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versión impresa ISSN 0798-9784

Núcleo v.21 n.26 Caracas ene. 2009

 

LA DEIXIS Y LA FORICIDAD COMO SEÑALES DE ANCLAJE ENUNCIATIVO

Mayela J. Vílchez1 y Vicente Jesús Figueroa (†)2*

1 Escuela de Letras Centro de Investigaciones Literarias y Lingüísticas Universidad del Zulia Maracaibo, Edo. Zulia, Venezuela mayelavilchez@cantv.net

2 Depto. de Lingüística Hispánica Facultad de Artes y Letras Universidad de La Habana La Habana, Cuba jesus@fayl.uh.cu

RESUMEN

En trabajos anteriores sobre los problemas de escritura (Manrique y Vílchez, 2003; Vílchez et al., 2002; Vílchez y Manrique, 2004), se observó que los estudiantes universitarios tienden a desplazar los valores fóricos por formas deícticas para anclar sus textos en el “aquí” y el “ahora” del “yo” enunciador. Esta investigación se orienta a la reflexión teórica entre lo deíctico-mostrativo y lo fórico-textual para encontrar explicaciones satisfactorias que den cuenta del porqué estos valores, primariamente sintácticos, determinan, en gran parte, el procesamiento o recuperación semántica de los textos. Se indagó la operatividad de los marcadores referenciales a partir de las reflexiones de Bühler (1979) y más allá de su descripción funcional para confirmar el postulado pragmático: en toda demarcación deíctica-fórica está implícita la intencionalidad del sujeto. Se concluye que la anáfora constituye, por su naturaleza recursiva, uno de los mecanismos más importantes para lograr la integración textual a través de la precisión de las fuentes de enunciación, la economía de la función señaladora y la determinación mental de presupuestos espacio-temporales. Se recomienda que, dada su importancia como variable de orden contextual, sea objeto de enseñanza explícita en el aula, desde temprana época escolar, ya que en ella confluyen todos los niveles de organización lingüística y por su valor retórico para adquirir las formas discursivas del ámbito académico.

Palabras clave: deíctico, fórico, anclaje enunciativo, escritura académica.

Deixis and Phoricity as Signals of Enunciation

ABSTRACT

In previous research about problems related to writing (Manrique & Vílchez, 2003; Vílchez et al., 2002; Vílchez & Manrique, 2004), it was found that students tend to privilege deictic markers over phoric values to anchor their texts in the present of the writer as enunciator. For this reason, the present research, documental and descriptive, is oriented towards a theoretical reflection on the different behaviour of demonstrative deixis and text deixis, with the purpose of building a theoretical framework to explain the difficulties previously mentioned. Thus, we revise referential markers from an operational point of view according to the Greek rhetoric and beyond their functional description, to confirm the pragmatic affirmation that the intention of the speaker is present in any deictic and/or phoric use. We conclude that, due to their recursive nature, anaphoric procedures are one of the most important mechanisms to achieve textual information integration through the precision of enunciation sources, economy of the deictic function and the mental determination of time and space. We recommend that anaphoric elements, as context variables, be explicitly taught not only because all levels of linguistic organization are reflected in them but also because of their rhetorical value for the acquisition of academic discursive forms.

Key words: deixis, phoricity, context, academic writing.

La deixis et la référence endoforique comme signes de l’ancrage énonciatif

 RÉSUMÉ

Lors de travaux précédents sur les problèmes d’écriture (Manrique et Vílchez, 2003; Vílchez et al., 2002; Vílchez et Manrique, 2004), l’on a constaté que les étudiants universitaires préfèrent les formes déictiques aux valeurs endophoriques pour rattacher leurs textes à l’« ici » et au « maintenant » du « je » énonciatif. Cette recherche est orientée vers la réflexion théorique entre le déictique-démonstratif et l’endophorique-textuel afin d’expliquer, d’une manière acceptable, pourquoi ces valeurs, principalement syntactiques, déterminent, en grande partie, le traitement ou la récupération sémantique des textes. L’on a étudié le fonctionnement de marqueurs référentiels à partir des réflexions de Bühler (1979) et au-delà de leur description fonctionnelle pour confirmer le postulat pragmatique : l’intentionnalité du sujet est implicite dans toute démarcation déictique-endoforique. L’on peut conclure que l’anaphore constitue, par sa nature récursive, l’un des mécanismes les plus importants pour arriver à l’intégration textuelle à travers la précision des sources d’énonciation, l’économie de la fonction démonstrative et la détermination mentale de présupposés espace-temporels. Étant donné son importance come variable d’ordre contextuel, il faudrait l’enseigner expressément depuis les premiers cours scolaires, parce que tous les niveaux d’organisation linguistique y sont intégrés et par sa valeur rhétorique lors de l’acquisition des formes discursives du domaine académique.

Mots clés: déictique, endophorique, ancrage énonciatif, écriture académique.

A dêixis e a foricidade como sinais de ancoragem enunciativa

RESUMO

Em trabalhos anteriores sobre os problemas de escritura (Manrique y Vílchez, 2003; Vílchez et al., 2002; Vílchez y Manrique, 2004), se observou que os estudantes universitários costumam substituir os valores fóricos com formas dícticas para ancorar seus textos como acontece com “aqui”, “agora” que é substituído pelo “eu” enunciador. Nesta pesquisa se pretende fazer uma reflexão teórica entre o dícticomostrativo e o fórico-textual para encontrar explicações satisfatórias da razão pela qual estes valores, principalmente sintáticos, determinem, em grande parte, o processamento ou a recuperação semântica dos textos. Foi analisada a operacionalidade dos marcadores referenciais a partir das reflexões de Bühler (1979) e, além de contribuir com sua descrição funcional, confirmar o postulado pragmático: em toda demarcação díctica-fórica está implícita a intenção do sujeito. A conclusão foi que a anáfora constitui, por sua natureza recursiva, um dos mecanismos mais importantes para conseguir a integração textual através da precisão das fontes de enunciação, a economia da função assinaladora e a determinação mental de pressuposições espaço-temporais. Recomenda-se que, devido a sua importância como variável de tipo contextual, seja ensinada explicitamente na sala de aulas desde a escola básica inicial, já que nela convergem todos os níveis de organização lingüística e por possuir um valor retórico para adquirir as formas discursivas do âmbito acadêmico.

Palavras chave: díctico, fórico, ancoragem enunciativa, escritura acadêmica.

Recibido: 24/01/09 Aceptado: 08/11/09

LA DEIXIS Y LA FORICIDAD COMO SEÑALES DE ANCLAJE ENUNCIATIVO

1. INTRODUCCIÓN

Escribir de acuerdo con determinados propósitos en el contexto académico del aula suele ser, para muchos estudiantes, una tarea difícil ya que ella involucra varios procesos y operaciones cognitivas que van desde el conocimiento del tema del enunciatario, el control de las variables situacionales hasta el manejo de los procedimientos escriturales, entre otros.

En nuestro contexto universitario, a través del programa de investigación en aula (Proyecto Textus)1, se registraron varias dificultades en la escritura de los estudiantes: dominio deficiente de la estructura oracional, desconocimiento de las reglas de concordancia, de los mecanismos textualizadores (Vílchez y Manrique, 2002), un limitado uso del vocabulario, amén de las numerosas marcas orales presentes en los textos de los estudiantes (Vílchez et al., 2002). Tales evidencias transmitieron al equipo de investigación la necesidad de incursionar en el tema con propósitos no solo descriptivos sino también explicativos y propositivos2.

Desde las primeras aproximaciones empíricas y para la toma de decisiones se observó, desde la superficie textual, que los estudiantes comenzaban a escribir sus textos y rápidamente perdían el referente o tema en cuestión, muchos desde la introducción, algunos en el desarrollo del texto y pocos llegaban a la conclusión. Esto provocaba, a nivel sintáctico, una aglomeración de estructuras hipotácticas sin su

correspondiente estructura paratáctica y, a nivel semántico, textos circulares, ambiguos y difíciles de procesar. Desde el marco de la lingüística del texto y a partir de las reflexiones de la lingüística cognitiva, se decidió, en la primera fase investigativa, tomar el problema del manejo referencial como centro energético para orientar la exploración de la escritura académica, ya que muchos de los llamados “errores de redacción” parecían tener explicación en la conducción del referente. Por ejemplo, al asignarles a los sujetos un trabajo en la modalidad explicativa, inmediatamente llevaban la producción textual a primera persona y cargaban de deícticos la redacción, por lo que se debilitaba el carácter expositivo propio de la escritura académica. La dificultad que mostraban los informantes para expandir el tema estaba relacionada, obviamente, con esta imposibilidad de sostener la tercera persona que demanda el texto explicativo. El desplazamiento constante al uso del “yo” (con tendencia a la narración) desajustaba la organización del texto (Vílchez y Manrique, 2004). La indagación teórico-conceptual que explicarían las causas de estos desajustes (que tienen que ver con la naturaleza y función de los anafóricos) dan hoy vida a esta investigación.

La elección de este centro energético (la referencia, o en términos de mayor rigor, la correferencialidad3) parece también justificarse debido a los diferentes mecanismos (sintácticos, morfológicos, semánticos [cognitivos] y pragmáticos) que involucra mantener activo el referente hasta lograr el cierre o cesura del texto. En la búsqueda de explicaciones sobre la importancia, el alcance y el carácter globalizador de los procesos anafóricos, se formula esta investigación.

Para ampliar y profundizar este marco referencial se indaga entonces, como aspecto relevante, la operatividad en el uso de los marcadores referenciales, desde los diferentes paradigmas o posturas, más allá de su descripción funcional. Se examinan las diferentes teorías que sobre el fenómeno postula la lingüística y se plantean los siguientes objetivos: 1) explorar cuál ha sido el tránsito teórico que ha recorrido el concepto de deixis hasta llegar al de foricidad o anáfora textual; 2) indagar los aportes de los autores en torno a las relaciones de la deixis y la foricidad con el concepto de pronombre, y finalmente, 3) determinar la vinculación de estos procesos con el fenómeno de anclaje enunciativo, para develar los aspectos relevantes que catalizan su importancia. Para ello, la investigación asume un carácter teórico-documental.

2. DE LA DEIXIS A LA FORICIDAD. TEORÍAS LINGÜÍSTICAS QUE SE OCUPAN DE SU ESTUDIO

El fenómeno de la deixis se incluye en casi todas las gramáticas del mundo por su importancia y complejidad. El signo es signo en la medida que significa algo (referente) de alguien (emisor) para alguien (destinatario), lo cual indica la presencia de un proceso sígnico que involucra una relación social o comunicativa. De allí que su definición recorra toda la historia de la lingüística como ciencia y permita establecer correlación con los presupuestos teóricos que caracterizan las diferentes corrientes epistemológicas, que sobre el lenguaje se han suscrito. Se establecieron tres momentos importantes que caracterizan, a su vez, diferentes concepciones lingüísticas: un primer momento que abarcaría desde los aportes de la antigüedad hasta el estructuralismo, un segundo que comprendería el aporte del estructuralismo a la lingüística textual y finalmente el tercero, que indagaremos aquí, la perspectiva pragmática.

Es, sin duda, Bühler el punto de partida obligado de cualquier estudio sobre el fenómeno deíctico. Inspirado en la tesis de Platón de que el lenguaje es un organum (Bühler, 1979: 63), retoma este carácter mostrativo, aludido desde la antigüedad, para formular su famosa teoría del campo simbólico y mostrativo (op. cit.: 171). Al primero el autor le asigna la capacidad de representación conceptual del lenguaje y al segundo la capacidad mostrativa o señalativa. Al configurar los dos campos, el simbólico o de la representación conceptual y el mostrativo o señalativo, como propio del hablanteoyente, Bühler realza el papel de la deixis para establecer un principio fundamental de clasificación lingüística. De esta manera se instaura una categorización sustantiva en cuanto al valor de las palabras que va a jugar un papel importante en muchas de las formalizaciones teóricas actuales. De la teoría de Bühler se deducen varios aspectos: todo lenguaje humano está provisto del fenómeno mostrativo; su existencia supone una gran ventaja con valor comunicativo, y su frecuencia y tipo estarán íntimamente ligados al uso lingüístico.

Es importante destacar que de estas reflexiones de Bühler se van a desprender las primeras tres funciones del lenguaje: la representativa, la expresiva y la apelativa (op. cit.: 94 y ss.), las cuales corresponden a diferentes clases de información semántica que pueden expresar los enunciados y que indudablemente están vinculadas al fenómeno de la deixis: la función representativa en la que el signo actúa como un símbolo; la expresiva, en la que actúa como síntoma de subjetividad, se vincula con el emisor; y la apelativa en la que funciona como una señal al receptor.

Posteriormente, en el desarrollo de la lingüística formal la explicación del fenómeno deíctico no va a ser abordado en toda su dimensión, aunque sí va a ser  objeto de múltiples reflexiones, de carácter descriptivo, ubicadas en el ámbito de la sintaxis, mas no en el contexto del habla, lo que oculta los alcances referenciales del fenómeno. De esta línea podemos excluir a Jakobson (1984) y Benveniste (1970) quienes, con alguno que otro formalista, suscribieron ideas importantes, más allá de la mera descripción. En consonancia con lo anterior, será Jakobson (op. cit.) quien considerará los deícticos como “conmutadores”, como elementos portadores de dinamismo, capaces de generar diferentes funciones semánticas. Sus reflexiones van a constituir el soporte para el estudio de fenómenos como la relación textocontexto, que marcan los deícticos. Igualmente, los aportes de Benveniste (op. cit.) con el concepto de “anclaje”, es decir, enunciación o puesta en escena del discurso, van sin duda a despejar el camino al reconocimiento de que la deixis es no solo un recurso que marca lingüísticamente los textos, a través de los indicadores de persona, tiempo y espacio, sino aún más, la consideración de que un texto únicamente alcanza su sentido completo en el contexto en que es realizado.

Para iniciar las precisiones debemos precisar que es en el marco de la gramática o lingüística textual donde el fenómeno se inscribe con un dinamismo operativo diferente al que le fue otorgado en la lingüística formal. Ello es explicable por el desplazamiento de una lingüística centrada en la lengua a una lingüística centrada en el habla. De allí va a crecer la diferenciación de la deixis y el concepto de anáfora o foricidad textual —incluyendo la catáfora—, al ser reconocidas como uno de los mecanismos fundamentales para reconstruir una representación coherente del sentido de un texto. Estos prismas de aproximación a los valores de “uso” y a la carga informativa que conlleva la lingüística textual van a explicitar las funciones textuales alrededor de lo que pasa con el emisor, el receptor y el contexto en una situación de producción verbal concreta.

En el ámbito de este enfoque debemos agregar a otros autores quienes además de hablar diferencialmente de deixis y anáfora —como es el caso de Renkema (1999: 94)— también reconocen en el fenómeno un tipo especial de conexión discursiva: “Deixis que significa mostrar” o “indicar” se usa para mostrar elementos referidos a la situación y la anáfora se refiere a elementos ya nombrados pero dentro del contexto discursivo. El autor, además, vincula la anáfora con los procesos de producción – recepción al preguntarse “¿cómo se interpretan las anáforas y qué funciones desempeñan en los procesos de interpretación?”; agrega que su realización debe ser estudiada dentro del principio de “pertinencia secuencial natural”4 de Bosch (1983, apud Renkema, 1999: 99).

En esta óptica van Dijk (1988: 146 y subsiguientes) reconoce que existe en el texto una forma de conexión, de enlace oculto que determina el mantenimiento del foco y la distribución de la carga informativa, refiriéndose a los procesos de relación correferencial. Esta función solapada de la que hablan los autores entre el término anafórico y su antecedente ya había sido reconocida por Jakobson, cuando al referirse a los deícticos shifters reconocía una función de “solapamiento” de algunas unidades lingüísticas.

Pero serán Halliday y Hassan (1976) quienes desarrollen los valores textuales del fenómeno al afirmar que son los principios de conectividad los que hacen posible la totalidad textual y es a lo que llaman “textura”. Agregan que las relaciones de cohesión están garantizadas por los procedimientos correferenciales. Los definen como aquellos que dirigen la atención del receptor a la búsqueda de los rasgos necesarios para la interpretación. Así distinguirán la correferencia exofórica cuando los elementos de interpretación están fuera del texto y la endofórica cuando los rasgos destacados se ubican dentro del texto. Es importante, a los propósitos de este trabajo, resaltar la consideración de que para estos autores lo exofórico no participa de la cohesión. A los elementos endofóricos también los llaman “representantes”. Igualmente, de Beaugrande y Dressler (1997: 137), en su teoría sobre el texto, harán un estudio riguroso del comportamiento deíctico referencial en contextos de usos. Al referirse al fenómeno sobre todo de “referencia fórica”, plantean que ella pertenece “más a la lógica de los mundos textuales que a las palabras que la constituyen” (1997: 101).

En síntesis, dentro de esta orientación se distingue claramente una y otra función, de allí que Werner (1981) hablará de “contraposición” entre las expresiones que se refieren a situación extralingüística, frente a las referidas al texto. Dentro de esta orientación textual se formula el término de relaciones endofóricas (Funkkolleg, 1971: 103, apudWerner, 1981: 170), cuando la anáfora alude a elementos intratextuales, y exofóricas a elementos del contexto extralingüístico.

Esta vinculación de la anáfora con el proceso semántico de interpretación textual llevó a los teóricos no solamente a reconocerla como un tipo de relación discursiva, sino a vincularla a operaciones más complejas que tienen que ver con la filosofía de la mente.

Todo lo anterior equivale a hablar más que de anáfora de “continuidad referencial”, en donde se involucran no solo los procedimientos propiamente fóricos sino también la “elipsis” y la llamada “sustitución gramatical”, ya que todas ellas no encierran únicamente una función sustituta sino también la permanencia del tema o, en términos de mayor rigor, “el mantenimiento de la huella referencial”. Esto último  se manifiesta claramente al reconocer que el “interpretante” puede tener dimensiones muy variadas (Ducrot y Todorov, 2003: 323). En otras palabras, la anáfora no es un fenómeno solo sintáctico sino también textual y discursivo. Dentro de este tránsito debemos comenzar por los aportes de Lyons (1991), ya que sus reflexiones abonan el camino para profundizar en esa compleja relación que todo texto teje con su contexto. Afirma que por deixis se entiende

la localización e identificación de personas, objetos, eventos, procesos y actividades de las que se habla, o a las que se alude, en relación con el contexto espacio-temporal creado y sostenido por la enunciación y por la típica participación en ella de un solo hablante y al menos un destinatario (1991: 574).

En esta dimensión es obvio mencionar a los semantistas pragmáticos, ya que con sus trabajos ha ido cobrando fuerza la idea de que los discursos y, por ende, los textos no alcanzan su sentido y significado completo sino en el contexto de situación en que son realizados. En esta línea, la pragmática afirma que en toda demarcación deíctica hay implícita una intencionalidad del sujeto, lo que equivale a reconocer no solo que la construcción del significado de los mensajes que producimos o recibimos está íntimamente ligada al establecimiento de las coordenadas espacio-temporales y de persona, sino también que en el fenómeno fórico están involucradas operaciones más allá de lo cognoscitivo referidas a los niveles de representación mental, es decir, a los procesos cognitivos de integración de la información para construir una representación coherente.

Entramos ya a los procesos cognitivos —atendidos dentro de la lingüística por la psicolingüística— para explicar la vinculación de estos con los fenómenos de codificación y decodificación del lenguaje, es decir, relación pensamiento-lenguaje. Esta complejidad lleva a algunos autores a afirmar que el contexto lingüístico no es un contexto físico, ni un conjunto establecido por una serie de estímulos perceptivos; por el contrario, es un sistema cognitivo —de conocimiento— regido por el principio de la relevancia, en el cual la intencionalidad del propósito comunicativo tiene carácter esencialmente mental que se orienta hacia el uso del lenguaje como instrumento no solamente expresivo sino también predictivo y explicativo.

Para la pragmática también es importante distinguir la deixis mostrativa de la anafórica, pues la primera opera en dirección progresiva, en un movimiento que va de la lengua al mundo extralingüístico, mientras que la anáfora, por el contrario, opera en una dirección regresiva inversa, del lenguaje presente al lenguaje dicho (Calvo, 1994: 129). Su característica principal estará entonces en “volver” —en términos cartesianos— al punto cero de las coordenadas espacio temporales que se desprenden del anclaje del “yo” (Cuartas, 2001). La mayoría de los autores estudiados, entre ellos Bühler (1979), Calsamiglia y Tusón (1999) y de Beaugrande y Dressler (1997), opinan que el fenómeno de la deixis-referencia pudiera ser visto como un fenómeno común a todas las lenguas, ya que si los hablantes no contaran con ellos, el habla no podría actualizarse, viviríamos en el limbo y sería imposible rescatar la huella referencial

3. EL PRONOMBREY SU RELACIÓN CON EL FENÓMENO DE LA REFERENCIA FÓRICA

Los pronombres, también llamados nominales gramaticales deícticos, son morfemas que designan identificando el referente. De esta manera la lengua, en el acto de la comunicación, divide el mundo en tres dimensiones: el hablante, el oyente y todo lo demás. Estas serían las llamadas tres personas gramaticales. Los pronombres siempre identifican el referente a partir de la situación comunicativa. El yo es pronunciado por el hablante y lo designa de manera inequívoca (Osuna García, 1996: 107). Lo mismo ocurre con el tú, que designa de manera inequívoca al interlocutor. En esta distribución del campo designativo de los nominales personales, la forma él designa todo lo que no es ni tú ni yo, es decir, ni primera ni segunda persona. A través de la deixis espacial se organiza el lugar donde se desarrolla el evento comunicativo, para lo cual seleccionamos del entorno físico lo que nos interesa destacar y lo situamos en el “fondo” o fuera del “escenario”; es decir, construimos “el proscenio y los decorados de fondo” (Calsamiglia y Tusón, 1999: 119). Los elementos serán situados en el espacio que crea el “yo” como sujeto de la enunciación. En castellano, la deixis espacial es considerada un sistema ternario de oposiciones con referencia a las personas lingüísticas. Brugmann (1904, apud Carbonero, 1979: 24) encuadra la deixis espacial en los tres campos referenciales: hablante, oyente y ausente, y los relaciona con los demostrativos y con el sistema binario de los adverbios, lejos/cerca, arriba/abajo. Asimismo, para Kerbrat-Orecchioni (1986: 63-70), el inventario de los pronombres sería: los demostrativos éste, ese, aquel; y los adverbios o proadverbios aquí, ahí, allí o allá; más los adverbios cerca/lejos, arriba/abajo, y delante/detrás. La deixis espacial tiene una función muy importante la cual es considerada por ella y otros autores (Calsamiglia y Tusón, op. cit.) con valor metafórico, ya que marca el territorio, el espacio de la enunciación lingüística, así como la imagen y la distancia de las relaciones sociales dentro del enunciado.

A través de la deixis de tiempo se ponen las “fronteras” temporales que marcan el “ahora” respecto al “antes” y al “después”. Los deícticos de tiempo tienen que interpretarse localmente, de acuerdo con las coordenadas concretas en que esas piezas se utilizan y donde también se aplica un sistema ternario: antes/ahora/después. Además de los deícticos temporales, también en el verbo se concentran valores temporales con carga o significación deíctica, ya que este actualiza la acción. Estos valores tienen también categoría designativa, ya que las formas personales de los verbos tienen referencia deíctica hacia las personas gramaticales a las que aluden. Carbonero (1979) resalta el valor ocasional del verbo “hacer”, ya que dentro de su propio lexema manifiesta una deixis verbal.

Es indudable la vinculación del fenómeno con los pronombres; por ello Bühler considera los personales como los primeros deícticos, en cuanto que señalan los elementos básicos de la comunicación.

A partir de la diferencia entre el concepto de deixis y el concepto de referencia fórica, comenzará a reconocerse no solamente la proximidad de esta última con la pronominalización sino también sus puntos de diferenciación. Es así como algunos autores afirman que lo fórico desborda el concepto de pronominalización, pues las coincidencias de forma y función son distintas según se privilegien la función sustituta o indicadora (Block de Behar, 1975). Este desbordamiento también lo plantean de Beaugrande y Dressler (1997: 91) al hablar de la capacidad de “almacenamiento activo”5 que cumple la anáfora en el discurso.

Este fenómeno que desborda la noción de pronombre también está vinculado a procesos complejos que Benveniste llama Enunciación. Es categórica la afirmación de Calsamiglia y Tusón (1999) cuando agregan que los participantes de la comunicación son los que determinan la posición de todos los elementos en el escenario contextual; en otras palabras, quien selecciona la posición de tiempo y de lugar es el “yo” enunciativo. Esta fuerza del fenómeno deíctico-fórico ha llevado a investigadores como Funkkolleg (1971: 103 apudWerner, 1981: 170) a hablar de indexicalidad para referirse a la capacidad que tienen las lenguas de gramaticalizar algunos de los elementos del contexto. Dicho mecanismo permite que quienes participan en un encuentro seleccionen algunos elementos relevantes para sus propósitos comunicativos.

4. LOS PROCEDIMIENTOS REFERENCIALES: PUNTO DE PARTIDA PARA FORMULAR EL FENÓMENO DE ANCLAJE ENUNCIATIVO

El estudio de la lingüística del habla establece, gracias a Benveniste, una diferenciación entre el enunciado, concebido como la realización del discurso, o sea, como producto, y la enunciación considerada como el acto a través del cual se produce el enunciado (Bejel y Fernández, 1988: 57). Para Benveniste (1970, apud Kerbrat-Orecchioni, l986), la enunciación considerada como realización individual es como un proceso de apropiación.

El hablante se apropia del aparato formal de la lengua y enuncia su posición de hablante, valiéndose de índices específicos (...) Solamente el acto de enunciación hace posible esta presencia del mundo, ya que, si reflexionamos sobre ello, veremos que el hombre no dispone de ningún otro medio de vivir el ‘ahora’ y de actualizarlo si no es realizándolo mediante la inserción del discurso en el mundo (1986: 72-73).

El discurso es definido como “la langue en tanto que es asumida por el hombre que habla y en la condición de intersubjetividad que hace posible la comunicación lingüística”. Precisamente, de esa transformación, de la mediación entre lengua y discurso, se ocupa la teoría de la enunciación (Lozano et al., 1986: 35). Sistema y proceso, señala Benveniste, no pueden separarse, ya que ciertos elementos de la lengua adquieren significación solo cuando son actualizados por el hablante en el momento de la enunciación (en Kerbrat-Orecchioni, 1986: 90). Para él la enunciación es “esa puesta en funcionamiento de la lengua por un acto individual de utilización” (op. cit.: 39).

La enunciación será, por ende, la instancia donde se realiza, mediante el sujeto hablante, la transformación que va desde el sistema de la lengua al enunciado concreto, que es el discurso realizado (Coquet, 1972: 42).

Lo que Benveniste llama enunciación es el componente pragmático del discurso intersubjetivo ya que por este acto se generan, al mismo tiempo, el enunciado y el contexto en el que se inserta y ubica dicho enunciado, que, como producto del acto de enunciación se marca con las huellas del acto que lo produce. Estas marcas formales están constituidas por los deícticos, los signos ostensivos, los demostrativos, los tiempos verbales y los adverbios de tiempo y lugar, elementos formales que conforman las coordenadas espacio-temporales en torno al sujeto hablante. El pronombre personal de primera persona “yo” es la clave de estas coordenadas; como índice conecta la lengua con el proceso del habla (Bejel y Fernández, 1988). Para Benveniste “yo” significa la persona que enuncia la actual situación del discurso que contiene “yo”, es decir, solo puede ser definido en términos de habla (Lozano et al., 1986: 97).

Roman Jakobson, al igual que Benveniste, toma el fenómeno lingüístico de la deixis como punto de partida para sus reflexiones sobre la enunciación. Según Jakobson, los conmutadores o shifters constituyen símbolos que poseen una significación determinada al ser enunciada una ocurrencia particular de esa palabra en una situación concreta (Lozano et al., 1986: 96).

Para Anscombre y Ducrot (1976: 18; apud Kerbrat-Orecchioni 1986: 39), la enunciación es “la actividad ejercida por el que habla en el momento que habla”. Según Ducrot y Todorov (2003: 82-84), el contexto de la enunciación es el que permite construir, a partir del significado de una palabra, su sentido pleno; de allí que la lingüística de la enunciación es aquella que estudia el conjunto de factores observables cuando se ponen en acción los elementos constitutivos de todo acto comunicativo. Es decir, un enunciado se convierte en acto lingüístico al recorrer la instancia de la enunciación (yo–él–tú) y todos los factores de orden social, cognoscitivo y pragmático, como explica Kerbrat-Orecchioni (1986). Para esta autora deben establecerse dos conceptos de enunciación que rodean ese acto, uno restringido y otro ampliado. En un sentido amplio la enunciación abarca a los protagonistas del discurso (emisor y destinatario), y la situación de comunicación que incluye las coordenadas espacio-temporales, así como las condiciones generales de la producción y recepción del mensaje (contexto sociohistórico, naturaleza del canal, etc.). Desde esta perspectiva, los hechos enunciativos son unidades lingüísticas independientemente de su naturaleza, rango y dimensión, que funcionan como índices de la inscripción en el seno del enunciado de los parámetros antes mencionados. En su concepción restringida, la enunciación solo se interesa por el enunciador, por lo que los hechos enunciativos son considerados huellas lingüísticas de la presencia del locutor en el seno de lo enunciado, los lugares de inscripción y las modalidades de existencia de lo que, al igual que Benveniste, la citada autora llama la subjetividad del lenguaje (op. cit.: 42).

Kerbrat-Orecchioni plantea la problemática de la enunciación como la búsqueda de los procedimientos lingüísticos (shifters, modalizadores, términos evaluativos, etc.) con los cuales el locutor “imprime su marca al enunciador, se inscribe en el mensaje (implícita o explícitamente) y se sitúa en relación con el problema de la distancia enunciativa” (1986: 43). Por otra parte, define la referencia como el proceso de relacionar el enunciado con el referente, o sea, como el conjunto de mecanismos que permiten que se correspondan ciertas unidades lingüísticas con ciertos elementos de la realidad. Considera, además, que tanto en la codificación como en la decodificación el sujeto emplea, conjuntamente, tres mecanismos referenciales a los que llama respectivamente referencia absoluta, referencia relativa al contexto lingüístico (o cotexto), referencia relativa a la situación de comunicación o deíctica (op. cit.: 46-47).

En síntesis, los deícticos (shifters en Jakobson, índices en Peirce, expresión indicial en Bar Hillel, embragues para los franceses) son definidos por esta lingüista francesa

como las unidades lingüísticas cuyo funcionamiento semántico referencial (selección en la codificación, interpretación en la decodificación) implica tomar en consideración algunos elementos de la situación de comunicación, a saber: el papel que desempeñan los actantes del enunciado en el proceso de la enunciación y la situación espaciotemporal del locutor y eventualmente del elocutorio (op. cit.: 48).

En conclusión, para Kerbrat-Orecchioni todos los deícticos deben ser considerados elementos fundamentales, al permitir al hablante constituirse en sujeto y estructurarse, dentro del entorno espacio-temporal, no solo como unidades de la lengua y del discurso, sino en primer lugar como los que hacen posible la actividad discursiva misma (1986: 72).

Para esta lingüista, también, los deícticos son herramientas cómodas, económicas e irremplazables, que se diseminan a través de la trama discursiva (op. cit.: 73). Se caracterizan por ser mucho más frecuentes en el discurso en comparación con su número en el sistema. Su frecuencia varía en dependencia del tipo de discurso y en ocasiones pueden estar elididos, debido a que son fácilmente deducidos del contexto (referencia cotextual) o a que coinciden con la instancia enunciativa (referencia deíctica). Igualmente plantea que la anáfora es un representante, es decir “término o expresión que recibe su significación de otros términos, expresiones o proposiciones contenidas en el mismo texto y a los que representan” (Haroche y Pêcheux, 1972: 17, apud Kerbrat-Orecchioni, 1986: 50).

Las consideraciones anteriores ilustran, desde la teoría de la enunciación, los aspectos relevantes de estos procesos, al reconocer que si bien el acto de enunciación es el que hace posible el discurso, este, como producto, se marca con huellas formales que no son otras que los deícticos y los dispositivos fóricos, que conforman las coordenadas espacio-temporales. Pero, más allá de la enunciación, debemos verlos como dispositivos de orden mental. Tanto la anáfora como la catáfora6 deben ser estudiadas como entidades que pertenecen más a la lógica de los mundos textuales que a las palabras que las constituyen (de Beaugrande y Dressler, 1997: 101). Este enfoque cognitivo es el que permite explicar como procesa e integra el lector-productor las distintas partes del discurso para lograr una representación del contenido. Para los cognitivistas el lector realiza una representación, es decir, un modelo mental del discurso. “En estos modelos se sugiere que los pronombres no son solo entidades sintácticas, sino fenómenos del discurso que se refieren a elementos de representación conceptual del mundo” (Sanford y Garrod, 1981; Garnham, 1981; apud de Vega y Cuetos, 1999: 206).

5. CONCLUSIONES

Finalmente podemos afirmar que dentro del transcurrir del saber lingüístico, el problema recorre un trayecto que testimonia todas las corrientes de la lingüística como ciencia. Si bien ya los griegos hablan del carácter múltiple y significativo de la deixis, el tránsito teórico-conceptual que cronológicamente prosigue la lingüística descarta la posibilidad de que en su etapa formal se explore la diferencia entre los dos tipos de comportamiento referencial, amén de que una gramática centrada en la sintaxis no podía advertir el mecanismo operativo del presupuesto anafórico, pues en definitiva cuando el hablante introduce el referente y construye la huella referencial a través de las marcas referenciales, estas tendrán preasignado su valor sintáctico. Hubo que esperar la llegada de la lingüística textual y de la pragmática (sobre todo a través de la comunicativa) para advertir la carga significativa-cognitiva que soportan las anáforas, al mantener activo y con el menor esfuerzo de memoria, hasta agotarse el cierre del texto. En este proceso se destaca que los pronombres (fundamentalmente los clíticos) desbordan su función primariamente sustituta y se  convierten en piezas fundamentales para mantener en almacenamiento activo la huella referencial.

Asimismo, en cuanto a los aportes de la pragmática, es obligado añadir que desde esta visión la “locución” como tal implementará el fenómeno deícticoreferencial no solo como presupuesto sintáctico-semántico sino también como instrumento de movilización de las coordenadas de participación en los eventos. La locución entendida así será entonces ese complejo de autorrepresentación que se desprende de las marcaciones precisas de sí mismo y de los otros que hacen los interlocutores (Cuartas, 2001), lo que deja en evidencia la vinculación de los proceso fóricos con el fenómeno de anclaje enunciativo.

Es obvio afirmar, entonces, que el lenguaje posibilita la correspondencia entre los participantes de cada evento comunicativo; y que en estos eventos la referencia constante a la situación de enunciación involucra el par “yo-tú” con los correspondientes indicadores deícticos de espacio y tiempo para lograr así la coherencia semántico-pragmática. Se concluye que el manejo de los procedimientos anafóricos constituye, por su naturaleza recursiva, uno de los mecanismos más importantes para la integración de la información textual debido a que estos procedimientos precisan las fuentes de enunciación, activan, de manera económica, la función señaladora y contribuyen a la determinación mental de los presupuestos espacio-temporales. Se recomienda que las anáforas, como variables de orden contextual, sean objeto de enseñanza explícita en el aula, ya que en ellas confluyen relaciones de orden fonológico, morfosintáctico, semántico y pragmático, es decir, todos los niveles de organización lingüística. La recomendación de su enseñanza explícita en el aula parte de la comprobación empírica, mostrada en otros reportes, de que tal conocimiento desarrolla intuición lingüística (o, mejor dicho, metalingüística) al descubrirle al hablante que el tiempo lingüístico (recursivo) es diferente al tiempo físico (lineal) y fundamental para alcanzar la textualidad o cierre acabado de los textos.

NOTAS

* El Doctor Jesús Figueroa, destacado catedrático de La Habana, formado en las mejores universidades de Europa (Rumania, Checoslovaquia, Alemania), asesoró una investigación libre dentro de mi programa doctoral; resultado de ella surgió, en coautoría, este reporte. Lamentablemente, en el lapso de arbitraje partió de entre nosotros. Testimonio un profundo agradecimiento póstumo al amigo, al maestro, al catedrático ávido de sabiduría. Paz a sus restos.

1 El Proyecto Textus constituye un programa de investigación registrado y financiado por el CONDES que en un principio (1998-2000) se diseñó en la Universidad del Zulia para explorar las dificultades de los estudiantes de reciente ingreso.

2 Aunque este trabajo es de indagación teórica sobre la diferencia e importancia conceptual del fenómeno referencial, es importante acotar que a esta indagación teórica se llega por vía empírica ya que en el año 2000 se decide elaborar cuatro módulos de trabajo en aula para los cursos de Taller de Lengua que deben seguir los estudiantes de LUZ. Los elementos de contenido contemplados estaban orientados por la lingüística textual e iban acompañados de guías orientadoras para el facilitador y por un software educativo para reforzar el contenido en soporte papel. Esta experiencia ha sido registrada en una veintena de artículos y ha permitido que hoy el equipo esté trabajando sobre la escritura académica en una muestra representativa de toda la población universitaria. Se observa no solo el desempeño de los alumnos, sino también las prácticas discursivas que emplean los profesores en el aula.

3 El término correferencia es la relación que se establece entre dos o más expresiones referenciales cuando se interpretan alusivas a la misma entidad, es decir que tienen el mismo referente, lo cual equivale a un esfuerzo muy económico que disminuye la carga de memoria en el procesamiento o interpretación textual.

4 Este principio sostiene que cada oración posterior relata algo sobre los objetos introducidos en la oración anterior, a menos que haya una razón que lo desmienta.        

5 El concepto de almacenamiento activo traduce el establecimiento de una red relacional entre los elementos clave para la recuperación semántica del texto. Frente a las limitaciones de la memoria, el hablante mantiene almacenados estos elementos clave para obtener el significado textual (de Beaugrande y Dressler, 1997: 81).            

6 La reiterada mención al comportamiento anafórico en contraposición de la catáfora tiene que ver con el uso infrecuente de esta modalidad referencial en el texto expositivo ya que su uso tiene una carga retórica particular de orden afectivo y responde a un protocolo de realización más complejo.

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MAYELA J. VÍLCHEZ

Es Licenciada en Letras, Magíster en Lingüística y Doctora en Ciencias Humanas, títulos obtenidos en la Universidad del Zulia (LUZ). Es docente de la Escuela de Letras y del Postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ. Asimismo, es investigadora del Centro de Investigaciones Literarias y Lingüísticas de LUZ. Entre sus áreas de investigación están la lectura y escritura en lengua materna. La Doctora Vílchez ha publicado varios libros y artículos en revistas nacionales e internacionales y ha elaborado software educativo.