declarado seguidor de la versión Hintikka-, el mayor defecto del enfoque de Spiegelberg consiste en no hacer justicia a los posibles contenidos fe- nomenológicos de los textos tempranos de Wittgenstein (especialmente del Trac‑ tatus) [cf. Park, Phenomenological Aspects
, cit., pp. 183-184]. Pero, por motivos que aduciré en breve, considero que aquí se trata de una crítica ya predispuesta por una sobreinterpretación del Tractatus en términos fenomenológicos, y que la ausencia de una detallada discusión del asunto en los textos de Spiegelberg, si bien constituye una cierta laguna, no conlleva ninguna malinterpretación propiamente dicha.
17. Cf. Gier, N.F., Wittgenstein and Phenomenology. A Comparative Study of the Later Wittgenstein, Husserl, Heidegger and Merleau‑Ponty, Albany, State University of New York Press, 1981. - Es interesante destacar que esta obra, aparte de analizar di- rectamente los textos primarios pertinentes, recoge y reinterpreta los diferentes trabajos secundarios anteriores -escritos entre 1959 y 1980- sobre la posible relación entre Wittgenstein y las diversas tendencias fenomenológicas.
18. Ibid., p. 5.
19. Cabe subrayar que aquí aduzco tan sólo algunos pocos ejemplos a título de ilus- tración. Una discusión detallada del considerable número de semejanzas (y dife- rencias) señaladas y analizadas por Gier podría ser ciertamente interesante, pero sobrepasaría el marco que, dentro del presente trabajo, puede concederse a la temática de marras.
20. Cf. Gier, Wittgenstein and Phenomenology..., cit., pp. 98-100. [Cf. al respecto, p.ej., Husserl, E., Logische Untersuchungen (1900), 3 tomos, Tübingen, Niemeyer, 1980, t. 2, II/IV, pp. 294-342.]
21. Cf. Gier, Wittgenstein and Phenomenology..., cit., pp. 128-130. [Cf. al respecto, p.ej., Heidegger, M., Sein und Zeit (1927), Tübingen, Niemeyer, 1979, esp. §§ 9-27 (pp. 41-130).]
22. Cf. Gier, Wittgenstein and Phenomenology..., cit., p. 87. - Gier se refiere aquí principalmente a un pasaje de la Fenomenología de la percepción en el cual se trata la idea de la visión en perspectiva, entendible en sentido tanto literal como metafórico [cf. Merleau-Ponty, M., Phénoménologie de la perception (1945), Paris, Gallimard, 2009, Première Partie «Le Corps», preámbulo, p. 96].
23. En un artículo posterior [Gier, N., «Wittgensteins Phenomenology Revisited», Philosophy Today (Chicago, De Paul University), 34/3 (1990), pp. 273-288], esta conexión sólo puntual u ocasional entre el Tractatus y el desarrollo fenomenológico de Wittgenstein se acentúa hasta prácticamente excluir la primera obra wittgensteineana de dicho desarrollo; debido a lo cual Park, desde luego, se ve movido a extender su arriba reseñada crítica también a Gier [cf. Park, Phenomeno‑ logical Aspects
, cit., pp. 185-190]. Todo indica, sin embargo, que el objetivo del mencionado artículo de Gier es primariamente presentar (¡a modo de autodefensa!) una crítica a Hintikka (a quien sigue -como queda dicho- Park), y no revocar lo que él mismo había escrito en 1981.
24. Según parece, este matiz de la interpretación de Gier está relacionado con su convicción de que hubo cierta influencia directa de al menos los textos husserlianos sobre Wittgenstein. A este respecto debo señalar, no obstante, que la pregunta por una posible filiación fenomenológica de Wittgenstein es claramente secundaria, entre otras cosas porque su conocida inclinación hacia el trabajo independiente excluye de antemano la posibilidad de que se considerase seguidor de alguna escuela. [Cf. también SKdP‑2005.] Sólo cabe destacar (sin aventurar conjeturas adicionales) que evidentemente conocía -sea por vía directa, sea por referencias- las concepciones principales de varios fenomenólogos, como por ejemplo lo indica Brian McGuinness cuando menciona las discusiones espontáneas [unvorbereitete] por parte de Wittgenstein sobre ideas de Husserl, Heidegger y Weyl [WWK, «Vorwort des Herausgebers», p. 19].
25. Hay, ciertamente, indicios de ello en el texto de Gier [cf. Gier, Wittgenstein and Phenomenology..., cit., pp. 101-102, 206-209], pero en general la fragmentación de los aspectos considerados obstaculiza, en último término, una visión coherente del mecanismo al cual -según creo- obedece el desarrollo de la peculiar fenomenología wittgensteineana.
26. Cf. Hintikka & Hintikka, Investigating
, cit., esp. cap. 3, 6, 7 [pp. 45-86, 137-160, 161-175]; Hintikka, J., Ludwig Wittgenstein: Half‑Truths and One‑and‑a‑Half‑Truths, Dordrecht, Kluwer Academic Publishers, 1996, esp. art. 3, 4, 5, 9, 10 [«The Idea of Phenomenology in Wittgenstein and Husserl» (1995), pp. 55-78; «Die Wende der Philosophie: Wittgensteins New Logic of 1928» (1988), pp. 79-106; «Wittgensteins annus mirabilis: 1929» (1985, con M. Hintikka), pp. 107-124; «Wittgenstein as a Phi- losopher of Immediate Experience» (1990), pp. 191-208; «Wittgenstein and the Problem of Phenomenology» (1990), pp. 209-241]. - Cf. también el ya citado libro de Byong-Chul Park, el cual constituye un intento de sistematizar, complementar y contextualizar las consideraciones de Hintikka (& Hintikka) sobre la temática [Park, Phenomenological Aspects
, cit.].
27. Cf. p.ej. Russell, B., Ensayos sobre lógica y conocimiento (1956, trad. J. Muguerza), Madrid, Taurus, 1966, pp. 175-244 [«Sobre la naturaleza del conocimiento directo», 1914]; Id., Los problemas de la filosofía (1912, trad. J. Xirau), México D.F., Época, 1982, pp. 55-71 [«Conocimiento directo y conocimiento por referencia», 1912]; Husserl, E., Invitación a la fenomenología (1925-1935-1945, trad. A. Zirión, P. Baader, E. Tabernic), Barcelona, Paidós, 1998, pp. 35-73 [«Fenomenología», Artículo de la Enciclopedia Británica, 1925].
28. Una especie de síntesis de esta posición de Hintikka se encuentra en el ya menciona- do artículo «The Idea of Phenomenology in Wittgenstein and Husserl», de 1995.
29. Ciertamente hay que aclarar que, a pesar de todo, la argumentación original de Jaakko Hintikka (tanto en los textos escritos conjuntamente con Merrill Hintikka, como en los de su exclusiva autoría) resulta ser mucho más convincente que la posterior adaptación por parte de su discípulo Park, quien -a mi parecer- añade a la excesiva esquematización una igualmente excesiva (y un tanto peligrosa) simplificación.
30. Es evidente que, con ello, Hintikka se distancia considerablemente de interpretaciones como la de Raymond Bradley, por ejemplo, quien propone distinguir entre un atomismo epistemológico russelliano y un atomismo metafísico wittgensteinea- no [cf. Bradley, R., The Nature of All Being. A Study of Wittgensteins Modal Atomism, New York / Oxford, Oxford University Press, 1992, pp. 10ss y 25ss].
31. Cf. p.ej. Hintikka & Hintikka, Investigating
, cit., pp. 44-86; Park, Phenomenological Aspects
, cit., pp. 25-41.
32. En realidad, Hintikka habla a menudo (de hecho, en la mayoría de los casos) de un lenguaje fisicalista; terminología ésta que, definitivamente, no es la más conveniente. Cabe añadir que Hintikka y seguidores no son, de modo alguno, los únicos que acostumbran efectuar dicho cambio terminológico al referirse a lo que Wittgenstein llama el lenguaje físico [physikalische Sprache].
33. Cf. p.ej. Hintikka & Hintikka, Investigating
, cit., pp. 137-160, 161-175; Hintikka, Ludwig Wittgenstein: Half‑Truths
, cit., pp. 107-124; Park, Phenomenological Aspects
, cit., pp. 79-86.
34. Esta última observación se refiere especialmente al segundo y tercero de los tres puntos de crítica.
35. Cf. p.ej. Hintikka & Hintikka, Investigating
, cit., p. 56; Park, Phenomenological As‑ pects
, cit., p. 29.
36. Cf. p.ej. Hintikka, Ludwig Wittgenstein: Half‑Truths
, cit., p. 67.
37. Margarita Valdés, quien en algunas ocasiones parece sostener la misma opinión que se acaba de expresar, y en otras, ubicarse más bien en una posición intermedia entre ésta y la de Hintikka, escribe al respecto lo siguiente: [L]a explicación de Wittgenstein de lo que es comprender una proposición lo compromete a aceptar que los nombres son términos del lenguaje real que refieren a objetos susceptibles de ser conocidos de alguna manera en la experiencia [Valdés, M.M., «Acerca de los nombres y los objetos en el Tractatus», en Flórez, A. / Holguín, M. / Meléndez, R. (comps.), Del espejo a las herramientas. Ensayos sobre el pensamiento de Wittgenstein, Bogotá, Siglo del Hombre / Pontificia Univ. Javeriana / Univ. Nacional de Colombia, 2003 (pp. 37-49), p. 41].
38. Cf. p.ej. CRKM, pp. 26, 29, 30. - También me parece decisivo al respecto el conocido pasaje de Malcolm, según el cual Wittgenstein rechazó la pregunta por una ejemplificación de su idea de objeto simple, observando que, al escribir el Tractatus, se había considerado un lógico a quien no competía resolver asuntos enteramente empíricos [cf. Malcolm, N., «Recuerdo de Ludwig Wittgenstein» (1956), en Ferrater Mora, J. / v. Wright, G.H. / Malcolm, N. / Pole, D., Las filosofías de Wittgenstein (comp. y trad. R. Jordana), Barcelona, Oikos-Tau, 1966 (pp. 39-95), p. 85]. Si Hintikka considera esta observación harto irrelevante para la cuestión de si Wittgenstein llegó a fijar su criterio respecto del asunto fisicalismo vs. fenomenología en el Tractatus [Hintikka, Ludwig Wittgenstein: Half‑Truths
, cit., p. 129], incurre -según creo- en una petición de principio: insiste en que Wittgenstein tan sólo se niega a dar ejemplos concretos (lo que es cierto), pre‑ suponiendo la lectura [reading] fenomenológica de los objetos simples [ibidem] (lo que queda en entredicho); y deriva de allí la legitimidad de precisamente esa lectura fenomenológica. En realidad -según mi versión-, la observación de McGuinness es en efecto irrelevante para el asunto fisicalismo vs. fenomenología, pero lo es porque éste, a su vez, resulta ser (si bien se tematiza implícita- mente en el Tractatus -recuérdese la célebre acusación de plagio contra Carnap-) irrelevante para el Tractatus, es decir, en tanto que criterio de decisión para caracterizar los objetos tractarianos.
39. Cf. p.ej. Hintikka, Ludwig Wittgenstein: Half‑Truths
, cit., p. 57.
40. Un buen ejemplo de ello constituye el parágrafo 5.5423 del Tractatus [cf. al res- pecto Hintikka & Hintikka, Investigating
, cit., pp. 181-182; Park, Phenomenological Aspects
, cit., p. 169]; también el parágrafo 2.0131.
41. Cf. al respecto SKdP‑2007f; esp. el gráfico en p. 114.
42. Cf. Stern, D.G., Wittgenstein on Mind and Language (1995), New York / Oxford, Ox- ford University Press, 1996, esp. cap. 4 y 5 [pp. 91-127, 128-159].
43. Cf. ibid., p. 15. - Ya David Pears había subrayado, ocho años antes (e igualmente en contra de la interpretación de Hintikka & Hintikka), que [l]a identificación de los objetos del Tractatus con los datos sensoriales [sense‑data] russellianos es un error, sosteniendo que tanto el mundo tractariano como la vida de las Observaciones filosóficas han de identificarse como el mundo de los fenómenos o, en la terminología de Schopenhauer, el mundo como idea [Pears, D., The False Prison. A Study of the Develop‑ A Study of the Develop‑ ment of Wittgensteins Philosophy, 2 volúmenes, Oxford, Clarendon Press, 1987/88, vol. I, pp. 98, 174]; de manera que su lectura (excepto en lo que respecta a su inclusión del Tractatus en el desarrollo de la fenomenología de Wittgenstein [cf. también ibid., vol. II, pp. 279-280]) podría considerarse precursora de la de Stern. Me parece, sin embargo, que es en el libro de Stern donde el planteamiento se tematiza por primera vez propiamente con una clara orientación hacia una filosofía de la mente. - Por lo demás, cabe añadir que el término mundo como idea [world as idea], si bien constituye una traducción adecuada de la expresión schopenhaueriana Welt als Vorstellung, no parece ser una solución muy feliz para traducir -como lo hacen tanto Pears como Stern [cf. Stern, Wittgenstein on Mind
, cit., p. 153]- la expresión wittgensteineana Vorstellungswelt [mundo de las presentaciones / de las ideas / de la imaginación: cf. p.ej. PB 47, p. 80], puesto que la segunda abarca, de cierta manera, la primera.
44. Respecto a la terminología empleada debe señalarse que también Stern, al igual que Hintikka, convierte el lenguaje físico wittgensteineano (en tanto que diferente del fenomenológico) en un lenguaje fisicalista.
45. Cf. p.ej. Stern, Wittgenstein on Mind
, cit., pp. 99-100 y ss. - Cabe añadir que Stern también evidencia -más aún que Gier y Hintikka- el gran valor, preci- samente para la interpretación de esa época, de los textos todavía inéditos de Wittgenstein. (Véase al respecto la reveladora colección de pasajes originales provenientes del Nachlaß wittgensteineano, que aparece en el apéndice [pp. 193-204] del libro de Stern.)
46. Cf. p.ej. ibid., pp. 120-127. - He intentando acercarme paulatinamente a la importantísima noción de contexto en los trabajos SKdP‑2007a, 2007b, 2007d, 2007d, 2007f; cf. también SKdP‑2009b.
47. Stern, Wittgenstein on Mind
, cit., p. 135 (énfasis mío).
48. Cf. p.ej. ibid., p. 151.
49. Me permito señalar una vez más que dicho trabajo ya se encuentra de cierto modo prefigurado en SKdP 2007c y 2008a, artículos éstos que por ende, junto con el presente y su precursor [SKdP‑2005] constituirían la base para una evaluación definitiva (hasta donde sea posible llegar a una interpretación definitiva de un tema wittgensteineano) de la peculiar visión fenomenológica de Wittgenstein.
50. Esta última expresión se refiere a las recopilaciones, apuntes y notas de los alum- nos e interlocutores de Wittgenstein; incluyendo el conocido texto de Moore [M:L30/33], contentivo de una secuencia de apuntes de clase, citas literales y comentarios.
Referencias bibliográficas
1.Brand, G., Los textos fundamentales de Wittgenstein (1975, trad. J. Muñoz e I. Reguera), Madrid, Alianza, 1981, pp. 16-17.
2.Cordua, C., Wittgenstein. Reorientación de la Filosofía, Santiago, Dolmen, 1997, p. 70n.
3.Durfee, H.A. (ed.), Analytic Philosophy and Phenomenology, The Hague, Martinus Nijhoff, 1976, «Introducción», p. 2.
4.Drury, M. OC., «Conversations with Wittgenstein» (1976), in Rhees, R. (ed.), Personal Recollections of Ludwig Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1981 (pp. 112-189), p. 131.
5.Gier, N.F., Wittgenstein and Phenomenology. A Comparative Study of the Later Wittgenstein, Husserl, Heidegger and Merleau‑Ponty, Albany, State University of New York Press, 1981.
6.Montero, F., Retorno a la fenomenología, Barcelona, Anthropos, 1987, p. 32. [ Links ]