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versión impresa ISSN 1012-1587

Revista de Ciencias Humanas y Sociales v.21 n.47 Maracaibo ago. 2005

 

Las representaciones sociales y el realismo

Emmanuel Borgucci

Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad del Zulia. E: mail: eborgucci@yahoo.com

Resumen

Este trabajo busca mostrar cómo la teoría de las representaciones sociales comparte elementos en común con algunas posturas del realismo. En tal sentido, se revisaron las propuestas que en el campo de las representaciones sociales han desarrollado Serge Moscovici y de la Escuela de Ginebra. Se concluye que la idea de representaciones sociales no es contrario al realismo externo de John Searle y el realismo perspectivista de Ronald Giere.

Palabras clave: Representaciones sociales, realismo, epistemologías naturalistas de corte perspectivista.

Social Representations and Realism

Abstract

This essay attempts to show how the theory of social representations shares common elements with certains forms of realism. In this sense, different perspectives of social representations have been presented such as the work developed by Serge Moscovici and the Geneva school. The conclusion is that the idea of social representations is not contrary to the external realism of John Searle and the perspectivist realism of Ronald Giere.

Key words: Social representations, realism, naturalistic epistemologies of a perspectivist nature.

Recibido: 27 de abril de 2005 • Aceptado: 15 de julio de 2005

INTRODUCCIÓN

Según Moscovici (1991), la psicología social es una ciencia que estudia el conflicto entre el individuo y la sociedad y cuyo objeto de estudio son todos aquellos fenómenos relacionados con la ideología y la comunicación. Para Moscovici: “… los primeros consisten en sistemas de representaciones y de actitudes [...]. Por los que hace a los fenómenos de la comunicación social, éstos designan los intercambios de mensajes lingüísticos y no lingüísticos (imágenes, gestos, etc.) entre individuos y grupos” (1991: 19).

De acuerdo con Jost (1992), en la construcción de la realidad social existe una especie de paralelismo entre el concepto de juegos de lenguaje de Wittgenstein (2002) y la noción psicosociológica de representaciones sociales de Serge Moscovici. Para Jost: “En el campo de la psicología filosófica, Wittgenstein afirmó que desde el punto de vista del realismo mental (la creencia que pensar por ejemplo, es un real proceso psicológico interno), nuestras formas de hablar entorno a la mente nos permite inventar un mundo el cual contiene entidades y procesos mentales” (1992: 117). Por otra parte, el paralelismo antes mencionado se demuestra con la siguiente cita de Moscovici y Hewstone: “La representación tiene la propensión de hacer que las propiedades y fuerzas de los objetos correspondan a las ideas o palabras, de esta manera algo que no es mas que un símbolo verbal o lógico tengan existencia ontológica” (Jost, 1992: 117).

Lo anterior lleva a la afirmación de que las representaciones sociales de algo son una representación también objetiva. En otras palabras, si las representaciones sociales son de objetos y esos objetos son considerados externos a la consciencia cognoscente, entonces necesariamente se debe concluir que las representaciones sociales son externas a la experiencia del sujeto cognoscente. Es decir, así como el objeto de la representación tiene existencia propia también la representación de ese algo o alguien también tiene una existencia propia. Ahora bien, si es posible “construir” diferentes representaciones sociales de objetos externos a la consciencia, entonces existirán tantas representaciones sociales objetivadas o externas a la conciencia luchando para ser consideradas como dominantes. Sin embargo, si una primera representación ya es objetivada se supone que es la representación predominante dada su capacidad para dar cuenta de la manera de ser del objeto de la representación.

En consecuencia, si las representaciones sociales son de objetos y esos objetos son considerados como construcciones sociales, entonces las representaciones se pueden considerar construcciones sociales. La cuestión es si es posible construir socialmente representaciones que se refieran a determinadas formas de los objetos (construidos socialmente) y que sea independiente de esas representaciones. Tal posibilidad estará inscrita en dos aspectos analizados por Searle (1997) y Giere (1999) al verse la interrogante desde el punto de vista del realismo: de que el realismo no es una teoría de la verdad por el significado y que no existe un léxico privilegiado para dar cuenta de ese objeto. Luego, la existencia de una representación dominante o privilegiada, no implica necesariamente que sea verdadera (en el contexto de la justificación o de una verdad que lo capture todo o sea totalmente exacta). Por otra parte, se pueden construir un conjunto de léxicos diferentes y hasta inconmensurables con el propósito de describir algo o alguien. Tales léxicos son arbitrarios porque son construcciones humanas.

Sobre la base de lo antes expuesto, el siguiente ensayo busca dar cuenta que la teoría de las representaciones sociales no solamente está alejada de las posturas positivistas y del empirísmo lógico, sino que es más próxima a las posturas del realismo externo y perspectivista en lo referente a la relación sujeto-objeto. En tal sentido, se mostrará cómo las diversas perspectivas de las representaciones sociales son compatibles con el realismo científico sobre todo en las versiones de Searle y Giere.

1. LA TEORÍA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE SERGE MOSCOVICI

El surgimiento de las representaciones sociales como una modalidad del conocimiento, está asociado al surgimiento de un conjunto de aportes tanto en el campo de la sociología, la antropología y la psicología. Se pueden mencionar teorías como las del interaccionismo simbólico de Herbert Mead (1863-1931), el estudio crítico del concepto de conciencia colectiva y representaciones colectivas de Emile Durkheim (1858-1917), la fenomenología de Edmund Husserl (1859-1938), al sistema de memoria dual de Henri Bergson (1859-1941), al construccionismo mental de Jean Piaget (1896-1980), la antropología de Levy Bruhl (1857-1939) y la evolución de la psicología social desde una perspectiva no behaviorista.

El aporte de la fenomenología consiste en que es posible acercarse a las cosas inmediatamente dadas en cuanto tal (fenómenos) [Prados, 1991]. La investigación sola debe atenerse a lo dado de forma inmediata en y para la conciencia. Como método, la fenomenología husserliana busca obtener el eidos. Su búsqueda comienza poniendo entre paréntesis todo aquello que no pertenece a su aparecer en la conciencia (es lo que Husserl denominó epoché y que es una suspensión del juicio en varias etapas: de todo conocimiento heredado, eliminación de los caracteres contingentes del objeto y prescindir de la existencia real del objeto). El proceso concluye con la intuición eidética (la esencia es de carácter lógico-ideal, no empírico). Aunque la teoría de las representaciones sociales utiliza el método experimental, no solo se busca sus procesos sino también comprenderlos.

Por su parte, el aporte de Emile Durkheim provino de su crítica a la noción de representaciones colectivas. Esta noción en Durkheim tuvo una serie de transformaciones que comenzaron con su consideración de que eran hechos sociales supraindividuales (Lissarrague, 1998) y que su causa depende de los hechos sociales pretéritos y no de los estados de conciencia de las personas. Para estudiar las relaciones entre la sociedad y las personas, introdujo el concepto de conciencia colectiva. Este planteamiento implicó que: la conciencia colectiva prevalece por sobre la individual y que ese dominio se produce por medio de la coerción (la sanción, el lenguaje y sus restricciones, creencias, normas, reglas entre otras). Posteriormente en sus estudios sobre las creencias religiosas de las tribus australianas, desarrolló el concepto de representación colectiva. Según este autor, las representaciones surgen de hechos sociales tales como las diferentes formas de conocimiento (creencias religiosas, los mitos, entre otros). Por su parte, la producción de representaciones colectivas ocurre por la asociación, mezcla y combinación de experiencias (además de ideas y saberes) en una dimensión espacial/temporal que trasciende el individuo. La perspectiva de Moscovici hace énfasis en que las representaciones sociales son también una forma de entender y comunicar aquello que afecta a la sociedad. Por lo antes esbozado, Moscovici, a mi entender, sustituye el calificativo de colectiva (representaciones originadas por un grupo homogéneo de individuos, dando unidad de contenido a la pluralidad de ideas) por el de representación social que está más asociado a la idea de conjunto de conexiones (que a su vez implican cohesiones y relaciones) entre hombres sobre la base de situaciones coherentes (disposición de actuar en cierto sentido) (Lissarrague, 1998:6). En este sentido, Moscovici declara que, en la época moderna, una creencia cultural se encuentra secularizada en una sociedad debido a que la comunicación entre las personas es más importante que en las sociedades tradicionales (Marková, 2003:142-143).

Con respecto a Bergson, es importante destacar que la vida mental no es el resultado de la actividad cerebral (Prados, 1991). Según este autor, la interacción mente/cerebro teóricamente se resuelve con su doctrina de la memoria dual. La memoria se desdobla en dos formas diferentes: la memoria pura (en donde las representaciones se transforman) y la memoria-hábito (que actua con esquemas operativos fijos). La memoria-hábito hace que los recuerdos latentes de la memoria pura afloren a la conciencia. Lo que aparece en la memoria pura previamente pasa por el filtro de la memoria-hábito (en donde actúa con las representaciones) y de esta manera es posible la acción concreta.

Por otra parte, para que la teoría de las representaciones sociales pudiera avanzar más allá del conductismo, se tuvo que esperar por los aportes de Floyd Allport (1890-1971), George Simmel (1858-1918) y la Escuela de Chicago.

Con Floyd Allport se introdujo el conductismo en la psicología social (Alvaro y Garrido, 2003) (1). Él cuestionó la validez del concepto de grupo y abogó por una psicología social centrada en la persona en cuanto estimula a otras o es estimulada por otras; esta visión determinó que el conductismo se orientase al estudio de la influencia social y los procesos de facilitación social.

Al tiempo que el conductismo contaba con gran prestigio, la psicología comenzaba sus reflexiones acerca de los factores sociales que inciden en el comportamiento individual y dentro de la sociología comenzaba el interés por estudiar los factores psicológicos de la conducta social. En este sentido, Charles Ellwood (1873-1946) explicó la existencia real de las instituciones sociales como producto de las interacciones mentales entre las personas.

Sin embargo, fue George Simmel quien destacó el carácter dinámico de las relaciones humanas como de las formas de socialización producto de la interacción social (estudiando sus formas simples y complejas). Simmel estudió tanto las formas de interacción (conflicto, subordinación, extrañeza o el intercambio entre otras) como a los actores que participan en ellas. Estudió también la relación (basadas en imágenes elaboradas mutuamente) individuo-grupo y la relación entre grupos dependiendo de su tamaño. Afirmó que en las relaciones interpersonales existe cierto grado de reflexibilidad, mientras que entre los grupos se anula la capacidad de decisión personal.

En una línea similar a la de George Simmel, se encuentran las aportaciones de Charles Horton Cooley (1864-1929) referidas a la formación de la intersubjetividad (por medio de la interacción social sobre la base del lenguaje y la comunicación) y de la identidad (donde la imagen que los demás tienen de una persona pasa a formar parte de su identidad y su conciencia).

Los aportes de Simmel y Cooley influyeron notablemente en la sociología de la escuela de Chicago (Alvaro y Garrido, 2003). Con William Thomas (1863-1947), la relación entre las actitudes y los valores explica los procesos de adaptación y el cambio social producto de la interacción de la conciencia individual y la realidad social; es decir, que la realidad social es una construcción simbólica entre procesos de objetivación y subjetivación. Por su parte George Mead considera que, en el estudio de los procesos sociales cuenta la conciencia que determinadas personas tienen del objeto, sus experiencias pasadas que promueven o inhiben sus respuestas y el intercambio con valor simbólico para anticipar respuestas que cada acto provocará en otras personas.

Por su parte, Levy Bruhl afirmó, a partir del estudio de la mentalidad de las llamadas culturas primitivas a partir de causas sociales, que las representaciones sociales son racionales en el contexto de determinada cultura (Moscovici, 2003:97). De lo anterior se desprende que es imposible convertir las formas superiores de pensamiento (que son racionales pero en un sentido imperfecto) en leyes universales de la mente humana; es decir, que las categorías kantianas de la mente humana no son las mismas en todas las épocas y en todas las culturas. Aunado a ello, Levy Bruhl afirmó que el desarrollo histórico del conocimiento y de las representaciones es el resultado de una serie de discontinuas transformaciones cualitativas del contenido y de las estructuras cognitivas (2) (Moscovici, 2003: 106). Según la afirmación anterior, las representaciones “modernas” evolucionan de las “primitivas”, implicando el reemplazo parcial (esto se presenta en la relación pensamiento precientífico y el científico) de un patrón de pensamientos y sentimientos por otro (esto es debido a que las representaciones como juicios son antitéticos). Pero debido a que el reemplazo de las representaciones “primitivas” por las “modernas” no es total, es lo que explica, según Moscovici, el porqué las representaciones del mundo científico en algún momento se convierten en representaciones del sentido común.

Ahora bien, desde la perspectiva crítica en contra del conductismo que hace Moscovici (1991), la psicología social es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad. De acuerdo a lo anterior esta ciencia debe estudiar fenómenos relacionados con la ideología (expresan una representación social que los individuos forman para actuar y comunicar) y la comunicación (que consiste en intercambios de signos lingüísticos e imágenes acústicas entre individuos y grupos). Desde el punto de vista del conocimiento, desecha la relación entre objeto y sujeto del conocimiento y propone una relación en tres partes: Sujeto individual sujeto social (alter) y objeto (Moscovici, 1991: 21). Es decir, en los fenómenos relacionados con la comunicación y la ideología se desarrollan producciones simbólicas acordes con el esquema de representamen, interpretante y objeto de Charles Sandor Peirce (3) (Merrel, 1998).

Las representaciones sociales son concebidas como una modalidad de conocimiento, una forma de pensamiento social o sistemas cognoscitivos. Como modalidad de conocimiento, es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. En términos de Mora (2002) es el conocimiento del sentido común que se origina en el intercambio de comunicaciones del grupo social y que tiene como objetivo comunicar, estar al día y sentirse dentro del ambiente social. Como forma de pensamiento social es un saber del sentido común, cuyos contenidos hacen posible la realización de un conjunto de procesos generativos y funcionales de carácter social. Como sistemas cognoscitivos (Farr, 2003), las representaciones no son solo de opiniones, sino de teorías; son sistemas de valores que establecen un orden para orientarse en el mundo y un sistema que posibilita la comunicación entre un conjunto de personas con competencias lingüísticas en situaciones concretas (Chomsky, 1976).

Las representaciones sociales emergen gracias a las condiciones en que son pensadas y constituidas (por la dispersión de la información, la focalización, la exigencia de opiniones, decisiones y acciones), principalmente en momentos de crisis y conflictos (Mora, 2002).

Las dimensiones de las representaciones sociales son tres: la información, el campo de representación y la actitud. La información es la suma de conocimientos con que cuenta un determinado grupo acerca de un acontecimiento social considerado como relevante. El campo de representación, expresa el carácter de la organización del contenido de la representación. La actitud expresa la orientación (valoración positiva o negativa) con relación al objeto de representación social.

Los procesos mediante los cuales se generan las representaciones sociales son dos: el anclaje y la objetivación. El primer proceso se concibe como el abordar una situación problemática que se presenta y afecta el mundo de vida de una persona. La persona trata, con su acervo de conocimientos y experiencias, de adscribir las situaciones problemáticas nuevas a su mundo de categorías. De esta forma las personas pueden, al menos realizar dos cosas: 1) Enriquecer categorías que en algunos de sus elementos contenían aspectos de la situación problemática; 2) no realizar ningún ajuste a sus categorías; o 3) simplemente construir nuevas categorías. Por otra parte y, casi al mismo tiempo, las personas establecen categorías de forma negativa. En este sentido, las categorías que las personas elaboran contienen una serie de atributos centrales y accidentales. Tales notas esenciales (y accidentales) le permitirán a la persona adscribir los rasgos principales (y accesorios) de una situación a las categorías establecidas.

De esta forma, lo que en principio se presenta ante los ojos de la persona como difícil, complicado y propio de personas con elevado grado de especialización, se aparece como una situación fácil de entender y de manejar. Así el proceso de anclaje incluye, a su vez, dos procesos: la denominación y la clasificación. La denominación corresponde a nombrar con términos familiares a los objetos o personas (el proceso de nominación lleva encerrado todo un conjunto de notas esenciales o accesorias que le dan sentido). La clasificación consiste en una ordenación de denominaciones subordinadas que se derivan (o generan) de un supreordenado sobre la base de un criterio (que se refiere a las características que deben ser tomadas en cuenta del objeto) con la finalidad de ubicar los miembros que corresponden a cada clasificación subordinada. La clasificación permite a las personas opinar y actuar de una manera más o menos segura. Es necesario subrayar que dentro de un mismo grupo o en diferentes grupos sociales, las personas no necesariamente clasifican en forma exhaustiva (con un solo criterio o con un orden lógico único).

El proceso de objetivación convierte una serie de denominaciones y clasificaciones abstractas en denominaciones y clasificaciones con contenido concreto (para [Jost, 1992: 118] se presentan una serie de procesos de transformación sociopsicológica de las metáforas científicas o de procesos representacionales en objetos concretos imbuidos de realidad ontológica). Este proceso consta de dos fases: la transformación icónica y la naturalización. La transformación icónica implica la asociación de un determinado objeto (denominado) y una representación sensible que necesariamente no está presente al momento en que se piensa, es el núcleo figurativo (figura que es o sirve de representación de otra cosa). La imagen, en este sentido, es producida por la imaginación (facultad por la cual las percepciones habidas pueden ser presentadas de nuevo ante la conciencia en forma de imágenes en un mismo orden o en órdenes diferentes). Además, la imagen aquí tiene connotación de particularidad y concreción de un objeto con sus accidentes. De esta forma, del proceso de transformación icónica surge el núcleo figurativo o la representación.

La naturalización de una representación implica que los conceptos acuñados, son utilizados por el público como conceptos despojados casi en su totalidad de su contenido técnico y que es capaz de reconocer las razones que explican determinada decisión o acción como perteneciente a la naturaleza o a la calidad de las cosas a que se refieren los objetos estudiados por los científicos. Se puede decir, que entre lo que dice un científico o un político con lo que expresa cualquier ciudadano existe cierta aproximación con referencia al objeto que los preocupa, aunque la forma de acceder a él es diferente.

De esta manera, la función de las representaciones sociales es la de transformar algo que no es conocido en algo conocido. De acuerdo con esta hipótesis, las palabras mas que representar cosas también las crean y les transfieren sus propiedades en función a un referente de representación que es independiente de la conciencia. No obstante, antes de entrar en la posibilidad de hablar de construcción de representaciones sociales desde los realismos de Searle y Giere, se debe adelantar en el concepto de conflicto sociocognitivo.

2. LA HIPÓTESIS DEL CONFLICTO SOCIOCOGNITIVO Y LAS REPRESENTACIONES SOCIALES (ESCUELA DE GINEBRA)

Esta perspectiva de las representaciones sociales está encabezada por los psicólogos sociales de la Universidad de Ginebra Willem Doise y Gabriel Mugny. Sus trabajos se basan en estudios de Jean Piaget y Lev Vigotski (Alvaro y Garrido, 2003).

De Piaget tomaron en cuenta su análisis del desarrollo infantil. Tal desarrollo (cumpliendo una serie de etapas) es tanto cognitivo como social y moral. En el proceso de desarrollo infantil, los esquemas de pensamiento incomplejos dan paso a esquemas complejos, a medida que el niño interactúa con su entorno. Tal proceso se lleva a cabo por la interacción de procesos de asimilación (uso de esquemas previos que dan significado a nuevas experiencias) y procesos de acomodación (adaptación de esquemas viejos a situaciones inéditas). Por su parte, Vigotski trató de demostrar la relación entre el desarrollo de procesos cognitivos y la interacción social. Entre ambos procesos se encuentra el lenguaje al cual le asignó dos funciones: cultural y psicológica. La interacción de ambas funciones fue descrita como la ley de la doble función. El desarrollo se produce cuando desde la integración de ambas funciones en el niño, el escuchar personas de su comunidad genera un empleo cultural de palabras, que después se convierten en sus instrumentos psicológicos hasta convertir el niño en un agente activo de la comunidad. Por lo tanto, para Vigotski, el lenguaje une a los individuos en una espiral de cambio histórico, continuo, dinámico e interactivo (Mercer, 2001). Más aún, Vygotsky supone que las funciones mentales superiores del ser humano tienen sus orígenes en la actividad social (Wertsch, 1993). La atención voluntaria, la memoria lógica o la formación de conceptos en los niños, se presentan inicialmente en un plano interpsicológico y posteriormente en un plano intrapsicológico.

Doise y Mugny postulan que existe una interdependencia entre las regulaciones sociales y el desarrollo cognitivo. De esta manera “En todo momento de su desarrollo, unas competencias específicas permiten a un individuo participar en las interacciones sociales relativamente complejas que pueden dar lugar a nuevas competencias individuales que se pueden enriquecer de nuevas conclusiones de la participación en otras interacciones sociales” (Tomado de Doise [1993] en el sitio de la Unige, 2003. La traducción es nuestra).

Sus trabajos sobre los conflictos sociocognitivos, utilizaron los protocolos piagetianos de conservación (4). Según tales estudios, la simple interacción no garantiza los progresos cognitivos de las personas. Para que exista el progreso cognitivo, según Doise y Mugny, es necesario un proceso previo de decentramiento (décentration) de los actores para que posteriormente se llegue a la coordinación de las centraciones (centrations) opuestas en una acción común. Pero para que surja el progreso cognitivo ulterior es requisito indispensable la existencia de la heterogeneidad de respuestas (cuestionamiento de diferentes puntos de vista por la adquisición de una visión más compleja del problema) entre los actores participantes. Lo antes descrito es una condición necesaria para el desarrollo cognitivo de los actores sociales en la interacción. La condición suficiente está dada por la adquisición de esquemas cognitivos y la resolución de problemas de carácter isomórfico (es decir, tareas con estructuras lógicas similares que permiten resolver otras tareas con el reemplazo de las palabras que caracterizan a determinada tarea) o heteromórficas.

De esta manera, la fuente de cambio en el individuo y en los sistemas sociales lo constituye el conflicto estructurante. El principio básico de que el desarrollo cognitivo se manifiesta en el niño cuando este participa en interacciones sociales que sólo serán estructurantes en la medida que susciten un conflicto de respuestas entre los participantes (Carugati y Mugny, 1988), se puede aplicar en la interacción de los adultos que contraponen diferentes representaciones. Ejemplos de la aplicación de este principio se puede encontrar en las discusiones sobre temas tales como el desarrollo económico, la descentralización política, la democracia, la libertad de expresión o el recalentamiento global, entre otras ideas.

Según Carugati y Mugny (1988) el proceso antes descrito y que nosotros hemos extrapolado a una esfera más allá de lo cognitivo, debe tomar en cuenta una serie de prerrequisitos cognitivos (disposición de esquemas mentales elementales) y de carácter social (capacidad de comunicación de forma adecuada e interpretar correctamente los mensajes recibidos). La comunicación, como instrumento cognitivo que interviene en la construcción del conocimiento, se realiza siempre en el marco de una relación interpersonal al menos indirecta o virtual, al permitir interacciones efectivas hace progresar el intercambio de representaciones. En palabras de Beaudichon y Vandenplas-Holper:

“[La comunicación], provoca y mantiene una activación global de los procesos de búsqueda y tratamiento de la información. Por otra parte, aumenta la materia a tratar. Por último, mejora los controles del tratamiento, porque gracias a ella en base al autocontrol, se introduce el control externo del resultado -el mensaje-, y a través de ello, el control del proceso de tratamiento que lo ha producido. Es la confrontación, lo que permite que se tome en conciencia de las condiciones de veracidad de aceptabilidad del mensaje; en otros términos, de las normas sociales a las que obedece el discurso y la reflexión que lo sustenta” (1988: 186-187).

De esta manera, representaciones sociales divergentes convergen hasta alcanzar un consenso acerca de la mejor solución dentro de una situación socialmente marcada. Dentro de una misma temática (idea, noción o concepto), la interacción entre el desempeño individual y grupal permite la construcción social de objetos externos independiente de la conciencia de quienes participan en la búsqueda del concenso. Las condiciones de veracidad y aceptabilidad de los mensajes portadores de representaciones inmersos en la articulación individual-grupal puede darse según Roselli (1988) de tres formas: sintética-integradora (integración de modos individuales), coincidente unilateral (adscripción de la estrategia grupal a la de uno de sus integrantes), e incoherente irregular (implica acuerdos transitorios entre las perspectivas individuales). En conclusión, aceptando que la modalidad sintética-integradora es un caso límite, se puede hablar de una construcción social de la realidad heterogénea y, por tanto de representaciones sociales igualmente heterogéneas con cierto grado de aceptabilidad.

Tanto la idea de objetivación, anclaje y de conflicto sociocognitivo implica dos cosas: por una parte, la existencia de un objeto de referencia que existe independendientemente de quienes formulen representaciones sociales, y que se puede conocer ese objeto de referencia que existe independientemente de los sujetos que loas formulen. Es decir, la realidad es exógena y posee unas propiedades puedan ser o no recogidas por las representaciones que se hagan de ellas. Además, las representaciones sociales son el medio para acceder a esa realidad.

3. LAS REPRESENTACIONES SOCIALES Y LOS REALISMOS DE SEARLE Y GIERE

En este punto se tratará de subrayar el hecho de que la teoría de las representaciones sociales es compatible con las tesis del realismo externo de Searle y el realismo perspectivista de Giere.

3.1. Las representaciones sociale y el realismo de Searle

Un aspecto que Searle considera de gran importancia es el referido a lo que denominó como la tesis de la relatividad conceptual (Searle, 1997: 160). Esta tesis hace referencia a la posibilidad de la existencia de un número indefinidamente grande de diversos sistemas de representación para dar cuenta de una misma realidad. Considera que cualquier sistema de denominación o de clasificación para describir el mundo es convencional.

Searle para ejemplificar su tesis de la relatividad conceptual, hace uso de un ejemplo ideado por Putnam. Supóngase que en determinado mundo existen objetos: A, B y C. Si la pregunta fuese cuántos objetos existen en ese mundo, las respuestas podrían ser tres. Sin embargo, Lesniewski y otros lógicos polacos, dicen que existen siete (7) objetos. Es decir, 1) A, 2) B, 3) C, 4) A+B, 5) A+C, 6) C+B, y 7) A+B+C. Como se podrá notar, se generan diversos resultados con consistencia lógica. En resumen, no existe una respuesta absoluta; ésta dependerá de la elección convencional de los esquemas (Searle, 1997: 171).

De lo antes expuesto, se puede afirmar que los actores sociales involucrados en procesos de denominación y clasificación, para incorporar lo poco familiar y/o problemático al sistema de categorías de las personas hacen uso convencional del sistema de denominación y clasificación que mejor se ajuste a la reducción del desconocimiento e incertidumbre.

Ahora bien, esas categorías de uso convencional se expresan simbólicamente permitiendo la comunicación (cuyas funciones son: el intercambio de ideas, opinar, peticionar o conducir los actos prácticos de la vida) por medio de actos de habla que deben expresar determinados fines (Serianni, 1991). Por medio de un ejemplo de Serianni (1991), se puede hacer referencia a la relación entre el acto de habla y una representación. Si una persona come un chocolate, podría pronunciar una proposición como «¡Deben ser buenos aquellos chocolates!», aquí el acto de habla tendría el fin de: expresar una constatación objetiva («aquellos chocolates son buenos»); informar al interlocutor que se está expresando un punto de vista («pienso que aquellos chocolates son buenos»; expresar de manera indirecta una petición («desearía que tu me ofrecieses tus chocolates»). En todos los casos, se producen tres actos simultáneos: se produce una secuencia de símbolos con un orden sintáctico determinado y referidos a un objeto (acto locucionario), una acción que modifica las relaciones entre los participantes (acto ilocucionario), y cuando la eficacia de la comunicación resulta de su efecto práctico sobre el interlocutor (acto perlocucionario). En este último caso, el acto perlocutivo será eficaz cuando la persona que está comiendo el chocolate dijese: «¿Quieren un chocolate?». De esta manera, las representaciones sociales son construcciones simbólicas convencionales que forman parte de actos de habla referidos a determinados ‘objetos’ y con diversos grados de fuerza locucionaria o perlocucionaria. Es decir, para que las representaciones sociales sean consideradas como tales, es necesario que tengan una expresión simbólica, que incida sobre las opiniones de los interlocutores, y que permita a los actores realizar prácticas sociales dentro de los límites de su elaboración simbólica en los procesos de objetivación y naturalización.

Si se toma, por ejemplo, el concepto de sociedad civil (Roitter, 2003), se puede observar que en ambos han existido representaciones sociales dominantes en cada momento histórico con diferentes grados de fuerza locucionaria y perlocucionaria. En el caso del concepto de sociedad civil, en la década de los noventa, en Latinoamérica con la llegada de la democracia y los planes de ajuste macroeconómico, la sociedad civil se representó como conglomerado de asociaciones que comparten con las sociedades mercantiles su condición de organizaciones privadas y con el Estado el interés por lo público (expresión en términos de lengua y efecto en la relación de los interlocutores) [Roittter, 2003:26]. Al ser representaciones generadas desde organismos multilaterales (Banco Mundial, la Organización de Estados Americanos o el Banco Interamericano de Desarrollo), las organizaciones de la sociedad civil se convirtieron en medios y condiciones para la canalización de la ayuda al desarrollo (efecto sobre prácticas sociales asimilando su eficacia con sus contrapartes en el primer mundo). Es decir, las representaciones de sociedad civil desde el Banco Interamericano de Desarrollo se constituyeron en la sociedad civil real (la ideal o la que se espera que sea desarrollada en Latinoamérica), con las características principales o accesorias que ese organismo internacional le atribuyó. De acuerdo a lo anterior, la eficacia de esta representación social se verificará en el establecimiento de un marco que será capaz de orientar las prácticas sociales de los actores involucrados.

3.2. Las representaciones sociales y el realismo de Giere

Si las representaciones sociales son construidas socialmente, pueden representar objetos del mundo. Esta forma de ver las representaciones construidas socialmente, se acerca al denominado realismo perspectivista (constructivo) de corte naturalista de Ronald Giere.

El compromiso de Giere con el naturalismo no se presenta bajo la forma de una teoría sino de un programa, que entiende el conocimiento científico como un modelo teórico o representación primaria de los objetos en la ciencia. Tales objetos son, según el autor: “...objetos abstractos, entidades imaginarias en las cuales sus estructuras pueden ser o no similares a determinados aspectos de los objetos y procesos en el mundo real” (Giere, 1999: 5). Para este autor las denominadas leyes de la naturaleza son ambigüedades en la práctica actual de la ciencia. Más bien puede hablarse de principios, que constituyen reglas generales que ayudan a la construcción de modelos. Dentro del modelo, por lo tanto, las proposiciones son verdaderas; sin embargo, no son proposiciones que den cuenta del mundo. Con respecto al aspecto empírico, Giere sugiere que: “El ajuste entre la proposición y el mundo real es parcial e imperfecto. No hay tal cosa como un modelo perfecto, completo en todos sus detalles” (Giere, 1999: 6). En consecuencia, para este autor es posible el realismo sin la verdad.

De esta manera al abandonar la búsqueda de la verdad, el recurso que se emplea para expresar la noción de realismo es la idea de representación. En este sentido expresa: “En lugar de usar la representación lingüística de «El gato está sobre la alfombra», yo sugiero comenzar con un mapa de carreteras” (Giere, 1999: 25). Para Giere, un mapa puede contener mucho de los aspectos representacionales necesarios para entender cómo la ciencia y los científicos representan el mundo. Admite que no existe un mapa universal o que sea el medio de determinar si lo que representa es verdadero o falso. Giere observa en esta metáfora una serie de ventajas: Puede ser más o menos exacto, ser más o menos detallado, tener una gran o pequeña escala, su construcción requiere una gran dosis de convencionalismo y su poder representacional puede ser comprobado por cualquiera con competencias pragmáticas.

Un aspecto que Giere resalta en su modelo perspectivista de la ciencia es que acepta que las representaciones científicas pueden ser construidas socialmente, pero expresa que también se debe aceptar que las representaciones socialmente construidas pueden ser descubiertas con la finalidad de ofrecer un buen cuadro de los aspectos del mundo. Según Giere estas aceptaciones no reducen la sociología de la ciencia a una sociología del error y en tal sentido Giere dice: “Explicaciones del éxito y el fracaso permanecen simétricas cuando se invocan la misma serie de actividades por parte de los científicos. En particular no existen presupuestos de que el éxito es el producto de la deliberación racional mientras que los fracasos son el resultado de la intervención de factores sociales. No hay necesidad de introducir nociones asimétricas tales como la racionalidad” (1999:26).

Todos los días se escucha hablar sobre el “fenómeno de la inflación”. Sin embargo, la medición de la verdadera inflación no resulta tan fácil como parece. En primer lugar, por ser una magnitud macroeconómica (agregado macroeconómico) se debe calcular haciendo aproximaciones de carácter estadístico. Siguiendo a Giere, no existe un modelo (mapa) universal para determinar la verdad sobre los niveles reales de inflación, debido a que son mediciones de carácter muestral. Sin embrago, se pueden diseñar representaciones que se aproximen a su verdadero valor (los especialistas lo denominarían valor poblacional). Tales representaciones, al menos en el campo de la economía surgen en el ámbito de la economía fiscal, monetaria, de la macroeconomía pura o la teoría de juegos. No obstante, todas esas representaciones, sean o no de carácter formal (matemático), parten de la idea de que existe la inflación independientemente de los que los modelos, acertadamente o desacertadamente, arrojen en sus resultados cuantitativos o no. Lo importante para este enfoque del realismo como para el de Searle es que los modelos de cálculos de la inflación constituyan familias con creciente sofisticación representativa de los aspectos vitales de la inflación, sin nunca pretender capturarlo todo o ser totalmente exactos. Aunque se admite la existencia de la representación perfecta no se busca un desarrollo tendiente hacia ella.

Otro elemento que es de vital importancia en el realismo perspectivista de Giere es el concepto de “decisiones cruciales”. Con este concepto Giere quiere indicar que sus afirmaciones acerca de experimentos cruciales serán formuladas dentro de un conjunto de juicios (alternativas) humanos, construidos por individuos o por grupos con competencias para realizar juicios. Giere consideraba que los científicos eran los llamados a realizar esas decisiones cruciales. Sin embargo, en la cotidianidad las personas de alguna manera realizan decisiones cruciales, aunque no estén revestidas de la autoridad que de la institucionalidad científica.

Un ejemplo de Giere acerca del proceso para la toma de “decisiones cruciales” en el tema de la inflación, lo constituyen la comparación de dos modelos alternativos M1 (modelo de la nueva macroeconomía clásica) y M2 (modelo nuevo keynesiano) de cálculo de la inflación. Ambos pueden generar una matriz de decisión. La alternativa M1 se refiere al posible estado del mundo que debe ser entendido como referido a la posibilidad de que el mismo sea más o menos correspondiente al modelo idealizado (mapa). La selección de M1 significa que el agente considera que este modelo provee de una representación satisfactoria del nivel de inflación en una economía en un momento determinado, o al menos, una mejor representación que la provista por M2 de cálculo de la inflación de acuerdo con los datos obtenidos.

Al igual que el enfoque realista de Ronald Giere, la teoría de las representaciones sociales no busca establecer la verdad como correspondencia, sino como lo expresa Moscovici en una entrevista con Ivana Marková: “La teoría de las representaciones sociales es una teoría alternativa en que está implícita la crítica de otras teorías” (2003:149).

A MANERA DE CONCLUSIÓN

En lo referente a la relación objeto-sujeto, las representaciones sociales son de objetos. En tal sentido Jost (1992) se basa en la siguiente cita de Moscovici para expresar lo que Bass van Frassen denomina como una ‘actitud epistémica’ cónsona con el realismo cuando se aborda el concepto de objetivación: “...transformando una abstracción en algo cercano a lo físico, traduciendo algo que existe en nuestras reflexiones en algo que existe en la naturaleza” [la traducción es nuestra] (Jost, 1992: 119). Esto no contradice la idea de que exista un solo objeto y tampoco que solo deba existir una representación única de un único objeto. Es decir, las representaciones que pueden ser construidas socialmente como modelos, no son necesariamente hegemónicos debido a que los grupos con sus sistemas, flujos, canales de comunicación y conflictos (estructurantes o no) pueden hacer prevalecer una representación sobre otra en un intervalo de tiempo y lugar determinado.

Se debe aceptar con Giere que las representaciones sociales pueden ser mapas que sirven para dar cuenta de procesos y prácticas sociales. Sin embargo, se debe subrayar algunos aspectos que hacen que las representaciones no sean exactamente mapas de ruta. En primer lugar, el grado de convencionalismo en las representaciones sociales es parcial, mientras que en los mapas es mucho mayor. En segundo lugar, los símbolos que se encuentran en los mapas son más estables que en las representaciones aunque el objeto de representación sea el mismo. En tercer lugar, la expresión lingüística de una representación social no necesariamente sigue criterios de economía, es decir, pueden que sean menos asertivos. En cuarto lugar, la escala de medición en un mapa corresponderá al carácter extensivo de la representación, cuyos límites no son precisamente bien definidos.

Con Searle la teoría de las representaciones sociales se encuadra dentro de la tesis de la relatividad conceptual, en que es posible la existencia de un gran número de representaciones sociales para dar cuenta de una misma realidad.

Aunque la teoría de las representaciones sociales se basa en la existencia de objetos independientes de la consciencia cognoscente, no es compatible con la postura del realismo científico. Según Gómez (1995) el realismo científico afirma que: el mundo estudiado por la ciencia es independiente de la conciencia cognoscente; la ciencia es el mejor modo de dar cuenta del mundo que rodea al hombre; la ciencia revela las entidades no observables y explica sus comportamientos para predecir nuevos hechos; en tales explicaciones, las leyes científicas expresan fielmente la realidad.

Por otra parte, la teoría de las representaciones sociales es más compatible con las diversas versiones disminuidas del realismo expuestos en este ensayo. Sin embargo, tanto la teoría de las representaciones sociales como los realismos de John Searle y Ronald Giere son antiinstrumentalistas. Lo anterior significa que, ante la presencia de representaciones rivales, se proceda a seleccionar aquella representación sobre la base de argumentos y evidencias empíricas o que las representaciones sociales sean más adecuadas con los hechos en términos de rigurosidad o confiabilidad.

Notas

* Deseo expresar mi agradecimiento a la Dra. Gladys Acurero y al Dr. Evaristo Méndez por su consejo y apoyo en la realización de este trabajo.

1. El conductismo buscó que la psicología fuese una ciencia objetiva. Parte del abandono de la conciencia y adoptaron la noción de conducta observable como objeto de estudio. Metodológicamente, rechazaron la introspección y aceptaron la experimentación, concentrándose en elaborar formas de medir la conducta observable. El conductismo abordó inicialmente los problemas del aprendizaje y los instintos. Se adoptó el esquema de condicionamiento de Iván Pávlov (1849-1930), que conllevó al rechazo de las propuestas innatistas.

2. En otro contexto (la Revolución Bolchevique en sus primeros años), las ideas de Levy Bruhl fueron sometidas a prueba por Lev Vygotsky (1896-1934) y Alexandr Luria. A comienzos de la década de los años 30 en Uzbekistán se trató de probar la noción de que los procesos mentales superiores no eran universales estáticos o inmutables, sino que su estructura cambiaba según las modificaciones del modo de vida social y la presencia o ausencia de sistemas mediatizadores (Blanck, 1993).

3. Cuando Mosovici caracteriza esta relación triádica expresa lo siguiente: Es el escenario donde se producen modificaciones en el pensamiento y el comportamiento de los individuos; que puede ser dinámica (interacción entre sujetos o grupos) o estática (donde solo se verifica la co-presencia); una relación triádica estática predice mecanismos de facilitación social (producidas por que la simple presencia de individuos haga que otros aprenda con mayor facilidad respuestas familiares) y las fuerzas dinámicas generan mecanismos de influencia social (por medio de la presión social, un individuo adopte las conductas de dicho grupo).

4. Las tareas de conservación buscan ver si los niños pueden determinar si dos magnitudes se mantienen iguales cuando se cambien los estímulos que las originan. El experimento consiste en la realización de una tarea entre niños que adquieren la noción de conservación y los niños que no. Los resultados del experimento arrojaron la conclusión de que los niños sin la noción de conservación la habían adquirido por la adquisición de nuevas estructuras cognitivas.

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