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Paradígma
versión impresa ISSN 1011-2251
Paradígma v.30 n.2 Maracay dic. 2009
Pedro R. Álvarez Pérez1, Miriam C. González Afonso2, David López Aguilar3
1 Departamento de Didáctica e Investigación Educativa. Universidad de
2 Departamento de Didáctica e Investigación Educativa Universidad de
3 Departamento de Didáctica e Investigación Educativa, Universidad de
Resumen
Uno de los grandes retos que tiene planteada
Palabras clave: enseñanza universitaria y competencias, orientación universitaria, formación a lo largo de la vida, formación para el empleo.
University education and training for work: An analysis from the opinion of the students
Abstract
One of the major challenges facing the University today is to achieve a closer link between training and professional development of students. It comes from different fronts, insisting that the new titles that arise under the European Higher Education Area should be in line with social demands and enhance the professional development of graduates, so they draw bridge for the transition from the formation to the occupation. Since it is currently at the
Key Words: university education and skills, college guidance, training throughout life, employment training.
Recibido: 24/07/2009. Aceptado: 28/10/2009
Introducción
Son muchos y muy variados los fines que se persiguen con
Uno de los principales focos de atención y donde se están volcando la mayor parte de esfuerzos es en el enfoque que se pretende dar la propia formación (Zabalza, 2003). El proceso ha despertado inquietud, por todo lo que supone la reconversión de una institución tradicional por naturaleza, sometida por la inercia de preservar el conocimiento científico, a pesar de las distintas leyes de tan diferente orientación que se han sucedido para regirla en las últimas décadas (desde la Ley de Reforma Universitaria hasta la Ley Orgánica de Universidades). Pero al mismo tiempo ha generado esperanza, por cuanto se ha abierto una vía para el cambio en aspectos que desde hace tiempo se venían demandando. Así que es posible que estemos en este momento asistiendo en la enseñanza universitaria a una nueva manera de enseñar que puede mejorar en muchos aspectos lo que hasta ahora se venía haciendo; esto es, llegar a superar una visión de la enseñanza excesivamente academicista, bastante alejada de la realidad a la que accedía un alumnado que se hacía pasivo, por cuanto su interés básico era almacenar la información que debía reproducir en situación de examen tradicional. La universidad actual está obligada a tener en cuenta su entorno, y esto significa valorar no sólo las nuevas circunstancias del mundo productivo, sino también las necesidades de las personas, la nueva realidad del mercado de trabajo, los nuevos clientes de la formación universitaria en muchos casos diferentes a los habituales estudiantes y las nuevas formas de acceder al aprendizaje (Pérez Gómez, 2000).
En la coyuntura actual, la idea de que la universidad es un espacio reservado para talentos ha caído en desuso, porque cada vez más la universidad de ahora y del futuro tiene que estar abierta a todas las personas (Fernández Enguita, 2001). Para ello, la universidad debe contar con los recursos y las estructuras para dar respuesta a todos los que decidan estudiar, en el momento en que decidan hacerlo y para los fines personales, sociales o profesionales que se planteen (VV.AA, 2005). Al mismo tiempo que esto sucede, el mercado de trabajo ha empezado también a valorar otros elementos profesionalizadores, como experiencias vividas que puedan ser acreditadas, habilidades personales y sociales que puedan demostrarse, manejo de otros recursos altamente valorados como el uso de las tecnologías o el idioma (Echeverría, 2008). Y es que el sentido práctico de la enseñanza y el valor práctico del aprendizaje para vincularlo con el campo profesional es ahora un aspecto sobrevalorado. Cada vez más se viene demostrando que conocer idiomas, tener una formación complementaria a la propia carrera universitaria, haber realizado prácticas externas en empresas, etc. son elementos de gran valor a la hora de conseguir empleo.
También hay que tener presente que las reglas de juego en el mercado de trabajo han variado: la estabilidad ha dejado paso a la movilidad, la especialidad a la flexibilidad. Esto se traduce en que durante el desarrollo de su carrera profesional, una persona es probable que cambie de ocupación durante varias veces, por lo que deberá estar preparado para estas transiciones y para adaptarse a las distintas realidades (Echeverría, 2002). Por eso el aprendizaje a lo largo de la vida y el desarrollo de competencias genéricas que se puedan aplicar en distintas situaciones y para diversas circunstancias se ha convertido en un referente casi ineludible en el nuevo modelo de universidad que se abre paso en esta etapa de la globalización.
Por tanto, competencias amplias, gestión de conocimientos, competencias para el manejo de la información, competencias de empleabilidad aplicables a distintas situaciones y contextos son los nuevos mensajes y los nuevos conceptos a los que la institución universitaria debe estar atenta (Monclús, 2000; Colás y De Pablos, 2005). Esto es así porque el mercado de trabajo ha empezado a introducir nuevos elementos en los procesos de selección, que no tienen que ver precisamente con la acumulación de saberes científicos (Van der Hofstadt y Gómez, 2007). Efectivamente, en la coyuntura actual el mundo empresarial va a exigir a los contratados un grado de excelencia muy importante, basado sobre todo en el dominio de una base de competencias amplias que le permitan no sólo desempeñar una función laboral con responsabilidad, sino seguir aprendiendo a lo largo de la vida, en contra de la tendencia que hasta hace algún tiempo se había mantenido de basar la contratación en criterios académicos (curriculum brillante plagado de estudios, títulos, cursos, másteres) y experiencia profesional en puestos parecidos al ofertado.
Pero es que además las estadísticas vienen poniendo de manifiesto que no son siempre aquellas personas que cuentan con un mayor coeficiente intelectual o puntuaciones más altas en test de inteligencia las que luego resultan más rentables a las empresas, por lo que este criterio ha perdido peso en las pruebas de selección profesional, ya que no son un buen predictor de la valía de un buen profesional. Por el contrario, sí que han empezado a ganar peso en estas pruebas de selección, otras habilidades como saber trabajar en grupo, saber relacionarse, saber expresarse, saber planificar, saber aceptar las críticas, saber enfrentarse a la resolución de problemas, etc. (Echeverría, 2003).
La universidad se tiene que hacer eco de esta situación, de esta realidad y debe responder con medidas formativas que capaciten a los futuros egresados, haciendo que adquieran, tanto los conocimientos como las habilidades que se exigen para un puesto de trabajo. Es decir, la Universidad actual tiene ante sí la necesidad y casi la exigencia de incluir los conceptos clave del mercado laboral en los procesos de formación inicial. Y en la medida en que este proceso se lleve a cabo de forma adecuada y se introduzcan los códigos de formación adecuados, las personas conectarán de forma más exitosa con el mundo del empleo.
El problema, no obstante, es complejo y siempre se ha venido cuestionando el grado de adecuación entre oferta y demanda formativa, y el grado de correspondencia entre la formación que impartía la enseñanza superior y el mercado de trabajo (Tejada, 2000). El énfasis puesto en los contenidos académicos ha llevado a que los procesos instructivos resulten muchas veces poco significativos para el alumnado (Santana y Álvarez, 1996), debido a la falta de relación que mantienen con las situaciones y problemas de la vida diaria, por lo que ahora es incuestionable que la educación superior debe purgarse del esnobismo academicista y técnico en favor de aprendizajes más profesionalizadores. Y entre esos aprendizajes no cabe duda de que el desarrollo de las competencias transferibles constituye un capital de formativo altamente valorado y un requisito de acceso al mercado de trabajo. Como señala Zabalza (2002:40) la formación no puede quedar constreñida a la adquisición de información o desarrollo de una particular destreza, sino que hay que vincularla al crecimiento y mejora de las personas mejora que ha de ser entendida en un sentido global. En ese sentido se debe lograr que los conocimientos adquiridos se vean aplicados en la práctica, que a la vez que se aprende se experimente, comprobar la utilidad de los conocimientos aprendidos para resolver problemas prácticos, que el alumno tenga la oportunidad de vivir su proceso de socialización previa antes de incorporarse a la vida activa y el mercado de trabajo y que se vea la aplicabilidad de las competencias adquiridas en distintas situaciones y momentos a lo largo de la vida de cada persona.
El nuevo modelo educativo marca una pauta distinta en la enseñanza universitaria y el proceso de aprendizaje debe tener una finalidad emancipadora, puesto que se busca la autonomía, la iniciativa, la libertad para orientar el curso de su carrera académica profesional (Romero, 1999). Y se procura también que cada vez más se vincule lo académico con lo profesional y que los estudiantes a lo largo de sus estudios vayan definiendo y clarificando el sentido de la formación universitaria para la vida en sociedad, para el desempeño profesional, en cualquier ámbito en el que cada uno elija y tenga interés (Van der Hofstadt y Gómez, 2007)
El trabajo por competencias se considera actualmente como la mejor estrategia formativa para adquirir aprendizajes a lo largo de la vida, que sean aplicables a una gran diversidad de situaciones (Zabalza, 2002; Tejada, 2005). El propio Ministerio de Educación ya ha dejado claras las intenciones de la educación superior: Los planes de estudio conducentes a la obtención de un título deberán tener en el centro de sus objetivos la adquisición de competencias por parte de los estudiantes, ampliando sin excluir, el tradicional enfoque basado en contenidos y horas lectivas. La nueva organización de las enseñanzas incrementará la empleabilidad de los titulados (Real Decreto 1393/2007). La formación, por tanto, tendrá una clara orientación hacia la práctica y estará regida y en consonancia con un determinado perfil profesional, al cual se intentará acceder desde las actividades que se desarrollen en cada ámbito formativo del conocimiento. Rodríguez (2007) incide en este aspecto cuando señala que, si bien la formación universitaria ha estado hasta ahora centrada en el desarrollo de competencias específicas y en la transmisión del saber disciplinar, se aprecia actualmente una verdadera preocupación por ampliar esta formación integrando otras competencias genéricas que le den un sentido más integral más allá de la preparación científica.
El enfoque por competencias desde el que se orienta el modelo educativo universitario, no cuenta evidentemente con el beneplácito de todos. Y una de las principales críticas que se hace gira precisamente en la relación que se establece entre la formación y el empleo. Se piensa que el excesivo énfasis que se pone en el desarrollo de competencias en el alumnado es consecuencia de la dependencia que la universidad contrae con el mundo productivo. Y sobre todo aquellos que defienden el carácter academicista que debe poseer la enseñanza superior, insisten en que la universidad no es un servicio de colocación de la empresa, que la formación de los universitarios no debería estar tan condicionada por las exigencias del mundo empresarial. Y señalan también que una excesiva instrumentalización de la enseñanza superior por parte del mercado de trabajo terminará por desvirtuar el conocimiento científico, reduciendo la formación a un ajuste progresivo de la oferta a las demandas del mundo productivo y de quienes se benefician de él.
La relación entre formación y ocupación y el trabajo por competencias en la enseñanza universitaria es un ámbito de mejora importante, que hasta ahora ha estado bastante descuidado. Por eso hemos querido constatar en estudiantes universitarios de cursos avanzados, qué visión acerca del mundo del trabajo estaban obteniendo a través de los estudios que cursaban y en qué medida veían conexión entre la formación que estaban adquiriendo y el desempeño profesional.
Si la formación universitaria debe ser un visado para el acceso al mercado de trabajo, es evidente que en los planes de estudio y en los programas de cada titulación se deben introducir referentes que pongan al alumno en antecedentes y con una información donde se proyecte el sentido y utilidad de los aprendizajes adquiridos para el desempeño de una actividad laboral. Formación y ocupación; capacitación e inserción laboral son los elementos en torno a los que gira la esencia de la transición desde la educación al empleo.
La hipótesis que hay detrás de este estudio es que hay actualmente escasa formación orientada al trabajo y que las enseñanzas universitarias no cubren el objetivo de socialización profesional de los futuros egresados. A partir de los resultados, debería insistirse en la importancia del enfoque profesionalizador de las enseñanzas y la necesidad de fortalecer la conexión entre formación y ocupación, especialmente ahora que se está en todas las Universidades del Estado Español en pleno proceso de revisión, adaptación y diseño de los nuevos títulos al proceso de Convergencia Europea.
Objetivos
Este estudio está centrado en la relación existente entre la formación universitaria que reciben los estudiantes y su futuro desempeño profesional. El Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) supone un reto para acortar las distancias existentes entre estos dos ámbitos (académico y laboral), de ahí la importancia de realizar un análisis exploratorio de la opinión de los estudiantes respecto a esta conexión, de modo que los datos obtenidos puedan ser tenidos en cuenta a la hora de definir los nuevos planes de estudio.
En concreto, con este estudio se pretende analizar si la formación que reciben los estudiantes está en relación con el mundo laboral y se desarrollan las competencias necesarias para llevar a cabo el tránsito de la formación al empleo.
De forma más específica, con el estudio se intentaba alcanzar los siguientes objetivos:
a. Valorar si hay conexión entre los contenidos de formación que integran los actuales planes de estudio universitarios y el mercado de trabajo.
b. Valorar si los planes de formación universitaria facilitan el contacto directo del estudiante con el mundo laboral.
c. Valorar si a través de la formación que reciben los estudiantes adquieren las competencias profesionales que les permita su acceso al mercado de trabajo.
Método
Para registrar, analizar y llegar a conclusiones válidas sobre la opinión que tienen los estudiantes en relación a la preparación para el desarrollo profesional que están recibiendo en la enseñanza universitaria, se ha llevado a cabo un estudio de tipo descriptivo-exploratorio basado en el cuestionario como medio para la recogida de la información.
Población y muestra
La muestra de este estudio estaba compuesta por 275 estudiantes de ambos géneros, con edades que oscilaban entre 19 y 45 años, que cursaban sus estudios en las distintas carreras ofertadas por
Tabla 1. Distribución de la muestra estudiada
Titulación | Frecuencia | Porcentaje |
Maestro Especialista en Educación Física | 8 | 2,9% |
Maestro Especialista en Educación Infantil | 36 | 13,1% |
Maestro Especialista en Educación Musical | 36 | 13,1% |
Maestro Especialista en Educación Primaria | 36 | 13,1% |
Maestro Especialista en Lengua Extranjera | 3 | 1,1% |
Pedagogía | 85 | 30,9% |
Psicopedagogía | 71 | 25,8% |
Total | 275 | 100% |
Cuestionario
El instrumento utilizado para la recogida de datos de este estudio fue el Cuestionario de Formación Universitaria y Empleo elaborado ad hoc para esta investigación y adaptado a las características de la muestra. Con dicho cuestionario se recaudaron las respuestas a 28 preguntas cerradas tipo Likert, con las que se pretendía obtener la opinión que tenían los estudiantes en relación con las variables objeto de estudio: información acerca de la carrera, metas académicas y profesionales, expectativas laborales.
Análisis de datos
La recogida de datos mediante el cuestionario se llevó a cabo en las sesiones de clase presencial, contando para ello con la colaboración del profesorado de las asignaturas de cada titulación. Una vez fueron cumplimentados los cuestionarios, los resultados fueron vaciados y analizados mediante el Statistical Package for the Social Sciences (SPSS 17.0) y Microsoft Excel 2007 para entorno Microsoft Windows XP. Para facilitar la interpretación de los resultados se han dicotomizado los valores de cada variable, agrupándolos en positivo (bastante-mucho) y en negativo (poco-nada).
Resultados
El análisis de los resultados obtenidos pone de manifiesto que actualmente hay en la enseñanza superior dos tipos de estudiantes: unos que acceden a los estudios superiores con una idea clara de cuáles son las metas a corto y a medio plazo que quieren conseguir y otros que, dejándose arrastrar por la inercia del desarrollo de su carrera, desembarcan en la enseñanza superior sin información, sin una planificación y sin expectativas claras de futuro. Indudablemente, esta manera de enfrentar la formación superior se refleja en la forma en la que se comportan y la actitud que manifiestan.
Como ya se ha comentado, las expectativas de futuro y sobre todo las que tienen que ver con el desarrollo profesional constituye un importante elemento de motivación del alumnado. El hecho de que muchos alumnos accedan a
Con respecto a las expectativas de futuro laboral, los estudiantes de la muestra encuestada parece que tienen bien definida su meta profesional. El 74.2% del alumnado manifestó tener bastante clara la profesión que le gustaría desempeñar al terminar los estudios. Esto puede reflejar que han elegido los estudios con una conciencia realista del tipo de profesional que les gustaría llegar a ser, dato que se refuerza cuando el 78.2% afirma que tenían claro en qué les gustaría trabajar al terminar sus estudios; ver Tabla 2.
Tabla 2. Metas profesionales de futuro
Metas profesionales de Futuro | Nada | Poco | Bastante | Mucho |
Tengo claro la profesión que me gustaría desempeñar cuando termine mis estudios. | 4,7% | 19,3% | 33,5% | 40,7% |
Tengo claro en qué me gustaría trabajar al terminar mis estudios. | 3,3% | 17,1% | 32,4% | 45,8% |
Por tanto, los sujetos de la muestra encuestada parece que tienen sus metas profesionales bien definidas y que su acceso a
Sin embargo, llama la atención que sólo el 24.4 % consideró que habían elegido la carrera por las salidas profesionales que tenía. Podría entenderse que a pesar de que son conscientes de las dificultades que hay para encontrar empleo, muestran un interés profesional claro y saben el tipo de profesional que les gustaría llegar a ser. Mantenerse en sus convicciones eligiendo los estudios que les pueden conducir a una profesión específica, a pesar de las dificultades para incorporarse al mercado de trabajo, denota claridad de metas profesionales y un signo manifiesto de madurez vocacional. Al respecto, destaca que el 80.7% del alumnado señaló que estaba bastante satisfecho con los estudios que había elegido; ver Tabla 3.
Tabla 3. Información de Mercado de trabajo
Información de Mercado de Trabajo | Nada | Poco | Bastante | Mucho |
Conozco el perfil profesional de | 0% | 13,1% | 70,2% | 15,6% |
Conozco los ámbitos donde trabajan los titulados de esta carrera | 0% | 18,2% | 64,4% | 16,7% |
Suelo estar atento a las noticias referidas al mundo profesional que se relacionan con los estudios que estoy cursando. | 3,3% | 29,1% | 52,7% | 14,2% |
Estoy satisfecho con los estudios que he elegido. | 2,5% | 15,6% | 48,7% | 32,0% |
He recibido información en | 45,8% | 45,1% | 6,5% | 1,5% |
Conozco la situación del mercado de trabajo en el ámbito que se relaciona con los estudios que curso. | 4,4% | 43,6% | 44,0% | 7,3% |
A lo largo de la carrera me han dado información sobre las ocupaciones que puedo llegar a desempeñar después de terminar los estudios. | 12,0% | 58,5% | 24,4% | 4,7% |
Es decir, han elegido una determinada opción formativa, no porque consideren que sea una titulación con un panorama laboral claro y directo, sino por la certeza de que es la formación que les interesa y el perfil que más les atrae. Exactamente el 73.8% de los estudiantes encuestados señalaron que no habían elegido la titulación que estaban cursando por las salidas profesionales que ofrecía. Sólo el 35% señaló que cuando terminara su carrera estaba bastante seguro de que encontraría un empleo relacionado con los estudios que estaba realizando, lo cual confirma que para un alto porcentaje (64.4%), las posibilidades de encontrar empleo relacionado con los estudios cursados eran bajas (nada/poco). Lo que también quedó de manifiesto fue que un 57.5% de los encuestados se sentían bien preparados para incorporarse al mercado de trabajo una vez concluidos sus estudios y que además se sentía bien preparado (75.3%) para tomar decisiones sobre su futuro profesional.
Los datos anteriores dan pie a pensar que la formación que han recibido los estudiantes es adecuada, puesto que un alto porcentaje se considera en condiciones para afrontar la transición al mundo laboral. Sin embargo, para el 49.8% del alumnado la formación que estaban recibiendo se relacionaba poco con las actividades que realizan los profesionales que trabajan en el campo vinculado a los estudios que estaban cursando. Este es uno de los aspectos centrales de este estudio: la relación teoría / práctica y el grado de adecuación de la formación recibida para el desempeño profesional.
En general, los estudiantes consideraron que las carreras universitarias están poco conectadas con el mundo laboral (77.1%). Y en relación con esta cuestión, se observó que el 50.9 % veía poca utilidad a los aprendizajes que estaban recibiendo para su futuro profesional, lo cual pone de manifiesto una opinión negativa hacia la formación que estaban recibiendo. Especialmente esta valoración negativa se centra en la formación práctica, puesto que para un 86.9% la preparación práctica en la carrera que estaban cursando no era buena. Por tanto, entienden que es inadecuada la formación práctica que están recibiendo en los estudios que estaban cursando. Sólo un 12.4% de los encuestados señaló que la formación práctica era bastante buena en la carrera que estaba cursando; Ver Tabla 4.
Tabla 4. Relación Teoría - Práctica
Relación Teoría - Práctica | Nada | Poco | Bastante | Mucho |
En general las carreras universitarias están conectadas al mundo laboral (Relación teoría práctica) | 11,3% | 65,8% | 20,0% | 1,1% |
Considero que hay una buena formación práctica en la carrera que estudio. | 26,2% | 60,7% | 10,9% | 1,5% |
Veo la utilidad de los aprendizajes que estoy recibiendo para mi futuro profesional. | 4,7% | 46,2% | 42,9% | 5,5% |
La formación que recibo es muy teórica. | 0,4% | 9,5% | 41,1% | 48,0% |
En las asignaturas me explican cómo aplicar los contenidos en la práctica profesional. | 13,1% | 57,5% | 26,2% | 1,8% |
Durante la carrera he tenido contacto con profesionales en ejercicio en el ámbito de los estudios que curso actualmente. | 15,3% | 56,7% | 22,5% | 4,4% |
La formación que estoy recibiendo se relaciona con las actividades que los profesionales que trabajan en este campo. | 5,1% | 44,7% | 40,4% | 8,4% |
Aunque la formación práctica varía entre las titulaciones, sobre todo porque en cada una de ellas se desarrollan sus propios prácticum, en general los estudiantes consideraron que estaban recibiendo una formación práctica deficitaria. Y esto se refleja cuando el 72% del alumnado consideró que durante la carrera había tenido poco contacto con profesionales en ejercicio en el ámbito de los estudios que cursaban.
El contacto con profesionales en ejercicio permite una buena socialización previa al ingreso en la profesión y una preparación práctica fundamental que da consistencia a la formación integral de estos estudiantes, futuros trabajadores. Además, dicho contacto puede permitir que se desarrollen algunas competencias básicas para el mundo profesional. En relación con las competencias, el 66.5% del alumnado manifestó que durante la carrera estaba adquiriendo bastantes capacidades básicas para incorporarse con éxito al mundo laboral. Esto es fundamental, puesto que la preparación de los graduados universitarios debe integrar los conocimientos, procedimientos, normas, destrezas, etc. que actualmente son importantes para poder incorporarse a cualquier entorno profesional. Sin duda el desempeño profesional requiere una buena base de contenidos técnicos específicos, pero además cualquier estudiante en proceso de transición sociolaboral debe poseer algunas competencias transversales básicas como, por ejemplo, las habilidades de comunicación, de planificación, de negociación, de organizar el tiempo, de tomar decisiones, de saber adaptarse a las nuevas situaciones, etc.
Por otro lado y en relación a la educación que estaban recibiendo, un 89.1% de los estudiantes opinó que la formación que estaban recibiendo era bastante teórica, lo cual pone de manifiesto ese reclamo hacia una mayor formación práctica. La escasa relación entre teoría y práctica que encuentran los estudiantes también quedó de manifiesto cuando el 70.6% indicó que en las asignaturas no les explicaban cómo aplicar los contenidos a la práctica profesional. Formación excesivamente teórica y falta de preparación práctica, dos aspectos claves que se deberían mejorar de cara a los próximos títulos que surjan bajo el paraguas de
Y en este mismo sentido, es importante reforzar los procesos de información profesional al alumnado para encaminar su futuro laboral, sobre todo si se tiene en cuenta que los recién titulados suelen tener escasa información sobre el mundo laboral en general y de forma específica, sobre el área de interés profesional preferente. El 90.9% de los estudiantes señaló que no había recibido información en
Conclusiones
Después de comentar los distintos resultados obtenidos a través de la encuesta aplicada a los estudiantes universitarios de
● eligen la carrera porque les interesa el perfil profesional de la titulación que están cursando. En este sentido, muestran seguridad con la elección que han realizado, puesto que era la carrera que querían cursar, lo cual manifiesta un grado de madurez vocacional alto.
● A pesar de que tienen claras sus metas profesionales, son conscientes de las dificultades que tendrán para encontrar un empleo que esté relacionado con los estudios que están cursado.
● consideran que se encuentran preparados para incorporarse al mundo laboral al concluir sus estudios, así como para afrontar las decisiones que se consideren necesarias para ello.
● no ven la utilidad que para la práctica profesional tienen los aprendizajes que reciben durante la formación universitaria.
● ven poco útiles los aprendizajes que están recibiendo para su futuro profesional, destacando sobre todo la inadecuación de la formación práctica
● opinan que la formación que reciben es muy teórica.
● consideran que hay una escasa relación entre teoría y práctica y que en el proceso de enseñanza-aprendizaje no les explican la vinculación entre los contenidos y el desempeño profesional
Como valoración global y en relación con la hipótesis planteada inicialmente, hay que decir que, teniendo en cuenta las respuestas del alumnado, la formación que se ofrece actualmente carece de la suficiente preparación que permita a los estudiantes tener una visión real de la aplicación de los conocimientos en la práctica y del trabajo que realizan los profesionales en el campo directamente relacionado con la formación. De cara a los nuevos títulos que surjan del proceso de Convergencia, éste será un aspecto clave a mejorar, sobre todo si se considera que las prácticas externas será un criterio de calidad importante sobre el que las Universidades tendrán que dan cuenta en los procesos de verificación de las titulaciones.
Asimismo, queda de manifiesto una falta importante de información y orientación para la inserción laboral durante los estudios, de modo que los estudiantes puedan realizar adecuadamente la planificación de su proyecto académico-profesional. Este es otro aspecto relevante sobre el que hay mucho que mejorar también, porque la orientación profesional del alumnado será otro de los aspectos clave en la evaluación y acreditación de los nuevos títulos. En ese sentido será necesario incrementar los programas de atención, orientación e información al alumnado en todas las etapas de su proceso formativo (a la entrada, durante, y a la salida del sistema de formación), de modo que se prevenga el fracaso y se refuercen las posibilidades de incorporación al mercado laboral.
Referencias
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